Un largo camino por delante - Reflexiones sobre el 22M
texto de Carlos Gutiérrez
23 de marzo de 2014
Creo que hay que situar las Marchas en su justo término para no entusiasmarse demasiado o, por el contrario, pensar que no han servido para nada. En este sentido me parece importante hacer una reflexión parecida a la que se puede hacer sobre el 15M, salvando las distancias. Quién viese el 15M como una posibilidad real de cambiar las cosas de inmediato, además de confundirse, corrió el peligro de desanimarse e irse a casa. Por el contrario, el 15M fue un importantísimo paso adelante. y supuso que bastante gente se animase a participar en la lucha social y política. Si lo vemos desde esta segunda perspectiva no podemos decir que el 15M fue un fracaso, repito, quien lo viese como una posibilidad inminente de cambiar las cosas de modo radical si pudo salir muy decepcionado.
La movilización de ayer, y más que nada, el proceso preparatorio, ha supuesto experiencias muy importantes para gran cantidad de militantes y ha establecido estructuras organizativas que en algunos lugares pueden tener continuidad, sobre esto soy más escéptico, pero creo que algo perdurará. Además hemos sacado varias lecciones, para mí algunas de ellas son las siguientes: las movilizaciones hay que organizarlas con tiempo y seriedad, si se hace así salen tan bien como la de ayer, además es posible buscar acuerdos y encuentros entre organizaciones que pudieran parecer bastante enfrentadas. Me parece que está claro que vale mucho más una Marcha de la Dignidad22M que cien “asalta el Congreso” o cosas parecidas convocadas sin medir cuales son tus propias fuerzas. Los fracasos o las convocatorias que pinchan no hacen otra cosa que fortalecer al enemigo.
Pienso que es también muy importante que se haya demostrado que somos capaces de convocar masivamente sin contar con los sindicatos llamados mayoritarios, CCOO y UGT, que para mí no son más que rémoras del pasado y mastodontes que deambulan buscando su cementerio de elefantes particular. Tampoco se ha contado con la “impagable ayuda” del PSOE, ni de sus montajes como la famosa y muy “activa” Cumbre Social. Que un germen de organización popular “desde abajo” sea capaz de hacer algo tan impresionante se manifiesta como un síntoma de que el avance organizativo, en serio y para cambiar las cosas, está dando pasos en sentido positivo. Sólo avanzando en este sentido seremos capaces de cambiar las cosas de modo real. También pienso que nos tienen más miedo que el que realmente nos deberían tener, eso es bueno, ya que el poder vislumbra que no está tan seguro, que "el miedo puede cambiar de bando" y que todo ya no va a ser tan sencillo.
En estos días vamos a tener, al calor de la muerte de Suárez, una amplia campaña que va a volver a ensalzar lo buena que fue la Transición y lo terrible que es que alguien despierte a las Dos Españas, o lo malísimo que es que se pretenda cambiar las cosas desde la calle. Con el golpe de Tejero intentaron, en su tiempo, tanto legitimar el Régimen como meter el miedo en el cuerpo de la gente que quería ir más allá, no sé que harán ahora, pero todo dependerá de la correlación de fuerzas que seamos capaces de construir. De momento, aseguro que la campaña se va a centrar en cantar las bondades de la democracia que hemos construido “entre todos” y que, por supuesto, se debe limitar al bonito ejercicio de ir a votar cada cuatro años, y después aguantarnos con lo que los gobernantes de turno quieran imponer.
Las Marchas no son el fin, ni tampoco el principio, son una etapa, importante, de un proceso del que somos responsables de que siga adelante. No tenemos que caer en el desánimo sino seguir como hasta ahora, organizados y teniendo las cosas claras. Contra lo que luchamos es poderoso, no se puede derribar con unas marchas o con un movimiento, ni siquiera votando. El Sistema está en nosotros mismos y en nuestra forma de vida cotidiana, por lo tanto derribarlo es muy difícil y exige paciencia, organización y voluntad. La mejor lección de las Marchas es que las cosas se pueden hacer bien, que las podemos hacer bien desde abajo. No necesitamos "ni dioses ni reyes ni tribunos", nosotros mismos somos nuestros salvadores, los únicos que podemos cambiar el mundo de base.
