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«Junto con el fenómeno del 15M y la irrupción del reformismo de Podemos, desde hace unos años con el crecimiento de lugares de Internet como Youtube, han proliferado diferentes adolescentes, y no tan adolescentes, que se hicieron famosos entre el público juvenil por sus consignas musicales aparentemente «comunistas», «revolucionarias», etc. Todo esto ha sido posible porque estos nuevos referentes han recogido con gusto la bandera de los viejos y nuevos partidos revisionistas. Algunos son más radicales que otros, se contraponen los unos a los otros, pero coinciden en gran infinidad de cosas y cumplen el mismo rol desorientador en lo ideológico y en lo organizativo, sobre todo proviniendo de esta capa de artistas, donde los niveles de pose y formalismos con la causa revolucionaria, llega a cotas insospechadas, creyendo la gran mayoría que ser un gran revolucionario es sinónimo de abundante simbología y repetir eslóganes, incluso que la revolución se prepara a base de repetir estas fórmulas estereotipadas en su música, en vez de trabajar por desbrozar los mitos que han aceptado.
Entre todo este tinglado, querríamos destacar que tenemos varios casos de diferentes grupos musicales de ideologías entremezcladas, pero todas ellas pseudomarxistas:
a) Los Chikos del Maíz. Un grupo de rap que lo mismo declaran su simpatía en sus canciones a los GRAPO, RAF, ETA, que rinden pleitesía a Izquierda Unida, Podemos, Syriza, Cuba, Venezuela y a casi cualquier cosa. Lo gracioso es que mientras dicen ser comunistas difunden el clásico cliché del rap de un modo de vida gansteril, repleto de constantes referencias que indican un enorgullecimiento por tener mucho dinero y ser presuntamente personajes afamados, vestir ropa cara y consumir drogas cual empresario exitoso ávido de disfrutar su magnanimidad.
b) Los Monstruitos. Que musicalmente son un atentado sonoro, desde luego no destacan por la profesionalización y la técnica a la hora de tocar sus instrumentos, siendo más una mezcla de ruido y gritos primitivos que otra cosa. En sus letras lo mismo reivindican a Guevara, a Kim Il Sung, a Mao Zedong que a Enver Hoxha y usan abundantes letras con insultos y bromas antitrotskistas sin tener noción real de que es el trotskismo, lo que es una muestra de ese falso antitrotskismo tan común, en resumen son inherentes a defender un eclecticismo ciertamente atroz.
c) IRA. Un grupo de música de feministas pequeño burguesas, mezclan rap con reggaetón y música electrónica. Se declaran «feministas y antifascistas». A falta de calidad en sus letras buscan llamar la atención por su radicalidad, por sus groserías y lenguaje explícito, siendo una especie de variante del naturalismo. Portan una estética punk, choni, gansteril, skinhead, llenas de tatuajes y piercings a mansalva, peinados estrambóticos, tacones imposibles y todo tipo de parafernalia. En sus videos salen de botellón y fumando, en paños menores, besándose y haciendo «twerking» –restregándose entre sí–, con una stripper en una barra americana y en general todo un ambiente que presenta una imagen hipersexualizada y promiscua de la mujer, como curiosidad, cuando cantan intentan poner una voz ronca para aparentar dureza –o es consecuencia de las drogas, no sabemos–. Su único disco se llama «Arte y terrorismo», lo que indican que más que comunistas son una variante anarquista del chonismo. Desde luego su rap es una música de la que figuras como Ulrike Meinhof o Simone de Beauvoir estarían orgullosas, pero que produce risa y vergüenza a comunistas y cualquier persona progresista. En pocas palabras: una estética, una forma de hablar y de pensar lumperizado. ¡Y es normal, porque Pablo Hasél y Roberto Vaquero son tendencia entre el mundillo revisionista!
d) También nos encontramos con el caso de Pablo Hasél. El rapero catalán al que ya hemos nombrado durante el documento por sus innumerables quijotadas. Su marca de presentación es haberse convertido en el trovador oficial de la ridícula corte del desaparecido reino del PCE (r)/GRAPO. Pero también sus letras le hacen famoso por defender a otras marcas como el revisionismo cubano –«Un ejemplo para siempre»– o la RAF –«El nieto de Andreas Baader»– algo en lo que todos estos grupos coinciden sin discusión. Lo cierto es que no hay mucho que diferencie a Hasél de los anteriores grupos ideológicamente, salvo porque con Pablo Iglesias pasó de la amistad al odio. ¿De dónde nace esta mezcolanza extraña de apoyar desde el castrismo o al juche hasta las bandas terroristas como ETA o la RAF? Simplemente de un eclecticismo extremo, cultivado a la sombra de la falta de claridad ideológica que produce leer al PCE (r), que lejos de aclarar enturbia la mente respecto a lo que es y no es comunismo. Esto no ha dejado de tener una influencia directa entre el necio Hasél por ejemplo, y éste a su vez ha influenciado a otros raperos, adolescentes y no tan adolescentes, como Valtonyc o Siker [*].
***
¿Significa que el rap es un género musical para el lumpemproletariado como algunos han dicho en multitud de ocasiones? Ni mucho menos. El rap como tal musicalmente es lo suficientemente dinámico como para no pecar de formalismo, y en la letra de sus autores generalmente hay compromiso social e incluso político. Las evidentes tendencias hacia el uso meramente comercial del género, hacia la glorificación de las actitudes gansteriles, o el llenar sus letras de apología al revisionismo, son solo la consecuencia del mal enfoque que dan algunos elementos a un género musical que puede ser totalmente válido para el proletariado y su causa.
El rap, como cualquier otro género de música, ha sido hegemonizado y utilizado por el capitalismo –pues la cultura la controla el sistema económico-político existente–. Eso es cierto, pero eso no significa que sea un género de música inservible para el proletariado y las clases trabajadoras, ni que haya existido corrientes que se resistan a esa dominación: recordemos que en el capitalismo existe por un lado la cultura dominante y sus variantes, y por otro la contracultura popular de los intelectuales al servicio del pueblo o que al menos eso pretenden –aunque mucha de esa cultura no se pueda consolidar sin la toma del poder, y su desarrollo se quede a medio camino–.
