Teoría de la tendencia a la concentración del capital- Karl Marx y Frederich Engels en El Capital, tomo III, capítulo X:
El precio de producción incluye la ganancia media. Le hemos dado el nombre de precio de producción; de hecho, es lo mismo que Adam Smith denomina natural price [precio natural], Ricardo, price of production, cost of production [precio de producción, costo de producción], los fisiócratas prix nécessaire [precio necesario] aunque ninguno de ellos haya desarrollado la diferencia entre el precio de producción y el valor, porque a la larga es la condición de la oferta, de la reproducción de la mercancía de cada esfera de la producción en particular. También se comprende por qué los mismos economistas que se revuelven contra la determinación del valor de las mercancías por el tiempo de trabajo, por la cantidad de trabajo contenido en ellas, siempre hablen de los precios de producción como de centros en torno a los cuales oscilan los precios de mercado. Pueden permitírselo porque el precio de producción es una forma ya totalmente enajenada y prima facie no conceptual del valor mercantil, una forma tal como aparece en la competencia, es decir en la conciencia del capitalista vulgar, y que por consiguiente también existe en la de los economistas vulgares.
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Con un ejemplo se puede ilustrar de forma empírica como la concurrencia capitalista actúa en el mercado, igualando la tasa de ganancia de los diferentes capitales, concentrando los capitales cada vez en menos manos y reduciendo los precios de mercado. Un capitalista ha desarrollado un proyecto industrial sobre la base de aplicar nuevos descubrimientos tecnológicos y una nueva organización empresarial.
Se definen las siguientes variables:
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Capital fijo (Cf); es el precio de mercado de los medios de trabajo bajo relaciones de producción capitalistas, herramientas y maquinaria que utiliza el trabajador y que no se consumen en un único proceso de producción.
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Capital circulante (Cc); es el precio de mercado de los objetos de producción bajo relaciones de producción capitalistas, materias primeras y secundarias que se consumen íntegramente en un proceso productivo.
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Capital variable (Cv); es el precio de mercado de la fuerza de trabajo.
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Ganancia o plusvalía (g); es la diferencia entre el precio de mercado y el precio de costo, que sumado al capital variable es el valor del uso de la fuerza de trabajo.
·
Precio de costo (Pc); es la suma del precio del capital fijo más el capital circulante más el capital variable.
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Precio de mercado (Pm); es la cantidad de dinero por la que se vende-compra la mercancía.
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Precio de producción (Pp); es la suma del precio de costo más la ganancia media.
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Tasa de ganancia (g’); es la razón entre la ganancia y el precio de coste.
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Tasa de plusvalía (p’); es la razón entre la ganancia y el capital variable.
·
Valor de producción (Vp); es el valor de la cantidad de fuerza de trabajo socialmente necesaria para producir una mercancía.
·
Valor de cambio (Vc); es la proporción en que una mercancía se intercambia por otras. El valor de cambio de una mercancía puede variar permaneciendo fijo su precio de mercado.
El capitalista calcula obtener una tasa de ganancia del 175 % mayor que la media. En la rama de producción donde producirá su mercancía, se caracteriza por una composición orgánica media del capital y los siguientes resultados medios:
Debido al desarrollo desigual del capital no todos los capitales son iguales, no tienen la misma composición orgánica, la misma organización, los mismos precios de coste ni los mismos resultados, a modo de ejemplo, se pueden definir cuatro tipos diferentes de capitales a, b, c y d que se desglosan de la siguiente forma:
El capitalista después de estudiar el mercado, prevé una demanda creciente de esta mercancía, y comprueba que la mitad de los capitales empiezan a estar técnicamente obsoletos, ya que, aunque tienen ganancias contables, tienen perdidas empresariales y, lo que es más importante para el capitalista, no podrán hacer frente a la creciente demanda, lo que indica una clara oportunidad de negocio.
Cuando la nueva empresa empieza a producir al cien por cien de su capacidad, la composición de los capitales queda como sigue:
El rendimiento obtenido es del 30’22 %, un 174 % de la tasa de ganancia media del sector, un 1 % menos de lo estimado.
Cuando la empresa funciona a pleno rendimiento la demanda no puede absorber toda la producción, se da una situación de superproducción relativa. Al aumentar la oferta por encima de la demanda los precios bajan un 10 %, con lo que algunos capitales entran en pérdidas reales, sus costos de producción son mayores que los precios de mercado:
Los capitales obsoletos entran en crisis y son expulsadas del mercado, aunque el sector en general obtiene beneficios. Debido al permanente exceso de la oferta sobre de la demanda se declara una guerra comercial y los precios bajan otro 10 % con lo que nuevas empresas van a la quiebra:
El sector entra en crisis, aunque algunas empresas continúan obteniendo beneficios, debido a la diferente composición orgánica de los distintos capitales. Debido a la crisis del sector, se reduce la demanda de medios de producción y de fuerza de trabajo y, como consecuencia, los precios de costo han bajado un 2 %. La quiebra y cierre de empresas ha reducido la oferta por debajo de la demanda y los precios se recuperan el 12 %:
En la nueva situación los capitales han quedado reducidos a tres tipos de capitales en cuanto a su composición y resultados. La tasa de ganancia que obtiene el capitalista es del 15’35 %, un 101 % de la tasa de ganancia media del sector. Algunos capitales empiezan a estar técnicamente obsoletos ya que al precio de mercado sus tasas de ganancia están por debajo de la media, es decir, aunque tienen ganancias contables tienen pérdidas empresariales…
Debido al desarrollo de las fuerzas productivas que desencadenó la búsqueda del máximo beneficio, ha provocado el abaratamiento tanto de los costes de producción como los valores de mercado, un aumento del capital fijo con respecto al variable, ha disminuido la tasa general de ganancia y aumentado la tasa general de plusvalía. Después de la superproducción relativa de capital y superada la crisis la situación general de la rama de producción ha quedado en la misma situación que antes de empezar el ciclo comercial, con la salvedad que ha aumentado la concentración del capital. La lógica del capital es; de crisis de superproducción relativa de capital en crisis de superproducción relativa de capital hasta la crisis de superproducción absoluta, que pondrá fin al modo de producción capitalista.
