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    El Papa Francisco en Cuba (Septiembre de 2015)

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    El Papa Francisco en Cuba (Septiembre de 2015) Empty El Papa Francisco en Cuba (Septiembre de 2015)

    Mensaje por La Brujula Mar Sep 22, 2015 5:59 pm

    Homilía del Papa Francisco en la Habana, 20 de septiembre de 2015
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    El Evangelio nos presenta a Jesús haciéndole una pregunta aparentemente indiscreta a sus discípulos: «¿De qué discutían por el camino?». Una pregunta que también puede hacernos hoy: ¿De qué hablan cotidianamente? ¿Cuáles son sus aspiraciones? «Ellos –dice el Evangelio– no contestaron, pues por el camino habían discutido sobre quién era el más importante».

    Los discípulos tenían vergüenza de decirle a Jesús de lo que hablaban. En los discípulos de ayer, como en nosotros hoy, nos puede acompañar la misma discusión: ¿Quién es el más importante? Jesús no insiste con la pregunta, no los obliga a responderle de qué hablaban por el camino, pero la pregunta permanece no solo en la mente, sino también en el corazón de los discípulos.

    ¿Quién es el más importante? Una pregunta que nos acompañará toda la vida y en las distintas etapas seremos desafiados a responderla. No podemos escapar a esta pregunta, está grabada en el corazón. Recuerdo más de una vez en reuniones familiares preguntar a los hijos: ¿A quién querés más, a papá o a mamá? Es como preguntarle: ¿Quién es más importante para vos? ¿Es tan solo un simple juego de niños esta pregunta? La historia de la humanidad ha estado marcada por el modo de cómo se responde a esta pregunta.

    Jesús no le teme a las preguntas de los hombres; no le teme a la humanidad ni a las distintas búsquedas que ésta realiza. Al contrario, Él conoce los «recovecos» del corazón humano, y como buen pedagogo está dispuesto a acompañarnos siempre. Fiel a su estilo, asume nuestras búsquedas, aspiraciones y les da un nuevo horizonte. Fiel a su estilo, logra dar una respuesta capaz de plantear un nuevo desafío, descolocando «las respuestas esperadas» o lo aparentemente establecido. Fiel a su estilo, Jesús siempre plantea la lógica del amor. Una lógica capaz de ser vivida por todos, porque es para todos.

    Lejos de todo tipo de elitismo, el horizonte de Jesús no es para unos pocos privilegiados capaces de llegar al «conocimiento deseado» o a distintos niveles de espiritualidad. El horizonte de Jesús, siempre es una oferta para la vida cotidiana también aquí en «nuestra isla»; una oferta que siempre hace que el día a día tenga cierto sabor a eternidad.

    ¿Quién es el más importante? Jesús es simple en su respuesta: «Quien quiera ser el primero, importante, que sea el último de todos y el servidor de todos». Quien quiera ser grande, que sirva a los demás, no que se sirva de los demás.

    Esta es la gran paradoja de Jesús. Los discípulos discutían quién ocuparía el lugar más importante, quién sería seleccionado como el privilegiado. Eran los discípulos, los más cercanos a Jesús y discutían sobre eso. Quién estaría exceptuado de la ley común, de la norma general, para destacarse en un afán de superioridad sobre los demás. Quién escalaría más pronto para ocupar los cargos que darían ciertas ventajas. Jesús les trastoca su lógica diciéndoles sencillamente que la vida auténtica se vive en el compromiso concreto con el prójimo. Es decir, sirviendo.

    La invitación al servicio posee una peculiaridad a la que debemos estar atentos. Servir significa, en gran parte, cuidar la fragilidad. Servir significa cuidar a los frágiles de nuestras familias, de nuestra sociedad, de nuestro pueblo. Son los rostros sufrientes, desprotegidos y angustiados a los que Jesús propone mirar e invita concretamente a amar. Amor que se plasma en acciones y decisiones. Amor que se manifiesta en las distintas tareas que como ciudadanos estamos invitados a desarrollar.

    Son personas de carne y hueso, con su vida, su historia y especialmente con su fragilidad, son las que estamos invitados por Jesús a defender, a cuidar y a servir. Porque ser cristiano entraña servir la dignidad de sus hermanos, luchar por la dignidad de sus hermanos y vivir para la dignidad de sus hermanos. Por eso, el cristiano es invitado siempre a dejar de lado sus búsquedas, afanes, deseos de omnipotencia ante la mirada concreta de los más frágiles.

    Hay un «servicio» que sirve; pero debemos cuidarnos del otro servicio, de la tentación del «servicio» que «se» sirve de los otros. Hay una forma de ejercer el servicio que tiene como interés el beneficiar a los «míos», en nombre de lo «nuestro». Ese servicio siempre deja a los «tuyos» por fuera, generando una dinámica de exclusión.

    Todos estamos llamados por vocación cristiana al servicio que sirve y a ayudarnos mutuamente a no caer en las tentaciones del «servicio que se sirve». Todos estamos invitados, estimulados por Jesús a hacernos cargo los unos de los otros por amor. Y esto sin mirar de costado para ver lo que el vecino hace o ha dejado de hacer. Jesús nos dice: «Quien quiera ser el primero, que sea el último y el servidor de todos». Ese va a ser el primero. No dice, si tu vecino quiere ser el primero que sirva.

    Debemos cuidarnos de la mirada enjuiciadora y animarnos a creer en la mirada transformadora a la que nos invita Jesús. Este hacernos cargo por amor no apunta a una actitud de servilismo, por el contrario, pone en el centro la cuestión al hermano: el servicio siempre mira el rostro del hermano, toca su carne, siente su projimidad y hasta en algunos casos la «padece» y busca su promoción como ser humano. Por eso nunca el servicio es ideológico, ya que no se sirve a ideas, sino que se sirve a las personas.

    El santo Pueblo fiel de Dios que camina en Cuba, es un pueblo que tiene gusto por la fiesta, por la amistad, por las cosas bellas. Es un pueblo que camina, que canta y alaba. Es un pueblo que tiene heridas, como todo pueblo, pero que sabe estar con los brazos abiertos, que marcha con esperanza, porque su vocación es de grandeza. Así la sembraron sus próceres.

    Hoy los invito a que cuiden esa vocación, a que cuiden estos dones que Dios les ha regalado, pero especialmente quiero invitarlos a que cuiden y sirvan, de modo especial, la fragilidad de sus hermanos. No los descuiden por proyectos que puedan resultar seductores, pero que se desentienden del rostro del que está a su lado. Nosotros conocemos, somos testigos de la «fuerza imparable» de la resurrección, que «provoca por todas partes gérmenes de ese mundo nuevo» (cf. Evangelii gaudium, 276.278).

    No nos olvidemos de la Buena Nueva de hoy: la importancia de un pueblo, de una nación; la importancia de una persona siempre se basa en cómo sirve la fragilidad de sus hermanos. En eso encontramos uno de los frutos de una verdadera humanidad.

    Porque queridos hermanos y hermanos: «Quien no vive para servir, no sirve para vivir».


    Última edición por La Brujula el Miér Sep 23, 2015 9:44 pm, editado 2 veces
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    El Papa Francisco en Cuba (Septiembre de 2015) Empty Re: El Papa Francisco en Cuba (Septiembre de 2015)

    Mensaje por La Brujula Mar Sep 22, 2015 6:02 pm

    Homilía del Papa Francisco en Holguín, 21 de septiembre de 2015
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    Celebramos la fiesta del apóstol y evangelista San Mateo. Celebramos la historia de una conversión. Él mismo, en su evangelio, nos cuenta cómo fue el encuentro que marcó su vida, él nos introduce en un «juego de miradas» que es capaz de transformar la historia.

    Un día, como otro cualquiera, mientras estaba sentado en la mesa de la recaudación de los impuestos, Jesús pasaba, lo vio, se acercó y le dijo: «“Sígueme”. Y él, levantándose, lo siguió».

