Expediciones por España
El siguiente texto es un informe realizado por N. Vavilov (biólogo genetista soviético) a partir de un viaje realizado por España en 1927, publicado con posterioridad a 1931
extraído de nodulo.org/
publicado por el blog 'Cultura proletaria' en febrero de 2017
por su extensión se publica en el Foro en dos mensajes
España tenía especial interés para nosotros conforme al plan general de investigaciones que nos habíamos trazado sobre la agricultura mundial y las plantas cultivadas. Es uno de los países más extensos del mediterráneo, y en él se practica la agricultura desde hace miles de años.
Viajé desde Génova hasta Barcelona en Junio de 1927, después de completar las expediciones al este y noreste de África y a los países del Mediterráneo oriental. Esto ocurrió durante la dictadura de Primo de Rivera. Inmediatamente después de entrar en España pude sentir la atmósfera de tensión de la dictadura del general. En el tren, los documentos debían ser verificados; los pasaportes debían presentarse no sólo en la frontera, sino también cuando se viajaba dentro del país. El rojo pasaporte soviético con la hoz y el martillo tenía el efecto de un estimulante para los oficiales que revisaban los documentos. Cuanto más penetraba en el país más se preocupaban.
En cuanto al mundo científico, me encontré con la recepción más agradable, especialmente la del director del Museo de Historia Natural, el conocido entomólogo Profesor P. Bolivaz y su hijo, así como la del botánico Profesor Crespi. Viajando en coche o en caballo a través de los pueblos me encontré con actitudes excepcionalmente amistosas y hospitalarias, típicas del pueblo español.
Mi objetivo era tomar contacto con todas las áreas agrícolas de España, atravesarlas en todas direcciones y coleccionar todo el material que fuera posible del campo y de los cultivos vegetales. Tomé Madrid como punto de partida, desde donde podría viajar de forma radial a diferentes áreas del país de acuerdo con la secuencia de la maduración del grano, empezando por el sudeste y terminando en el norte, en Galicia, Asturias y las provincias vascas.
El visado concedido por la recomendación de amigos era válido sólo para un mes. Dada la amplitud de la expedición, era obviamente imposible cubrir todas las áreas agrícolas, incluso seleccionando algunas, en tan breve período de tiempo. Mis amigos Bolivaz y Crespi me recomendaron pedir un mes más de ampliación de la visa en la prefectura de Madrid.
En uno de los calurosos días de Junio fui invitado a la prefectura para ser interrogado por la policía nacional. El viejo edificio de la prefectura con ventanas pequeñas databa precisamente de los tiempos de la Inquisición. Fui escoltado a través de estrechos pasillos de luz mortecina hasta el área de recepción. El botánico Crespi, que me acompañaba, me advirtió de que, al parecer, el prefecto conocía el idioma ruso. Después de varios minutos se nos hizo pasar por delante de una cola formada por otros solicitantes, a una lóbrega oficina con arcos pintados. Frente al escritorio se encontraba un oficial rechoncho, que asumía una pose militar a Napoleón con la mano en un pliegue de su levita oficial y recitaba en un ruso quebrado la canción:
“El fuego en Moscú crepitaba y resplandecía…”
Avisado por Crespi, yo estaba algo preparado para la súbita declamación, a la que contesté, también en verso:
“De Sevilla a Granada
en la silenciosa oscuridad de la noche
se oían serenatas
y el estruendo de las espadas…”
Resultó que el general había sido un antiguo agregado militar del zar de Rusia y había permanecido seis años en mi país, llegando a conocer bien el área del Cáucaso y del Volga. El propósito de mi expedición fue de poco interés para él, pero me recomendó que pusiera mucha atención a las artes en España y me hizo prometer que visitaría El Escorial y Toledo.
En seguida se amplió el visado a dos meses y se estableció que si el profesor ruso deseaba permanecer en España más tiempo, no habría objeciones pues el prefecto estaba seguro de que el profesor no haría propaganda. Como signo de atención, recibí la tarjeta de visita del prefecto, algo inusual en su grandeur.
Como luego se comprobó, desde el mismo inicio de mi entrada en España dos oficiales de policía vestidos de paisano estuvieron pegados a mí y acompañándome, tanto juntos como por turnos. Mientras estuve absorto en mi trabajo, coleccionando material y embarcándolo, apenas noté su presencia.
Después de completar las investigaciones en el sur, fui a mediados de Julio a la ciudad de León, con la intención de iniciar los estudios de Asturias, Galicia y la provincia vasca desde allí. El profesor Crespi me acompañó mientras iba con su familia de vacaciones a las montañas. Antes de su partida a las montañas, se acercó a mi muy azorado y me dijo que deseaba hablarme de un tema secreto. Resultó que los agentes que me habían seguido durante todo mi viaje desde la frontera estaban convencidos de mis pacíficas intenciones y habían pedido al profesor Crespi que mediara para llegar a un acuerdo con ellos. Decían que el profesor ruso les había agotado con sus constantes desplazamientos en automóvil, en tren, y a caballo por las montañas, a causa de lo cual, preocupados por su salud, habían sugerido el siguiente compromiso: el profesor les permitiría conocer de antemano los destinos de su expedición de modo que, aunque oficialmente se suponía que le estarían acompañando, no tendrían necesidad de seguirle a las montañas y, en particular, cuando fuera a caballo, y podrían esperar por él en lugares específicos en posadas o en ciudades. A cambio, ellos ofrecían cualquier tipo de asistencia para el viaje, compra de tiques, reservas de habitación en hoteles, y envío de paquetes.
Después de deliberar sobre el asunto, decidí aceptar el trato. Fuimos presentados. Yo ya me había fijado en estos tipos familiares con bombín y traje oficial. Los primeros días después del acuerdo fueron más o menos bien. Yo me mantenía ocupado principalmente en las montañas, mientras ellos pasaban el tiempo a placer en ciudades y hoteles. Posteriormente el acuerdo hubo de romperse debido a la costumbre que adquirieron de encargar habitaciones principalmente en los hoteles más caros en el centro de las ciudades y a su tendencia general a darse una gran vida.
Decidí permanecer 10 días en Madrid para recoger tanta información como fuera posible sobre la economía rural de España con ayuda de los departamentos, estaciones de investigación y profesores, y al mismo tiempo para ir familiarizándome con la ciencia española y estudiar la España central.
Con relación a su localización geográfica, Madrid está en el centro geométrico de España, sin conexión con sus centros económicos y en medio de la parte menos productiva del país. Surgió en el siglo XVI como punto estratégico clave del país. Madrid es el centro de toda la red de ferrocarriles. Sin duda es una de las más bellas ciudades del mundo. Amplias avenidas arboladas con plátanos (Platanus sp.), que se extienden kilómetros y kilómetros, jalonadas por vastas y abiertas plazas con bellas esculturas. Grandes edificios a lo largo de las calles del centro, muestran diversos estilos arquitectónicos. La ciudad conserva muchas zonas verdes y tiene plazas en las que hay un vivo tráfico de automóviles.
Madrid está situada a 635 metros de altitud, a los pies de la Sierra de Guadarrama. Solamente con recorrer entre 20 y 30 kilómetros hacia el norte nos encontramos en un área semidesértica y montañosa a una altitud de 1700 metros. Durante el otoño y el invierno soplan vientos fuertes y cortantes en las montañas que, como en ninguna otra parte, causan frecuentes resfriados y enfermedades tales como la neumonía. La mayor incidencia de la llamada «gripe española» tiene lugar precisamente en Madrid. Los principales institutos científicos españoles, incluyendo el de agronomía, se concentran principalmente en Madrid. Allí se encuentra el hermoso Museo de Historia natural con su excepcional riqueza en colecciones zoológicas y entomológicas. Sólo puede compararse con el Museo de la Tierra de Chicago en lo que se refiere a las asombrosas piezas allí expuestas. Los animales magistralmente disecados en el museo son modelos de exhibición artística. Por entonces, el gran herbario del museo lo dirigía el Profesor Fragozo. El museo tiene vínculos con la Sociedad de Naturalistas y edita varias publicaciones de primer nivel, entre ellas una revista internacional de entomología.
