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    Aranceles Catalanes, una historia de Imperialismo Monopolista.

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    Mensaje por DP9M Dom Ene 14, 2018 2:52 am

    Visto que la izquierda y los comunistas en España han tenido muy poco interes por frenar, combatir y prevenir el Nacionalismo Catalan en medio de la mas brutal y mayor crisis de los ultimos tiempos y en medio de una radicalización de las politicas neoliberales por destruir el Estado de Bienestar y volver a los indices de brutal explotación de principios de siglo pasado, al contrario, se han tirado postrados de rodillas a defender y justificar la agenada politica del Nacionalismo Catalan, cuando se ha hecho fuertes y ha prometido "acabar con el regimen del 78", consiguiendo desmontar la nueva izquierda que encubro a los gobiernos del cambio y asegurando una victoria sin oposición para la Derecha mas reaccionaria y sus proximas medidas privatizadoras.

    Dejo aqui el estudio historico economico de lo que ha sucedido en España y Catalunua en los últimos siglos, porque incluso hoy en día, vemos de forma asombrosa, como considerados Marxistas, hablan de Colonialismo sobre Catalunya, o algun tipo de opresion nacional historica que parece que hay que reflotar y prestar atención en medio de la brutal crisis que asola a los obreros.

    Estudiando la historia de Catalunya y España, precisamente vemos todo lo contrario, que la zona que mas se desarrollo gracias al Imperialismo Español, fue Catalunya, la que antes se industrializo y desarrollo, y a la que España sirvio constantemente con abusivos aranceles comerciales para beneficiar a los monopolios catalanes , ahogar a la competencia y exprimir los mercados del pais. Es precisamente los intereses de explotación y saqueo monopolista de la Gran Burguesia catalana la que obliga a un decrepito estado Español semi feudal a ahogar con impuestos y aranceles a regiones como Galicia y a apretar el mercado de ultramar. ! Las REBELIONES en Cuba comenzaron cuando la Burguesia Catalana impuso fuertes aranceles sobre la isla para blindarla de exportaciones extranjeras y hacerla dependiente de las exportaciones catalanas !!


    Imperialismo Arancelario Catalán y Guerra de Cuba


    Vais a contribuir a la represión de una insurrección desalentada (...) a evitar la pérdida de una joya envidiada por su valor inestimable, a defender la integridad del territorio,
    a pelear para que España viva contra los que allí claman muera España.
    Narcis Gay, Diputado Provincial de Barcelona en la ceremonia de entrega de la bandera (española) al batallón de voluntarios catalanes con destino a Cuba.



    Tras la independencia a principios del siglo XIX de las posesiones continentales americanas, Cuba, Puerto Rico y Filipinas constituían los últimos restos del antaño extensísimo imperio español.

    El más importante de ellos era sin duda la isla de Cuba. La primera tierra americana en ser colonizada, había prosperado con la producción a gran escala de azúcar y tabaco, y era considerada la colonia más rica y más floreciente en manos de cualquier potencia europea. Los movimientos separatistas que habían terminado en pocos años con la presencia española en el continente, apenas habían cuajado en la isla. La principal razón resultaba obvia. Cuba era una isla esclavista. La base de la producción azucarera, y por tanto de la riqueza de la oligarquía local, era la mano de obra esclava. Miles y miles de africanos habían sido asentados en el Caribe merced a un indigno tráfico (por cierto dominado por negreros catalanes, ya lo detallaremos en alguna entrada posterior). Los criollos cubanos ante el miedo a las grandes masas de esclavos africanos, y a que la independencia pudiera derivar en algún tipo de emancipación afrocubana se lo pensaron dos veces antes de clamar por ella.

    Sin embargo, conforme avanzaba el siglo, el movimiento nacionalista cubano fue ganando fuerza. La cada vez más estrecha relación comercial de la isla con los emergentes Estados Unidos, la abolición de la esclavitud en 1.886 y la consiguiente extensión del proletariado cubano supusieron puntos de inflexión.

    Para colmo de males, en 1.882 la burguesía catalana consiguió que se promulgara la Ley de Relaciones Comerciales con las Antillas. Se trataba de una disposición proteccionista que pretendía garantizar el mercado cubano para los fabricantes peninsulares, principalmente catalanes, que por entonces tenían serias dificultades para competir con la moderna y eficiente industria norteamericana. Por esta Ley, los puertos de Cuba, Puerto Rico, y Filipinas, pasaban a ser de cabotaje y se establecía a las importaciones extranjeras un imponente arancel de entre el 40 y el 46%.



    Obviamente, para la industria textil de Cataluña resultó un negocio redondo. Las exportaciones del sector algodonero se triplicaron entre 1.891 y 1.898. Por contra, las importaciones de manufacturas exteriores en Cuba se redujeron en un tercio entre 1.891 y 1.901. Se produjo, en definitiva, un desequilibrio evidente en el que los industriales proteccionistas peninsulares fueron beneficiados a costa de los ciudadanos cubanos, cuyos intereses pasaban por el librecambismo. Quedaban obligados a pagar un sobreprecio por comprar los bienes que precisaban.

    Como cabía suponer, los efectos de la Ley de Relaciones Comerciales no se hicieron esperar. El malestar de los cubanos se reflejó en un un aumento sensible de los partidarios de la independencia. Ante esta situación, se alzaron voces razonables a favor de la concesión de una autonomía, punto clave de la cual sería la relajación de la política proteccionista. Pero tal solución de compromiso contaba con la oposición cerrada tanto de los sectores más ultras como de la burguesía textil catalana, por lo que nunca terminó de llevarse a cabo.

