Kommunaur escribió:Añado trozos de un debate sobre la
Línea de Reconstitución en otro foro. Mejor no se pueden explicar las contradicciones de esta corriente:
No considero que la contradicción dialéctica del marxismo, sea el revisionismo. Para los leninistas, el revisionismo es la burguesía disfrazada de marxista en una época en que el marxismo ha triunfado sobre la burguesía. Es esta definición y no otra la que elimina el llamar marxista a los revisionistas (¿desde cuando?). Es como llamar biólogos a los creacionistas, los cuales se ponen el mono de biólogos pero en ningún momento parten de principios científicos. Quien niega los principios del marxismo, no es marxista.
Nada está ajeno a la lucha de clases y lo considero correcto. Pero eso no hace que haya que ver esa lucha en la "ideología marxista" sino que es esa "ideología marxista" la negación, la clase contraria a la de la "ideología burguesa". La ideología marxista solo puede estar "hegemonizada" por el marxismo.
Llevo leyendo al respecto de las "vanguardias" desde hace mucho tiempo y lo considero una tergiversación del término marxista de "vanguardia":
El marxismo no usa el término vanguardia en un sentido literal y abstracto (si se quiere). No solo habla de quien está al frente (a la vanguardia) sino que le da un contenido: de lo que se habla es de la vanguardia del proletariado, de una clase en concreto. Es decir, para el marxismo la "vanguardia" no es un lider de luchas espontáneas, que sí que es un tío que mueve gente, reconocido por los obreros, vecinos, estudiantes... que literalmente en esa lucha puede estar a la "vanguardia" pero no tiene nada que ver con el concepto de "vanguardia" que utilizamos los marxistas, es decir, con la dirección comunista de la clase obrera.
Con la vanguardia teórica pasa lo mismo. El marxismo no entiende que la "vanguardia" sea Anguita o Cañamero porque mucha gente quiera votarles. Es una tergiversación del concepto como digo, ya sé que se pretende llamar así a los sectores de izquierdas por los que las masas están "influidos" pero estos no son vanguardia de nada en el término marxista, no son la organización comunista. (Y además dudo de que Pablo Iglesias o Ada Colaú esté ni siquiera al frente, a la "vanguardia", como más vulgarmente podría entenderse, del proletariado). Además tanto el término "vanguardia teórica" y "vanguardia práctica" aunque es una minusvalorización del término vanguardia en la literatura marxista, lo veo, si fuesen términos aceptados, como términos muy relativos e idealistas.
Repito para que no quede dudas: el marxismo cuando habla de vanguardia no se refiere a cualquier adelantado en cualquier aspecto. No. La vanguardia se refiere al Partido Comunista. La vanguardia del proletariado que lo dirige hacia el comunismo.
Por último, la vanguardia del proletariado, la única vanguardia de la que habla el marxismo, no es ni teórica ni práctica por separado: son las dos cosas a la vez. La vanguardia no es nada distinto a la organización de los comunistas. No es un grupo de gente que ha leído mucho marxismo leninismo ni tampoco un grupo de gente que está en las luchas de los obreros. Ni siquiera es la mezcla metafísica de eso. Eso se tiene que expresar en un programa para la realidad concreta, como dije antes.
La teorización del ciclo de octubre la veo demasiado metafísica y simplista. Dentro de ese "ciclo" también hubo periodos de avance y retroceso revolucionario (por ejemplo la década de los años 20 o los años 80). Además las situaciones revolucionarias y esto también viene de lejos en el marxismo, se dan en realidades concretas y relaciones concretas. Habría que ir viendo los países, los avances y retrocesos y cada uno de ellos.
Yo no creo que el derrumbe de la URSS significase un retroceso del marxismo sin precedentes. Yo creo que lo que significó fue lo acertado de aquellos marxistas que ya, tres décadas antes de que eso ocurriera, denunciaron la tendencia de la URSS y se desentendieron de ella.
Por lo tanto ¿qué derrota? ¿a qué país en concreto no estamos refieriendo?. Mientras la clase obera en España sufría una fuerte derrota, la clase obrera en la URSS venció al fascismo. Ya la Internacional Comunista al disolverse dejó de relieve que estos asuntos eran dificil de tratar a nivel mundial.