    Jesús lo miró. Qué fuerza de amor tuvo la mirada de Jesús para movilizar a Mateo como lo hizo; qué fuerza han de haber tenido esos ojos para levantarlo. Sabemos que Mateo era un publicano, es decir, recaudaba impuestos de los judíos para dárselos a los romanos. Los publicanos eran mal vistos e incluso considerados pecadores, y por eso vivían apartados y despreciados por los demás. Con ellos no se podía comer, ni hablar, ni orar. Eran traidores para el pueblo: le sacaban a su gente para dárselo a otros. Los publicanos pertenecían a esta categoría social.

    Y Jesús se detuvo, no pasó de largo precipitadamente, lo miró sin prisa, lo miró con paz. Lo miró con ojos de misericordia; lo miró como nadie lo había mirado antes. Y esa mirada abrió su corazón, lo hizo libre, lo sanó, le dio una esperanza, una nueva vida como a Zaqueo, a Bartimeo, a María Magdalena, a Pedro y también a cada uno de nosotros.

    Aunque no nos atrevemos a levantar los ojos al Señor, Él siempre nos mira primero. Es nuestra historia personal; al igual que muchos otros, cada uno de nosotros puede decir: yo también soy un pecador en el que Jesús puso su mirada. Los invito a que hoy en sus casas, o en la iglesia, estén tranquilos, solos. Hagan un momento de silencio para recordar con gratitud y alegría aquellas circunstancias, aquel momento en que la mirada misericordiosa de Dios se posó en nuestra vida.

    Su amor nos precede, su mirada se adelanta a nuestra necesidad. Él sabe ver más allá de las apariencias, más allá del pecado, más allá del fracaso o de la indignidad. Sabe ver más allá de la categoría social a la que podemos pertenecer. Él ve más allá de todo eso, él ve esa dignidad de hijo que todos tenemos, tal vez ensuciada por el pecado, pero siempre presente en el fondo de nuestra alma. Es nuestra dignidad de hijos. Él ha venido precisamente a buscar a todos aquellos que se sienten indignos de Dios, indignos de los demás. Dejémonos mirar por Jesús, dejemos que su mirada recorra nuestras calles, dejemos que su mirada nos devuelva la alegría, la esperanza, el gozo de la vida.

    Después de mirarlo con misericordia, el Señor le dijo a Mateo: «Sígueme». Y Mateo se levantó y lo siguió. Después de la mirada, la palabra. Tras el amor, la misión. Mateo ya no es el mismo; interiormente ha cambiado. El encuentro con Jesús, con su amor misericordioso, lo transformó. Y atrás queda el banco de los impuestos, el dinero, su exclusión. Antes él esperaba sentado para recaudar, para sacarle a los otros, ahora con Jesús tiene que levantarse para dar, para entregar, para entregarse a los demás. Jesús lo miró y Mateo encontró la alegría en el servicio.

    Para Mateo, y para todo el que sintió la mirada de Jesús, sus conciudadanos no son aquellos a los que «se vive», se usa y se abusa. La mirada de Jesús genera una actividad misionera, de servicio, de entrega. Sus conciudadanos son aquellos a quien sirve. Su amor cura nuestras miopías y nos estimula a mirar más allá, a no quedarnos en las apariencias o en lo políticamente correcto.

    Jesús va delante, nos precede, abre el camino y nos invita a seguirlo. Nos invita a ir lentamente superando nuestros preconceptos, nuestras resistencias al cambio de los demás e incluso de nosotros mismos. Nos desafía día a día con una pregunta: ¿Crees? ¿Crees que es posible que un recaudador se transforme en servidor? ¿Crees que es posible que un traidor se vuelva un amigo? ¿Crees que es posible que el hijo de un carpintero sea el Hijo de Dios? Su mirada transforma nuestras miradas, su corazón transforma nuestro corazón. Dios es Padre que busca la salvación de todos sus hijos.

    Dejémonos mirar por el Señor en la oración, en la Eucaristía, en la Confesión, en nuestros hermanos, especialmente en aquellos que se sienten dejados, más solos. Y aprendamos a mirar como Él nos mira. Compartamos su ternura y su misericordia con los enfermos, los presos, los ancianos o las familias en dificultad. Una y otra vez somos llamados a aprender de Jesús que mira siempre lo más auténtico que vive en cada persona, que es precisamente la imagen de su Padre.

    Sé con qué esfuerzo y sacrificio la Iglesia en Cuba trabaja para llevar a todos, aún en los sitios más apartados, la palabra y la presencia de Cristo. Una mención especial merecen las llamadas «casas de misión» que, ante la escasez de templos y de sacerdotes, permiten a tantas personas poder tener un espacio de oración, de escucha de la Palabra, de catequesis y vida de comunidad. Son pequeños signos de la presencia de Dios en nuestros barrios y una ayuda cotidiana para hacer vivas las palabras del apóstol Pablo: «Les ruego que anden como pide la vocación a la que han sido convocados. Sean siempre humildes y amables, sean comprensivos, sobrellevándose mutuamente con amor; esfuércense en mantener la unidad del Espíritu con el vínculo de la paz» (Ef 4,2).

    Deseo dirigir ahora la mirada a la Virgen María, Virgen de la Caridad del Cobre, a quien Cuba acogió en sus brazos y le abrió sus puertas para siempre, y a ella le pido que mantenga sobre todos y cada uno de los hijos de esta noble nación su mirada maternal y que esos «sus ojos misericordiosos» estén siempre atentos a cada uno de ustedes, sus hogares, sus familias, a las personas que puedan estar sintiendo que para ellos no hay lugar. Que ella nos guarde a todos como cuidó a Jesús en su amor. Y que ella nos enseñe a mirar a los demás como Jesús nos miró a cada uno de nosotros.
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    Mensaje por La Brujula Mar Sep 22, 2015 6:19 pm

    Discurso que el Papa Francisco no leyó en el encuentro con los jóvenes de Cuba
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    Queridos amigos:

    Siento una gran alegría de poder estar con ustedes precisamente aquí en este Centro cultural, tan significativo para la historia de Cuba. Doy gracias a Dios por haberme concedido la oportunidad de tener este encuentro con tantos jóvenes que, con su trabajo, estudio y preparación, están soñando y también haciendo ya realidad el mañana de Cuba.

    Agradezco a Leonardo sus palabras de saludo, y especialmente porque, pudiendo haber hablado de muchas otras cosas, ciertamente importantes y concretas, como las dificultades, los miedos, las dudas –tan reales y humanas–, nos ha hablado de esperanza, de esos sueños e ilusiones que anidan con fuerza en el corazón de los jóvenes cubanos, más allá de sus diferencias de formación, de cultura, de creencias o de ideas. Gracias, Leonardo, porque yo también, cuando los miro a ustedes, la primera cosa que me viene a la mente y al corazón es la palabra esperanza. No puedo concebir a un joven que no se mueva, que esté paralizado, que no tenga sueños ni ideales, que no aspire a algo más.

    Pero, ¿cuál es la esperanza de un joven cubano en esta época de la historia? Ni más ni menos que la de cualquier otro joven de cualquier parte del mundo. Porque la esperanza nos habla de una realidad que está enraizada en lo profundo del ser humano, independientemente de las circunstancias concretas y los condicionamientos históricos en que vive. Nos habla de una sed, de una aspiración, de un anhelo de plenitud, de vida lograda, de un querer tocar lo grande, lo que llena el corazón y eleva el espíritu hacia cosas grandes, como la verdad, la bondad y la belleza, la justicia y el amor. Sin embargo, eso comporta un riesgo. Requiere estar dispuestos a no dejarse seducir por lo pasajero y caduco, por falsas promesas de felicidad vacía, de placer inmediato y egoísta, de una vida mediocre, centrada en uno mismo, y que sólo deja tras de sí tristeza y amargura en el corazón. No, la esperanza es audaz, sabe mirar más allá de la comodidad personal, de las pequeñas seguridades y compensaciones que estrechan el horizonte, para abrirse a grandes ideales que hacen la vida más bella y digna. Yo le preguntaría a cada uno de ustedes: ¿Qué es lo que mueve tu vida? ¿Qué hay en tu corazón, dónde están tus aspiraciones? ¿Estás dispuesto a arriesgarte siempre por algo más grande?

