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    La insurrecion de Kwangju

    Gorky
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    La insurrecion de Kwangju Empty La insurrecion de Kwangju

    Mensaje por Gorky Sáb Mayo 08, 2010 1:41 am

    El deseo de los sublevados debe realizarse

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    Hace 30 años, en la ciudad Kwangju del Sur de Corea tuvo
    lugar la sublevación de masas para la independencia, la democracia y la
    reunificación.

    El pueblo surcoreano luchó en demanda de la nueva
    política y nueva vida al terminar en octubre de 1979 el poder militar
    fascista de “renovación”, que gobernó el Sur de Corea durante 18 años al
    amparo de EE.UU.

    A instigación de EE.UU. que quería mantener el sistema
    de dominación colonial, la pandilla militar surcoreana acometió el 12 de
    diciembre de 1979 el golpe de Estado para la purgación del ejército y
    en mayo de 1980 fraguó el “comité de medidas urgentes para la defensa
    del Estado” de carácter militar fascista. Y el 18 del mismo mes proclamó
    en todo el país la “ley marcial de emergencia” y prohibió las
    actividades de los partidos políticos, organizaciones sociales y órganos
    de prensa.

    Los jóvenes estudiantes y otros ciudadanos de Kwangju
    efectuaron la manifestación pacífica en demanda de la revocación de la
    “ley marcial de emergencia”, la realización de las reformas democráticas
    y el establecimiento del gobierno democrático.

    Los manifestantes, enojados ante la bárbara represión,
    pasaron a la sublevación.

    Más de 300 mil insurrectos atacaron las sedes de
    administración provincial y municipal, organismos de gobernación y
    estaciones de policía entre otros y tomaron miles de armas del arsenal y
    armamentos del “ejército marcial”.

    Toda la ciudad se puso bajo el control de los rebeldes.

    Las llamas de resistencia se propagaron a varias
    regiones, se organizaron el “comité de ciudadanos” y el “ejército civil”
    y diariamente se llevaron a cabo mítines de gran dimensión contra la
    dictadura fascista de “renovación”

    La pandilla militar al amparo de EE.UU. movilizó en la
    represión decenas de miles de efectivos del ejército regular con
    tanques, carros blindados y helicópteros.

    A los soldados de tropas especiales aerotransportadas
    que tomaron alucinógenos les ordenó “matar sin miramiento alguno”
    diciendo que “es permisible asesinar hasta el 70 % de los ciudadanos de
    Kwangju”. Azuzados por Estados Unidos y sus títeres surcoreanos, los
    soldados del “ejército marcial” asesinaron a los ciudadanos que salieron
    a las calles, sin distinguir hombres, mujeres, viejos y niños, a tiros,
    bayonetazo, atropello, quema y ahorcamiento. Su salvajismo llegó a tal
    punto que abrieron con sable el vientre de mujer encinta en la
    encrucijada, tiraron el feto al suelo y lo pisotearon con botas,
    arrancaron de cuajo la barba de un viejo que les protestó y lo
    asesinaron en el alcantarillado, desnudaron a jóvenes estudiantes y las
    acribillaron a puñaladas y las colgaron al revés en la barra de
    surtidores. Mataron con culatazos hasta a los niños que andaban en busca
    de los padres desaparecidos y los que lloraban delante del cadáver de
    su madre en la ribera del río Kwangju, culpándolos por ser “crías de los
    insurrectos”.

    Las calles de la ciudad se llenaron de cadáveres y por
    el río Kwangju corría la sangre de los rebeldes.

    En algunos días más de cinco mil habitantes perdieron la
    vida y decenas de miles quedaron heridos. Al pie de la letra, Kwangju
    se convirtió en enorme “baño de sangre” y “ciudad de muerte” y no
    cesaron llantos de las mujeres que llamaban a sus hijos y maridos
    muertos, y sollozos de niños que quedaron sin padres. La resistencia
    popular de Kwangju manifestó la firme voluntad del pueblo surcoreano de
    poner fin a la bárbara dominación militar y su aspiración a la nueva
    política independiente y nueva vida.

    Ha pasado mucho tiempo desde entonces.

    Hoy muchas personas visitan incesantemente el cementerio
    del barrio Mangwol donde fueron sepultados los caídos en la
    resistencia. Su anhelo de la independencia, la democracia y la
    reunificación, al que consagraron la sangre y la vida, no se ha
    realizado aún debido a la dominación e intervención de las fuerzas
    extranjeras y la política antipopular y traidora de las autoridades
    surcoreanas.

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