El jardín botánico de Madrid tiene una historia gloriosa. En él se conservan los primeros herbarios de las expediciones a Perú, Chile, México y las Islas Filipinas. Los conocidos botánicos Cabanillas y Lagasca fueron directores del jardín a principios del siglo XIX. Este Lagasca es el mismo que emigró a Inglaterra y enseñó allí al Coronel Le Coutere cómo cultivar el trigo. Lagasca fue el primero en demostrar cómo distinguir varias formas hereditarias en el campo. Se le puede atribuir el verdadero inicio de la selección individual, es decir, la primera etapa del cultivo científico general de las plantas.
En el Jardín Botánico de Madrid tuve la oportunidad incluso de estudiar el herbario de hierbas cultivadas coleccionado por Lagasca en 1818 que contiene sus propios bocetos. Estos bocetos indican el profundo conocimiento de este prominente botánico de principios del siglo diecinueve. El herbario de Lagasca es el mejor de los antiguos herbarios de plantas cultivadas; gracias a él es posible reconstruir en gran medida la composición de la vegetación de España a principios del siglo XIX. En esta época España estaba a la cabeza de todos los países con relación al conocimiento de las plantas cultivadas.
No podré olvidar la noble acción de las familias de Lagasca y Cabanillas, a quienes me dirigí para pedirles ayuda para adquirir un libro raro publicado por las familias de los más famosos botánicos de España. En respuesta a mi petición, recibí una carta conmovedora: la carta decía que los familiares conservaban sólo un ejemplar de este libro, pero después de considerar mi petición, habían decidido que un libro como aquel era más necesario para un botánico y que donarían el libro al profesor ruso con sus mejores deseos para el florecimiento de las ciencias soviéticas.
De entre las diversas disciplinas científicas españolas, una de las más importantes es la de la geografía, representada por la activa Sociedad Geográfica. Yo creo que no me equivoco si digo que con relación a los tratados generales sobre geografía nacional, España ocupa uno de los puestos más importantes. En ningún otro país habría encontrado semejante número de manuales y libros sobre geografía, incluyendo enciclopedias geográficas. La cartografía española es muy buena también, a juzgar por los mapas extraordinariamente detallados del país y sus provincias. Debo mencionar que la vieja enciclopedia agrícola de España [de 1888] parece ser una de las mejores del mundo. Las ciencias naturales, la geología y la arqueología están también a un alto nivel. En España se organiza un número importante de congresos internacionales de química, geología, arqueología y agricultura.
Sin embargo, en general uno nota un considerable aislamiento en España con respecto a la ciencia: la literatura científica se publica principalmente en español y raramente se encuentra gente, incluso entre los profesores, que hable otras lenguas. En este sentido difiere de su vecina Portugal, adonde se puede viajar sin conocer el portugués, usando el francés o el inglés.
La ciudad de Madrid es famosa por sus teatros y su plaza de toros. Se conservan muchas reminiscencias del pasado en el modo de vida español. Esto podemos verlo por ejemplo en los espectáculos españoles, principalmente en las corridas de toros. Estas se sustituyen por peleas de gallos en los pueblos, e incluso en pequeñas ciudades cercanas a Madrid entre la gente para la que asistir a las corridas de toros resulta demasiado caro. Se ha desarrollado una casta especial de gallos de pelea con músculos muy desarrollados, largas patas y poderosos espolones. Normalmente se seleccionan gallos de igual peso para las peleas. Los espectadores se sitúan alrededor de una barrera y apuestan sus pesetas por uno u otro gallo. La pelea comienza y termina en unos cuarenta minutos, hasta que uno de los luchadores queda cortado y ensangrentado, para deleite de los jugadores, y es derribado por su adversario.
Tuve la oportunidad de ver corridas de toros en Madrid y, más adelante también en México y Perú. Los países Latinoamericanos han conservado durante siglos casi sin cambios los elementos de esta fiesta. Se ha conseguido por selección un tipo especial de toro, normalmente negro y muy fuerte, con músculos muy desarrollados y similar al tipo salvaje. Esta raza difiere del ganado vacuno que se vende normalmente, criado en España. Todo el espectáculo de la corrida de toros tiene lugar dentro de fiestas que comienzan con la entrada en la arena de todos los participantes: los toreros, los picadores y los matadores, todos con trajes con los colores nacionales y envueltos en capotes al ritmo de un pasodoble. En el momento en que el toro entra en la arena, que está rodeada por una barrera, los matadores [sic] clavan picas con ganchos afilados adornadas con lazos en el cuello del animal. Esto irrita al toro porque le causa agudo dolor. Después aparecen los picadores en escena, montados en caballos con los ojos vendados y que se mantienen al lado de la barrera por precaución. Los picadores están también armados con afiladas picas, que irritan al toro.
Los demacrados caballos de los picadores en gran medida están destinados a ser corneados por el toro; su función es debilitar la fuerza del toro antes de ser toreado por el torero.
Los caballos heridos y los picadores que con frecuencia sufren serias heridas, son sacados de la arena. Posteriormente aparecen los banderilleros con las «banderillas», lanzas bellamente adornadas terminadas en afiladas puntas. Los banderilleros clavan las banderillas con destreza en el cuello del toro y terminan por enfurecerlo. Finalmente aparece el torero en escena en su tradicional traje de luces y con la flamante capa roja (muleta), estoque en mano. El final del espectáculo es la muerte del toro por un diestro golpe de estoque. Normalmente se matan cinco o seis toros en cada espectáculo.
La enorme plaza de toros de Madrid, usada para las corridas de toros, puede albergar a 30.000 espectadores. Cada ciudad tiene su propia plaza de toros. La muerte de varios cientos de caballos durante las corridas, que tienen lugar cada semana, ha destruido, por supuesto, una buena raza y ha dejado rocines en estado lamentable. Como sustitutos de los caballos, las granjas españolas utilizan las mulas de manera generalizada.
Agricultura en España
De los 50.5 millones de hectáreas del territorio español, unos 20.5 millones de hectáreas se usan para la agricultura. De ellos, 5 millones son tierras de barbecho. Así, el área general anualmente cultivada, incluyendo jardines y huertas, puede estimarse en 15.5 millones de hectáreas, i. e. una novena parte del área agrícola de la Unión Soviética [en 1927]. Al mismo tiempo, mientras que en la URSS se utiliza no más de un 9% de la tierra, incluyendo la tierra de barbecho, en España la tierra cultivada llega a un 40%, incluyendo los barbechos. Las tierras de regadío se concentran principalmente en Murcia, Valencia, Granada y Aragón.
Con relación a sus condiciones histórico-naturales, España es un país de fuertes contrastes. La flora es excepcionalmente rica: hay al menos 6000 especies, de las cuales, el 25% son endémicas, i. e., específicas de España. De acuerdo con los cálculos del señor Riccli, más del 50% de las especies de flora silvestre son comunes a Andalucía y el Norte de África; la zona costera meridional española, ligeramente accidentada, incluso se parece a África. Recuerdan a África especialmente, los paisajes con las densas plantaciones de esparto [Stipa tenacisima L.], Harmala [Peganum harmala L.],y palmitos salvajes [Chamaerops humilis L.]. La palma datilera africana [Phoenix dactylifera L.] también prospera maravillosamente y da frutos en el Sur de España.
La España central, formada por Castilla la Nueva y Castilla la Vieja, separadas entre sí por la Sierra de Guadarrama, se caracteriza también por un clima comparativamente seco, especialmente hacia el norte y en torno a Valladolid. El área central se utiliza principalmente para cultivo de cereales, mientras que en Andalucía en el Sur y en Cataluña en el noreste, están los focos de huertas de cultivo intensivo, viñedos, plantaciones de olivos y cítricos, así como del cultivo intensivo de hortalizas y arroz.
En contraste con todas las tierras interiores y meridionales de España, el norte, delimitado por la cordillera cantábrica y los Pirineos, recibe una gran cantidad de precipitaciones. Esta es principalmente una región de cría de ganado y de tierra de pastos. Allí se concentran importantes plantaciones de castaños [Castanea vesca L.]