    Tal vez me pueden decir: «Sí, Padre, la atracción de esos ideales es grande. Yo siento su llamado, su belleza, el brillo de su luz en mi alma. Pero, al mismo tiempo, la realidad de mi debilidad y de mis pocas fuerzas es muy fuerte para decidirme a recorrer el camino de la esperanza. La meta es muy alta y mis fuerzas son pocas. Mejor conformarse con poco, con cosas tal vez menos grandes pero más realistas, más al alcance de mis posibilidades». Yo comprendo esta reacción, es normal sentir el peso de lo arduo y difícil, sin embargo, cuidado con caer en la tentación de la desilusión, que paraliza la inteligencia y la voluntad, ni dejarnos llevar por la resignación, que es un pesimismo radical frente a toda posibilidad de alcanzar lo soñado. Estas actitudes al final acaban o en una huida de la realidad hacia paraísos artificiales o en un encerrarse en el egoísmo personal, en una especie de cinismo, que no quiere escuchar el grito de justicia, de verdad y de humanidad que se alza a nuestro alrededor y en nuestro interior.

    Pero, ¿qué hacer? ¿Cómo hallar caminos de esperanza en la situación en que vivimos? ¿Cómo hacer para que esos sueños de plenitud, de vida auténtica, de justicia y verdad, sean una realidad en nuestra vida personal, en nuestro país y en el mundo? Pienso que hay tres ideas que pueden ser útiles para mantener viva la esperanza.

    La esperanza, un camino hecho de memoria y discernimiento. La esperanza es la virtud del que está en camino y se dirige a alguna parte. No es, por tanto, un simple caminar por el gusto de caminar, sino que tiene un fin, una meta, que es la que da sentido e ilumina el sendero. Al mismo tiempo, la esperanza se alimenta de la memoria, abarca con su mirada no sólo el futuro sino el pasado y el presente. Para caminar en la vida, además de saber a dónde queremos ir es importante saber también quiénes somos y de dónde venimos. Una persona o un pueblo que no tiene memoria y borra su pasado corre el riesgo de perder su identidad y arruinar su futuro. Se necesita por tanto la memoria de lo que somos, de lo que forma nuestro patrimonio espiritual y moral. Creo que esa es la experiencia y la enseñanza de ese gran cubano que fue el Padre Félix Varela. Y se necesita también el discernimiento, porque es esencial abrirse a la realidad y saber leerla sin miedos ni prejuicios. No sirven las lecturas parciales o ideológicas, que deforman la realidad para que entre en nuestros pequeños esquemas preconcebidos, provocando siempre desilusión y desesperanza. Discernimiento y memoria, porque el discernimiento no es ciego, sino que se realiza sobre la base de sólidos criterios éticos, morales, que ayudan a discernir lo que es bueno y justo.

    La esperanza, un camino acompañado. Dice un proverbio africano: «Si quieres ir deprisa, ve solo; si quieres ir lejos, ve acompañado». El aislamiento o la clausura en uno mismo nunca generan esperanza, en cambio, la cercanía y el encuentro con el otro, sí. Solos no llegamos a ninguna parte. Tampoco con la exclusión se construye un futuro para nadie, ni siquiera para uno mismo. Un camino de esperanza requiere una cultura del encuentro, del diálogo, que supere los contrastes y el enfrentamiento estéril. Para ello, es fundamental considerar las diferencias en el modo de pensar no como un riesgo, sino como una riqueza y un factor de crecimiento. El mundo necesita esta cultura del encuentro, necesita de jóvenes que quieran conocerse, que quieran amarse, que quieran caminar juntos y construir un país como lo soñaba José Martí: «Con todos y para el bien de todos».

    La esperanza, un camino solidario. La cultura del encuentro debe conducir naturalmente a una cultura de la solidaridad. Aprecio mucho lo que ha dicho Leonardo al comienzo cuando ha hablado de la solidaridad como fuerza que ayuda a superar cualquier obstáculo. Efectivamente, si no hay solidaridad no hay futuro para ningún país. Por encima de cualquier otra consideración o interés, tiene que estar la preocupación concreta y real por el ser humano, que puede ser mi amigo, mi compañero, o también alguien que piensa distinto, que tiene sus ideas, pero que es tan ser humano y tan cubano como yo mismo.

    No basta la simple tolerancia, hay que ir más allá y pasar de una actitud recelosa y defensiva a otra de acogida, de colaboración, de servicio concreto y ayuda eficaz. No tengan miedo a la solidaridad, al servicio, al dar la mano al otro para que nadie se quede fuera del camino.

    Este camino de la vida está iluminado por una esperanza más alta: la que nos viene de la fe en Cristo. Él se ha hecho nuestro compañero de viaje, y no sólo nos alienta sino que nos acompaña, está a nuestro lado y nos tiende su mano de amigo. Él, el Hijo de Dios, ha querido hacerse uno como nosotros, para recorrer también nuestro camino. La fe en su presencia, su amor y su amistad, encienden e iluminan todas nuestras esperanzas e ilusiones. Con Él, aprendemos a discernir la realidad, a vivir el encuentro, a servir a los demás y a caminar en la solidaridad.

    Queridos jóvenes cubanos, si Dios mismo ha entrado en nuestra historia y se ha hecho hombre en Jesús, si ha cargado en sus hombros con nuestra debilidad y pecado, no tengan miedo a la esperanza, no tengan miedo al futuro, porque Dios apuesta por ustedes, cree en ustedes, espera en ustedes.

    Queridos amigos, gracias por este encuentro. Que la esperanza en Cristo su amigo les guíe siempre en su vida. Y, por favor, no se olviden de rezar por mí. Que el Señor los bendiga.
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    El Papa Francisco en Cuba (Septiembre de 2015) Empty Re: El Papa Francisco en Cuba (Septiembre de 2015)

    Mensaje por La Brujula Mar Sep 22, 2015 6:22 pm

    Vísperas del Papa con sacerdotes, religiosos, y seminaristas en La Habana
    [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]

    El Cardenal Jaime nos habló de pobreza y la hermana Yailenys nos habló del más pequeño, de los más pequeños, son todos niños. Yo tenía preparada una homilía para decir ahora en base a los textos bíblicos pero cuando hablan los profetas y todo sacerdote es profeta, todo bautizado es profeta, todo consagrado es profeta, vamos a hacerle caso a ellos y entonces yo le voy a dar la homilía al Cardenal Jaime para que se las haga llegar a ustedes y la publiquen y después la meditan; y ahora charlemos un poquito sobre lo que dijeron estos dos profetas.

    Al Cardenal Jaime, se le ocurrió pronunciar una palabra muy incómoda, sumamente incómoda, que incluso va de contramano con toda la "estructura cultural" del mundo, dijo pobreza, la repitió varias veces.

    Pienso que el Señor quiso que la escucháramos varias veces y la recibiéramos en el corazón.

    El espíritu mundano no la conoce, no la quiere, la esconde, no por pudor, sino por desprecio, y si tiene que pecar y ofender a Dios para que no le llegue la pobreza lo hace, el espíritu del mundo no ama el camino del hijo de Dios que se vació a sí mismo, se hizo pobre, se hizo nada, se humilló para ser uno de nosotros.

    La pobreza que le dio miedo a aquel muchacho, tan generoso, había cumplido todos los mandamientos, y cuando Jesús le dijo mira, vende todo lo que tienes y dáselo a los pobres, se puso triste y tuvo miedo a la pobreza.

    La pobreza siempre tratamos de escamotearla, sea por cosas razonables... pero estoy hablando de escamotearla en el corazón, que hay que saber administrar los bienes, es una obligación, los bienes son un don de Dios, pero cuando esos bienes entran en el corazón y te empiezan a

    conducir la vida, ahí perdiste, ya no eres como Jesús, tienes tu seguridad donde la tenía el joven triste, el que se fue entristecido.

    Ustedes sacerdotes, consagrados, consagradas, creo que les puede servir, lo que decía San Ignacio, y esto no es propaganda publicitaria de familia no,.. pero él decía que la pobreza era el muro y la madre de la vida consagrada; era la madre porque engendraba más confianza en Dios y era el muro porque la protegía de toda mundanidad.

