Trabajador1936 escribió:Con ello me refiero al fascismo y a quienes siguen. Pues ellos se quejan de que no se les tolera, de que son satanizados (Que gracioso) y de que no les gusta que sus opiniones (Llenas de odio) no sean censuradas, como se ha quejado el colectivo "Alt-right" (Derecha alternativa), de debido a que twitter decidió dar de baja todas las cuentas asociadas a este movimiento (Nacido en el foco de infección que es 4chan).
Por mi parte pienso que los fachos (Fascistas) son muy incongruentes y pienso que no les debe nada de respeto (con esto no digo que se les deba insultar ni acosar).
Podemos tolerar a los fascistas, pero no respetar sus ideas. Podemos respetar personas pero combatir sus ideas.
Las ideas no delinquen, lo que se haga en nombre de esas ideas, puede que sí. La libertad de expresión de las opiniones, ideas y creencias es la base de una sociedad abierta y no creo que debamos negarle a priori a nadie el derecho a decir lo que cree, por repugnante que nos parezca. Yo soy partidario de que los fascistas y los ultraderechistas en general puedan expresarse libremente (aunque con limites) en público y en sus medios de comunicación. Pero si estos grupos entrañasen un peligro para la seguridad nacional o pretenden pasar a la acción y, en consecuencia, violar los derechos básicos de los individuos en nombre de sus concepciones ideológicas, entonces es preciso actuar legalmente contra ellos (clausurarles sus medios de expresión, ilegalizar sus organizaciones y partidos políticos, difundir falsedades en los medios contra ellos, etc).
Los grupos extremistas políticos o religiosos son un buen caso para que una sociedad delimite la libertad de expresión. No sólo porque como dijo Rosa Luxemburgo, "
la libertad es siempre y exclusivamente libertad para el que piensa de manera diferente", sino porque es mejor tener a esos grupos extremistas a la luz y al aire. Las ideologías del odio florecen al calor de la clandestinidad, y más cuando esos colectivos se pueden fingir víctimas o perseguidos (lo prohibido siempre resulta más atractivo). Pero cuando pueden soltar sus barbaridades abierta y públicamente, resultan mucho menos atractivos. La exposición pública es mucho más eficaz para que la gente debata, se cuestione y dude de las ideas más delirantes de los grupos extremistas. Eso es fácil de comprobar en la práctica; las ideas más extremistas de algunos grupos (de ultraderecha, nacionalistas, animalistas, supremacistas, yihadistas, etc.) no suelen expresarse públicamente aunque legalmente tengan derecho a hacerlo (p. ej., muchos neonazis se han negado a aparecer en programas y debates televisivos para expresar sus ideas, aún a pesar de que han sido invitados a asistir a ellos por parte de los directivos de las grandes cadenas). No ejercen su derecho a expresarse libremente, precisamente para eludir el escarnio público y el cuestionamiento abierto.
Un ejemplo maestro de esto lo tenemos en EE.UU. Allí los grupos neonazis, por ejemplo, pueden expresarse libremente, tienen sus propias cadenas de radio e incluso pueden convocar una manifestación en plena vía pública, con sus uniformes militares y sus cruces gamadas, pero por contra, su sola presencia genera mucho más repulsión en la opinión pública. Por esos lares la prohibición o la censura contra las ideologías de odio no es necesaria, porque el conjunto de la población está mucho más permeada contra ellas, pues la propaganda contra esas ideas es mucho más efectiva que la censura o la prohibición directa.