Como en el caso de toda el área mediterránea, también es característico en España el excepcional papel que juegan los árboles frutales. Los árboles frutales ocupan una enorme extensión, cerca de 4 millones de hectáreas. Muchas zonas del este y del sur de España son como un continuo jardín: en España más de dos millones de hectáreas están ocupadas por olivos, 1,5 millones por viñedos y alrededor de 400000 por varios tipos de frutas. En otras palabras, casi el 30% de la tierra cultivada en España está ocupada por árboles frutales. El cereal y los cultivos de leguminosas cubren aproximadamente 8 millones de hectáreas, de las cuales el trigo cubre más de la mitad.
Con relación a la variedad de los cultivos, España debe situarse en primer lugar dentro de Europa. En las áreas del sur, cerca de Granada, maduran palmas datileras, caña de azúcar, plátanos, limoneros y el filodendro peruano de hojas recortadas, Monstera deliciosa (o costilla de Adán) [Monstera sp.], la buganvilla sudamericana [Bougainvillea spectabilis Willd.], el eucalipto y el algodón egipcio. En la España central, se cultivan plantas forrajeras desconocidas en cualquier otra parte del mundo, tales como la algarroba de flor unisexual [Vicia articulata Hornem] y la arveja francesa o de Narbona [vicia narbonensis L.]. En el norte se cultiva la peculiar avena negra [Avena strigosa Schreb.], el Tojo [Ulex europaeus L.], y un peculiar tipo de trigo, el genuino emmer(1) [Triticum dicoccum Schrank]. Estimo que en España se cultivan más de cien especies diferentes, sin incluir las decorativas, en forma de grandes cosechas.
Como en otros países mediterráneos, la rotación que se usa en las plantas leguminosas juega un gran papel en España, además del excepcionalmente importante cultivo de árboles frutales. Más de un millón de hectáreas se dedican a leguminosas tales como las habas [Vicia faba L.], los garbanzos [Cicer arietinum L.], la veza común [Vicia sativa L.].
El sur de España puede considerarse una tierra de jardines. Hay grandes extensiones de almendros [Prunus dulcis [Mill.] D.A. Webb], higueras [Ficus carica L.], granados [Punica granatum L.], y melocotoneros [Prunus persica [L.] Batsch.] En lo que se refiere al cultivo de naranjas España ocupa el primer lugar en Europa. El área ocupada por el cultivo de naranjas es de unas 60.000 hectáreas.
Históricamente, el desarrollo a gran escala del riego en España está unido a la llegada de los moros y árabes, quienes usaron agua proveniente de la nieve de Sierra Nevada.
El clima seco de la mayor parte de España determina la baja producción de las cosechas, considerablemente menores que las de otros países europeos. La cosecha media de trigo ha sido de 8 a 9 quintales métricos por hectárea durante los dos últimos años. Las cosechas de cebada y centeno son similares. La cosecha de maíz no excede los once quintales métricos por hectárea. Las cosechas de terrenos de regadío alcanzan el doble de promedio, como mucho. En España es típica una amplia variación entre cultivos de un año para otro. Las frecuentes sequías suelen provocar pobres cosechas, que tienen un efecto particularmente severo en la vida de la población del país, que asciende actualmente a cerca de 25 millones de personas.
Gracias al regadío y al clima favorable del sur y este del país, la agricultura allí está entre las más intensivas del mundo. La cosecha de arroz en la región de Valencia alcanza un promedio de 65 quintales métricos por hectárea, lo cual supone un record mundial. La cosecha de las famosas cebollas de Valencia puede alcanzar records también, 650-800 quintales métricos por hectárea, aunque se mantiene en un promedio de 320 quintales métricos por hectárea.
Hasta hace poco tiempo, España era principalmente un país agrícola. La agricultura ocupaba el primer lugar en la renta nacional. Más de la mitad de la población estaba en relación con el trabajo agrícola. La distribución de la tierra sigue un modelo arcaico: las grandes propiedades señoriales. La Iglesia Católica es propietaria de grandes tierras. En la actualidad, es típico que una gran cantidad de pequeñas granjas convivan al lado de las grandes propiedades. En Castilla la Vieja hay miles de pequeños terrenos que miden menos de una décima parte de una hectárea. Existen en el pais unos cinco millones de pequeñas propiedades de menos de una hectárea, pertenecientes a agricultores pobres. Esto es especialmente importante si tenemos en cuenta el escaso rendimiento de la tierra.
Hay entre dos y dos millones y medio de jornaleros. La mayor parte de ellos pueden explicarse por la supervivencia del feudalismo. Hay todavía grandes propietarios de la tierra como el Duque de Alba y el Conde Romanotes, a quienes pertenecen decenas de miles de hectáreas. Las excepcionales desigualdades en la distribución de la tierra son básicas para entender el destino de España y el nacimiento de un movimiento revolucionario.
El nivel técnico de la agricultura española no es muy alto en términos generales, de lo cual es una prueba el limitado uso de maquinaria agrícola. Hasta el momento, las bases de la agricultura española están en estado muy primitivo; en el mejor de los casos se remonta hasta tiempos de los Romanos. Por lo general, se utiliza el arado romano que suelta la tierra pero no la vuelca. La trilla se realiza mediante piedras cortantes o mediante tableros de madera con trozos de piedra incrustados en ellos, frecuentemente arrastrando el trillo o incluso haciendo pasar al ganado por encima de las espigas esparcidas en el suelo. En la España central es todavía posible ver molinos de viento tales como los que existieron en la época de Cervantes.
El bajo nivel de la tecnología agrícola española puede explicarse primero y principalmente por el feudalismo y el dominio de los grandes propietarios que todavía permanecen. Aunque la servidumbre fue abolida realmente durante el siglo XIV, la supervivencia del feudalismo todavía es evidente en la desigual distribución de la tierra, el uso que se hace de la tierra, y más aún, por el dominio de los arrendamientos. Dos tercios de la tierra agrícola en mayor o menor medida están gravados con obligaciones que benefician a los grandes propietarios. Casi la mitad de las explotaciones agrícolas españolas son de alquiler; además, está muy extendido en España el llamado subarriendo, es decir, tierras frecuentemente cedidas a una renta quintuplicada.
Como consecuencia de los alquileres el uso de la tierra se ha ido haciendo más extensivo. Nadie está interesado en invertir capital, o hacer obras importantes en la tierra. Hasta hace poco se mantenían alrededor de las grandes propiedades franjas de tierra cultivable que alternaban con pequeñas huertas. Durante las últimas dos décadas, la inversión de capital en la agricultura ha intensificado el proceso de diferenciación del agricultor español. Año tras año ha emigrado a Latinoamérica un número importante de personas, al menos hasta la Gran Depresión, que en particular se ha extendido durante el último par de años.
Estos hechos son cruciales para entender el desarrollo de los actuales acontecimientos, la distribución del poder y la influencia del Frente Popular. No nos equivocamos, por supuesto, al afirmar que durante el último par de años no ha habido otro caso en Europa de mayor agudización del contraste entre las clases agrícolas.
Cuando se estudia España es necesario tener en cuenta la compleja estratificación histórica de este país y las cambiantes influencias de sus diversas civilizaciones y pueblos. En ningún otro país europeo han cambiado las civilizaciones tan frecuentemente como en España. La capitalidad ha cambiado. Desde Elche, durante la época de los romanos la capital cambió a Mérida y en la época de los Visigodos era Toledo; la capital de los Árabes fue Córdoba y la de los Moros Granada. Ahora es Madrid. A través de la arquitectura de ciudades antiguas como Toledo, es posible trazar la progresión de diferentes estilos: el Románico, el Gótico, el Renacimiento, y el Barroco. En el sur, desde el siglo VIII, hubo una fuerte ola de influencias moras.
La variedad en el clima y en los suelos junto con los relieves montañosos, los efectos de las diferentes civilizaciones y la variedad de las nacionalidades que se establecieron en la Península Ibérica, todo ello, por supuesto, ha quedado reflejado en la composición de los cultivos y de la agricultura. Desde tiempo inmemorial se han venido trayendo semillas y plantas desde diversos países Mediterráneos y desde el suroeste de Asia. Después del descubrimiento de las Américas, han proliferado también las plantas traídas de allí: cactus mejicanos, yuca, agave, aguacates, y otras frutas de América Central, judías, patatas y especialmente maíz. La antigüedad de los cultivos y la intensidad de la agricultura de regadío han hecho que se preste especial atención a la selección de las variedades.
