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    Acerca de las diversas ideas de la revolución y toma de poder a partir del «foquismo» guevarista, o la «guerra popular prolongada» maoísta

    najibulah
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    Camarada
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    Acerca de las diversas ideas de la revolución y toma de poder a partir del «foquismo» guevarista, o la «guerra popular prolongada» maoísta Empty Acerca de las diversas ideas de la revolución y toma de poder a partir del «foquismo» guevarista, o la «guerra popular prolongada» maoísta

    Mensaje por najibulah Mar Jun 23, 2015 8:45 pm

    Documento para el debate.
    Tomado del Blog Bitácora Marxista Leninista


    «[5] Por ejemplo, en cuanto a esto que esgrime Enver Hoxha de que los guerrilleros del Movimiento 26 de julio, donde se encontraban Fidel Castro y el «Che» Guevara, no lucharon «sobre la base del marxista-leninismo», se podría citar como primera prueba para demostrar esta afirmación la inexistencia de un partido comunista comandado la guerrilla. No obstante, nos interesa analizar varios factores. También como curiosidad si observamos detenidamente la propia teoría del «foco», además coincide con la teoría maoísta de la «guerra popular prolongada».

    Primer factor; veremos que el «Che» Guevara ignora totalmente el papel de la clase obrera. En su trabajo donde explica su teoría, dice lo siguiente:

    «Si en un momento dado, en la guerra de guerrillas, se llega al acoso de las ciudades, a penetrar de tal manera el campo circundante, que puedan establecerse, en condiciones de cierta seguridad, será necesario darles a éstas una educación especial o, mejor dicho, una organización especial». (Ernesto «Che» Guevara; La guerra de guerrillas, 1960)

    ¡Lean eso, si las guerrillas campesinas llegasen a la ciudad, podría ser, que el movimiento revolucionario de los obreros fuera activo allí en las ciudades!:

    «Su integración numérica no debe pasar de cuatro o cinco hombres. Es importante la limitación del número, porque la guerrilla suburbana debe ser considerada como situada en terrenos excepcionalmente desfavorables, donde la vigilancia del enemigo será mucho mayor y las posibilidades de represalias aumentan enormemente así como las de una delación. (...) Nunca se realizarán hechos armados sino por sorpresa sobre uno o dos miembros de la tropa enemiga o su servicio de confidentes, centralizando la acción en el sabotaje ordenado». (Ernesto «Che» Guevara; La guerra de guerrillas, 1960)

    Con razón los marxista-leninistas albaneses criticaban tanto las teorías sobre el levantamiento armado de guevaristas como de maoístas, anarquistas, y otras corrientes, ya que en ocasiones estas teorías y conceptos sobre la lucha armada iban interconectados entre estas corrientes, o una desviación de una corriente era la opuesta de la otra corriente:

    «El partido y el camarada Enver Hoxha han puesto particular atención a la más alta forma de violencia revolucionaria; el levantamiento armado, que ocupa un fenómeno importante en nuestro tiempo. No fue por casualidad que el VIIIº Congreso del PTA de 1981 enfatizó en la actitud extremadamente que los marxista-leninistas deben tomar hacia ella. Ellos nunca deben jugar al levantamiento armado, sino que deben partir del hecho que tal levantamiento armado solo debe ser puesto en el primer orden del día cuando las condiciones estén completamente maduras. El tratamiento marxista-leninista de este problema ayuda a combatir ambas actitudes tanto las nihilistas, como las que están basadas en un aventurismo pequeño burgués. Solo al tratarse bajo esa luz podemos darnos cuenta de los daños que han causado los puntos de vista maoísta sobre el «cerco desde campo a la ciudad» y el concepto de levantamiento armado como un proceso sin fin y sin perspectivas o las teorías pseudomarxistas que niegan el rol decisivo de las masas populares en la lucha y el liderazgo del partido marxista-leninista. Las tesis de nuestro partido, que consideran la estrecha vinculación de la lucha entre la ciudad y el campo bajo el liderazgo de la clase obrera y su partido revolucionario como la base del levantamiento armado refuta la teoría revisionista china que considera el campo como la única base para el levantamiento armado, mientras deja de lado la ciudad a la cual considera como el bastión de la reacción burguesa». (Stefanaq Pollo; La defensa y desarrollo de la teoría marxista-leninista de la revolución por el Partido del Trabajo de Albania, 1983)

