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    "El Rey se muere" y la censura al arte.

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    Mensaje por La Brujula Lun Nov 09, 2015 2:20 pm

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    Por: José Rafael Sosa

    Juan Carlos Cremata Marverti,  director de cine y teatro  que   ha proporcionado a Cuba más de 40 premios internacionales  en festivales y eventos,  ha sido cancelado, su obra teatral El Rey se muere, prohibida y su compañía El Ingenio, proscrita por el Consejo de Artes Escénicas, según denunció hoy a los medios de República Dominicana

    El director cubano dice que mediante la resolución  10/2015, firmada por Marvin Yanquis Escobedo, director del CTLH, se pone fin al  proyecto El Ingenio,  cuyos actores serán reasignados a otras compañías y  se le cancela el contrato de trabajo.

    La decisión fue tomada luego que Cremata protestó por la censura contra su montaje de El Rey se muere, en la que se expone al  Rey Berenjena Primero (Berenguer en el texto original), un dictador que ha estado en el poder por dos siglos y al que se le anuncia que morirá en la próxima hora y media.

    La pieza estrenada en 1962, es una  comedia del absurdo original de Eugene Ionesco (1909-1994), tiene en Cremata una pieza con el humor y la verborrea cubana.

    Aun cuando el director se proponía una reflexión sobre el poder en general, las autoridades de Cultura no lo creyeron así y entendieron que había una referencia a Fidel Castro, por lo que el montaje tuvo solo dos funciones a casa llena en el Teatro BertoltBrech, de La Habana.

    Cremata respondió denunciando que se trata de una “censura infame en nombre de un nacional socialismo”, de alguna manera, “fascismo omnímodo, puro, absoluto e integral, que coarta, reprime sanciona, amordaza, atropella y oculta a los artistas por razones ideológicas”.

    “Todo el mundo tiene todavía mucho miedo. El miedo ha sido y sigue siendo parte fundamental del mantenimiento de todo ‘esto’, de la defensa de las mismas sinrazones, del escondrijo a sus verdaderas intenciones y de esa actitud hipócrita y amoral que los alimenta y los sostiene”, agregó.

    Se apresta a viajar a China, pagando sus gastos, al Festival de las Mil Flores a presentar  Contigo pan y cebolla, a pesar de que su película está inscrita como la participación cubana.

    Cremata indica que el aislamiento artístico en Cuba tiene otros precedentes,  con personalidades mucho más importantes que él como el de Ernesto Lecuona y Celia Cruz, “esto es un capítulo más en la historia de la infamia” afirma a los medios dominicanos en un comunicado que envió desde La Habana.
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    Mensaje por La Brujula Jue Nov 12, 2015 9:37 pm

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    Enrique Colina: La censura ha derivado en 'boomerang contra el prestigio' de la Revolución

    DDC | La Habana | 30 Oct 2015 - 5:31 pm.

    El realizador y crítico de cine Enrique Colina fustigó en un artículo la medida de las autoridades culturales de la Isla que retiró de escena en julio pasado la obra El rey se muere, una pieza de Eugène Ionesco adaptada y dirigida por Juan Carlos Cremata Malberti.

    Colina también rechazó la decisión de suspender a Cremata como director teatral.

    "La censura artística practicada en Cuba durante estos 56 años (…) en favor de una supuesta defensa de la Revolución ha derivado paradójicamente en un boomerang contra el prestigio político del proceso revolucionario", opinó Colina en su artículo, titulado Sobre la censura y sus demonios y recibido en la redacción de DIARIO DE CUBA.

    El objetivo de Colina era que el texto fuera leído en una asamblea que el llamado grupo G-20, de cineastas cubanos, realizará este sábado en La Habana para debatir, aprobar y firmar el documento Hacia una nueva Ley de Cine, que será enviado al Ministerio de Cultura, al ICAIC y otros organismos del Estado.

    Sin embargo, según Juan Carlos Cremata, el G-20 ha rachazado tratar el artículo en la asamblea.

    "Primero fue incluido en el Orden del Día. Pero a última hora el G-20 ha considerado que 'no es el momento' para hacerlo", dijo el director teatral en un correo electrónico.

    El G-20 está compuesto actualmente por 12 cineastas: Rebeca Chávez, Lourdes de los Santos, Magda González, Claudia Calviño, Fernando Pérez, Manuel Pérez, Senel Paz, Arturo Arango, Ernesto Daranas, Enrique "Kiki" Álvarez, Luis Ernesto Doñas y Pedro Luis Rodríguez.

    En su texto, Colina considera "improcedente que algunos —que no son artistas ni han aportado nada a la cultura nacional— se erijan nuevamente en jueces inquisidores y que, uncidos de una autoridad efímera, decidan frustrar el destino de un artista, de un creador [Cremata] cuya obra en el cine y en el teatro es ya patrimonio de nuestra cultura".

    "El teatro en Cuba está auspiciado por el Ministerio de Cultura y responde a una política cultural cuyo diapasón debe ser tan amplio como el reconocimiento de la capacidad de discernimiento de un público nacional al que oficialmente se le reconoce su nivel educacional, político y cultural", apunta.

    "Entonces, ¿por qué la censura a la adaptación y puesta en escena de una obra que de por sí tiene un alto contenido de provocación perfectamente compatible con la función estremecedora de un arte que pretende romper tabúes, conmover y convocarnos a pensar (…)? ¿Tenemos o no un público culto y comprometido con las ideas y principios revolucionarios capaz de sacar sus propias conclusiones (…)? ¿Qué verdadero sentido constructivo tiene una censura excluyente sin que medie el debate (…)?", pregunta.

    "La intolerancia a la crítica como norma para conocer la verdad (…) ha sido y sigue siendo una proyección del miedo para afrontar las responsabilidades emanantes de un poder burocratizado que ha cometido errores, extravíos y desviaciones de su inicial impulso revolucionario y libertario", dice.

    Recuerda que películas, piezas teatrales, obras plásticas e incluso miembros de la Nueva Trova "han sufrido los embates de esa resaca reaccionaria que rehúye el debate de ideas y se agazapa en las trincheras de piedras para lanzar sus venenosos dardos inquisitoriales".

    Califica de "estúpida" la prohibición de la película Regreso a Ítaca, basada en una novela de Leonardo Padura, exhibida finalmente durante una semana de cine francés "más para guardar las apariencias que como reconocimiento del error de soberbia cometido".

    "Más que fortaleza, esa conducta de intolerancia expresa más bien la debilidad y el raquitismo intelectual y político para asumir un debate abierto y responsable", señala.

    En cuanto a la censura contra Cremata, afirma que le recuerda los años de la llamada "parametración", en los que el teatro cubano estuvo sometido a "prejuicios aberrantes y represivos" que "resultaron en frustración, ostracismo y exilio para creadores y artistas que solo estaban enriqueciendo con su arte" el patrimonio cultural.

    "Aquel desafuero (…) auténticamente vergonzoso y contrarrevolucionario (…) solo trajo descrédito para una Revolución en la que algunos extremistas con poder de decisión interpretaron la aspiración de crear un hombre nuevo con la de crear un robot obediente, dogmático y henchido de prejuicios reaccionarios, hoy combatidos pero no exterminados", afirma.

    "El caso Cremata entra dentro del debate ideológico que ha marcado el destino de un proceso que necesita mantener despierta la memoria histórica de su quehacer cultural para no seguir cometiendo y soportando errores que vulneran ese valioso tesoro cultural, termómetro crítico que ninguna censura logrará desconectar mientras seamos capaces de actuar en consecuencia y compromiso con nuestro deber ciudadano", opina.
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    Mensaje por La Brujula Jue Nov 12, 2015 9:49 pm

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    Sobre la censura y sus demonios

    Por Enrique Colina

    La censura artística practicada en Cuba durante estos 56 años contra obras y creadores de la cultura en favor de una supuesta defensa de la Revolución ha derivado paradójicamente en un boomerang contrael prestigio político del proceso revolucionario, el mismo que fomentó y desarrolló desde su inicio las diversas expresiones artísticas que hoy sustentan y refuerzan nuestra identidad nacional y garantizan la continuidad del legado positivo de esta etapa de nuestra historia.