    En sentido contrario (y razones había para ello) el apoyo en Cataluña al mantenimiento del status quo colonial era abrumador. Ya cuando estalló la primera de las guerras de independencia cubana, la denominada Guerra de los Diez Años (1.868-1.878) se sucedieron en Barcelona las muestras de apoyo al gobierno y al ejército, incluyendo el alistamiento de un cuerpo de voluntarios. Los gastos de enganche del mismo serían sufragados mediante suscripciones populares iniciadas por la Diputación de Barcelona. En el momento en el que el Gobierno Central, partidario en aquel momento de buscar una solución negociada, trató de suspender el alistamiento, la Diputación amenazó con dimitir en bloque. El gobierno dio marcha atrás, y los jóvenes catalanes partieron a combatir a la manigua cubana, convenientemente equipados, eso sí, con las tradicionales faja y barretina del país. Fueron agasajados y despedidos por las autoridades barcelonesas entre el entusiasmo patriótico de la población. Llegados a La Habana, el dramaturgo y político Francisco Camprodon Lafont, natural de Vic, les recibiría con estos patrióticos versos en lengua catalana.


    Porti l´vent á terra lluña
    lo crit de terra germana:
    los españols de l´Habana
    saludan á Cataluña.
    Si la traició refunfuña
    esperant vencer; s´engaña:
    gent de la nostra calaña
    no agarra l´fussel en vá:
    Cuba no s´pert, ni s´perdrá
    es de España y ¡viva España!

    Los batallones de voluntarios catalanes llegarían a sumar la muy respetable cifra de 3.600 soldados. En su financiación colaborarían distinguidos miembros de la burguesía catalana como Claudio López Bru o Salvador Sañá. Y no nos extraña. Ya en 1.872 el Diario de Barcelona preguntaba sin medias tintas:

    ¿Quién consumiría lo que Cataluña produce si las Antillas dejaran de ser españolas? ¿A dónde irían nuestros vinos, nuestros aceites, los productos todos de nuestra agricultura y de nuestra industria?


    Mientras, en Cuba, los levantamientos y choques armados se sucedían, y miles de reclutas fueron enviados desde la península para intentar dominarlos. Curiosamente, la extensión de la guerra no dejó de suponer también, de rebote, un lucrativo negocio para el sector textil catalán en forma de uniformes militares. Dividendos que contrastaban sobremanera con las penosas condiciones que debían afrontar los soldados. Combatiendo en un clima tropical y faltos de pertrechos, se estima que la gran mayoría de las bajas fueron causadas por las enfermedades y las duras condiciones en las que luchaban, no por las balas enemigas.


    Aranceles Catalanes, una historia de Imperialismo Monopolista. Sam

    Caricatura patriótica aparecida en 1.896 en la revista catalana "La Campana de Gracia"
    Un amenazante Tio Sam pretende poner sus malvadas manos sobre la Cuba española

    Después de la entrada de Estados Unidos en la guerra en 1.898 la situación bélica varió por completo. La flota española fue derrotada en Cavite y Santiago de Cuba y tras algunos combates en tierra, España pidió la paz. Esta se firmaría en diciembre de ese mismo año y supondría la independencia de Cuba y la cesión a E.E.U.U. de Filipinas, Puerto Rico, y la isla de Guam.

    Tras el desastre del 98, y la consiguiente pérdida de las colonias, nada volvió a ser igual en la península. Concretamente, en Cataluña, la burguesía algodonera, resentida por la pérdida del suculento mercado cubano, se volcó hacia el catalanismo. Éste enseguida abandonó su regionalismo originario para conformar un nacionalismo mucho más radical, reivindicativo y opuesto a España. Y el apelativo "imperialista" pasó a constituir uno de los venablos preferidos dentro de su extenso arsenal de improperios hacia Castilla. Los tiempos, efectivamente, habían cambiado.




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    Mensaje por DP9M Dom Ene 14, 2018 2:57 am

    De cómo Cataluña se volvió rica y Galicia, pobre


    En el siglo XIX los aranceles proteccionistas establecidos por el Gobierno de España permitieron el despegue de la industria catalana, una apuesta que relegó a otras comunidades

    La memoria es corta. Tendemos a interpretar el pasado filtrándolo por el tamiz de lo que vemos en el tiempo presente. Si en una charla de cafetería preguntásemos cuál de estas dos regiones, Cataluña o Galicia, contaba con más población en el siglo XVIII, indudablemente la mayoría de los parroquianos nos dirían que Cataluña, pues hoy la comunidad mediterránea aventaja a la atlántica en 4,8 millones de habitantes. Sin embargo, lo cierto es que en 1787 Galicia tenía más población que Cataluña: 1,3 millones de gallegos frente a 802.000 catalanes. Los saludables datos demográficos del confín finisterrano eran además un síntoma de pujanza. En el siglo XVIII algunos pensadores ilustrados presentaban a Galicia ante otros pueblos de España como un ejemplo de sociedad bien articulada económicamente.

