¿Está Estados Unidos ante una nueva era de macartismo? El término se refiere al ex representante Republicano Joseph McCarthy, quien en 1950 comenzó una campaña histérica en Estados Unidos contra ciertas instituciones, organizaciones e individuos. La campaña se dirigió contra el Departamento de Estado, la Voz de América, la academia, Hollywood, contra sectores de las artes, intelectuales y eventualmente hasta la administración del presidente Harry Truman y el Pentágono.
Las acusaciones macartistas siempre fueron las mismas: que los mencionados y acusados eran comunistas o simpatizantes comunistas; rojos o rosados o, si no, eran “acompañantes de viaje” y que diversos sectores habían sido infiltrados por éstos. Supuestamente, dichas personas eran traidoras a Estados Unidos y servían a los intereses de países extranjeros.
McCarthy pudo mantener su campaña de inuendos, engaños y locura hasta el 1954. Sus acusaciones, en especial aquellas contra el Pentágono, fueron tan absurdas que provocaron una reacción por parte del Senado, que en 1954 lo censuró y de ahí en adelante su influencia disminuyó dramáticamente.
Su persona disminuyó grandemente pero su mensaje irresponsable, falso y paranoico, dirigido a un público en su gran mayoría mal informado y atemorizado (por una ficticia amenaza soviética) continuó repercutiendo en Estados Unidos.
Ahora, y desde el 11 de septiembre de 2001, el miedo, a un nivel de paranoia nacional, ha tomado gran vuelo. Como pirañas en el agua, de nuevo surge un gran sector Republicano derechista cada vez más extremista. éste hace alegaciones y acusaciones absurdas sin mucho contacto con la realidad, pero, obviamente, un gran sector que le presta atención.
Entonces, ¿estamos ante un nuevo macartismo? McCarthy tenía gran poder; mucho más que muchos ultraderechistas de ahora, pues ocupaba un escaño en la Cámara desde donde podía citar testigos y someterlos a interrogatorios abusivos.
Por años McCarthy hizo acusaciones falsas e ignorantes. Estamos ante la misma situación.
¿Cómo se puede explicar la popularidad de charlatanes derechistas como los que aparecen en la cadena de televisión Fox o en la radio? Fox es la estación que más se observa en Estados Unidos. Recientemente, un tal Glenn Beck, comentarista regular en Fox, alegó que las iglesias donde se escuchasen las palabras “justicia social”, eran sospechosas pues ésa una contraseña para la ideología comunista y fascista y los feligreses de éstas deberían salir corriendo.
Dijo Beck: “Yo les suplico que busquen las palabras ‘justicia social’ o ‘justicia económica’ en el sitio digital de su iglesia. Si lo encuentran, corran tan rápido como puedan. Justicia social o justicia económica son dos contraseñas. ¿Entonces, les estoy sugiriendo a las personas que abandonen sus iglesias? Sí”.
Después, Beck mostró dos pancartas, una con la hoz y el martillo y la otra con la suástica alemana. El comentarista vinculó ambas pancartas, en forma crítica y burlona, con la justicia económica, derecho de los trabajadores, redistribución de la riqueza y democracia.
Beck es un medio loco, un comediante engañador, quien para ser popular hace comentarios controvertibles o –y creo que es lo correcto– un oportunista que sencillamente quiere hacer dinero. En todo caso, se nutre de la poca memoria histórica que poseen los estadounidenses, su ignorancia y ahora, de nuevo, su paranoia.
Por otro lado, está Kart Rove, asesor por excelencia del ex presidente George W. Bush, quien le indicó a la cadena británica BBC que está “orgulloso” de los métodos de interrogación usados por Estados Unidos contra aquellos que ha considerado terroristas, incluyendo la táctica llamada “submarino” (“waterboarding”). Este método consiste en atar a un prisionero a una plancha, cubrirle la cara con tela y echarle gran cantidad de agua en la cara causando, por lo menos, la sensación de estarse ahogando. Esto es repetido en varias ocasiones. Internacionalmente, es considerado como una forma de tortura. Muchos entienden que dicha práctica viola la Convención de Ginebra que regula la conducta de guerras.
Pero no para Rove o la administración Bush. Cuando a Rove se le preguntó si la práctica de submarino era tortura, sin titubeos respondió: “No, no lo es”. Ahora bien, imagínese el lector, ¿qué diría Rove o la administración Bush si un militar o agente de inteligencia estadounidense fuera sometido a tal práctica? Entonces sí sería considerado como tortura.
Rove alegó, sin presentar evidencia alguna, que la práctica en cuestión había evitado ataques terroristas. Obviamente, no argumentaría lo contrario.
Y por ahí esta Liz Cheney, hija del ex presidente Dick Cheney, junto con otros del mismo asilo siquiátrico, produciendo y distribuyendo un vídeo en el que se exige que el gobierno publique los nombres de abogados de ese mismo gobierno que sirvieron como abogados en forma pro bono a prisioneros de la prisión de Guantánamo. El vídeo va acompañado de la foto de Osama bin Laden y a dichos abogados se les llama “los siete de Al Qaeda”.
Todo indica que sí que estamos ante el inicio de un nuevo macartismo.
