El Marxismo y la Guerrilla
texto de Rubén Rivera
publicado por la web trotskista (Corriente marxista Internacional) mexicana La izquierda socialista - marzo de 2009
se publica en el Foro en varios mensajes
"Toda la historia de la economía política, toda la historia de la revolución, toda la historia del desarrollo político durante el siglo XIX nos ha enseñado que el campesino no ha hecho sino seguir a la burguesía o al proletariado. No saben la razón de esto —es un consejo que les doy a los que no lo sepan— examinad el desarrollo de las grandes revoluciones del siglo XVIII o del siglo XIX, o la historia política de algún país del siglo XIX. La economía de la sociedad capitalista es tal que sólo el capital o el proletariado se puede convertir en una fuerza dominante, no existen otras fuerzas en la economía." - Lenin
Contenido:
Introducción
La Revolución colonial
La Teoría de la Revolución Permanente
La revolución rusa de 1917
Cómo surge el guerrillerismo
La revolución china
La experiencia cubana
El auge de los frentes guerrilleros centroamericanos
Colombia
México, EZLN, EPR ¿un nuevo repunte de la guerrilla?
Conclusiones
Introducción
México, los países de América Latina y el mundo atraviesan uno de los periodos más convulsivos de su historia, es una época de revoluciones. Estamos muy lejos de ese fin de la historia que planteaban los ideólogos burgueses luego de la caída de los países de Europa del Este (El supuesto “fin del comunismo”), lejos de morir la idea del socialismo ha retomado vigor y es un proyecto que se discute tanto entre organizaciones como en las calles, fábricas y escuelas de decenas de ciudades latinoamericanas, especialmente en Venezuela, Ecuador y Bolivia, por sólo citar a aquellos donde sus presidentes se han proclamado socialistas.
Estamos a unos pocos años del comienzo del siglo XXI, la humanidad ha sido capaz de alcanzar logros históricos en todos los órdenes de la ciencia y la tecnología, a tal grado de que la pobreza, mediante una planificación racional de los recursos existentes, no tendría por que existir.
A pesar de ello, miles de millones de hombres y mujeres luchan por sobrevivir al hambre, las enfermedades y todo lo que acompaña la miseria; la opresión nacional, el racismo, la discriminación sexual, las drogas, la delincuencia, etc. adquieren cada vez más cotidianos.
Mientras que 500 empresas controlan el 90% del comercio mundial y 400 grandes hombres de negocios tienen un ingreso superior a la mitad de la población mundial, millones de niños mueren de hambre o asesinados (10 mil en 2006).
Esa circunstancia ha llevado a las masas de los distintos países a levantarse una y otra vez contra sus opresores adoptando diversas formas de lucha
El siglo XX fue escenario de movimientos colosales de los trabajadores por revertir esta situación, la revolución rusa de 1917 y la revolución china de 1949 significaron para millones de obreros y campesinos de los países llamados coloniales la posibilidad de luchar y triunfar contra los explotadores capitalistas.
Luchas heroicas se desarrollaron en todos estos países oprimidos por el yugo del imperialismo; guerras civiles, revoluciones y contra revoluciones cimbraron al capitalismo de pies a cabeza. Nadie mínimamente conocedor de la realidad contemporánea puede acusar a los trabajadores del campo y la ciudad de falta de voluntad de lucha en los momentos decisivos. En América Latina en particular casi ningún país quedó exento de la llama de la lucha de clases, lamentablemente en ningún país existió la decisión de los dirigentes de ir hasta el final (con la excepción quizá de Cuba), mucho menos se estableció un análisis marxista de las victorias y derrotas. Solo sobre un análisis crítico de estas luchas se puede armar una verdadera alternativa revolucionaria, que impulse el proceso de transformación social, tan necesaria en Latinoamérica y el mundo. Sobre todo ahora que pueblos enteros se lanzan a construir el socialismo del siglo XXI.
Particularmente en América Latina se suele confundir a la revolución con la lucha guerrillera. El punto de vista marxista sobre este tema es muy definido, una lucha revolucionaria basada en las capas más importantes de la clase obrera es la forma más adecuada para desarrollar la lucha por la transformación social y llevarla a buen término. En el siglo XXI una revolución puede o no atravesar por una fase de armada, por el contrario un movimiento guerrillero que no sea producto endógeno de las luchas campesinas, muy raramente puede ser realmente revolucionario.