    Bendecida por un clima templado y con generosos dones naturales, ya bien conocidos desde los romanos, buenos amigos de su oro y su godello, entre 1591 y 1752 se estima que Galicia duplicó su población. Su éxito se basaba en una agricultura autosuficiente, que recibió un empujón formidable con la perfecta y temprana aclimatación del maíz a los valles atlánticos. Pero había más. Una primaria industria popular, cuyo mejor ejemplo era el lino. Y también, claro, los recursos de las salazones de pescado, donde tanto ayudaron empresarios catalanes; la minería, las exportaciones ganaderas, el comercio de sus puertos… Todo ese edificio gallego, tan perfectamente ensamblado durante siglos y triunfal en el XVIII, entrará en crisis súbitamente en el XIX y se vendrá abajo. Fue un colapso de naturaleza maltusiana (Galicia se torna incapaz de atender las necesidades que genera su bum demográfico) y da lugar a un éxodo de magnitudes trágicas: desde finales del siglo XVIII hasta los años 70 del siglo pasado se calcula que un millón y medio de personas huyeron de la miseria de Galicia. Buenos Aires fue durante largo tiempo la segunda ciudad con más gallegos y ese gentilicio todavía es allí sinónimo de español.

    ¿Por qué se hunde Galicia en el siglo XIX? Porque decisiones políticas externas voltean su modo de vida tradicional. La apuesta por la industria del algodón mediterránea, que será protegida con reiterados aranceles por parte del Gobierno de España, arruina la mayor empresa de Galicia, la del lino. Los nuevos impuestos del Estado liberal, que sustituyen a los eclesiásticos, obligan al campesinado a pagar en líquido, en vez de en especie, y lo acogotan. Aislado del milagro del ferrocarril, el Noroeste languidece, lejano, ajeno a los nuevos focos fabriles, establecidos en Cataluña, con su monopolio de la industria del algodón, y en el País Vasco, cuya siderurgia pasa a ser también protegida como empresa de interés nacional.

    Stendhal ante el proteccionismo

    El declive de Galicia en el XIX coincide con el espectacular ascenso de Cataluña, debido al ingenio y laboriosidad de su empresariado y a su condición de puerta con Francia. Pero hubo algo más. En su Diario de un Turista, de 1839, Stendhal, el maestro de la novela realista, recoge con la perspicacia propia de su talento sus impresiones tras un viaje de Perpiñán a Barcelona: «Los catalanes quieren leyes justas –anota–, a excepción de la ley de aduana, que debe ser hecha a su medida. Quieren que cada español que necesite algodón pague cuatro francos la vara, por el hecho de que Cataluña está en el mundo. El español de Granada, de Málaga o de La Coruña no puede comprar paños de algodón ingleses, que son excelentes, y que cuestan un franco la vara». Stendhal, que amén de escritor era también un ducho conocedor de la administración napoleónica, para la que había trabajado, capta al instante la anomalía: el arancel proteccionista, implantado por los gobiernos de España en atención a la perpetua queja –y excelente diplomacia– catalana, ha convertido al resto de España en un mercado cautivo del textil catalán, cuando es notorio que es más caro y peor que el inglés. Un premio colosal, pues no había entonces industria más importante que la del algodón, que será pronto matriz de otras, como la química. Esa descompensación primigenia, el arancel, reescribe toda la historia económica de España. A partir de esa discriminación positiva inicial, que le permite arrancar con ventaja frente a las otras comunidades, pues España era un páramo industrial, Cataluña va acumulando más y más espaldarazos por parte del Estado. Aunque también hay que ensalzar el ímpetu y la capacidad de la burguesía catalana.

    Cataluña, siempre lo primero

    La primera línea férrea de España es la Barcelona-Mataró, en 1848. Galicia contará con su primer tren en 1885, ¡37 años después! La primera empresa de producción y distribución de fluido eléctrico a los consumidores se creó en Barcelona, en 1881, se llamaba, y es significativo, Sociedad Española de Electricidad. La primera ciudad española con alumbrado eléctrico fue Gerona, en 1886. La teoría del agravio a Cataluña no se sostiene. De hecho, el resto de España todavía aportará algo más: mano de obra masiva y barata para atender a la única industria que existía, la catalana (salvo el oasis de Vizcaya).

    En el siglo XX llegaran más ventajas competitivas para Cataluña. En 1943, Franco establece por decreto que solo Barcelona y Valencia podrán realizar ferias de muestras internacionales. Ese monopolio durará 36 años. Fue abolido en 1979 y solo entonces podrá crear Madrid su feria, la hoy triunfal Ifema. Catalanas son las primeras autopistas que se construyen en España (Galicia completó su conexión con la Meseta en el 2001 y la unión con Asturias se culminó hace dos semanas). La fábrica de Seat, la única marca de coches española, se lleva a Barcelona. Otro hito son los Juegos Olímpicos del 92, un plató de eco universal, conseguido, concebido y sufragado como proyecto de Estado (o acaso cree alguien que aquello se logró y se costeó solo por obra y gracia del Ayuntamiento de Barcelona y el gracejo de Maragall). En los años noventa se completará la entrega a empresas catalanas del sector estratégico de la energía, un opíparo negocio inscrito en un marco regulado. En 1994, el Gobierno de Felipe González vendió Enagás, monopolio de facto de la red de transporte de gas en España, a la gasera catalana, por un precio inferior en un 58% a su valor en libros. Repsol, nuestra única petrolera, también pasará a manos catalanas. Los modelos de financiación autonómica se harán siempre a petición y atención de Cataluña. También es privilegiada en las inversiones de Fomento y se le permite aprobar un estatuto anticonstitucional que establece algo tan insólito como que la instancia inferior, Cataluña, fije obligaciones de gasto a la superior, España. Todas las capitales catalanas están conectadas por AVE en la primera década del siglo XXI, mientras que la línea a Galicia todavía no tiene fecha cierta y los próceres de CiU presionan que no se construya.

