Saravia de la Calle en Instrucción de Mercaderes escribió:Hambrientos tragones, que todo lo tragan, todo lo destruyen, todo lo confunden, todo lo roban y ensucian, como las harpías de Pineo”. “Salen a la plaza y rua con su mesa y silla y caxa y libro, como las rameras al burdel con su silla”. “Como el mercader no paga al logro hácele quebrar, y así se alza y todo se pierde, de lo cual todo como es notorio son principio y ocasión y aun causa estos logreros, porque a no los haber cada uno trataría con su dinero en lo que pudiese y no en más, y así valdrían las cosas en el justo precio y no se cargarían más de lo que vale al contado. Y por esto sería muy provechosa cosa que los príncipes no los consintiesen en España, pues ninguna otra nación del mundo los consiente, y desterrasen esta pestilencia de su corte y reino.
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Ciclo económico de la banca con reserva fraccionaria
Una de las características de la usura debida a la práctica fraudulenta de la reserva fraccionaria, y a la situación de monopolio, son las crisis económicas cíclicas. Las crisis económicas son una superproducción relativa de capital o de dinero bancario, el capital ficticio de Marx, son la manifestación que las relaciones de producción de capitalismo monopolista no solo no favorecen el desarrollo de las fuerzas productivas, sino que las destruyen, aunque de momento solo es de una manera parcial y temporal. La banca de reserva fraccionaria es el mejor instrumento de superproducción de capital usurero que existe, ya que su producto estrella es el dinero bancario, dinero que no existe salvo en los libros de contabilidad del sistema usurero, no está basado en el ahorro pasado sino en el ahorro futuro, de ahí la necesidad del derroche consumista de recursos naturales y las crisis no son más que la manifestación de la necesidad se ese ahorro forzado y forzoso. Los usureros, si son monopolistas con especial virulencia, hacen frente a las crisis utilizando los siguientes métodos:
· Destruyendo capital (el paro y el cierre de empresas)
· Expulsando del mercado a otros usureros (Las compras y las fusiones de corporaciones financieras sin mostrar muchos escrúpulos por usar medios lícitos o ilícitos)
· Lanzándose a la conquista de nuevos mercados mediante el uso de métodos pacíficos o violentos (Las exigencias de los EE.UU., Alemania, Francia, etc. a las economías más débiles, los ofrecimientos de China y las guerras de conquista)
· Explotando más concienzudamente los antiguos mercados (aumento de impuesto, reforma laboral, reforma de las pensiones, reducción de gastos sociales, etc…)
Jesús Huerta de Soto en Dinero, Crédito Bancario y Ciclos Económicos escribió:… La reacción espontánea del mercado ante la expansión crediticia es:
· La subida del precio que hay que pagar por los factores originarios de producción.
· Posterior subida en el precio de los bienes de consumo.
· Gran aumento relativo en los beneficios contables de las empresas de las etapas más próximas al consumo final.
· «Efecto Ricardo». Además, el aumento más que proporcional en el precio de los bienes de consumo respecto al crecimiento en las rentas de los factores originarios de producción hace que, en términos relativos, las rentas reales de estos factores y, en concreto, los salarios del trabajo, empiecen a bajar.
· La aparición de pérdidas contables en las empresas de las etapas relativamente más alejadas del consumo: el inevitable advenimiento de la crisis…
…Por eso [retrasar la crisis], y dado que gran parte de la nueva renta de los factores originarios de producción procede directamente de la expansión crediticia, es preciso que ésta se incremente de manera progresiva con la finalidad de que el precio de los factores de producción siempre vaya por delante del precio de los bienes de consumo…
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La definición comúnmente aceptada sobre los ciclos económicos se debe a W. C Mitchell y A. F. Burns en la obra publicada en 1946, Medición de los Ciclos Económicos;
Los ciclos de los negocios son un tipo de fluctuación en la actividad económica agregada de las naciones cuya actividad está organizada principalmente en empresas lucrativas: un ciclo consiste de expansiones que tienen lugar aproximadamente a la vez en muchas actividades económicas, seguidas por recesiones, contracciones y recuperaciones igualmente generales que confluyen en la fase de expansión del ciclo siguiente; la secuencia de cambios es recurrente pero no periódica; en duración los ciclos de los negocios pueden variar desde poco más de un año hasta diez o doce años; no son divisibles en ciclos más cortos de carácter similar con amplitudes parecidas.