En el presente documento trataremos de abordar los aspectos más importantes sobre la relación entre lucha revolucionaria, guerrilla y la posición del marxismo al respecto. De ninguna manera es un examen acabado de todas las luchas guerrilleras, la idea fundamental es emplear los ejemplos más representativos que, de cara a la juventud deseosa de una salida revolucionaria, significan ejemplos a seguir.
La Revolución colonial
Así denominamos al proceso revolucionario que se desarrolla en los países oprimidos por el imperialismo y que constantemente a lo largo de este siglo han luchado por su emancipación. Evidentemente la cuestión de la opresión imperialista no afecta por igual a todos los sectores de una nación oprimida, son los jóvenes y trabajadores del campo y la ciudad los que a final de cuentas tienen que soportar todo el peso de las relaciones sociales que instaura el imperialismo en un momento determinado.
La revolución colonial como todos los acontecimientos importantes en el mundo durante las últimas cinco décadas, han estado decisivamente influidos por la correlación de fuerzas que emergió de la segunda guerra mundial.
Tras el final de ésta, se produjeron numerosas oportunidades revolucionarias en diferentes países, pero la política de los dirigentes socialdemócratas y estalinistas provocó que fuesen desaprovechadas. El retroceso de la marea revolucionaria permitió un margen de maniobra a la burguesía de los países avanzados. La enorme destrucción de las fuerzas productivas, la firma de tratados comerciales como los que dieron origen al GATT[1] y al mercado común europeo, el papel rector del capitalismo norteamericano, la intervención del Estado en la economía, etc., le permitieron a la burguesía internacional un excepcional período de progreso económico. Durante todo este período gracias a ésta situación especial, las luchas de los trabajadores de los países avanzados eran mediatizadas con importantes concesiones que a la larga dieron origen a lo que conocemos como “Estado de bienestar”. Esta situación fue propicia para que el reformismo nuevamente levantara cabeza y se restableciera su posición hegemónica dentro del movimiento obrero, aunque no faltaron luchas de los obreros de los países avanzados, la situación objetiva, durante un buen tiempo, no permitió que se desarrollaran crisis revolucionarias. El caso de Francia del 68 es más bien la señal del inicio de un nuevo periodo que una característica del periodo inmediato de la postguerra.
El estalinismo salía de la Segunda guerra consolidado y fortalecido, el pueblo soviético se batió como nadie en contra de la locura fascista aplastándola. Lamentablemente el trabajo de exterminio en contra de todo dirigente capaz de ofrecer otra alternativa al estalinismo en la URSS fue brutalmente eficaz, lo que evitó la posibilidad de un movimiento de masas hacia la restauración de la democracia soviética. El prodigioso avance del Ejército rojo por el centro y este de Europa, y la huida de la burguesía de esos países hacia occidente, permitió el establecimiento de estados obreros deformados a imagen y semejanza de Moscú.
Gracias a la economía planificada, la situación anteriormente descrita le permitió a la burocracia rusa un inmenso poder económico político y militar.
Con la revolución social en los países capitalistas avanzados y la revolución política en la URSS excluida del orden del día, el foco de la revolución mundial se desplazó hacia los países llamados coloniales. La mayoría de estos países lejos de recibir algunas migajas del auge económico en occidente, se enfrentaban a situaciones límite.
La opresión a la que se veían sometidas las masas por el imperialismo, el terrible abismo que separaba las dramáticas condiciones de la clase obrera, campesinos pobres e incluso importantes sectores de la pequeña burguesía con respecto de la opulencia de la burguesía autóctona, que nada tenía que envidiar a los grandes capitalistas occidentales, provocó un constante despertar de conciencia nacional y de clase que se expresaba en una permanente inestabilidad social. Ya durante principios de siglo estos países habían protagonizado una dura y prolongada lucha por su independencia contra el dominio colonial directo ejercido por las diversas potencias imperialistas. A la larga, producto de las luchas de los pueblos coloniales y del tremendo desgaste que representaban las colonias para las metrópolis, éstas se vieron obligadas a ceder la independencia formal a la mayoría de estos países.
