Teoría sobre la utilidad, el valor de uso y el valor de cambioApreciado David;
Lo interesante sobre el tema no es tanto qué no es el "marxismo", como algunos tratan de explicar, sino, por el contrario, qué es el "marxismo".
El título del hilo define al "marxismo" como una ciencia y como una práctica. Por lo que, la parte en la que el "marxismo" es una práctica, no es ciencia, son hechos que se pueden estudiar de forma científica, o no. Las prácticas están guiadas fundamentalmente por ideologías, puntos de vista filosóficos y, en algunos casos, por teorías científicas.
Hay quien define el "marxismo" como una teoría que les coloca al límite del conocimiento y, el "marxismo" al igual que el Dios cristiano, es uno y trino; es una ideología, es una filosofía y es una ciencia, en una única teoría verdadera. Por lo que, la parte de este "marxismo" que es ideología y filosofía no es ciencia.
Hay quien define el "marxismo" como una doctrina, por lo que, como cualquier doctrina, está basada en dogmas de fe y no es ciencia. Es más, si el “marxismo” es la doctrina que predican algunos, hay que proclamar; "tout ce que je sais, c'est que je ne suis pas marxiste".
La ideología es una representación general del mundo ordenada y jerarquizada, formada por nociones, principios y concepciones. Como "marxistas" se reclaman varias ideologías (socialdemócratas, trotskistas, soviéticas, maoístas, eurocomunistas, etc., …)
ideologías comunistas también han existido varias, y en algunos lugares remotos existen todavía, las practicadas por las sociedades primitivas sin clases sociales. Se pueden considerar Ideologías comunistas las que denuncian y se oponen a todo tipo de explotación, ya sea tributación, esclavitud, servidumbre, trabajo asalariado o cualquier otra forma de apropiarse del valor creado por la fuerza de trabajo de otros seres humanos, y a todo tipo de opresión y discriminación ya sea por razón de sexo, etnia, nacionalidad, religión, o su ausencia y por opiniones políticas expresadas de forma democrática.
La filosofía es una forma particular de ideología, una representación general del mundo, ordenada, jerarquizada y sistematizada, formada por categorías, tesis filosóficas y concepciones. El punto de vista materialista-dialéctico no es una invención del "marxismo", de hecho, lo establecieron los presocráticos, filósofos esclavistas de la antigua Grecia con el principio de causalidad o "erje". Todas las ideologías, y filosofías, son subjetivas sin excepción.
La ciencia está constituida por conceptos, hipótesis, leyes y teorías. Las leyes científicas son objetivas y tienen valor universal. El objeto de estudio de todas las ciencias son modelos teóricos que interpretan de forma objetiva las leyes de movimiento de fenómenos observables. Las ciencias para interpretar cuantitativamente relaciones entre fenómenos observables, utilizan
las matemáticas, expresando de forma cuantificable las leyes del movimiento de la materia.
Lo cierto es que
Marx, como todo ser humano, practicaba una ideología, unos aspecto de la ideología practicada por
Marx se pueden calificar de revolucionarios, incluso algunos como comunistas, mientras que otros son claramente reaccionarios. Por otro lado,
Marx, era doctor en filosofía, con la Tesis; Diferencia entre la Filosofía de la Naturaleza en Demócrito y Epicuro, presentada en 1841. Su punto de vista filosófico se encuentra expresado en Tesis sobre Feuerbach, último texto estrictamente filosófico escrito por
Marx en 1845, y no publicado hasta 1888 por
Engels.
Marx también hizo ciencia; economía política, definiendo nuevos conceptos y descubriendo leyes científicas (oferta y demanda, tendencia a la concentración del capital, tendencia a la igualación de la tasa de ganancia, etc., …) también hizo ciencia de la historia con menor fortuna. La obra científica de
Marx y Engels, en economía política, versa sobre la diferencia entre el valor de la fuerza de trabajo y el valor que la fuerza de trabajo crea, concepto que denominó plusvalía, y en historia sobre la relación entre el desarrollo de las fuerzas productivas y las relaciones de producción, en una formación social históricamente determinada.
No obstante lo anterior, aclarar algunos puntos expresados en el hilo sobre economía política;
- Marx y Engels están en contra de la teoría del valor-trabajo como determinante del valor de cambio de una mercancía, y mucho más de su precio de mercado.
- Marx y Engels diferencian claramente el valor de producción de una mercancía, con el precio que, en determinadas circunstancias, dicha mercancía puede alcanzar en el mercado. Cantidades que tienden a igualarse, pero siempre oscilando la segunda entorno a la primera, ahora por encima ahora por debajo.
- Marx y Engels definen el valor objetivo del precio de producción de una mercancía como la suma del precio de coste más la ganancia media, y el precio de mercado como la oscilación en torno al precio de producción provocada por la objetiva ley de la oferta y la demanda.
En general cuando los ideólogos del utilitarismo marginal critican la teoría del valor objetivo de las mercancías, y del precio de mercado, basado en el valor de la fuerza de trabajo socialmente necesaria para producir dicha mercancía, lo que realmente critican es un batiburrillo de teorías del valor-trabajo; la de
Ricardo, la de
Proudhon y en especial la de
Rodbertus, aunque a veces lo que critican es la propia concepción subjetivista cuando quien la aplica es el estado, o empresas, especialmente si son de tipo soviético. Obviando la demoledora crítica hecha por
Marx y Engels a dichas teorías del valor-trabajo por idealistas y utópicas, es decir, teorías en el fondo subjetivas. Lo que resulta sorprendente es que, autodefinidos "marxistas", desconozcan las posiciones defendidas por
Marx y Engels al respecto;
- Frederich Engels en Prefacio a la primera edición alemana de Miseria de la filosofía:
El socialismo moderno, cualquiera que sea su tendencia, en la medida en que toma como punto de arranque la economía política burguesa, suscribe casi sin excepciones la teoría del valor de Ricardo. De los dos postulados que
Ricardo proclamara en 1817 en las primeras páginas de sus Principles: 1) que el valor de toda mercancía se determina única y exclusivamente por la cantidad de trabajo necesario para producirla, y 2) que el producto de todo trabajo social se divide entre tres clases: los propietarios de la tierra (renta), los capitalistas (ganancia) y los obreros (salario), de estos dos postulados se hicieron en Inglaterra ya a partir de 1821 deducciones socialistas, y a veces con tal vigor y decisión que esa literatura, hoy casi completamente olvidada y en gran parte redescubierta por Marx, no fue superada hasta la aparición del Capital...