«Independientemente de estos objetivos y esfuerzos de las clases dominantes, no toda la cultura creada en cada país ha estado al servicio de aquéllos. Ello ha sido así porque, como en todas las demás esferas de la ideología, en la de la cultura han existido y existen dos tendencias opuestas fundamentales, que representan intereses diametralmente opuestos, los de las clases explotadoras y los de las masas trabajadoras. La primera tendencia es reaccionaria y la segunda es progresista, progresiva. Las clases explotadoras han podido explotar en su interés únicamente aquella parte de la cultura que corresponde a la tendencia reaccionaria, mientras se han esforzado en ignorar, relegar al olvido, menospreciar y hasta destruir a la otra parte de la cultura, precisamente a la progresista, que enlaza con las tradiciones positivas de cada nación». (Zija Xholi; Por una concepción más justa de la cultura nacional, 1985)
Por tanto, el rap como muchos otros géneros puede ser un género musical combativo, siempre que se le impregne un sello de clase, fuera de influencias burguesas y pequeño burguesas. Precisamente su dinamismo en la parte musical y vocal hace que sea un excelente medio para difundir la ideología proletaria –como el rock también a veces demonizado–, mientras otros estilos como el tecno o el reggaeton son más cuestionables, pues difícilmente pueden cumplir ese rol por razones de ausencia de un componente vocal o por tener estructuras musicales totalmente formalistas basadas en bases musicales machaconamente repetitivas, careciendo de dinamismo y por defecto, limitando enteramente el desarrollo técnico de la música, por lo que en el sujeto no se produce un desarrollo cognitivo durante la creación de dicha estructura musical como en otros géneros.
De todos los grupos de la anterior lista, solamente ahondemos en el perfil político de este último por su conexión con el PCE (r).
¿Cómo se definía así mismo Hasél? Como un anarco-comunista:
«Hasél: Creo que el sistema perfecto es el que propone el anarquismo, pero creo que para llegar a eso, hace falta aún mucha evolución humana, y para llegar a esa evolución creo que es necesaria una etapa socialista.
Entrevistador: ¿O sea que pasas también por ideas anarquistas?
Hasél: Yo como digo de corazón soy anarquista pero de cerebro comunista». (Hasél y Valtonyc; Actuación En Gracia (Barcelona) + Entrevista, 2012)
Efectivamente Hasél puede ser un digno vástago de Bakunin, de Kropotkin, de Mao, de Castro, de Ulrike Meinhof, y de otros ideólogos del socialismo pequeño burgués, pero nada más. Ningún marxista-leninista cuerdo se identificaría así mismo con el anarquismo, ideología contrarrevolucionaria y reaccionaria, menos aún decir que es lo mismo en lo económico lo que propone el marxismo y el anarquismo:
«De hecho, el anarquismo pese a lo que digan sus defensores no puede suponer una doctrina que pretende superar el capitalismo porque el mismo anarquismo es una comprensión pequeño burguesa de la relaciones de producción, es una queja de la centralización y el proceso de monopolización del capitalismo que hace que el pequeño burgués –o pequeño propietario– sea absorbido o arruinado o asfixiado por la competencia de los monopolios –de los grandes propietarios–, llegando en caso de perder su propiedad a ver su conversión de pequeño burgués a proletario o semiproletario. Por ello el anarquismo pretende una vuelta a la época premonopolista más descentralizada y sin monopolios, por lo que en realidad defiende la pequeña propiedad privada individual o cooperativa de las unidades de producción. En ese sentido, los «anarquistas individuales» –lo veremos más adelante– defienden la completa libertad de la pequeña unidad productiva lo que por defecto lleva a una economía de corte caótica regida por la ley del valor, el mercantilismo y el máximo beneficio; lo mismo sucede en el caso de los «anarquismos colectivos» con la diferencia que aquí se habla de unidades productivas en forma de cooperativas, incluso con algún régimen de igualdad formal entre sus miembros, pero cuya actividad económica estará determinada por la ley del valor, oferta y demanda, la rentabilidad, y la competencia por cuotas de mercado con otras unidades productivas, dicho de otro modo, es un cooperativismo capitalista como el que se puede ver en cualquier país capitalista actual». (Equipo de Bitácora (M-L); Terminológico, 2016)
Y aparte del PCE (r), ¿con qué partidos simpatiza Hasél?:
«Hasél: el partido legal que más respeto yo es el PCOE, es el que más cerca está de mi línea ideológica». (Hasél y Valtonyc; Actuación En Gracia (Barcelona) + Entrevista, 2012)
Como se puede ver, simpatiza con el PCOE, un partido nacido en 1973 para dar satisfacción al brezhnevismo en España, uno de los partidos que más recientemente se han hecho famosos por sus tesis antistalinistas en su seno. En parte es normal que Hasél simpatice con él porque el PCE (r) tenía y sigue teniendo la misma política que el PCOE: la defensa de la vieja URSS jruschovista, de sus años capitalista-revisionistas y socialimperialistas, con poquísimas variaciones desde aquellos años que ya se postraron como escuderos del revisionismo soviético.
De nuevo Hasél hace gala de un eclecticismo que nos deja perplejos.
¿Cuál es la actitud de Hasél sobre la lucha armada?
«Hasél: Yo respeto cualquier tipo de lucha, y nunca voy a condenar una acción armada que sea ahora mismo por ejemplo (sic), pero creo que primero hay que concienciar, pero si esa concienciación va acompañada de según qué acciones, yo personalmente la respeto». (Hasél y Valtonyc; Actuación En Gracia (Barcelona) + Entrevista, 2012)
Su amigo y compañero de profesión Valtonyc sigue sus pasos:
«Según la sala, el rapero «justifica la violencia con menciones como «y mira, yo no tengo huevos a pillar una metralleta pero al menos no condeno al que se atreve y al que la lucha se aferra». (El Confidencial; La AN condena a tres años y medio al rapero Valtonyc por su canción sobre el Rey emérito, 22 de febrero de 2017)
Por supuesto alguien que apoya los métodos terroristas de la RAF, ETA y GRAPO es bastante normal que diga esto; que un anarco-comunista como Hasél lo sostenga también entra dentro de la lógica. ¿Pero acaso los marxistas apoyan cualquier tipo del uso de la violencia? Más bien esto es un planteamiento cercano al pensamiento nietzschano o al fascista, de que no hay moral que valga, no hay escrúpulos para conseguir el objetivo pretendido. Demos una clase rápida a Hasél y Valtonyc sobre la posición marxista en torno a este tema:
«El camino que los populistas habían elegido para luchar contra el zarismo, el camino de los asesinatos individuales, el camino del terror individual, era falso y perjudicial para la revolución. La política del terror individual respondía a la falsa teoría populista de los «héroes» activos y la «multitud» pasiva, que aguarda las hazañas de los «héroes». Esta falsa teoría preconizaba que sólo unos cuantos individuos destacados hacen la historia y que la masa, el pueblo, la clase, la «multitud», como la llamaban despectivamente los escritores populistas, es incapaz de realizar acciones conscientes y organizadas y no puede hacer más que seguir ciegamente a los «héroes». Por eso, los populistas renunciaron a realizar un trabajo revolucionario de masa entre los campesinos y la clase obrera, y emprendieron el camino del terror individual. Los populistas obligaron a uno de los mejores revolucionarios de aquel tiempo, Stepán Jalturin, a abandonar su labor de organización de una Liga obrera revolucionaria para entregarse por entero al terrorismo.