    Segundo factor; como vemos, se reedita el concepto del revisionismo chino de que siempre la toma de poder será a partir no de una insurrección armada que tome contacto con la ciudad como con el campo, sino de una guerra de guerrillas campesina que se mantendrá en una posición inicial defensiva, mientras que las masas, e inclusive los pocos elementos de la guerrilla de la ciudad, son auxiliares del campo y sólo pueden actuar bajo ciertos límites: es el viejo concepto maoísta de que el campo cerca a las ciudades. Iósif Stalin, ya refutó el mito de la superioridad de esta teoría revisionista china, que algunos denominarían después «guerra popular prolongada», y que algunos pseudomarxistas calificarían incluso de aporte al marxismo-leninismo en cuanto a estrategia militar para el proletariado. Veamos paso a paso la crítica de Stalin a tal concepto:

    1) Señalando la diferencia primero entre una guerra de guerrillas –también llamada guerra partisana–, y una lucha armada en todo su sentido, que incluye la guerra de guerrillas de campesinos en el campo, montaña o monte y las huelgas y levantamientos de obreros, es decir actividad en ciudad y campo simultanea. Con la evidencia de una consiguiente limitación de la primera estrategia por marcos más estrechos:

    «Stalin: Con respecto a la lucha armada, debe decirse que los chinos no hablan de la lucha armada. Ellos hablan de la revolución armada. Ellos la ven como una guerra partisana con regiones liberadas y con un ejército de liberación. Esto significa que es necesario hablar de una revolución armada y de una guerra partisana, más no de una lucha armada. La expresión «lucha armada» fue mencionada primeramente en el diario Kominform. La lucha armada significa más que una guerra partisana, significa la combinación de guerra partisana del campesinado con las sublevaciones y huelgas generales de los obreros. En su escala, la guerra partisana es más estrecha que una lucha armada». (Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, Stalin; Grabación de las Discusiones de Iósif Stalin con los Representantes del Comité Central del Partido Comunista de la India, Camaradas Rao, Dange, Ghosh y Punniaiah, 9 de Febrero de 1951)

    2) Señalando, las desventajas e inconsistencia de una guerra de guerrillas sino es asistida por un Estado vecino amigo:

    «Stalin: ¿Qué es una región partisana liberada? Es enteramente una isla en el Estado. No existen bases en ésta región. Puede ser rodeada, bloqueada. No tiene bases sobre las cuales apoyarse. (...) Cada comunista en un país donde los campesinos constituyen entre un 80 a un 90% de la población; está obligado a aplicar este método [la guerra de guerrillas - Anotación de Bitácora (M-L)] en su arsenal en sus luchas. Esto es indiscutible pero también a partir de esta experiencia de los camaradas chinos, se deduce que las guerrillas partisana de las regiones liberadas presentan grandes desventajas. Estas desventajas son que las regiones partidistas son islas que siempre están expuestas a un bloqueo. Es posible romper este anillo victoriosamente solamente creando una base estable, ligada y apoyada a Estados amigos vecinos; cambiado este Estado en la propia base estable. Los chinos tomaron este paso sensible de asentarse en Manchuria. Si no hubiesen hecho esto no sé como habrían terminado las cosas. En la guerra partisana, uno no tiene la fortaleza suficiente para alcanzar la victoria. La guerra partisana conlleva a una victoria sin fallos solamente si se basa en lazos con estado vecinos amigable. Es altamente característico que hasta que los camaradas chinos alcanzaron Manchuria, no deseaban atacar, temiendo que fueran cercados; fue sólo hasta después de esta situación que comenzaron a planificar su avance y comenzaron a obtener victorias en contra de las tropas de Chiang Kai-shek. Necesitamos considerar estas desventajas de las guerras partisanas». (Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, Stalin; Grabación de las Discusiones de Iósif Stalin con los Representantes del Comité Central del Partido Comunista de la India, Camaradas Rao, Dange, Ghosh y Punniaiah, 9 de Febrero de 1951)

    3) Señalando que con la más que obvia inconexión con la ciudad de la teoría maoísta de toma de poder, Iósif Stalin recomendaba a los comunistas indios, que a diferencia de la guerra de guerrillas campesinas de Mao Zedong, desarrollaran lazos entre los campesinos y los obreros, entre la ciudad y el campo, desarrollando no una simple lucha de guerra de guerrillas en la que tomaran parte los campesinos, sino una lucha armada completa, una insurrección armada en todo su esplendor en el campo y la ciudad, de campesinos y obreros:

