por inmundo Mar Mar 03, 2015 10:21 pm
Extracto:
"Durante todo el año de 1918 las disensiones incubaron. Lenin se había pronunciado en mayo-junio de 1918, en el Primer Congreso de los Consejos económicos, a favor de la “disciplina en el trabajo” y la “gestión por un solo hombre” y la necesidad de emplear especialistas burgueses en las empresas. Ossinsky y Smirnov, apoyados por numerosos delegados de provincia, exigían “una administración obrera... no sólo desde arriba, sino también desde abajo”. Una subcomisión del congreso aceptó una resolución para que los dos tercios de los representantes que tomasen asiento en el consejo de administración de las empresas industriales fuesen elegidos entre los obreros8, lo que puso furioso a Lenin. En sesión plenaria hizo “corregir” la resolución decidiendo que, como máximo, fuese elegido un tercio del personal dirigente. En ese momento se produjo una escisión en el seno de los comunistas de izquierda. Radek estaba dispuesto a aceptar “la gestión por uno solo” a cambio de los decretos de nacionalización de junio de 1918 que, a sus ojos, garantizaba el régimen e inauguraba el “comunismo de guerra”. Bujarin también dejó el grupo. Las ideas del grupo continúan teniendo eco y debían resurgir con el nuevo grupo de los Demócratas centralistas. En efecto, el Centralismo democrático se forma de nuevo en torno a Ossinsky, Sapronov, Smirnov, Massimovsky, Kossior, etc., sobre las mismas cuestiones de la defensa de la democracia obrera contra la creciente militarización del régimen. Además, continúan protestando contra el principio de “la dirección única” en la industria y defendiendo el principio colectivo o colegial como “el arma más eficaz contra la división en compartimientos y la asfixia burocrática del aparato de Estado”. (Tesis sobre el principio colegial y la autoridad individual). Al tiempo que reconocen, como ya lo habían hecho en su periódico Kommunist de 1918, la necesidad de utilizar especialistas burgueses en la industria y en el ejército, ponen el acento sobre todo en la necesidad de poner a estos especialistas bajo el control de la base: “Nadie discute la necesidad de emplear especialistas; la discusión es: ¿cómo se los emplea?” (Sapronov, citado por Daniels, The Conscience of the Revolution, p. 109).
Vuelven a repetir también, como lo habían afirmado desde 1918, la necesidad de volver a dar vida a los consejos obreros (soviets). Se rebelan contra la pérdida de iniciativa de los consejos obreros locales y sugieren reformas que tienen como objetivo revitalizarlos como órganos efectivos de la democracia obrera. Así, en el transcurso de una conferencia del P. C. que se había reunido en diciembre de 1919 y que se preocupaba de la estructura del Estado, Sapronov consiguió, a pesar de la oposición de Vladimirsky9, que era el portavoz oficial del partido, hacer que se adoptase su proyecto de resolución que preveía modificaciones en la composición del Comité ejecutivo central a fin de hacerlo más representativo, así como reformas destinadas a devolver un poder efectivo a los comités ejecutivos de los soviets locales. Igualmente tuvo lugar un largo debate a propósito de los proyectos respectivos de Vladimirsky y Sapronov en el seno de una comisión del VIIº congreso de los soviets reunido inmediatamente después de la conferencia del Partido comunista; la resolución adoptada estaba basada en el proyecto de Sapronov y contenía la mayoría de sus mismas propuestas. Finalmente, la resolución se quedará en letra muerta.
El VIIIº congreso del partido reunido en marzo de 1919 reorganizó su funcionamiento, con un buró político y un comité central así como con la creación de un buró de organización al tiempo que la política del “comunismo de guerra” conllevaba la movilización y el control de todos los recursos del país. En diciembre de 1919 Trotsky propone la militarización del trabajo, y es en este ambiente cuando se manifiesta la lucha de los Centralistas democráticos.
En marzo-abril de 1920, el IXº congreso del P. C. está marcado especialmente por el debate con el Centralismo democrático10. El grupo denuncia la centralización y los métodos autoritarios del Comité Central que califica de “centralismo burocrático” y de “centralismo autoritario” y que relaciona con la gestión administrativa y económica del Estado11. Los centralistas democráticos condenan también la organización “tecnócrata” del trabajo con el principio, proclamado por Lenin, de la “dirección por una persona”, la edinonachal’ie. Reprochan a Lenin haber desviado el sentido de la fórmula centralismo-democrático desarrollando el autoritarismo jerárquico aprovechándose de la guerra civil y de los nuevos órganos creados. El IXº congreso les opondrá el principio superior de unidad al tiempo que decidía la creación de una Comisión de control para tener a raya los abusos de poder y el burocratismo."
“El camarada Lenin dice que la esencia del centralismo democrático está contenida en el hecho de que el congreso elige al Comité central, mientras que el Comité central dirige (el partido). Nosotros no podemos aprobar esta opinión algo fantasiosa... Nosotros estimamos que el centralismo democrático... consiste en aplicar las directivas del Comité central por (intermedio de) los organismos locales, en la autonomía responsable de estos últimos y en su responsabilidad para su ámbito de trabajo”
“La consigna fundamental que debemos llevar adelante en el período actual es la de la unificación de las tareas militares, de las formas militares de organización y de método de administración, con la iniciativa creadora de los obreros conscientes. Si, bajo la cobertura de las tareas militares, ustedes comienzan de hecho a implantar el burocratismo, dispersaremos nuestras fuerzas y no conseguiremos cumplir con nuestras tareas.”