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El próximo 20 de Diciembre tendrán lugar las elecciones generales. Desde la Organización Comunista Revolución no pretendemos hacer un análisis pormenorizado de las fuerzas concurrentes con posibilidades de obtener representación, ni mucho menos exponer predicciones; sino que trataremos de exponer y argumentar una serie de posiciones que tomamos como comunistas:
En primer lugar, tenemos que echar la vista atrás para referirnos a las pasadas elecciones municipales, en que, todavía como JCE(m-l), si bien sin pedir el voto, saludamos los procesos de confluencia que se daban a nivel electoral entre movimientos sociales y partidos políticos en lugares como Valladolid o Barcelona.
Durante nuestro proceso de refundación, que dio a luz a Revolución, hemos aprendido, hemos tenido una actitud muy crítica con nuestros posicionamientos, métodos y formas hasta entonces, y nuestra posición, también respecto a las cuestiones de la denominada “Unidad Popular” y otros aspectos.
Es importante señalar que en aquel momento no confiábamos en tal o cual alianza electoral para que sus reformas pudieran romper el sistema, pero sí analizábamos como necesaria la llamada Unidad Popular, y además pensábamos que estas alianzas electorales favorecían una cierta unión de capas de distintas clases afectadas, en mayor o menor medida, por la gran burguesía, cosa que acercaría una ruptura con el régimen y podría abrir un proceso que culminase en una República Popular que rompiese con el bloque imperialista de EEUU y la Unión Europea. Esta concepción la arrastrábamos de nuestra etapa política anterior, como juventud de otro partido político.
Hoy analizamos que, dado que España es un país imperialista de segundo orden, es decir, es un país dominante de muchos otros países, miembro del grupo imperialista hegemónico de EEUU y la Unión Europea, la burguesía española nacional tiene una unión irrompible con la oligarquía internacional (siendo, a menudo, la misma), así que una república capitalista que viviese temporalmente enfrentada al imperialismo, como la que ha habido en Venezuela, es un proyecto inviable. Para la clase obrera el único proyecto viable es la República Socialista.
Por otro lado, los propietarios de pequeñas empresas, que a menudo sí han sido muy golpeados por la crisis e incluso han podido protestar contra parte de la gran burguesía, son un sector en nuestro país muy heterogéneo y muy ligado realmente al buen funcionamiento de esas grandes empresas o bancos, que además se beneficia de las reformas laborales más agresivas.
Por eso, pensamos que, aunque pueda haber alguna lucha parcial de esa pequeña burguesía y de algunas capas más adineradas de entre las y los trabajadores que puede beneficiar a la lucha obrera, no existe hoy una herramienta política con capacidad para hacer valer en esas luchas los intereses de nuestra clase para que los sectores más progresistas de esa pequeña burguesía sigan a la clase trabajadora y los menos progresistas se desenmascaren.
Esa herramienta política es la que queremos reconstruir: un Partido Comunista, que lo sea no por unas siglas, sino porque es capaz de analizar a corto, medio y largo plazo con acierto en base a criterios y métodos científicos, y que sea referente para dirigir las luchas de forma que siempre prevalezcan los intereses de nuestra clase, poniendo contra las cuerdas a la dictadura de los empresarios hasta terminar con ella y construir una democracia obrera.
En el plano electoral, esto nos lleva a no pedir el voto para ninguna de las candidaturas que se presentan, aunque, obviamente, sí vemos puntos que podrían favorecer la lucha obrera: la derogación de la Ley Mordaza, la despenalización de los piquetes (supresión del artículo 315.3 del Código Penal), mejor situación laboral que dé más tiempo y autonomía para la organización tanto a nivel sindical como político…pero no queremos dar a entender que esto nos hace apoyar a quienes las defienden o al conjunto de su programa, ni queremos volver a centrar el debate en las siglas de la “contienda electoral” o su desarrollo interno.
El Parlamento tiene todo el poder para aprobar medidas en contra de la clase obrera y para el beneficio de la burguesía, pero se ve vaciado de toda autoridad cuando se trata de perjudicar a la totalidad de estos grandes propietarios. Esto lo hemos visto durante toda la crisis, y no entraremos a desarrollarlo en este artículo.
Hoy por hoy, además, como ya hemos señalado, no existe el Partido Comunista reconocido por la clase trabajadora, ni siquiera la más combativa, como su referente, así que no es hoy políticamente útil que las y los comunistas usen el Parlamento como altavoz, porque lo que se pudiera decir allí, hasta con la mejor intención y sin hacer caso a las posiciones tibias de la pequeña burguesía, no podría tener una traducción efectiva en la calle ni estaría fundada sobre un debate colectivo y científico, es decir, podría hacerse mucho ruido, pero seguiría habiendo pocas nueces e iríamos a ciegas.
En conclusión, el espectáculo electoral de la gran empresa y los roces e incluso choques con las “clases medias” van a continuar independientemente de cómo nos posicionemos las y los comunistas en dicho evento, nuestra tarea actual debe ser formarnos, agitar y poner en práctica de forma eficiente nuestra capacidad de organización, lucha y dirección para reconstruir el Partido de la clase obrera con unos cimientos fuertes.
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En el plano electoral, esto nos lleva a no pedir el voto para ninguna de las candidaturas que se presentan, aunque, obviamente, sí vemos puntos que podrían favorecer la lucha obrera: la derogación de la Ley Mordaza, la despenalización de los piquetes (supresión del artículo 315.3 del Código Penal), mejor situación laboral que dé más tiempo y autonomía para la organización tanto a nivel sindical como político…pero no queremos dar a entender que esto nos hace apoyar a quienes las defienden o al conjunto de su programa, ni queremos volver a centrar el debate en las siglas de la “contienda electoral” o su desarrollo interno.