Mi tarea consistió primero y principalmente en investigar las plantas cultivadas y compararlas con los cultivos y variedades de otros países. La comparación de España con otros países de Europa, África y Asia me llevó a determinar adecuadamente la dispersión, la introducción, y al mismo tiempo, la presencia de cultivos independientes. En este sentido la península ibérica es uno de los lugares más interesantes de Europa.
Vamos a conocer las principales regiones de España. Comenzamos con las expediciones por toda España.
España Central
Muy cerca de Madrid las montañas alcanzan gran altitud. Comienza un carrascal, un semidesierto típico con baja vegetación de pequeños arbustos, entre los cuales encontramos praderas de diversas gramíneas del género estipa [Stipa sp.] En las cuestas puede observarse una típica zona de vegetación, el llamado «maquis» que consta de arbustos espinosos pequeños de hoja perenne.
Salí en tren de Madrid en dirección a la España central. El clima seco de las zonas centrales y elevadas del país es poco apropiado para los cultivos intensivos, jardines o viñedos. Es una región de cereales y leguminosas principalmente. Las provincias de Madrid, Toledo, Cuenca, Ciudad Real, Albacete y Cáceres pertenecen a ella, y están situadas al sur de la Sierra de Guadarrama, mientras al noroeste se encuentran las provincias de Salamanca, Zamora, Valladolid, Palencia, Burgos y León.
A pesar de su localización central, Castilla la Vieja todavía conserva una mayoría de especies originales.Muchos de los cultivos del campo de la España central existen sólo en España. Parece ser que comenzaron a cultivarse allí a partir del complejo de plantas silvestres locales. En particular esto se refiere a la algarroba de forraje, es decir la de flor unisexual y la arveja de Narbona [Vicia articulata Hornem. y Vicia narbonensis L. respectivamente]. Por otra parte, aquí, al igual que en toda España y en cualquier otro lugar alrededor del Mediterráneo, el cultivo de los campos se hace por medio del viejo tipo de arado romano.
La búsqueda de especies originales me llevó a La Mancha, la tierra natal de Don Quijote. La Mancha es una tierra llana y monótona con una flora pobre. Aquí y allá se encuentran olivos aislados. Para mi sorpresa, cuando me dirigía hacia los pueblos, pude contemplar bosques de molinos de viento semejantes a aquellos con los que luchó una vez el esforzado caballero. Todavía caracterizan el paisaje de La Mancha. Por otra parte, aun se conserva el cultivo original de un trigo primitivo, el einkorn [Triticum monococcum L.]. En la época de la antigua Troya este tipo de trigo estaba ampliamente distribuido, pero en el presente se ha extinguido casi en todo el mundo salvo en España. Alrededor de Cuenca, a 60 kilómetros de La Mancha, el einkorn cubre 13.000 hectáreas. Se usa como forraje para caballos, cerdos y mulas y crece muy bien en suelos pobres. Después del cultivo del einkorn, el suelo se deja en barbecho. En las ciudades de Cuenca y de La Mancha la gente se dedica a trenzar el mimbre. Además del trigo y la cebada, especies endémicas españolas tales como la algarroba están ampliamente difundidas. Más de 200.000 hectáreas están cubiertas por uno de ellas, la algarroba [Vicia articulata Hornem.]
Las casas achaparradas, con pequeñas ventanas y enrejados de hierro han cambiado muy poco desde la época de Don Quijote. Las calles estrechas, pavimentadas con piedras, han existido desde hace siglos. Los utensilios domésticos, recipientes para el aceite de oliva, el vino y las aceitunas, reflejan una civilización de miles de años de antigüedad. Apenas difiere de la civilización Minoica de la Isla de Creta, que fue contemporánea de la del antiguo Egipto.
Cuanto más estudiaba España, más se me presentaba como un museo histórico donde es posible situar varias etapas del desarrollo de la civilización agrícola y de las artes. Cada provincia y cada ciudad ofrece aspectos originales.
El este de España
Desde Madrid fui a la ciudad costera de Alicante, desde donde hice excursiones a Murcia y Valencia. Desde Valencia fui en coche a través de Almería y Málaga hasta Granada. En contraste con los uniformes campos de la España central el área de la costa entre Valencia y Málaga se compone de continuos bosques de olivos y almendros, y viñedos alternando con huertas de cultivos intensivos y grandes campos de cacahuetes [Arachis hypogaea L.] y patatas.
El noreste de España es conocido como Catalonia [o Cataluña] y está habitado por una población especial con su propio idioma, que es considerablemente diferente del español de Castilla la Vieja aunque los dos tienen raíces comunes en el Latín. La capital de Cataluña, Barcelona, es la ciudad más grande de España, con un puerto y una industria fuertemente desarrollada y negocios. Barcelona puede ser comparada a la Manchester Inglesa y Cataluña con Lancaster. Barcelona es una ciudad típicamente Europea, donde uno apenas siente la vieja España. Mantiene estrechas relaciones con todos los países del Mediterráneo.
Durante siglos ha existido una controversia sobre la autonomía de Cataluña. Hasta hace poco, en las viejas casas era posible ver mesas con cuchillos encadenados a ellas, recuerdos de la época de Felipe V, quien, cuando reprimió una revuelta de los Catalanes, ordenó el desarme completo de los Catalanes, que incluía atar los cuchillos de cocina a las mesas como símbolo de servidumbre.
Cataluña es una tierra de huertas: los viñedos cubren áreas enormes. El cultivo de hortalizas está muy desarrollado. El área de Valencia es el área agrícola más rica de España, muy famosa por su agricultura intensiva. Tiene un clima suave caracterizado por una regular distribución de las precipitaciones anuales y una adecuada cantidad de agua para el regadío. La agricultura de Valencia está a un gran nivel, y puede decirse que no hay lugar en el mundo que la supere en lo que se refiere al cuidado prodigado a los campos y las huertas. El aprovechamiento de la tierra aquí es sorprendente. Los suelos del área de Valencia son arcillosos. Para mejorar sus cualidades físicas, se aplica arena del mar. Aquí se concentra el cultivo de arroz que crece exclusivamente por medio del transplante. La plantación se hace siguiendo cuerdas extendidas. Para mejorar el campo, normalmente se aplican a las cosechas fertilizantes minerales, especialmente sulfato de amonio y superfosfato. El campo de arroz de Valencia es dos veces el de Japón y seis o siete veces el de la India.
Las famosas cebollas de Valencia alcanzan frecuentemente un kilogramo de peso y producen fabulosas cosechas. Se aplican grandes castidades de fertilizantes. En España las cebollas ocupan unas 29.000 hectáreas, de las cuales, una tercera parte se producen en Valencia. Las enormes cebollas doradas de Valencia se conservan muy bien y se exportan a Inglaterra, Estados Unidos, Argentina y los países escandinavos.
España produce el mayor número de naranjas de Europa y aparentemente su papel en este aspecto se incrementará en un futuro no muy lejano. La cosecha de naranjas se realiza principalmente en febrero. Las tierras de naranjos se riegan por medio de molinos y ruedas hidráulicas, llamados «norias». La conocida marca de las naranjas de «Valencia» se vende por toda Europa. En Valencia se encuentra la mitad de todas las plantaciones de naranjos, más de 30.000 hectáreas. De los 15 millones de cajas de naranjas exportadas desde España, 12 millones vienen de Valencia.
Toda Valencia es como un florido jardín; casi cualquier cultivo puede darse allí con éxito. Los Almendros, los algarrobos [Ceratonia siliqua L.], los higos, las manzanas y los melocotones ocupan grandes áreas. La variación de cultivos es asombrosa y excede en este sentido el de cualquier otra región. También se pueden ver grandes extensiones dedicadas al cultivo de la “chufa” egipcia [Cyperus esculentus L.], que produce pequeños pero sabrosos bulbos usados para producir una bebida muy del gusto de los españoles. En las montañas hay también gran cantidad de retama española [Spartium junceum L.]