    Cuántas almas destruidas, almas generosas como la del joven entristecido que empezaron bien y después se le fue apegando el amor a esa mundanidad rica y terminaron mal, es decir mediocres, terminaron sin amor, porque la riqueza pauperiza, pero pauperiza mal, nos quita lo mejor que tenemos, nos hace pobres en la única riqueza que vale la pena para poner la

    seguridad en lo otro.

    El espíritu de pobreza, el espíritu de despojo, el espíritu de dejarlo todo para seguir a Jesús, esto de dejarlo todo no lo invento yo, varias veces aparece en el Evangelio, en el llamado de los primeros que dejaron la barca, las redes y lo siguieron, los que dejaron todo para seguir a Jesús.

    Una vez me contaba un viejo cura sabio, hablando de cuando se mete el espíritu de riqueza, de mundanidad rica en el corazón de un consagrado, de una consagrada, de un sacerdote, de un Obispo, de un Papa, lo que sea. Dice que cuando uno empieza a juntar plata y para asegurarse el futuro, ¿no es cierto? entonces el futuro no está en Jesús, está en una compañía de seguros de tipo espiritual que yo manejo ¿no? Entonces, cuando, por ejemplo, cuando una congregación religiosa, por poner un ejemplo me decía él, empieza a juntar plata y ahorrar y ahorrar,.. Dios es tan bueno, que le manda un ecónomo desastroso que las lleva a la quiebra. Son de las mejores bendiciones de Dios a su Iglesia, los ecónomos desastrosos, porque la hacen libre, la hacen pobre, nuestra Santa Madre Iglesia es pobre, Dios la quiere pobre, como quiso pobre a Nuestra Santa Madre María.

    Amen la pobreza como a madre, y simplemente les sugiero si alguno de ustedes tiene ganas de preguntarse cómo está mi espíritu de pobreza, cómo está mi despojo interior, creo que puede hacer bien a nuestra vida consagrada, a nuestra vida presbiteral, después de todo no nos olvidemos que es la primera de las Bienaventuranzas: “Felices los pobres de espíritu”, los que no están apegados a las riquezas, a los poderes de este mundo.

    Y la hermana nos hablaba de los últimos, de los más pequeños que aunque sean grandes unos terminan tratándolos como niños porque se presentan como niños. El más pequeño, es una frase de Jesús esa, el que está en el protocolo sobre el cual vamos a ser juzgados: “Lo que hiciste al más pequeño de estos hermanos me lo hiciste a mí”.

    Hay servicios pastorales pueden ser más gratificantes desde el punto de vista humano sin ser malos ni mundanos, pero cuando uno busca en la preferencia interior al más pequeño, al más abandonado, al más enfermo, al que nadie tiene en cuenta, al que nadie quiere, el más pequeño y sirve al más pequeño, está sirviendo a Jesús de manera superlativa.

    A vos te mandaron donde no querías ir y lloraste, lloraste porque no te gustaba lo cual no quiere decir que seas una monja llorona no, Dios nos libre de las monjas lloronas que siempre se están lamentando, eso no es mío eso lo decía Santa Teresa ¿eh? a sus monjas, es de ella, “Guay de aquellas monjas que anda todo el día lamentándose porque me hicieron una injusticia.” En el lenguaje castellano de la época decía guay de la monja que anda diciendo: “Hiciéronme sin razón”. Vos lloraste porque eras joven, tenías otras ilusiones, pensabas quizás que un colegio podías hacer más cosas, que podías organizar futuros para la juventud, te mandaron ahí, casa de misericordia, donde la ternura y la misericordia del Padre se hace más patente, donde la ternura y la misericordia de Dios se hace caricia.

    Cuántas religiosas y religiosos queman y repito, luego queman su vida acariciando material de descarte, acariciando a quienes el mundo descarta, a quienes el mundo desprecia, a quienes el mundo prefiere que no estén, a quienes el mundo hoy dia con métodos de análisis nuevos que hay, cuando se prevé que puede venir con una enfermedad degenerativa se propone mandarlo de vuelta antes de que nazca, el más pequeño y una chica joven llena de ilusiones empieza su vida consagrada haciendo viva la ternura de Dios y su misericordia.

    A veces no entienden, no saben, pero qué linda para Dios y qué bien que hace a uno por ejemplo la sonrisa de un espástico que no sabe cómo hacerla o cuando te quieren besar y te babosean la cara, esa es la ternura de Dios, esa es la misericordia de Dios. O cuando están enojados y te dan un golpe... y quemar mi vida así con material de descarte a los ojos del mundo, eso nos habla solamente de una persona, nos habla de Jesús que por pura misericordia del Padre se hizo nada, se anonadó, dice el texto de Filipenses capítulo dos: “Se hizo nada”, y esta gente a quien vos dedicas tu vida, imitan a Jesús, no porque lo quisieron, sino porque el mundo los trajo así, son nada y se les esconden, no se los muestra o no se los visita, y si puede y todavía se está a tiempo se los manda de vuelta.

    Gracias por los que hacés y en vos gracias todas estas mujeres y a tantas mujeres consagradas al servicio de lo inútil porque no se puede hacer ninguna empresa, no se pueda ganar plata, no se puede llevar adelante absolutamente nada "constructivo" con esos hermanos nuestros, con los menores, con los más pequeños, ahí resplandece Jesús y ahí resplandece mi opción por Jesús, gracias a vos y a todos los consagrados y consagradas que hacen esto.

    Padre yo no soy monja, yo no cuido enfermos, yo soy cura y tengo una parroquia o ayudo a un párroco. ¿Cuál es mi Jesús predilecto? ¿Cuál es el más pequeño? ¿Cuál es aquél que muestra más la misericordia del Padre? ¿Dónde lo tengo que encontrar?

    Obviamente, sigo recorriendo el protocolo de Mateo 25. Ahí los tienes a todos, en el hambriento, en el preso, en el enfermo, ahí los vas a encontrar, pero hay un lugar privilegiado para el sacerdote donde aparece ese último, ese mínimo, el más pequeño y es el confesionario.

    Y ahí cuando ese hombre o esa mujer te muestra su miseria. Ojo que es la misma que tienes tú y que Dios te salvó ¿eh? de no llegar hasta ahí. Cuando te muestra su miseria, ¡por favor! no lo retes, no la retes, no lo castigues. Si no tienes pecado, pues tírale la primera piedra, pero solamente con esa condición, sino piensa en tus pecados y piensa que tú puedes ser esa persona, piensa que tú potencialmente puedes llegar más bajo todavía y piensa que tú en ese momento tienes un tesoro en las manos en tus manos que es la misericordia del Padre.

    Por favor, a los sacerdotes, no se cansen de perdonar, sean perdonadores, no se cansen de perdonar como lo hacía Jesús. No se escondan en miedos o en rigideces. Así como esta monja y todas las que están en su mismo trabajo no se ponen furiosas cuando encuentran al enfermo sucio, mal sino que lo sirven, lo limpian, lo cuidan, así tú cuando te llega el penitente no te pongas mal, no te pongas neurótico, no lo eches del confesionario, no lo retes.

    Jesús los abrazaba, Jesús los quería. Mañana festejamos San Mateo ¡Cómo robaba ese! y además ¡cómo traicionaba a su pueblo! y dice el Evangelio que a la noche Jesús fue a cenar con él y otros como él. San Ambrosio tiene una frase que a mí me conmueve mucho: “Donde hay misericordia, está el Espíritu de Jesús, donde hay rigidez están solamente sus ministros”. Hermano sacerdote, hermano obispo, no le tengas miedo a la misericordia, deja que fluya por tus manos y por tu abrazo de perdón. Porque ese o esa que están ahí son el más pequeño y por lo tanto es Jesús. Esto es lo que se me ocurre decir después de haber escuchado a estos dos profetas.