    Retroceso con la libertad

    Cuando llegan las libertades económicas y se evaporan los aranceles y los monopolios, España logra crear, contra todo pronóstico, la mayor multinacional textil del planeta, Inditex. Resulta harto revelador que la compañía nazca en La Coruña, en el confín atlántico, y no en la comunidad que durante un siglo largo disfrutó del monopolio del algodón y el textil. Lo mismo sucede con las ferias de muestras de Barcelona y Madrid.

    En realidad la libertad económica, unida al ensimismamiento nacionalista, sienta mal a Cataluña, acostumbrada a competir apoyada en la muleta del Estado intervencionista. Según la serie histórica de desarrollo regional de Julio Alcaide para BBVA, en 1930 la primera comunidad en PIB por habitante era el País Vasco y la segunda, Cataluña; Galicia se perdía en el puesto quince. En el año 2000 Baleares era la primera; Madrid, la segunda; Navarra, la tercera, Cataluña caía al cuarto lugar; y el País Vasco, al sexto; por su parte Galicia recortaba varios puestos.

    Las sorpresas del siglo XXI

    El corolario de esta historia es que hoy Galicia coloca sus bonos y presenta unas cuentas saneadas, mientras que Cataluña vuelve a estar sostenida por el Estado, pues su deuda padece la calificación de bono basura y se ha quedado fuera de mercado.

    Galicia ha vadeado el sarampión nacionalista (Fraga fue un disperso presidente regional, pues su gobernanza era un atolondrado ir de aquí para allá sin proyectos claros, pero tuvo una idea genialoide: ocupó el espacio del nacionalismo, creando un galleguismo sentimental e intrusivo, pero imbricado en España).

    Los gallegos saben que si un café vale 1,20 euros en Tui y 90 céntimos al otro lado del río, en Valença do Minho (Portugal) es porque formar parte de España reporta un mayor nivel de vida, y asumen que ese plus es lo que hace viable a Galicia.

    Por el contrario Cataluña, desconcertada al verse obligada a competir en el mercado abierto, desangradas sus arcas por la entelequia identitaria, se deja embaucar por los cantos de sirena de la independencia, inculcada sin descanso por el aparato de poder nacionalista, con técnicas de propaganda de trazas goebbelianas.

    España es una buena idea. La libertad, también. Y a veces, como ahora, libertad y España son sinónimos.



    Última edición por SS-18 el Dom Ene 14, 2018 3:02 am, editado 1 vez
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    Mensaje por DP9M Dom Ene 14, 2018 3:02 am

    “¿Espanyaensroba?” – El Arancel Cánovas del Castillo (IV)

    ARANCEL DE CÁNOVAS DEL CASTILLO DE 1892

    Nos vamos a referir al llamado Arancel Cánovas (1828-1897). Durante las décadas de 1860 y 1870, la industria textil catalana consigue expandirse, no en el resto de España, gracias a las externalidades generadas por la producción algodonera, como una excepción al escaso crecimiento del resto de sus sectores industriales. Sin embargo este crecimiento empieza a tocar techo durante la década de 1880, ya que el mercado interior estaba saturado y los mercados no coloniales podían acceder a productos más competitivos. La presión de los industriales textiles logró la promulgación de la Ley de Relaciones Comerciales con las Antillas en julio de 1882, a fin captar el mercado antillano en su totalidad para las industrias catalanas de bienes de consumo, añadiendo así este nuevo mercado al monopolio peninsular. Mediante esta disposición los puertos de Cuba, Puerto Rico y Filipinas pasaban a ser considerados de cabotaje y obligados por tanto a consumir dichos productos.

    La presión de los industriales textiles logró la promulgación de la Ley de Relaciones Comerciales con las Antillas en julio de 1882

    Por otra parte, los productos extranjeros ¡eran gravados con un arancel de entre el 40 y el 46%! Éste, sin embargo, sólo mantuvo satisfechos a los grupos de presión de la industria catalana “curiosamente”, hasta la década de 1890, en que se forzó el Arancel Cánovas para impedir las importaciones de textiles de otros países. La Ley de Relaciones Comerciales aseguró el mercado colonial a la industria textil algodonera hasta la derrota de 1898. Así, sus exportaciones se triplicarían entre 1870 y 1880. Por otra parte, los nuevos aranceles frenaron las importaciones de las manufacturas más competitivas del exterior, reduciéndose hasta una tercera parte en el período entre 1891 y 1901. En general, las exportaciones a las colonias crecieron a más del doble entre 1891 y 1898, correspondiendo a Cataluña (¡qué raro!)la mayor participación en ellas. Por otra parte, la desigualdad de las condiciones para el intercambio comercial entre la metrópoli y Cuba, desfavorable a ésta y que impedía el libre intercambio de productos, contribuyó a sublevar a la incipiente burguesía cubana, de modo que “fue un estímulo esencial de la revuelta que acabó con la presencia española en aquellas islas”. Fue una de las causas del comienzo de “la autonomía catalana”.
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    Mensaje por DP9M Dom Ene 14, 2018 3:17 am

    La historia de Cataluña que no cuentan los independentistas

    No debemos permitir que el tiempo borre la memoria histórica, y mucho menos todavía en la tierra en la que ocurrió todo. Murray Bookchin


    Si hay dos bandos en guerra, pero uno no sabe que lo está, el otro siempre vencerá. Sun Tzu


    Toda una generación de catalanes ha venido siendo sistemáticamente educada en una historia épica de Cataluña que se remonta a fechas tan lejanas como 1714, que muy poco o nada tienen que ver con los problemas reales que afectan actualmente a sus ciudadanos.