Para Paúl A. Samuelson un ciclo económico es:
Paul Samuelson y Willlam D. Nordhaus en Economía, capítulo 23 escribió:Una oscilación de la producción, la renta y el empleo de todo un país, que suele durar entre 2 y 10 años y que se caracteriza por una expansión o contracción general de la mayoría de los sectores de la economía
Por lo general, los economistas dividen a los ciclos económicos en dos fases principales, recesión y expansión. […] Las cimas y los valle; marcan los Puntos de cambio de los ciclos. La caída o declive de un ciclo económico se llama recesión. Una recesión es un periodo recurrente de declive de la producción, el ingreso y el empleo total, que suele durar de 6 meses a 1 año, y que se caracteriza por contracciones generalizadas en muchos sectores de la economía. Una depresión es una recesión mayor, tanto en escala como en duración.
Aunque se les da el nombre de "ciclos" a las fluctuaciones en el corto plazo, su patrón real es irregular. No hay dos ciclos económicos que sean casi iguales. No hay una fórmula exacta, como la que se puede aplicar a las revoluciones de los planetas o a las oscilaciones de un péndulo, que pronostiquen la duración o el momento en que se producirán los ciclos económicos. Más bien, en sus irregularidades, los ciclos económicos se parecen más a las fluctuaciones del clima. […] Algunos valles son muy profundos y extensos, como en la Gran Depresión; otros son someros y angostos, como la recesión de 1991.
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Se han descrito tres tipos de ciclos económicos corto o de Kitchin de tres a cuatro años, de Juglar de siete a once años y largo o de Kondrantieff de cincuenta años aproximadamente. En los ciclos económicos se pueden distinguir cuatro fases, por convención se establece que el ciclo empieza con la fase de recuperación o con la fase de recesión;
· Recuperación-Expansión: Empieza la reactivación económica aumentando el nivel de producción. Se presenta un incremento en el nivel de precios de manera desigual por los distintos cambios en los costos de producción. Estos precios también dependen de un aumento en el volumen del dinero en circulación, provocado por la expansión crediticia y el resultante aumento en los depósitos bancarios, así también acompañado de un aumento de ganancias e inversión, lo que hace que se acelere el ritmo de producción. La subida generalizada del precio que hay que pagar por los medios de producción y la fuerza de trabajo y posterior subida en el precio de los bienes de consumo. Además, el aumento más que proporcional en el precio de los bienes de consumo respecto al crecimiento en las rentas de los trabajadores asalariados hace, que las rentas reales de los trabajadores asalariados empiecen a bajar. Los beneficios contables en las empresas dedicadas a la producción de bienes de consumo son más elevados en términos relativos que la tasa de beneficios contables en las empresas dedicadas a la producción de medios de producción.
· Auge: Es el momento más elevado del ciclo económico. Se alcanza el límite de expansión crediticia que permite el coeficiente de caja (legal o el que la prudencia aconseja a las entidades financieras o debido a un enfrentamiento por los mercados entre diferentes grupos monopolistas). La aparición de pérdidas contables en las empresas dedicadas a la producción de medios de producción: hace inevitable la llegada de la crisis.
· Recesión-Contracción: Saturación de la demanda provocado por el aumento general del nivel de precios, lo que ocasiona un cambio en las expectativas generales y trae aparejado una disminución en el crecimiento y la inversión. Ha llegado, por tanto, la crisis y la recesión económica, básicamente por falta de recursos reales ahorrados para completar unos proyectos de inversión que eran excesivamente ambiciosos. Suelen producirse burbujas especulativas en mercados de capitales. Durante esta fase los precios bajan y si se mantienen los valores nominales de los salarios hace que las rentas reales de los trabajadores asalariados hacia el final de la crisis empiecen a subir.
· Depresión: Es el punto mínimo de un ciclo económico luego de un período de recesión. Se ha destruido toda la sobreproducción de capital del ciclo, aumento de la concentración de capital en los grupos monopolistas que sobreviven y ha aumentado de forma más concienzuda la explotación de todos los mercados.
Para Jesús Huerta de Soto los ciclos económicos de la banca de reserva fraccionaria desde la fase de la manufactura han sido;
Crisis de 2007 ¿…?Jesús Huerta de Soto en Dinero, Crédito Bancario y Ciclos Económicos escribió:Es imposible exponer aquí un tratamiento (siquiera sea resumido) de todos los ciclos de auge y depresión que se han dado en las economías del mundo antes de la Revolución Industrial. Sin embargo, somos lo suficientemente afortunados como para disponer de una creciente serie de trabajos de historia económica que arrojan una importante luz sobre la aplicación de la teoría del ciclo económico a hechos económicos concretos del pasado.