    Que el Señor nos conceda estas gracias que ellos dos han sembrado en nuestro corazón: Pobreza y Misericordia, porque ahí está Jesús.
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    Mensaje por La Brujula Mar Sep 22, 2015 6:27 pm

    Testimonio de Leonardo Manuel Fernández Otaño, joven católico universitario, ante el Papa Francisco en encuentro con los jóvenes en el Centro Cultural Padre Félix Varela.
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    Querido Papa Francisco:

    Aquí hoy estamos los jóvenes cubanos, somos muchachas y muchachos de líos profundos, que a veces nos llevan a perder la fe, pero a pesar de estos problemas sabemos superarlos y crecernos ante las adversidades de esta difícil realidad socioeconómica que nos tocó vivir. Somos chicos y chicas que montan en “P” (nuestro transporte público) para ir al trabajo o a la universidad; pero esta vida agitada no nos hace perder la alegría de vivir, la cual queremos compartir con usted, nuestro padre y pastor. Ante ti querido papa Francisco hay jóvenes diversos y plurales, cristianos de todas las denominaciones, practicantes de religiones afrocubanas, creyentes de fe sencilla, profunda y no institucionalizada, no creyentes. Pero algo nos une ante esta diferencia de pensamiento que van desde la ideología, la religión hasta cualquier otra forma de proyección ante la vida: lo que nos une es la esperanza en un futuro de cambios profundos para Cuba, donde nuestro país sea un hogar que acoja a todos sus hijos, piensen como piensen y estén donde estén.

    Las limitantes de los jóvenes cubanos son muchas, las mismas que enfrentan los jóvenes de otras latitudes, y otras típicas de nuestra realidad, pero no queremos gastar nuestro tiempo con usted en esto que todos sabemos. En este ratito que nos dedica de manera especial, hay algo que decirle, nuestra gran fortaleza radica en mantener a toda costa nuestra solidaridad, que nos ayuda a caminar a paso decidido por encima de cualquier obstáculo.

    Hoy no solo queremos presentarle nuestros sueños, sino queremos pedirle su oración por nuestro país, por nuestras familias cubanas, por nuestros amigos y conocidos que están en este país o que han inmigrado. Le queremos pedir algo especial: que renueve en nosotros la esperanza de que se puede crecer, estudiar, trabajar, caminar, soñar y ser feliz en esta compleja realidad que nos tocó vivir. Ayúdenos, Santo Padre, a ser jóvenes que sepamos acoger al que piensa diferente, que no nos encerremos en los conventillos de las religiones o las ideología, que podamos crecernos ante el individualismo y la indiferencia, grandes males de la rutina cubana. Que al salir de aquí seamos capaces de interpretar los signos de nuestros tiempos y nos tomemos todos de la mano para construir una Cuba como la quiso nuestro Héroe Nacional José Martí “Con todos y para el bien de todos”. Y que este encuentro con usted nos permita que nuestra patria sea una tierra de reconciliación y un espacio para la cultura del encuentro, y que conforme nos enseñó nuestro querido padre Félix Varela, asumamos el reto de ser “la dulce esperanza de la Patria”.

    Santo Padre, el agua nos confirma la alegría de los jóvenes cubanos porque usted nos dedique hoy, muchos han sido los inconvenientes, pero está con nosotros. El agua no nos detendrá para darle una bienvenida, como el Papa que la Iglesia y los jóvenes necesitaban y quieren. Bienvenido a Cuba, jóvenes cubanos lo queremos.
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    Mensaje por La Brujula Mar Sep 22, 2015 6:30 pm

    Encuentro del Papa Francisco con los jóvenes de Cuba
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    LA HABANA, 20 Sep. 15 / 09:49 pm (ACI).- El Papa Francisco sostuvo esta tarde un encuentro con unos cinco mil jóvenes en el Centro Cultural Padre Félix Varela a quienes les dirigió el siguiente discurso improvisado tras escuchar el testimonio del joven cubano Leonardo Fernández en representación de los demás asistentes:

    Ustedes están parados y yo estoy sentado, ¡qué vergüenza! pero ¿saben por qué me siento? porque tomé notas de algunas cosas que dijo vuestro compañero y sobre estas les quiero hablar. Una palabra que cayó fuerte: soñar. Un escritor latinoamericano, decía que las personas tenemos dos ojos: uno de carne y otro de vidrio. Con el ojo de carne vemos lo que miramos. Con el ojo de vidrio vemos lo que soñamos. Está lindo ¿eh?

    En la objetividad de la vida tiene que entrar la capacidad de soñar y un joven que no es capaz de soñar está clausurado en sí mismo. Está encerrado en sí mismo. Cada uno a veces sueña cosas que nunca van a suceder. Pero suéñalas, deséalas, busca horizontes, ábrete, ábrete a cosas grandes. No sé si en Cuba se usa la palabra, pero los argentinos decimos: no te arrugues, ¿eh? ábrete y sueña, sueña que el mundo contigo puede ser distinto. Sueña que si tú pones lo mejor de ti, vas a ayudar a que ese mundo sea distinto.

    No se olviden. Sueñen. Por ahí se les va la mano y sueñan demasiado y la vida les corta el camino, no importa, sueñen y cuenten sus sueños. Cuenten, hablen de las cosas grandes que desean, porque cuanto más grande es la capacidad de soñar y la vida te deja a mitad de camino, más camino has recorrido. Así que primero soñar.

    Tú dijiste una frasecita, que yo tenía escrita en la intervención de él porque la subrayé y tomé alguna nota. “Que sepamos acoger y aceptar al que piensa diferente”. Realmente nosotros a veces somos cerrados. Nos metemos en nuestro mundito: o este es como yo quiero que sea o no. Y fuiste más allá todavía: que no nos encerremos. Que no nos encerremos en los conventillos de las ideologías o en los conventillos de las religiones, que podamos crecer ante los individualismos.

    Cuando una religión se vuelve conventillo pierde lo mejor que tiene, pierde su realidad de adorar a Dios, de creer en Dios. Es un conventillo, es un conventillo de palabras, de oraciones, de yo soy bueno, tú eres malo, de prescripciones morales y cuando yo tengo mi ideología, mi modo de pensar y tú tienes el tuyo, me encierro en ese conventillo de la ideología.

    Corazones abiertos, mentes abiertas. Si tú piensas distinto que yo, ¿por qué no vamos a hablar? ¿Por qué siempre nos tiramos la piedra sobre aquello que nos separa, sobre aquello en lo que somos distintos? ¿Por qué no nos damos la mano en aquello que tenemos en común? Animarnos a hablar de lo que tenemos en común y después podemos hablar de las cosas que tenemos diferentes o que pensamos, pero digo hablar, no digo pelearnos, no digo encerrarnos, no digo ‘conventillear’ como usaste tú la palabra (se dirige al joven que habló en representación de los demás). Pero eso solamente es posible cuando uno tiene la capacidad de hablar de aquello que tengo en común con el otro, de aquello para lo cual somos capaces de trabajar juntos.

    En Buenos Aires estaba en una parroquia nueva en una zona muy, muy pobre. Estaban construyendo unos salones parroquiales un grupo de jóvenes de la universidad y el párroco me dijo por qué no te vienes un sábado y así te los presento, trabajaban los sábados y los domingos en la construcción. Eran chicos y chicas de la universidad... entonces llegué y los vi y los fue presentando. Este es el arquitecto, es judío, este es comunista, este es católico práctico, todos eran distintos, pero todos estaban trabajando en común por el bien común. Eso se llama amistad social, buscar el bien común.

    La enemistad social destruye y una familia se destruye por la enemistad, un país se destruye por la enemistad, el mundo se destruye por la enemistad. Y la enemistad más grande es la guerra. Y hoy día vemos que el mundo se está destruyendo por la guerra, porque son incapaces de sentarse y hablar. Bueno, negociemos, ¿qué cosas podemos hacer en común? ¿En qué cosas no vamos a ceder? Pero no matemos más gente. Cuando hay división, hay muerte. Hay muerte en el alma porque estamos matando la capacidad de unir, estamos matando la amistad social y eso es lo que yo les pido a ustedes hoy, sean capaces de crear la amistad social.

