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    República Popular de Benín

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    República Popular de Benín  Empty República Popular de Benín

    Mensaje por GagarinCCCP Jue Mayo 10, 2018 12:54 am

    Introducción

               En artículos anteriores ya he comentado la experiencia comunista en otros países africanos, como Etiopía y Mozambique. En el presente trataremos de Benín, un país del occidente africano que tuvo un gobierno marxista-leninista entre 1975 y 1990, el cual acabó cayendo por las medidas que impuso el FMI sobre el mismo, disminuyendo la calidad de vida de sus habitantes (semejante al caso rumano o yugoslavo) y por influencia de la línea reformista soviética llamada Perestroika de Gorbachov.

               Al igual que ocurre con otros países comunistas, la prensa suele utilizar cualquier noticia sin contrastar para ridiculizar esa experiencia. El caso más evidente es la noticia publicada por el diario ABC, donde se afirmaba que una gaviota fue la responsable de la destrucción de toda la aviación beninesa. La fuente de esta noticia era una obra cómica de Leland Gregory, uno de los guionistas del programa de humor Saturday Night Live.

               Conviene, por tanto, repasar la experiencia socialista de este país con las escasas fuentes que disponemos.

    Antecedentes

               El país que hoy conocemos como Benín fue el resultado de la colonización francesa sobre reinos y territorios habitados por personas de diversas etnias, como los reinos fon y los territorios de los yorubas. Francia va a incorporarse este territorio en 1883 como protectorado, incorporándose el reino de Porto Novo a su administración. En 1895 pasará a formar parte del África Occidental Francesa, constituyéndose en colonia en 1911 a través de diversos tratados con los alemanes y los británicos para delimitar sus fronteras. La zona que ocupa el actual Benín recibía el nombre de Dahomey.

               Durante este período colonial se van a forjar personalidades que van a conducir al país, en primer lugar, a la independencia, y posteriormente, al marxismo. El primero de ellos es Hubert Maga, descendiente de una familia real de Bourgou. Durante el colonialismo ocupará diferentes cargos políticos: consejero general de Atakora (1945), miembro del Gran Consejo del África Occidental Francesa (1947-1952) y presidente de la Asamblea Nacional (1957).

               En 1959, Dahomey pasará a ser un territorio autónomo de Francia, y Hubert Maga se convertirá en primer ministro, proclamando la independencia de Dahomey en 1960.

    Independencia

               Tras la proclamación de la independencia de 1960 va a surgir un período de inestabilidad política caracterizada por varios golpes de estado (siendo derrocado Hubert Maga en 1963), fraude electoral (los presidentes se turnaban cada dos años) y dos constituciones (1964 y 1972), fruto de las rivalidades de los diferentes grupos étnicos.

    Hubert Maga, líder de la independencia

               En este contexto va a surgir otra figura clave en la historia reciente de este país, como es el militar Mathieu Kérékou. Estudiante de las escuelas militares de Malí y Senegal, sirvió en el ejército beninés (habiendo servido previamente en el ejército francés) con el grado de subteniente tras la independencia en 1960, siendo ayudante de campo del presidente Hubert Maga.

               Kérékou, tras conseguir el grado de comandante, realizará un golpe de Estado el 26 de octubre de 1972, derrocando al gobierno, suspendiendo la constitución y disolviendo tanto la Asamblea Nacional como el Consejo Presidencial. A finales de este año instaurará el Consejo Nacional de la Revolución, que dirigirá el País.

    Hacia el marxismo-leninismo

               El 30 de noviembre de 1975, el presidente Kérékou renombrará al país como la República Popular de Benín, instaurando como sistema político-económico el marxismo-leninismo. El nombre de Benín viene de un antiguo reino africano situado más al Este, en el entorno de la actual Benin City, en la actual Nigeria.