    La clave de lo que sucede hoy allí hay que buscarla mucho más cerca, en su pasado inmediato:



    "Como consecuencia de la conquista de Constantinopla por los turcos en 1453, el comercio catalán por el Mediterráneo se vino abajo, por lo que tuvo que reorientarse hacia el interior de la península ibérica.

    En 1836 una multitud de barceloneses destruyó y pegó fuego a la fábrica Bonaplata, una moderna empresa que, además de tejido, producía maquinaria. Aunque Barcelona ya era famosa por sus productos textiles, su auténtico desarrollo industrial comenzó hacia 1850, cuando se generalizó el empleo de máquinas de vapor en la fabricación de algodón.

    Los obreros eran explotados desde las cinco de la mañana hasta bien entrada la noche por un miserable jornal. Las tres cuartas partes del salario tenían que dedicarlas a alimentarse, por lo que, para poder sobrevivir la familia, también su mujer y sus hijos debían trabajar hasta la extenuación.

    Los obreros tenían prohibido asociarse y las huelgas eran aplastadas por las armas; persecución que arreció con el paso de los años. En 1854 se produjo una huelga general reclamando el derecho a asociarse y formar sindicatos, seguida en 1891 y 1902 por dos huelgas generales más reivindicando la jornada de ocho horas, que se tradujo en violentos enfrentamientos entre los obreros y la policía, a los que el gobierno respondió con la ley marcial y detenciones masivas.

    A menudo las huelgas se convertían en insurrecciones populares. Aunque muchas se hacían por demandas laborales específicas, otras eran estrictamente revolucionarias, y en vez de plantear reivindicaciones económicas o de mejora de las condiciones laborales, trataban de implantar un orden social distinto y más justo.

    En 1897, Cánovas, presidente del Consejo de Ministros, creador del sistema bipartidista de turnismo de conservadores y liberales, fue asesinado por un anarquista, en venganza por la muerte por tortura de varios compañeros suyos detenidos.

    En 1899, tras la pérdida de las colonias de Cuba, Puerto Rico y Filipinas a causa de la guerra con EEUU, los industriales catalanes, agobiados por los excedentes textiles, presionaron al gobierno central para lograr una bajada de impuestos y un aumento de los aranceles de importación, pero al ver que sus demandas no eran atendidas, financiaron un nuevo partido político, la Lliga Regionalista, agitando el fantasma del nacionalismo para asustar y presionar a Madrid. Ccuando, en 1907, el gobierno accedió a sus exigencias, cerrando el mercado español a la competencia extranjera, ya era tarde para dar marcha atrás, y la Lliga mantuvo la hegemonía hasta 1931.

    En 1904, con su lucha constante, los trabajadores lograron arrancar a los empresarios el descanso dominical.

    Los conflictos entre patronos y obreros explotaron con toda su crudeza en 1909, durante la Semana Trágica de Barcelona; episodio que un testigo relata así: “lo que está sucediendo es asombroso, en Barcelona ha estallado la revolución social, una sublevación popular espontánea, que nadie ha instigado ni dirigido”.

    Revolución que terminó ahogada en un mar de sangre con cientos de víctimas y 1.745 personas juzgadas por tribunales militares, que dictaron 17 condenas a muerte, de las que 5 fueron ejecutadas. El violento enfrentamiento con el proletariado durante la Semana Trágica, acercó a la patronal catalana a Madrid, subordinando la Lliga, a partir de ese momento, su posición autonomista a sus intereses de clase, asumiendo que la cuestión social tenía prioridad sobre la cuestión catalana.

    Con el apoyo de la policía y el ejército, los industriales se prepararon para una larga lucha con los sindicatos y los trabajadores, recurriendo a cierres patronales, listas negras y pistoleros contratados. El nuevo jefe de gobierno, Canalejas, inició una fuerte represión del movimiento obrero, militarizando a 12.000 trabajadores para quebrar la huelga ferroviaria de 1912, lo que le costó la vida, asesinado por un joven anarquista.

    En 1919 la Canadiense, la principal compañía que suministraba energía eléctrica a Barcelona, comenzó una huelga, que rápidamente se extendió a otras muchas empresas y dejó a la ciudad sin luz, agua ni gas, paralizándola, a ella y a las poblaciones cercanas, durante 44 días.

    Aunque el general Milans del Bosch, capitán general de Cataluña, apoyado por los industriales, proclamó la ley marcial, movilizando a los huelguistas y encarcelando a 3.000 que se negaron a reincorporarse a sus puestos de trabajo, la huelga general declarada por los anarquistas terminó con la implantación de la jornada de ocho horas, siendo España el primer país del mundo que lograba esa conquista histórica.

    Como respuesta, la patronal y el estado lanzaron una ofensiva conjunta para aplastar al cada vez más pujante movimiento obrero, aumentando los atentados anarquistas en paralelo al incremento de asesinatos de sus militantes y dirigentes. Dos ex gobernadores civiles, 300 empresarios, además de directores, capataces y policías, cayeron abatidos. El primer ministro conservador, Eduardo Dato, fue asesinado en Madrid en 1921 por tres anarquistas catalanes en represalia por el restablecimiento de la “ley de fugas” que permitía a la policía disparar a los militantes obreros detenidos cuando intentaban “escapar”.