La crisis en la economía florentina a mediados del siglo XIV. Los bancos de Florencia expandieron significativamente el crédito desde comienzos del siglo XIV, “La banca de la época ya había evolucionado hasta el punto de crear moneda y aumentar la velocidad de su circulación.” lo cual generó un importante boom económico que convirtió a Florencia en el centro de la actividad financiera y comercial del Mediterráneo. Sin embargo, una serie de acontecimientos, como la bancarrota inglesa, la retirada de fondos napolitanos y el crac de los títulos de la deuda pública de Florencia, actuaron como detonantes específicos del comienzo de la inevitable crisis, que se manifestó con una quiebra generalizada de bancos y una fuerte contracción del crédito en el mercado (o como entonces se la llamaba, mancamento della credenza). Como consecuencia de la crisis, Cipolla indica que una gran masa de riqueza quedó destruida, derrumbándose los precios de la propiedad inmobiliaria, que previamente habían subido de manera exagerada, al 50 por ciento de su valor anterior, no siendo posible, ni siquiera con tal rebaja, encontrar fácilmente compradores. Finalmente, confirma nuestro autor que se tardó treinta años (de 1349 a 1379) en comenzar una recuperación en la que, en su opinión, tuvo un papel protagonista el desastre de la peste, que “rompió el círculo vicioso de la deflación que llevaba años ahogando la economía florentina. A reducirse dramáticamente de golpe el número de habitantes, la disponibilidad media de moneda per cápita debió aumentar proporcionalmente. Además, los que sobrevivieron a la peste gastaron el dinero con alegría. Por consiguiente los precios y los salarios aumentaron”.
Quiebra del banco de los Médicis en 1492.
La crisis en la economía florentina a mediados y en el siglo XVI. Concretamente, Cipolla ha explicado cómo «los directivos del banco de Ricci usaron los fondos públicos como base monetaria para una política de expansión crediticia, propiciada por la situación europea, donde el crédito mediante letras de cambio había entrado en una larga fase de crecimiento febril, cada vez más desvinculado de las operaciones comerciales. La política de expansión crediticia del banco de Ricci, que dominaba la plaza florentina, debió arrastrar a los demás bancos por el mismo camino.»85 Cipolla indica que durante los años sesenta la economía florentina experimentó un elevado nivel de actividad económica impulsada por la euforia crediticia. Sin embargo, a comienzo de los setenta del siglo XVI la situación desembocó en una grave crisis de liquidez de todo el sistema bancario. Los banqueros, en pintoresca expresión de los cronistas, «sólo pagaban con tinta». La crisis fue agravándose paulatinamente hasta que estalló con toda su virulencia a mediados de los años setenta, produciéndose en la ciudad una «gran escasez de dineros» (deflación) y una contracción crediticia. Cipolla afirma que «de pronto, el multiplicador de crédito empezó a funcionar de un modo perverso, al revés. La plaza de Florencia quedó ahogada por una crisis de liquidez del sistema bancario y de restricción del crédito que tuvo una excepcional gravedad, tanto por su intensidad como por su duración. En las páginas de los cronistas, en las cartas de los mercaderes y en los bandos de la época hay constantes y angustiadas referencias a la ‘estrechez’ crediticia y monetaria del mercado, a los bancos que no ‘contaban’, a la falta de moneda contante los sábados para la paga de los operarios.» Por tanto, a la expansión crediticia y a la euforia económica siguió una depresión que hizo que el comercio decayera rápidamente y las quiebras fueran frecuentes, entrando la economía florentina a partir de entonces en un largo proceso de decadencia.
Quiebra de la banca en Sevilla en el siglo XVI.
Crisis en Francia a principios del siglo XVIII. A partir de las guerras napoleónicas, con el inicio de la Revolución Industrial y la generalización del sistema bancario basado en la reserva fraccionaria, los ciclos económicos comienzan a reproducirse con una gran regularidad, adquiriendo ya los rasgos típicos más significativos que establece la teoría que hemos expuesto. A continuación comentaremos brevemente las fechas y características de los ciclos más importantes que han acaecido desde comienzos del siglo XIX.