    Si hiciéramos el recuento de las rectificaciones y rescates de obras y personalidades de la cultura que una vez fueron estigmatizados con el sambenito contrarrevolucionario por funcionarios y dirigentes de una ortodoxia rígida y dogmática –en ocasiones fracturada por una actuación corrupta, oportunista o sencillamente inconveniente dentro de la estructura centralizada y vertical de poder, que los llevó a ser ellos mismos separados y condenados al ostracismo político-, la lista sería larga. Hoy se reconocen oficialmente las injusticias cometidas durante el llamado quinquenio gris y las reparaciones, desagravios y apropiaciones de su legado cultural se realizan muchas veces cuando ya han desaparecido sus autores, aún de aquellos que tuvieron que emigrar, pero para esos que se fueron por criticar, advertir y denunciar en sus obras la deriva autoritaria e intolerante de la burocracia sistémica, para esos “rescatados” hay que estar ya muerto.

    Proyección del miedo

    La intolerancia a la crítica como norma para conocer la verdad -que es consustancial al fenómeno artístico que explora, indagay escudriña en los conflictos humanos, enmarcados social, política y económicamente en su realidad y en su historia- ha sido y sigue siendo una proyección del miedo para afrontar las responsabilidades emanantes de un poder burocratizado que ha cometido errores, extravíos y desviaciones de su inicial impulso revolucionario y libertario. Equivocaciones y despropósitos motivadosen ocasiones por la impaciencia y las buenas intenciones y en otras por voluntarismos obcecados en un inmovilismo quimérico incapaz de adaptar y reacondicionar la utopía a los requerimientos apremiantes de una realidad necesitada de una apreciación objetiva, sensata y equilibrada de las causas de sus carencias y defectos para corregirlos y enmendarlos.

    Antes bien y a pesar de las cíclicas aperturas de rectificación y los llamados a la crítica pública contra lo mal hecho durante estos 56 años la atención siempre se dirigió hacia los fenómenos y no a sus causas. Por eso la ausencia de su confrontación crítica sistemática a través de los medios informativos sometidos a esa censura castradora ha terminado por fraguarla sacralización e intocabilidad de las decisiones verticales de poder, aunque se pretenda enmascararlas haciendo consultas participativas para el retoque de los afeites. Existe ya un anquilosamiento en la conciencia ciudadana y un agotamiento ideológico por el gastado carácter propagandístico de los medios que dan la espalda a una realidad de opaco futuro y que provoca esa desidia y escapismo que tanto preocupa a los que se inquietan por el desviacionismo ideológico, la superficialidad y la banalidad del entretenimiento que la gente busca en el “paquete”,los juegos de computación, la música reguetonera… Esa pérdida de valores, la mala educación, la vulgaridad, la indisciplina social… también son el resultado de no haber promovido y alimentado en la práctica ciudadana esa rebeldía y autonomía de criterio que el Che alentaba en contra de todos los falsarios y oportunistas que pregonan los dictados de discreción, cautela y mesura en la expresión de nuestras inconformidades ciudadanas.

    Desacuerdo lícito en cuanto derecho civil a expresar una opinión sin que esta sea reprimida mediante esa inoculación de miedo ante las consecuencias de expresar un punto de vista crítico en “un lugar inapropiado, en un momento inoportuno y de una manera políticamente incorrecta”.

    Los que censuran y condenan

    El cine, el teatro y las artes plásticas han contribuido con muchas de sus creaciones a confrontarnos con este muro del silencio protegido por los cancerberos ideológicos que censuran y condenan en nombre de una defensa de la Revolución cuando en realidad lo que hacen es vulnerar los pilares humanistas de su continuidad.

    Películas, piezas teatrales y obras plásticas -sin olvidar el período de proscripción que sufrieron los mejores exponentes de la Nueva Trova y que a la postre se convirtieron en los más auténticos cantores de la obra revolucionaria- han sufrido los embates de esa resaca reaccionaria que rehúye el debate de ideas y se agazapa en las trincheras de piedraspara lanzar sus venenosos dardos inquisitoriales.

    Recientemente y en contradicción con la apelación hecha por la más alta instancia de gobierno de asumir la realidad con sentido crítico, honestidad y compromiso ético, reconociendo que la unanimidad de criterios es una falacia de simulación, se han lanzado ataques contra un escritor cuya obra literaria y periodística es ejemplo de seriedad y sinceridad en el reconocimiento de nuestras actuales carencias materiales y espirituales, además de ser un genuino exponente de una comprometida y auténtica cubanía. Hablo de Padura y refiero también la estúpida prohibición de la película inspirada en su novela, Regreso a Ítaca, que meses más tarde fue exhibida durante una semana de cine francés, más para guardar las apariencias que como reconocimiento del error de soberbia cometido. Estúpida por cuanto expuso sin pudor los colmillos de esa fiera dogmática agazapada para sólo crear un problema que desprestigia no sólo a su propio hacedor sino al poder que representa. Porque, entiéndase bien, más que fortaleza, esa conducta de intolerancia expresa más bien la debilidad y el raquitismo intelectual y político para asumir un debate abierto y responsable con razones y argumentos que alimenten una confianza solidaria para buscar soluciones a los problemas que se denuncian en la obra, para que no se repita esta triste historia de alentar esa combatividad “revolucionaria”propensa a amordazar el pensamiento y a convertir en enfermiza paranoia la lógica precaución que supone asumir un cambio como el que se está produciendo en nuestro país. Cambio con la sanidad, no sólo de intenciones para que todo siga igual, sino para extirpar esta incapacidad para mirarnos en el espejo incómodo, reconocer nuestras imperfecciones y cuestionarlas deficiencias históricas en la estructura sistémica del modelo que las fomenta.

    Recuerdos de la parametración

    Así llego finalmente al punto de partida que me ha motivado a escribir estas líneas: la prohibición de la obra teatral de Juan Carlos Cremata y la suspensión de su ejercicio como director teatral. Por ahí me viene en el recuerdo aquellos años en que el teatro cubano que había alcanzado su esplendor con el triunfo revolucionario sufrió aquella “parametración” purificadora cuyos prejuicios aberrantes y represivos resultaron en frustración, ostracismo y exilio para creadores y artistas que sólo estaban enriqueciendo con su arte ese patrimonio cultural que sabemos constituye el soporte y sostén de nuestra identidad nacional. No pienso hacer la historia ni mencionar nombres arrollados por aquel desafuero que califico de auténticamente vergonzoso y contrarrevolucionario, que sólo trajo descrédito para una Revolución en la que algunos extremistas con poder de decisión interpretaron la aspiración de crear un hombre nuevo con la de crear un robot obediente, dogmático y henchido de prejuicios reaccionarios, hoy combatidos pero no exterminados.

    Tampoco voy a detenerme a polemizar acerca de la obra en cuestión con la que puede uno estar de acuerdo o no, gustarle o no su puesta en escena… no, sólo quiero señalar que considero improcedente que algunos –que no son artistas ni han aportado nada a la cultura nacional- se erijan nuevamente en jueces inquisidores y que, uncidos de una autoridad efímera, decidanfrustrar el destino de un artista, de un creador cuya obra en el cine y en el teatro es ya patrimonio de nuestra cultura.

    Puede haber contradicciones y en cualquier parte el director de un teatro puede decidir si presentar o no una obra, si suspenderla o continuar su representación, el caso anómalo está en que si hubo supervisión previa con respecto a su contenido y puesta en escena, qué responsabilidad tienen los censores en la situación creada luego del estreno. El teatro en Cuba está auspiciado por el Ministerio de Cultura y responde a una política cultural cuyo diapasón debe ser tan amplio como el reconocimiento de la capacidad de discernimiento de un público nacional al que oficialmente se le reconoce su nivel educacional, político y cultural.

    Entonces, ¿por qué la censura ala adaptación y puesta en escena de una obra que de por si tiene un alto contenido de provocación perfectamente compatible con la función estremecedora de un arte que pretende romper tabúes, conmover y convocarnos a pensar, a tomar partido a favor o en contra de su propuesta? ¿Tenemos o no un público culto y comprometido con las ideas y principios revolucionarios capaz de sacar sus propias conclusiones para aprobarla o rechazarla? ¿Qué verdadero sentido constructivo tiene una censura excluyente sin que medie el debate entre todos aquellos que realizan esa actividad artística y que potencialmente están sujetos a la misma arbitrariedad?

    Rodilla en tierra

    Cuando 25 años atrás se dictó la censura contra el filme de Daniel Díaz Torres, Alicia en el pueblo de Maravillas, y se dio la orientación a militantes del Partido Provincial, sito en M y 23, de acudir al cine Yara para que durante su exhibición “salirle al paso a cualquier manifestación de aprobación contrarrevolucionaria”, apareció en la primera página del periódico Granma una nota oficial en la que se anunciaba que por decisión del Consejo de Estado el ICAIC quedaría bajo la supervisión del ICRT. Esto significaba que el Instituto de cine nacional perdía la relativa autonomía de decisión política para la aprobación de su producción de cine, la que hasta entonces le había permitido realizar una producción de filmes y documentales que hoy pudiéramos considerar como diagnóstico de los males que con el Período Especial se agudizaron hasta el grado de hacer sonar la alarma de la necesidad imperiosa de realizar los cambios y aperturas que hoy tardíamente vivimos.