…Cualquiera que conozca, a poco que sea, el desarrollo de la economía política en Inglaterra —dice Marx—, no puede por menos de saber que
casi todos los socialistas de este país han propuesto, en diferentes épocas, la aplicación igualitaria (es decir, socialista) de la teoría ricardiana...
…"
Si el valor de cambio de un producto equivale al tiempo de trabajo cuajado en él, el valor de cambio de la jornada de trabajo es igual a su producto. O sea que el salario debe ser igual al producto del trabajo. Y sin embargo, en realidad ocurre lo contrario”. Marx escribió a este respecto la siguiente nota: “
Esta objeción de los economistas burgueses contra Ricardo fue recogida más tarde por los socialistas. Admitiendo la exactitud teórica de la fórmula, acusaban a la práctica de estar en contradicción con la teoría e instaban a la sociedad burguesa a hacer prácticamente la supuesta deducción de su principio teórico. De este modo, cuando menos, los socialistas ingleses volvieron la fórmula del valor de cambio de Ricardo contra la economía política…
…
La susodicha aplicación de la teoría de Ricardo —a saber: que a los obreros, como únicos productores efectivos, les pertenece el producto social integro, su producto— lleva directamente al comunismo. Pero, como indica Marx en las líneas citadas, esta conclusión es formalmente falsa en el sentido económico, ya que representa una simple aplicación de la moral a la economía política. Según las leyes de la economía burguesa, la mayor parte del producto no pertenece a los obreros que lo han creado. Cuando decimos que es injusto, que no debe ocurrir, esto nada tiene de común con la economía política. No decimos sino que este hecho económico se halla en contradicción con nuestro sentido moral. Por eso Marx no basó jamás sus reivindicaciones comunistas en argumentos de esta especie, sino en el desmoronamiento inevitable del modo capitalista de producción, desmoronamiento que adquiere cada día a nuestros ojos proporciones más vastas; Marx habla sólo del simple hecho de que la plusvalía se compone de trabajo no retribuido…
…Pero de la teoría del valor de Ricardo se pueden hacer además, y se han hecho, otras conclusiones.
El valor de las mercancías se determina por el trabajo necesario para producirlas. Sin embargo, en nuestro mundo pecador las mercancías se venden, ya por encima, ya por debajo de su valor, y esto no se debe solamente a las oscilaciones originadas por la competencia. La cuota de ganancia tiene la tendencia a reducirse a un mismo nivel para todos los capitalistas, de la misma manera que los precios de las mercancías tienen la tendencia a identificarse mediante la oferta y la demanda con el valor del trabajo cristalizado en ellas. Pero la cuota de ganancia se calcula en proporción con todo el capital desembolsado en una empresa industrial. Y como en dos ramas distintas de industria el producto anual puede plasmar cantidades idénticas de trabajo y representar, por tanto, valores iguales dado un mismo nivel de salarios —bien entendido, sin embargo, que los capitales empleados en una rama pueden ser, y a menudo lo son, dos o tres veces mayores que en la otra—, la ley del valor de Ricardo se halla en este caso en contradicción, abierta ya por el mismo Ricardo, con la ley de la cuota igual de ganancia. Si los productos de ambas ramas de industria se venden por sus valores, las cuotas de ganancia no pueden ser iguales; y siendo iguales las cuotas de ganancia, los productos de ambas ramas no siempre pueden venderse por sus valores.
Aquí tenemos, pues, una contradicción, una antinomia de dos leyes económicas, resuelta de ordinario en la práctica, a juicio de Ricardo (cap. I, secciones 4 y 5), a favor de la cuota de ganancia y en perjuicio del valor…
…En la moderna sociedad burguesa cada capitalista industrial produce por su cuenta y riesgo: lo que quiere, como quiere y cuanto quiere. Pero las necesidades sociales son para él algo ignoto, tanto con respecto a la calidad y el género de los artículos que se requieren, como en cuanto a su cantidad. Lo que hoy no puede ser producido con la celeridad debida, mañana puede ser ofrecido en cantidades muy superiores a las necesarias. Sin embargo, de uno u otro modo, bien o mal, las necesidades son satisfechas en definitiva y la producción se encarrila en general hacia los artículos que se precisan.
¿Cómo se resuelve esta contradicción? ¿Por la competencia? ¿Y cómo consigue resolverla la competencia? Obligando simple y llanamente a que los precios de las mercancías no adecuadas en un momento dado por su clase o por su cantidad a las necesidades de la sociedad desciendan por debajo del valor del trabajo materializado en ellas, la competencia hace sentir por esta vía indirecta a los productores que sus artículos no son necesarios o que lo son, pero que han sido producidos en una cantidad superior a la requerida, en demasía. De aquí se desprenden dos deducciones.
Primera: que las continuas desviaciones de los precios de las mercancías con respecto a sus valores constituyen la condición necesaria en virtud de la cual, y sólo por ella, puede manifestarse el propio valor de la mercancía.
Sólo gracias a las oscilaciones de la competencia, y por lo mismo de los precios de las mercancías, se abre paso la ley del valor de la producción mercantil y se transforma en una realidad la determinación del valor de la mercancía por el tiempo de trabajo socialmente indispensable. Y aun cuando la forma de manifestación del valor —el precio— sea por lo común algo distinta del valor que ella manifiesta, en tal caso el valor sigue la suerte de la mayoría de las relaciones sociales. También el monarca es la mayor parte de las veces completamente distinto de la monarquía que él representa.