El siguiente texto es un informe realizado por N. Vavilov (biólogo genetista soviético) a partir de un viaje realizado por España en 1927, publicado con posterioridad a 1931
extraído de nodulo.org/
publicado por el blog 'Cultura proletaria' en febrero de 2017
por su extensión se publica en el Foro en dos mensajes
España tenía especial interés para nosotros conforme al plan general de investigaciones que nos habíamos trazado sobre la agricultura mundial y las plantas cultivadas. Es uno de los países más extensos del mediterráneo, y en él se practica la agricultura desde hace miles de años.
Viajé desde Génova hasta Barcelona en Junio de 1927, después de completar las expediciones al este y noreste de África y a los países del Mediterráneo oriental. Esto ocurrió durante la dictadura de Primo de Rivera. Inmediatamente después de entrar en España pude sentir la atmósfera de tensión de la dictadura del general. En el tren, los documentos debían ser verificados; los pasaportes debían presentarse no sólo en la frontera, sino también cuando se viajaba dentro del país. El rojo pasaporte soviético con la hoz y el martillo tenía el efecto de un estimulante para los oficiales que revisaban los documentos. Cuanto más penetraba en el país más se preocupaban.
En cuanto al mundo científico, me encontré con la recepción más agradable, especialmente la del director del Museo de Historia Natural, el conocido entomólogo Profesor P. Bolivaz y su hijo, así como la del botánico Profesor Crespi. Viajando en coche o en caballo a través de los pueblos me encontré con actitudes excepcionalmente amistosas y hospitalarias, típicas del pueblo español.
Mi objetivo era tomar contacto con todas las áreas agrícolas de España, atravesarlas en todas direcciones y coleccionar todo el material que fuera posible del campo y de los cultivos vegetales. Tomé Madrid como punto de partida, desde donde podría viajar de forma radial a diferentes áreas del país de acuerdo con la secuencia de la maduración del grano, empezando por el sudeste y terminando en el norte, en Galicia, Asturias y las provincias vascas.
El visado concedido por la recomendación de amigos era válido sólo para un mes. Dada la amplitud de la expedición, era obviamente imposible cubrir todas las áreas agrícolas, incluso seleccionando algunas, en tan breve período de tiempo. Mis amigos Bolivaz y Crespi me recomendaron pedir un mes más de ampliación de la visa en la prefectura de Madrid.
En uno de los calurosos días de Junio fui invitado a la prefectura para ser interrogado por la policía nacional. El viejo edificio de la prefectura con ventanas pequeñas databa precisamente de los tiempos de la Inquisición. Fui escoltado a través de estrechos pasillos de luz mortecina hasta el área de recepción. El botánico Crespi, que me acompañaba, me advirtió de que, al parecer, el prefecto conocía el idioma ruso. Después de varios minutos se nos hizo pasar por delante de una cola formada por otros solicitantes, a una lóbrega oficina con arcos pintados. Frente al escritorio se encontraba un oficial rechoncho, que asumía una pose militar a Napoleón con la mano en un pliegue de su levita oficial y recitaba en un ruso quebrado la canción:
“El fuego en Moscú crepitaba y resplandecía…”
Avisado por Crespi, yo estaba algo preparado para la súbita declamación, a la que contesté, también en verso:
“De Sevilla a Granada
en la silenciosa oscuridad de la noche
se oían serenatas
y el estruendo de las espadas…”
Resultó que el general había sido un antiguo agregado militar del zar de Rusia y había permanecido seis años en mi país, llegando a conocer bien el área del Cáucaso y del Volga. El propósito de mi expedición fue de poco interés para él, pero me recomendó que pusiera mucha atención a las artes en España y me hizo prometer que visitaría El Escorial y Toledo.
En seguida se amplió el visado a dos meses y se estableció que si el profesor ruso deseaba permanecer en España más tiempo, no habría objeciones pues el prefecto estaba seguro de que el profesor no haría propaganda. Como signo de atención, recibí la tarjeta de visita del prefecto, algo inusual en su grandeur.
Como luego se comprobó, desde el mismo inicio de mi entrada en España dos oficiales de policía vestidos de paisano estuvieron pegados a mí y acompañándome, tanto juntos como por turnos. Mientras estuve absorto en mi trabajo, coleccionando material y embarcándolo, apenas noté su presencia.
Después de completar las investigaciones en el sur, fui a mediados de Julio a la ciudad de León, con la intención de iniciar los estudios de Asturias, Galicia y la provincia vasca desde allí. El profesor Crespi me acompañó mientras iba con su familia de vacaciones a las montañas. Antes de su partida a las montañas, se acercó a mi muy azorado y me dijo que deseaba hablarme de un tema secreto. Resultó que los agentes que me habían seguido durante todo mi viaje desde la frontera estaban convencidos de mis pacíficas intenciones y habían pedido al profesor Crespi que mediara para llegar a un acuerdo con ellos. Decían que el profesor ruso les había agotado con sus constantes desplazamientos en automóvil, en tren, y a caballo por las montañas, a causa de lo cual, preocupados por su salud, habían sugerido el siguiente compromiso: el profesor les permitiría conocer de antemano los destinos de su expedición de modo que, aunque oficialmente se suponía que le estarían acompañando, no tendrían necesidad de seguirle a las montañas y, en particular, cuando fuera a caballo, y podrían esperar por él en lugares específicos en posadas o en ciudades. A cambio, ellos ofrecían cualquier tipo de asistencia para el viaje, compra de tiques, reservas de habitación en hoteles, y envío de paquetes.
Después de deliberar sobre el asunto, decidí aceptar el trato. Fuimos presentados. Yo ya me había fijado en estos tipos familiares con bombín y traje oficial. Los primeros días después del acuerdo fueron más o menos bien. Yo me mantenía ocupado principalmente en las montañas, mientras ellos pasaban el tiempo a placer en ciudades y hoteles. Posteriormente el acuerdo hubo de romperse debido a la costumbre que adquirieron de encargar habitaciones principalmente en los hoteles más caros en el centro de las ciudades y a su tendencia general a darse una gran vida.
Decidí permanecer 10 días en Madrid para recoger tanta información como fuera posible sobre la economía rural de España con ayuda de los departamentos, estaciones de investigación y profesores, y al mismo tiempo para ir familiarizándome con la ciencia española y estudiar la España central.
Con relación a su localización geográfica, Madrid está en el centro geométrico de España, sin conexión con sus centros económicos y en medio de la parte menos productiva del país. Surgió en el siglo XVI como punto estratégico clave del país. Madrid es el centro de toda la red de ferrocarriles. Sin duda es una de las más bellas ciudades del mundo. Amplias avenidas arboladas con plátanos (Platanus sp.), que se extienden kilómetros y kilómetros, jalonadas por vastas y abiertas plazas con bellas esculturas. Grandes edificios a lo largo de las calles del centro, muestran diversos estilos arquitectónicos. La ciudad conserva muchas zonas verdes y tiene plazas en las que hay un vivo tráfico de automóviles.
Madrid está situada a 635 metros de altitud, a los pies de la Sierra de Guadarrama. Solamente con recorrer entre 20 y 30 kilómetros hacia el norte nos encontramos en un área semidesértica y montañosa a una altitud de 1700 metros. Durante el otoño y el invierno soplan vientos fuertes y cortantes en las montañas que, como en ninguna otra parte, causan frecuentes resfriados y enfermedades tales como la neumonía. La mayor incidencia de la llamada «gripe española» tiene lugar precisamente en Madrid. Los principales institutos científicos españoles, incluyendo el de agronomía, se concentran principalmente en Madrid. Allí se encuentra el hermoso Museo de Historia natural con su excepcional riqueza en colecciones zoológicas y entomológicas. Sólo puede compararse con el Museo de la Tierra de Chicago en lo que se refiere a las asombrosas piezas allí expuestas. Los animales magistralmente disecados en el museo son modelos de exhibición artística. Por entonces, el gran herbario del museo lo dirigía el Profesor Fragozo. El museo tiene vínculos con la Sociedad de Naturalistas y edita varias publicaciones de primer nivel, entre ellas una revista internacional de entomología.