El pánico de 1819. Afectó especialmente a los estados Unidos y ha sido estudiado, sobre todo, por Murray N. Rothbard en un libro ya clásico sobre la materia. El pánico fue precedido por una expansión del crédito y de la oferta monetaria, tanto en forma de billetes de banco como en forma de depósitos, ambos sin respaldo de ahorro real. En este proceso, el recién creado Banco de estados Unidos actuó de manera protagonista. Ello produjo una gran expansión económica artificial que se vio bruscamente interrumpida en 1819, cuando dicho banco dejó de expandir su crédito y reclamó el pago de los billetes emitidos por otros bancos que tenía en su poder. Posteriormente se produjo la típica contracción en el crédito, y una extensa y profunda depresión económica que detuvo los proyectos de inversión iniciados durante el boom y generó un aumento del desempleo.
La crisis de 1825. Fue una crisis esencialmente inglesa. Se caracterizó por una importante expansión crediticia que financió un alargamiento de las etapas más alejadas del consumo, básicamente en forma de inversiones en las primeras líneas de ferrocarril y en el desarrollo de la industria textil. En 1825 se produjo la crisis, iniciándose una depresión que se prolongó hasta 1832.
La crisis de 1836. De nuevo los bancos vuelven a emprender la expansión crediticia y se inicia un boom en el que se multiplican las sociedades dedicadas a la banca y las sociedades por acciones. Los nuevos créditos financian los ferrocarriles, la siderurgia y el carbón, desarrollándose la máquina de vapor como nueva fuente de energía. A principios de 1836 los precios empiezan a subir de manera vertiginosa, deteniéndose la crisis cuando los bancos deciden dejar de aumentar sus créditos en vista de que pierden cada vez más reservas de oro, que salen del país con destino, principalmente, a los estados Unidos. A partir de 1836 se hunden los precios y los bancos quiebran o suspenden pagos, iniciándose una profunda depresión que dura hasta 1840.
La crisis de 1847. A partir de 1840 se reinicia la expansión crediticia en el Reino Unido, extendiéndose igualmente por Francia y estados Unidos. Se construyen miles de kilómetros de ferrocarriles y la bolsa inicia un crecimiento imparable que favorece, sobre todo, a las acciones de las empresas de ferrocarril. Se desata así un movimiento especulativo que dura hasta 1846, cuando se desencadena la crisis económica en Gran Bretaña. Es curioso señalar que el 19 de julio de 1844 Inglaterra había adoptado, bajo los auspicios de Peel, la Bank Act, que representaba el triunfo de la escuela monetaria de Ricardo (Currency School) y que prohibió la emisión de billetes que no tuvieran un respaldo al 100 por cien en oro. Sin embargo, tal provisión no se estableció en relación con los depósitos y créditos, cuyo volumen en sólo dos años se multiplicó por cinco, lo cual explica la expansión de la especulación y la gravedad de la crisis que se produce a partir de 1846. La depresión se extiende también a Francia y en las diferentes bolsas se hunde el precio de las acciones de las compañías de ferrocarril y en general disminuyen los beneficios, especialmente de las industrias más intensivas en capital, agravándose el desempleo, sobre todo en el sector de la construcción de ferrocarriles. Es en este contexto histórico en el que debe insertarse la revolución, de carácter netamente obrero y socialista, que se produce en la Francia de 1848.
El pánico de 1857. Su esquema es similar a los anteriores. Tiene su origen en un auge previo que dura cinco años, de 1852 a 1857, y que se basa en una expansión generalizada de tipo crediticio que afecta a todo el mundo. Suben los precios, los beneficios y los salarios nominales, mientras que se produce una importante alza bursátil, que favorece sobre todo a las sociedades mineras y a las sociedades constructoras de ferrocarriles (las industrias más intensivas en capital que existían en la época). Además, la especulación se generaliza. Los primeros signos que indican la terminación del auge aparecen cuando comienzan a disminuir los beneficios de las minas y las líneas de ferrocarril (etapas más alejadas del consumo); y el aumento de los costes de producción hace que se debiliten aún más los beneficios. Posteriormente, las industrias del carbón y de la siderurgia reciben el impacto de la desaceleración y se inicia la crisis, que se propaga rápidamente, produciéndose una depresión de ámbito mundial. El 22 de agosto de 1857 es un día de verdadero pánico en Nueva York y muchos bancos suspenden sus operaciones.