Esto representó un paso adelante, pues aumentaba la confianza de los trabajadores en sus propias fuerzas, incrementaba su conciencia y debilitaba objetivamente al imperialismo; pero esta independencia política formal no acabó con el saqueo económico de las antiguas colonias por los imperialistas, ni resolvió los graves problemas de sus débiles y atrasadas economías. De hecho, uno de los factores que contribuyeron a prolongar por décadas el auge de los países capitalistas avanzados, fue la brutal explotación de las masas trabajadoras de los países capitalistas dependientes, a través del intercambio desigual de materias primas a bajo precio por productos elaborados hechos en occidente con un precio muy superior, (cada año se obtenían ganancias por 50 mil millones de dólares producto de esta estafa). Otro mecanismo fue la inversión ya sea en forma de deuda externa, cuyo volumen supone el 70% del PIB de los países dependientes y cuyos intereses suponen cargas inmensas, sólo México entre 1996 y 2006 pagó más de 300 mil millones de dólares
El capitalismo en su fase imperialista se caracteriza por la existencia de un mercado mundial al cual todas las economías nacionales están subordinadas e interrelacionadas entre sí (ahora le llaman Globalización), pero bajo este sistema basado en la explotación del hombre por el hombre y en la obtención del máximo beneficio privado por una minoría a costa del trabajo y empobrecimiento de la mayoría, esta interdependencia económica sólo puede darse en la forma de explotación de las economías más débiles por las más poderosas y de toda la economía mundial por un puñado de multinacionales que dominan todo el comercio internacional.
La soberanía nacional formal nunca dio satisfacción alguna a las demandas más inmediatas y urgentes de las masas protagonistas de todos los movimientos de liberación nacional. En estas sociedades estaba y aún está todavía pendiente la realización de las tareas básicas que la revolución burguesa llevó acabo en su época de ascenso, (desarrollo industrial, la reforma agraria, el establecimiento de un estado nacional y de una democracia parlamentaria estable), pero las débiles y parásitas burguesías nacionales —vinculadas por medios directos e indirectos a la burguesía imperialista y ligados fuertemente a los terratenientes—, estaban absolutamente incapacitadas para llevarlas acabo.
La Teoría de la Revolución Permanente
Este planteamiento elaborado por Trotsky, es un desarrollo de las conclusiones que Marx había sacado de la revolución alemana de 1848, cuando la burguesía optó por pactar con la aristocracia abandonando a los obreros y campesinos a la brutal represión:
“Mientras que los pequeños burgueses democráticos quieren poner fin a la revolución lo más rápidamente posible que se pueda (...) nuestros intereses y nuestras tareas consisten en hacer la revolución permanente hasta que sea descartada la dominación de las clases más o menos poseedoras, hasta que el proletariado conquiste el poder del Estado, hasta que la asociación se desarrolle, y no solo en un país sino en todos los países dominantes del mundo, en proporciones tales, que cese la competencia entre los proletarios de estos países, y hasta que, por lo menos, las fuerzas productivas decisivas estén concentradas en manos del proletariado”[2]
El desarrollo del capitalismo de su fase de libre concurrencia al imperialismo, afianzó definitivamente al capitalismo como modo de producción dominante a nivel internacional, los capitales de los países avanzados fluyeron hacia los países coloniales en búsqueda de mayores ganancias, se instalaron grandes industrias y modernas vías de comunicación en países fundamentalmente agrícolas donde el feudalismo aún oprimía a la mayoría de la población, un desarrollo desigual y combinado en donde la moderna explotación capitalista, se alternaba con las formas más ancestrales de explotación.
Los únicos socios que podían encontrar los imperialistas eran los miembros de la oligarquía terrateniente, de ésta manera la burguesía autóctona nació sujeta de pies y manos a su amo francés, inglés o alemán, según el caso. Evidentemente el desarrollo capitalista a la larga generó distintos estratos de burgueses, que en algunos de los casos de manera tímida reclamaban espacios en la forma de mayores libertades democráticas, independencia, etc. Sin embargo, en última instancia su posición de clase los llevó siempre a aliarse con los imperialistas para sofocar el movimiento revolucionario.