Por eso, en una sociedad de productores que intercambian sus mercancías, querer establecer la determinación del valor por el tiempo de trabajo, prohibiendo que la competencia realice esta determinación del valor mediante la presión sobre los precios, es decir, por el único camino por el que esto puede ser logrado, sólo significa demostrar que, al menos en este terreno, se adolece del habitual menosprecio de los utopistas por las leyes económicas.
Segunda: en una sociedad de productores que intercambian sus mercancías, la competencia pone en acción la ley del valor, inherente a la producción mercantil, instaurando así una organización y un orden de la producción social que son los únicos posibles en las circunstancias dadas.
Sólo la desvalorización o el encarecimiento excesivo de los productos muestran de modo tangible a los diferentes productores que y cuanto se necesita para la sociedad y que no se necesita. Pues bien, este regulador único es precisamente el que la utopía representada también por Rodbertus quiere que sea suprimido. Y si preguntamos ahora que garantías hay de que cada artículo será producido en la cantidad necesaria y no en una cantidad mayor, que garantías hay de que no habremos de sentir necesidad de pan y de carne mientras nos vemos aplastados por montones de azúcar de remolacha y nadando en torrentes de aguardiente de patata, o de que no sufriremos escasez de pantalones para cubrir nuestras desnudeces, mientras abundan a millones los botones para tales prendas, Rodbertus nos remitirá solemne a su famoso ajuste de cuentas, el cual indica que por cada libra sobrante de azúcar, por cada barril de aguardiente no vendido, por cada botón no cosido a los pantalones se ha entregado un bono exacto, ajuste de cuentas en el que todo coincide a la perfección y merced al cual “todas las pretensiones serán satisfechas y liquidadas de un modo justo”. Y quien no lo crea puede dirigirse al contable X de la caja central de la Hacienda Pública de Pomerania, que ha comprobado las cuentas, las ha encontrado en toda regla y merece plena confianza como hombre que ni una sola vez ha incurrido en un error de caja.
Fijemos ahora la atención en la ingenuidad con que Rodbertus piensa suprimir con su utopía las crisis comerciales e industriales. Cuando la producción mercantil alcanza las dimensiones del mercado universal, la correspondencia entre la producción de los diferentes productores, guiados por sus cálculos particulares, y el mercado, para el cual producen, más o menos desconocido para ellos en lo que respecta a la cantidad y a la calidad de las necesidades del mismo, se establece por medio de una tempestad en el mercado mundial, por medio de la crisis comercial.
Impedir que la competencia haga saber a los diferentes productores el estado del mercado mundial mediante el alza y el descenso de los precios, equivale a cerrarles los ojos. Organizar la producción de mercancías de modo que los productores no puedan conocer en absoluto la situación del mercado para el que producen, es, desde luego, una panacea para la enfermedad de las crisis que podría envidiar a Rodbertus el propio doctor Eisenbart.
Ahora se comprende por qué Rodbertus determina el valor de la mercancía simplemente por el “trabajo”, admitiendo todo lo más distintos grados de intensidad del mismo. Si hubiese investigado por medio de qué y cómo el trabajo crea y, por lo tanto, determina y mide el valor, habría llegado al trabajo socialmente indispensable: indispensable para cada producto tanto en relación con otros productos de la misma clase como respecto a la demanda de toda la sociedad. Esto le habría conducido a examinar cómo se adapta la producción de los diferentes productores de mercancías a toda la demanda social, y a la vez habría hecho imposible su utopía. Esta vez ha preferido realmente “abstraerse”, y “abstraerse” ni más ni menos que apartándose de la esencia misma del problema…
No es preciso llamar la atención de los lectores sobre la circunstancia de que los términos empleados en esta obra no coinciden del todo con la terminología de El Capital. Por ejemplo, en vez de fuerza de trabajo (Arbeitskraft), en este libro se habla todavía de trabajo (Arbeit) como mercancía, de la compra y venta de trabajo…
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Como se puede leer
Marx y Engels no solo están en contra de la teoría del valor-trabajo, sino que someten a dicha teoría a una crítica feroz e inapelable.
La definición clásica de utilidad, valor de uso y mercancía, o valor de cambio, es de
Marx;
- Karl Marx en El Capital, tomo I, capítulo I:
La mercancía es, en primer lugar, un objeto exterior, una cosa que merced a sus propiedades satisface necesidades humanas del tipo que fueran. La naturaleza de esas necesidades, el que se originen, por ejemplo, en el estómago o en la fantasía, en nada modifica el problema. Tampoco se trata aquí de cómo esa cosa satisface la necesidad humana: de si lo hace directamente, como medio de subsistencia, es decir, como objeto de disfrute, o a través de un rodeo, como medio de producción…
…
La utilidad de una cosa hace de ella un valor de uso. Pero esa utilidad no flota por los aires. Está condicionada por las propiedades del cuerpo de la mercancía, y no existe al margen de ellas. El cuerpo mismo de la mercancía, tal como el hierro, trigo, diamante, etc., es pues un valor de uso o un bien. Este carácter suyo no depende de que la apropiación de sus propiedades útiles cueste al hombre mucho o poco trabajo. Al considerar los valores de uso se presupone siempre su carácter determinado cuantitativo, tal como docena de relojes, vara de lienzo, tonelada de hierro, etc. Los valores de uso de las mercancías proporcionan la materia para una disciplina especial, la merceología.
El valor de uso se efectiviza únicamente en el uso o en el consumo. Los valores de uso constituyen el contenido material de la riqueza, sea cual fuere la forma social de ésta.
En la forma de sociedad que hemos de examinar, son a la vez los portadores materiales del valor de cambio.
En primer lugar, el valor de cambio se presenta como relación cuantitativa, proporción en que se intercambian valores de uso de una clase por valores de uso de otra clase, una relación que se modifica constantemente según el tiempo y el lugar. El valor de cambio, pues, parece ser algo contingente y puramente relativo, y un valor de cambio inmanente, intrínseco a la mercancía (valeur intrinsèque) es exactamente tanto como lo que habrá de rendir, pues, sería una contradictio in adiecto [contradicción entre un término y su atributo].