La crisis de 1866. La etapa expansiva se inicia a partir de 1861 y en ella tienen un papel protagonista el desarrollo de los bancos en Inglaterra y la expansión crediticia iniciada por el Crédit Foncier en Francia. Como consecuencia de la expansión, sube el precio de los bienes de producción, de la construcción y de las industrias relacionadas con el algodón. La expansión continúa de manera acelerada hasta que surge el pánico de 1866, protagonizado por una serie de quiebras espectaculares, siendo la más celebre la de la casa Overend Gurney de Londres. En esta fecha, y al igual que sucedió en 1847 y 1857, se suspende temporalmente la Bank Act de Peel, con el fin de inyectar liquidez y defender las reservas de oro del Banco de Inglaterra. En Francia, el primer banco de negocios, el Crédit Mobiliaire, quiebra. Se inicia así una depresión que, como siempre, afecta especialmente al sector de la construcción de ferrocarriles, extendiéndose el paro sobre todo en relación con las industrias de bienes de capital. En España tras una fuerte expansión crediticia durante los años 1859-1864, que fomentó una generalizada mala inversión sobre todo en ferrocarriles, se produjo a partir de 1864 una recesión que alcanzó su apogeo en 1866. Gabriel Tortella Casares ha estudiado con detalle y brillantez todo este proceso y, aunque algunas de sus conclusiones interpretativas debieran modificarse a la luz de nuestra teoría, los hechos expuestos en sus trabajos encajan plenamente con la misma.
La crisis de 1873. Su esquema es también muy semejante al de las anteriores. La expansión se inicia en estados Unidos con motivo de los cuantiosos gastos a que dio lugar la Guerra de Secesión. Se extiende enormemente la red ferroviaria y se desarrolla mucho la siderurgia. La expansión se contagia al resto del mundo y en Europa se produce una fuerte especulación bursátil en la que los valores del sector industrial suben vertiginosamente. La crisis estalla primero en el continente en mayo de 1873 y después del verano en estados Unidos, cuando la depresión ya es patente y quiebra una de las grandes casas americanas, la Jay Cook & Co. Curiosamente, Francia, que no participó de la expansión crediticia anterior, escapa a este pánico y a la grave depresión que le siguió.
La crisis de 1882. La expansión crediticia se reinicia a partir de 1878 en estados Unidos y en Francia. En este último país se produce un crecimiento espectacular en las emisiones de valores industriales y se inicia un importante programa de obras públicas. Los bancos juegan un papel muy activo en la atracción de ahorro familiar y en la concesión multiplicada de préstamos a la industria. La crisis se desata en 1882 cuando se produce el crac de la Union Générale, estando a punto de quebrar también el Crédit Lyonnais, que experimentó una retirada masiva de depósitos (alrededor de la mitad). En estados Unidos quiebran más de 400 bancos sobre un total de 3.271, extendiéndose el paro y la crisis sobre todo en las industrias más alejadas del consumo.
La crisis de 1890-1892. La expansión crediticia se extiende por todo el mundo en forma de préstamos que llegan, sobre todo, a América del Sur. También se desarrolla mucho el sector de la construcción naval y el sector de las industrias pesadas. La crisis comienza en el año 1890, extendiéndose la depresión hasta 1896. Las tradicionales quiebras de compañías de ferrocarriles, la caída de la bolsa, la crisis de la industria metalúrgica y el paro aparecen con toda virulencia, como es típico en todos los años de depresión posteriores a una crisis.
La crisis de 1907. De nuevo se reinicia la expansión crediticia a partir de 1896, durando la misma hasta 1907. En este caso los nuevos créditos, creados de la nada, se invierten en energía eléctrica, teléfono, ferrocarriles metropolitanos y construcción naval. Los ferrocarriles dejan de jugar el papel motor, siendo sustituidos por la electricidad. Además, por primera vez, la industria química participa de los créditos que conceden los bancos y hacen su aparición los primeros automóviles. En 1907 llega la crisis, que es particularmente dura en estados Unidos, siendo muy numerosas las quiebras de bancos.
La Crisis de 1913. Que se interrumpe con la Primera Guerra Mundial.
La gran Depresión 1929.
Crisis de los setenta.
Crisis principios de los noventa.
