Rubio: “El FA ya no convence con propuestas y convoca a votar a partir del miedo”
18 mayo, 2018
Eduardo Rubio, diputado de Unidad Popular
Eduardo Rubio abandonó el Frente Amplio (FA) hace 10 años, convencido de que el proyecto de país que la coalición impulsó al llegar al gobierno, no era el que había defendido históricamente. El diputado de Unidad Popular (UP) criticó la carencia de propuestas del oficialismo y aseguró que “desde el punto de vista del modelo económico, la derecha no se fue nunca”. Se refirió también al trabajo de la Comisión Investigadora sobre la Administración de los Servicios de Salud del Estado (ASSE), y concluyó que el prestador público limita su desarrollo “para no perjudicar el negocio del sector privado”.
Por Magdalena Raffo
-Uno de los logros más importantes de UP en el Parlamento fue la propuesta sobre la Comisión Investigadora de ASSE, que fue aprobada por unanimidad. ¿Qué balance hace del trabajo realizado hasta ahora?
-El balance es positivo porque estamos consiguiendo resultados muy importantes. Tal vez lo negativo sea la confirmación de las denuncias. Cuando nosotros planteamos el pedido de la Investigadora, una parte del oficialismo dijo que la votaba porque estaba todo bien, había algunas fallas en la gestión que debían ser corregidas, pero estaba todo investigado y en camino de corregirse. Eso ya no lo dicen más.
En realidad, las auditorías fueron impulsadas por el representante de la oposición en ASSE [en el período pasado] y costó un tiempo conseguir los resultados. El Directorio anterior tuvo una actitud de escamotear toda la información, pero la Investigadora no solamente confirmó algunas denuncias, sino también hechos con fortísima apariencia delictiva, que van a terminar en la Justicia.
-¿A qué atribuye, después de todo este tiempo de investigación, la existencia de tantas irregularidades?
-Había falta de control, y se instaló en una parte de ASSE la idea de que había oportunidades de negocio en torno a la implementación del Sistema Nacional Integrado de Salud (SNIS), por la famosa complementación público-privada. Eso funcionó claramente en [los hospitales de] Bella Unión, Rivera, Soriano, que son los lugares que investigamos.
También hubo complicidades hacia arriba, porque muchas cosas estaban en conocimiento del Directorio. Entonces, lo que permitió que esto sucediera fue el dejar hacer, el apañar estas situaciones porque lo que importaba eran los resultados, o por respetar una distribución de acuerdo a cuota política de direcciones, de cargos de confianza, que son intocables y que impiden que el control avance –por eso nos parece importante el llamado a concurso para los directores-.
-Sin embargo, el presidente de ASSE, Marcos Carámbula, explicó a CRÓNICAS que lo que dio lugar a hechos irregulares fue la falta de un marco normativo actualizado.
-El caso de Rivera desmiente eso. El desvío de recursos del rubro estudios médicos y servicios para la contratación de personal está estrictamente prohibido, por tanto no es que faltaba normativa, sino que se violaba y no se controlaba el cumplimiento. A su vez, la ley vigente decía claramente que un director no podía contratar a su empresa, pero se hizo.
-Justamente, el nuevo Directorio llegó con el objetivo de transparentar y corregir errores como esos. ¿Conforma la decisión de Tabaré Vázquez de haber renovado a las autoridades del organismo?
-El Dr. Vázquez no tenía otra opción, encontró una excusa perfecta en la nuera de [Mauricio] Ardus, pero nadie en el mundo puede creer que un Directorio entero es removido por la contratación de una muchacha. Ya no se sostenía la situación, por tanto es lo que correspondía, aunque tal vez se hizo un poco tarde.
La actitud de los nuevos directores ha sido notoriamente distinta. Veo señales positivas y vamos a ver cómo se traducen en la práctica. A mí me convocó Carámbula, tuve una larga charla con él, mientras que [Susana] Muñiz nos insultaba por la prensa.