    Mathieu Kérékou, líder socialista beninés

               El nuevo gobierno realizará la nacionalización de bancos y empresas petroleras. Todo ello sería la antesala de la nueva constitución del país, denominada “Ley fundamental de la República Popular de Benín”. Esta constitución no sólo se basaba en la teoría marxista, concretamente la Constitución de la Unión Soviética de 1936, sino en el pensamiento liberal de la Europa del siglo XVIII y en las estructuras indígenas tradicionales. Defiende los siguientes puntos:

    a)      Se establece que la República Popular de Benín es “un Estado revolucionario, soberano y laico” (artículo 1) que “se apoya en una amplia unión nacional de todas las clases” (artículo 2).

    b)      No alineación con las dos grandes super-potencias del momento (EEUU y URSS).

    c)      Solidaridad regional fundada en los principios de la Carta de la Organización de la Unidad Africana (OUA) y adhesión a la ONU y a su Declaración Universal de los Derechos Humanos.

    d)      Con respecto al Tercer Mundo, se posiciona en “la lucha común anti-imperialista, al lado de los países progresistas, así como de todos los pueblos y naciones del mundo, oprimidos y explotados”.

    e)      Igualdad entre las diversas nacionalidades que habitaban en Benín, con la intención de evitar los diversos conflictos relacionados con este punto: guerras étnicas (Nigeria, Zaire…), conflictos regionales (Gabón, Ghana, Guinea…), conflictos religiosos (Camerún, Mauritania, Chad…)

    En Benín van a existir diez etnias distintas, respetándose el derecho de cada una de ellas de hablar y escribir en su propia lengua, asegurándose de este modo “el desarrollo de su propia cultura”.

    f)       Igualdad de la mujer respecto al varón en los niveles “político, económico, cultural, social y familiar”. La poligamia y la prostitución van a ser ilegalizadas.

    g)      Los diputados (denominados Comisarios del pueblo) van a ser electos (artículo 32) y la Asamblea será electa cada tres años (artículo 33).

    h)      La economía estará dirigida por el Estado (industria, finanzas, comercio, transportes, etc) y la promoción de la reforma agraria (al ser Benín un país cuya economía se basa mayoritariamente en la agricultura).

    i)        Se reconoce la propiedad privada dependiendo de la extensión de la tierra (artículo 18) al igual que en la Yugoslavia de Tito, así como la producción artesanal.

    j)        Los recursos mineros, hídricos, bosques, tierras sin cultivar, se declaran bienes del Estado (artículo 19). Por su parte, los transportes y ferrocarriles estarán en manos de empresas extranjeras.

    k)      Se garantiza la libertad de expresión salvo para “lesionar los intereses del Estado, del pueblo y de la revolución” (artículo 140).

    l)        Se respeta la libertad de conciencia y de credo (artículo 12), aunque posteriormente se prohibirán las prácticas vudúes por considerar que sometían a la población en el oscurantismo. Se prohíben, por tanto, “todas las prácticas oscurantistas, creadas por la feudalidad para aterrorizar, oprimir y explotar las masas…”.

    Algunos derechos garantizados por el nuevo gobierno:

               · Derecho al trabajo.

               · Derecho a las actividades sindicales.

               · Protección y asistencia a los trabajadores.

               · Protección de los derechos de las mujeres (ej: descanso pre y post-natal, con goce de sueldo).

               · Protección y asistencia a la salud en la vejez y en caso de enfermedad o incapacidad de trabajo.

               · Derecho a la educación y formación universal, obligatoria y gratuita, creándose diversas escuelas (el 95% de la población era analfabeta).

               Los ciudadanos, por su parte, deberán pagar impuestos y hacer el servicio militar con el fin de asegurar la soberanía del país.

    Intento de golpe de Estado

             Como suele ocurrir con cualquier experiencia revolucionaria, poco después surge la contrarrevolución. En enero de 1977 habrá un intento de golpe de Estado que ha sido conocido como Operación Gamba, liderado por el mercenario Bob Denard y financiado por Francia, Gabón, Senegal, Costa del Marfil y Marruecos.

               El presidente de Togo Gnassingbe Eyademale comentó, según un periodista francés, que los mercenarios que realizaron el golpe eran blancos. Por su parte, la prensa de Benín publicó que el ejército combatió a varios “mercenarios extranjeros no identificados”. El presidente de Guinea, Seko Turé y el de Argelia, Huari Bumedian, enviaron mensajes solidarios al presidente beninés Kérékou, afirmando que el golpe había sido “un cobarde acto de intervención extranjera”.

               Por su parte, el ex presidente del antiguo Dahomey, Emile Zinsu, exiliado en París y otros once súbditos nacionalistas habían declarado de forma pública sus intenciones de derrocar al régimen revolucionario.