Una mercancía individual, por ejemplo un quarter de trigo, se intercambia por otros artículos en las proporciones más diversas. No obstante su valor de cambio se mantiene inalterado, ya sea que se exprese en x betún, y seda, z oro, etc. Debe, por tanto, poseer un contenido diferenciable de estos diversos modos de expresión.
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La mercancía para serlo debe reunir una serie de cualidades que son;
- Toda mercancía es en primer lugar un valor de uso, bien material que tiene utilidad en satisfacer necesidades humanas, ya sean reales o imaginarias.
- Toda mercancía es un gasto de fuerza de trabajo humana sin consideración a la forma en que se gastó la misma. Una mercancía nos hace presente que en su producción se empleó fuerza humana de trabajo, se acumuló trabajo humano. En cuanto cristalización de esa sustancia social común a ellas, el uso de fuerza de trabajo en su producción, es valor de cambio.
- Un recurso natural, o bien, puede tener utilidad como consumo final, o como consumo productivo, y no ser valor de uso y, en consecuencia, no tener valor de cambio o valor. Es éste el caso cuando su utilidad para el hombre no ha sido mediada por el trabajo humano. Ocurre ello con el aire, la tierra virgen, las praderas y bosques naturales, etc.
Karl Marx, Íbid escribió:- Una cosa puede ser útil, y además producto del trabajo humano, y no ser mercancía. Quien, con su producto, satisface su propia necesidad, indudablemente crea un valor de uso, pero no una mercancía. Para producir una mercancía, no sólo debe producir valor de uso, sino valores de uso para otros, valores de uso sociales. {F. E. --Y no sólo, en rigor, para otros. El campesino medieval producía para el señor feudal el trigo del tributo, y para el cura el del diezmo. Pero ni el trigo del tributo ni el del diezmo se convertían en mercancías por el hecho de ser producidos para otros. Para transformarse en mercancía, el producto ha de transferirse a través del intercambio a quien se sirve de él como valor de uso.}
- Por último, ninguna cosa puede ser valor si no es un objeto para el uso. Si es inútil, también será inútil el trabajo contenido en ella; no se contará como trabajo y no constituirá valor alguno.
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Cualquier
sustancia material (Sm) es un recurso natural (Rn) cuando sus cualidades tienen utilidad en la satisfacción de una necesidad humana. Los recursos naturales pueden satisfacer necesidades consumiéndose directamente de la naturaleza. Cuando un recurso natural necesita trabajo para adquirir utilidad en la satisfacción de necesidades, y una norma o costumbre social no impide el aprovechamiento de las utilidades de dicho recurso, éste se transforma en un valor de uso (Vu), incorporando fuerza de trabajo (Ft) Un valor de uso puede ser utilizado como medio de producción (Mp) ⟨Objeto de producción (Op), y/o Medio de trabajo (Mt)⟩ Cuando el valor de uso, para satisfacer las necesidades humanas, incorpora fuerza de trabajo y no es usado directamente por su productor como medio de producción, o como consumo final, puede intercambiarse por otros valores de uso, con lo que adquiere un valor de cambio (Vc):
Los recursos naturales no tienen valor de cambio. Hay sustancias que tiene utilidad en la satisfacción de necesidades humanas, utilidad que es de vital importancia para la vida humana, pero carecen de valor de cambio, esto se debe a que son superabundantes y para su uso no incorporan fuerza de trabajo humana, son consumidos directamente de la naturaleza, por lo que no se pueden transforman en mercancías y, como consecuencia, carecen de valor de cambio. El oxígeno que respiramos tiene una gran utilidad, sin embargo, no tiene valor de cambio porque no ha incorporado fuerza de trabajo. Un diamante no tiene una gran utilidad en satisfacer necesidades humanas, sin embargo, hace falta mucha fuerza de trabajo para transformarlo en un valor de uso. El utilitarismo marginal justifica la ausencia de valor de cambio, de estos recursos naturales, en que son de libre uso debido a la superabundante cantidad en la que existen en la naturaleza. Un ejemplo es el oxígeno en la Tierra, carece de valor de cambio por su superabundancia y es un recurso natural libre, pero en Marte, para el utilitarismo marginal, al no ser superabundante tendría valor de cambio. No obstante, en la Tierra el oxígeno goza de la misma “libertad” de uso y existe en la misma cantidad cuando un trabajador lo coloca dentro de una botella, y es utilizado como comburente del acetileno en el oxicorte, o para respirar bajo el nivel del mar, ese oxígeno ha adquirido valor de cambio sin que, por ello, haya variado su grado de “libertad” y su cantidad en la Tierra. Tenemos que la cantidad de oxígeno permanece constante, mientras que el trabajo humano se ha hecho necesario para usar el recurso natural, y con dicho trabajo, el recurso natural oxígeno, ha adquirido valor de cambio.
No todo lo que tiene precio de mercado es un producto del trabajo humano. Existen valores de cambio que son recursos naturales, no son superabundantes y no son reproducibles por el trabajo humano, un ejemplo puede ser los derechos de pesca en unas aguas determinadas. El valor de cambio de los recursos naturales escasos que no son producto del trabajo humano, es impuesto por el estado mediante el uso de la fuerza de las armas, otorgando la propiedad sobre los recursos naturales a unos pocos, y privando a la mayoría de la propiedad sobre dichos recursos naturales. La propiedad sobre los recursos naturales es la base del modo de producción feudal. La economía oficial los denomina insumos de oferta inelástica de primer orden.
No todas las actividades humanas producen nuevos valores de uso social. Al mismo tiempo, existen valores de uso escasos que no son recursos naturales y pueden ser reproducidos por el trabajo humano, pero son una concesión monopolista y su valor de cambio es impuesto por el estado mediante el uso de la fuerza de las armas, a este grupo también pertenecen la producción de dinero fiduciario, el dinero bancario, así como las bulas y dispensas eclesiástica, etc. Esta es la base del primitivo capitalismo comercial basado en el gremio y la manufactura, y el origen del capital bancario. Tampoco crean nuevos valores de uso social las actividades opresivas, y represivas, de los aparatos del estado de las clases explotadoras, así y como las actividades destinadas a apropiarse por la fuerza de trabajo ajena propias del lumpen-proletariado como el robo, la mendicidad, la prostitución, etc…, estas actividades redistribuyen los valores de uso mediante la fuerza, el engaño o voluntariamente por sus productores, pero dichas actividades no crean nuevos valores de uso.