Los populistas desviaban la atención de los trabajadores de la lucha contra la clase opresora con el asesinato, inútil para la revolución, de unos cuantos representantes individuales de dicha clase. Con esto, frenaban el desarrollo de la iniciativa y las actividades revolucionarias de la clase obrera y de los campesinos.
Impedían a la clase obrera comprender su papel dirigente en la revolución y entorpecían la creación de un partido de la clase obrera independiente.
Aunque la organización clandestina de los populistas fue destruida por el gobierno del zar, las ideas del populismo se mantuvieron todavía durante mucho tiempo entre los intelectuales de tendencias revolucionarias. Los restos del populismo oponían una resistencia tenaz a la difusión del marxismo en Rusia y entorpecían la organización de la clase obrera.
He aquí por qué, en Rusia, el marxismo sólo podía desarrollarse y fortalecerse luchando contra el populismo.
El grupo «Emancipación del Trabajo» desplegó la lucha contra las falsas ideas de los populistas, señalando el daño que esta doctrina y sus métodos de lucha causaban al movimiento obrero.
En sus trabajos dirigidos contra los populistas, Plejánov puso de manifiesto que sus doctrinas no guardaban la menor relación con el socialismo científico, aunque sus portavoces se llamasen también socialistas.
Plejánov fue el primero que hizo una crítica marxista de las falsas ideas del populismo. Al descargar certeros golpes contra las ideas populistas, Plejánov hacía, al mismo tiempo, una brillante defensa de las ideas marxistas. (...) Los populistas profesaban ideas falsas y nocivas en cuanto a la marcha de la historia humana en general. No conocían ni comprendían las leyes que rigen el desarrollo económico y político de la sociedad. Eran, en este respecto, gente completamente atrasada. Según ellos, la historia no la hacen las clases ni la lucha de clases, sino unas cuantas personalidades ilustres, los «héroes», detrás de los cuales marchan a ciegas las masas, las «multitudes», el pueblo, las clases». (Partido Comunista (bolchevique) de la Unión Soviética; Historia del Partido Comunista (bolchevique) de la Unión Soviética, 1938)
Así que Marx condenaba a los blanquistas, Engels a los bakuninistas, Lenin a los populistas, Stalin a los eseristas, y Hoxha a las bandas terroristas de los 70 como las Brigadas Rojas, Elena Ódena condenaba en España el terrorismo de ETA y los GRAPO. Por tanto, no Hasél, los marxistas no «apoyamos y respetamos cualquier tipo de lucha», eso lo hacen los anarcoides como tú y los revisionistas a los que elevas tus «hosannas», de hecho es muestra de ser ignorante o de ser un oportunista consciente que busca con consignas simplonas ganarse las simpatías de cualquier grupo pese a sus desviaciones. En el mismo sentido, los oportunistas siempre han intentado justificar las desviaciones de sus grupos con la excusa de que al menos toman las armas, pero eso no es ninguna excusa como se ha visto. El otro sofisma que utilizan, es que quienes critican estas desviaciones terroristas son «pedantes teóricos» y hasta «reaccionarios por criticar de esa manera» según sus definiciones, para ellos los bolcheviques como acabamos de ver serían reformistas y teoricistas reaccionarios, prueba de un pensamiento estúpido y ridículo hasta límites insospechados como nos hemos cansado de repetir varias veces.
«Sobre la acusación de que señalar las desviaciones antimarxistas de un movimiento político que se reivindica como marxista es caer en el teoricismo, el doctrinarismo y que no ayuda a nada, es un despropósito. De lo que se deberían preocupar estos elementos es de tener el suficiente nivel ideológico como para saber discernir si las críticas emitidas tienen algo de sentido, ya que de ser ciertas, el movimiento político que está siendo criticado está usando la bandera de una doctrina a la que está ensuciando. De hecho, de lo que adolece el movimiento marxista-leninista de hoy en día es de verdaderos teóricos que analicen los movimientos locales e internacionales, históricos o presentes, pues la inoperancia predomina por doquier, y lo que prima es el seguidismo y el sentimentalismo, que muchas veces conduce a apoyar a grupos y figuras antimarxistas. Además los conocimientos teóricos son necesarios para que en la práctica de la estrategia militar de toma de poder no se caiga en desviaciones como el aventurismo o el terrorismo, o para que una organización armada que llegue al poder no sea usurpada por elementos oportunistas debido al bajo nivel teórico y que usen la victoria militar para implantar un régimen capitalista-revisionista. Hay que empezar a considerar de una vez por todas el marxismo-leninismo como una ciencia, y como dijeron los clásicos, respetarla estudiándola concienzudamente. Así que lo sentimos, pero la formación teórica no es que sea importante sino que es primordial, y criticar las desviaciones antimarxistas no es un pasatiempo, no es un capricho, es necesidad viva, ya que si el agricultor necesita separar el trigo de la paja para un buen resultado, los marxista-leninistas necesitamos separar el marxismo-leninismo del revisionismo para que la revolución llegue a buen cauce». (Equipo de Bitácora (M-L); Una reflexión necesaria sobre las FARC-EP, los acuerdos de paz y la historia de las guerrillas en Colombia, 2016)
Es más, ¿históricamente los reformistas o su ala más a la «izquierda» no han contraído alianzas, tesis y han comprado parte del guión propagandístico de los grupos los terroristas y viceversa? ¿No han hecho esto siempre mutuamente para pescar entre un público ecléctico e inmaduro? ¿No hacían esto para hacer un frente común contra los verdaderos revolucionarios que no plantean ni lo uno ni lo otro? Ejemplos los hay a patadas señores.
