La falsa suposición de que, bajo el socialismo, todo el mundo cobra el mismo salario
Traducido por el blog “Cultura Proletaria” del libro “Soviet Communism: A new civilization?” (1936), de Beatrice Webb y Sidney Webb
Existe una falsa suposición circulando entre la gente poco instruida e incluso entre algunos que se consideran cultos, de que el Estado socialista se construye sobre el fundamento de la igualdad de salarios para todos los trabajadores, manuales o intelectuales, con el pretexto de que todos los hombres son iguales, con un derecho inherente a los servicios públicos y servicios producidos por la comunidad en la que viven, se agitan y tienen su entorno. Jamás existió semejante idea entre los marxistas. De manera completamente opuesta a esto, Karl Marx y Lenin, después de él, estigmatizaron siempre la concepción de una igualdad abstracta del hombre para el hombre, ya fuese en el recién nacido o en el adulto amoldado a las circunstancias. En el caso de algunos comunistas que, de forma individual, se entregan a pensamientos en cuanto a la forma en que se deberían dividir entre los miembros de la comunidad los bienes de esta, la consigna ha sido siempre de desigualdad. De hecho, es lo que se expresa constantemente en la frase “de cada cual según su capacidad y a cada cual según sus necesidades“, que, por supuesto, es diametralmente opuesta a una igualdad entre los individuos, en el sentido de identidad de recompensas o de sacrificios.
Esta máxima fue elaborada con precisión por Stalin en su discurso en el XVII Congreso del Partido Comunista, en enero de 1934: “Esas personas (esos “izquierdistas cabezones”, como se les llama en otros lugares) piensan, por lo visto, que el socialismo exige el igualitarismo, la igualación, la nivelación de las necesidades y de la vida personal de los miembros de la sociedad. Huelga decir que tal suposición no tiene nada en común con el marxismo, con el leninismo. El marxismo entiendo por igualdad, no la nivelación de las necesidades y del modo de vida de cada uno, sino la abolición de las clases, es decir: a) la liberación, igual para todos los trabajadores, de la explotación, una vez derrocados y expropiados los capitalistas; b) la abolición, igual para todos, de la propiedad privada sobre los medios de producción, después de que estos últimos han pasado a ser propiedad de toda la sociedad; c) el deber, igual para todos de trabajar según sus capacidades, y el derecho, igual para todos los trabajadores, de ser remunerados según sus necesidades (sociedad comunista). Además, el marxismo parte del hecho de que los gustos y las necesidades de los hombres no son ni pueden ser unos y los mismos en cantidad o en calidad, ni el período del socialismo ni en el período del comunismo. Ahí tenéis la concepción marxista de la igualdad“.
Esto en cuanto a los ideales perseguidos por el marxismo ortodoxo. El propio Lenin, sin embargo, era práctico por encima de todo. Se negaba a tomar en consideración un estado de la sociedad que aún no había nacido. Tuvo que construir el Estado socialista con el material humano representado por 160 millones de trabajadores y campesinos, a los que había enseñado durante siglos de opresión política y económica, a coger todo lo que pudiesen, a diestro y siniestro, y a utilizar en el servicio del terrateniente y del capitalista el mínimo esfuerzo que la osadía les dictase. Además de eso, Lenin reconocía que los impulsos implantados en el hombre común para la búsqueda de la comodidad y de la seguridad, así como en muchos hombres con el fin de mejorar sus condiciones habituales de vida, eran impulsos que, si fuesen orientados hacia el interés público y desviados de la intención de obtener algo a cambio de nada, serían incentivos útiles y deberían ser estimulados a través de medios apropiados de remuneración por los servicios prestados, Esto podría hacerse, bajo el comunismo soviético, sin el peligro de crear nuevas clases sociales, En los países donde el capitalismo reemplazó al feudalismo por la plutocracia -especialmente en Gran Bretaña y en los EE.UU.-, los diferentes niveles de ingresos, especialmente cuando son por diferentes fortunas particulares, con diversas herencias, dan resultado, sin duda, a la creación de clases sociales nítidamente diferentes entre sí. Con la abolición de los ingresos particulares provenientes de rentas y beneficios, la remuneración individual por servicios prestados podría ser suficientemente variada sin perjudicar aquella condición general de igualdad social, que es fundamental tanto para el socialismo como para el comunismo.