    Los años posteriores se caracterizaron por el mortal ajuste de cuentas entablado entre los anarquistas armados y los matones a sueldo de la patronal; espiral de violencia y enfrentamientos que alcanzó una intensidad y virulencia nunca antes conocida, y que se cobró, solo hasta el año 1923, más de 900 vidas en Barcelona.

    Cifra solo superada por el levantamiento de los mineros asturianos que, secundando el llamamiento a la huelga general de 1934, fueron salvajemente reprimidos por la Legión comandada por Franco, sufriendo una carnicería, preludio de la que, corregida y aumentada, repetiría dos años después, durante la guerra civil, fruto de la sublevación militar protagonizada por él.

    Los atentados con bombas y los asesinatos, se habían erigido en moneda de cambio habitual en la lucha de clases entre sindicatos y patronos. La burguesía catalana, que propugnaba la reforma del estado para acomodarlo a sus intereses, llevaba años oponiéndose a todas las reformas sociales y exigiendo la intervención del ejército.

    El temor que sentían los empresarios catalanes a que la clase obrera, su peor enemigo, se hiciera con el poder, terminó arrojándolos, primero en brazos del dictador Primo de Rivera, y más tarde de Franco, a los que apoyaron y financiaron, porque albergaban mayor temor hacia el proletariado que hacia cualquier amenaza reaccionaria” (1).


    Con la llegada de la democracia, convenientemente pacificados y metidos en cintura los trabajadores y apaciguadas sus demandas, los empresarios catalanes se vieron con las manos libres para dirigir sus ambiciones hacia metas más altas, adquiriendo un cariz más politizado.

    Aunque a la antigua Lliga Regionalista la hayan rebautizado ahora con el nombre de CIU, continúa defendiendo los mismos intereses que antes; los que han cambiado han sido los sindicatos y partidos de izquierda que, arrojando por la borda el legado de sus antepasados, se prestan a seguirle el juego.

    Vivir para ver y ver para creer. No se puede traicionar más la historia. Haberse dejado la piel para eso. Más de uno se revolverá en su tumba.

    Si hace menos de un siglo la violencia física, y no solo la económica, regía las relaciones entre empresarios y trabajadores en Cataluña, ahora vemos como se funden en un fraternal, efusivo y solidario abrazo, sus máximos líderes, Artur Mas de CIU y David Fernández de la CUP, con todo el cariño interclasista del mundo.

    No sabemos si ese enamoramiento contra natura del partido de la oligarquía con el de los trabajadores llegará a buen puerto: lo importante es que, tanto unos como otros, forman parte ahora del mismo proyecto, y que su prioridad no es ya reducir la brecha de la desigualdad que no cesa de aumentar, sino que nadie detenga su marcha triunfal hacia la libertad de mercado.

    Y aunque no añoremos para nada los tiempos del viejo Oeste español, ni seamos partidarios de resolver las diferencias sociales a tiro limpio como sucedía apenas hace un siglo, resulta inaceptable comportarse como si aquellas hubieran desaparecido de repente por arte de ensalmo, cuando lo único que ha cambiado es que, por ser más próspera la sociedad, la suerte de los asalariados ha mejorado, a pesar de que la patronal no ha levantado el pié del acelerador, y de que la distancia entre los de arriba y los de abajo sigue siendo abismal.

    El independentismo proclama que lo que la frontera une, no lo separe la renta, o dicho de otro modo: que de la patria, al cielo. La bandera se ha convertido en una tela mágica que tapa los recortes, los despidos, los desahucios, la corrupción y lo que se tercie, poniendo una venda en las conciencias.

    Solo desde esa posición soberanista se puede entender que, mientras la izquierda española combate a Rajoy, la izquierda catalana se alíe con el presidente Mas, un neoliberal de manual que aplica las mismas políticas que Rajoy, aunque eso sí, echándole la culpa a su homónimo en el cargo para quedarse él limpio de polvo y paja.

    La izquierda catalana no es que esté desaparecida en combate (como por desgracia tantas veces le ha sucedido a lo largo de su historia), sino que está ausente, como extraviada, buscando un enemigo imaginario al otro lado del Ebro, cuando la culpa del mal reparto de la riqueza no proviene de allí, sino de un sistema social injusto del cual todos somos víctimas y que se llama capitalismo.

    La verdadera izquierda catalana no fue nunca independentista, sino obrerista, y la lucha que sostuvo, laboral, no nacional.

    Que el independentismo se haya convertido en la religión oficial de la Generalitat, se comprende; lo increíble es que haya conseguido atraer a su terreno a la izquierda, haciéndola retroceder en la historia y reduciéndola a una fuerza más que nacionalista, nacionalizada.


    (1) Murray Boockchin: Los anarquistas españoles.
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    Mensaje por DP9M Dom Ene 14, 2018 3:39 am

    La Gran Burguesía Española se divide en TRES grupos importantes etnicos. Burguesía Vasca surgida de los industriales siderurgicos, la Burguesía Catalana surgida de la industria textil y la Burguesia Castellana, nobiliaria, terrateniente , protectora militar del mercado y monopolios de la burguesía Española y el Capitalismo clientelar que surgio como centro neuralgico burcocratico en Madrid.

    La Gran Burguesía Catalana y Vasca, recurrian a Madrid para defender sus intereses tanto en la trata de Esclavos, como en aranceles , importación y exportación , incluso para reprimir sus propias revueltas obreras.