Los grandes capitalistas (en muchos casos terratenientes) no tenían ningún interés en impulsar una reforma agraria o establecer reformas de carácter democrático burgués en los diversos países dependientes, es más aprovechaban y aún lo hacen, las formas de explotación ancestrales para exprimir de manera brutal a las masas.
La única clase capaz de encabezar un movimiento democrático o de liberación nacional y llevarlo hasta sus últimas consecuencias es el proletariado, aliado con los sectores más oprimidos del campo.
Trotsky rechazaba la teoría menchevique de las dos etapas, según la cual, durante la revolución burguesa, la clase obrera debía conformarse con apoyar a la burguesía liberal y sólo después de que ésta llegara al poder, y consolidara un largo periodo de desarrollo capitalista, podría pensarse en la revolución socialista. Esta teoría convertía al proletariado en mero apéndice de la burguesía liberal, creando ilusiones en ésta y en la práctica sujetando al partido del proletariado haciéndolo incapaz de tener cualquier iniciativa revolucionaria. Se trataba de una interpretación mecánica, —es decir no dialéctica—, del tránsito de un modo de producción a otro.
La burguesía de inicios del capitalismo, que necesitaba usar a los sectores revolucionarios de las relaciones sociales feudales (y todo lo que implica, es decir, normas políticas, jurídicas, etc.) y sin embargo, estos elementos revolucionarios constituían un obstáculo para su desarrollo. Por otro lado, la burguesía de los países dependientes surgió cuando el capitalismo era ya de hecho el modo de producción dominante a nivel internacional, de ahí su papel dependiente política y económicamente.
El elemento básico de una revolución democrático burguesía es la reforma agraria, la burguesía no podía emprender acciones serias para llevarla acabo en la medida que en muchos casos ellos mismos eran terratenientes o socios de los mismos. Además, otro factor de diferencia era que el proletariado de los países coloniales aparecían no en las condiciones del siglo XVII o XVII, sino del siglo XX con un crecimiento vertiginoso, fuerte y capaz de enfrentarse a la burguesía con demandas propias a diferencia de los proletarios de principio del capitalismo. Una lucha revolucionaria tendría que involucrar necesariamente al proletariado, en la cual fortalecería su conciencia de si mismo y su nivel de lucha y organización no pudiendo detenerse en el nivel puramente democrático burgués que pretendiese imponerle la burguesía liberal, el conflicto entre capital y trabajo se vería de pronto en el centro de la escena.
Por estas razones la burguesía liberal tenía pánico a un conflicto que pudiera generar un despertar revolucionario de los trabajadores, por lo que en vez de apoyar los procesos revolucionarios terminaban por conciliar con el imperialismo ayudándolo a aplastar las luchas, en muchos casos de manera sangrienta. Sólo el proletariado, al no tener una alternativa dentro del sistema está capacitado para ofrecer una alternativa realmente distinta al capitalismo. Con un programa, métodos e ideas correctos se puede ganar el apoyo de los campesinos pobres y avanzar, contando con el desarrollo de la revolución mundial, hacia la construcción de una sociedad socialista.
Un proceso revolucionario, señala Trotsky, que se da en países dependientes, sólo pude mantener y hacer avanzar las conquistas revolucionarias aplicando medidas de carácter socialista como la nacionalización de los medios de producción y planificando la economía, este sería el único medio para garantizar unas condiciones de vida dignas para las masas de trabajadores del campo y la ciudad y sacar a estas economías atrasadas del callejón sin salida en el que se encontraban. LA REVOLUCIÓN PERMANENTE sólo significa que la revolución democrática se transforma en un momento dado, de desarrollo revolucionario en socialista, o de lo contrario el proceso de la contra revolución aplastaría los avances hasta ese momento logrados.