Lo que hubo fue un triunfo del revisionismo en la URSS, pero ya fue superado por las cientos de organizaciones que rompieron con ese revisionismo y aportaron en el combate contra él. No había nada nuevo, el revisionismo de 1956 ya fue denunciado antes del inicio del "Ciclo de Octubre".
Lo que me expones, es un recetario. Un recetario que te lo sabes bien, pero no es real. Y lo llevo conociendo de hace tiempo.Este armatoste se asienta en una frase: "El Partido es la fusión de la vanguardia con las masas".
Yo creo que esa frase está errada, es de Lenin y me gustaría que se expusiera el texto en particular de Lenin. Sin embargo, siguiendo el leninismo, la fusión de la vanguardia con las masas, no es el Partido Comunista: es la revolución.
Como tú bien has dicho el marxismo no cae del cielo. Quien se funde con las masas es el marxismo, pero el marxismo no cae del cielo, sino que está organizado, como Partido, como Vanguardia. Que no existen individuos que saben de marxismo y que se tienen que ligar a otros, eso no funciona así. Lo que enseña el marxismo es que tú no eres vanguardia si "sabes de marxismo" sino si desarrollas una linea revolucionaria concreta para una realidad concreta y cuando me refiero a desarrollar hablo en el sentido práctico y en el sentido teórico, por supuesto (¿cómo entender ambos por separados?).
Lo que dices de ir a los elementos avanzados de las masas, me parece correcto. Pero ahí debe ir ya la organización comunista.
El tema NO está en que una organización de "vanguardia teórica" vaya al resto de la "vanguardia teórica" dispersa y a los elementos avanzados de las masas que conforman la "vanguardia práctica" (ya dije antes que la concepción de vanguardia del marxismo no tiene nada que ver con esta, pero bueno) a crear el Partido.
La organización comunista elabora un programa y lo lleva a las masas. En la teoría y en la práctica. Que haya ciertos elementos avanzados que deben ser los principales en conocer el programa e incluso unirse a la vanguardia, totalmente de acuerdo. Pero esos elementos avanzados, como expuse antes, no son vanguardia (proletaria) de nada. El concepto vanguardia práctica es un concepto sacado de la manga que disocia la teoría con la práctica y reduce el término marxista de vanguardia a un mero "estar al frente, estar delante o guiar". La vanguardia para el marxismo, es proletaria: es el Partido.
Como se calientan la cabeza algunos para no hacer lo que hay que hacer: la elaboración de un proyecto avanzado que se funda con las masas, con fuerza real, con analísis ciéntificos adecuados al momento sin sectarismos, dogmatismos, postureo ni palabrería ultrateoricista para seducir a jóvenes iluminados.
Un saludo
Kommunaur escribió:Perdonad compañeros Evta y Defensiva Estratégica pero me gustaría, si no es molestia, una respuesta argumentada de mi anterior mensaje sobre las contradicciones de la Línea de reconstitución. Ansío saber vuestra opinión que seguro enriquecerá el debate sobre la corriente.
Hola,
Kommunaur. Disculpa, lo cierto es que al responder a
federicomunero olvidé dar respuesta, también, a tu mensaje. En el propio hilo que enlazas, el camarada cuyo nick es
mestizo ya refuta la mayor parte de los argumentos contra la Línea de Reconstitución. Suscribo lo que él va argumentando. No obstante, dado que los extractos que traes a colación han quedado sin responder en dicho hilo, procuraré refutarlos, ahora, aquí.
Marxismo y revisionismoEn los dos primeros párrafos, este camarada intenta demostrar que el revisionismo no es inherente al marxismo, sino «la burguesía disfrazada de marxista». Por tanto es, para él, «la ideología marxista» la negación (de la ideología burguesa) y carece de contradicciones internas. Termina diciendo, en coherencia con su planteamiento, que «la ideología marxista sólo puede estar hegemonizada por el marxismo.» Veamos todo esto un poco más de cerca.