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La crisis de 1847 en El Capital, Tomo III, Capítulo XXV, Crédito y capital ficticio es explicada por Friedrich Engels de la siguiente forma;
- Karl Marx y Friedrich Engels:
- Como hemos visto, Gilbart sabía ya en 1834 que “todo lo que facilita los negocios, facilita también la especulación y que ambos van, en muchos casos, tan íntimamente unidos, que resulta difícil decir dónde acaban los negocios y dónde empieza la especulación”. Cuanto mayor sea la facilidad con que puedan obtenerse anticipos sobre mercancías aún no vendidas, más anticipos de éstos se contraerán y mayor será la tentación de fabricar mercancías o de regar en lejanos mercados mercancías fabricadas solamente para obtener esta clase de anticipos en dinero. Un ejemplo palmario de cómo esta clase de especulación puede arrastrar todo el mundo de los negocios de un país y de los resultados a que esto conduce, lo tenemos en la historia del comercio inglés durante los años de 1845 a 1847. Este ejemplo nos enseña lo que puede dar de sí el crédito. Adelantaremos algunas breves observaciones que servirán para ilustrar los ejemplos expuestos a continuación.
A fines de 1842 empezó a ceder la presión que desde 1837 venía pesando casi ininterrumpidamente sobre la industria inglesa. En los dos años siguientes se acentuó todavía más la demanda de productos industriales ingleses por parte del extranjero: los años de 1845-46 señalan el apogeo de la prosperidad. En 1843, la guerra del opio abrió al comercio inglés el mercado de China. El nuevo mercado brindaba una nueva coyuntura para la expansión que se hallaba ya en pleno auge, sobre todo la de la industria algodonera. “Jamás podríamos llegar a producir con exceso, teniendo 300 millones de hombres que vestir”, decía al autor de estas líneas, por aquellos días, un fabricante de Manchester. Pero todos los edificios fabriles de nueva planta, todas las máquinas de vapor y de hilado, todos los telares, eran insuficientes para absorber la masa de plusvalía que afluía de Lancashire. Con la misma pasión con que se ampliaba la producción se acometió la construcción de nuevos ferrocarriles, y fue en este campo, a partir del verano de 1844, donde empezó a aplacarse el ansia de especulación de industriales y comerciantes. La gente suscribía todas las acciones que podía, es decir, suscribía acciones hasta donde llegaba el dinero para cubrir los primeros pagos a cuenta: ¡luego ya se vería! Al presentarse el vencimiento de los siguientes pagos –según el apartado 1059 de Commercial Distress, 1848-57, el capital invertido en ferrocarriles en los años de 1846-47 ascendía a unos 75 millones de libras esterlinas, se hacía necesario recurrir al crédito y quebrantar además los verdaderos negocios de la empresa.
Por lo demás, estos negocios, en la mayoría de los casos, se hallaban ya de suyo recargados. Las ganancias, tentadoramente altas, habían arrastrado a la gente a operaciones mucho más extensas de lo que justificaban los recursos disponibles. Pero para eso existía el crédito, fácilmente asequible y además barato. El tipo de descuento bancario era bajo: en 1844, de 1 3/4 a 2 3/4 %; en 1845, hasta octubre, menos del 3%, para subir luego, durante poco tiempo, hasta el 5% (febrero de 1846) y bajar de nuevo, en diciembre de 1846, hasta el 3 1/4. El Banco tenía en sus sótanos unas reservas oro de un volumen inaudito. Los valores bursátiles interiores alcanzaban límites jamás conocidos. ¿Cómo, pues, iba a desaprovecharse tan hermosa oportunidad de navegar a velas desplegadas? ¿Cómo no se iban a lanzar a los mercados extranjeros, hambrientos de productos ingleses, todas las mercancías que podían fabricarse? ¿Y por qué el fabricante no se iba a embolsar la doble ganancia obtenida, de una parte, con la venta de los hilados y los tejidos en el Extremo Oriente y, de otra parte, con la venta en Inglaterra de las mercancías con que a su retorno venían cargados los barcos? Se desarrolló así el sistema de las consignaciones masivas de mercancías a la India y a China mediante anticipos, que no tardó en convertirse en un sistema de consignaciones simplemente para conseguir anticipos, como se expondrá en detalle en las notas siguientes, sistema que forzosamente habla de conducir al abarrotamiento en masa de los mercados y a la quiebra.