Así mismo el socialismo sólo puede ser construido internacionalmente, es posible la victoria en un país atrasado, esto esta claro, pero para poner los cimientos de una economía socialista la revolución debe extenderse más allá de los límites de una nación, de lo contrario la lucha por lo indispensable generaría a la larga el surgimiento de una casta burocrática, llevando al Estado obrero a deformaciones cada vez más graves, que llevarían a la larga a la derrota de la revolución.
texto de Rubén Rivera
publicado por la web trotskista (Corriente marxista Internacional) mexicana La izquierda socialista - marzo de 2009
se publica en el Foro en varios mensajes
"Toda la historia de la economía política, toda la historia de la revolución, toda la historia del desarrollo político durante el siglo XIX nos ha enseñado que el campesino no ha hecho sino seguir a la burguesía o al proletariado. No saben la razón de esto —es un consejo que les doy a los que no lo sepan— examinad el desarrollo de las grandes revoluciones del siglo XVIII o del siglo XIX, o la historia política de algún país del siglo XIX. La economía de la sociedad capitalista es tal que sólo el capital o el proletariado se puede convertir en una fuerza dominante, no existen otras fuerzas en la economía." - Lenin
Contenido:
Introducción
La Revolución colonial
La Teoría de la Revolución Permanente
La revolución rusa de 1917
Cómo surge el guerrillerismo
La revolución china
La experiencia cubana
El auge de los frentes guerrilleros centroamericanos
Colombia
México, EZLN, EPR ¿un nuevo repunte de la guerrilla?
Conclusiones
Introducción
México, los países de América Latina y el mundo atraviesan uno de los periodos más convulsivos de su historia, es una época de revoluciones. Estamos muy lejos de ese fin de la historia que planteaban los ideólogos burgueses luego de la caída de los países de Europa del Este (El supuesto “fin del comunismo”), lejos de morir la idea del socialismo ha retomado vigor y es un proyecto que se discute tanto entre organizaciones como en las calles, fábricas y escuelas de decenas de ciudades latinoamericanas, especialmente en Venezuela, Ecuador y Bolivia, por sólo citar a aquellos donde sus presidentes se han proclamado socialistas.
Estamos a unos pocos años del comienzo del siglo XXI, la humanidad ha sido capaz de alcanzar logros históricos en todos los órdenes de la ciencia y la tecnología, a tal grado de que la pobreza, mediante una planificación racional de los recursos existentes, no tendría por que existir.
A pesar de ello, miles de millones de hombres y mujeres luchan por sobrevivir al hambre, las enfermedades y todo lo que acompaña la miseria; la opresión nacional, el racismo, la discriminación sexual, las drogas, la delincuencia, etc. adquieren cada vez más cotidianos.
Mientras que 500 empresas controlan el 90% del comercio mundial y 400 grandes hombres de negocios tienen un ingreso superior a la mitad de la población mundial, millones de niños mueren de hambre o asesinados (10 mil en 2006).
Esa circunstancia ha llevado a las masas de los distintos países a levantarse una y otra vez contra sus opresores adoptando diversas formas de lucha
El siglo XX fue escenario de movimientos colosales de los trabajadores por revertir esta situación, la revolución rusa de 1917 y la revolución china de 1949 significaron para millones de obreros y campesinos de los países llamados coloniales la posibilidad de luchar y triunfar contra los explotadores capitalistas.
Luchas heroicas se desarrollaron en todos estos países oprimidos por el yugo del imperialismo; guerras civiles, revoluciones y contra revoluciones cimbraron al capitalismo de pies a cabeza. Nadie mínimamente conocedor de la realidad contemporánea puede acusar a los trabajadores del campo y la ciudad de falta de voluntad de lucha en los momentos decisivos. En América Latina en particular casi ningún país quedó exento de la llama de la lucha de clases, lamentablemente en ningún país existió la decisión de los dirigentes de ir hasta el final (con la excepción quizá de Cuba), mucho menos se estableció un análisis marxista de las victorias y derrotas. Solo sobre un análisis crítico de estas luchas se puede armar una verdadera alternativa revolucionaria, que impulse el proceso de transformación social, tan necesaria en Latinoamérica y el mundo. Sobre todo ahora que pueblos enteros se lanzan a construir el socialismo del siglo XXI.
Particularmente en América Latina se suele confundir a la revolución con la lucha guerrillera. El punto de vista marxista sobre este tema es muy definido, una lucha revolucionaria basada en las capas más importantes de la clase obrera es la forma más adecuada para desarrollar la lucha por la transformación social y llevarla a buen término. En el siglo XXI una revolución puede o no atravesar por una fase de armada, por el contrario un movimiento guerrillero que no sea producto endógeno de las luchas campesinas, muy raramente puede ser realmente revolucionario.