El jardín botánico de Madrid tiene una historia gloriosa. En él se conservan los primeros herbarios de las expediciones a Perú, Chile, México y las Islas Filipinas. Los conocidos botánicos Cabanillas y Lagasca fueron directores del jardín a principios del siglo XIX. Este Lagasca es el mismo que emigró a Inglaterra y enseñó allí al Coronel Le Coutere cómo cultivar el trigo. Lagasca fue el primero en demostrar cómo distinguir varias formas hereditarias en el campo. Se le puede atribuir el verdadero inicio de la selección individual, es decir, la primera etapa del cultivo científico general de las plantas.
En el Jardín Botánico de Madrid tuve la oportunidad incluso de estudiar el herbario de hierbas cultivadas coleccionado por Lagasca en 1818 que contiene sus propios bocetos. Estos bocetos indican el profundo conocimiento de este prominente botánico de principios del siglo diecinueve. El herbario de Lagasca es el mejor de los antiguos herbarios de plantas cultivadas; gracias a él es posible reconstruir en gran medida la composición de la vegetación de España a principios del siglo XIX. En esta época España estaba a la cabeza de todos los países con relación al conocimiento de las plantas cultivadas.
No podré olvidar la noble acción de las familias de Lagasca y Cabanillas, a quienes me dirigí para pedirles ayuda para adquirir un libro raro publicado por las familias de los más famosos botánicos de España. En respuesta a mi petición, recibí una carta conmovedora: la carta decía que los familiares conservaban sólo un ejemplar de este libro, pero después de considerar mi petición, habían decidido que un libro como aquel era más necesario para un botánico y que donarían el libro al profesor ruso con sus mejores deseos para el florecimiento de las ciencias soviéticas.
De entre las diversas disciplinas científicas españolas, una de las más importantes es la de la geografía, representada por la activa Sociedad Geográfica. Yo creo que no me equivoco si digo que con relación a los tratados generales sobre geografía nacional, España ocupa uno de los puestos más importantes. En ningún otro país habría encontrado semejante número de manuales y libros sobre geografía, incluyendo enciclopedias geográficas. La cartografía española es muy buena también, a juzgar por los mapas extraordinariamente detallados del país y sus provincias. Debo mencionar que la vieja enciclopedia agrícola de España [de 1888] parece ser una de las mejores del mundo. Las ciencias naturales, la geología y la arqueología están también a un alto nivel. En España se organiza un número importante de congresos internacionales de química, geología, arqueología y agricultura.
Sin embargo, en general uno nota un considerable aislamiento en España con respecto a la ciencia: la literatura científica se publica principalmente en español y raramente se encuentra gente, incluso entre los profesores, que hable otras lenguas. En este sentido difiere de su vecina Portugal, adonde se puede viajar sin conocer el portugués, usando el francés o el inglés.
La ciudad de Madrid es famosa por sus teatros y su plaza de toros. Se conservan muchas reminiscencias del pasado en el modo de vida español. Esto podemos verlo por ejemplo en los espectáculos españoles, principalmente en las corridas de toros. Estas se sustituyen por peleas de gallos en los pueblos, e incluso en pequeñas ciudades cercanas a Madrid entre la gente para la que asistir a las corridas de toros resulta demasiado caro. Se ha desarrollado una casta especial de gallos de pelea con músculos muy desarrollados, largas patas y poderosos espolones. Normalmente se seleccionan gallos de igual peso para las peleas. Los espectadores se sitúan alrededor de una barrera y apuestan sus pesetas por uno u otro gallo. La pelea comienza y termina en unos cuarenta minutos, hasta que uno de los luchadores queda cortado y ensangrentado, para deleite de los jugadores, y es derribado por su adversario.
Tuve la oportunidad de ver corridas de toros en Madrid y, más adelante también en México y Perú. Los países Latinoamericanos han conservado durante siglos casi sin cambios los elementos de esta fiesta. Se ha conseguido por selección un tipo especial de toro, normalmente negro y muy fuerte, con músculos muy desarrollados y similar al tipo salvaje. Esta raza difiere del ganado vacuno que se vende normalmente, criado en España. Todo el espectáculo de la corrida de toros tiene lugar dentro de fiestas que comienzan con la entrada en la arena de todos los participantes: los toreros, los picadores y los matadores, todos con trajes con los colores nacionales y envueltos en capotes al ritmo de un pasodoble. En el momento en que el toro entra en la arena, que está rodeada por una barrera, los matadores [sic] clavan picas con ganchos afilados adornadas con lazos en el cuello del animal. Esto irrita al toro porque le causa agudo dolor. Después aparecen los picadores en escena, montados en caballos con los ojos vendados y que se mantienen al lado de la barrera por precaución. Los picadores están también armados con afiladas picas, que irritan al toro.
Los demacrados caballos de los picadores en gran medida están destinados a ser corneados por el toro; su función es debilitar la fuerza del toro antes de ser toreado por el torero.
Los caballos heridos y los picadores que con frecuencia sufren serias heridas, son sacados de la arena. Posteriormente aparecen los banderilleros con las «banderillas», lanzas bellamente adornadas terminadas en afiladas puntas. Los banderilleros clavan las banderillas con destreza en el cuello del toro y terminan por enfurecerlo. Finalmente aparece el torero en escena en su tradicional traje de luces y con la flamante capa roja (muleta), estoque en mano. El final del espectáculo es la muerte del toro por un diestro golpe de estoque. Normalmente se matan cinco o seis toros en cada espectáculo.
La enorme plaza de toros de Madrid, usada para las corridas de toros, puede albergar a 30.000 espectadores. Cada ciudad tiene su propia plaza de toros. La muerte de varios cientos de caballos durante las corridas, que tienen lugar cada semana, ha destruido, por supuesto, una buena raza y ha dejado rocines en estado lamentable. Como sustitutos de los caballos, las granjas españolas utilizan las mulas de manera generalizada.
Agricultura en España
De los 50.5 millones de hectáreas del territorio español, unos 20.5 millones de hectáreas se usan para la agricultura. De ellos, 5 millones son tierras de barbecho. Así, el área general anualmente cultivada, incluyendo jardines y huertas, puede estimarse en 15.5 millones de hectáreas, i. e. una novena parte del área agrícola de la Unión Soviética [en 1927]. Al mismo tiempo, mientras que en la URSS se utiliza no más de un 9% de la tierra, incluyendo la tierra de barbecho, en España la tierra cultivada llega a un 40%, incluyendo los barbechos. Las tierras de regadío se concentran principalmente en Murcia, Valencia, Granada y Aragón.
Con relación a sus condiciones histórico-naturales, España es un país de fuertes contrastes. La flora es excepcionalmente rica: hay al menos 6000 especies, de las cuales, el 25% son endémicas, i. e., específicas de España. De acuerdo con los cálculos del señor Riccli, más del 50% de las especies de flora silvestre son comunes a Andalucía y el Norte de África; la zona costera meridional española, ligeramente accidentada, incluso se parece a África. Recuerdan a África especialmente, los paisajes con las densas plantaciones de esparto [Stipa tenacisima L.], Harmala [Peganum harmala L.],y palmitos salvajes [Chamaerops humilis L.]. La palma datilera africana [Phoenix dactylifera L.] también prospera maravillosamente y da frutos en el Sur de España.
La España central, formada por Castilla la Nueva y Castilla la Vieja, separadas entre sí por la Sierra de Guadarrama, se caracteriza también por un clima comparativamente seco, especialmente hacia el norte y en torno a Valladolid. El área central se utiliza principalmente para cultivo de cereales, mientras que en Andalucía en el Sur y en Cataluña en el noreste, están los focos de huertas de cultivo intensivo, viñedos, plantaciones de olivos y cítricos, así como del cultivo intensivo de hortalizas y arroz.
En contraste con todas las tierras interiores y meridionales de España, el norte, delimitado por la cordillera cantábrica y los Pirineos, recibe una gran cantidad de precipitaciones. Esta es principalmente una región de cría de ganado y de tierra de pastos. Allí se concentran importantes plantaciones de castaños [Castanea vesca L.]