No hace mucho, antes de adaptarse al «guión constitucional» y a la poltrona parlamentaria, los actuales líderes trotskistas de tipo reformista de Podemos cuando eran más «contestatarios» y «camaradas» de Hasél, podían ser vistos a menudo siguiendo los argumentos de la izquierda abertzale: justificando o relativizando la actividad terrorista de ETA, así como el de las demás bandas y figuras históricas del terrorismo. Por entonces Hasél y otros ensalzaban sus figuras, pintaban a sus programas y artículos de «medios alternativos» contra el sistema, escribían canciones para ellos y lo promocionaban, porque dichos intelectuales eran considerados «aliados tácticos de la causa». ¿Por qué los líderes de Podemos buscaban acercarse a este tipo de público? Inconscientemente venían de estar inmersos en los mundos eclécticos de la llamada «izquierda universitaria» y sus mitos que incluye ese halo hacia los grupos más radicales, pero por otro lado, conscientemente lo hacían a sabiendas de intentar ganarse a ese público más «enérgico» para que apoyasen y diesen publicidad a los medios televisivos, estudiantiles y periodísticos que ya empezaban a tener, y que luego serían ejes de Podemos. Intentaban aunarlos dentro de sus proyectos políticos, dándoles la sensación de que sus ideas aunque no eran iguales a la línea oficial también tenían cabida, e intentando que una vez dentro también se «calmasen» con el tiempo. Pero tiempo después, Podemos pese a sus peroratas iniciales de que no eran «un partido al uso ni pretendían serlo», que «las cosas se cambian luchando en la calle y no en las instituciones», que «no aceptaban el régimen del 78 y su herencia», resultó, que tras presentarse a elecciones, los diputados empezaron a cobrar de ese mismo régimen del 78 y a sentirse cómodos en el nuevo ambiente de la alta esfera política, empezaron a aceptar lo que antes decían no aceptar o para ellos era discutible, hasta que finalmente, ¡oh sorpresa!, aceptaron sin peros el sistema político tal cual era, declarando que no había alternativa al sistema capitalista y autocalificándose como socialdemócratas. Entonces para ellos la prioridad empezó a ser no perder la lograda «institucionalización» del partido, querían evitar a toda costa acusaciones de dar cabida a tesis, movimientos y figuras radicales como tanto buscaba la derecha más rancia para restarles votos, por tanto se decidió desde el partido que debía terminarse definitivamente la publicidad hacia ese tipo de movimientos y sus representantes ya que podían perjudicar la imagen de un Podemos socialdemócrata y constitucional, por eso, en otro ámbito menor y personal, se consumó el fin a la amistad entre Hasél con Iglesias, Monedero y otros de Podemos. Pero hemos de preguntarnos una cosa. ¿Acaso no eran igual de trotskistas y reformistas estas figuras de Podemos antes de 2014? ¿No eran igual de fariseas sus ideas? Lo eran, otra cosa es que el público simpatizante de grupos como el PCE (r) o ETA como Hasél ignoraban todo esto por propia ignorancia, o lo hicieran adrede por sentimentalismo, amigismo o porque coqueteaban y todavía creían en dichos grupos políticos por falta de formación ideológica.
Nosotros hemos venido advirtiendo desde su origen lo que era Podemos, véase nuestro documento «¿Es Podemos un partido diferente a Izquierda Unida? En absoluto» de 2014, y otras muchas publicaciones, no creemos que sea algo meritorio, sino algo muy básico, lo triste es ver la gran acogida que tuvo en su inicio entre los oportunistas y la que todavía tiene de una u otra forma. Ahora más de uno se lleva las manos a la cabeza con Pablo Iglesias y sus declaraciones, pero no era una cosa muy difícil de adivinar visto lo que ya decía y viendo de donde venía y hacia donde caminaba; era obvio solamente con mirar la biografía del máximo líder de Podemos:
«La biografía política de su líder Pablo Iglesias es muy larga: ex militante de las juventudes del Partido Comunista de España (PCE); asesor de Izquierda Unida (IU); fundador de la Fundación CEPS que asesoró al gobierno venezolano y boliviano; colaborador del periódico «El Público»; admirador de Trotski; firme defensor y seguidor del «socialismo del siglo XXI» tanto de Chávez, Mújica, como Tsipras. Influenciado por los movimientos antiglobalización, del maoísmo-freudismo de Žižek, del estructuralismo de Foucault, del existencialismo de Sartre, del lenguaje ambiguo e inteletualoide de Gramsci –y sobre de las distorsiones posteriores de su obra por los eurocomunistas–, y como no, de las entrañas del infame posmodernismo». (Equipo de Bitácora (M-L); Las luchas de fracciones en Podemos y su pose ante las masas, 23 de marzo de 2017)
Es normal que debido a la confusión y desorganización de los trabajadores, mucha gente sin formación ideológica, tuviese esperanzas en un fenómeno como Podemos por diversas razones. Lo realmente molesto es haber visto a distintos personajes y colectivos autocalificados como comunistas hacer un seguidismo hasta bien tarde de estas figuras, incluso todavía podernos seguir viendo ese tipo de seguidismo en grupúsculos testimoniales que se autodenominan comunistas como el Partido del Trabajo Democrático (PTD).
En concreto, uno de los rasgos del trotskismo históricamente, es el uso o el apoyo del terrorismo individual a la vez que se apoyan y se crean alianzas sin criticismo alguno con organizaciones reformistas-revisionistas pacifistas:
«Por un lado los trotskistas ponen por los cielos el uso de la violencia al azar, apoyan e incitan a los anarquistas y los movimientos de «izquierda» que carecen de perspectiva y de un programa revolucionario claro, trayendo una gran confusión y desilusión en el movimiento revolucionario, como las revueltas caóticas de los grupos armados o la guerra de guerrillas no basadas en un amplio movimiento de masas organizado. Así, abogan por el aventurismo político y el golpismo, mientras que también por otro lado recomiendan para el movimiento obrero unas «estrategias» y «tácticas» en la lucha por el socialismo, que son idénticas a la línea reformista de los revisionistas de derecha». (Agim Popa; El movimiento revolucionario actual y el trotskismo, 1972)
Hasél que parece que no estaba dispuesto a defraudarnos, también cumple con tal rasgo trotskista cuando mientras por un lado reivindica a los GRAPO o las RAF, pide el voto por los nacionalistas y reformistas pequeño burgueses de las CUP o apoya fervientemente a un régimen revisionista y neocolonizado como el cubano, que ejerce como cabeza de playa en Latinoamérica para los vendepatrias y corruptos regímenes del «socialismo del siglo XXI». Más allá de que Hasél actué como un trotskista, simplemente es una consecuencia de su oportunismo.