-Otro de los cometidos de la nueva administración es disminuir las tercerizaciones. Esto se acerca ideológicamente al planteo de UP, que directamente rechaza esa práctica. ¿Lo considera positivo?
-Acá hay un debate programático-ideológico en el que nosotros planteamos que la única manera de garantizar una salud íntegra para todos los ciudadanos por igual, es con un sistema nacional estatal y único de salud. Eso no es lo que está planteado por este gobierno, que con el SNIS se propone integrar lo público con lo privado. Hoy peleamos para que este sistema funcione de forma transparente, porque las tercerizaciones facilitan la corrupción, la mala gestión y la dilapidación de recursos.
Por otro lado, en la complementación de lo público y lo privado veo una contradicción insalvable: el sistema privado tiene afán de lucro, mientras que ASSE debe garantizarles a los ciudadanos el derecho de la salud. Cuando vos complementás una institución con fines de lucro con una que no los tiene, naturalmente hay una que pierde, y es la que no los tiene. Ahí está la falla central de este tema.
En la masa de dinero que se vuelca a la salud en Uruguay, que tenemos contabilizado que son más de 3.000 millones de dólares por año, 2.000 se los lleva el sistema privado, cuando ASSE atiende a la mitad de la población. Hay una desigualdad brutal, donde se favorece al sector privado. El SNIS es la gran base de sustentación del negocio privado de la medicina y no garantiza el derecho a la salud de las personas.
-Pero ASSE no tiene los recursos suficientes para brindar algunos servicios, según explicó a CRÓNICAS su ex gerente general, Richard Millán, y es por esto que necesita del sector privado. ¿Cuál sería la solución que ustedes plantean?
-Fortalecer a ASSE, que tiene más recursos de lo que a veces se cuenta. En Bella Unión se desmanteló el servicio público de traslados para contratar al privado, y después volvió a brindarlo ASSE. Me da la sensación de que a veces se limita el desarrollo de los recursos propios para no perjudicar las oportunidades de negocio del sector privado. Incluso me han contado que en varios lugares contratan servicios porque “hay que ayudar a la mutualista”.
“El debate por el impuesto a las jubilaciones militares fue la trágica expresión de un gobierno buscando rascar el bolsillo de donde sea para poder achicar el déficit”.
-El argumento del oficialismo es que la complementación es necesaria para que los recursos sean mejor aprovechados, porque hay zonas con muy poca gente, donde no vale la pena que haya dos prestadores brindando el mismo servicio.
-Porque parten del concepto de defensa del negocio privado de la medicina. La lógica sería que ASSE cubriera todo el territorio nacional con recursos propios, a partir de que todos los fondos que el Estado vuelca en salud, vayan para Salud Pública. Quien quiera hacer negocios con la salud privada que los haga, pero no a costa de los recursos del Estado.
-El FA alega también que ASSE no puede competir con los sueldos de los privados.
-Sí. Se plantean problemas como que no hay anestesista en tal pueblo, porque el único que hay se va para la privada, que le paga el doble que ASSE. ¿Y por qué le puede pagar el doble? Porque el Estado les da a los privados las dos terceras partes del presupuesto de la salud. Si ASSE pagara el mismo sueldo o mejor, sería el privado el que no tendría posibilidad de competir.
Este es un debate programático. Históricamente la izquierda hacía el mismo planteo que nosotros y el PIT-CNT también. Después ganó el FA e instaló el SNIS. ¿Para qué? Para no confrontar con el poder de los empresarios privados de la salud.
-El otro gran logro de UP en Diputados fue la aprobación del Plan Nacional de Vivienda Popular. ¿Cuáles son los pasos a seguir? ¿Tuvo conversaciones con el Senado para su futura votación?
-Yo noto un cambio muy importante a nivel del Senado, sobre todo desde la bancada del gobierno. Me he encontrado con una actitud mucho más abierta al diálogo, están estudiando el proyecto y plantean que están dispuestos a aprobarlo con algunas modificaciones. Ojalá que lo mejoren, pero que no le cambien la esencia.