    En aquel momento los cineastas nos reunimos para protestar contra aquella decisión que descalificaba el filme, a su director y disolvía al ICAIC.

    La película no era contrarrevolucionaria, tampoco su director ni ninguno de los que echamos rodilla en tierra para defender ese espacio artístico con propuestas críticas, todas enfiladas contra el dirigismo burocrático, reductor y autoritario, precisamente similar al mismo que causó el mal llamado “desmerengamiento”del Campo Socialista. (Porque fue con el mismo martillo de la hoz que se rompió el Muro de Berlín, vale decir que fue por el descreimiento y la disfuncionalidad política del modelo soviético, en cuya entraña yacía, desgastada y carcomida, la esencia revolucionaria de su origen). Allí estaban directores como Santiago Alvarez, Tomás Gutiérrez Alea y otros más que avalaban con su trayectoria artística el respaldo a la continuidad de esa vertiente crítica que siempre confrontó el acoso y repudio de esos veladores del cáliz, prístino e impoluto, de esa ideologíasin salvadores supremos, sin César ni burgués ni Dios… hoy, digamos que un tanto controvertida en la aplicación práctica de las leyes de la dialéctica. Y, gracias a esa resistencia se pudo seguir haciendo ese cine que nunca le dio la espalda a la realidad y que hasta hoy mantiene intacta su rebeldía contra los ukases y diktats burocráticos. Así también lo confirma nuestra protesta por la pretensión de excluirnos en la toma de decisión ante la supuesta reestructuración del ICAIC (existe la pretensión oficial de legitimar instituciones erosionadas por un devenir que ha sobrepasado su capacidad de readaptación funcional para dar respuesta a nuevas exigencias impuestas por un presente muy distinto al que motivó su origen. Véase el documental, Que me pongan en la lista), y la insistencia preterida durante más de dos años para que se cree una ley de cine que avale el reconocimiento de una producción independiente y un instituto de cine que promueva y proteja el cine nacional y no que lo monopolice y controle, porque ya no hay con qué…

    El caso Cremata entra dentro del debate ideológico que ha marcado el destino de un proceso que necesita mantener despierta la memoria histórica de su quehacer cultural para no seguir cometiendo y soportando errores que vulneran ese valioso tesoro cultural, termómetro crítico que ninguna censura logrará desconectar mientras seamos capaces de actuar en consecuencia y compromiso con nuestro deber ciudadano.

    * Este artículo fue elaborado para ser leído en la Asamblea de Cineastas, que se realizará este sábado 31 de octubre en la sala Fresa y Chocolate. Primero fue incluído en el orden del día de la reunión, pero a última hora el Grupo 20, integrado por realizadores que abogan por una ley de cine, consideró que “no es el momento” para hacerlo. Colina optó por darlo a la publicidad acompañado por un mensaje que expresa: “Creo que no tratar el tema públicamente y callarse es plegarse a la arbitrariedad de decisiones que potencialmente nos afectan a todos como creadores, pero también como ciudadanos. No veo contradicción en que se discuta una ley de cine por la que luchamos en la que explícitamente se garantice el derecho que nos asiste para defender la cultura contra el ejercicio de una censura que se autodenomina revolucionaria cuando en la práctica de todos estos años ha negado con sus desafueros y su mediocridad la esencia anti-dogmática que defendemos, único garante de la revitalización y reanimación de esa rebeldía que necesitamos para mejorarnos como seres humanos individual y colectivamente como pueblo”.
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    Mensaje por sorge Vie Nov 13, 2015 12:14 am

    #Cuba #LaHabana Esta noche se presentó Juan Carlos Cremata en uno de los canales cloacas de Miami. Presentaron fragmentos de un repugnante cortometraje de su autoría que es una burla contínua de todo lo que es más sagrado ;para los cubanos que tienen vergüenza. Contiene escenas que son calumnias descaradas como la escena de abuso infantil en que se obliga a varios pioneros a saludar militarmente a un miliciano que ha muerto y está en su ataud. Después de ver este programa y el aspecto de pervertido sexual que ofrece este señor, creo que en Cuba le han permitido demasiado. Ahora regresa a La Habana con el objetivo de continuar destruyendo los valores morales en que se sustenta la Revolución. ¿Cuándo se entenderá que una cosa es la libertad en el arte y otra un libertinaje que va de la mano con la contrarrevolución?.‪#‎SoyELGuayacan‬

    Juan Carlos Cremata Malverti; un huérfano ingrato. #Cuba
    Publicado el julio 20, 2015 por micubaporsiempre
    Juan Carlos CremataPor Arthur González -El Heraldo Cubano-

    La naturaleza humana muchas veces es difícil de comprender al proyectarse contradictoria y en ocasiones inconsecuente con las experiencias vividas. Ese parece ser el caso de Juan Carlos Cremata Malverti, un cubano que llegó a ser director de cine después de cursar estudios en instituciones de su país, creadas a partir del triunfo de Fidel Castro.

    La vida de ese artista se vio afectada profundamente por la pérdida repentina de su padre, producto de la acción terrorista planificada y ejecutada por elementos contrarrevolucionarios al servicio de la CIA, contra un  avión de la empresa aérea Cubana de Aviación, en el que perecieron horriblemente 73 personas inocentes.

    Los responsables de ese crimen residen plácidamente en Miami con el respaldo de sus autoridades, entre ellos Luis Posada Carriles y el fallecido Orlando Busch Ávila.

    La ausencia e influencia de la figura paterna evidentemente transformó la conducta del niño, quien en años posteriores mostró dificultades en su interactuación, algo que fue moldeando su personalidad hasta alcanzar su adultez con manifestaciones egocéntricas, como parte de una necesidad de reconocimiento a todo costo, ante los éxitos profesionales y en las relaciones interpersonales alcanzadas por su hermano.

    Durante varias protestas de los familiares de las víctimas del crimen del avión de Cubana ante la Sección de Intereses de Estados Unidos en la Habana, debido a la negativa de ese gobierno en juzgar a los máximos responsables del acto terrorista, era frecuente encontrar a Juan Carlos Cremata y a su madre, la cual tuvo que cumplir roles de madre y padre en la educación y formación de sus dos hijos.

    Como inconsecuencias en la conducta de madre e hijo, días después eran observados en cócteles y fiestas que ofrecía el Jefe de la Sección de Intereses como representante de la Casa Blanca y de la política hostil ejecutada contra Cuba, algo sin explicación alguna al no ser actividades con estadounidenses del medio cultural.

    En fecha reciente ese cineasta estuvo de visita en Miami y a su regreso a la Habana divulgó en la Web una carta personal donde define su ausencia del concepto Patria, y en tonos incomprensibles expone elementos que demuestran su falta de agradecimiento al país que lo ayudó a crecer, lo educó gratuitamente y le apoya a seguir viviendo con calidad de vida, a pesar de estar contagiado con una enfermedad incurable.

    Se puede tener mala memoria, pero no ser desagradecido con las personas que fomentaron los altos niveles de salud y atención médica del que disfrutan hoy todos los cubanos residentes en la isla.

    Los seres humanos comenten errores, sin embargo las virtudes y la obra creada para el bienestar de toda una nación no se pueden soslayar por tener ideas políticas diferentes.

    En esta vida los desagradecidos ocupan un espacio no bien visto y Juan Carlos Cremata Malverti puede ser uno de ellos, por olvidar como esa Cuba que hoy critica y quiere pintar como decadente, se ocupó de ingresarlo en un hospital en la capital francesa, sufragarle todos los gastos causados y además llevarle a su madre hasta París para que lo cuidara, sin tener que pagar un solo euro.

    Para ganarse oportunistamente la simpatía de una parte de la comunidad cubana en Miami no se requieren utilizar, de forma vulgar e irrespetuosa, los símbolos patrios como el himno nacional y la bandera cubana.

    Satirizar la obra de la Revolución cubana y a su líder histórico, en una obra de teatro adapta solo con esos fines, no es digno de quien solo ha recibido atenciones y afectos.