texto de Carlos Gutiérrez
23 de marzo de 2014
Creo que hay que situar las Marchas en su justo término para no entusiasmarse demasiado o, por el contrario, pensar que no han servido para nada. En este sentido me parece importante hacer una reflexión parecida a la que se puede hacer sobre el 15M, salvando las distancias. Quién viese el 15M como una posibilidad real de cambiar las cosas de inmediato, además de confundirse, corrió el peligro de desanimarse e irse a casa. Por el contrario, el 15M fue un importantísimo paso adelante. y supuso que bastante gente se animase a participar en la lucha social y política. Si lo vemos desde esta segunda perspectiva no podemos decir que el 15M fue un fracaso, repito, quien lo viese como una posibilidad inminente de cambiar las cosas de modo radical si pudo salir muy decepcionado.
La movilización de ayer, y más que nada, el proceso preparatorio, ha supuesto experiencias muy importantes para gran cantidad de militantes y ha establecido estructuras organizativas que en algunos lugares pueden tener continuidad, sobre esto soy más escéptico, pero creo que algo perdurará. Además hemos sacado varias lecciones, para mí algunas de ellas son las siguientes: las movilizaciones hay que organizarlas con tiempo y seriedad, si se hace así salen tan bien como la de ayer, además es posible buscar acuerdos y encuentros entre organizaciones que pudieran parecer bastante enfrentadas. Me parece que está claro que vale mucho más una Marcha de la Dignidad22M que cien “asalta el Congreso” o cosas parecidas convocadas sin medir cuales son tus propias fuerzas. Los fracasos o las convocatorias que pinchan no hacen otra cosa que fortalecer al enemigo.
Pienso que es también muy importante que se haya demostrado que somos capaces de convocar masivamente sin contar con los sindicatos llamados mayoritarios, CCOO y UGT, que para mí no son más que rémoras del pasado y mastodontes que deambulan buscando su cementerio de elefantes particular. Tampoco se ha contado con la “impagable ayuda” del PSOE, ni de sus montajes como la famosa y muy “activa” Cumbre Social. Que un germen de organización popular “desde abajo” sea capaz de hacer algo tan impresionante se manifiesta como un síntoma de que el avance organizativo, en serio y para cambiar las cosas, está dando pasos en sentido positivo. Sólo avanzando en este sentido seremos capaces de cambiar las cosas de modo real. También pienso que nos tienen más miedo que el que realmente nos deberían tener, eso es bueno, ya que el poder vislumbra que no está tan seguro, que "el miedo puede cambiar de bando" y que todo ya no va a ser tan sencillo.
En estos días vamos a tener, al calor de la muerte de Suárez, una amplia campaña que va a volver a ensalzar lo buena que fue la Transición y lo terrible que es que alguien despierte a las Dos Españas, o lo malísimo que es que se pretenda cambiar las cosas desde la calle. Con el golpe de Tejero intentaron, en su tiempo, tanto legitimar el Régimen como meter el miedo en el cuerpo de la gente que quería ir más allá, no sé que harán ahora, pero todo dependerá de la correlación de fuerzas que seamos capaces de construir. De momento, aseguro que la campaña se va a centrar en cantar las bondades de la democracia que hemos construido “entre todos” y que, por supuesto, se debe limitar al bonito ejercicio de ir a votar cada cuatro años, y después aguantarnos con lo que los gobernantes de turno quieran imponer.
Las Marchas no son el fin, ni tampoco el principio, son una etapa, importante, de un proceso del que somos responsables de que siga adelante. No tenemos que caer en el desánimo sino seguir como hasta ahora, organizados y teniendo las cosas claras. Contra lo que luchamos es poderoso, no se puede derribar con unas marchas o con un movimiento, ni siquiera votando. El Sistema está en nosotros mismos y en nuestra forma de vida cotidiana, por lo tanto derribarlo es muy difícil y exige paciencia, organización y voluntad. La mejor lección de las Marchas es que las cosas se pueden hacer bien, que las podemos hacer bien desde abajo. No necesitamos "ni dioses ni reyes ni tribunos", nosotros mismos somos nuestros salvadores, los únicos que podemos cambiar el mundo de base.