La revolución no será retuiteada
escrito por Teodoro Santana Hernández
publicado en junio de 2014 en su blog – tomado de Aporrea.org
Si lo único que se pretende es ganar elecciones, de lo que se trata es de arrejuntar todo lo arrejuntable, de sumar a todo el que se pueda, de no poner cortapisas a que entre y vote todo el mundo. Se ponen en pie así "partidos de masas", esto es, grandes maquinarias electorales.
Estos "partidos de masas" deben estar muy atentos a lo que se entiende por "opinión pública", es decir, al estado de ánimo de la mayor parte del electorado en cada momento, por muy condicionada que esté por la "opinión publicada", esto es, por los medios de comunicación capitalistas. Por eso están muy pendientes de las encuestas, a las que dedican cuantiosos recursos sean estas clásicas o a través de internet.
Para los "partidos de masas", pretendan servir al pueblo o a la oligarquía que les financia sus campañas, no hay objetivos estratégicos, sólo tácticos. La "democracia" en ellos consiste en la capacidad de una reducida cúpula para arrastrar tras de sí el apoyo de amplios sectores, reduciendo la política a mera superficialidad ("que guapo es", "qué bien habla", etc.).
En el conjunto del Estado español PP, PSOE, Izquierda Unida, Podemos y otros, son "partidos de masas" -unos con más éxito que otros-. Por muy variados que sean sus planteamientos y por más o menos "abierta" que sea su organización, su objetivo es ganar votos, crecer electoralmente y, hasta donde sea posible, ganar "gobernabilidad".
En cambio, un partido revolucionario, esto es, un partido que pretenda tomar el poder todo el poder para ponerlo en manos de las trabajadoras y los trabajadores de una clase social y no de un batiburrillo amorfo de "ciudadanos" no puede permitirse semejante funcionamiento.
Como es consciente de las batallas que habrá de librar, debe organizarse de la forma más operativa posible. No todo el mundo está en condiciones de militar en tal partido. Por eso debe realizar una rigurosa selección de sus miembros.
Y dado que tiene que armarse de una poderosa teoría revolucionaria, de un plan estratégico general, de un gran conocimiento del movimiento práctico, necesita estructurarse de forma que sea posible el más amplio y, a la vez, el más profundo debate.
Ser, en definitiva, un intelectual colectivo. Y ello no se consigue en asambleas multitudinarias con características de mitin, sino en reuniones de no más de ocho o diez personas, con métodos que permitan el debate en profundidad, con formación y estudio. Combinando la más amplia democracia con una disciplina de combate.
¿Quiere esto decir que se desprecie a las masas? Todo lo contrario. Los miembros de un partido revolucionario deben moverse entre ellas como pez en el agua, o de lo contrario se convierten en un grupúsculo sectario sin porvenir.
Pero no confunden el partido con las masas. No confunden la democracia más extensa y plural posible de los movimientos de masas con "primarias abiertas" en las que quienes no son militantes del partido, ni comparten sus objetivos, deciden por éste su estrategia y sus equipos.
Los partidos de masas pretenden representar a todo el pueblo. Por eso son reacios a los frentes de masas, a las organizaciones unitarias, a la democracia popular. Como ellos son o pretenden ser "la ciudadanía", ¿cómo van a aliarse con nadie más, y menos antes de unas elecciones? Salvo que a la fuerza ahorquen, claro.
Para las batallas venideras, en las que la oligarquía capitalista estrechará más y más la soga en torno a nuestro cuello mientras aumenta la represión, no necesitamos un partido chachipiruli, sino un estado mayor que nos conduzca a la victoria.
La revolución no será retuiteada. O sea.
escrito por Teodoro Santana Hernández
publicado en junio de 2014 en su blog – tomado de Aporrea.org
Si lo único que se pretende es ganar elecciones, de lo que se trata es de arrejuntar todo lo arrejuntable, de sumar a todo el que se pueda, de no poner cortapisas a que entre y vote todo el mundo. Se ponen en pie así "partidos de masas", esto es, grandes maquinarias electorales.
Estos "partidos de masas" deben estar muy atentos a lo que se entiende por "opinión pública", es decir, al estado de ánimo de la mayor parte del electorado en cada momento, por muy condicionada que esté por la "opinión publicada", esto es, por los medios de comunicación capitalistas. Por eso están muy pendientes de las encuestas, a las que dedican cuantiosos recursos sean estas clásicas o a través de internet.
Para los "partidos de masas", pretendan servir al pueblo o a la oligarquía que les financia sus campañas, no hay objetivos estratégicos, sólo tácticos. La "democracia" en ellos consiste en la capacidad de una reducida cúpula para arrastrar tras de sí el apoyo de amplios sectores, reduciendo la política a mera superficialidad ("que guapo es", "qué bien habla", etc.).
En el conjunto del Estado español PP, PSOE, Izquierda Unida, Podemos y otros, son "partidos de masas" -unos con más éxito que otros-. Por muy variados que sean sus planteamientos y por más o menos "abierta" que sea su organización, su objetivo es ganar votos, crecer electoralmente y, hasta donde sea posible, ganar "gobernabilidad".
En cambio, un partido revolucionario, esto es, un partido que pretenda tomar el poder todo el poder para ponerlo en manos de las trabajadoras y los trabajadores de una clase social y no de un batiburrillo amorfo de "ciudadanos" no puede permitirse semejante funcionamiento.
Como es consciente de las batallas que habrá de librar, debe organizarse de la forma más operativa posible. No todo el mundo está en condiciones de militar en tal partido. Por eso debe realizar una rigurosa selección de sus miembros.
Y dado que tiene que armarse de una poderosa teoría revolucionaria, de un plan estratégico general, de un gran conocimiento del movimiento práctico, necesita estructurarse de forma que sea posible el más amplio y, a la vez, el más profundo debate.
Ser, en definitiva, un intelectual colectivo. Y ello no se consigue en asambleas multitudinarias con características de mitin, sino en reuniones de no más de ocho o diez personas, con métodos que permitan el debate en profundidad, con formación y estudio. Combinando la más amplia democracia con una disciplina de combate.
¿Quiere esto decir que se desprecie a las masas? Todo lo contrario. Los miembros de un partido revolucionario deben moverse entre ellas como pez en el agua, o de lo contrario se convierten en un grupúsculo sectario sin porvenir.
Pero no confunden el partido con las masas. No confunden la democracia más extensa y plural posible de los movimientos de masas con "primarias abiertas" en las que quienes no son militantes del partido, ni comparten sus objetivos, deciden por éste su estrategia y sus equipos.
Los partidos de masas pretenden representar a todo el pueblo. Por eso son reacios a los frentes de masas, a las organizaciones unitarias, a la democracia popular. Como ellos son o pretenden ser "la ciudadanía", ¿cómo van a aliarse con nadie más, y menos antes de unas elecciones? Salvo que a la fuerza ahorquen, claro.
Para las batallas venideras, en las que la oligarquía capitalista estrechará más y más la soga en torno a nuestro cuello mientras aumenta la represión, no necesitamos un partido chachipiruli, sino un estado mayor que nos conduzca a la victoria.
La revolución no será retuiteada. O sea.