    En otro país como huérfano, no hubiese tenido la oportunidad de alcanzar el nivel profesional que posee en las instituciones de alto nivel que hoy desdeña; su madre no se sabe los malabares que habría tenido que hacer para dar de comer y educar a sus dos vástagos, y él con su enfermedad incurable controlada gracias al sistema de salud de la Revolución, quizás no estaría entre los vivos para hacer cine y menos aun para adaptar obras teatrales como hizo con “El rey se muere”, de Eugène Ionesco, trastocándola en “El Rey Berenjena Primero”.

    Juan Carlos Cremata debería tener siempre presente las palabras de José Martí cuando dijo:

    “El sol tiene manchas. Los desagradecidos no hablan más que de las manchas. Los agradecidos hablan de la luz”.
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    Mensaje por sorge Vie Nov 13, 2015 12:54 am

    Notas apresuradas partir del estreno de El rey se muere

    Por Andy Arencibia Concepción
    Fuente Consejo Nacional de las Artes Escénicas 08.07.2015

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    Le Roi se meurt, Obra de teatro de Eugène Ionesco
    Le Roi se meurt, Obra de teatro de Eugène Ionesco
    Ionesco se había demorado. Tal vez fuera el autor que faltaba a un repertorio en el que si algo hay que aplaudir es el buen tino para elegir los textos y los autores que sostienen su plataforma, (andamiaje literal, conceptual en algunos casos) de sus obras. Una rápida ojeada a títulos como Las Viejas Putas, de Copi, El malentendido, de Albert Camus, Nuestro Pueblito, de Thornton Wilder, Sleep, de Jon Fosse, La hijastra, de Rogelio Orizondo, Cloaca, de María Goss y ahora El rey se muere, de Eugene Ionesco, bastan para percibir, constatar y sostener que Juan Carlos Cremata Malberti, es de los mejores lectores que tiene el teatro cubano contemporáneo, de los más resueltos en la selección de textos, todos disímiles, de corrientes y tendencias artísticas diversas, y en los se aprecia siempre una voluntad por construir en la escena, por articular una realidad que prevalece sobre la del texto dramático, realizando virajes violentos a los “ideologemas” de esas obras, para articular una voz autoral muy propia que disiente, que violenta, las voces de los autores originales. Cremata es de los directores que aun con las imperfecciones reales de sus montajes, reescribe las obras originales que elige, para llevar a escena reescrituras viscerales, descuidadas en muchos casos, pero con recursos que escapan a lo literario, con recursos teatrales que privilegian la relación directa de los actores con el espectador. Esto es un mérito incuestionable que hace vívido el teatro.

    El rey se muere, texto de Eugene Ionesco, participa de los mismos códigos, de idéntico modus operandi. Cremata se acerca a un texto colosal, a un autor de canon para hablar de algo más que de la “tipología del poder”, del esplendor y la decadencia de un reinado o régimen político, de la (meta) teatralidad de la política, en general, así ontológicamente, como se lo planteó Eugene Ionesco. Del texto original Cremata toma los códigos que han marcado su teatro y parte de su cine, el interés por personajes des- sicologizados, personajes farsescos, tipologías críticas de una realidad siempre merecedora de cuestionarse, máscaras inacabadas de la Historia, a los que le aporta mecanismos desacralizadores que forman parte de su poética: el juego constante con el choteo criollo,1 la carnavalización y la festividad. En su más reciente montaje, el director vuelve sobre el tema de la re-teatralización de la vida política, del (re)conocimiento de cuánto de teatral tiene el ejercicio de la política.

    La festividad de la muerte del rey en la obra de Ionesco, coincide con lo que Bajtínha dicho de la obra de Rabelais: no es otra cosa que “el destronamiento carnavalesco acompañado de golpes e injurias […] a la vez un rebajamiento y un entierro”.2 Lo peligroso en la puesta de El Ingenio, de lo que esta parece hablar (más allá de lo que piense el autor-director, y ya dijo Umberto Eco que el autor no es una figura textual en sus obras), en cierto ámbito es que esta muerte, este destronamiento coincide con un defenestramiento político. Y es que también la festividad en esta particular puesta en escena está indisociablemente ligada a una noción de teatralidad política.

    El controversial y polémico teórico Georges Balandier,3 ha estudiado esta interesante relación al decir que “todo poder político acaba obteniendo la subordinación por medio de la teatralidad”.4 Hay que aclarar que en El rey se muere no es cualquier teatralidad sino una sustentada en la idea de una carnavalización que penetre en el reinado-sociedad para destruir las jerarquías del poder e invertirlas, para convertir al rey en bufón, para hacer del “líder” el objeto de burla de sus súbditos en una cuasi ópera bufa de personajes viciosos signos también de una sociedad enferma. Algo que está tratado de mejor modo en el mediometraje Crematorio, un material audiovisual, cuidado en lo formal, en lo tocante al brillante trabajo de los actores,5 con caracterizaciones bien definidas, ricas en potencialidades, por la recreación de un cuadro humano diverso, pletórico en matices, un material con muchos puntos en contacto con el argumento de la puesta en escena de El rey se muere, pero que lo supera por el trazado de una metáfora que no cierra lecturas, de una parábola crítica, inteligente, divertida, y también polémica.

    El rey se muere de Ionesco pone en escena un argumento sencillo: al monarca de un país cualquiera (“un Estado-espectáculo”, un teatro donde todo es ilusión y juego), su médico de cabecera le vaticina poco tiempo de vida. Entonces, sus mujeres y parte del séquito planifican, prevén lo que harán luego de la muerte del monarca.

    La puesta de El Ingenio respeta este argumento (más que argumento parece ser, en el montaje, una premisa argumental) y desarrolla una acción que sitúa en el centro la festividad, la carnavalización, la celebración de la muerte de un rey que todavía no muere, que niega a morirse, que se niega a dejar el destino final de su nación a los súbditos (¿por qué se niega a morir? ¿Por miedo?, ¿por desconfianza en sus sucesores?, ¿por qué ese proyecto político no es otra cosa que un proyecto humano que va más allá de supuestas ansias de poder y de gloria? Porque… ¿quizás a estas alturas la muerte física del rey ya no es importante?)

    Esto no se dice en la puesta, parece no importarle. Como en sus otros textos escénicos el director contextualiza la obra en la Cuba de hoy, en la realidad de aquí y de ahora mediante el choteo y la carnavalización de los símbolos políticos (carnavalización como inversión también de los símbolos teatrales): el himno, la bandera cubana, y las consignas que han signado el proyecto político de la Nación cubana a partir de 1959, esto no se puede negar, no lo puede negar el director. La puesta en escena participa de una inmediatez violenta, hostil, que no deja incólume al espectador, que lo hace partícipe de la acción.6 Las reinas, consortes de su majestad, participan de una gestualidad típicamente cubana, salpicadas su enunciación de un cubaneo, en ocasiones, vulgar, en otras, grosero que satiriza lo que en materia de lenguaje ha sido también el proyecto de la Revolución Cubana: la instauración de un lenguaje político propio.7

    A mi particular modo de ver, algo no resuelto en la obra teatral de Cremata con El Ingenio, (no pasa tanto en su cine), es lo no resuelto entre el modo en que se representa en escena el poder político de la Cuba de las últimas cinco décadas y la “orientación hacia lo bajo como característica de todas las formas de la alegría popular y del realismo grotesco”8 como rasgo formal de los procedimientos de carnavalización de buena parte del arte contemporáneo. Piénsese en el contexto cubano mismo, en la obra de Teatro El Público, de El Ciervo Encantado con Triunfadela, en el meritorio espectáculo del grupo matancero El Portazo, CCPC Cuban Coffee by Portazo’s Cooperative.

