Texto de Nueva Praxis alrededor de las elecciones europeas del 25M aparecido en el espacio Revolución o barbarie. El texto entero se puede leer y descargar desde aquí: [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
CONTRA LAS FALSAS ILUSIONES PARLAMENTARIAS DEL REVISIONISMO
¡BOICOT A LAS ELECCIONES EUROPEAS DEL 25 DE MAYO!
La mitología griega cuenta entre sus historias más asombrosas con aquélla que reza acerca de Dédalo y su sobrino Perdix. Dédalo era un afamado arquitecto e inventor ateniense, que se veía continuamente superado por los logros que su genial sobrino, tutelado por él mismo, alcanzaba día tras día. Un buen día, y presto a poner a prueba a un nivel superior al confiado Perdix, Dédalo lo mandó subir con él a la torre del templo de Atenea, conminándole allí la resolución de un complejo problema matemático. Asombrado con la rapidez con la que su joven alumno dio con la correcta resolución del mismo, Dédalo, atenazado por la envidia, arrojó a su sobrino desde lo alto de aquella imponente torre, enviándolo a una muerte que parecía segura. Por fortuna para Perdix –fortuna en nombre de diosa, valga la redundancia–, Atenea, apiadándose de aquel ingenioso zagal, lo salvó durante la caída otorgándole un par de alas y convirtiéndolo así en una conocida ave: la perdiz, que, como muchos sabrán –más allá incluso del estrecho círculo de aficionados o expertos en ornitología– se trata de una especie incapaz por sí misma de asentarse o, siquiera, proliferar lugares elevados por temor a su previsible caída desde los mismos.
Volviendo al mundo real, pero teniendo en mente el sencillo aunque impactante relato que acabamos de referir, nos enfrentamos a una nueva cita electoral por parte de aquéllos que someten a nuestra clase a una institucionalizada esclavitud asalariada. El proletariado, sabedor, pese a todo, de que nadie le ha dado vela en este entierro, se muestra meridianamente alejado de estas patéticas representaciones con las que la burguesía y sus distintas fracciones nos deleitan con frecuencia más deseada de lo normal –así lo consideramos los firmantes de esta misiva–. A la espera de la rearticulación de un movimiento revolucionario independiente, de nuestra clase propiamente dicho –el Partido Comunista– , ésta trata de defenderse de los envites del capital con lo poco que posee: a saber, con una conciencia en sí que, por su propia naturaleza, no puede ser sino burguesa, en cuanto que reproduce de forma continua las actuales relaciones de dominio capitalista a todos los niveles y sólo alcanza a discernir, debido a su primigenio desarrollo histórico, la contradicción puramente económica entre el obrero y el patrón en el amplio y complejo tablero en el que se desarrolla la lucha de clases, relegando el factor político –¡y ya no hablemos del ideológico-consciente!– al más lamentable de los ostracismos. Como el ave al que Perdix da nombre, nuestra clase se muestra, por sí sola, incapaz de ocupar cotas demasiado eminentes, nunca más altas que las que marcan las estrechas paredes de la fábrica;cotas éstas que, por otra parte, se encuentran dominadas por aquella fracción de la clase obrera que participa del reparto del pastel imperialista y que posee –en virtud de múltiples órganos de representación y negociación, como los sindicatos; instrumentos que, por otra parte y como cabe reseñar, siguen siendo considerados por revisionistas patrios y foráneos como las “formas naturales” de organización de la clase, supuestamente válidas para erigir, a partir de ellas, la ofensiva revolucionaria– una evidente posición de poder como una clase burguesa más en el aparato político del Estado capitalista. Son, precisamente, aquellos sectores de la aristocracia obrera los que, inevitablemente desplazados de la privilegiada posición que tenían anteriormente a la última, y, a su vez, sempiterna crisis del capital, buscan una base social suficiente –normalmente, en visible o velada alianza con la pequeña burguesía y el capital medio– para ejercer presión sobre aquellas fracciones situadas en la cúspide del dominio capitalista y que exclusivizan cada vez más la acumulación de la plusvalía. Las elecciones burguesas no dejan de ser, así, uno de los múltiples terrenos donde esta clase se juega los cuartos –y su posición política, no lo olvidemos–.
...