Para empezar, tenemos que entender qué es el marxismo. Éste es la cosmovisión del proletariado revolucionario, su ideología (a condición, claro está, de que prevalezca en él su polo revolucionario). En un sentido histórico-general es cierto, como dice el camarada, que el marxismo niega la ideología burguesa. Pero la dialéctica materialista enseña que
el principio de la contradicción es omnipresente. También rige, claro está, en el mundo de las ideas (de la conciencia), ya que éstas no dejan de ser un atributo de la materia (pues la materia es, a su vez, la unidad dialéctica materia/conciencia). Por tanto, decir que el marxismo no tiene contradicciones internas implica falsear la dialéctica: se reconoce la contradicción como proyección de un antagonismo externo (burguesía/proletariado, por ejemplo), pero no como
motor interno de desarrollo. A este respecto, ya apuntaron de forma elocuente los clásicos (se me vienen a la mente textos de Lenin y Mao, por ejemplo) que el contenido revolucionario del marxismo sólo se puede desarrollar en la lucha contra el revisionismo. Por eso, como digo, es precisamente esta lucha el motor de desarrollo (que sólo puede ser, insisto, interno —y no externo—) del marxismo. Entonces, ¿cuál es la naturaleza y el sentido del revisionismo? Éste es y representa todo lo que hay de caduco, unilateral, falso o inexacto en el marxismo o en su aplicación. Es el polo reaccionario del marxismo, los «desechos» que va dejando por el camino al desarrollarse. Y, claro está, al estar el mundo dividido en un antagonismo clasista irreconciliable, el revisionismo sirve a los intereses de la burguesía. Pero es importante verlo así y no al revés: el revisionismo no es, en principio, «la burguesía disfrazada de marxista» (esto es una tesis de corte
conspirativista, muy relacionada con esa justificación simplista del fracaso de las revoluciones que explica la derrota por la "traición" o por la "infiltración" de elementos individuales, en vez de dar una explicación desde el materialismo histórico, es decir, desde la lucha de clases), sino, más bien, aquello del marxismo que la burguesía puede usar en su favor. Y esto enlaza perfectamente con otra tesis fundamental del materialismo dialéctico:
los factores externos actúan a través de los internos (Mao dixit). Es decir, las limitaciones, unilateralidades, formulaciones caducas y demás elementos
viejos del marxismo son los factores internos a través de los cuales actúa la burguesía de forma más o menos directa, más o menos velada.
Por otro lado, es falsa por metafísica (a parte de tautológica en su formulación) la tesis según la cual «la ideología marxista sólo puede estar hegemonizada por el marxismo». Habiendo demostrado ya que el marxismo es una unidad dialéctica (marxismo revolucionario/revisionismo), esto se hace evidente por sí mismo: el
aspecto principal de dicha contradicción puede ser uno u otro (identidad de los contrarios), en función de las condiciones concretas. Precisamente por esto, se antoja fundamental en nuestro contexto el continuo desarrollo de la lucha de dos líneas: tenemos que convertir al polo revolucionario de nuestra ideología en el aspecto principal de la misma, ya que, en este momento, tal lugar lo ocupa el revisionismo. Sólo así (y aplicando el marxismo al propio marxismo, es decir,
a través del Balance de nuestro propio pasado) podremos desarrollar la teoría revolucionaria y ponerla a la altura de las circunstancias históricas.