    Después salió otra palabra que tú dijiste (nuevamente se dirige al joven que intervino antes que él)... la palabra esperanza. Los jóvenes son la esperanza de un pueblo, eso lo oímos en todos lados, pero ¿qué es la esperanza? ¿Es ser optimista? ¡No! Optimismo es un estado de ánimo. Mañana te levantas con dolor de hígado y no eres optimista, ves todo negro. O sea la esperanza es algo más, la esperanza es sufrida, la esperanza sabe sufrir para llevar adelante un proyecto, sabe sacrificarse ¿Tú eres capaz de sacrificarte por un futuro? ¿o solamente quieres vivir el presente y que se arreglen los que vengan?

    La esperanza es fecunda, la esperanza da vida. ¿Vos sos capaz de dar vida? ¿o vas a ser un chico o chica espiritualmente estéril, sin capacidad de crear vida a los demás, sin capacidad de crear amistad social, sin capacidad de crear patria, sin capacidad de crear grandeza? La esperanza es fecunda.

    La esperanza se da en el trabajo y aquí me quiero referir a un problema muy grave que se está viviendo en Europa. La cantidad de jóvenes que no tienen trabajo. Hay países en Europa que jóvenes de 25 años hacia abajo viven desocupados en un porcentaje del 40 por ciento. Pienso en un país. Otro país el 47 por ciento, otro país el 50 por ciento.

    Evidentemente que un pueblo que no se preocupa por dar trabajo a los jóvenes; un pueblo y cuando digo pueblo no digo gobiernos, todo el pueblo... la preocupación de la gente, de que nuestros jóvenes no trabajan, ese pueblo no tiene futuro. Los jóvenes entran a formar parte de la cultura del descarte y todos sabemos que hoy en este imperio del Dios dinero se descartan las cosas y se descartan las personas.

    Se descartan los chicos porque no se los quiere o porque se los mata antes de nacer. Se descartan los ancianos... estoy hablando del mundo en general, se descartan los ancianos porque ya no producen. En algunos países hay ley de eutanasia pero en tantos otros hay una eutanasia escondida, encubierta. Se descartan los jóvenes porque no les dan trabajo. Entonces ¿qué le queda a un joven sin trabajo?

    Un país que no inventa, un pueblo que no inventa posibilidades laborales para sus jóvenes, a ese joven le queda o las adicciones o el suicidio o irse por ahí buscando ejércitos de destrucción para crear guerras. Esta cultura del descarte nos está haciendo mal a todos, nos quita la esperanza y es lo que tú pediste para los jóvenes (se dirige al mismo joven).

    “Queremos esperanza”, esperanza que sufrida, es trabajadora, es fecunda, nos da trabajo y nos salva de la cultura del descarte y esta esperanza que es convocadora, convocadora de todos, porque un pueblo que sabe autoconvocarse para mirar el futuro y construir la amistad social, como dije, aunque piense diferente, ese pueblo tiene esperanza.

    Y si yo me encuentro con un joven sin esperanza... por ahí una vez dije jovenes jubilados. Hay jóvenes que parece que se jubilan a los 22 años. Son jóvenes con tristeza existencial, son jóvenes que han apostado su vida al derrotismo básico, son jóvenes que se lamentan, son jóvenes que se fugan de la vida.

    El camino de la esperanza no es fácil y no se puede recorrer solo. Hay un proverbio africano que dice “si quieres ir de prisa, anda solo, pero si quieres llegar lejos, anda acompañado”. Y yo a ustedes jóvenes cubanos, aunque piensen diferente, aunque tengan sus puntos de vista diferentes, quiero que vayan acompañados, juntos buscando la esperanza, buscando el futuro y la nobleza de la patria.

    Y así empezamos con la palabra soñar y quiero terminar con otra palabra que tú dijiste (el mismo joven) y que yo la suelo usar bastante: “la cultura del encuentro”. Por favor, no nos ‘desencontremos’ entre nosotros mismos. Vayamos acompañados, Uno, encontrados, aunque pensemos distinto, aunque sintamos distinto, pero hay algo que es superior a nosotros, es la grandeza de nuestro pueblo, es la grandeza de nuestra patria, es esa belleza, esa dulce esperanza de la patria a la que tenemos que llegar. ¡Muchas Gracias!

    (El Papa antes de irse vuelve a tomar el micro)

    Bueno, me despido deseándoles lo mejor. Todo esto que les dije se los deseo. Voy a rezar por ustedes. Y les pido que recen por mí. Y si alguno de ustedes no es creyente y no puede rezar, porque no es creyente, que al menos me desee cosas buenas.

    Que Dios los bendiga, los haga caminar en este camino de esperanza hacia la cultura del encuentro evitando esos conventillos de los cuales habló vuestro compañero.

    Y que Dios los bendiga a todos.
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    Mensaje por La Brujula Mar Sep 22, 2015 6:42 pm

    Homilía de la Misa del Papa Francisco en Santiago de Cuba, 22 de septiembre de 2015
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    El Evangelio que escuchamos nos pone de frente al movimiento que genera el Señor cada vez que nos visita: nos saca de casa. Son imágenes que una y otra vez estamos invitados a contemplar. La presencia de Dios en nuestra vida nunca nos deja quietos, siempre nos motiva al movimiento. Cuando Dios visita, siempre nos saca de casa. Visitados para visitar, encontrados para encontrar, amados para amar.

    Ahí vemos a María, la primera discípula. Una joven quizás de entre 15 y 17 años, que en una aldea de Palestina fue visitada por el Señor anunciándole que sería la madre del Salvador. Lejos de «creérsela» y pensar que todo el pueblo tenía que venir a atenderla o servirla, ella sale de casa y va a servir. Sale a ayudar a su prima Isabel. La alegría que brota de saber que Dios está con nosotros, con nuestro pueblo, despierta el corazón, pone en movimiento nuestras piernas, «nos saca para afuera», nos lleva a compartir la alegría recibida como servicio, como entrega en todas esas situaciones «embarazosas» que nuestros vecinos o parientes puedan estar viviendo. El Evangelio nos dice que María fue de prisa, paso lento pero constante, pasos que saben a dónde van; pasos que no corren para «llegar» rápido o van demasiado despacio como para no «arribar» jamás. Ni agitada ni adormentada, María va con prisa, a acompañar a su prima embarazada en la vejez.

    María, la primera discípula, visitada ha salido a visitar. Y desde ese primer día ha sido siempre su característica particular. Ha sido la mujer que visitó a tantos hombres y mujeres, niños y ancianos, jóvenes. Ha sabido visitar y acompañar en las dramáticas gestaciones de muchos de nuestros pueblos; protegió la lucha de todos los que han sufrido por defender los derechos de sus hijos. Y ahora, ella todavía no deja de traernos la Palabra de Vida, su Hijo nuestro Señor.

    Estas tierras también fueron visitadas por su maternal presencia. La patria cubana nació y creció al calor de la devoción a la Virgen de la Caridad. «Ella ha dado una forma propia y especial al alma cubana –escribían los Obispos de estas tierras– suscitando los mejores ideales de amor a Dios, a la familia y a la Patria en el corazón de los cubanos». También lo expresaron sus compatriotas cien años atrás, cuando le pedían al Papa Benedicto XV que declarara a la Virgen de la Caridad Patrona de Cuba, y escribieron: «Ni las desgracias ni las penurias lograron “apagar” la fe y el amor que nuestro pueblo católico profesa a esa Virgen, sino que, en las mayores vicisitudes de la vida, cuando más cercana estaba la muerte o más próxima la desesperación, surgió siempre como luz disipadora de todo peligro, como rocío consolador…, la visión de esa Virgen bendita, cubana por excelencia… porque así la amaron nuestras madres inolvidables, así la bendicen nuestras esposas».