    Es falso una historia de España despegada de Catalunya y Pais Vasco y que su historia no estuviese determinada pro los intereses de la Burguesia de todo el pais. Es falso que la historia Española solo se enfoque en los intereses de la Burguesia Castellana. Es falso que el Pais Vasco y que Catalunya hayan sido regiones sometidas por España, cuando han sido los primeros y principales centros industriales del pais y han sido los beneficiarios de todas las politicas centrales del Imperio y del Estado.

    De hecho, MADRID se constituyo Capital, y no otra ciudad mas cercana a rutas comerciales, porque dentro del Capitalismo y gestion fenudal clientelar que es historica en España hasta hoy día , era el centro neuralgico para la gestion burocratica del Imperio.

    La clase obrera, de las regiones pobres de España, emigro a las regiones industriales formando las capas mas explotadas y miserables y siendo desarraigadas de su composición étnica feudal regional.

    La Burguesua Catalana ha estado apretando a la Burguesia Castellana a lo largo de la historia por favorecer su industria. Chantajeaba al gobierno central con autonomías para que se impusiesen aranceles sobre las colonias o se apretase mas el mercado interno prohibiendo la importación de manufactura extranjera mas competitiva y barata.

    A defender las ultimas colonias de España fueron batallones de voluntarios Catalanes y Vascos cuando la burguesia en las colonias se levanto contra los abusivos aranceles Catalanes. Cuando las colonias se perdieron, aqui nació el embrion del separatismo Catalanista. Ni opresion colonial sobre el pueblo Catalan, ni sometimiento de ninguna pelicula del Nacionalismo Catalanista. De hecho quien parece que actuaba como un monopolio colonial sobre el resto del Pais era Catalunya!!

    Saludos.







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    Mensaje por DP9M Dom Ene 14, 2018 3:43 am

    Un catalán dice que el proteccionismo catalán provocó la pérdida de Cuba

    El verano es un buena ocasión para leer con reposo y sedimentación. Pero la vida es corta, libros buenos hay pocos y las vacaciones pasan rápido. Una de las mejores opciones es La historia de los EEUU como jamás te la habían contado: quizás el mejor libro que se ha publicado para entender las virtudes y defectos de la nación que gobierna el mundo.

    Por el libro de Soley nos enteramos de que Buffalo Bill montó su circo en la calle Muntaner de Barcelona, o de que los indios lucharon junto a los confederados en la Guerra de Secesión, o de que Al Capone hizo grabar en su tumba las palabras “My Jesus Mercy”, arrepentido de sus crímenes. El ensayista barcelonés nos cuenta además algo que nos es muy cercano referente a la Guerra de Cuba:

    “Los estadounidenses requirieron el apoyo de los independentistas cubanos, los mambises comandados por Antonio Maceo y Máximo Gómez. Precisamente fue de éstos de quienes los independentistas catalanes copiaron su bandera [la cubana], dándose la paradoja de que los cubanos habían tomado las armas en contra de los aranceles impuestos por España a causa de las presiones proteccionistas originadas en Cataluña para garantizar el monopolio del textil catalán y que llegaban a gravar los productos textiles cubanos con un 46% de arancel. Se puede afirmar que la industrialización textil de Cataluña se hizo gracias al proteccionismo impulsado por el gobierno español al precio de provocar la revuelta cubana y la pérdida de Cuba. Los mambises que enarbolaban la que fue luego el modelo de la bandera separatista catalana en realidad luchaban contra los privilegios de Cataluña“ (p.177).

    Entre los espanyansroba y ensvolenaixafar, resulta que la malvada “Espanya” se dejó un trozo de su cuerpo en el Caribe para proteger la industrialización de nuestra tierra; es normal. Y que los pobres separatistas enarbolan la bandera de quienes causaron un grave daño a su industria textil. Cómo disfrutaría Freud parlant amb la Forcadell i en Mas.

    No lo duden y lean este verano La historia de los EEUU como jamás te la habían contado. Lo disfrutarán.
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    Mensaje por DP9M Dom Ene 14, 2018 3:53 am


    Aranceles Catalanes, una historia de Imperialismo Monopolista. Lainz-privilegio-catalan


    La intransigencia de los industriales catalanes ante las reivindicaciones autonomistas y librecambistas de los cubanos fue la chispa que prendió la guerra independentista. Y, tras el 98, pasaron en un instante del más exaltado patriotismo español al separatismo. Por ello, Jesús Laínz se atreve a poner fecha al nacimiento de la burguesía catalana, tal y como la conocemos ahora, en torno a 1898. Hasta ese momento era un grupo reducido de nacionalistas catalanes que revindicaban la lengua (y no les hacía caso nadie como ellos mismos reconocieron). Por eso, y haciendo caso a la historia, podemos pensar que la gran culpable de la rebelión cubana fue la burguesía catalana, dice Laínz:

    El factor más importante, aunque no único, fue la negativa por parte de los catalanes a conceder a los cubanos la menor autonomía administrativa y política, y la posibilidad de comerciar con quién le diera la gana. Ellos no podían vender todo el azúcar que producían a la península, porque no lo podíamos consumir los peninsulares, y se lo querían vender a los yanquis, como es lógico, que era un comercio enorme que tenían al lado. No lo podían hacer por la política arancelaria del gobierno español. La entidad que se opuso más férreamente a la concesión de autonomía política, de autonomía administrativa y de libertad de cambio a los cubanos fue el Fomento del Trabajo nacional, y la razón por la que estalla la guerra de Cuba finalmente en el 95 fue por eso, porque sencillamente se le estranguló económicamente a los cubanos para favorecer, por supuesto, no solo a la industria catalana sino la de toda la toda la península, pero los abanderados fueron siempre el Fomento del Trabajo nacional y demás entidades empresariales catalanas.