En el presente documento trataremos de abordar los aspectos más importantes sobre la relación entre lucha revolucionaria, guerrilla y la posición del marxismo al respecto. De ninguna manera es un examen acabado de todas las luchas guerrilleras, la idea fundamental es emplear los ejemplos más representativos que, de cara a la juventud deseosa de una salida revolucionaria, significan ejemplos a seguir.
La Revolución colonial
Así denominamos al proceso revolucionario que se desarrolla en los países oprimidos por el imperialismo y que constantemente a lo largo de este siglo han luchado por su emancipación. Evidentemente la cuestión de la opresión imperialista no afecta por igual a todos los sectores de una nación oprimida, son los jóvenes y trabajadores del campo y la ciudad los que a final de cuentas tienen que soportar todo el peso de las relaciones sociales que instaura el imperialismo en un momento determinado.
La revolución colonial como todos los acontecimientos importantes en el mundo durante las últimas cinco décadas, han estado decisivamente influidos por la correlación de fuerzas que emergió de la segunda guerra mundial.
Tras el final de ésta, se produjeron numerosas oportunidades revolucionarias en diferentes países, pero la política de los dirigentes socialdemócratas y estalinistas provocó que fuesen desaprovechadas. El retroceso de la marea revolucionaria permitió un margen de maniobra a la burguesía de los países avanzados. La enorme destrucción de las fuerzas productivas, la firma de tratados comerciales como los que dieron origen al GATT[1] y al mercado común europeo, el papel rector del capitalismo norteamericano, la intervención del Estado en la economía, etc., le permitieron a la burguesía internacional un excepcional período de progreso económico. Durante todo este período gracias a ésta situación especial, las luchas de los trabajadores de los países avanzados eran mediatizadas con importantes concesiones que a la larga dieron origen a lo que conocemos como “Estado de bienestar”. Esta situación fue propicia para que el reformismo nuevamente levantara cabeza y se restableciera su posición hegemónica dentro del movimiento obrero, aunque no faltaron luchas de los obreros de los países avanzados, la situación objetiva, durante un buen tiempo, no permitió que se desarrollaran crisis revolucionarias. El caso de Francia del 68 es más bien la señal del inicio de un nuevo periodo que una característica del periodo inmediato de la postguerra.
El estalinismo salía de la Segunda guerra consolidado y fortalecido, el pueblo soviético se batió como nadie en contra de la locura fascista aplastándola. Lamentablemente el trabajo de exterminio en contra de todo dirigente capaz de ofrecer otra alternativa al estalinismo en la URSS fue brutalmente eficaz, lo que evitó la posibilidad de un movimiento de masas hacia la restauración de la democracia soviética. El prodigioso avance del Ejército rojo por el centro y este de Europa, y la huida de la burguesía de esos países hacia occidente, permitió el establecimiento de estados obreros deformados a imagen y semejanza de Moscú.
Gracias a la economía planificada, la situación anteriormente descrita le permitió a la burocracia rusa un inmenso poder económico político y militar.
Con la revolución social en los países capitalistas avanzados y la revolución política en la URSS excluida del orden del día, el foco de la revolución mundial se desplazó hacia los países llamados coloniales. La mayoría de estos países lejos de recibir algunas migajas del auge económico en occidente, se enfrentaban a situaciones límite.
La opresión a la que se veían sometidas las masas por el imperialismo, el terrible abismo que separaba las dramáticas condiciones de la clase obrera, campesinos pobres e incluso importantes sectores de la pequeña burguesía con respecto de la opulencia de la burguesía autóctona, que nada tenía que envidiar a los grandes capitalistas occidentales, provocó un constante despertar de conciencia nacional y de clase que se expresaba en una permanente inestabilidad social. Ya durante principios de siglo estos países habían protagonizado una dura y prolongada lucha por su independencia contra el dominio colonial directo ejercido por las diversas potencias imperialistas. A la larga, producto de las luchas de los pueblos coloniales y del tremendo desgaste que representaban las colonias para las metrópolis, éstas se vieron obligadas a ceder la independencia formal a la mayoría de estos países.