Como en el caso de toda el área mediterránea, también es característico en España el excepcional papel que juegan los árboles frutales. Los árboles frutales ocupan una enorme extensión, cerca de 4 millones de hectáreas. Muchas zonas del este y del sur de España son como un continuo jardín: en España más de dos millones de hectáreas están ocupadas por olivos, 1,5 millones por viñedos y alrededor de 400000 por varios tipos de frutas. En otras palabras, casi el 30% de la tierra cultivada en España está ocupada por árboles frutales. El cereal y los cultivos de leguminosas cubren aproximadamente 8 millones de hectáreas, de las cuales el trigo cubre más de la mitad.
Con relación a la variedad de los cultivos, España debe situarse en primer lugar dentro de Europa. En las áreas del sur, cerca de Granada, maduran palmas datileras, caña de azúcar, plátanos, limoneros y el filodendro peruano de hojas recortadas, Monstera deliciosa (o costilla de Adán) [Monstera sp.], la buganvilla sudamericana [Bougainvillea spectabilis Willd.], el eucalipto y el algodón egipcio. En la España central, se cultivan plantas forrajeras desconocidas en cualquier otra parte del mundo, tales como la algarroba de flor unisexual [Vicia articulata Hornem] y la arveja francesa o de Narbona [vicia narbonensis L.]. En el norte se cultiva la peculiar avena negra [Avena strigosa Schreb.], el Tojo [Ulex europaeus L.], y un peculiar tipo de trigo, el genuino emmer(1) [Triticum dicoccum Schrank]. Estimo que en España se cultivan más de cien especies diferentes, sin incluir las decorativas, en forma de grandes cosechas.
Como en otros países mediterráneos, la rotación que se usa en las plantas leguminosas juega un gran papel en España, además del excepcionalmente importante cultivo de árboles frutales. Más de un millón de hectáreas se dedican a leguminosas tales como las habas [Vicia faba L.], los garbanzos [Cicer arietinum L.], la veza común [Vicia sativa L.].
El sur de España puede considerarse una tierra de jardines. Hay grandes extensiones de almendros [Prunus dulcis [Mill.] D.A. Webb], higueras [Ficus carica L.], granados [Punica granatum L.], y melocotoneros [Prunus persica [L.] Batsch.] En lo que se refiere al cultivo de naranjas España ocupa el primer lugar en Europa. El área ocupada por el cultivo de naranjas es de unas 60.000 hectáreas.
Históricamente, el desarrollo a gran escala del riego en España está unido a la llegada de los moros y árabes, quienes usaron agua proveniente de la nieve de Sierra Nevada.
El clima seco de la mayor parte de España determina la baja producción de las cosechas, considerablemente menores que las de otros países europeos. La cosecha media de trigo ha sido de 8 a 9 quintales métricos por hectárea durante los dos últimos años. Las cosechas de cebada y centeno son similares. La cosecha de maíz no excede los once quintales métricos por hectárea. Las cosechas de terrenos de regadío alcanzan el doble de promedio, como mucho. En España es típica una amplia variación entre cultivos de un año para otro. Las frecuentes sequías suelen provocar pobres cosechas, que tienen un efecto particularmente severo en la vida de la población del país, que asciende actualmente a cerca de 25 millones de personas.
Gracias al regadío y al clima favorable del sur y este del país, la agricultura allí está entre las más intensivas del mundo. La cosecha de arroz en la región de Valencia alcanza un promedio de 65 quintales métricos por hectárea, lo cual supone un record mundial. La cosecha de las famosas cebollas de Valencia puede alcanzar records también, 650-800 quintales métricos por hectárea, aunque se mantiene en un promedio de 320 quintales métricos por hectárea.
Hasta hace poco tiempo, España era principalmente un país agrícola. La agricultura ocupaba el primer lugar en la renta nacional. Más de la mitad de la población estaba en relación con el trabajo agrícola. La distribución de la tierra sigue un modelo arcaico: las grandes propiedades señoriales. La Iglesia Católica es propietaria de grandes tierras. En la actualidad, es típico que una gran cantidad de pequeñas granjas convivan al lado de las grandes propiedades. En Castilla la Vieja hay miles de pequeños terrenos que miden menos de una décima parte de una hectárea. Existen en el pais unos cinco millones de pequeñas propiedades de menos de una hectárea, pertenecientes a agricultores pobres. Esto es especialmente importante si tenemos en cuenta el escaso rendimiento de la tierra.
Hay entre dos y dos millones y medio de jornaleros. La mayor parte de ellos pueden explicarse por la supervivencia del feudalismo. Hay todavía grandes propietarios de la tierra como el Duque de Alba y el Conde Romanotes, a quienes pertenecen decenas de miles de hectáreas. Las excepcionales desigualdades en la distribución de la tierra son básicas para entender el destino de España y el nacimiento de un movimiento revolucionario.
El nivel técnico de la agricultura española no es muy alto en términos generales, de lo cual es una prueba el limitado uso de maquinaria agrícola. Hasta el momento, las bases de la agricultura española están en estado muy primitivo; en el mejor de los casos se remonta hasta tiempos de los Romanos. Por lo general, se utiliza el arado romano que suelta la tierra pero no la vuelca. La trilla se realiza mediante piedras cortantes o mediante tableros de madera con trozos de piedra incrustados en ellos, frecuentemente arrastrando el trillo o incluso haciendo pasar al ganado por encima de las espigas esparcidas en el suelo. En la España central es todavía posible ver molinos de viento tales como los que existieron en la época de Cervantes.
El bajo nivel de la tecnología agrícola española puede explicarse primero y principalmente por el feudalismo y el dominio de los grandes propietarios que todavía permanecen. Aunque la servidumbre fue abolida realmente durante el siglo XIV, la supervivencia del feudalismo todavía es evidente en la desigual distribución de la tierra, el uso que se hace de la tierra, y más aún, por el dominio de los arrendamientos. Dos tercios de la tierra agrícola en mayor o menor medida están gravados con obligaciones que benefician a los grandes propietarios. Casi la mitad de las explotaciones agrícolas españolas son de alquiler; además, está muy extendido en España el llamado subarriendo, es decir, tierras frecuentemente cedidas a una renta quintuplicada.
Como consecuencia de los alquileres el uso de la tierra se ha ido haciendo más extensivo. Nadie está interesado en invertir capital, o hacer obras importantes en la tierra. Hasta hace poco se mantenían alrededor de las grandes propiedades franjas de tierra cultivable que alternaban con pequeñas huertas. Durante las últimas dos décadas, la inversión de capital en la agricultura ha intensificado el proceso de diferenciación del agricultor español. Año tras año ha emigrado a Latinoamérica un número importante de personas, al menos hasta la Gran Depresión, que en particular se ha extendido durante el último par de años.
Estos hechos son cruciales para entender el desarrollo de los actuales acontecimientos, la distribución del poder y la influencia del Frente Popular. No nos equivocamos, por supuesto, al afirmar que durante el último par de años no ha habido otro caso en Europa de mayor agudización del contraste entre las clases agrícolas.
Cuando se estudia España es necesario tener en cuenta la compleja estratificación histórica de este país y las cambiantes influencias de sus diversas civilizaciones y pueblos. En ningún otro país europeo han cambiado las civilizaciones tan frecuentemente como en España. La capitalidad ha cambiado. Desde Elche, durante la época de los romanos la capital cambió a Mérida y en la época de los Visigodos era Toledo; la capital de los Árabes fue Córdoba y la de los Moros Granada. Ahora es Madrid. A través de la arquitectura de ciudades antiguas como Toledo, es posible trazar la progresión de diferentes estilos: el Románico, el Gótico, el Renacimiento, y el Barroco. En el sur, desde el siglo VIII, hubo una fuerte ola de influencias moras.
La variedad en el clima y en los suelos junto con los relieves montañosos, los efectos de las diferentes civilizaciones y la variedad de las nacionalidades que se establecieron en la Península Ibérica, todo ello, por supuesto, ha quedado reflejado en la composición de los cultivos y de la agricultura. Desde tiempo inmemorial se han venido trayendo semillas y plantas desde diversos países Mediterráneos y desde el suroeste de Asia. Después del descubrimiento de las Américas, han proliferado también las plantas traídas de allí: cactus mejicanos, yuca, agave, aguacates, y otras frutas de América Central, judías, patatas y especialmente maíz. La antigüedad de los cultivos y la intensidad de la agricultura de regadío han hecho que se preste especial atención a la selección de las variedades.
