María B. Me parece correcta tu observación desde ese punto de vista.
Saludos
Saludos
El individuo que algunos pretenden presentar como un ser justiciero y de profundo espíritu cristiano, le escribió una carta a su madre, el 15 de julio de 1956 desde una prisión mejicana, "No soy Cristo ni un filántropo, soy todo lo contrario de un Cristo. Lucho por las cosas en las que creo con todas las armas de que dispongo y trato de dejar muerto al otro para que no me claven en ninguna cruz o en ninguna otra cosa."
Che escribió:"Vieja:
He recibido tu carta, pasabas por el tamiz de una morriña más o menos grande por lo que se ve. Tiene muchos aciertos y muchas cosas que no te conocía.
No soy Cristo y filántropo, vieja, soy todo lo contrario de un Cristo, y la filantropía me parece cosa de... (aquí hay una palabra ilegible), por las cosas que creo, lucho con toda las armas a mi alcance y trato de dejar tendido al otro, en vez de dejarme clavar en una cruz o en cualquier otro lugar."
En una frase de una carta a su a su primera esposa Hilda Gadea, redactada el 28 de enero de 1957, poco después de desembarcar en Cuba, que fue publicada en su libro Ernesto: Memorias del Che Guevara en Sierra Maestra, se puede apreciar su voluntad violenta y sádica: "Querida vieja: Aquí, en la selva cubana, vivo y sediento de sangre, escribo estas ardientes líneas inspiradas en Martí." No es una sorpresa que durante la lucha armada contra Batista, y después de la entrada triunfal en La Habana, Guevara asesinó o supervisó las ejecuciones en juicios sumarios de numerosas personas.
Y sigue…Che escribió:"Aquí, desde la manigua cubana, vivo y sediento de sangre escribo estas encendidas líneas martianas. Como si realmente fuera un soldado (sucio y harapiento estoy, por lo menos), escribo sobre un plato de campaña con el fusil a mi lado y un nuevo aditamento entre los labios: un tabaco. La cosa fue dura. Como sabrás, después de siete días de estar hacinados como sardinas en el ya famoso Granma, desembarcamos en un manglar infecto, por culpa de los prácticos, y siguieron nuestras desventuras hasta ser sorprendidos en la también célebre Alegría y desbandados como palomas. Me hirieron en el cuello y quedé vivo nada más que por mi suerte gatuna, pues una bala de ametralladora dio en una caja de balas que llevaba en el pecho y el rebote me dio en el cuello. Caminé unos días por el monte creyéndome mal herido, pues el golpe de la bala me había dejado un buen dolor en el pecho. De los muchachos que conociste allí, sólo fue muerto Jimmy Hirtzel, asesinado por entregarse. Nosotros, en un grupo en que estaban Almeida y Ramirito, de los que conocimos, pasamos siete días de hambre y sed terribles hasta burlar el cerco, y con ayuda de los campesinos volvimos a agruparnos con Fidel. (Uno de los que se da por muerto sin confirmación es el pobre Ñico). Después de arduos problemas nos reorganizamos, nos armamos y atacamos un cuartel matando cinco soldados, hiriendo otros y haciendo algunos prisioneros. El ejército, que nos daba por disgregados, se llevó la mayúscula sorpresa, aumentó la suspensión de garantías a toda la república y por cuarenta y cinco días más nos echó encima tropa escogida; se la volvimos a disgregar y esta vez le costó tres muertos y dos heridos. Los muertos quedaron en el monte. Al poco tiempo, capturamos tres guardias quitándoles las armas. Si a todo esto se agrega que nosotros no tuvimos ninguna baja y el monte es nuestro, te podrás dar idea de la desmoralización del ejército, que nos ve escurrir como jabón entre sus manos, cuando nos cree en el buche. Naturalmente, la pelea no está totalmente ganada, falta mucha batalla, pero ya se inclina a nuestro favor: cada vez lo será más."