Existen valores de uso no reproducibles legalmente por el trabajo humano, un ejemplo de este grupo lo constituyen las obras de arte, un vino de tal cosecha, etc. En esta clase de valores de uso, solo la imposición monopolista del estado es capaz de impedir su reproducción, mediante leyes contra el plagio, la copia ilegal, etc. Su valor de cambio está determinado por el poder adquisitivo del demandante, es decir por las leyes objetivas de circulación y distribución de bienes, y no por consideraciones subjetivas acerca de la utilidad de dichos bienes. Cualquier obra de arte es producto de la fuerza de trabajo humana, en consecuencia, tiene unos costes de producción, regidos por leyes objetivas de producción de bienes, y no por consideraciones subjetivas acerca de la utilidad de dichos bienes. El vino añejo es usado por el utilitarismo marginal, de forma recurrente, como ejemplo de aumento de valor de cambio sin aumento de fuerza de trabajo en su producción, por lo que pretenden demostrar que el valor de cambio no depende del valor de la fuerza de trabajo. Pero el subjetivismo utilitarista marginal “olvida” la fuerza de trabajo contenida en los medios de trabajo, bodegas más toneles, estantes, etc., más la fuerza de trabajo contenida en el correcto envejecido del caldo y, por último, la fuerza de trabajo contenida en la merma de la cantidad obtenida de dicho caldo, producto de errores en el proceso de envejecido o por acción de agentes atmosféricos o biológicos. Si se supone que una botella de vino joven tarda un año en producirse, se vende por 1 €, de los cuales 0’2 € es fuerza de trabajo bajo la forma de ganancia capitalista, 0’2 € es fuerza de trabajo bajo la forma de capital variable y 0’6 € es fuerza de trabajo bajo la forma de capital constante, con lo que el capitalista por una inversión 0’8 € obtiene una ganancia de 0’2 €, o lo que es lo mismo un 25 % de ganancia anual. Por otro lado, a un vino añejado 3 años le suponemos un coste en fuerza de trabajo adicional en capital constante y capital variable del 10 % anual, con lo que se obtiene un valor de la botella de 0’8 € por 1’1 por 3 años igual a 2’64 €, si le añadimos una merma del 10 % obtenemos unos costos de producción de 2’90 € por botella, si el capitalista por la inversión de 2’90 € obtiene un 25 % de beneficio anual, el precio de la botella es de 5'08 €, o 5'67 € si se aplica en el cálculo interés compuesto. Pero aun suponiendo que el añejado del vino no necesite un aumento en medios de producción, ni en fuerza de trabajo y sin merma del producto, se obtiene un precio por botella de vino añejo de 0’8 por 3 años es igual a 2’4 € de inversión, que con una ganancia del capital del 25 % anual el precio de la botella es 4’2 €, o 4'35 € si se aplica en el cálculo interés compuesto. También forman parte de este grupo los valores de uso que el estado prohíbe, el mercado es satisfecho tradicionalmente mediante la producción clandestina y el contrabando, aumentando el valor de cambio de dichas mercancías y empeorando su calidad, aunque esto último es una tendencia de la producción capitalista en general, siendo un ejemplo la obsolescencia programada.
El valor de uso por ser producto del trabajo humano tiene valor de cambio. El valor de cambio de un bien escaso y que puede ser reproducido por el trabajo humano, es igual al valor de la fuerza de trabajo socialmente necesaria para producirlo. Esta es la base del capitalismo, como la de todos los modos de producción con intercambio de mercancías.
La ciencia económica descubrió que el valor de cambio, de cualquier mercancía, no está determinado por el valor del trabajo, se determina por el valor de la fuerza de trabajo socialmente necesario para producir dicha mercancía.
- Karl Marx y Frederich Engels en El Capital, Libro II, prólogo:
…Primero. El trabajo es la medida del valor. Sin embargo, el trabajo vivo, al ser cambiado por capital, presenta un valor inferior al del trabajo materializado por el que se cambia. El salario, el valor de una determinada cantidad de trabajo vivo, es siempre inferior al valor del producto creado por esta misma cantidad de trabajo vivo o en que ésta toma cuerpo. Así formulado, el problema es, en efecto, insoluble. Marx lo plantea en sus verdaderos términos y, al plantearlo así, lo resuelve.
No es el trabajo el que tiene un valor. Como actividad creadora de valor que es, el trabajo no puede tener un valor especial, lo mismo que la gravedad no puede tener un peso especial, ni el calor una temperatura especial, ni la electricidad un voltaje especial.
Lo que se compra y se vende como mercancía no es el trabajo, sino la fuerza de trabajo. Al convertirse en mercancía, su valor se rige por el trabajo encarnado en ella como producto social y equivale al trabajo socialmente necesario para su producción y reproducción. La compra y venta de la fuerza de trabajo sobre la base de este valor suyo no contradice, por tanto, en modo alguno, a la ley económica del valor.
Segundo. Según la ley ricardiana del valor, dos capitales que emplean la misma cantidad de trabajo vivo y con la misma remuneración, producen en tiempos iguales -suponiendo que todas las demás circunstancias sean idénticas- productos de igual valor y plusvalía o ganancia en cantidad también igual. Pero sí emplean cantidades desiguales de trabajo vivo, no pueden producir una plusvalía, o, como dicen los ricardianos, una ganancia de tipo igual.