    En este Santuario, que guarda la memoria del santo Pueblo fiel de Dios que camina en Cuba, María es venerada como Madre de la Caridad. Desde aquí Ella custodia nuestras raíces, nuestra identidad, para que no nos perdamos en caminos de desesperanza. El alma del pueblo cubano, como acabamos de escuchar, fue forjada entre dolores, penurias que no lograron apagar la fe, esa fe que se mantuvo viva gracias a tantas abuelas que siguieron haciendo posible, en lo cotidiano del hogar, la presencia viva de Dios; la presencia del Padre que libera, fortalece, sana, da coraje y que es refugio seguro y signo de nueva resurrección. Abuelas, madres, y tantos otros que con ternura y cariño fueron signos de visitación, de valentía, de fe para sus nietos, en sus familias. Mantuvieron abierta una hendija pequeña como un grano de mostaza por donde el Espíritu Santo seguía acompañando el palpitar de este pueblo.

    Y «cada vez que miramos a María volvemos a creer en lo revolucionario de la ternura y del cariño» (Evangelii gaudium, 288). Generación tras generación, día tras día, estamos invitados a renovar nuestra fe. Estamos invitados a vivir la revolución de la ternura como María, Madre de la Caridad. Estamos invitados a «salir de casa», a tener los ojos y el corazón abierto a los demás. Nuestra revolución pasa por la ternura, por la alegría que se hace siempre projimidad, que se hace siempre compasión que no es lástima, es padecer con para liberar; y nos lleva a involucrarnos, para servir, en la vida de los demás. Nuestra fe nos hace salir de casa e ir al encuentro de los otros para compartir gozos y alegrías, esperanzas y frustraciones.

    Nuestra fe, nos saca de casa para visitar al enfermo, al preso, al que llora y al que sabe también reír con el que ríe, alegrarse con las alegrías de los vecinos. Como María, queremos ser una Iglesia que sirve, que sale de casa, que sale de sus templos, que sale de sus sacristías, para acompañar la vida, sostener la esperanza, ser signo de unidad de un pueblo noble y digno.

    Como María, Madre de la Caridad, queremos ser una Iglesia que salga de casa para tender puentes, romper muros, sembrar reconciliación. Como María, queremos ser una Iglesia que sepa acompañar todas las situaciones «embarazosas» de nuestra gente, comprometidos con la vida, la cultura, la sociedad, no borrándonos sino caminando con nuestros hermanos. Todos juntos, sirviendo, ayudando. Todos hijos de Dios, hijos de María, hijos de esta noble tierra cubana.

    Este es nuestro cobre más precioso, esta es nuestra mayor riqueza y el mejor legado que podamos dejar: como María, aprender a salir de casa por los senderos de la visitación. Y aprender a orar con María porque su oración es memoriosa, agradecida; es el cántico del Pueblo de Dios que camina en la historia. Es la memoria viva de que Dios va en medio nuestro; es memoria perenne de que Dios ha mirado la humildad de su pueblo, ha auxiliado a su siervo como lo había prometido a nuestros padres y a su descendencia para siempre.
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    Mensaje por La Brujula Miér Sep 23, 2015 6:37 pm

    Conferencia de prensa del Papa Francisco durante el vuelo Cuba-USA
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    Es la primera vez en 17 años que un Papa llama al bloqueo por su nombre, y no con el sesgado término de “embargo”, y este hecho acontece a bordo del avión de Alitalia que lo condujo desde Santiago de Cuba a la Base Aérea Andrews, en Washington, donde le dio la bienvenida el Presidente Barack Obama.

    Francisco exhortará en el Congreso a los entendimientos binacionales “como signo de progreso en la convivencia” y no mencionará directamente al bloqueo, aunque reivindicó la posición tradicional de la Santa Sede al respecto, que es de oposición no solo a este, sino a “otros casos de bloqueo”.

    Por ser la Isla el país visitado, Cubadebate tuvo el privilegio de hacer la primera de las siete preguntas de la prensa vaticana que contestó Jorge Bergoglio en el vuelo AZ4000. El Sumo Pontífice reconoció además que está “contento de haber encontrado al pueblo cubano, a las comunidades cristianas cubanas”, y aseguró que “el encuentro con las familias (en la Catedral santiaguera) fue muy lindo, fue muy hermoso”.

    Dio detalles de su encuentro con Fidel en La Habana y admitió que el líder cubano se mostró muy interesado por la Encíclica del Papa “Laudato Si”, donde el Pontífice clama justicia para los más necesitados y motiva a la puesta en práctica de la conocida “ecología integral”. En el transcurso del vuelo, que duró aproximadamente tres horas, los periodistas en equipo transcribieron y tradujeron toda la conferencia de prensa, en la que Francisco respondió indistintamente en inglés e italiano.

    A continuación la transcripción íntegra de la conferencia de prensa

    –Rosa Miriam Elizalde, Cubadebate: Su Santidad, ha sido un honor y un placer acompañarlo en este viaje, además de una inmensa alegría. Mi pregunta es un poco previsible. Me gustaría saber su criterio sobre el bloqueo de los Estados Unidos a Cuba y si hablará de ello ante el Congreso.

    –El problema del bloqueo es parte de la negociación. Es público esto. Ambos presidentes han hablado de esto. Es una cosa pública que va en camino de las buenas relaciones que se van buscando. Mi deseo es que se llegue a buen término, que se llegue a un acuerdo que satisfaga a las partes.

    Respecto a la postura de la Santa Sede con respecto a los bloqueos, papas anteriores han hablado de eso. No solo de este, de otros casos de bloqueo. Hay doctrina social de la Iglesia al respecto, yo me refiero a eso. Es bien precisa.

    Con respecto al Congreso de EEUU, ya el discurso lo tengo hecho, así que no puedo decirlo. Estoy pensando lo que voy a decir. Pero no específicamente de esa tema, sino más bien en general, de los acuerdos binacionales o multinacionales como signos de progreso en la convivencia. Va por ese lado. El tema es concreto… Estoy haciendo memoria y no quiero decir macanas. Pero el tema en concreto no está mencionado.

    Rosa Flores Dee, CNN.-Durante su viaje, 50 disidentes fueron arrestados fuera de la nunciatura cuando ellos buscaban tener un encuentro con usted. En primer lugar, a usted le gustaría tener un encuentro con los disidentes? Y, si usted tuviera su encuentro, ¿qué les diría?

    –No tengo noticia de que haya sucedido eso, no tengo ninguna noticia. Y no puede decir sí, no; no sé, directamente no sé. Y sus dos preguntas son futuribles. ¿Me gustaría? ¿Qué sucedería? A mí me gusta encontrarme con toda la gente. Considero que, primero, toda persona es hija de Dios y tiene derecho. Y, segundo, siempre el trato con otra persona enriquece. O sea, que el futurible lo respondo así. Me gustaría encontrar con todo eso. Si usted quiere que le diga algo más, le puedo decir algo en concreto.

    Primero, estaba bien claro que yo no iba a dar audiencias. Porque se pidieron audiencias de otros sectores, incluso de algún jefe de Estado. Y no, yo estoy en una visita, en un país, y no estaba previsto ninguna audiencia con los disidentes ni con otros. Y segundo, de la nunciatura se hicieron llamadas telefónicas a algunas personas que están en ese grupo de disidentes y se les comunicó que yo con gusto cuando llegara a la Catedral los saludaría. Eso sí existió, pero como ninguno se identificó como tal yo no sé si estaban o no estaban. Yo saludé a los enfermos, que estaban en sillas de ruedas, pero ninguno se identificó como disidentes. Y ay hija no sé qué le diría, les desearía cosas buenas como a todo el mundo, pero no lo que uno dice le viene en el momento. Pero mereces el premio Nobel a los futuribles.

    -Silvia Pozzuoli, National Public Radio (EEUU): Durante los años que ha estado en el poder Fidel Castro la Iglesia ha sufrido mucho. ¿Usted en su encuentro con Fidel tuvo la percepción de que él se ha arrepentido?

    -El arrepentimiento es una cosa muy íntima. Una cosa de conciencia. Yo en el encuentro con Fidel hablé de historias de jesuitas conocidos, porque también le llevé de regalo un libro del padre Llorente, jesuita. También un CD con las conferencias del padre Llorente, además había preparado dos libros del padre Pronzatto, que seguramente él apreciará. Hablamos de estas cosas.