Glenn Beck exhortando a la gente a salir corriendo si escuchan las palabras \"justicia social\" en su iglesia local y despues explicando como \"justicia social\" son los fundamentos de nazismo y de comunismo.
Fuente
Las acusaciones macartistas siempre fueron las mismas: que los mencionados y acusados eran comunistas o simpatizantes comunistas; rojos o rosados o, si no, eran “acompañantes de viaje” y que diversos sectores habían sido infiltrados por éstos. Supuestamente, dichas personas eran traidoras a Estados Unidos y servían a los intereses de países extranjeros.
McCarthy pudo mantener su campaña de inuendos, engaños y locura hasta el 1954. Sus acusaciones, en especial aquellas contra el Pentágono, fueron tan absurdas que provocaron una reacción por parte del Senado, que en 1954 lo censuró y de ahí en adelante su influencia disminuyó dramáticamente.
Su persona disminuyó grandemente pero su mensaje irresponsable, falso y paranoico, dirigido a un público en su gran mayoría mal informado y atemorizado (por una ficticia amenaza soviética) continuó repercutiendo en Estados Unidos.
Ahora, y desde el 11 de septiembre de 2001, el miedo, a un nivel de paranoia nacional, ha tomado gran vuelo. Como pirañas en el agua, de nuevo surge un gran sector Republicano derechista cada vez más extremista. éste hace alegaciones y acusaciones absurdas sin mucho contacto con la realidad, pero, obviamente, un gran sector que le presta atención.
Entonces, ¿estamos ante un nuevo macartismo? McCarthy tenía gran poder; mucho más que muchos ultraderechistas de ahora, pues ocupaba un escaño en la Cámara desde donde podía citar testigos y someterlos a interrogatorios abusivos.
Por años McCarthy hizo acusaciones falsas e ignorantes. Estamos ante la misma situación.
¿Cómo se puede explicar la popularidad de charlatanes derechistas como los que aparecen en la cadena de televisión Fox o en la radio? Fox es la estación que más se observa en Estados Unidos. Recientemente, un tal Glenn Beck, comentarista regular en Fox, alegó que las iglesias donde se escuchasen las palabras “justicia social”, eran sospechosas pues ésa una contraseña para la ideología comunista y fascista y los feligreses de éstas deberían salir corriendo.
Dijo Beck: “Yo les suplico que busquen las palabras ‘justicia social’ o ‘justicia económica’ en el sitio digital de su iglesia. Si lo encuentran, corran tan rápido como puedan. Justicia social o justicia económica son dos contraseñas. ¿Entonces, les estoy sugiriendo a las personas que abandonen sus iglesias? Sí”.
Después, Beck mostró dos pancartas, una con la hoz y el martillo y la otra con la suástica alemana. El comentarista vinculó ambas pancartas, en forma crítica y burlona, con la justicia económica, derecho de los trabajadores, redistribución de la riqueza y democracia.
Beck es un medio loco, un comediante engañador, quien para ser popular hace comentarios controvertibles o –y creo que es lo correcto– un oportunista que sencillamente quiere hacer dinero. En todo caso, se nutre de la poca memoria histórica que poseen los estadounidenses, su ignorancia y ahora, de nuevo, su paranoia.
Por otro lado, está Kart Rove, asesor por excelencia del ex presidente George W. Bush, quien le indicó a la cadena británica BBC que está “orgulloso” de los métodos de interrogación usados por Estados Unidos contra aquellos que ha considerado terroristas, incluyendo la táctica llamada “submarino” (“waterboarding”). Este método consiste en atar a un prisionero a una plancha, cubrirle la cara con tela y echarle gran cantidad de agua en la cara causando, por lo menos, la sensación de estarse ahogando. Esto es repetido en varias ocasiones. Internacionalmente, es considerado como una forma de tortura. Muchos entienden que dicha práctica viola la Convención de Ginebra que regula la conducta de guerras.
Pero no para Rove o la administración Bush. Cuando a Rove se le preguntó si la práctica de submarino era tortura, sin titubeos respondió: “No, no lo es”. Ahora bien, imagínese el lector, ¿qué diría Rove o la administración Bush si un militar o agente de inteligencia estadounidense fuera sometido a tal práctica? Entonces sí sería considerado como tortura.
Rove alegó, sin presentar evidencia alguna, que la práctica en cuestión había evitado ataques terroristas. Obviamente, no argumentaría lo contrario.
Y por ahí esta Liz Cheney, hija del ex presidente Dick Cheney, junto con otros del mismo asilo siquiátrico, produciendo y distribuyendo un vídeo en el que se exige que el gobierno publique los nombres de abogados de ese mismo gobierno que sirvieron como abogados en forma pro bono a prisioneros de la prisión de Guantánamo. El vídeo va acompañado de la foto de Osama bin Laden y a dichos abogados se les llama “los siete de Al Qaeda”.
Todo indica que sí que estamos ante el inicio de un nuevo macartismo.
Glenn Beck exhortando a la gente a salir corriendo si escuchan las palabras \"justicia social\" en su iglesia local y despues explicando como \"justicia social\" son los fundamentos de nazismo y de comunismo.
Fuente