Esto representó un paso adelante, pues aumentaba la confianza de los trabajadores en sus propias fuerzas, incrementaba su conciencia y debilitaba objetivamente al imperialismo; pero esta independencia política formal no acabó con el saqueo económico de las antiguas colonias por los imperialistas, ni resolvió los graves problemas de sus débiles y atrasadas economías. De hecho, uno de los factores que contribuyeron a prolongar por décadas el auge de los países capitalistas avanzados, fue la brutal explotación de las masas trabajadoras de los países capitalistas dependientes, a través del intercambio desigual de materias primas a bajo precio por productos elaborados hechos en occidente con un precio muy superior, (cada año se obtenían ganancias por 50 mil millones de dólares producto de esta estafa). Otro mecanismo fue la inversión ya sea en forma de deuda externa, cuyo volumen supone el 70% del PIB de los países dependientes y cuyos intereses suponen cargas inmensas, sólo México entre 1996 y 2006 pagó más de 300 mil millones de dólares
El capitalismo en su fase imperialista se caracteriza por la existencia de un mercado mundial al cual todas las economías nacionales están subordinadas e interrelacionadas entre sí (ahora le llaman Globalización), pero bajo este sistema basado en la explotación del hombre por el hombre y en la obtención del máximo beneficio privado por una minoría a costa del trabajo y empobrecimiento de la mayoría, esta interdependencia económica sólo puede darse en la forma de explotación de las economías más débiles por las más poderosas y de toda la economía mundial por un puñado de multinacionales que dominan todo el comercio internacional.
La soberanía nacional formal nunca dio satisfacción alguna a las demandas más inmediatas y urgentes de las masas protagonistas de todos los movimientos de liberación nacional. En estas sociedades estaba y aún está todavía pendiente la realización de las tareas básicas que la revolución burguesa llevó acabo en su época de ascenso, (desarrollo industrial, la reforma agraria, el establecimiento de un estado nacional y de una democracia parlamentaria estable), pero las débiles y parásitas burguesías nacionales —vinculadas por medios directos e indirectos a la burguesía imperialista y ligados fuertemente a los terratenientes—, estaban absolutamente incapacitadas para llevarlas acabo.
La Teoría de la Revolución Permanente
Este planteamiento elaborado por Trotsky, es un desarrollo de las conclusiones que Marx había sacado de la revolución alemana de 1848, cuando la burguesía optó por pactar con la aristocracia abandonando a los obreros y campesinos a la brutal represión:
“Mientras que los pequeños burgueses democráticos quieren poner fin a la revolución lo más rápidamente posible que se pueda (...) nuestros intereses y nuestras tareas consisten en hacer la revolución permanente hasta que sea descartada la dominación de las clases más o menos poseedoras, hasta que el proletariado conquiste el poder del Estado, hasta que la asociación se desarrolle, y no solo en un país sino en todos los países dominantes del mundo, en proporciones tales, que cese la competencia entre los proletarios de estos países, y hasta que, por lo menos, las fuerzas productivas decisivas estén concentradas en manos del proletariado”[2]
El desarrollo del capitalismo de su fase de libre concurrencia al imperialismo, afianzó definitivamente al capitalismo como modo de producción dominante a nivel internacional, los capitales de los países avanzados fluyeron hacia los países coloniales en búsqueda de mayores ganancias, se instalaron grandes industrias y modernas vías de comunicación en países fundamentalmente agrícolas donde el feudalismo aún oprimía a la mayoría de la población, un desarrollo desigual y combinado en donde la moderna explotación capitalista, se alternaba con las formas más ancestrales de explotación.
Los únicos socios que podían encontrar los imperialistas eran los miembros de la oligarquía terrateniente, de ésta manera la burguesía autóctona nació sujeta de pies y manos a su amo francés, inglés o alemán, según el caso. Evidentemente el desarrollo capitalista a la larga generó distintos estratos de burgueses, que en algunos de los casos de manera tímida reclamaban espacios en la forma de mayores libertades democráticas, independencia, etc. Sin embargo, en última instancia su posición de clase los llevó siempre a aliarse con los imperialistas para sofocar el movimiento revolucionario.