    La puesta de El Ingenio, estrenada el pasado sábado 4 de julio en la sala Tito Junco, del Centro Cultural Bertolt Brecht participa de las cuestiones analizadas en estos párrafos, de lo que en materia de lenguaje teatral, de preocupación estética y política (más que preocupación es una obsesión lo cual también, al menos para mí es un mérito) ha signado a su obra. Pero la actual puesta del colectivo (al menos lo que dejó ver el estreno) es muy inferior, en lo artístico, que sus predecesoras. Esto, por varios motivos. El primero por lo forzado de la parábola teatral y política, por la ausencia de una metáfora que dejara huecos para ser rellenados por el espectador. Todo lo contrario la puesta no quiere segundas lecturas, sino que articula, impone una lectura dirigida, conducida por los actantes de la puesta en escena. Por el grado de manipulación de los símbolos políticos, de los referentes reales e históricos tratados de manera irrespetuosa, y que no llegan a tener un peso teatral artístico verdadero. Por la ausencia de conexión entre los diversos materiales y la falta de una cohesión escénica que coadyuvara a un todo artístico coherente y acabado. Uno de los problemas que más afecta a la puesta es el descuido de la dramaturgia espectacular, inconexa, sin desarrollo argumental, climático, y sin cohesión. Todo lo contrario, la no- acción avanza a partir de las morcillas de los actores, ese método tan viejo del teatro vernáculo de chistes muy pobres y manidos que habitan el lenguaje cotidiano del cubano, y que en la puesta en escena, más que como “mecanismo desacralizador” del lenguaje oficial, (como se ha visto en otras de sus obras), funge como método salvador que une una situación con otra y otra, y así hasta el cansancio. Es cierto que en el texto original la no-acción es uno de sus recursos fundamentales, recordemos uno de los textos cumbres del teatro del absurdo Esperando a Godot, de Beckett. Pero en la puesta de El Ingenio la no-acción no es una categoría teatral, no es una búsqueda estética o artística, es un defecto proveniente de la ineficacia de los mecanismos teatrales y de lenguaje. Casi no hay acción porque poco hacen los actores encima del escenario más allá del juego grosero, paródico, del lenguaje y las morcillas. La no-acción responde a una constatable ausencia de acciones físicas y argumentales por parte de los actores, por lo inflado de un texto corto (es una farsa trágica de veintitantas cuartillas) que la puesta dilata y dilata, y de la que en algunos momentos el propio montaje se burla (siendo, creo yo, la metateatralidad, la autorreflexión en torno a la escena, al propio montaje y sus manchas, y la burla sobre los mecanismos de teatralidad uno de los pocos méritos del montaje).

    A todo ello se suma el descuido en la dirección actoral y el desempeño poco acertado de actrices y actores, en las partituras de sus ejecuciones, en la impericia del trabajo de enunciación, en la poca profundización de los personajes farsescos, en los cuales la tipología resultan de lo externo de la caracterización, de la cita directa, la caricaturización del referente real (o aparentemente real) del Rey Berenjena; de la poca profundidad en esos caracteres más allá de que la obra se aleja totalmente de un ámbito realista o psicologista.

    Por último. La actual puesta en escena de Cremata vuelve a poner en crisis los límites de lo ético y lo estético, de lo humanamente posible, de lo humanamente “decible” encima del escenario. El montaje de Cremata no es cuestionable solo porque su premisa argumental sea hablar de la festividad que podría llegar a rodear la muerte de un rey que se sabe, se piensa y se quiere perpetuar como un rey-dios. Lo cuestionable no es el funeral en torno a los mecanismos teatrales de tal o más cual régimen político. Lo cuestionable está en la ausencia de matices, en la pérdida de un pulso que pudiera graduar el del choteo, la parodia como mecanismos propiamente teatrales de desacralización de la política, del discurso oficial, de los rituales patrióticos. El problema de la puesta estriba en que la crueldad deja de ser una categoría teatral con la cual jugar (como en principio propone el texto original de Ionesco) para convertirse en ejercicio estético suicida, que violenta las estructuras sociales y culturales en las que está inmersa el juego escénico, como si no respondiera de un modo u otro a esos mismos “mecanismos de dominación” que pretende criticar y subvertir, sin llegar a generar un diálogo cuestionador y verdaderamente crítico.


    1. El “mal” del que escribió Fernando Ortiz, y que le sirvió a Mañach para escribir un controvertido ensayo, sí, pero también uno de los grandes diagnósticos de lo que es y ha sido el ser nacional de Cuba.
    2. Mijail Bajtin. La cultura popular en la edad media y en el renacimiento. El contexto de François Rabelais. Alianza Editorial. S. A, 2003, p.334
    3. Controversial y polémico por sus opiniones un tanto simplificadoras acerca del ejercicio de la política en la América Latina.
    4. Ver Georges Balandier. El poder en escenas. De la representación del poder al poder de la representación. Paidós Studio, p. 23
    5. Descuellan Miriam Socarrás, Carlos Solar, Beatriz Viñas, Nancy González Nieve Riovalle, Yaité Ruiz, y Hugo Alberto Vargas con uno de sus mejores desempeños.
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    "El Rey se muere" y la censura al arte. Empty Re: "El Rey se muere" y la censura al arte.

    Mensaje por sorge Vie Nov 13, 2015 1:02 am

    Cambios en la programación, sala Tito Junco, Teatro Bertolt Brecht

    Fuente Consejo Nacional de las Artes Escénicas 07.07.2015

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    “En teatro como en todo, podemos crear en Cuba”, dijo Martí desde su perspectiva de hombre visionario y defensor de la Patria. Hoy, cuando todos nos aferramos a construir el país que nos debemos, desde las urgencias, conquistas e ideales heredados de un pasado y presente inquietos; vuelve la escena como sitio abierto a la re-escritura y la transformación.

    Cuando desde una institución cultural registramos la naturaleza de “agente” de nuestros creadores y públicos, reconocemos sus capacidades operantes para generar instancias de comportamiento y así poder traducir, replantear, recualificar y alcanzar nuevos caminos en la escena.

    Atendiendo a las estrategias de desarrollo del arte escénico cubano, al diálogo permanente entre la institución y la práctica artística cotidiana, en pos de lograr estadios más propositivos entre las obsesiones
    poéticas de nuestros creadores y la política cultural de la Nación, el Consejo Nacional de las Artes Escénicas y el Centro de Teatro de La Habana, deciden la suspensión de la obra El rey se muere, producción de Teatro El Ingenio. En su lugar, la sala Tito Junco del Centro Cultural Bertolt Brecht propondrá otras opciones en su programación
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    "El Rey se muere" y la censura al arte. Empty Re: "El Rey se muere" y la censura al arte.

    Mensaje por La Brujula Vie Nov 13, 2015 5:41 pm

    el aspecto de pervertido sexual que ofrece este señor

    Quien es el autor de esto para criticar la preferencia sexual o apariencia sexual de alguien. Me imagino que en su momento también criticaron la de Mozart, Beethoven, Picasso, Platón, Tchaikovski, Lezama,  etc. y por suerte no tropezaron con ningún iluminado que los censuro y destruyo su obra.

    Perdón, si, Lezama fue muy censurado en Cuba, como también lo fue Silvio Rodríguez, Pablo Milanés, Juan Padrón, etc.   y muchos otros, víctimas de los iluminados que deciden que es bueno y que no lo es, y no fueron censurados precisamente por sus preferencias sexuales, fue por criticar y manifestarse diferente a lo que “estaba establecido” aunque con el paso de los años se convirtieran en símbolos de la nacionalidad, y esto incluye a Lezama.

    Tal vez es casualidad, pero me llama la atención que todas las manifestaciones del arte en este pequeño país, apuntan a criticar …. todo lo que tenga que ser criticado.

    Y más aun me sorprende, que los críticos que hasta ayer apoyaban a Cremata, le hacían criticas que rayaban en la adulación y se mataban por participar de su gloria, de repente encuentran que su trayectoria ha sido un verdadero desastre y no lo habían notado, etc…….qué casualidad…

    En mi opinión y sólo en mi modesta opinión: El arte es para el pueblo y no para los críticos, si un realizador hace algo que promueve las masas, está bien hecho, aunque los críticos digan lo contrario. Pero si su obra pasa desapercibida y no provoca estremecimiento en su público, es una basura, aunque le encante a los críticos. Ya en estos momentos está circulando en Cuba una copia pirata de la conflictiva obra de teatro, demás está decir que espero poderla ver, no sé si cuando salga en el paquete o de qué forma, pero la quiero ver. Porque si tanto dolor causó en las “autoridades” debe ser un fiel retrato de la “realidad”.
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    "El Rey se muere" y la censura al arte. Empty Re: "El Rey se muere" y la censura al arte.

    Mensaje por sorge Vie Nov 13, 2015 7:46 pm

    Ni Silvio Rodriguez,ni Pablo Milanes,ni Juan Padron se fueron a hablar a miami, siguieron trabajando desde dentro de la revolución para ser reconocidos.
    El problema de la puesta estriba en que la crueldad deja de ser una categoría teatral con la cual jugar (como en principio propone el texto original de Ionesco) para convertirse en ejercicio estético suicida, que violenta las estructuras sociales y culturales en las que está inmersa el juego escénico, como si no respondiera de un modo u otro a esos mismos “mecanismos de dominación” que pretende criticar y subvertir, sin llegar a generar un diálogo cuestionador y verdaderamente crítico.
    La escena de los pioneros obligados a saludar a un difunto,en un pais como Cuba donde los derechos de los niños son cuidado con esmero, me imagino que puede afectar a la sensibilidad del pueblo.
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    "El Rey se muere" y la censura al arte. Empty Re: "El Rey se muere" y la censura al arte.

