Ahora también escasea el agua en Venezuela
ANTONIO MARIA DELGADO
ADELGADO@ELNUEVOHERALD.COM
Los venezolanos –que llevan meses aprendiendo a vivir sin aceite de cocina, y a diario pasan horas peregrinando de tienda en tienda en busca de jabón, queso o la también elusiva carne de res– ahora encaran problemas para conseguir agua potable, en medio de una crisis en el suministro que acrecienta el descontento social.
Y es que el agua potable se está convirtiendo en un producto difícil de obtener en el país petrolero, en el marco de la falta de dólares para comprar botellas y un intermitente suministro del líquido por las tuberías que muchas veces no es apto para el consumo.
“El tema del desabastecimiento es terrible, es terrible”, comentó desde Caracas el columnista David Morán.
“La gente se está viendo obligada a ir a los supermercados todos los días a ver que pesca. El aceite está totalmente desaparecido. El queso está carísimo. La carne desaparece por temporadas. Y ahora se suma el problema con el agua”, comentó.
El problema en el suministro se atribuye a la sequía que afecta al país y al descuido gubernamental ante la creciente contaminación de los reservorios donde se almacena el agua que se destina a algunas de las principales ciudades del país.
Morán dijo que el agua de las tuberías no puede ser ingerida directamente, por lo que muchos venezolanos dependen del agua embotellada.
“Lo que sale de las tuberías no es agua potable”, enfatizó.
Pero incluso ese líquido mal tratado ha comenzado a escasear.
La sequía ha obligado al régimen de Nicolás Maduro ha lanzar un plan de racionamiento que limita el acceso al líquido en muchas zonas del país, acrecentando el descontento incluso en sectores donde residen las tradicionales bases populares del chavismo.
Vanesa Rodríguez forma parte de esas bases. La representante del Consejo Comunal Combatiente de Ciudad Zamora II, dijo que la urbanización construida en las afueras de Caracas llevaba una semana sin recibir agua, en declaraciones publicadas por el diario Ultimas Noticias.
“La última vez que les llegó el líquido fue el pasado domingo. De hecho, la han pasado secos, porque tampoco pasan camiones cisterna por la zona”, comentó la dirigente.
Muchos de los habitantes del sector incluso no pueden almacenar el agua cuando llega algún camión cisterna, lo que les obliga a pasar días sin el líquido.
“Hay personas de tan bajos ingresos que no tienen dónde almacenar agua”, comentó.
Olitis Rivero, otra representante comunal, comentó que incluso el líquido que fue suministrado días atrás no era apto para el consumo.
“Ya no sabemos a quién acudir, pues el domingo, cuando teníamos agua, notamos que llegó con mal olor y hasta se observaban algunas larvas marrones; eso no se puede ni hervir porque sabe mal”, comentó.
Los problemas en el suministro del agua brindan nuevas razones para protestar contra el régimen de Maduro, que ya lleva varios meses enfrentando una ola de manifestaciones en su contra emprendidas por el sector estudiantil.
Grupos de manifestantes comenzaron a trancar calles en algunas zonas de Caracas para llamar la atención de la compañía estatal que suministra el líquido, Hidrocapital, en ocasiones acusándole de incumplir con el programa de racionamiento anunciado.
Al menos en una ocasión, esas manifestaciones han sido violentas.
Según el diario oficialista Correo del Orinoco, un grupo de manifestantes violentos quemaron el jueves la sede en Valencia de Cooperativistas de Carabobo, donde hay unas oficinas parroquiales del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) para protestar contra las interrupciones en “el suministro eléctrico y la mala calidad del agua”.
Pero para muchos no hay muchas más opciones que consumir el agua en mal estado que sale por las tuberías dada la escasez de botellones de cinco galones reutilizables en los que se suele recoger el agua filtrada.
“Con el racionamiento y el calor, las personas que usan una jarra para comprar agua, ahora quieren dos”, dijo recientemente Carlos Miliani desde su camión en las afueras del centro de despacho de la embotelladora Alpina.
“Yo sólo les voy a vender un nuevo jarro si regresan una vacía. Tengo 12 jarros rotos que no puedo reemplazar a causa de la escasez de contenedores de plástico”, aseguró.
Según Miliani, los conductores de camiones pasan gran parte del día fuera de los centros de despacho de agua a medida que tratan de satisfacer la demanda.
“Antes tenía que esperar una hora para volver a llenar el camión, pero ahora tengo que esperar seis […] Más camiones hacen cola aquí debido a la escasez de contenedores de plástico y el hecho de que las plantas de agua mineral embotellada han cerrado”, aseguró.
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