Pues bien, lo que ocurre es precisamente lo contrario. En realidad, capitales iguales, cualquiera que sea la cantidad, pequeña o grande, de trabajo vivo que empleen, producen en tiempos iguales por término medio, ganancias iguales. Se encierra aquí, por tanto, una contradicción a la ley del valor, contradicción descubierta ya por Ricardo, y que su escuela fue también incapaz de resolver. Rodbertus vio también esta contradicción; pero, en vez de resolverla, la convirtió en uno de los puntos de partida de su utopía (Zur Erkenntnis, etc., p. 131). La tal contradicción había sido ya resuelta por Marx en el manuscrito titulado "Contribución a la crítica, etc."; la solución se encuentra, con arreglo al plan de El Capital, en el libro III. Aún habrán de pasar varios meses antes de su publicación. Por tanto, los economistas que pretenden descubrirnos en Rodbertus la fuente secreta de Marx y un precursor aventajado de éste, tienen aquí una ocasión de demostrarnos lo que puede dar de sí la economía rodbertiana. Si son capaces de explicarnos cómo, no ya sin infringir la ley del valor, sino sobre la base precisamente de esta ley, puede y debe formarse una cuota medía de ganancia igual, entonces discutiremos mano a mano con ellos. Pero, tienen que darse prisa. Las brillantes investigaciones contenidas en este libro II de El Capital y los novísimos resultados a que llegan en terrenos que hasta aquí apenas había pisado nadie, no son más que las premisas para el contenido del libro III, en el que se desarrollan los resultados finales de la exposición marxista del proceso social de reproducción, sobre la base capitalista. Cuando este libro III vea la luz, ya casi nadie se acordará de que existió un economista llamado Rodbertus
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Conceptos diferentes son; el valor que la fuerza de trabajo crea, el valor de la fuerza de trabajo, el precio de la mercancía y el precio de la mercancía fuerza de trabajo.
El refranero español escribió:Solo el necio confunde el valor con el precio.
Para poder valorar la equidad, o si se trata de una ganga o de un abuso, que un precio alcanza en el mercado primero hay que determinar el valor de ese algo. De hecho, en todas las transacciones comerciales reales, se hace esta valoración con mayor o menor pericia, o conocimiento.
Toda mercancía está compuesta por recursos naturales más el valor que la fuerza de trabajo añade al producirla y llevarla al mercado. Por lo que su valor está determinado por el valor de los recursos naturales y por el valor de la fuerza de trabajo socialmente necesaria para producirla y llevarla al mercado
Teniendo en cuenta que
el valor de cambio de una mercancía, independientemente del modo de producción bajo el que ha sido producida, es:
M = Mt + Op + Ft
Dónde M es el valor de cambio de la mercancía, Mt es el valor de los medios de trabajo, herramientas y maquinaria que utiliza el trabajador que no se consumen en un único proceso de producción y, en consecuencia, solo transmiten una parte de su valor al bien producido, Op es el valor de los objetos de producción, materias primeras y secundarias que se consumen íntegramente en un proceso productivo y, por lo cual, transmiten todo su valor al bien producido y Ft es el valor de la fuerza de trabajo que se consume en la producción y, por el mismo motivo que los objetos de producción, transmite todo su valor a la mercancía. Teniendo en cuenta que tanto los medios de producción (Mt + Op), como la fuerza de trabajo, que intervienen en la producción de una mercancía son múltiples y de naturaleza y valor heterogéneo,
la ley del valor de una mercancía se puede expresar como el sumatorio de los diferentes valores individuales:
Dado que el valor de los medios de producción (Mt + Op) son los valores de los distintos recursos naturales más los diferentes valores de la energía en forma de fuerza de trabajo socialmente necesaria para producir dichos medios de producción, o lo que es lo mismo, son los diferentes valores de la fuerza de trabajo que ha transformado los recursos naturales en valores de uso utilizados como medios de producción. Un valor de cambio puede expresarse como el sumatorio de distintos valores de los recursos naturales más los diferentes valores de la fuerza de trabajo necesaria para producirlos:
Y el valor de cambio de toda mercancía, teniendo en cuenta que los recursos naturales carecen de valor de cambio, puede expresarse como:
El valor de cambio de toda mercancía es igual a la suma total de los valores que la fuerza de trabajo, socialmente necesaria para producir dicha mercancía, ha creado.
- Karl Marx y Frederich Engels en El Capital, tomo III, capítulo X:
Lo que lleva a cabo la competencia, cuando menos en una esfera, es el establecimiento de un valor de mercado y un precio de mercado uniforme a partir de los diversos valores individuales de las mercancías. Pero sólo la competencia de los capitales en las diversas esferas fija el precio de producción, que nivela las tasas de ganancia entre las diferentes esferas. Para esto último se requiere un desarrollo superior del modo capitalista de producción que para lo anterior. Para que las mercancías de la misma esfera de producción, de la misma índole y aproximadamente de la misma calidad se vendan a sus valores, son necesarias dos cosas:
Primero, los diversos valores individuales deben estar nivelados para formar un solo valor social, el valor de mercado arriba expuesto, y para ello se requiere una competencia entre los productores de mercancías del mismo tipo, lo mismo que la existencia de un mercado en el cual ofrezcan conjuntamente sus mercancías.
A fin de que el precio de mercado de mercancías idénticas, cada una de las cuales, sin embargo, ha sido producida bajo circunstancias individuales ligeramente diferentes, corresponda al valor de mercado y no diverja de él, no aumentando por encima del mismo ni disminuyendo por debajo de él, se requiere que la presión que ejercen mutuamente los diversos vendedores sea lo suficientemente grande como para lanzar al mercado la masa de mercancías que exigen las necesidades sociales, o sea la cantidad por la cual la sociedad puede pagar el valor de mercado. Si la masa de productos excediese dichas necesidades, habría que vender las mercancías por debajo de su valor de mercado; a la inversa, habría que venderlas por encima de su valor de mercado si la masa de productos no fuese lo suficientemente grande o, lo que es lo mismo, si la presión de la competencia entre los vendedores no fuese lo suficientemente poderosa como para obligarlos a llevar esa masa de mercancías al mercado. Si se modificase el valor de mercado, se modificarían asimismo las condiciones en las cuales podría venderse la masa global de mercancías. Si el valor de mercado baja, se amplían en promedio las necesidades sociales (que aquí son siempre necesidades con capacidad de pago), pudiendo absorber, dentro de ciertos límites, mayores masas de mercancías. Si el valor de mercado aumenta, se contraen las necesidades sociales de esa mercancía, y se absorben masas menores de ella.