Mi tarea consistió primero y principalmente en investigar las plantas cultivadas y compararlas con los cultivos y variedades de otros países. La comparación de España con otros países de Europa, África y Asia me llevó a determinar adecuadamente la dispersión, la introducción, y al mismo tiempo, la presencia de cultivos independientes. En este sentido la península ibérica es uno de los lugares más interesantes de Europa.
Vamos a conocer las principales regiones de España. Comenzamos con las expediciones por toda España.
España Central
Muy cerca de Madrid las montañas alcanzan gran altitud. Comienza un carrascal, un semidesierto típico con baja vegetación de pequeños arbustos, entre los cuales encontramos praderas de diversas gramíneas del género estipa [Stipa sp.] En las cuestas puede observarse una típica zona de vegetación, el llamado «maquis» que consta de arbustos espinosos pequeños de hoja perenne.
Salí en tren de Madrid en dirección a la España central. El clima seco de las zonas centrales y elevadas del país es poco apropiado para los cultivos intensivos, jardines o viñedos. Es una región de cereales y leguminosas principalmente. Las provincias de Madrid, Toledo, Cuenca, Ciudad Real, Albacete y Cáceres pertenecen a ella, y están situadas al sur de la Sierra de Guadarrama, mientras al noroeste se encuentran las provincias de Salamanca, Zamora, Valladolid, Palencia, Burgos y León.
A pesar de su localización central, Castilla la Vieja todavía conserva una mayoría de especies originales.Muchos de los cultivos del campo de la España central existen sólo en España. Parece ser que comenzaron a cultivarse allí a partir del complejo de plantas silvestres locales. En particular esto se refiere a la algarroba de forraje, es decir la de flor unisexual y la arveja de Narbona [Vicia articulata Hornem. y Vicia narbonensis L. respectivamente]. Por otra parte, aquí, al igual que en toda España y en cualquier otro lugar alrededor del Mediterráneo, el cultivo de los campos se hace por medio del viejo tipo de arado romano.
La búsqueda de especies originales me llevó a La Mancha, la tierra natal de Don Quijote. La Mancha es una tierra llana y monótona con una flora pobre. Aquí y allá se encuentran olivos aislados. Para mi sorpresa, cuando me dirigía hacia los pueblos, pude contemplar bosques de molinos de viento semejantes a aquellos con los que luchó una vez el esforzado caballero. Todavía caracterizan el paisaje de La Mancha. Por otra parte, aun se conserva el cultivo original de un trigo primitivo, el einkorn [Triticum monococcum L.]. En la época de la antigua Troya este tipo de trigo estaba ampliamente distribuido, pero en el presente se ha extinguido casi en todo el mundo salvo en España. Alrededor de Cuenca, a 60 kilómetros de La Mancha, el einkorn cubre 13.000 hectáreas. Se usa como forraje para caballos, cerdos y mulas y crece muy bien en suelos pobres. Después del cultivo del einkorn, el suelo se deja en barbecho. En las ciudades de Cuenca y de La Mancha la gente se dedica a trenzar el mimbre. Además del trigo y la cebada, especies endémicas españolas tales como la algarroba están ampliamente difundidas. Más de 200.000 hectáreas están cubiertas por uno de ellas, la algarroba [Vicia articulata Hornem.]
Las casas achaparradas, con pequeñas ventanas y enrejados de hierro han cambiado muy poco desde la época de Don Quijote. Las calles estrechas, pavimentadas con piedras, han existido desde hace siglos. Los utensilios domésticos, recipientes para el aceite de oliva, el vino y las aceitunas, reflejan una civilización de miles de años de antigüedad. Apenas difiere de la civilización Minoica de la Isla de Creta, que fue contemporánea de la del antiguo Egipto.
Cuanto más estudiaba España, más se me presentaba como un museo histórico donde es posible situar varias etapas del desarrollo de la civilización agrícola y de las artes. Cada provincia y cada ciudad ofrece aspectos originales.
El este de España
Desde Madrid fui a la ciudad costera de Alicante, desde donde hice excursiones a Murcia y Valencia. Desde Valencia fui en coche a través de Almería y Málaga hasta Granada. En contraste con los uniformes campos de la España central el área de la costa entre Valencia y Málaga se compone de continuos bosques de olivos y almendros, y viñedos alternando con huertas de cultivos intensivos y grandes campos de cacahuetes [Arachis hypogaea L.] y patatas.
El noreste de España es conocido como Catalonia [o Cataluña] y está habitado por una población especial con su propio idioma, que es considerablemente diferente del español de Castilla la Vieja aunque los dos tienen raíces comunes en el Latín. La capital de Cataluña, Barcelona, es la ciudad más grande de España, con un puerto y una industria fuertemente desarrollada y negocios. Barcelona puede ser comparada a la Manchester Inglesa y Cataluña con Lancaster. Barcelona es una ciudad típicamente Europea, donde uno apenas siente la vieja España. Mantiene estrechas relaciones con todos los países del Mediterráneo.
Durante siglos ha existido una controversia sobre la autonomía de Cataluña. Hasta hace poco, en las viejas casas era posible ver mesas con cuchillos encadenados a ellas, recuerdos de la época de Felipe V, quien, cuando reprimió una revuelta de los Catalanes, ordenó el desarme completo de los Catalanes, que incluía atar los cuchillos de cocina a las mesas como símbolo de servidumbre.
Cataluña es una tierra de huertas: los viñedos cubren áreas enormes. El cultivo de hortalizas está muy desarrollado. El área de Valencia es el área agrícola más rica de España, muy famosa por su agricultura intensiva. Tiene un clima suave caracterizado por una regular distribución de las precipitaciones anuales y una adecuada cantidad de agua para el regadío. La agricultura de Valencia está a un gran nivel, y puede decirse que no hay lugar en el mundo que la supere en lo que se refiere al cuidado prodigado a los campos y las huertas. El aprovechamiento de la tierra aquí es sorprendente. Los suelos del área de Valencia son arcillosos. Para mejorar sus cualidades físicas, se aplica arena del mar. Aquí se concentra el cultivo de arroz que crece exclusivamente por medio del transplante. La plantación se hace siguiendo cuerdas extendidas. Para mejorar el campo, normalmente se aplican a las cosechas fertilizantes minerales, especialmente sulfato de amonio y superfosfato. El campo de arroz de Valencia es dos veces el de Japón y seis o siete veces el de la India.
Las famosas cebollas de Valencia alcanzan frecuentemente un kilogramo de peso y producen fabulosas cosechas. Se aplican grandes castidades de fertilizantes. En España las cebollas ocupan unas 29.000 hectáreas, de las cuales, una tercera parte se producen en Valencia. Las enormes cebollas doradas de Valencia se conservan muy bien y se exportan a Inglaterra, Estados Unidos, Argentina y los países escandinavos.
España produce el mayor número de naranjas de Europa y aparentemente su papel en este aspecto se incrementará en un futuro no muy lejano. La cosecha de naranjas se realiza principalmente en febrero. Las tierras de naranjos se riegan por medio de molinos y ruedas hidráulicas, llamados «norias». La conocida marca de las naranjas de «Valencia» se vende por toda Europa. En Valencia se encuentra la mitad de todas las plantaciones de naranjos, más de 30.000 hectáreas. De los 15 millones de cajas de naranjas exportadas desde España, 12 millones vienen de Valencia.
Toda Valencia es como un florido jardín; casi cualquier cultivo puede darse allí con éxito. Los Almendros, los algarrobos [Ceratonia siliqua L.], los higos, las manzanas y los melocotones ocupan grandes áreas. La variación de cultivos es asombrosa y excede en este sentido el de cualquier otra región. También se pueden ver grandes extensiones dedicadas al cultivo de la “chufa” egipcia [Cyperus esculentus L.], que produce pequeños pero sabrosos bulbos usados para producir una bebida muy del gusto de los españoles. En las montañas hay también gran cantidad de retama española [Spartium junceum L.]