“Lo que une al FA es la idea de mantenerse en el poder, no un proyecto de cambios”
-Pasaron 10 años desde que abandonó el FA. ¿Cómo ve al gobierno hoy?
-El modelo que impulsó el FA desde el gobierno no es el proyecto de país por el que peleamos toda la vida, sino la consolidación de un modelo neoliberal que se heredó de gobiernos anteriores, obviamente, matizando con políticas de asistencialismo social.
La bonanza económica internacional permitió mitigar algunas contradicciones que hoy están aflorando, pero no hubo un cambio estructural –la acumulación de la riqueza y la concentración de la tierra han llegado a niveles inéditos en Uruguay-. Cuando pasó la bonanza empezaron a aparecer las contradicciones que ya estaban instaladas, que se expresan en la desocupación, en la privatización de áreas estratégicas del Estado, en el incremento de la deuda.
-¿A qué se debe ese cambio que tuvo la fuerza política?
-Una cosa es estar en la oposición y otra en el gobierno, y no podemos ir contra el mundo, aunque antes nos proponíamos otro horizonte de cambio. Ese modelo se agotó y el desgaste del gobierno es claro, además de que hoy no tiene proyectos –su único plan es la tercera planta de celulosa-.
El debate del martes pasado por el impuesto a las jubilaciones militares fue la trágica expresión de un gobierno buscando rascar el bolsillo de donde sea para poder achicar el agujero del déficit, sin tocar los intereses de los grandes grupos económicos que son los privilegiados de este modelo. Por otro lado, el diputado [Darío] Pérez votando en contra de lo que votó el oficialismo es una expresión aguda de las diferencias que hay.
-También quedaron demostradas las diferencias en la discusión del TLC (Tratado de Libre Comercio) con Chile.
-Ahí hay diferencias abismales. Lo que pasa es que [un TLC] implicaría el cambio total del proyecto que defendió la izquierda históricamente, para asumir descaradamente la política neoliberal. En la historia de la izquierda vas a encontrar el enfrentamiento con los TLC, y esos virajes tan bruscos cuesta legitimarlos frente a la masa de militantes.
“El modelo del FA se agotó y el desgaste del gobierno es claro, además de que no tiene proyectos”.
Nuestra diferencia es con la cúpula que dirige, pero hay miles de frenteamplistas de izquierda que todavía tienen la esperanza de que el gobierno cambie, como lo creímos nosotros en un momento. Yo veo a un gobierno sin programa y a un partido tremendamente dividido. ¿Qué es lo que une hoy al FA? La idea de mantenerse en el poder, no un proyecto de cambios.
-Pese a todo esto que dice, el FA sigue teniendo el apoyo de la gente y liderando las encuestas después de tres períodos consecutivos. ¿Cómo lo explica?
-Los fenómenos sociales son un proceso. El FA generó una gran expectativa popular, incluso favoreció a sectores económicos que podían ser sus adversarios, gozó del respaldo de la Asociación Rural, de las Cámaras Empresariales, de las multinacionales, del sistema financiero y de la gente. Eso no cambia de la noche a la mañana, pero ahora empieza un proceso de desgaste y de inflexión en ese respaldo.
Eso se nota en las encuestas, pero también en la gente. La militancia de la izquierda históricamente era de entusiasmo, alegría, fervor; hoy eso está ausente, hay más bien un clima de desilusión. Y cuando la consigna es “votanos a nosotros porque si no, viene aquel”, es porque ya no tenés capacidad de convencer con la propuesta, estás convocando a votar a partir del miedo.
-¿Cree que el FA está dando ese mensaje?
-Claro que sí. “Si no ganamos nosotros, viene la derecha”. Pero viene la derecha tradicional, porque desde el punto de vista del modelo económico, la derecha no se fue nunca.
-Si tuviera que comparar la gestión actual con la del expresidente José Mujica, ¿qué diría?
-Esencialmente no cambió nada. No hubo un cambio sustancial en la política económica ni de inversión pública. Tal vez el gobierno de Vázquez trató de ordenar un poquito más la administración de la misma política.
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