«Junto con el fenómeno del 15M y la irrupción del reformismo de Podemos, desde hace unos años con el crecimiento de lugares de Internet como Youtube, han proliferado diferentes adolescentes, y no tan adolescentes, que se hicieron famosos entre el público juvenil por sus consignas musicales aparentemente «comunistas», «revolucionarias», etc. Todo esto ha sido posible porque estos nuevos referentes han recogido con gusto la bandera de los viejos y nuevos partidos revisionistas. Algunos son más radicales que otros, se contraponen los unos a los otros, pero coinciden en gran infinidad de cosas y cumplen el mismo rol desorientador en lo ideológico y en lo organizativo, sobre todo proviniendo de esta capa de artistas, donde los niveles de pose y formalismos con la causa revolucionaria, llega a cotas insospechadas, creyendo la gran mayoría que ser un gran revolucionario es sinónimo de abundante simbología y repetir eslóganes, incluso que la revolución se prepara a base de repetir estas fórmulas estereotipadas en su música, en vez de trabajar por desbrozar los mitos que han aceptado.
Entre todo este tinglado, querríamos destacar que tenemos varios casos de diferentes grupos musicales de ideologías entremezcladas, pero todas ellas pseudomarxistas:
a) Los Chikos del Maíz. Un grupo de rap que lo mismo declaran su simpatía en sus canciones a los GRAPO, RAF, ETA, que rinden pleitesía a Izquierda Unida, Podemos, Syriza, Cuba, Venezuela y a casi cualquier cosa. Lo gracioso es que mientras dicen ser comunistas difunden el clásico cliché del rap de un modo de vida gansteril, repleto de constantes referencias que indican un enorgullecimiento por tener mucho dinero y ser presuntamente personajes afamados, vestir ropa cara y consumir drogas cual empresario exitoso ávido de disfrutar su magnanimidad.
b) Los Monstruitos. Que musicalmente son un atentado sonoro, desde luego no destacan por la profesionalización y la técnica a la hora de tocar sus instrumentos, siendo más una mezcla de ruido y gritos primitivos que otra cosa. En sus letras lo mismo reivindican a Guevara, a Kim Il Sung, a Mao Zedong que a Enver Hoxha y usan abundantes letras con insultos y bromas antitrotskistas sin tener noción real de que es el trotskismo, lo que es una muestra de ese falso antitrotskismo tan común, en resumen son inherentes a defender un eclecticismo ciertamente atroz.
c) IRA. Un grupo de música de feministas pequeño burguesas, mezclan rap con reggaetón y música electrónica. Se declaran «feministas y antifascistas». A falta de calidad en sus letras buscan llamar la atención por su radicalidad, por sus groserías y lenguaje explícito, siendo una especie de variante del naturalismo. Portan una estética punk, choni, gansteril, skinhead, llenas de tatuajes y piercings a mansalva, peinados estrambóticos, tacones imposibles y todo tipo de parafernalia. En sus videos salen de botellón y fumando, en paños menores, besándose y haciendo «twerking» –restregándose entre sí–, con una stripper en una barra americana y en general todo un ambiente que presenta una imagen hipersexualizada y promiscua de la mujer, como curiosidad, cuando cantan intentan poner una voz ronca para aparentar dureza –o es consecuencia de las drogas, no sabemos–. Su único disco se llama «Arte y terrorismo», lo que indican que más que comunistas son una variante anarquista del chonismo. Desde luego su rap es una música de la que figuras como Ulrike Meinhof o Simone de Beauvoir estarían orgullosas, pero que produce risa y vergüenza a comunistas y cualquier persona progresista. En pocas palabras: una estética, una forma de hablar y de pensar lumperizado. ¡Y es normal, porque Pablo Hasél y Roberto Vaquero son tendencia entre el mundillo revisionista!
d) También nos encontramos con el caso de Pablo Hasél. El rapero catalán al que ya hemos nombrado durante el documento por sus innumerables quijotadas. Su marca de presentación es haberse convertido en el trovador oficial de la ridícula corte del desaparecido reino del PCE (r)/GRAPO. Pero también sus letras le hacen famoso por defender a otras marcas como el revisionismo cubano –«Un ejemplo para siempre»– o la RAF –«El nieto de Andreas Baader»– algo en lo que todos estos grupos coinciden sin discusión. Lo cierto es que no hay mucho que diferencie a Hasél de los anteriores grupos ideológicamente, salvo porque con Pablo Iglesias pasó de la amistad al odio. ¿De dónde nace esta mezcolanza extraña de apoyar desde el castrismo o al juche hasta las bandas terroristas como ETA o la RAF? Simplemente de un eclecticismo extremo, cultivado a la sombra de la falta de claridad ideológica que produce leer al PCE (r), que lejos de aclarar enturbia la mente respecto a lo que es y no es comunismo. Esto no ha dejado de tener una influencia directa entre el necio Hasél por ejemplo, y éste a su vez ha influenciado a otros raperos, adolescentes y no tan adolescentes, como Valtonyc o Siker [*].
***
¿Significa que el rap es un género musical para el lumpemproletariado como algunos han dicho en multitud de ocasiones? Ni mucho menos. El rap como tal musicalmente es lo suficientemente dinámico como para no pecar de formalismo, y en la letra de sus autores generalmente hay compromiso social e incluso político. Las evidentes tendencias hacia el uso meramente comercial del género, hacia la glorificación de las actitudes gansteriles, o el llenar sus letras de apología al revisionismo, son solo la consecuencia del mal enfoque que dan algunos elementos a un género musical que puede ser totalmente válido para el proletariado y su causa.
El rap, como cualquier otro género de música, ha sido hegemonizado y utilizado por el capitalismo –pues la cultura la controla el sistema económico-político existente–. Eso es cierto, pero eso no significa que sea un género de música inservible para el proletariado y las clases trabajadoras, ni que haya existido corrientes que se resistan a esa dominación: recordemos que en el capitalismo existe por un lado la cultura dominante y sus variantes, y por otro la contracultura popular de los intelectuales al servicio del pueblo o que al menos eso pretenden –aunque mucha de esa cultura no se pueda consolidar sin la toma del poder, y su desarrollo se quede a medio camino–.