Vanguardia teórica y vanguardia práctica. Vanguardia y masas. Partido ComunistaDespués, en torno al problema de la vanguardia, el camarada comete una terrible mixtificación de conceptos. Efectivamente, los marxistas estudiamos a la
vanguardia del proletariado y no a una hipotética vanguardia
en general. Ahora bien, esto requiere de un mayor desarrollo. ¿Qué es la vanguardia? Uno de los aspectos contradictorios que constituyen el proletariado. ¿Qué parte? Su conciencia. Esto es así por una razón muy sencilla: el proletariado es una unidad dialéctica de
ser social (masas) y
conciencia social (vanguardia). Para el camarada, por el contrario, la vanguardia sólo puede ser «la dirección comunista de la clase obrera». ¿Tiene esto algún sentido? Cuando la clase obrera no tiene una
dirección comunista (como, por ejemplo, ¡ahora mismo!), ¿significa que carece de vanguardia, es decir, que carece de conciencia social? ¿Es posible que exista un ser social (masas) sin su correlato en el plano de la conciencia (vanguardia)? Como se intuirá, todas estas preguntas tienen una respuesta negativa. Por supuesto, el esquematismo que sostiene el camarada es bastante cómodo, pero inoperante por irreal. Aquí, también la vanguardia tiene sus contradicciones internas, lo que explica que el proletariado pueda no ser revolucionario sin que ello implique la
evaporación de su vanguardia. Como vemos, efectivamente, el principio de la contradicción es absoluto: rige por doquier, es omnipresente. Entonces, ¿cuáles son las contradicciones internas de la vanguardia? Ésta se divide en
vanguardia teórica (VT) y
vanguardia práctica (VP). La primera es la conformada por aquellos elementos que se hacen preguntas sobre la superación del capitalismo y que ofrecen soluciones teóricas a esos problemas, sean éstas o no respuestas consecuentemente revolucionarias. La vanguardia práctica es, por el contrario, la parte de la vanguardia que hace de correa de transmisión entre esas respuestas teóricas y las masas: son los intérpretes de las masas, sus líderes inmediatos naturales, sus elementos más avanzados en cuanto la conciencia se refiere. Obviamente, los reconstitucionistas no somos tan metafísicos como los análisis de este camarada: sabemos que la VT no es un ente
puro, sino que en buena medida está integrado (en plataformas, organizaciones, asambleas, etc.) junto a la VP. En muchos casos, incluso, los mismos individuos pueden ser, al mismo tiempo, vanguardia teórica y vanguardia práctica. Es lo formidable de la dialéctica: los elementos contradictorios se interpenetran, se entrelazan, interaccionan, se transforman mutuamente, etc. Por el contrario, el camarada opta por una solución fácil, doctrinal: asume como vanguardia sólo aquello que subjetivamente quiere reconocer como tal; sustituye la realidad por sus deseos (¡yo también querría que la vanguardia pudiera ser exclusivamente comunista, sería todo muy sencillo!), obvia las contradicciones objetivas de la materia (en este caso, del proletariado) y pone en su lugar un esquematismo autocomplaciente. En otras palabras, hace suya aquella consigna que rezaba algo así como que
si la realidad no se corresponde con la teoría (con
la de este camarada, pues el marxismo sí puede analizar, como intento demostrar, el complejo entramado de contradicciones),
peor para la realidad. ¿Seguro, entonces, que somos nosotros los teoricistas? Invito a los camaradas a reflexionar sobre esto.
Por tanto, si la vanguardia es la
conciencia social del proletariado, los Cañamero, los Anguita, las Ada Colau, etc., sí pueden ser, efectivamente, la vanguardia del proletariado. En concreto, su vanguardia
reaccionaria. Ocuparán ese lugar en tanto en cuanto sean capaces de hacer que nuestra clase interiorice sus respuestas teóricas (VT) a los problemas del capitalismo y, también, en la medida en que arrastren tras de sí, políticamente hablando (y a través de una serie de intermediarios: VP), a ciertos sectores de la clase. Que no nos engañe aquí cierta unilateralidad bastante común, propia del materialismo vulgar: que estas personas no sean de extracción socioeconómica proletaria no quiere decir que no puedan representar su conciencia social; Marx, Engels, Lenin o Mao (por poner sólo algunos ilustres ejemplos) tampoco eran, socioeconómicamente hablando, proletarios. Pero nadie discutirá que fueron excepcionales elementos de vanguardia (capaces de liderar a la clase) y, estos sí, realmente revolucionarios. Sobra decir, para prevenir futuras correcciones, que esa vanguardia
reaccionaria que el proletariado tiene actualmente (esas Colau, esos Anguita, etc.) es la avanzadilla, al mismo tiempo, de otras clases o fracciones (aristocracia obrera, pequeña burguesía, etc.) Pero esto no es una contradicción (o sí, pero una contradicción aprehensible por la dialéctica materialista): está en perfecta coherencia con la tesis marxista-leninista según la cual toda idea es o bien burguesa, o bien socialista (proletaria). Por tanto, en la medida en que el comunismo no se convierta en la vanguardia del proletariado (reconstitución ideológico-política), su vanguardia (y, por tanto, su conciencia) sólo podrá ser burguesa.