    Mensaje por La Brujula Lun Nov 16, 2015 2:56 pm

    sorge escribió:Ni Silvio Rodriguez,ni Pablo Milanes,ni Juan Padron se fueron a hablar a miami, siguieron trabajando desde dentro de la revolución para ser reconocidos.
    Ellos se quedaron, pero muchos se fueron. Los mencioné, porque a estas alturas ellos son como símbolos y fueron acusados en su momento. Esto solo demuestra que no se puede juzgar de esa manera…  abría que preguntarle al pueblo si está o no de acuerdo con la medida de suspender a Cremata, que en realidad es lo que debió ocurrir, y no un iluminado que tiene el poder de decidir qué es lo mejor para los cubanos, hacer lo que se le venga en gana y disponer de la cultura de un país a su voluntad. Pero en el “socialismo” es así, alguien que no fue elegido es omnipotente sobre todo y todos y puede disponer de forma inconsulta “para el bien de sus lacayos”, perdón, para el bien de su pueblo.

    El tiempo ya demostró que ese omnipotente estaba equivocado y lo volverá a hacer.

    sorge escribió:La escena de los pioneros obligados a saludar a un difunto,en un pais como Cuba donde los derechos de los niños son cuidado con esmero, me imagino que puede afectar a la sensibilidad del pueblo.

    Cuando pude ver ese corto (aquí en Cuba circuló bajo el nombre de “Crematorio”) la familia que compartía conmigo se reía a carcajadas y yo le insistí en que me  explicaran la risa…….. La respuesta: Me parece que estoy en el velorio de “^%&^##^%” .  Nombre que no viene al caso, pero era un viejo combatiente, del PCC y de todo lo que un viejo retrogrado y comunista pueda ser, considerado el chivatón más acérrimo del barrio, capaz de delatar a su madre si resucitaba. Según me contaron en ese velorio, lo niños tuvieron que hacer guardia de honor a los lados del ataúd (no se asomaron a verlo, no fue para tanto), pero tuvieron que acompañarlo al cementerio y cantar el himno nacional y saludarlo mientras se paraban fiemes como soldados. Dicho sea de paso ninguno de los niños conocían al viejo, que además nadie soportaba en su barrio y según los comentarios de los amigos… algunos hicieron hasta sus fiestecitas para celebrar la muerte del veterano chivatón.

    Después de unos años aquí, ya nada me espanta ni me parece imposible…….
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    "El Rey se muere" y la censura al arte. Empty Re: "El Rey se muere" y la censura al arte.

    Mensaje por sorge Lun Nov 16, 2015 8:04 pm

    No creo que la critica fuera por que se va,sino por salir en canal de Miami.
    Si mete en la obra la escena de los pioneros como critica, ahora como elemento morboso que produzca hilaridad, no se yo si seria positivo, lo digo porque alli no estan tan acostumbrado a estas cuestiones, puede llamar la atención a determinado tipo de publico.
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    "El Rey se muere" y la censura al arte. Empty Re: "El Rey se muere" y la censura al arte.

    Mensaje por La Brujula Jue Dic 17, 2015 2:57 pm

    CONDENADNOS, no importa: el ARTE nos ABSOLVERÁ

    Por Juan Carlos Cremata Malberti

    Ante todo: pido perdón esta vez por hablar en primera persona.

    El Rey se Muere

    No suelo responder, al menos públicamente, a crítico o espectador alguno, sobre detalles en la “maquinaria” intrínseca de cada una de nuestras creaciones. Siempre he pensado al igual que García Márquez, que lo que he tratado de decir, se encuentra en lo realizado. Y en su lugar me enriquece, mucho más, oír las diversas interpretaciones que se desatan, de lo que a veces hacemos con pura intuición artística u oficio, avalado, por supuesto, en un caudal de propuestas colectivas que van surgiendo a la par de la creación misma. Defiendo ante todo, una pluralidad de lecturas en lo que persigo o sueño y por lo que de alguna manera me obsesiona y alienta como artista, pensador y ser humano.

    Soy muy aficionado además a la idea de Pablo Picasso de que más que buscar, se encuentra en el camino del arte. Por eso me apasiona, pero que mucho más, el acto mismo de la génesis estética más allá de la obra terminada. Trato siempre, también, de hasta abusar del plural de modestia, contraponiéndolo a un prolongado, cada vez más frecuente y excesivo “yo” que es ya habitual, por abundante, en los discursos que desde hace mucho inundan cualquier rama del pensamiento en nuestro país, sobre todo la crítica. Y especial, la política.

    Pero me veo obligado a contestar unas notas “apresuradas” (léase también inducidas, mandadas y/o dictaminadas lo que explica de alguna manera su “precipitación”) acerca del estreno, el pasado 4 de julio, de la obra EL REY SE MUERE de Eugene Ionesco, por nuestro colectivo El Ingenio.

    Estimado Andy Arencibia Concepción / con copia a todo aquel que se sienta aludido/:

    Aplaudo su seriedad en investigar mi obra y admiro el respeto que me profesa, a pesar de que, evidentemente, lucha usted, como el resto de sus conductores, en favor de mantener incólume su condición laboral, o lo que es decir “cuidar su puesto de trabajo”. Le entiendo.

    Si mal no recuerdo estaba usted, asimismo en la reunión donde se me citó frente a la “plana mayor” del Consejo Nacional de las Artes Escénicas para comunicarme la suspensión de la temporada. Y ahora no me quedan dudas de que muchas de las opiniones vertidas en su escrito, responden a las señaladas de manera personal, aunque con epítetos más duros tales como “traición” o “panfleto político” por la propia Gisela González, que funge como Presidenta de las Artes Teatrales en Cuba.

    No sé qué vino antes. Si las de ella o las suyas.

    Pero de cualquier manera, su hondo y acelerado estudio viene a explicar un poco más la absurda e inentendible nota inicial, aparecida de repente en CUBARTE, sobre los cambios en la programación en la sala Tito Junco del Centro Cultural Bertolt Brecht. Que no hacía más que ocultar una burda censura.

    En cambio es usted más inteligente y sano. Su análisis es respetable, aunque condicionado.

    Y le estoy, créame, sumamente agradecido al intentar dilucidar un poco en toda la nebulosa indescifrable de lo que intentamos realizar. Así como me gratifican sus elogios, sus loas o sus superlativos a los que espero con humildad corresponder.

    No obstante, es del mismo modo un poco injusto e inexacto, aunque está usted en todo su derecho como crítico – que no como investigador – al opinar de manera tan cerrada y tajante sobre un fenómeno artístico, teniendo en cuenta, sólo, su función de estreno.

    En Arte, como en toda otra manifestación subjetiva, o incluso hasta en la medicina que está avalada por la ciencia, lo que puede ser bueno para usted(es) no tiene por qué necesariamente serlo para otros

    O para nosotros, los demás.

     Si hubiera(n) usted(es) asistido a la función del domingo se hubiese(n) encontrado otro momento, aunque en esencia el mismo, que no fue el de ese sábado de estreno. Suelo avisarle a mis amigos que es mejor asistir a las últimas veladas, donde los actores y técnicos ya han probado, y más que saboreado, una experiencia que se va enriqueciendo y cuajando en cada entrega.

    Máxime cuando el trabajo que realiza nuestro colectivo depende mucho de esa interacción con el público a la que refiere su comentario. Y en el que además del “choteo” al que muy atinadamente usted(es) alude(n), hay la intención declarada y manifiesta en el rescate de una forma muy cubana de teatralización, cuasi-perdida o extraviada-censurada-a-la-fuerza-por-más-de-50-años, pero que caracterizó a todo el teatro vernáculo cubano con la práctica periódica de la sátira política como comentario de lo que acontece en nuestro país.

    Lenguaje procaz, desmedido, irreverente (que no es lo mismo que irrespetuoso) iconoclasta, contestatario y alguna veces hasta vulgar o soez, que como usted no sé si bien señala, inunda nuestros campos y ciudades. Y que parece ser el idioma generado en el “hombre nuevo” que se forja en esta imprecisa sociedad que nos imponen.

    El teatro es un hecho vivo, como bien se sabe.

    Es catarsis, conmoción, temblor y disturbio, sobre todo en su relación con el espectador. Ya sea ésta a favor o en contra. Peor es ir a una función y regresar igual que si no se hubiese ido. ¿Es eso lo que busca? ¿La loa galante y constante? ¿El musical bonito, ingenuo e inofensivo? ¿La crítica a lo que se autorice señalar? ¿La reinterpretación de nuestra historia, sin cuestionar el presente y mucho menos el futuro? ¿La independencia restringida? ¿La libertad por la libreta?