Si en consecuencia la oferta y la demanda regulan el precio de mercado, o mejor dicho las desviaciones de los precios de mercado con respecto al valor de mercado, por otra parte el valor de mercado regula la relación entre oferta y demanda o el centro en torno al cual las fluctuaciones de la oferta y la demanda hacen oscilar, a su vez, los precios de mercado.
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En economía política el valor de cambio de una mercancía está determinado por el valor de la fuerza de trabajo socialmente necesaria para producir la mercancía. En condiciones de libre mercado el precio de venta de las mercancías acaba por coincidir con su valor de producción, valor que es la suma del precio del coste de producción más la ganancia media. La ley de la oferta y la demanda opera este proceso y es independiente de la voluntad subjetiva de los cambistas;
- Si en la producción y venta de una mercancía la ganancia está por encima de la media, los capitales afluirán a la producción de dicha mercancía, aumentará la oferta de la mercancía lo que provoca la bajada del precio de mercado, haciendo descender la ganancia hacia su tasa media.
- De igual forma, si en la producción y venta de una mercancía la ganancia es menor que la ganancia media los capitales emigrarán, la oferta de la mercancía disminuirá subiendo el precio de mercado de la mercancía, haciendo subir la ganancia hacia su tasa media.
La tasa de ganancia capitalista es lo que determina, en última instancia, la oferta de una determinada mercancía. El poder adquisitivo de los demandantes de una mercancía determina, en última instancia, la demanda de dicha mercancía. En el corto plazo la variación en la relación entre la oferta y la demanda, sobre una mercancía, tiende a aumentar o disminuir su precio en el mercado, en el largo plazo aumenta o disminuye la cantidad producida de dicha mercancía.
Este comportamiento, de las leyes de la oferta y la demanda, fue “descubierta” para la economía oficial por
Alfred Marshall. Como las leyes de la oferta y la demanda hacen oscilar el precio de mercado entre el pecio de producción y la capacidad adquisitiva de los demandantes, ha sido estudiado por
Paul Samuelson bajo el concepto de
elasticidad-precio de la demanda:
Donde ED es la elasticidad de la demanda, ∆Q y ∆P son las variaciones en las cantidades vendidas y los precios de venta respectivamente, P1 y Q1 representan el precio y la cantidad originales y P2 y Q2 el precio y la cantidad nuevos.
Y con el concepto de elasticidad-precio de la oferta:
Determinando que el precio de las mercancías no varía las necesidades de los usuarios, en consecuencia no altera la demanda, por el contrario, las necesidades no cubiertas de los demandantes, al bajar los precios, y convertirse en asequibles, aumentan las ventas, y demostrando, de paso, con el descubrimiento de la existencia de mercancías con escasa elasticidad de demanda, o con gran elasticidad de oferta, en las cuales el precio de mercado no es función de la demanda, es decir, que la utilidad marginal del consumidor no afecta al precio de la mercancía.
Sobre el precio de producción; El concepto de precio de producción no es descubierto por
Marx;
- Karl Marx y Frederich Engels en El Capital, tomo III, capítulo X:
El precio de producción incluye la ganancia media. Le hemos dado el nombre de precio de producción; de hecho, es lo mismo que Adam Smith denomina natural price [precio natural], Ricardo, price of production, cost of production [precio de producción, costo de producción], los fisiócratas prix nécessaire [precio necesario] aunque ninguno de ellos haya desarrollado la diferencia entre el precio de producción y el valor, porque a la larga es la condición de la oferta, de la reproducción de la mercancía de cada esfera de la producción en particular. También se comprende por qué los mismos economistas que se revuelven contra la determinación del valor de las mercancías por el tiempo de trabajo, por la cantidad de trabajo contenido en ellas, siempre hablen de los precios de producción como de centros en torno a los cuales oscilan los precios de mercado. Pueden permitírselo porque el precio de producción es una forma ya totalmente enajenada y prima facie no conceptual del valor mercantil, una forma tal como aparece en la competencia, es decir en la conciencia del capitalista vulgar, y que por consiguiente también existe en la de los economistas vulgares.
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Lo que hace
Marx es darle un nombre diferente, claramente diferenciado de coste de producción puesto que incluye la plusvalía, o ganancia capitalista.
El precio del jarrón chino de Danko es completamente subjetivo, y lo decide Danko, puesto que se trata de una ficción. En el supuesto que el precio se establece de forma subjetiva, en una transacción comercial real, ¿Quién es el sujeto que establece dicho precio?, ¿el oferente o el demandante de la mercancía?, y ¿cómo lo establece?
En los mercados reales el precio de cualquier mercancía se establece mediante la concurrencia entre oferentes y demandantes de dicha mercancía. En el mercado libre se intercambian valores iguales, las mercancías se venden por su valor de producción. Las oscilaciones constantes de los precios de mercado, su alza y su baja, se compensan y nivelan mutuamente, reduciéndose por sí mismas al valor de mercado, estas oscilaciones son la manifestación de las leyes que rigen el mercado. El comerciante sabe de forma empírica que, en un período un poco largo de tiempo, las mercancías no se venden realmente por encima ni por debajo de su precio medio, sino a este precio.
- Karl Marx en El Capital, tomo 1, capítulo IV:
Desde luego, en el mercado no hay más que poseedores de mercancías, y el poder que estas personas pueden ejercer unas sobre otras es, pura y simplemente, el poder de sus respectivas mercancías. La diversidad material de las mercancías es el motivo material a que responde el cambio y hace que los poseedores de mercancías dependan los unos de los otros y viceversa, puesto que ninguno de ellos tiene en sus manos el objeto que necesita, y en cambio todos poseen el que necesitan los demás.
Fuera de esta diversidad material, de sus valores de uso, entre las mercancías no media más diferencia que la que existe entre su forma natural y su forma transfigurada, o sea entre la mercancía y el dinero. He aquí por qué los poseedores de mercancías sólo se distinguen los unos de los otros como vendedores o poseedores de mercancías y compradores o poseedores de dinero.
