Hace apenas cinco días, la Misión de Observación Electoral (MOE) lanzó una campaña denominada “Un debate de respeto por las ideas contrarias”. Una clara señal del nivel que alcanzó la discusión en torno al plebiscito, el mecanismo definido por el presidente Juan Manuel Santos, aceptado por la mesa de negociaciones de La Habana y avalado por la Corte Constitucional, para refrendar el Acuerdo Final de Paz suscrito entre el Gobierno y la guerrilla de las Farc. En efecto, los colombianos asisten este domingo a las urnas para decirle Sí o No a lo pactado, en medio de una polarización política que se ha agudizado en las últimas semanas, con pronunciamientos de todo tipo, encuestas por doquier y un debate de más insultos que argumentos en las redes sociales. Vea un video en el que la MOE explica qué es el plebiscito para la paz Coinciden analistas y dirigentes políticos en que se trata de la decisión de voto más importante que los colombianos tendrán la oportunidad de tomar en sus vidas. Como dijo el mismo presidente Santos en julio pasado, el día en que la Corte Constitucional le dio vía libre al plebiscito: “No podemos hacernos a un lado y dejar que la decisión la tomen otros. En nuestro país el voto es un derecho, así como lo es no participar. Respeto profundamente ese derecho. Pero hay momentos en la vida y en las democracias en los que la indiferencia no puede ser la opción. Este es uno de ellos. Su derecho al voto será más importante que nunca. Porque es el voto popular, es el voto de ustedes, el que permitirá que el acuerdo se vuelva realidad”.
Por eso, más allá de la postura que se tenga, a favor o en contra de lo acordado con las Farc, el llamado es a asumir ese compromiso de decidir. Sea cual sea el resultado, a partir de las 4:00 de la tarde, cuando se cierren las urnas, Colombia comenzará a escribir un nuevo capítulo de su historia. Lo que los colombianos decidan, define el futuro de nuestra sociedad en las próximas décadas. Y en este sentido, se trata de una coyuntura privilegiada para todos, una cita con la historia a la cual no se puede faltar. Porque así sea inevitable hacer una relación política, esa decisión tiene que estar por encima de esa disputa que hoy protagonizan Gobierno y oposición, léase santismo y uribismo.
Si gana el Sí y el plebiscito alcanza el umbral del 13 % necesario para su aprobación (unos 4,5 millones de votos), se puede interpretar como el banderazo para que Gobierno y guerrilla arranquen a cumplir los compromisos adquiridos tras la firma del Acuerdo Final de Paz. Ello implica, por parte del Ejecutivo, la presentación ante el Congreso de las leyes y reformas para afianzar de verdad una paz estable y duradera. Ya se sabe que las iniciativas prioritarias tienen que ver con la ley de amnistía e indulto y las que incorporan lo pactado al orden constitucional del país y lo definen como “Acuerdo Especial”, en los términos de los Convenios de Ginebra de 1949.
Para las Farc, así se hable de diferencias e interpretaciones sobre el llamado Día D —si fue el lunes pasado cuando se firmó protocolariamente el Acuerdo en Cartagena o debe contarse a partir de este domingo—, la aprobación del plebiscito marca el inicio del desplazamiento de sus integrantes hacia las Zonas Veredales Transitorias de Normalización, donde se cumplirán los procesos de desarme y desmovilización. Lo que se sabe es que en la actualidad las tropas guerrilleras se encuentran ya reunidas en varios sitios y que a partir de mañana comenzarían su movilización hacia esas zonas de concentración, en medio de las medidas de seguridad a cargo de las Fuerzas Armadas.
Vea un video sobre cómo funcionarán las zonas de concentración de las Farc
Si gana el No, la apuesta de quienes pulsan por esta opción es buscar la renegociación de los acuerdos. Si bien el jefe de Estado y sus delegados de paz en La Habana insisten en que eso no es posible, que todo se acabaría y volvería la guerra, algunos, como el exvicepresidente Francisco Santos, plantean rodear al primer mandatario con el fin de enviar un mensaje de unidad que presione a las Farc a volver a la mesa para reorientar temas claves, como el de la justicia, manteniendo el compromiso del cese del fuego. Otros, como el representante a la Cámara Samuel Hoyos, del Centro Democrático, sugieren que siendo la paz la principal bandera del Gobierno, si los colombianos dicen mayoritariamente No, entonces Santos debería hacerse a un lado y adelantarse las elecciones para permitir la llegada de un nuevo gobierno.
Mientras tanto, la mayoría de encuestas muestran un holgado triunfo del Sí (por lo menos con más de 25 puntos de ventaja), aunque la gran expectativa está en el nivel de participación. De ahí que la campaña del Gobierno en la recta final de estos comicios haya estado enfocada en convocar a la gente a dejar la apatía y salir a votar, sea cual sea su posición. Saben en la Casa de Nariño que a más votos, mayor legitimidad. Y saben también en el uribismo que un triunfo del Sí de manera precaria les da argumentos para arreciar en su oposición y para afianzar su discurso antisantos y antifarc.
Y en el trasfondo de todo, quiérase o no, las presidenciales de 2018. Así se diga que la paz no tiene color político, hay quienes consideran la votación de este plebiscito como las “primarias” de ese próximo pulso por el poder. Y hay razones para pensarlo: al frente de las campañas por el Sí han estado los líderes de los partidos de la Unidad Nacional (la U, Liberal y Cambio Radical), mostrándose los dientes unos a otros. Papeles protagónicos han tenido —unos más que otros— el vicepresidente Germán Vargas Lleras y uno que otro congresista, eso sí, todos con intereses en el juego presidencial. Y en el Centro Democrático, sus tres precandidatos (Óscar Iván Zuluaga, Carlos Holmes Trujillo e Iván Duque) fueron los coordinadores del No. Otros en el sonajero también han trinado fijando postura, caso Gustavo Petro, Sergio Fajardo, el exprocurador Alejandro Ordóñez o la exministra Marta Lucía Ramírez.
Llegó pues la hora. Los colombianos tenemos en nuestras manos la oportunidad de abrir la puerta a la construcción de un futuro diferente, en clave de reconciliación. Hay dos caminos para enfrentar ese desafío: uno, quizás imperfecto pero con unas Farc desarmadas y reincorporadas a la vida civil como un partido político legal; el otro, hay que decirlo, lleno de incertidumbre. ¿Funcionará el Acuerdo de Paz? Respondió el Nobel peruano Mario Vargas Llosa: “La única manera de saberlo es poniéndolo en marcha, haciendo todo lo posible para que lo acordado, por difícil que sea para las víctimas y sus familias, abra una era de paz y convivencia entre los colombianos”. El pueblo, y nadie más, tiene hoy la última palabra”.
http://colombia2020.elespectador.com/pais/con-el-plebiscito-colombia-comienza-escribir-un-nuevo-capitulo-de-su-historia