por Chapaev Lun Nov 27, 2017 11:10 pm
Después del golpe, la unificación
Esta página de análisis y reflexiones la inicié hace cuatro años cansado y hastiado de la inacción de los mal llamados "progres" ante la agresión nazi al Donbás ucraniano. Las cosas en los últimos tiempos han sido relativamente tranquilas pese a los asesinatos de connotados resistentes antifascistas, unos achacables a los servicios secretos ucranianos y otros (como Mozgovoi) achacables a la lucha de poder interna entre clanes, en concreto, en Luganks.
La lucha de clanes, de intereses y de oligarcas tanto en Donetsk como en Luganks es notoria, aunque con una diferencia: en Donetsk hay un liderazgo firme mientras que en Luganks no. La semana pasada se produjo un golpe en Luganks que provocó un cambio en la dirigencia y quien era hasta ahora el principal dirigente de la república, Igor Plotnitsky, está, no se sabe si exiliado o no, en Moscú.
Las acusaciones son graves, ni más ni menos que actuar a favor de los neonazis ucranianos. Es lo que dicen tanto el Ministerio de Seguridad del Estado de Luganks y el Ministerio del Interior de la República Popular de Donetsk en un inusual comunicado conjunto del pasado día 22. Y se añade que el plan estaba a punto de ser exitoso puesto que "en un plazo de dos semanas Ucrania podría haber tomado el control de Luganks".
Aunque siempre hay que tomar con cierta cautela este tipo de afirmaciones, sobre todo cuando hay un golpe por medio, lo cierto es que no era un secreto para nadie en el Donbás que sectores muy concretos, ligados a la fiscalía, por ejemplo, tenían más que simpatías manifiestas por Ucrania y que hacían poco por combatir a los corruptos. Esto había provocado que el fiscal general de Luganks fuese depuesto el mes de octubre. Por el contrario, uno de los negociadores de los Acuerdos de Minsk por Luganks, que había dicho no hace mucho que Luganks no vería con malos ojos la unificación con Ucrania, sigue en su puesto.
El hecho de que Donetsk haya acudido en ayuda de Luganks dice muy a las claras quién tiene la fuerza en el Donbás, además de la razón. Quien visite Donetsk y Luganks percibe diferencias tan claras como entre la noche y el día. Donetsk es un Estado, o trabaja para serlo, con un desarrollo activo de la industria, con un claro impulso a la reconstrución de las zonas destruidas por la agresión neonazi ucraniana. Luganks es todo lo contrario, con fábricas destruidas y sin el menor atisbo de reconstrucción. Ahora parece que se aclara el por qué de la situación, un dejarlo pudrir para "justificar" la inviabilidad de Luganks como entidad independiente y retornar así al cobijo ucraniano.
La gran pregunta es si Plotnitsky estaba en ese ajo pro-ucraniano o se hacía todo a sus espaldas. Si era este segundo caso, es un incapaz de tomo y lomo que no se enteraba de nada. Por lo tanto, está bien depuesto. Tanto que, desde Moscú, ha presentado su renuncia como presidente por lo que no hay vacío de poder alguno desde el punto de vista legal.
Al mismo tiempo, el golpe y la huida de Plotnitsky a Moscú ponen de relieve que pese a toda la verborrea occidental Rusia no tiene tanta influencia en el Donbás como se pretende. Es evidente que tiene influencia y que sin su ayuda en los primeros momentos tras los referendos de autodeterminación de 2014 no habría sido posible parar y derrotar la invasión neonazi ucraniana. Pero que tenga influencia no quiere decir que tenga autoridad y ahora se ha puesto claramente de manifiesto. Moscú no tiene otra alternativa que aceptar el hecho consumado.
El momento es idóneo para el impulso definitivo hacia la federación o confederación entre Donetsk y Luganks bajo el liderazgo de la primera república al ser tanto económica como demográficamente más poderosa y estar mucho más asentada su situación interna tanto en los ámbitos militares como en los civiles. El Donbás cuenta con algo más de tres millones de habitantes en total, de los que unos 2'2 millones viven en Donetsk y el resto en Luganks. Es decir, el famoso Novorossia o Malorossia puede haber recibido un gran impulso con lo acontecido en Luganks.
Mis contactos allá me cuentan que la discusión sobre la unificación está a nivel de calle en estos momentos y que "la autoridad de Zajarchenko (el presidente de Donetsk) puede introducir un nuevo orden en estos momentos". Después de todo, me dicen y con razon, "es un poco ridículo que una zona geográfica tan pequeña como el Donbás tenga dos gobiernos y dos ejércitos separados".
Puede que los neonazis de Kiev estén disfrutando del espectáculo, pero eso es una suposición. Lo cierto es que todo lo ocurrido desde el día 22 no es en absoluto negativo. Si los neonazis ucranianos estaban esperando un retorno de Luganks o una guerra civil, desde luego que se han llevado una gran decepción.
El Lince