Supongamos que, gracias a un misterioso privilegio, al vendedor le sea dado vender la mercancía por encima de su valor, a 110 por ejemplo, a pesar de que sólo vale 100, es decir, con un recargo nominal del 10 por ciento. El vendedor se embolsará, por tanto, una plusvalía de 10. Pero, después de ser vendedor, se convierte en comprador. Ahora, se enfrenta con un tercer poseedor de mercancías que hace funciones de vendedor y que goza, a su vez, del privilegio de vender su mercancía un 10 por ciento más cara. Nuestro hombre habrá ganado 10 como vendedor, para volver a perder 10 como comprador. Visto en su totalidad, el asunto se reduce, en efecto, a que todos los poseedores de mercancías se las vendan unos a otros con un 10 por ciento de recargo sobre su valor, que es exactamente lo mismo que si las vendiesen por lo que valen.
Este recargo nominal de precios impuesto a las mercancías con carácter general produce los mismos efectos que si, por ejemplo, los valores de las mercancías se tasasen en plata en vez de tasarse en oro. Las expresiones en dinero, es decir, los precios de las mercancías, crecerían, pero sus proporciones de valor permanecerían invariables.
Supongamos, por el contrario, que es el comprador quien tiene el privilegio de comprar las mercancías por debajo de su valor. No hace falta siquiera recordar que el comprador será, a su vez, cuando le llegue el turno, vendedor. Mejor dicho, lo ha sido ya, antes de actuar como comprador. Por tanto, antes de ganar, como comprador, el 10 por ciento, habrá perdido la misma suma como vendedor. No habrá cambiado absolutamente nada.
Por eso los que mantienen consecuentemente la ilusión de que la plusvalía brota de un recargo nominal de precios, o sea de un privilegio que permite al vendedor vender la mercancía por más de lo que vale, parten de la existencia de una clase que compra sin vender, o, lo que es lo mismo, que consume sin producir. Ateniéndonos al punto de vista en que estamos colocados, al punto de vista de la circulación simple, la existencia de esa clase es, para nosotros, por el momento, un hecho inexplicable. Pero, adelantemos un poco lo que habrá de exponerse en su lugar. El dinero de que se sirva esa clase para sus continuas compras deberá afluir a ella directamente y de un modo constante desde los poseedores de mercancías, sin cambio, gratuitamente, en virtud de determinados títulos jurídicos o por obra de la violencia. Vender esta clase las mercancías por más de lo que valen equivale sencillamente a rembolsarse por el engaño de una parte del dinero arrebatado sin dar nada a cambio. Así por ejemplo, las ciudades del Asia Menor pagaban a Roma todos los años un tributo en dinero. Con este dinero, Roma les compraba mercancías, pagándolas por más de su valor. Los habitantes de las ciudades conquistadas engañaban a los romanos, arrancando a sus conquistadores, por medio del comercio, una parte del tributo. A pesar de esto, los engañados seguían siendo ellos, los vendedores, puesto que los romanos les pagaban sus mercancías con su propio dinero. No es éste, evidentemente, un método para enriquecerse ni para crear plusvalía.
Puede ocurrir que el poseedor de mercancías A sea tan astuto, que engañe a sus colegas B o C y que éstos, pese a toda su buena voluntad, no sean capaces de tomarse la revancha. A vende a B vino por valor de 40 libras esterlinas y recibe a cambio trigo por valor de 50 libras. Mediante esta operación A habrá convertido sus 40 libras en 50, sacando más dinero del que invirtió y transformando su mercancía en capital. Observemos la cosa más de cerca. Antes de realizarse esta operación, teníamos en manos de A vino por valor de 40 libras esterlinas, y en manos de B trigo por valor de 50 libras, o sea, un valor total de 90 libras esterlinas. Realizada la operación, el valor total sigue siendo el mismo: 90 libras. El valor circulante no ha aumentado ni un átomo: lo único que ha variado es su distribución entre A y B. Lo que de un lado aparece como plusvalía, es del otro lado minusvalía; lo que de una parte representa un más, representa de la otra un menos.
Si A hubiese robado abiertamente las 10 libras a B, sin guardar las formas del intercambio, el resultado sería el mismo. Es evidente que la suma de los valores circulantes no aumenta, ni puede aumentar, por muchos cambios que se operen en su distribución…
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Cabe señalar que el engaño ha sido un componente del comercio a lo largo de la historia de la humanidad, aunque al engaño se le denomine diferente valoración subjetiva sobre la utilidad marginal. Pero, sin la actuación de un estado que conceda privilegios monopolistas, las leyes que rigen la circulación de mercancías, en el mercado, consiguen que las mercancías se acaben vendiendo por su valor de producción.
En el mercado no solo aparecen cambistas con preferencias subjetivas sobre el precio que están dispuestos a pagar por una mercancía, sino que los cambistas tienen un poder adquisitivo y unos costes de producción reales, regidos por leyes objetivas. De lo que podemos deducir que, en condiciones de libre mercado, el precio máximo al que tiende una mercancía es igual al menor poder adquisitivo que tiene uno de los demandantes, hasta completar la oferta de dicha mercancía, y se puede afirmar, sin temor a equivocarse, que esta ley objetiva del mercado se corresponderá con el valor subjetivo que los cambistas percibirán con el paso del tiempo. De igual modo, desde el punto de vista de la oferta, el precio mínimo de una mercancía vendrá determinado por el precio de coste para producir dicha mercancía, aunque, en el capitalismo, será el valor de producción de la mercancía, que es igual al precio de coste más la ganancia media, de ser menor el precio los capitales emigraran a la producción de otras mercancías.
El aumento en la oferta de mercancías es función de la tasa de ganancia, y el aumento en la demanda de valores de uso está en función del poder adquisitivo de la demanda.
De hecho, en los lugares donde se estableció, y se establece, de forma subjetiva los precios de las mercancías es en los mercados intervenidos por el estado, en especial los de tipo soviético.
Saludos.