    «Stalin: Ustedes tendrán tales regiones y posiblemente también tal ejército pero esto es insuficiente para obtener la victoria. Necesita combinar la guerra partidista con las acciones revolucionarias de los obreros. Sin ello, la guerra partisana por sí sola no tendrá éxito. Si los camaradas indios pueden organizar seriamente huelgas generales de los trabajadores ferroviarios, eso paralizará la vida del país y el gobierno podría probarse como una ayuda enorme para la guerra partisana. Tomen al campesino, por ejemplo; y díganle ésta es tu guerra partisana y tienes que lucharla. Entonces, el campesino preguntará: ¿por qué debe esta lucha agotadora recaer solo en mí? ¿Qué harán los obreros? Él no estará de acuerdo en que debe tomar solo todo el peso de la revolución. Él es lo suficientemente inteligente. Él está consciente y sabe que todo lo malo proviene de las ciudades, de los impuestos, etc. Él querrá un aliado en la ciudad. (...) El camino chino fue bueno para China pero no es suficiente para la India donde es necesario combinar la lucha proletaria en las ciudades con la lucha de los campesinos. (...) Mao Zedong hubiese estado feliz si los obreros ferroviarios hubiesen realizado una huelga laboral y Chiang Kai-shek hubiese sido privado de la posibilidad de recibir proyectiles pero hubo una ausencia en las relaciones con los trabajadores: fue una necesidad dolorosa más no ideal. Sería ideal si ustedes se esforzaran por lograr lo que no pudieron hacer los chinos: unir la guerra de los campesinos con la lucha de la clase obrera. Dange: Casi cambiamos la teoría de la guerra partisana en una teoría que no requiere de la participación de la clase obrera. Stalin: Si Mao Zedong se enterase de esto, los maldeciría. (Risas)». (Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, Stalin; Grabación de las Discusiones de Iósif Stalin con los Representantes del Comité Central del Partido Comunista de la India, Camaradas Rao, Dange, Ghosh y Punniaiah, 9 de Febrero de 1951)

    En los casos respectivos de limitación a un actividad rural a los que se refiere Stalin como Yugoslavia y China, se añadía el problema de que a causa de la ideología pequeño burguesa de los líderes de estos partidos comunistas, la línea de tales partidos obligaba a los cuadros a evitar el trabajo en las ciudades y concentrarse en los campos, por lo que cuando en estos dos casos particulares estos partidos se encontraron –en gran parte como dice Stalin por factores externos como la asistencia externa y los acontecimientos internacionales– con el poder político en sus manos, no tenían nexos con el proletariado de las ciudades, y esto se traducía en que este poder político estaba aislado del proletariado, al cual habían ignorando durante el ejercicio de la lucha armada y el proletariado no estaba templado en la ideología comunista. Este ejemplo contrastaba con la correcta línea de los comunistas en Bulgaria y Albania donde pese a que incluso en los periodos de ocupación de las ciudades por el enemigo, se tenía un vasto campo de actividad en ellas, y en el momento de su liberación contaban con un apoyo y conciencia avanzada de un proletariado curtido en la lucha y que había aprendido a corregir sus deficiencias de los cuadros del partido. Después otros casos de análoga situación a la sino-yugoslava –guerra de guerrillas con asistencia de Estados vecinos que por factores internos y externos se corona con el triunfo de los guerrilleros– como Vietnam o Camboya, la misma carencia de formación ideológica de sus líderes sobre el tema de las ciudades-campo, legó al nuevo poder de unos partidos sin contacto con el proletariado bastante evidente.

    Tercer factor; es obvio, que hay una grandísima diferencia entre el concepto marxista-leninista de guerra de guerrillas y el concepto guevarista, anarquista o maoísta de guerra de guerrillas. En el concepto marxista-leninista; siempre dicha guerrilla sería ordenada por un partido, y la estrategia de la guerra de guerrillas sería una opción más de lucha en los momentos de la insurrección armada que combina acciones en el campo y la ciudad y siempre que sea posible a la ofensiva desde un inicio sin dejar respirar al enemigo; en el concepto revisionista, la estrategia de la guerra de guerrillas es el único método en sí para la toma de poder, no parte de otra posibilidad en cuanto a métodos de lucha, dicha guerrilla no tiene relación apenas con la ciudad, y parte siempre de guardar una posición inicial defensiva y pasiva. Esto es otro de los hechos que demuestran que ni chinos ni cubanos se basaron en las «leyes generales de la revolución proletaria»:

    «Ahora bien, la insurrección es un arte, lo mismo que la guerra o que cualquier otro arte. Está sometida a ciertas reglas que, si no se observan, dan al traste con el partido que las desdeña. Estas reglas, lógica deducción de la naturaleza de los partidos y de las circunstancias con que uno ha de tratar en cada caso, son tan claras y simples que la breve experiencia de 1848 las ha dado a conocer de sobra a los alemanes. La primera es que jamás se debe jugar a la insurrección a menos que se esté completamente preparada para afrontar las consecuencias del juego. La insurrección es una ecuación con magnitudes muy indeterminadas cuyo valor puede cambiar cada día; las fuerzas opuestas tienen todas las ventajas de organización, disciplina y autoridad habitual; si no se les puede oponer fuerzas superiores, uno será derrotado y aniquilado. La segunda es que, una vez comenzada la insurrección, hay que obrar con la mayor decisión y pasar a la ofensiva. La defensiva es la muerte de todo alzamiento armado, que está perdido antes aún de medir las fuerzas con el enemigo. Hay que atacar por sorpresa al enemigo mientras sus fuerzas aún están dispersas y preparar nuevos éxitos, aunque pequeños, pero diarios; mantener en alto la moral que el primer éxito proporcione; atraer a los elementos vacilantes que siempre se ponen del lado que ofrece más seguridad; obligar al enemigo a retroceder antes de que pueda reunir fuerzas; en suma, hay que obrar según las palabras de Danton, el maestro más grande de la política revolucionaria que se ha conocido: de l'audace, de l'audace, encore de l'audace!». (Friedrich Engels; Revolución y contrarrevolución en Alemania, 1852)

    Por ende, su estrategia de movimientos estáticos –del guevarismo y del maoísmo–, previsibles y defensivos iniciales, es opuesta al concepto de insurrección del marxismo y sus estrategias para la toma de poder, puesto que da tiempo al Estado burgués a reorganizarse rápidamente y acabar con los diferentes focos de guerrillas defensivas:

    «Al inicio, hay un grupo más o menos armado, más o menos homogéneo, que se dedica casi exclusivamente a esconderse en los lugares más agrestes, más intrincados, manteniéndose en escaso contacto con los campesinos. Da algún golpe afortunado, crece entonces su fama y algunos campesinos desposeídos de sus tierras o en lucha por conservarlas y jóvenes idealistas de otras clases van a engrosarla; adquiere mayor audacia para andar por lugares habitados, mayor contacto con la gente de la zona; repite algunos ataques, huyendo siempre después de darlos; de pronto sostiene un combate con alguna columna y destroza su vanguardia; sigue incorporando hombres, ha aumentado en número, pero su organización permanece exactamente igual, sólo que disminuyen las precauciones y se aventura sobre zonas más pobladas». (Ernesto «Che» Guevara; La guerra de guerrillas, 1960)

    Es aceptable, como decimos, que la guerra de guerrillas forme parte de la insurrección armada en algunos momentos e incluso imprescindible:

    «La lucha de guerrillas es una forma inevitable de lucha en un momento en que el movimiento de masas ha llegado ya realmente a la insurrección y en que se producen intervalos más o menos considerables entre «grandes batallas» de la guerra civil». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; Guerra de guerrillas, 1906)

    Pero volvemos a insistir, la guerra de guerrillas forma parte de la lucha armada generalizada, y no es el único método de lucha dentro de la insurrección, ni la guerrilla es usada defensivamente; por otro lado, como ya hemos visto, el marxismo-leninismo se diferencia del aventurismo al que se abraza el guevarismo:

    «Para poder triunfar, la insurrección debe apoyarse no en una conjuración, no en un partido, sino en la clase más avanzada. Esto en primer lugar. La insurrección debe apoyarse en el auge revolucionario del pueblo. Esto en segundo lugar. La insurrección debe apoyarse en aquel momento de viraje en la historia de la revolución ascensional en que la actividad de la vanguardia del pueblo sea mayor, en que mayores sean las vacilaciones en las filas de los enemigos y en las filas de los amigos débiles, a medias, indecisos, de la revolución. Esto en tercer lugar. Estas tres condiciones, previas al planteamiento del problema de la insurrección, son las que precisamente diferencian el marxismo del blanquismo». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; Marxismo e insurrección, 1917)

    Sin embargo, el guevarismo, como ya vimos en una anotación anterior, cree poder romper con estas tres condiciones; y es lo que le convierte en una doctrina aventurera, putschista:

    «La insurrección armada revolucionaria no tiene nada en común con los putschs militares. La primera tiene por objetivo lograr cambios políticos radicales; destruir el viejo régimen desde sus cimientos. Los segundos no conducen ni pueden conducir al derrocamiento del régimen de opresión y explotación o a la liquidación de la dominación imperialista. La insurrección armada se basa en el apoyo de las amplias masas populares, mientras que el putsch es expresión de la desconfianza en las masas, de la separación de ellas. Las tendencias putschistas en la política y en la actividad de un partido que se hace llamar partido de la clase obrera constituyen una desviación del marxismo-leninismo. De acuerdo con las condiciones concretas de un país y con la situación en general, la insurrección armada puede ser un estallido repentino o un proceso revolucionario más largo, pero no sin fin y sin perspectiva (...) Ateniéndose sin vacilar a las enseñanzas del marxismo-leninismo sobre la revolución violenta como ley general, el partido revolucionario de la clase obrera es resuelto adversario del aventurerismo y jamás juega con la insurrección armada. Desarrolla sin cesar pues, en todas las condiciones y circunstancias, diversas formas de lucha y actividad revolucionarias a fin de prepararse a sí mismo y preparar a las masas para las batallas decisivas en la revolución, para poner fin a la dominación de la burguesía mediante la violencia revolucionaria. Pero, sólo cuando la situación revolucionaria está por completo madura, pone directamente la insurrección armada al orden del día y adopta todas las medidas políticas, ideológicas, organizativas y militares para llevarla a la victoria». (Enver Hoxha; El imperialismo y la revolución, 1978)

    Los movimientos castrista-guevaristas, sin embargo, no toman en cuenta las situaciones y exigencias que hemos visto; y que Engels y Lenin calificaban de imprescindibles para «no jugar a la insurrección armada». Estos factores se tradujeron en negar la hegemonía del proletaria en la lucha armada y la toma de poder, en montar «focos» de guerrillas «sin ton ni son», sin tener en cuenta las condiciones objetivas y subjetivas existentes, en abandonar las ciudades prácticamente a su suerte para basarse solo en el campo, y en ocasiones también realizar acciones armadas puntuales con un abuso de la figura del atentado cuando veían que por todo lo anterior no avanzaban en la lucha armada; esto resultaría en el desprestigio del comunismo ante las masas, y sería la marca común tanto de guerrillas tanto guevaristas como maoístas en América y en el mundo. Por ende los pretendidos «marxista-leninistas» que hoy día reclaman que: o bien la «guerra popular prolongada» o bien el «foquismo» son la teoría estratégica-militar del proletariado, no puede más que causarnos una «jarta» de risa.

    Los comunistas leninistas albaneses sabían que desligarse de la larga lista de todo este tipo de concepciones –que existían en los 40 pero bajo otros movimientos como el trotskismo o el anarquismo albanés– era un requisito indispensable para una correcta comprensión de la lucha de clases y la cuestión de la toma de poder en Albania. Y una vez conquistado el poder político, comprendieron que también era menester que cada partido marxista-leninistas aún no en el poder hiciera el mismo ejercicio en sus respectivos países, ya que ni la «guerra popular prolongada» maoísta ni el «foco» guevarista ni las ideas anarquistas, trotskistas o luxemburgistas tenían nada que ver con la teoría y práctica marxista-leninista de la lucha de clases, el uso de la violencia y la toma de poder:

    «Las ideas del camarada Enver Hoxha y la experiencia del partido en el levantamiento armado, la guerra popular y la creación del ejército revolucionario tienen gran valor a día de hoy, tanto para la cuestión de la defensa de nuestra patria socialista como para los movimiento revolucionarios de liberación presentes, porque ellas se oponen, desde posiciones marxismo-leninistas a las diversas predicas y prácticas maoistas, foquistas, anarquistas, terroristas, y otras sobre la lucha armada, las cuales han causado y siguen causando colosales daños a la causa de la revolución y la liberación de los pueblos». (Simon Ballabani; Las enseñanzas del partido y del camarada Enver Hoxha sobre la liberación del país y la defensa de la patria socialista, 1983) (Anotaciones de Bitácora (M-L) a la obra de Enver Hoxha: El puño de los comunistas marxista-leninistas también debe golpear enérgicamente al aventurerismo de izquierda, como engendro del revisionismo moderno, 21 de octubre de 1968, 20 de febrero de 2015)

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