    ¿Por qué cupón se me libera? ¿Cuánto me tocará este mes de emancipación?

    ¡Sacaron albedrío! ¡Corre, que está al acabarse!

    Podríamos apuntar que parte de eso llevó hace unos años al mismo Consejo de las Artes Escénicas – amparados en un supuesto “respeto al cambio en la programación”, a suprimir el éxito inmenso que estaba teniendo nuestra puesta en escena de La hijastra de Rogelio Orizondo (sin siquiera haberla visto muchos de ellos y) atendiendo a comentarios desproporcionados, frustrantes y maliciosos, que se acallaron, inmediatamente, cuando unos meses después, el propio Raúl Castro señalara lo mismo acerca de las indisciplinas sociales en las que se anegaba Cuba entera.

    Raúl podía decirlo en su discurso, pero el teatro no.
    Nosotros no estábamos autorizados para exponerlo.
    A Raúl se le aplaudía, por supuesto. ¿Quién se atreve a contradecirle?
    A nosotros se nos condenó al exilio de la misma sala a la que regresamos, luego de cuatro años, para volver a experimentar, hoy con la decisión tomada al acabar con nuestra propuesta, otra vez con el mismo castigo, con la exacta sanción, con la idéntica penitencia.


    La Hijastra logró 14 presentaciones antes de ser censurada.
    E incluso, aún peor.
    De LA HIJASTRA logramos dar 14 funciones.
    De EL REY SE MUERE sólo pudimos ofrecer dos.

    Es el tercer intento. Y a la tercera va la vencida.
    Anteriormente se había desatado también un oneroso escándalo con la presentación de EL FRIGIDAIRE (Le Frigo) de Copi.

    Pero esta vez fueron definitivos.
    La afrenta al poder ya es insalvable.
    Y la barrera se situó definitivamente como diciendo: Ni una más, hasta aquí. ¡No pasarán!

    Han llegado demasiado lejos.
    ¡Abajo el bochorno! ¡Arriba la mancha!

    Al mismo tiempo, quiero sumarle a los ejemplos de colectivos teatrales, que señala(n) usted(es) como dignos y paradigmáticos (y en los que debieron sin dudas agregar también, la encomiable excelencia de Argos Teatro, Teatro de las Estaciones, Teatro de la Luna o Teatro Tuyo, entre otros muy pocos ejemplos) a los que se podría contraponer la labor de más de una decena de colectivos, donde sí que no aflora por lado alguno metáfora o poética artística. Donde la propuesta va hacia esa pobreza irradiante de la que se vanagloriaba no hace mucho uno de nuestros más mediáticos dirigentes.

    ¿Qué decir de la profusión vomitiva de eventos sin sentido que hasta ambicionan, únicamente, la venta de nuestro arte al exterior?

    ¿O de los cientos de verdaderos panfletos políticos que tenemos que dispararnos a diario desde hace muchos años en vivo y por la televisión?

    ¿O de los miles de actos públicos donde se derrocha el gasto a granel y se fomenta el mal gusto, la inoperancia, la falsedad y la sinrazón?

    Hace poco un admirado y reconocido escritor cubano, también de tanto en tanto acosado, nos señalaba lo poco educados que hemos sido los cubanos de estos tiempos en el manejo, el hábito y el culto a la tolerancia.

    Lo más importante – y bien sé que estará usted de acuerdo conmigo, aunque lo sienta en sigilo y no pueda expresarlo a sus anchas – es que el Consejo Nacional de las Artes Escénicas tiene todo el derecho de hacer saber su desavenencia, desacuerdo y decisión en contra para con una puesta en escena en específico de las de su circunscripción.

    Pero lo que no excluye el calificativo de medida inmoral, medieval e incomprensible, pues jamás tendrá explicación, – amén de demostrar, por el contrario, la invalidez de la posición asumida “en nombre de la defensa de las libertades alcanzadas por el movimiento teatral” (¿?) – o por más vueltas o “tecnicismos” escondidos tras palabrejas rebuscadas; es el uso abusivo de un poder absolutista que se ostenta, sustenta y expone en el ejercicio cruel de una censura infame.

    Te callo a ti para hacerme oír yo.
    Y sólo yo.
    Yo. Yo. Y yo.
    Y no ha de oírse más nada.
    Ni más nadie.

    Típico comportamiento en todo reinado, régimen dictatorial o simplemente “caciquismo”.
    Nepotismo ilustrado. Arbitrariedad manifiesta y descarada.
    ¿Dónde queda la posibilidad de qué los demás opinen?
    ¿Por qué, y quién, se arroba el derecho a decidir lo que otros deben pensar, proponer o sentir?
    ¿Qué derecho tiene alguien a dictaminar sobre el pensamiento de todos?

    Corren otros tiempos, estimado colega.
    Una pandemia de libertad inunda nuestros sentidos.
    Si alguien está en desacuerdo con lo que hacemos, eso nunca será peor salida, que la condena y la penalidad al mutismo, que la penitencia al ostracismo, que la expiación al desconocimiento y que la eliminación, de un solo tajo, de nuestras libertades de expresión artística, de nuestro derecho a equivocarnos, de nuestra voluntad y vocación perenne a polemizar; y hasta disentir, que no quiere decir, aunque también pueda serlo, estar en contra.

    Nuestra intención con esa puesta en escena era hablar de la resistencia al cambio. Obstinación mordaz que hoy se hace manifiesta de nuevo y la decisión errática del mismo Consejo.

    Y no es verdad absoluta e incondicional que intentáramos hacer referencia a monarca, líder o dirigente alguno. Es más, intentamos conscientemente de evitarla, aunque sabíamos de sobra que la lectura enfermiza de estos tiempos iría, por obligado, en esa dirección.

    El actor que hacía del rey Berenjena Primero, estudió los gestos del gran cómico francés Louis de Funes, en lugar de ponerse a hurgar en personajes más cercanos a nuestra cotidianidad.

    Usted(es) podrán decir y alegar lo que quieran. Además pueden hacerlo pues tienen todos los medios para controlarlo y difundirlo. Leyeron la obra y asumieron el riesgo. Descuidaron la entrega.

    Pero lo que no es sensato, ni juicioso y está a contrapelo con el siglo en que vivimos, es el conjuro inútil de hacer callar a los demás.

    Es decretar o dictaminar el pertinaz y empecinado silencio.

    Ya no hay derecho.
    Eso únicamente se impone por la fuerza.
    Y cuando hay fuerza palidece la razón.
    Es el desamparo enfrentándose al terror.
    La amargura impotente de la ofensa.
    La orfandad del ensueño.
    La verdad burlada.
    Insistir en el error para anegarse en él.

    En nombre de un “nacional socialismo” se nos coarta, reprime, sanciona, amordaza, atropella y oculta. Eso es fascismo omnímodo. Puro. Absoluto e integral. Del mismo que quemaba libros y estigmatizaba razas, sexos, colores y hasta pensamientos o maneras de ser. Y es también apartheid.

    A la manera de decir de Fassbinder “el miedo les devora el alma”

    Tampoco es exacta su observación acerca de mi obra cinematográfica más reciente, al utilizar precisamente el ejemplo de Crematorio 1: En fin el… MAL que es un proyecto por demás fustigado, disimuladamente velado, o al menos no divulgado oficialmente y que ha podido ser apreciado sólo por intermedio de esa legalizada e incoherente piratería que alimenta sin sentido nuestro Estado.

    Es decir que tampoco en el cine parecen ser muy bien vistos mis pasos “políticamente incorrectos” por la nomenclatura y la burocracia oportunista, sin brillo y mediocre que sustenta la autoridad por estos días.

    Tengo clarísimo y he aprendido desde que nací que ser revolucionario NO es ser obediente, ni acatar al pie de la letra todo lo que venga de “arriba”. Eso es ser oveja. Es decir: eso es ser “ovejiente”.

    De más arriba vienen las cosas de Dios y ustedes ni caso les hacen.

    Él los perdone.

    Nuestra razón de ser es crear. Y seguiremos haciéndolo. Aunque intenten cortarnos las alas. No podrán nunca doblegar el pensamiento.

    La obligación de usted(es) se ha fundado en mutilar, suspender, acallar, frenar, paralizar, estancar, limitar, impedir, retrasar, privar, detener y hasta hacer morir.

    Nuestra nación es la cultura y nuestra nacionalidad también.

    ¡Viva el arte!