El Parlamento tiene todo el poder para aprobar medidas en contra de la clase obrera y para el beneficio de la burguesía, pero se ve vaciado de toda autoridad cuando se trata de perjudicar a la totalidad de estos grandes propietarios
El próximo 20 de Diciembre tendrán lugar las elecciones generales. Desde la Organización Comunista Revolución no pretendemos hacer un análisis pormenorizado de las fuerzas concurrentes con posibilidades de obtener representación, ni mucho menos exponer predicciones; sino que trataremos de exponer y argumentar una serie de posiciones que tomamos como comunistas:
En primer lugar, tenemos que echar la vista atrás para referirnos a las pasadas elecciones municipales, en que, todavía como JCE(m-l), si bien sin pedir el voto, saludamos los procesos de confluencia que se daban a nivel electoral entre movimientos sociales y partidos políticos en lugares como Valladolid o Barcelona.
Durante nuestro proceso de refundación, que dio a luz a Revolución, hemos aprendido, hemos tenido una actitud muy crítica con nuestros posicionamientos, métodos y formas hasta entonces, y nuestra posición, también respecto a las cuestiones de la denominada “Unidad Popular” y otros aspectos.
Es importante señalar que en aquel momento no confiábamos en tal o cual alianza electoral para que sus reformas pudieran romper el sistema, pero sí analizábamos como necesaria la llamada Unidad Popular, y además pensábamos que estas alianzas electorales favorecían una cierta unión de capas de distintas clases afectadas, en mayor o menor medida, por la gran burguesía, cosa que acercaría una ruptura con el régimen y podría abrir un proceso que culminase en una República Popular que rompiese con el bloque imperialista de EEUU y la Unión Europea. Esta concepción la arrastrábamos de nuestra etapa política anterior, como juventud de otro partido político.
Hoy analizamos que, dado que España es un país imperialista de segundo orden, es decir, es un país dominante de muchos otros países, miembro del grupo imperialista hegemónico de EEUU y la Unión Europea, la burguesía española nacional tiene una unión irrompible con la oligarquía internacional (siendo, a menudo, la misma), así que una república capitalista que viviese temporalmente enfrentada al imperialismo, como la que ha habido en Venezuela, es un proyecto inviable. Para la clase obrera el único proyecto viable es la República Socialista.
Por otro lado, los propietarios de pequeñas empresas, que a menudo sí han sido muy golpeados por la crisis e incluso han podido protestar contra parte de la gran burguesía, son un sector en nuestro país muy heterogéneo y muy ligado realmente al buen funcionamiento de esas grandes empresas o bancos, que además se beneficia de las reformas laborales más agresivas.
Por eso, pensamos que, aunque pueda haber alguna lucha parcial de esa pequeña burguesía y de algunas capas más adineradas de entre las y los trabajadores que puede beneficiar a la lucha obrera, no existe hoy una herramienta política con capacidad para hacer valer en esas luchas los intereses de nuestra clase para que los sectores más progresistas de esa pequeña burguesía sigan a la clase trabajadora y los menos progresistas se desenmascaren.
Esa herramienta política es la que queremos reconstruir: un Partido Comunista, que lo sea no por unas siglas, sino porque es capaz de analizar a corto, medio y largo plazo con acierto en base a criterios y métodos científicos, y que sea referente para dirigir las luchas de forma que siempre prevalezcan los intereses de nuestra clase, poniendo contra las cuerdas a la dictadura de los empresarios hasta terminar con ella y construir una democracia obrera.
En el plano electoral, esto nos lleva a no pedir el voto para ninguna de las candidaturas que se presentan, aunque, obviamente, sí vemos puntos que podrían favorecer la lucha obrera: la derogación de la Ley Mordaza, la despenalización de los piquetes (supresión del artículo 315.3 del Código Penal), mejor situación laboral que dé más tiempo y autonomía para la organización tanto a nivel sindical como político…pero no queremos dar a entender que esto nos hace apoyar a quienes las defienden o al conjunto de su programa, ni queremos volver a centrar el debate en las siglas de la “contienda electoral” o su desarrollo interno.
El Parlamento tiene todo el poder para aprobar medidas en contra de la clase obrera y para el beneficio de la burguesía, pero se ve vaciado de toda autoridad cuando se trata de perjudicar a la totalidad de estos grandes propietarios. Esto lo hemos visto durante toda la crisis, y no entraremos a desarrollarlo en este artículo.
Hoy por hoy, además, como ya hemos señalado, no existe el Partido Comunista reconocido por la clase trabajadora, ni siquiera la más combativa, como su referente, así que no es hoy políticamente útil que las y los comunistas usen el Parlamento como altavoz, porque lo que se pudiera decir allí, hasta con la mejor intención y sin hacer caso a las posiciones tibias de la pequeña burguesía, no podría tener una traducción efectiva en la calle ni estaría fundada sobre un debate colectivo y científico, es decir, podría hacerse mucho ruido, pero seguiría habiendo pocas nueces e iríamos a ciegas.
En conclusión, el espectáculo electoral de la gran empresa y los roces e incluso choques con las “clases medias” van a continuar independientemente de cómo nos posicionemos las y los comunistas en dicho evento, nuestra tarea actual debe ser formarnos, agitar y poner en práctica de forma eficiente nuestra capacidad de organización, lucha y dirección para reconstruir el Partido de la clase obrera con unos cimientos fuertes.
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