La economía política establece que en el libre mercado no se produce plusvalía, que se intercambian valores iguales, que los precios y valores de mercado acaban coincidiendo con su precio y valor de producción. Debe ser por estas causas que los políticos profesionales, de la revolución o no, están en contra del libre mercado y quieren regularlo.
- Friedrich Engels en Prefacio a la primera edición alemana de Miseria de la filosofía :
En la moderna sociedad burguesa cada capitalista industrial produce por su cuenta y riesgo: lo que quiere, como quiere y cuanto quiere. Pero las necesidades sociales son para él algo ignoto, tanto con respecto a la calidad y el género de los artículos que se requieren, como en cuanto a su cantidad. Lo que hoy no puede ser producido con la celeridad debida, mañana puede ser ofrecido en cantidades muy superiores a las necesarias. Sin embargo, de uno u otro modo, bien o mal, las necesidades son satisfechas en definitiva y la producción se encarrila en general hacia los artículos que se precisan. ¿Cómo se resuelve esta contradicción? ¿Por la competencia? ¿Y cómo consigue resolverla la competencia? Obligando simple y llanamente a que los precios de las mercancías no adecuadas en un momento dado por su clase o por su cantidad a las necesidades de la sociedad desciendan por debajo del valor del trabajo materializado en ellas, la competencia hace sentir por esta vía indirecta a los productores que sus artículos no son necesarios o que lo son, pero que han sido producidos en una cantidad superior a la requerida, en demasía. De aquí se desprenden dos deducciones.
Primera: que las continuas desviaciones de los precios de las mercancías con respecto a sus valores constituyen la condición necesaria en virtud de la cual, y sólo por ella, puede manifestarse el propio valor de la mercancía. Sólo gracias a las oscilaciones de la competencia, y por lo mismo de los precios de las mercancías, se abre paso la ley del valor de la producción mercantil y se transforma en una realidad la determinación del valor de la mercancía por el tiempo de trabajo socialmente indispensable. Y aun cuando la forma de manifestación del valor —el precio— sea por lo común algo distinta del valor que ella manifiesta, en tal caso el valor sigue la suerte de la mayoría de las relaciones sociales. También el monarca es la mayor parte de las veces completamente distinto de la monarquía que él representa. Por eso, en una sociedad de productores que intercambian sus mercancías, querer establecer la determinación del valor por el tiempo de trabajo, prohibiendo que la competencia realice esta determinación del valor mediante la presión sobre los precios, es decir, por el único camino por el que esto puede ser logrado, sólo significa demostrar que, al menos en este terreno, se adolece del habitual menosprecio de los utopistas por las leyes económicas.
Segunda: en una sociedad de productores que intercambian sus mercancías, la competencia pone en acción la ley del valor, inherente a la producción mercantil, instaurando así una organización y un orden de la producción social que son los únicos posibles en las circunstancias dadas. Sólo la desvalorización o el encarecimiento excesivo de los productos muestran de modo tangible a los diferentes productores que y cuanto se necesita para la sociedad y que no se necesita. Pues bien, este regulador único es precisamente el que la utopía representada también por Rodbertus quiere que sea suprimido. Y si preguntamos ahora que garantías hay de que cada artículo será producido en la cantidad necesaria y no en una cantidad mayor, que garantías hay de que no habremos de sentir necesidad de pan y de carne mientras nos vemos aplastados por montones de azúcar de remolacha y nadando en torrentes de aguardiente de patata, o de que no sufriremos escasez de pantalones para cubrir nuestras desnudeces, mientras abundan a millones los botones para tales prendas, Rodbertus nos remitirá solemne a su famoso ajuste de cuentas, el cual indica que por cada libra sobrante de azúcar, por cada barril de aguardiente no vendido, por cada botón no cosido a los pantalones se ha entregado un bono exacto, ajuste de cuentas en el que todo coincide a la perfección y merced al cual “todas las pretensiones serán satisfechas y liquidadas de un modo justo”. Y quien no lo crea puede dirigirse al contable X de la caja central de la Hacienda Pública de Pomerania, que ha comprobado las cuentas, las ha encontrado en toda regla y merece plena confianza como hombre que ni una sola vez ha incurrido en un error de caja.
Fijemos ahora la atención en la ingenuidad con que Rodbertus piensa suprimir con su utopía las crisis comerciales e industriales. Cuando la producción mercantil alcanza las dimensiones del mercado universal, la correspondencia entre la producción de los diferentes productores, guiados por sus cálculos particulares, y el mercado, para el cual producen, más o menos desconocido para ellos en lo que respecta a la cantidad y a la calidad de las necesidades del mismo, se establece por medio de una tempestad en el mercado mundial, por medio de la crisis comercial. Impedir que la competencia haga saber a los diferentes productores el estado del mercado mundial mediante el alza y el descenso de los precios, equivale a cerrarles los ojos. Organizar la producción de mercancías de modo que los productores no puedan conocer en absoluto la situación del mercado para el que producen, es, desde luego, una panacea para la enfermedad de las crisis que podría envidiar a Rodbertus* el propio doctor Eisenbart.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]*Johann Karl Rodbertus, 1805-1875, sus nociones ideológicas sobre la economía política, haciéndolas pasar por concepciones de la teoría comunista, son el objeto de las críticas del subjetivismo marginal
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