«Independientemente de estos objetivos y esfuerzos de las clases dominantes, no toda la cultura creada en cada país ha estado al servicio de aquéllos. Ello ha sido así porque, como en todas las demás esferas de la ideología, en la de la cultura han existido y existen dos tendencias opuestas fundamentales, que representan intereses diametralmente opuestos, los de las clases explotadoras y los de las masas trabajadoras. La primera tendencia es reaccionaria y la segunda es progresista, progresiva. Las clases explotadoras han podido explotar en su interés únicamente aquella parte de la cultura que corresponde a la tendencia reaccionaria, mientras se han esforzado en ignorar, relegar al olvido, menospreciar y hasta destruir a la otra parte de la cultura, precisamente a la progresista, que enlaza con las tradiciones positivas de cada nación». (Zija Xholi; Por una concepción más justa de la cultura nacional, 1985)
Por tanto, el rap como muchos otros géneros puede ser un género musical combativo, siempre que se le impregne un sello de clase, fuera de influencias burguesas y pequeño burguesas. Precisamente su dinamismo en la parte musical y vocal hace que sea un excelente medio para difundir la ideología proletaria –como el rock también a veces demonizado–, mientras otros estilos como el tecno o el reggaeton son más cuestionables, pues difícilmente pueden cumplir ese rol por razones de ausencia de un componente vocal o por tener estructuras musicales totalmente formalistas basadas en bases musicales machaconamente repetitivas, careciendo de dinamismo y por defecto, limitando enteramente el desarrollo técnico de la música, por lo que en el sujeto no se produce un desarrollo cognitivo durante la creación de dicha estructura musical como en otros géneros.
De todos los grupos de la anterior lista, solamente ahondemos en el perfil político de este último por su conexión con el PCE (r).
¿Cómo se definía así mismo Hasél? Como un anarco-comunista:
«Hasél: Creo que el sistema perfecto es el que propone el anarquismo, pero creo que para llegar a eso, hace falta aún mucha evolución humana, y para llegar a esa evolución creo que es necesaria una etapa socialista.
Entrevistador: ¿O sea que pasas también por ideas anarquistas?
Hasél: Yo como digo de corazón soy anarquista pero de cerebro comunista». (Hasél y Valtonyc; Actuación En Gracia (Barcelona) + Entrevista, 2012)
Efectivamente Hasél puede ser un digno vástago de Bakunin, de Kropotkin, de Mao, de Castro, de Ulrike Meinhof, y de otros ideólogos del socialismo pequeño burgués, pero nada más. Ningún marxista-leninista cuerdo se identificaría así mismo con el anarquismo, ideología contrarrevolucionaria y reaccionaria, menos aún decir que es lo mismo en lo económico lo que propone el marxismo y el anarquismo:
«De hecho, el anarquismo pese a lo que digan sus defensores no puede suponer una doctrina que pretende superar el capitalismo porque el mismo anarquismo es una comprensión pequeño burguesa de la relaciones de producción, es una queja de la centralización y el proceso de monopolización del capitalismo que hace que el pequeño burgués –o pequeño propietario– sea absorbido o arruinado o asfixiado por la competencia de los monopolios –de los grandes propietarios–, llegando en caso de perder su propiedad a ver su conversión de pequeño burgués a proletario o semiproletario. Por ello el anarquismo pretende una vuelta a la época premonopolista más descentralizada y sin monopolios, por lo que en realidad defiende la pequeña propiedad privada individual o cooperativa de las unidades de producción. En ese sentido, los «anarquistas individuales» –lo veremos más adelante– defienden la completa libertad de la pequeña unidad productiva lo que por defecto lleva a una economía de corte caótica regida por la ley del valor, el mercantilismo y el máximo beneficio; lo mismo sucede en el caso de los «anarquismos colectivos» con la diferencia que aquí se habla de unidades productivas en forma de cooperativas, incluso con algún régimen de igualdad formal entre sus miembros, pero cuya actividad económica estará determinada por la ley del valor, oferta y demanda, la rentabilidad, y la competencia por cuotas de mercado con otras unidades productivas, dicho de otro modo, es un cooperativismo capitalista como el que se puede ver en cualquier país capitalista actual». (Equipo de Bitácora (M-L); Terminológico, 2016)
Y aparte del PCE (r), ¿con qué partidos simpatiza Hasél?:
«Hasél: el partido legal que más respeto yo es el PCOE, es el que más cerca está de mi línea ideológica». (Hasél y Valtonyc; Actuación En Gracia (Barcelona) + Entrevista, 2012)
Como se puede ver, simpatiza con el PCOE, un partido nacido en 1973 para dar satisfacción al brezhnevismo en España, uno de los partidos que más recientemente se han hecho famosos por sus tesis antistalinistas en su seno. En parte es normal que Hasél simpatice con él porque el PCE (r) tenía y sigue teniendo la misma política que el PCOE: la defensa de la vieja URSS jruschovista, de sus años capitalista-revisionistas y socialimperialistas, con poquísimas variaciones desde aquellos años que ya se postraron como escuderos del revisionismo soviético.
De nuevo Hasél hace gala de un eclecticismo que nos deja perplejos.
¿Cuál es la actitud de Hasél sobre la lucha armada?
«Hasél: Yo respeto cualquier tipo de lucha, y nunca voy a condenar una acción armada que sea ahora mismo por ejemplo (sic), pero creo que primero hay que concienciar, pero si esa concienciación va acompañada de según qué acciones, yo personalmente la respeto». (Hasél y Valtonyc; Actuación En Gracia (Barcelona) + Entrevista, 2012)
Su amigo y compañero de profesión Valtonyc sigue sus pasos:
«Según la sala, el rapero «justifica la violencia con menciones como «y mira, yo no tengo huevos a pillar una metralleta pero al menos no condeno al que se atreve y al que la lucha se aferra». (El Confidencial; La AN condena a tres años y medio al rapero Valtonyc por su canción sobre el Rey emérito, 22 de febrero de 2017)
Por supuesto alguien que apoya los métodos terroristas de la RAF, ETA y GRAPO es bastante normal que diga esto; que un anarco-comunista como Hasél lo sostenga también entra dentro de la lógica. ¿Pero acaso los marxistas apoyan cualquier tipo del uso de la violencia? Más bien esto es un planteamiento cercano al pensamiento nietzschano o al fascista, de que no hay moral que valga, no hay escrúpulos para conseguir el objetivo pretendido. Demos una clase rápida a Hasél y Valtonyc sobre la posición marxista en torno a este tema:
«El camino que los populistas habían elegido para luchar contra el zarismo, el camino de los asesinatos individuales, el camino del terror individual, era falso y perjudicial para la revolución. La política del terror individual respondía a la falsa teoría populista de los «héroes» activos y la «multitud» pasiva, que aguarda las hazañas de los «héroes». Esta falsa teoría preconizaba que sólo unos cuantos individuos destacados hacen la historia y que la masa, el pueblo, la clase, la «multitud», como la llamaban despectivamente los escritores populistas, es incapaz de realizar acciones conscientes y organizadas y no puede hacer más que seguir ciegamente a los «héroes». Por eso, los populistas renunciaron a realizar un trabajo revolucionario de masa entre los campesinos y la clase obrera, y emprendieron el camino del terror individual. Los populistas obligaron a uno de los mejores revolucionarios de aquel tiempo, Stepán Jalturin, a abandonar su labor de organización de una Liga obrera revolucionaria para entregarse por entero al terrorismo.