El crack se produjo en 1846, a consecuencia de la mala cosecha de este año. Inglaterra y sobre todo Irlanda necesitaron importar enormes cantidades de víveres, especialmente trigo y patatas. A los países exportadores sólo era posible pagarles en una proporción muy pequeña en productos industriales; fue necesario exportar metales preciosos para atender a estos pagos; salieron así al extranjero 9 millones en oro, por lo menos. De esta suma, 71/2 millones salieron de las reserva, del Banco de Inglaterra, con lo cual se asestó un duro golpe a su libertad de movimiento en el mercado de dinero; los demás bancos, cuyas reservas se hallan atesoradas en el Banco de Inglaterra y coinciden en realidad con las reservas de este banco, hubieron de restringir también sus concesiones de crédito; la corriente de los pagos, que hasta entonces fluía rápidamente y sin dificultades, empezó a paralizarse, primero aquí y allá y luego con carácter general. El descuento bancario, que en enero de 1847 era todavía del 3 al 3 1/2 %, subió en abril, al producirse el primer movimiento de pánico, al 7%; en el verano volvió a producirse un pequeño alivio transitorio (6,5, 6 %), pero ante el fracaso de la nueva cosecha, volvió a producirse el pánico, ahora con mayor furia. El descuento mínimo oficial del banco subió en octubre al 7 y en noviembre al 10 % lo que quiere decir que la inmensa mayoría de las letras ya sólo podía descontarse a cambio de gigantescos intereses usurarios o no podía descontarse en modo alguno. la paralización general de los pagos hizo que diesen en quiebra una serie de casas de las más importantes y muchísimas empresas pequeñas y medianas, el propio Banco de Inglaterra se vio a punto de dar en quiebra a consecuencia de las restricciones que le habían sido impuestas por la astuta ley bancaria de 1844, hasta que el 25 de octubre, respondiendo a la presión de la opinión pública, el gobierno dejó en suspenso la ley, desembarazando así al Banco de las absurdas trabas legales que sobre él pesaban. Gracias a esto, pudo poner en circulación desembarazadamente su reserva de billetes, y como el crédito de estos billetes de banco se hallaba en realidad garantizado por el crédito de la nación y no había sufrido, por consiguiente, quebranto, la angustia de dinero se vio inmediatamente aliviada: claro está que aún siguieron dando en quiebra una gran cantidad de empresas grandes y pequeñas, cuya situación era desesperada, pero el punto culminante de la crisis había sido superado y en diciembre el descuento bancario descendió de nuevo al 5% y en el transcurso del año 1848 se preparó aquella animación renovada en los negocios que en 1849 había de embotar los movimientos revolucionarios del continente y que en la década del cincuenta se tradujo en una prosperidad industrial sin precedente, preludio del nuevo crack de 1857, (F. E.)
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- Karl Marx y Friedrich Engels:
- Lo que Overstone pretende demostrar es que la crisis de 1847 y la elevada cuota de interés que lleva aparejada no tenía nada que ver con la “cantidad de dinero existente”, es decir, con las normas de la ley bancaria de 1844, inspirada por él; a pesar de que, en realidad si tuvieron que ver con ellas, en cuanto el temor a que se agotasen las reservas bancarias ––obra de Overstone–– vino a añadir un pánico de dinero a la crisis de 1847-48. Pero no es éste, aquí, el punto litigioso. Existía una penuria de capital–dinero, debida al excesivo volumen de las operaciones, comparado con los medios existentes y que estalló al verse interrumpido el proceso de reproducción como consecuencia de una cosecha frustrada, del exceso de inversiones en ferrocarriles, de la superproducción de géneros de algodón principalmente, de los negocios especulativos con la India y China, de la especulación, del exceso de importación de azúcar, etc. Lo que a las gentes que habían comprado trigo cuando costaba a 120 chelines el quarter les faltaba, al descender su precio a 60 chelines eran precisamente los 60 chelines que habían pagado antes de más y el crédito correspondiente para obtener dinero sobre el trigo. No era, ni mucho menos, la escasez de billetes de banco lo que les impedía convertir su trigo en dinero al antiguo precio de 120 chelines. Y otro tanto les ocurría a quienes habían importado azúcar en exceso, cuando esta mercancía se hizo casi invendible. Y lo mismo a los señores que inmovilizaron su capital circulante (floating capital) en ferrocarriles, confiándose al crédito para reponerlo en sus “legítimos” negocios. Todo esto se expresa, para Overstone, en “una conciencia moral del valor más alto de su dinero” (a moral sense of the enhanced value of his money). Pero a este valor más alto del capital–dinero correspondía directamente, por otra parte, la del valor–dinero del capital real (capital–mercancías y capital–productivo). El valor del capital bajo una forma aumentaba porque disminuía el valor del capital bajo otra forma. Pero Overstone intenta identificar estos dos valores de distintas clases de capital en el valor único del capital en general, y lo intenta además contraponiendo a las dos la, escasez de medios de circulación, de dinero existente. Pero la misma cuantía de capital–dinero puede prestarse con masas muy distintas de medios de circulación.