Para acabar con el problema de la vanguardia, nuestro camarada nos dice que «la única vanguardia de la que habla el marxismo, no es ni teórica ni práctica por separado, sino las dos cosas a la vez». Efectivamente, esto es así en lo que se refiere a la vanguardia comunista,
como parte constitutiva del Partido. Pero, como he procurado demostrar, a día de hoy no tenemos una vanguardia comunista que esté ligada al resto de la clase. Precisamente esto, crear una vanguardia revolucionaria (teórico-práctica), es el objetivo que llena de contenido la
Reconstitución del Partido Comunista. Lamentablemente, el camarada vacía absolutamente esta tarea de contenido al decir que «la vanguardia no es nada distinto de la organización de los comunistas». Es decir, postula (luego lo dice explícitamente, ya lo veremos) que el Partido de Nuevo Tipo es sólo la vanguardia comunista organizada. Pongámonos, por un momento, en este supuesto. Todos (o una buena parte de) los comunistas llegan a un acuerdo y elaboran «un programa para la realidad concreta», como nuestro camarada propone. Nace así lo que para él sería el verdadero Partido Comunista en el Estado español. ¿En qué situación estaría este recién nacido Partido respecto al movimiento obrero? Dado que nace del acuerdo endogámico y programático de la vanguardia comunista ensimismada, carecerá de vínculos reales con las masas. Éstas, a su vez, seguirán bajo la total influencia de esa vanguardia reaccionaria que tienen hoy, pues las condiciones generales de su conciencia no habrán cambiado. Las Colau, los Iglesias, los Anguita (quizá incluso todos ellos más o menos coaligados, aliados de una u otra manera, como parece posible en un futuro relativamente cercano) seguirán a la cabeza de vastos sectores de la clase. ¿Cómo actuará aquí ese "Partido Comunista"? Tendrá que enfrentarse al movimiento obrero como ente
externo al resto de la clase, en pugna con el resto de opciones políticas que ante aquél se desplieguen. Es decir, tendrá que hacer política burguesa: ofrecerá un programa que resulte
atractivo a un proletariado aún sumergido totalmente en su
conciencia en sí (reaccionaria), por lo que en vez de un programa revolucionario será uno reformista, que intente satisfacer los anhelos inmediatos de las masas en clave tradeunionista. Casualmente (en realidad no), este modelo de
construcción partidaria es el que ha sido seguido por la mayor parte de los comunistas durante las últimas décadas. Así nacen, a grandes rasgos, partidos revisionistas como el PCE(r) o el PCPE (por poner sólo dos ejemplos). Uno termina degenerando en el terrorismo al no tener esos necesarios vínculos con las masas, al no saber ligar las necesidades de éstas con las de la revolución. Los otros son incapaces de salir de la lógica sindicalista y parlamentarista, exactamente por las mismas razones. Y es que Lenin ya demostró a principios del s.XX que las bases de ambas desviaciones (terrorismo y economicismo) tenían un sustrato común: el culto a la espontaneidad.
Como adelantaba, el camarada ve el Partido como la organización política de la vanguardia. Incluso reniega explícitamente de la tesis leninista que postula que «el Partido es la fusión de la vanguardia con las masas». Pide, a su vez, que se cite la fuente. Lenin desarrolla esta idea en varios lugares; si no recuerdo mal, por ejemplo, en el
¿Qué hacer?. También en
La enfermedad infantil... . Veamos qué dice ahí:
«Cuando empezó a desarrollarse la forma superior de unión de clase de los proletarios, el partido revolucionario del proletariado (
que no merecerá este nombre mientras no sepa ligar a los líderes con la clase y las masas en un todo único, indisoluble), los sindicatos empezaron a manifestar fatalmente ciertos rasgos reaccionarios, cierta estrechez corporativa, cierta tendencia al apoliticismo, cierto espíritu rutinario, etc.»