Los populistas desviaban la atención de los trabajadores de la lucha contra la clase opresora con el asesinato, inútil para la revolución, de unos cuantos representantes individuales de dicha clase. Con esto, frenaban el desarrollo de la iniciativa y las actividades revolucionarias de la clase obrera y de los campesinos.
Impedían a la clase obrera comprender su papel dirigente en la revolución y entorpecían la creación de un partido de la clase obrera independiente.
Aunque la organización clandestina de los populistas fue destruida por el gobierno del zar, las ideas del populismo se mantuvieron todavía durante mucho tiempo entre los intelectuales de tendencias revolucionarias. Los restos del populismo oponían una resistencia tenaz a la difusión del marxismo en Rusia y entorpecían la organización de la clase obrera.
He aquí por qué, en Rusia, el marxismo sólo podía desarrollarse y fortalecerse luchando contra el populismo.
El grupo «Emancipación del Trabajo» desplegó la lucha contra las falsas ideas de los populistas, señalando el daño que esta doctrina y sus métodos de lucha causaban al movimiento obrero.
En sus trabajos dirigidos contra los populistas, Plejánov puso de manifiesto que sus doctrinas no guardaban la menor relación con el socialismo científico, aunque sus portavoces se llamasen también socialistas.
Plejánov fue el primero que hizo una crítica marxista de las falsas ideas del populismo. Al descargar certeros golpes contra las ideas populistas, Plejánov hacía, al mismo tiempo, una brillante defensa de las ideas marxistas. (...) Los populistas profesaban ideas falsas y nocivas en cuanto a la marcha de la historia humana en general. No conocían ni comprendían las leyes que rigen el desarrollo económico y político de la sociedad. Eran, en este respecto, gente completamente atrasada. Según ellos, la historia no la hacen las clases ni la lucha de clases, sino unas cuantas personalidades ilustres, los «héroes», detrás de los cuales marchan a ciegas las masas, las «multitudes», el pueblo, las clases». (Partido Comunista (bolchevique) de la Unión Soviética; Historia del Partido Comunista (bolchevique) de la Unión Soviética, 1938)
Así que Marx condenaba a los blanquistas, Engels a los bakuninistas, Lenin a los populistas, Stalin a los eseristas, y Hoxha a las bandas terroristas de los 70 como las Brigadas Rojas, Elena Ódena condenaba en España el terrorismo de ETA y los GRAPO. Por tanto, no Hasél, los marxistas no «apoyamos y respetamos cualquier tipo de lucha», eso lo hacen los anarcoides como tú y los revisionistas a los que elevas tus «hosannas», de hecho es muestra de ser ignorante o de ser un oportunista consciente que busca con consignas simplonas ganarse las simpatías de cualquier grupo pese a sus desviaciones. En el mismo sentido, los oportunistas siempre han intentado justificar las desviaciones de sus grupos con la excusa de que al menos toman las armas, pero eso no es ninguna excusa como se ha visto. El otro sofisma que utilizan, es que quienes critican estas desviaciones terroristas son «pedantes teóricos» y hasta «reaccionarios por criticar de esa manera» según sus definiciones, para ellos los bolcheviques como acabamos de ver serían reformistas y teoricistas reaccionarios, prueba de un pensamiento estúpido y ridículo hasta límites insospechados como nos hemos cansado de repetir varias veces.
«Sobre la acusación de que señalar las desviaciones antimarxistas de un movimiento político que se reivindica como marxista es caer en el teoricismo, el doctrinarismo y que no ayuda a nada, es un despropósito. De lo que se deberían preocupar estos elementos es de tener el suficiente nivel ideológico como para saber discernir si las críticas emitidas tienen algo de sentido, ya que de ser ciertas, el movimiento político que está siendo criticado está usando la bandera de una doctrina a la que está ensuciando. De hecho, de lo que adolece el movimiento marxista-leninista de hoy en día es de verdaderos teóricos que analicen los movimientos locales e internacionales, históricos o presentes, pues la inoperancia predomina por doquier, y lo que prima es el seguidismo y el sentimentalismo, que muchas veces conduce a apoyar a grupos y figuras antimarxistas. Además los conocimientos teóricos son necesarios para que en la práctica de la estrategia militar de toma de poder no se caiga en desviaciones como el aventurismo o el terrorismo, o para que una organización armada que llegue al poder no sea usurpada por elementos oportunistas debido al bajo nivel teórico y que usen la victoria militar para implantar un régimen capitalista-revisionista. Hay que empezar a considerar de una vez por todas el marxismo-leninismo como una ciencia, y como dijeron los clásicos, respetarla estudiándola concienzudamente. Así que lo sentimos, pero la formación teórica no es que sea importante sino que es primordial, y criticar las desviaciones antimarxistas no es un pasatiempo, no es un capricho, es necesidad viva, ya que si el agricultor necesita separar el trigo de la paja para un buen resultado, los marxista-leninistas necesitamos separar el marxismo-leninismo del revisionismo para que la revolución llegue a buen cauce». (Equipo de Bitácora (M-L); Una reflexión necesaria sobre las FARC-EP, los acuerdos de paz y la historia de las guerrillas en Colombia, 2016)
Es más, ¿históricamente los reformistas o su ala más a la «izquierda» no han contraído alianzas, tesis y han comprado parte del guión propagandístico de los grupos los terroristas y viceversa? ¿No han hecho esto siempre mutuamente para pescar entre un público ecléctico e inmaduro? ¿No hacían esto para hacer un frente común contra los verdaderos revolucionarios que no plantean ni lo uno ni lo otro? Ejemplos los hay a patadas señores.