Traducido por el blog “Cultura Proletaria” del libro “Soviet Communism: A new civilization?” (1936), de Beatrice Webb y Sidney Webb
Existe una falsa suposición circulando entre la gente poco instruida e incluso entre algunos que se consideran cultos, de que el Estado socialista se construye sobre el fundamento de la igualdad de salarios para todos los trabajadores, manuales o intelectuales, con el pretexto de que todos los hombres son iguales, con un derecho inherente a los servicios públicos y servicios producidos por la comunidad en la que viven, se agitan y tienen su entorno. Jamás existió semejante idea entre los marxistas. De manera completamente opuesta a esto, Karl Marx y Lenin, después de él, estigmatizaron siempre la concepción de una igualdad abstracta del hombre para el hombre, ya fuese en el recién nacido o en el adulto amoldado a las circunstancias. En el caso de algunos comunistas que, de forma individual, se entregan a pensamientos en cuanto a la forma en que se deberían dividir entre los miembros de la comunidad los bienes de esta, la consigna ha sido siempre de desigualdad. De hecho, es lo que se expresa constantemente en la frase “de cada cual según su capacidad y a cada cual según sus necesidades“, que, por supuesto, es diametralmente opuesta a una igualdad entre los individuos, en el sentido de identidad de recompensas o de sacrificios.
Esta máxima fue elaborada con precisión por Stalin en su discurso en el XVII Congreso del Partido Comunista, en enero de 1934: “Esas personas (esos “izquierdistas cabezones”, como se les llama en otros lugares) piensan, por lo visto, que el socialismo exige el igualitarismo, la igualación, la nivelación de las necesidades y de la vida personal de los miembros de la sociedad. Huelga decir que tal suposición no tiene nada en común con el marxismo, con el leninismo. El marxismo entiendo por igualdad, no la nivelación de las necesidades y del modo de vida de cada uno, sino la abolición de las clases, es decir: a) la liberación, igual para todos los trabajadores, de la explotación, una vez derrocados y expropiados los capitalistas; b) la abolición, igual para todos, de la propiedad privada sobre los medios de producción, después de que estos últimos han pasado a ser propiedad de toda la sociedad; c) el deber, igual para todos de trabajar según sus capacidades, y el derecho, igual para todos los trabajadores, de ser remunerados según sus necesidades (sociedad comunista). Además, el marxismo parte del hecho de que los gustos y las necesidades de los hombres no son ni pueden ser unos y los mismos en cantidad o en calidad, ni el período del socialismo ni en el período del comunismo. Ahí tenéis la concepción marxista de la igualdad“.
Esto en cuanto a los ideales perseguidos por el marxismo ortodoxo. El propio Lenin, sin embargo, era práctico por encima de todo. Se negaba a tomar en consideración un estado de la sociedad que aún no había nacido. Tuvo que construir el Estado socialista con el material humano representado por 160 millones de trabajadores y campesinos, a los que había enseñado durante siglos de opresión política y económica, a coger todo lo que pudiesen, a diestro y siniestro, y a utilizar en el servicio del terrateniente y del capitalista el mínimo esfuerzo que la osadía les dictase. Además de eso, Lenin reconocía que los impulsos implantados en el hombre común para la búsqueda de la comodidad y de la seguridad, así como en muchos hombres con el fin de mejorar sus condiciones habituales de vida, eran impulsos que, si fuesen orientados hacia el interés público y desviados de la intención de obtener algo a cambio de nada, serían incentivos útiles y deberían ser estimulados a través de medios apropiados de remuneración por los servicios prestados, Esto podría hacerse, bajo el comunismo soviético, sin el peligro de crear nuevas clases sociales, En los países donde el capitalismo reemplazó al feudalismo por la plutocracia -especialmente en Gran Bretaña y en los EE.UU.-, los diferentes niveles de ingresos, especialmente cuando son por diferentes fortunas particulares, con diversas herencias, dan resultado, sin duda, a la creación de clases sociales nítidamente diferentes entre sí. Con la abolición de los ingresos particulares provenientes de rentas y beneficios, la remuneración individual por servicios prestados podría ser suficientemente variada sin perjudicar aquella condición general de igualdad social, que es fundamental tanto para el socialismo como para el comunismo.
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