"Ante la duda, mátalo" eran las instrucciones del Che. Según Costa, en vísperas de la victoria, el Che ordenó la ejecución de dos decenas de personas en Santa Clara, en el centro de Cuba, adonde había llegado su columna como parte del ataque final sobre la isla. Algunos fueron fusilados en un hotel, tal como ha escrito Marcelo Fernández Sayas, otro ex revolucionario que se hizo periodista, y quien agregó que entre los ejecutados, conocidos como casquitos, había campesinos que se habían unido al ejército sólo para escapar al desempleo.
No mereces ni responderte ni que perdamos el resto del tiempo corroborando la serie de falsedades que posteas.Aleida Marcha escribió:“A fin de cuentas, nada se llegó a hacer en Santa Clara. No había instrucciones precisas de cómo apoyar el desembarco, aunque desde México había llegado un comunicado dirigido a Haydée Leal, similar al recibido por los compañeros de Oriente. Aun cuando existía una estructura nacional del Movimiento, faltaba mucho para que se lograra conjugar y cohesionar la nueva fuerza combatiente, la que por demás carecía –y en esto me incluyo entonces– de la necesaria formación sociopolítica para enfrentar la lucha a una escala superior como la situación requería. (...)
De Ernesto Che Guevara conocía la leyenda que se había extendido por todo el país; de sus hazañas se hablaba casi a diario por la clandestina Radio Rebelde. Los órganos de represión de la tiranía lo catalogaban de comunista, y llegaron incluso a llenar las principales calles de Santa Clara con fotos suyas y de Camilo, con la indicación de que eran buscados para enjuiciarlos. Por cierto, la foto del Che se “alejaba” de la realidad, como después pude comprobar. (...) “
El individuo que algunos pretenden presentar como un ser justiciero y de profundo espíritu cristiano, le escribió una carta a su madre, el 15 de julio de 1956 desde una prisión mejicana, "No soy Cristo ni un filántropo, soy todo lo contrario de un Cristo. Lucho por las cosas en las que creo con todas las armas de que dispongo y trato de dejar muerto al otro para que no me claven en ninguna cruz o en ninguna otra cosa."
Che escribió:"Vieja:
He recibido tu carta, pasabas por el tamiz de una morriña más o menos grande por lo que se ve. Tiene muchos aciertos y muchas cosas que no te conocía.
No soy Cristo y filántropo, vieja, soy todo lo contrario de un Cristo, y la filantropía me parece cosa de... (aquí hay una palabra ilegible), por las cosas que creo, lucho con toda las armas a mi alcance y trato de dejar tendido al otro, en vez de dejarme clavar en una cruz o en cualquier otro lugar."
En una frase de una carta a su a su primera esposa Hilda Gadea, redactada el 28 de enero de 1957, poco después de desembarcar en Cuba, que fue publicada en su libro Ernesto: Memorias del Che Guevara en Sierra Maestra, se puede apreciar su voluntad violenta y sádica: "Querida vieja: Aquí, en la selva cubana, vivo y sediento de sangre, escribo estas ardientes líneas inspiradas en Martí." No es una sorpresa que durante la lucha armada contra Batista, y después de la entrada triunfal en La Habana, Guevara asesinó o supervisó las ejecuciones en juicios sumarios de numerosas personas.