La cita habla por sí sola. Para los escépticos, recomiendo también la lectura de su
Carta a Smidovich (fechada en el 2 de Agosto de 1902), que era una explicación adicional ante ciertos malentendidos sobre el
¿Qué hacer? — carta disponible en inglés en internet y citada parcialmente en castellano en el texto
Una vez más sobre la camarilla derechista, del PCR. Ahí Lenin explica su concepción del Partido proletario de Nuevo Tipo como
sistema de organizaciones,
desde el núcleo clandestino de revolucionarios profesionales hasta las organizaciones abiertas de masas sin militantes, pasando por todos los eslabones intermedios que vinculan objetivamente ambos extremos. Y, mientras este camarada nos dice que la vanguardia práctica (recordemos, intérpretes e intermediarios de las masas) es un concepto
sacado de la manga, Lenin dice literalmente en la carta aludida ¡«
que toda la esencia (de dicho sistema de organizaciones que es el Partido)
está en esos intermediarios»! Como vemos, esto tiene poco que ver con esa visión organicista de la que hace gala nuestro camarada (a coro con todas las organizaciones revisionistas), que reduce el partido, de forma arbitraria y totalmente unilateral, a uno solo de sus polos constitutivos.
Sobre los Ciclos revolucionariosEl último tema que se aborda es el del Ciclo revolucionario. Nos dice que ve la tesis del Ciclo revolucionario como «demasiado metafísica y simplista», y que «dentro de ese "ciclo" también hubo periodos de avance y retroceso». En cuanto a lo segundo, no creo que encuentre un solo reconstitucionista que niegue la existencia de períodos de flujo y reflujo dentro del Ciclo revolucionario de Octubre. Efectivamente, hitos como la revolución bolchevique o la Gran Revolución Cultural Proletaria marcan puntos de ascenso revolucionario, mientras otros (como las sucesivas intentonas insurreccionales fracasadas de los años 20) suponen lo diametralmente opuesto. Por otro lado, dice que no cree que la disolución de la URSS marque un antes y un después. El problema es, precisamente, que el fin del Ciclo de Octubre no viene determinado, al menos exclusivamente, por ese acontecimiento. Es más, el fin del Ciclo se suele señalar en la caída del muro de Berlín (hecho que acontece dos años antes del derrumbe de la URSS). Y, además, se toma esa fecha como simple referencia, como sanción cuasi estético-visual o simbólica de un problema mucho más profundo. Y ese problema es, en esencia, que
toda la obra revolucionaria erigida a lo largo del s.XX se estanca, retrocede y termina siendo liquidada, desapareciendo. La URSS cae, sí, pero también todas las democracias populares de Europa del Este, la China revolucionaria y el resto de países orientales que habían hecho su revolución. No queda ni un sólo país en pie en el que el proletariado sea la clase dominante; ni una sola dictadura proletaria o democracia popular.
Nada. Y, por supuesto, esto tiene causas y consecuencias de fondo, que son las que realmente llenan de sentido la tesis del Ciclo de Octubre. En resumidas cuentas,
el marxismo deja poco a poco de ser una referencia ideológica de masas; la revolución no vuelve a ser un horizonte tangible para el proletariado internacional.
Esto es lo que marca realmente un antes y un después:
el marxismo deja de ser, mundialmente, esa teoría de vanguardia de la que habla Lenin: no existe una práctica social global que tenga el Comunismo como objetivo consciente. Sólo quedan algunos rescoldos (India, Filipinas, Nepal —y, por cierto, la Guerra Popular que se daba en el tercer país nombrado ya fue liquidada... ¡por la propia dirección del Partido!—), pero nada que ver con lo que el comunismo fue durante el grueso del s.XX en el interior del Primer Ciclo.
Por otro lado, el desarrollo cíclico (en espiral) de la materia no debería sorprender a ningún marxista. El materialismo dialéctico ha demostrado que esa es la forma en que la materia se desenvuelve. ¿Por qué iba a ser diferente el desarrollo de la Revolución Proletaria Mundial? Citaré a Lenin en su
Carlos Marx:
«En nuestro tiempo, la idea del desarrollo, de la evolución, ha penetrado casi en su integridad en la conciencia social, pero no a través de la filosofía de Hegel, sino por otros caminos. Sin embargo, esta idea, tal como la formularon Marx y Engels, apoyándose en Hegel, es mucho más completa, mucho más rica en contenido que la teoría de la evolución al uso.