    La política proteccionista benefició durante dos siglos a una industria catalana que gozó privilegiadamente tanto del mercado nacional como del colonial. Lo curioso es que según la elaboración histórica catalanista 1714 significó el final de la soberanía catalana y el comienzo de la opresión española. Sin embargo, fue precisamente entonces cuando comenzó la prosperidad de Cataluña, que pronto se destacaría como la región más industrializada de España. Desde entonces, hasta ahora, han pasado 300 años de privilegio catalán. Momento para preguntarse quién es realmente el que roba.
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    Mensaje por DP9M Dom Ene 14, 2018 4:00 am

    Nacionalismo catalán. ¿Qué quieren?


    ÓLO quienes no conocen la historia de España pueden haberse visto sorprendidos por el resultado de las elecciones del 27-S y por la reclamación de una ruptura con un Estado que ya no garantiza el privilegio del que ha venido disfrutando la burguesía catalana desde el siglo XIX.

    Quienes nos opusimos a la definición nacional de Cataluña no lo hacíamos por un afán centralista sino por evitar las consecuencias de tamaña e irresponsable cesión. Yo no soy ni nacionalista español ni centralista. Un extremeño no le debe nada al nacionalismo español, entre otras cosas porque su territorio y sus gentes han sido víctimas de ese nacionalismo que durante el siglo XIX y buena parte del XX protegió la industria catalana y vasca y el cereal castellano en perjuicio de otros territorios que tuvieron que comprar más caro los productos españoles que los foráneos. Sólo unos ejemplos:

    "En 1869, el Arancel de Figuerola dio un paso hacia el libre comercio, reduciendo progresivamente la protección de productos nacionales hasta el 15%, lo que provocó las duras críticas de los industriales catalanes, entonces aferrados impenitentemente al nacionalismo español." (Ante la reaparición del proteccionismo en la Europa del Mediterráneo. Pedro Schwartz Girón. Mediterráneo Económico 9.)

    Pero no sólo ese proteccionismo se basó en el mercado interior. Cuba, Puerto Rico y Filipinas fueron los mercados que la industria textil eligió para sotener a una oferta no competitiva que necesitó del apoyo de dos medidas del gobierno proteccionista nacionalista español. Por la Ley de Relaciones Comerciales con las Antillas, la entrada de productos manufacturados españoles en las colonias se cargaba con un arancel del 11%, mientras que los procedentes de países extranjeros soportaban gravámenes del 46%. Ese proteccionismo fue el causante de la insurrección cubana que concluyó con la independencia de esa colonia. Esa pérdida provocó el desastre del 98 y la acentuación de la inquina de la burguesía catalana contra un Estado, el español, que no supo mantener unas colonias que significaban la única salida a una industria textil que solo subsistía con el apoyo arancelario del nacionalismo proteccionista español.

    Con la llegada de la dictadura de Primo de Rivera, las cosas en la industria volvieron a su cauce proteccionista, pues no en vano, el general golpista hizo su pronunciamiento militar desde la Cámara de Comercio de Barcelona. La dictadura hizo suyas las ideas proteccionistas de la burguesía industrial y con la Ley de Protección Industrial convirtió a España en un espacio económico muy cerrado en el que la industria del país podía trabajar sin temor a la competencia exterior. "Fue el horror al desorden y a la anarquía lo que arrojó a la alta burguesía catalana en los brazos de Primo de Rivera; hasta el punto de que puede considerarse ese grupo social como responsable del golpe de Estado, por su disposición a apoyar un defensor de la paz y del orden, tal como ellos lo entendían. Cuando el pronunciamiento tuvo lugar, Cambó -el líder de la Lliga Regionalista-, no dudó en exclamar que aquél era el único dulce que había podido paladear en un año amargo". Puig i Cadafalc lo corroboró con la siguiente frase: "La euforia con que las Cámaras de Comercio e Industria de Cataluña dieron la bienvenida al dictador fue ampliamente recompensada con paz social y con los aranceles más altos de Europa". (Hacia una comprensión de la dictadura de Primo de Rivera. Shlomo Ben Ami. Department of History University of Tel Aviv).

    Con la victoria de Franco en la guerra civil, "La burguesía catalana sería considerada por algunos sectores del nuevo régimen históricamente culpable, lo que la llevaría, por una parte, a constantes y reiteradas adhesiones al régimen y, por otra, a la renuncia de toda defensa de la identidad nacional e incluso al abandono de la propia lengua". Las manifestaciones de gratitud hacia el régimen restaurador se repetirían durante los primeros años cuarenta en todas las organizaciones patronales catalanas. El presidente del Gremio de Fabricantes de Sabadell, durante la visita de Franco a la ciudad con motivo del tercer aniversario de la liberación, llamaba a los industriales a "mostrar toda nuestra gratitud imperecedera al salvador de España", recordando que "después de Dios es al Generalísimo Franco y a su valeroso Ejército a quienes debemos la terminación de nuestro cautiverio y la conservación de nuestros hogares y la recuperación de nuestro patrimonio industrial". (Los industriales catalanes durante el franquismo. Carmen Molinero. Universidad de Barcelona). ¿Es este trato el que se desea de nuevo? ¿Es así como se sentían cómodos algunos de los que dicen sentirse incómodos en la España actual?

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