No hace mucho, antes de adaptarse al «guión constitucional» y a la poltrona parlamentaria, los actuales líderes trotskistas de tipo reformista de Podemos cuando eran más «contestatarios» y «camaradas» de Hasél, podían ser vistos a menudo siguiendo los argumentos de la izquierda abertzale: justificando o relativizando la actividad terrorista de ETA, así como el de las demás bandas y figuras históricas del terrorismo. Por entonces Hasél y otros ensalzaban sus figuras, pintaban a sus programas y artículos de «medios alternativos» contra el sistema, escribían canciones para ellos y lo promocionaban, porque dichos intelectuales eran considerados «aliados tácticos de la causa». ¿Por qué los líderes de Podemos buscaban acercarse a este tipo de público? Inconscientemente venían de estar inmersos en los mundos eclécticos de la llamada «izquierda universitaria» y sus mitos que incluye ese halo hacia los grupos más radicales, pero por otro lado, conscientemente lo hacían a sabiendas de intentar ganarse a ese público más «enérgico» para que apoyasen y diesen publicidad a los medios televisivos, estudiantiles y periodísticos que ya empezaban a tener, y que luego serían ejes de Podemos. Intentaban aunarlos dentro de sus proyectos políticos, dándoles la sensación de que sus ideas aunque no eran iguales a la línea oficial también tenían cabida, e intentando que una vez dentro también se «calmasen» con el tiempo. Pero tiempo después, Podemos pese a sus peroratas iniciales de que no eran «un partido al uso ni pretendían serlo», que «las cosas se cambian luchando en la calle y no en las instituciones», que «no aceptaban el régimen del 78 y su herencia», resultó, que tras presentarse a elecciones, los diputados empezaron a cobrar de ese mismo régimen del 78 y a sentirse cómodos en el nuevo ambiente de la alta esfera política, empezaron a aceptar lo que antes decían no aceptar o para ellos era discutible, hasta que finalmente, ¡oh sorpresa!, aceptaron sin peros el sistema político tal cual era, declarando que no había alternativa al sistema capitalista y autocalificándose como socialdemócratas. Entonces para ellos la prioridad empezó a ser no perder la lograda «institucionalización» del partido, querían evitar a toda costa acusaciones de dar cabida a tesis, movimientos y figuras radicales como tanto buscaba la derecha más rancia para restarles votos, por tanto se decidió desde el partido que debía terminarse definitivamente la publicidad hacia ese tipo de movimientos y sus representantes ya que podían perjudicar la imagen de un Podemos socialdemócrata y constitucional, por eso, en otro ámbito menor y personal, se consumó el fin a la amistad entre Hasél con Iglesias, Monedero y otros de Podemos. Pero hemos de preguntarnos una cosa. ¿Acaso no eran igual de trotskistas y reformistas estas figuras de Podemos antes de 2014? ¿No eran igual de fariseas sus ideas? Lo eran, otra cosa es que el público simpatizante de grupos como el PCE (r) o ETA como Hasél ignoraban todo esto por propia ignorancia, o lo hicieran adrede por sentimentalismo, amigismo o porque coqueteaban y todavía creían en dichos grupos políticos por falta de formación ideológica.
Nosotros hemos venido advirtiendo desde su origen lo que era Podemos, véase nuestro documento «¿Es Podemos un partido diferente a Izquierda Unida? En absoluto» de 2014, y otras muchas publicaciones, no creemos que sea algo meritorio, sino algo muy básico, lo triste es ver la gran acogida que tuvo en su inicio entre los oportunistas y la que todavía tiene de una u otra forma. Ahora más de uno se lleva las manos a la cabeza con Pablo Iglesias y sus declaraciones, pero no era una cosa muy difícil de adivinar visto lo que ya decía y viendo de donde venía y hacia donde caminaba; era obvio solamente con mirar la biografía del máximo líder de Podemos:
«La biografía política de su líder Pablo Iglesias es muy larga: ex militante de las juventudes del Partido Comunista de España (PCE); asesor de Izquierda Unida (IU); fundador de la Fundación CEPS que asesoró al gobierno venezolano y boliviano; colaborador del periódico «El Público»; admirador de Trotski; firme defensor y seguidor del «socialismo del siglo XXI» tanto de Chávez, Mújica, como Tsipras. Influenciado por los movimientos antiglobalización, del maoísmo-freudismo de Žižek, del estructuralismo de Foucault, del existencialismo de Sartre, del lenguaje ambiguo e inteletualoide de Gramsci –y sobre de las distorsiones posteriores de su obra por los eurocomunistas–, y como no, de las entrañas del infame posmodernismo». (Equipo de Bitácora (M-L); Las luchas de fracciones en Podemos y su pose ante las masas, 23 de marzo de 2017)
Es normal que debido a la confusión y desorganización de los trabajadores, mucha gente sin formación ideológica, tuviese esperanzas en un fenómeno como Podemos por diversas razones. Lo realmente molesto es haber visto a distintos personajes y colectivos autocalificados como comunistas hacer un seguidismo hasta bien tarde de estas figuras, incluso todavía podernos seguir viendo ese tipo de seguidismo en grupúsculos testimoniales que se autodenominan comunistas como el Partido del Trabajo Democrático (PTD).
En concreto, uno de los rasgos del trotskismo históricamente, es el uso o el apoyo del terrorismo individual a la vez que se apoyan y se crean alianzas sin criticismo alguno con organizaciones reformistas-revisionistas pacifistas:
«Por un lado los trotskistas ponen por los cielos el uso de la violencia al azar, apoyan e incitan a los anarquistas y los movimientos de «izquierda» que carecen de perspectiva y de un programa revolucionario claro, trayendo una gran confusión y desilusión en el movimiento revolucionario, como las revueltas caóticas de los grupos armados o la guerra de guerrillas no basadas en un amplio movimiento de masas organizado. Así, abogan por el aventurismo político y el golpismo, mientras que también por otro lado recomiendan para el movimiento obrero unas «estrategias» y «tácticas» en la lucha por el socialismo, que son idénticas a la línea reformista de los revisionistas de derecha». (Agim Popa; El movimiento revolucionario actual y el trotskismo, 1972)
Hasél que parece que no estaba dispuesto a defraudarnos, también cumple con tal rasgo trotskista cuando mientras por un lado reivindica a los GRAPO o las RAF, pide el voto por los nacionalistas y reformistas pequeño burgueses de las CUP o apoya fervientemente a un régimen revisionista y neocolonizado como el cubano, que ejerce como cabeza de playa en Latinoamérica para los vendepatrias y corruptos regímenes del «socialismo del siglo XXI». Más allá de que Hasél actué como un trotskista, simplemente es una consecuencia de su oportunismo.