Es un desarrollo que, al parecer, repite etapas ya recorridas, pero de otro modo, sobre una base más alta ("negación de la negación"), un desarrollo, por decirlo así, en espiral y no en línea recta; un desarrollo que se opera en forma de saltos, a través de cataclismos y revoluciones, que significan "interrupciones de la gradualidad"; un desarrollo que es trasformación de la cantidad en calidad, impulsos internos de desarrollo originados por la contradicción, por el choque de las diversas fuerzas y tendencias, que actúan sobre determinado cuerpo, o dentro de los límites de un fenómeno dado o en el seno de una sociedad dada; interdependencia íntima e indisoluble concatenación de todos los aspectos de cada fenómeno (con la particularidad de que la historia pone constantemente al descubierto nuevos aspectos), concatenación que ofrece un proceso de movimiento único, universal y sujeto a leyes; tales son algunos rasgos de la dialéctica, teoría mucho más empapada de contenido que la (habitual) doctrina de la evolución.»
Extrapólense estas palabras del ruso al problema de la revolución, y se entenderá perfectamente la esencia de la tesis del Ciclo revolucionario. Marx, en su 18 Brumario, había llegado ya décadas antes a la misma conclusión:
«Las revoluciones burguesas, como la del siglo XVIII, avanzan arrolladoramente de éxito en éxito, sus efectos dramáticos se atropellan, los hombres y las cosas parecen iluminados por fuegos de artificio, el éxtasis es el espíritu de cada día; pero estas revoluciones son de corta vida, llegan en seguida a su apogeo y una larga depresión se apodera de la sociedad, antes de haber aprendido a asimilarse serenamente los resultados de su período impetuoso y agresivo. En cambio,
las revoluciones proletarias como las del siglo XIX,
se critican constantemente a sí mismas, se interrumpen continuamente en su propia marcha, vuelven sobre lo que parecía terminado, para comenzarlo de nuevo, se burlan concienzuda y cruelmente de las indecisiones, de los lados flojos y de la mezquindad de sus primeros intentos, parece que sólo derriban a su adversario para que éste saque de la tierra nuevas fuerzas y vuelva a levantarse más gigantesco frente a ellas, retroceden constantemente aterradas ante la vaga enormidad de sus propios fines, hasta que se crea una situación que no permite volverse atrás y las circunstancias mismas gritan:
Hic Rhodus, hic salta!
¡Aquí está la rosa, baila aquí!»
Pido perdón por las extensas citas, pero a veces parece que sin
argumentos de autoridad es imposible hacerse entender. Podría traer a colación más citas, por ejemplo de Mao en su
Sobre la práctica, que demostrarían lo acertado de nuestros planteamientos sobre el desarrollo cíclico de la Revolución Proletaria Mundial; pero creo que se ha podido captar ya la esencia de la cuestión. En definitiva, de lo que se trata ahora es de aprender del pasado de nuestra clase y de su experiencia revolucionaria; de
sintetizar teóricamente la práctica social pretérita para empezar el nuevo Ciclo revolucionario en un estadio cualitatitativamente superior; de colocar al marxismo a la altura de las necesidades del nuevo Ciclo y, en definitiva, de resituar al marxismo en esa posición de
teoría de vanguardia que ocupó durante las décadas más gloriosas de nuestra clase.
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Si no recuerdo mal (y creéme que no lo hago), camarada
Kommunaur, la última vez que nos cruzamos en un debate optaste por métodos bastante pueriles. Hiciste acusaciones que no demostraste y evitaste responder argumentalmente a las cuestiones que el debate puso sobre la mesa. En esta ocasión me reclamabas, con toda la razón del mundo (al César lo que es del César), que contestara a "tu" mensaje (y entrecomillo el posesivo porque ni siquiera es tuyo, sino que te has limitado a volcarlo aquí trayéndolo desde otro foro, cosa totalmente legítima y que, de hecho, te agradezco), pues aportaba nuevos elementos para el debate. Así lo he hecho. Espero que, ahora, contribuyas tú al debate planteado refutando mi argumentación, en el probable caso de que estés en desacuerdo conmigo.