Editorial: Al final de este viaje.
Por Ianina Harari
En El Aromo nº 84 - "Gane quien gane"
Los cambios de ciclo suelen ser traumáticos. En especial, porque están mediados por una crisis. América Latina está atravesando uno de esos momentos: el fin de los regímenes bonapartistas y de las experiencias supuestamente “progres”. En diferentes dosis, Maduro, Cristina, Dilma y Bachelet están pagando los costos del desmantelamiento de aquello que habían construido. Con distinta intensidad, cada uno de estos países está atravesando una crisis política originada en la necesidad de cerrar por derecha las experiencias bonapartistas y seudo-progres y encauzar el ajuste. Otros gobiernos bonapartistas, como el de Correa y Morales, todavía no han chocado contra ningún obstáculo importante, aunque el último ya tuvo una llamada de atención, por ahora limitada al plano electoral. Lo mismo sucede con el bastión latinoamericano del “progresismo cool”, Uruguay, a resguardo todavía de mayores cuestionamientos.
Venezuela está viviendo el proceso más agudo. Con o sin intento de golpe, la burguesía venezolana y estadounidense –que también se ha beneficiado con el chavismo- ya decidió sacarse del medio a Maduro (ver nota de Nicolás Grimaldi). Allí Obama comenzó a intervenir directamente para debilitar al gobierno, que por su parte sigue afianzando su relación con China, la cual le ha prestado desde 2008 unos 50 mil millones de dólares para afrontar la crisis. Aun con esta ayuda, la caída del precio del petróleo continúa haciendo estragos sobre la economía venezolana, que recae en los bolsillos obreros. En Brasil, Dilma, cuyo gobierno, igual que el de Lula, nunca llegó siquiera al bonapartismo, está avanzando lentamente con el ajuste (Ver nota de Nicolás Grimaldi), aunque la tendencia es al avance a mayor velocidad. Algo parecido, pero con menor intensidad, sucede en Chile. Es decir, el cierre por derecha del bonapartismo, igual que el del “progresismo”, lo está realizando el mismo personal político que lo encarnó.
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Por Ianina Harari
En El Aromo nº 84 - "Gane quien gane"
Los cambios de ciclo suelen ser traumáticos. En especial, porque están mediados por una crisis. América Latina está atravesando uno de esos momentos: el fin de los regímenes bonapartistas y de las experiencias supuestamente “progres”. En diferentes dosis, Maduro, Cristina, Dilma y Bachelet están pagando los costos del desmantelamiento de aquello que habían construido. Con distinta intensidad, cada uno de estos países está atravesando una crisis política originada en la necesidad de cerrar por derecha las experiencias bonapartistas y seudo-progres y encauzar el ajuste. Otros gobiernos bonapartistas, como el de Correa y Morales, todavía no han chocado contra ningún obstáculo importante, aunque el último ya tuvo una llamada de atención, por ahora limitada al plano electoral. Lo mismo sucede con el bastión latinoamericano del “progresismo cool”, Uruguay, a resguardo todavía de mayores cuestionamientos.
Venezuela está viviendo el proceso más agudo. Con o sin intento de golpe, la burguesía venezolana y estadounidense –que también se ha beneficiado con el chavismo- ya decidió sacarse del medio a Maduro (ver nota de Nicolás Grimaldi). Allí Obama comenzó a intervenir directamente para debilitar al gobierno, que por su parte sigue afianzando su relación con China, la cual le ha prestado desde 2008 unos 50 mil millones de dólares para afrontar la crisis. Aun con esta ayuda, la caída del precio del petróleo continúa haciendo estragos sobre la economía venezolana, que recae en los bolsillos obreros. En Brasil, Dilma, cuyo gobierno, igual que el de Lula, nunca llegó siquiera al bonapartismo, está avanzando lentamente con el ajuste (Ver nota de Nicolás Grimaldi), aunque la tendencia es al avance a mayor velocidad. Algo parecido, pero con menor intensidad, sucede en Chile. Es decir, el cierre por derecha del bonapartismo, igual que el del “progresismo”, lo está realizando el mismo personal político que lo encarnó.
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