    Mucho hablamos sobre la encíclica Laudato Si. Él está muy interesado en el tema de la ecología. El encuentro no fue tan formal, sino espontáneo. Estaba también la familia presente ahí. Además mis acompañantes, mi chofer estaba ahí. Pero nosotros estuvimos un poco separados con la mujer, ellos no podían escuchar, pero estaban en el mismo ambiente. Hablamos de estas cosas. Sobre la encíclica mucho, porque él está muy preocupado sobre esto. Del pasado no hablamos. Bueno, sí del pasado, de cómo eran los jesuitas, de cómo lo hacían trabajar, de todo eso, sí.

    -Santidad, sus reflexiones, también sus denuncias sobre la inequidad del sistema económico mundial, el riesgo de autodestrucción del planeta, son también denuncias incómodas en el sentido de que tocan también intereses fuertes, el tráfico de armas, etcétera. En víspera de este viaje, surgieron consideraciones bastante extrañas, y también medios bastante importantes del mundo las retomaron y sectores de la sociedad norteamericana que llegaron a preguntarse también si el Papa es católico. Ya había habido discusiones de los que hablaban del Papa comunista, ahora hasta están los que hablan del Papa que no es católico. Ante estas consideraciones, ¿usted qué piensa?

    -Un cardenal amigo me contó que fue a lo de él una señora muy preocupada, muy católica, un poco rígida, pero buena católica. Y le preguntó si era verdad que en la Biblia se hablaba de un Anticristo y él le explicó. Y también en la Apocalipsis, no? Y después, si era verdad que se hablaba de un anti-papa, que el anti-cristo, el anti-papa. ¿Pero por qué me hace esta pregunta? Preguntó el cardenal. Porque yo estoy segura de que el papa Francisco es el antipapa. Y por qué pregunta esto, por qué tiene esta idea? Y, porque no usa los zapatos rojos, así, histórico. Los motivos, de pensar si Porque no usa los zapatos rojos. Los motivos de pensar si uno es comunista, no es comunista. Yo estoy seguro de que no he dicho una cosa más que no hubiera estado en la doctrina social de la Iglesia. En el otro vuelo una colega me dijo que yo le había tendido la mano a los movimientos populares y me preguntó ‘¿pero la Iglesia lo va a seguir? Yo le dije ‘soy yo el que sigo a la Iglesia’. Y en esto me parece que no me equivoco. Creo que nunca dije una cosa que no fuera en la Doctrina Social de la Iglesia. Las cosas se pueden explicar, quizás una explicación ha dado una impresión de ser un poquitito más (sinistrina) de izquierda, pero sería una error de explicación. No, mi doctrina sobre todo esto, sobre la Laudato Si, sobre el imperialismo económico, todo esto, es la de la Doctrina Social de la Iglesia. Y si es necesario que yo recite el credo, estoy dispuesto a hacerlo, ¿eh?

    -Jean Louis de la Vaissiere: En el último viaje a América Latina, ha criticado duramente el sistema capitalista liberal. En Cuba, parece que sus críticas del sistema comunista no eran muy severas, sino “soft”. ¿Por qué estas diferencias?

    -En los discursos que he hecho en Cuba, siempre he puesto el acento en la Doctrina Social de la Iglesia. Pero las cosas que se deben corregir las he dicho claramente, no perfumadamente soft. Pero también la primera parte de su pregunta: más que lo que yo he escrito –y duramente- en la Encíclica, también en la Evangelii Gaudium sobre el capitalismo salvaje, liberal- no lo he dicho. Todo está escrito allí. Yo no recuerdo haber dicho nada más que eso. Si usted se acuerda, hágamelo recordar. He dicho lo que he escrito (y que es bastante, es bastante).

    Y después… Sí, casi lo mismo que le he dicho a su colega. Todo esto es la Doctrina. Pero aquí, en Cuba, y esto a lo mejor aclara un poco lo que me pregunta, ha sido un viaje muy pastoral con la comunidad católica, con los cristianos; también con las personas de buena voluntad. Y por eso mis intervenciones eran homilías o… también con los jóvenes, que eran creyentes y no creyentes, y entre los creyentes había distintas religiones… ha sido un discurso de esperanza, de animar el diálogo entre ellos, de ir juntos, buscar las cosas que unen no las que nos dividen, hacer puentes. Era un lenguaje más pastoral. En cambio, en la Encíclica se debían tratar cosas más técnicas, y también estas que usted ha mencionado. Pero si usted se acuerda de alguna cosa fuerte que he dicho en el otro viaje, dígamela, porque no me acuerdo.

    -Nelson Castro, Radio Continental (EEUU): La pregunta tiene que ver con la disidencia poniéndola en dos aspectos: ¿Por qué decidió no recibirlos? Después hubo un detenido que se acercó a usted, que fue llevado preso. La pregunta es ¿va a haber un rol de la Iglesia católica en buscar la apertura de las libertades políticas, visto el rol que ha jugado en el restablecimiento también de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos? Este tema de las libertades que es un problema para los que piensan distinto en Cuba, ¿será un rol que la Santa Sede piensa para la Iglesia Católica en el futuro de Cuba?

    -Primero el “los” (se refiere a recibirlos). No recibir “los”. No, no recibí ninguna audiencia privada. Eso es para todos y hubo una solicitud de un jefe de Estado, se le dijo que no y que no tenía nada que ver con los disidentes. El trato con los disidentes fue el que expliqué. La Iglesia acá, la Iglesia en Cuba hizo un manojo de listas de indultos, fueron indultados dos mil 200 o por ahí, la cifra me la dijo el Presidente de la Conferencia Episcopal.

    Lombardi: Fueron más de tres mil…

    Fueron más de tres mil, y aún existen casos en estudio. La Iglesia aquí en Cuba está comprometida en trabajar en los indultos. Por ejemplo alguno me dijo: “Sería lindo que se termine con la cadena perpetua”. Hablando claramente, la prisión perpetua es casi una pena de muerte escondida, esto lo dije públicamente en un discurso a los juristas; es como estar ahí muriendo todos los días, sin la esperanza de la liberación. Pero es una hipótesis, otra hipótesis es que se hagan indultos generales de uno o dos años, pero la Iglesia está trabajando y ha trabajado. No digo que estos más de tres mil hayan sido tomados de las listas de la Iglesia. No. La Iglesia hizo listas, no se cuántas, ha pedido indultos y continuará haciéndolo.

    - Rogelio Mora, Telemundo: Santo Padre, si un médico visita a un enfermo y no un sano; en los últimos años 20 años tres Papas han visitado a Cuba, ¿es que tiene un padecimiento, Santo Padre? ¿Cuba sigue muy mal?

    -No entiendo su pregunta.

    -¿Que si Cuba tiene un padecimiento, Santo Padre, si tiene un mal?

    -No, no. Primero fue San Juan Pablo II, histórica primera visita, que era normal, el visitó todos los países, incluso países agresivos contra la Iglesia, pero no habría eso. La segunda fue la del papa Benedicto, también. Estaría dentro de lo normal. Y la mía fue un poco casual porque yo pensaba entrar en los EEUU por México al principio, la primera idea, Ciudad Juárez, el límite, ¿no? Pero ir a México sin ir a la Guadalupana… hubiera sido una bofetada, pero eso pasó, fue una cosa que pasó.

    Entonces se fue dando esto que se dio, y el 17 de Diciembre pasado se anuncio lo que estaba más o menos reservado, un proceso de casi un año, entonces dije, no, voy a entrar a Estados Unidos por Cuba, y la elegí por este motivo, pero no porque tenga un mal especial que no tengan otros países. Ni interpretaría las tres visitas… más aún hay algunos países que los dos papas anteriores han visitado, incluso yo mismo, Brasil por ejemplo, y más aún, Juan Pablo II la visitó tres o cuatro veces Brasil, no había un mal especial.

    Estoy contento de haber encontrado al pueblo cubano, a las comunidades cristianas cubanas, hoy el encuentro con las familias fue muy lindo, fue muy hermoso. Perdón que me ha venido el español, las preguntas eran en español, espero que las hayan entendido. Se lo agradezco mucho.

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