    Lo demás es politiquería barata, hueca.

    Y basta de hipocresías que ni usted(es) mismo(s) la siente(n).

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    "El Rey se muere" y la censura al arte. Empty Re: "El Rey se muere" y la censura al arte.

    Mensaje por Alexyevich Sáb Ene 16, 2016 11:13 pm

    La Brujula escribió:
    sorge escribió:Ni Silvio Rodriguez,ni Pablo Milanes,ni Juan Padron se fueron a hablar a miami, siguieron trabajando desde dentro de la revolución para ser reconocidos.
    Ellos se quedaron, pero muchos se fueron. Los mencioné, porque a estas alturas ellos son como símbolos y fueron acusados en su momento. Esto solo demuestra que no se puede juzgar de esa manera…  abría que preguntarle al pueblo si está o no de acuerdo con la medida de suspender a Cremata, que en realidad es lo que debió ocurrir, y no un iluminado que tiene el poder de decidir qué es lo mejor para los cubanos, hacer lo que se le venga en gana y disponer de la cultura de un país a su voluntad. Pero en el “socialismo” es así, alguien que no fue elegido es omnipotente sobre todo y todos y puede disponer de forma inconsulta “para el bien de sus lacayos”, perdón, para el bien de su pueblo.

    El tiempo ya demostró que ese omnipotente estaba equivocado y lo volverá a hacer.

    sorge escribió:La escena de los pioneros obligados a saludar a un difunto,en un pais como Cuba donde los derechos de los niños son cuidado con esmero, me imagino que puede afectar a la sensibilidad del pueblo.

    Cuando pude ver ese corto (aquí en Cuba circuló bajo el nombre de “Crematorio”) la familia que compartía conmigo se reía a carcajadas y yo le insistí en que me  explicaran la risa…….. La respuesta: Me parece que estoy en el velorio de “^%&^##^%” .  Nombre que no viene al caso, pero era un viejo combatiente, del PCC y de todo lo que un viejo retrogrado y comunista pueda ser, considerado el chivatón más acérrimo del barrio, capaz de delatar a su madre si resucitaba. Según me contaron en ese velorio, lo niños tuvieron que hacer guardia de honor a los lados del ataúd (no se asomaron a verlo, no fue para tanto), pero tuvieron que acompañarlo al cementerio y cantar el himno nacional y saludarlo mientras se paraban fiemes como soldados. Dicho sea de paso ninguno de los niños conocían al viejo, que además nadie soportaba en su barrio y según los comentarios de los amigos… algunos hicieron hasta sus fiestecitas para celebrar la muerte del veterano chivatón.

    Después de unos años aquí, ya nada me espanta ni me parece imposible…….

    En el socialismo degenerado a causa de la burocratización del estado obrero, tal vez, mas no del socialismo auténtico.
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    Mensaje por La Brujula Lun Ene 18, 2016 1:24 pm

    Alexyevich escribió:mas no del socialismo auténtico.

    Tiene razón.

    Póngame un ejemplo de ese socialismo auténtico que lo demuestre.
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    Mensaje por sorge Mar Mar 15, 2016 6:24 pm

    Juan Carlos Cremata, un anexionista sin memoria

    Posted by heraldocubano
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    5 Votes

    Por Arthur González.

    Aquellos que rompieron lanzas por el cineasta Juan Carlos Cremata, cuando se le calificó como un huérfano ingrato por desearle la muerte a Fidel Castro, líder cubano que le salvó su vida al enfermar gravemente en Francia, ahora podrán comprender mejor la naturaleza de quien se evidencia como un total anexionista del Gigante de las Siete Leguas, como denominó José Martí a los Estados Unidos.

    En una aberrante Carta abierta dirigida al presidente Barack Obama, “el ingrato” lo compara con Santa Claus y hasta le hace fantasiosos pedidos, cuando realmente es el Presidente que ha le quitado la vida a miles de seres humanos inocentes, con sus guerras injustificadas.

    Obama ha sancionado como ninguno de sus antecesores, a compañías y bancos extranjeros por aceptar algún contrato o realizar transacciones financieras, expresión máxima de la Guerra económica contra el pueblo cubano.

    Este artista formado gracias a la Revolución que ahora ataca con saña, a pesar de que le dio preparación profesional y múltiples oportunidades para demostrar sus capacidades, ahora expone en su misiva al Presidente yanqui sus verdaderas pretensiones al mejor estilo de lo que impuso la execrable Enmienda Platt, en la Constitución de 1901.

    Para Cremata, Barack Obama “…viene a Cuba, como un Santa Claus sin barbas… sin trineo, ni venados, pero tañendo para nuestras almas y anhelos, las mismas campanadas de contento”.

    Evidentemente Cremata no tiene ni memoria y menos aún cultura histórica, pues Obama lo que le ha dado al pueblo cubano es más limitaciones para su comercio exterior, con el objetivo de incrementar las penurias y que sea el mismo pueblo y gente como él los que soliciten a Estados Unidos la deseada Transición hacia el capitalismo, siguiendo el mismo principio que expresó la CIA en un informe ya desclasificado, donde exponen textualmente:

    “El principal objetivo de Estados Unidos es completar el aislamiento económico, político y psicológico de Cuba […] Estas medidas han sido, en buena parte, responsables de las actuales dificultades económicas de Castro, pero pudieran adoptarse nuevas y eficaces medidas de guerra económica”.

    A su vez, académicos del Council and Foreign Relations de Estados Unidos en sus propuestas para cambiar la política hacia Cuba, afirman:

    “La oposición de EE.UU. a la Revolución cubana y el apoyo a la democracia y al desarrollo en este hemisferio, lograron frustrar las ambiciones cubanas de expandir su modelo económico e influencia política”.

    ¿Sabrá Cremata que Obama desde el 2009 hasta la fecha, ha impuesto 47 multas a compañías y bancos por violar las regulaciones aprobadas contra Cuba, por un monto ascendente a 14 mil 396 millones 357 mil 471 dólares?

    Lo más seguro es que esa información no le interese, pues según apunta en su Carta abierta, lo que él desea que Obama le traiga es un CAMBIO, “porque los revolucionarios se resisten a la novedad, la variedad, la tolerancia, la transformación y le tienen pánico al salto”.

    Es tal su ignorancia histórica que no sabe lo que era la Isla antes de 1959 y esos a los que denomina “revolucionarios con pánico al cambio”, fueron precisamente los que hicieron posible que él fuera hoy un profesional capacitado y mantenga su calidad de vida, sin gastar un solo centavo, así como tener una amplia filmografía que jamás con el sistema anterior hubiese soñado, porque en esa época no existían en Cuba escuelas superiores de arte y menos de cine.

    A Cremata, “el preocupado” por el futuro de Cuba, solo le interesa que, en la Base Naval Yanqui enclavada en la provincia de Guantánamo, a la que denomina como “el único retazo de su tierra “libre”, exista una zona comercial, pero no exige que le sea devuelta a los cubanos, y por eso es que en tono de súplica pide al presidente Obama que:

    “Abra un mercado, una zona franca…hágale la competencia a la zona en desarrollo del puerto del Mariel… Que entren por allí sus mercancías, para adornar los biseles de la cuna de la Revolución que está tan cerca. Que haya IKEA, Home Depots, Costcos, Palacios de los Jugos, teatros, museos, cines, muchas tiendas y variados comercios”.

    El huérfano ingrato que lo tuvo todo gracias al sistema socialista que ayudó a su madre a educar a tres hijos, viuda precisamente por una despiadada acción terrorista diseñada por la CIA, como fue la voladura de un avión civil cubano en el que su esposo formaba parte de la tripulación que murió junto a 73 pasajeros, cuyo responsable del crimen reside en Miami protegido por Obama, termina su Carta abierta solicitándole al Presidente:

    “…durante su visita a La Habana, interceda con las autoridades para que se expandan, con su venia, aún más oportunidades para forjar y procrear ideas, libremente, sin tantas trabas frustrantes”.

    Si los que le defendieron a capa y espada aún creen que Cremata tiene la razón, evidentemente se han pasado a las filas de los que sueñan que una Cuba mejor es solo posible bajo la dominación de Estados Unidos, desconociendo lo que realizan contra la Revolución, tal y como afirma la CIA en sus propios documentos.

    En las posiciones de Cremata están vigentes las ideas de José Martí cuando afirmó:

    “Solo el que desconozca nuestro país, o las leyes de formación y agrupación de los pueblos, puede pensar honradamente en que el anexionismo es la solución: o aquel que ame a los Estados Unidos más que a Cuba”.
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