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- Karl Marx y Friedrich Engels en El Capital, Libro III, capítulo XXXVI:
- El sistema bancario es, por su organización formal y su centralización, como se expresó ya en 1697 en Some Thoughts of the Interests of England, el producto más artificioso y refinado que el régimen capitalista de producción ha podido engendrar. De aquí el enorme poder que tiene una institución como el Banco de Inglaterra sobre el comercio y la industria, a pesar de que su funcionamiento real se desarrolla completamente al margen de él y de que el Banco se comporta pasivamente ante sus actividades. Es cierto que eso facilita la forma de una contabilidad y una distribución generales de los medios de producción en escala social, pero solamente la forma. Hemos visto ya que la ganancia media del capitalista individual o de cada capital de por si se determina, no por el trabajo sobrante que este capital se apropia de primera mano, sino por la cantidad de trabajo sobrante total que se apropia el capital en su conjunto y del que cada capital particular se limita a cobrar sus dividendos como parte alícuota del capital global. Este carácter social del capital sólo se lleva a cabo y se realiza en su integridad mediante el desarrollo pleno del sistema de crédito y del sistema bancario. Por otra parte, este sistema sigue su propio desarrollo. Pone a disposición de los capitalistas industriales y comerciales todo el capital disponible de la sociedad, e incluso el capital potencial, que no se halla aun activamente comprometido, de tal modo que ni el que lo presta ni el que lo emplea son su propietario ni su productor. Así se suprime el carácter privado del capital y contiene en potencia, pero sólo en potencia, la supresión del capital mismo. El sistema bancario sustrae la distribución del capital de manos de los capitalistas privados y los usureros, como negocio particular, como función social. Pero, al mismo tiempo, los bancos y el crédito se convierten así en el medio más poderoso para empujar a la producción capitalista a salirse de sus propios límites y en uno de los vehículos más eficaces de las crisis y la especulación.
El sistema bancario revela, además, mediante la sustitución del dinero por distintas formas de crédito circulante que el dinero no es, en realidad, otra cosa que una especial expresión del carácter social del trabajo y de sus productos, la cual, sin embargo, como contraste con la base de la producción privada, tiene necesariamente que aparecer siempre, en última instancia, como un objeto, como una mercancía especial al lado de otras mercancías.
Finalmente, no cabe la menor duda de que el sistema de crédito actuará como un poderoso resorte en la época de transición del régimen capitalista de producción al régimen de producción del trabajo asociado, pero solamente como un elemento en relación con otras grandes conmociones orgánicas del mismo régimen de producción. En cambio, las ilusiones que algunos se hacen acerca del poder milagroso del sistema de crédito y del sistema bancario en un sentido socialista nacen de la ignorancia total de lo que es el régimen capitalista de producción y el régimen de crédito como una de sus formas. Tan pronto como los medios de producción dejen de convertirse en capital (lo que implica también la abolición de la propiedad privada sobre el suelo), el crédito como tal no tendrá ya ningún sentido, cosa que, por lo demás, han visto incluso los sansimonianos. Y, por el contrario, mientras perdure el régimen capitalista de producción perdurará como una de sus formas el capital a interés y seguirá formando, de hecho, la base de su sistema de crédito. Sólo ese mismo escritor sensacionalista, Proudhon, que pretende dejar en pie la producción de mercancías y al mismo tiempo abolir el dinero, era capaz de soñar ese dislate del crédit gratuit, pretendida realización de los buenos deseos del pequeño burgués.
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Existen dos tipos de ciclos que son consustanciales al capital. El ciclo comercial producto de la anárquica lucha mercantil en la búsqueda del máximo beneficio personal, y el ciclo industrial provocado por el vertiginoso desarrollo de las fuerzas productivas, que convierte cada vez más rápidamente en obsoleta maquinaria cada vez más costosa, es decir convierte en inservible una mayor cantidad de trabajo. Contradicción que bajo el régimen de producción capitalista se resuelve destruyendo fuerzas productivas o impidiendo su desarrollo. Estas crisis solo se pueden evitar poniendo fin al propio modo de producción capitalista.