Los grandes capitalistas (en muchos casos terratenientes) no tenían ningún interés en impulsar una reforma agraria o establecer reformas de carácter democrático burgués en los diversos países dependientes, es más aprovechaban y aún lo hacen, las formas de explotación ancestrales para exprimir de manera brutal a las masas.
La única clase capaz de encabezar un movimiento democrático o de liberación nacional y llevarlo hasta sus últimas consecuencias es el proletariado, aliado con los sectores más oprimidos del campo.
Trotsky rechazaba la teoría menchevique de las dos etapas, según la cual, durante la revolución burguesa, la clase obrera debía conformarse con apoyar a la burguesía liberal y sólo después de que ésta llegara al poder, y consolidara un largo periodo de desarrollo capitalista, podría pensarse en la revolución socialista. Esta teoría convertía al proletariado en mero apéndice de la burguesía liberal, creando ilusiones en ésta y en la práctica sujetando al partido del proletariado haciéndolo incapaz de tener cualquier iniciativa revolucionaria. Se trataba de una interpretación mecánica, —es decir no dialéctica—, del tránsito de un modo de producción a otro.
La burguesía de inicios del capitalismo, que necesitaba usar a los sectores revolucionarios de las relaciones sociales feudales (y todo lo que implica, es decir, normas políticas, jurídicas, etc.) y sin embargo, estos elementos revolucionarios constituían un obstáculo para su desarrollo. Por otro lado, la burguesía de los países dependientes surgió cuando el capitalismo era ya de hecho el modo de producción dominante a nivel internacional, de ahí su papel dependiente política y económicamente.
El elemento básico de una revolución democrático burguesía es la reforma agraria, la burguesía no podía emprender acciones serias para llevarla acabo en la medida que en muchos casos ellos mismos eran terratenientes o socios de los mismos. Además, otro factor de diferencia era que el proletariado de los países coloniales aparecían no en las condiciones del siglo XVII o XVII, sino del siglo XX con un crecimiento vertiginoso, fuerte y capaz de enfrentarse a la burguesía con demandas propias a diferencia de los proletarios de principio del capitalismo. Una lucha revolucionaria tendría que involucrar necesariamente al proletariado, en la cual fortalecería su conciencia de si mismo y su nivel de lucha y organización no pudiendo detenerse en el nivel puramente democrático burgués que pretendiese imponerle la burguesía liberal, el conflicto entre capital y trabajo se vería de pronto en el centro de la escena.
Por estas razones la burguesía liberal tenía pánico a un conflicto que pudiera generar un despertar revolucionario de los trabajadores, por lo que en vez de apoyar los procesos revolucionarios terminaban por conciliar con el imperialismo ayudándolo a aplastar las luchas, en muchos casos de manera sangrienta. Sólo el proletariado, al no tener una alternativa dentro del sistema está capacitado para ofrecer una alternativa realmente distinta al capitalismo. Con un programa, métodos e ideas correctos se puede ganar el apoyo de los campesinos pobres y avanzar, contando con el desarrollo de la revolución mundial, hacia la construcción de una sociedad socialista.
Un proceso revolucionario, señala Trotsky, que se da en países dependientes, sólo pude mantener y hacer avanzar las conquistas revolucionarias aplicando medidas de carácter socialista como la nacionalización de los medios de producción y planificando la economía, este sería el único medio para garantizar unas condiciones de vida dignas para las masas de trabajadores del campo y la ciudad y sacar a estas economías atrasadas del callejón sin salida en el que se encontraban. LA REVOLUCIÓN PERMANENTE sólo significa que la revolución democrática se transforma en un momento dado, de desarrollo revolucionario en socialista, o de lo contrario el proceso de la contra revolución aplastaría los avances hasta ese momento logrados.
Así mismo el socialismo sólo puede ser construido internacionalmente, es posible la victoria en un país atrasado, esto esta claro, pero para poner los cimientos de una economía socialista la revolución debe extenderse más allá de los límites de una nación, de lo contrario la lucha por lo indispensable generaría a la larga el surgimiento de una casta burocrática, llevando al Estado obrero a deformaciones cada vez más graves, que llevarían a la larga a la derrota de la revolución.
Última edición por RioLena el Sáb Mar 04, 2017 8:14 am, editado 2 veces