por surfas Lun Jul 07, 2014 10:33 am
En la época soviética entre los jefes y los obreros siempre hubo un acuerdo tácito: unos trabajan, otros crean las condiciones para el trabajo. Unos crean parques, diseñan viviendas, escriben autorizaciones y otros cogen con sus manos martillos neumáticos y durante 6 horas con el rostro sudoroso extraen carbón en la cinta transportadora. Precisamente por eso a la gente sencilla le bastaba ir y escribir una declaración al comité ejecutivo para que le retechasen el tejado, llevasen hasta la aldea la conducción de gas o le asignasen un transporte para desplazarse.
Y, en principio, la gente era feliz. Sí, no tenían libre acceso a los grandes logros de la cultura occidental: la televisión americana, el agua medicinal de John Stith Pemberton [la Coca-Cola], los viajes fascinantes de Albert Hoffmann [el LSD] y las obras maestras cinematográficas de Tinto Brass. ¡Ay! no había la posibilidad de una vida lujosa -en lugar de sillones de terciopelo de caoba había que conformarse con aparadores de la RDA y vajillas polacas-. En lugar de ir a Egipto se iba a Crimea y Bulgaria, se estudiaba en Leningrado y no en Cambridge. Pero había respeto hacia uno mismo y hacia su trabajo.
Pero después llegaron los tiempos democráticos de la glasnost y la libertad. Recuerdo, como la promesa "Bueno, viviremos, somos la segunda república más rica en la URSS" se acabó convirtiendo en huelgas de hambre de los mineros, en adolescentes que recogían botellas en los patios, cupones y sacos de azúcar, centros de recogida de chatarra y puntos de venta de alcohol casero. El acuerdo tácito entre obreros y jefes se rompió. El Donbás resultó ser un coloso con pies de barro. Rápidamente, en una década más o menos, los asentamientos obreros empezaron a vaciarse y morir. Los primeros diputados en la Rada Suprema, demócratas llenos de conciencia nacional, intelectuales y escritores, huyeron cobardemente no siendo capaces de enfrentarse con la caída al abismo de la economía del país. Lo más importante que hicieron fue iniciar el proceso de erradicación de la educación y de las ideas socialistas en la mente de la gente.
Cerraron las fábricas, en los asentamientos hubo cada vez menos trabajo. Alguno por desesperanza y la imposibilidad de hacer algo con su vida empezó a tomar tramadol y cocinar "anfetas", otros organizaron bandas (porque sus padres los llevaron a los clubs de boxeo y no sabían hacer nada más que pelear) y aún alguno consiguió dinero con la especulación de mercancías, lo que después recibiría el nombre del "negocio de comercio". Durante diez años el Donbás se convirtió en una sociedad a la busca de trabajo. Y cada cual se ganaba la vida como podía. Algunos, habiendo aprendido cómo conseguir capital (con los puños, con reventas, con sobornos), fueron más allá y empezaron a probarse a sí mismos que podían hacer más. No importa cómo. Lo más importante, hacer más. Pero la mayoría siguió esperando algo desde arriba, con la esperanza en el "contrato" olvidado hacía mucho. Precisamente esta parte por desesperación empezó a rendirse, alejándose hacia el fondo social con cada generación. Empezaron a crearse nuevos principios de vida como, por ejemplo, "tanto pagas, tanto trabajo". la situación de finales de los 90 se refleja muy fielmente en la canción de Sergey Chigrakov "La libertad no es suficiente para mí":
Nosotros nos quedamos. No los héroes, no los milicianos sino la gente sencilla. Por cierto, ¿qué son las milicias populares? ¿De donde ha salido la gente que constituye el 90% de los "separatistas"? De la desesperación. De la desesperanza del Donbás de cambiar algo. Incesantes fascinaciones y decepciones, elecciones, exhortaciones de los oligarcas, llevó a que la gente haya perdido la fe en que algo cambie en sus vidas hablando. De igual forma que el Maidán a partir de la idea de eurointegración se convirtió en la expulsión de Yanukovich, los milicianos del Donbás dejaron de abogar "para que se nos oiga" y ya luchan por su estado. Sin oligarcas. Sin pobreza. Sin promesas.
Esta guerra es casi el resultado natural de estos procesos que se produjeron en el Donbás en el último cuarto de siglo. Sus motivos y apoyo entre la población es algo más profundo que la aspiración a unirse con Rusia. Los milicianos no disparan al ejército ucraniano sino a aquellas promesas que en 23 años nadie cumplió. En esta oscuridad en la que vivieron y no pudieron vencer todos estos años: corrupción, engaños, la impotencia para decidir algo, la pobreza forzada y un infinito desprecio hacia ellos y hacia su trabajo. Los milicianos sencillos no saben cómo terminará su lucha, pero ya ven en qué ha terminado la lucha de los "dobles" del Maidán. Y a mí de esto me parece que el Donbás no quiere volver a esto. Incluso con el precio de su propia existencia.
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=186961&titular=donb%E1s-locuta-causa-finita-