por RioLena Dom Mar 05, 2017 8:30 am
En todos los equipos del fútbol profesional, del fútbol espectáculo, conviven aficionados de muy distintas opciones políticas, fundamentalmente porque el fútbol es un sentimiento individual, compartido o no por muchos otros, pero que nace de los años de infancia, en donde los juegos en el colegio y la calle con los amigos y la influencia familiar, terminan determinando si eres o no seguidor (o seguidora) de uno u otro equipo, incluso si no te gusta el fútbol o no te preocupas demasiado por él, pero sientes un hervor en la sangre cada vez que tu equipo gana o se ve inmerso en cualquier polémica futbolística.
El fútbol es un elemento más del nuevo opio del pueblo, y como elemento socio-cultural, está en manos de la clase dirigente, que ha hecho un negocio de ello manejando grandes cantidades de dinero, provocando tráfico de influencias a todos los niveles y manejando la conciencia alienada, enajenada, de las grandes masas trabajadoras.
Es una tontería decir que hay clubes de fútbol comunistas. Quizás haya aficiones (entre los que habitualmente van al campo de fútbol a ver todos los partidos, a animar al equipo) mayoritariamente antifascistas o con ideas de izquierdas, pero eso no le da carácter comunista al correspondiente club o equipo, que siempre está en manos de una serie de propietarios provenientes de la burguesía que buscan su negocio.
El Livorno se ha caracterizado siempre por tener una afición antifascista que hace exhibición de símbolos propios de los comunistas. La pequeña ciudad portuaria de Livorno (Liorna, en español) tiene entre sus méritos el que en ella se fundó el PCI alrededor de 1920 y ha habido desde siempre alcaldes del mismo partido o de los que se desgajaron del tronco eurocomunista desaparecido. Pero de ahí a decir que la ciudad o su equipo de fútbol son comunistas, va un mundo.
Una de las peñas más conocidas de seguidores del Rayo Vallecano son los Bukaneros. Es evidente que se mueven dentro de parámetros antifascistas, republicanos e, individualmente, seguro que hay comunistas entre ellos, que por cierto, son pocos numéricamente hablando, unas cuantas docenas. Pero ni el club ni el total de su hinchada ni el barrio madrileñó de Vallecas pueden considerarse comunistas, ni mucho menos.
El St Pauli del barrio Sankt Pauli de Hamburgo, es un equipo siempre caracterizado por la defensa de las causas propias de la izquierda política (aborto, homosexualidad, antifascismo, antinucleares...) pero no se les puede considerar comunistas por ello. El pequeño barrio del que procede el club es conocido por haber sido una zona de comunistas antes de la Segunda Guerra Mundial y por los muchos negocios de prostitución regulada que en él hay.
El Ajax holandés fue un conocido club antifascista, al igual que su afición, pero en los últimos años la extrema derecha anida entre sus seguidores.
El fútbol liga muy bien con el fascismo, con los nazis, y el entorno de aficionados ultras se siente como pez en el agua dentro de esa ideología.