Y sigue…Che escribió:"Aquí, desde la manigua cubana, vivo y sediento de sangre escribo estas encendidas líneas martianas. Como si realmente fuera un soldado (sucio y harapiento estoy, por lo menos), escribo sobre un plato de campaña con el fusil a mi lado y un nuevo aditamento entre los labios: un tabaco. La cosa fue dura. Como sabrás, después de siete días de estar hacinados como sardinas en el ya famoso Granma, desembarcamos en un manglar infecto, por culpa de los prácticos, y siguieron nuestras desventuras hasta ser sorprendidos en la también célebre Alegría y desbandados como palomas. Me hirieron en el cuello y quedé vivo nada más que por mi suerte gatuna, pues una bala de ametralladora dio en una caja de balas que llevaba en el pecho y el rebote me dio en el cuello. Caminé unos días por el monte creyéndome mal herido, pues el golpe de la bala me había dejado un buen dolor en el pecho. De los muchachos que conociste allí, sólo fue muerto Jimmy Hirtzel, asesinado por entregarse. Nosotros, en un grupo en que estaban Almeida y Ramirito, de los que conocimos, pasamos siete días de hambre y sed terribles hasta burlar el cerco, y con ayuda de los campesinos volvimos a agruparnos con Fidel. (Uno de los que se da por muerto sin confirmación es el pobre Ñico). Después de arduos problemas nos reorganizamos, nos armamos y atacamos un cuartel matando cinco soldados, hiriendo otros y haciendo algunos prisioneros. El ejército, que nos daba por disgregados, se llevó la mayúscula sorpresa, aumentó la suspensión de garantías a toda la república y por cuarenta y cinco días más nos echó encima tropa escogida; se la volvimos a disgregar y esta vez le costó tres muertos y dos heridos. Los muertos quedaron en el monte. Al poco tiempo, capturamos tres guardias quitándoles las armas. Si a todo esto se agrega que nosotros no tuvimos ninguna baja y el monte es nuestro, te podrás dar idea de la desmoralización del ejército, que nos ve escurrir como jabón entre sus manos, cuando nos cree en el buche. Naturalmente, la pelea no está totalmente ganada, falta mucha batalla, pero ya se inclina a nuestro favor: cada vez lo será más."
"Ante la duda, mátalo" eran las instrucciones del Che. Según Costa, en vísperas de la victoria, el Che ordenó la ejecución de dos decenas de personas en Santa Clara, en el centro de Cuba, adonde había llegado su columna como parte del ataque final sobre la isla. Algunos fueron fusilados en un hotel, tal como ha escrito Marcelo Fernández Sayas, otro ex revolucionario que se hizo periodista, y quien agregó que entre los ejecutados, conocidos como casquitos, había campesinos que se habían unido al ejército sólo para escapar al desempleo.
No mereces ni responderte ni que perdamos el resto del tiempo corroborando la serie de falsedades que posteas.Aleida Marcha escribió:“A fin de cuentas, nada se llegó a hacer en Santa Clara. No había instrucciones precisas de cómo apoyar el desembarco, aunque desde México había llegado un comunicado dirigido a Haydée Leal, similar al recibido por los compañeros de Oriente. Aun cuando existía una estructura nacional del Movimiento, faltaba mucho para que se lograra conjugar y cohesionar la nueva fuerza combatiente, la que por demás carecía –y en esto me incluyo entonces– de la necesaria formación sociopolítica para enfrentar la lucha a una escala superior como la situación requería. (...)
De Ernesto Che Guevara conocía la leyenda que se había extendido por todo el país; de sus hazañas se hablaba casi a diario por la clandestina Radio Rebelde. Los órganos de represión de la tiranía lo catalogaban de comunista, y llegaron incluso a llenar las principales calles de Santa Clara con fotos suyas y de Camilo, con la indicación de que eran buscados para enjuiciarlos. Por cierto, la foto del Che se “alejaba” de la realidad, como después pude comprobar. (...) “
Helvete escribió:Hace tiempo me habré peleado con una antigua compañera (con quien por desgracia tuve un affair) por culpa de Ernestico. Digo, ella alegaba que nuestro rebelde preferido era un racista, machista y asesino; calificativos alejadísimos de la realidad, ni siquiera hace falta decir el por qué. Saludos, solo me resta decir que nadie puede contrastar o ensuciar al Che, por el simple hecho de que es una de las figuras más importantes del siglo XX y una figura de liberación, de rebeldía y un icono del progresismo.
Por no decir que un gran defensor de papá Stalin.