               Se levantó un monumento a los combatientes benineses caídos en Cotonou. Este golpe impulsó un mayor fortalecimiento del socialismo.

               La República Popular de Benín mantuvo relaciones con diferentes gobiernos socialistas. Contó con el apoyo de Guinea, Togo y Nigeria durante el intento del golpe de 1977, y también con el soporte económico y logístico de la Unión Soviética, la República Democrática Alemana, Corea del Norte y Cuba.
               De igual forma, el representante de Benín en la Cuarta Comisión de la ONU de 1977 criticó a España por su posición respecto al Sáhara Occidental, afirmando que era una política de “Poncio Pilatos” que pretende lavarse las manos.

               Cabe destacar la visita del papa Juan Pablo II en 1982, de la que apenas tenemos fotografías. Con esta visita, el presidente Kérékou pretendió conciliar a los creyentes con el nuevo régimen, tal como intentó en 1983 el presidente Daniel Ortega en Nicaragua:

               “(En Benín hay) una revolución socialista, un país que respeta a los creyentes y a los no creyentes, defiende la familia y la autonomía de la mujer y promueve la justicia y la igualdad”.

               “Viva el Santo Padre Juan Pablo II; preparados para la revolución, la lucha continúa”.

                   Resulta curiosa la descripción que hace el diario El País del salón de recibimiento que acogió a Juan Pablo II en Benín:

                   “En el gran salón de recibimiento, donde la presidencia de la revolución ofreció al séquito del Papa champán francés, jugos de papaya y de piña, había sido preparado una especie de altar en el cual, en vez de las tradicionales imágenes de los santos, destacaban grandes fotografías. Las más gigantescas eran las de Juan Pablo II. En torno a ellas, como si fueran ángeles, las fotografías de Marx, de Lenin, de Stalin, con sus grandes bigotes, y de Mao Zedong.”

    Decadencia de la República Popular

               Debido a que Benín tuvo que subsistir con exportaciones madereras y sus programas de desarrollo industrial requerían de inversión extranjera, acabó endeudándose con Occidente (al igual que ocurrió con Rumanía y Yugoslavia), decayendo el nivel de vida de la población beninesa.

               El crecimiento de la deuda externa creció de 20 a 49 millones entre 1980 y 1985, mientras que el PIB desciende de 1.404 a 1024 millones. El Banco Comercial de Benín se arruina y la reforma agraria resulta insuficiente para solventar los problemas de la deuda.

               En 1989, el gobierno beninés firmará un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) para solucionar los problemas. El FMI le hará recortar en derechos sociales: reducción en el gasto público, privatizaciones, liquidación de empresas públicas, etc. Será el inicio de la liberalización de la economía beninesa, que acabará con el modelo de República Popular en Benín.

              Estas nuevas medidas desencadenarán huelgas masivas de trabajadores, aunque serán los estudiantes los que capitanearán estos movimientos. Algunos de ellos serán encarcelados como Raphael Djegui o el estudiante de agrónomos Boniface Koundou, de cuyo caso se hizo eco Amnistía Internacional. Cabe destacar la influencia de la Iglesia Católica local en los disturbios ocasionados en este período.

               La situación de Europa del Este y la Unión Soviética era de debilidad debido a las medidas de las reformas creadas por el líder soviético Mijail Gorbachov con la Perestroika. Si bien la deriva del régimen comenzó antes, la decadencia del Bloque del Este, va a influir en la situación de Benín.

               De esta forma, el 7 de diciembre de 1989, el presidente Kérékou anuncia el fin del sistema marxista-leninista y la desaparición de la Asamblea Nacional. En su lugar, establecerá una Conferencia Nacional encargada de llevar a Benín a un sistema democrático de corte liberal. Esta Conferencia se abre el 19 de febrero de 1990, en la cual Kérékou reconoce los errores de su gobierno y afirma estar avergonzado de ellos. Se acuerda crear una nueva constitución y unas elecciones pluripartidistas.

               Esta nueva constitución será aprobada el 2 de diciembre de 1990. El nombre de Benín será conservado, aunque se abandonará el apelativo de “Popular”. En 1991, Nicephore Soglo gana las elecciones con un 63% de los votos, abandonando Kérékou la presidencia. Pese a todo, en 1996 Kérékou gana las elecciones, aunque no volverá a intentar instaurar el marxismo en el país ni a planificar la economía.

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