De agosto a esta parte hemos presenciado una aceleración de la crisis y de los tiempos del ajuste. Primero, fue el affaire de los Cuadernos Gloria. A diferencia de causas anteriores, en las que quienes se sentaban en el banquillo eran pelagatos de poca monta -como Lázaro Báez-, esta causa tiene en el ojo de la tormenta a los grandes popes de la construcción y la obra pública (Techint, IECSA, Electroingeniería y un largo etcétera). No solo eso, tiene el potencial de llevarse puesto a todos los políticos patronales, de Macri a Cristina, pasando por todos los partidos burgueses que han estado en funciones nacionales, provinciales y municipales. Como si esto fuera poco, la economía no solo no acompaña sino que agrava el cuadro. Mauricio perdió la carrera contra la deuda y la bomba que tenía entre sus manos finalmente explotó. Eso es lo que vimos hace unas semanas con la devaluación acelerada. Una vez más, quedó en evidencia que la Argentina está completamente quebrada. Este país sin deuda y sin soja, no funciona. Finalmente, es la conjunción entre la crisis económica y la causa de los cuadernos la que permite calibrar la magnitud de la crisis política que está en curso. En la medida que las dos se agudizan, se potencian. Pero que se desarrolle en toda su capacidad, es algo que no está asegurado y depende de nuestra intervención. Es una fabulosa oportunidad para empujar la crisis, que se lleve puesto a todos y desarrollar una campaña de agitación que desnude por entero el carácter parasitario de quienes nos gobiernan.
En este cuadro, ¿cómo se ha posicionado la izquierda revolucionaria? El FIT se encuentra absolutamente paralizado. Parálisis que no es nueva, pero que cada vez muestra con mayor crudeza la impotencia del trotskismo vernáculo. Luego de un largo intercambio de cartas, notas y reuniones entre las dirigencias, sucedió lo que la gran mayoría de los que contemplamos este espectáculo lamentable sin poder participar de la discusión suponíamos: nada. Los tres partidos subestimaron desde un primer momento los alcances que podía tener el escándalo de corrupción. En lugar de actuar como un elemento dinámico en la crisis, se quedaron de brazos cruzados. Reaccionaron con demora, empujados por el economicismo al que están acostumbrados, cuando se produjo la devaluación, suponiendo que explotaba ya (así, espontáneamente) un nuevo 2001. Pero la reacción finalmente fue solo una discusión (que la Asamblea Constituyente tenía que ser con poder -PO-, que tenía que ser libre y soberana -PTS-, que no tenía que ser -IS-) para resolver nada. El FIT acentúa su disputa facciosa y se dispersa. Tanto el PO como el PTS hicieron sus actos propios. IS acaba de lanzar el suyo, para fines de noviembre. A todos ellos les cabe aquello que suponen que los diferencia del kirchnerismo: esperar al 2019. En esta nota, examinamos los dos actos para ver en que medida alteran o confirman este cuadro de situación dramática.
Un acto de compromiso
Cuando aún se discutía la posibilidad de una intervención unificada del FIT, el PO pretendía correr por izquierda al resto de los partidos del FIT. Por un lado, recalcaba “la necesidad de realizar un acto inmediato en la Plaza de Mayo para intervenir en la situación actual, con su réplica en las provincias y principales ciudades del interior.”i Parecía entonces reconocer la urgencia y la importancia que la situación ameritaba. Por el otro lado, hacía gala de un posicionamiento más abiertamente crítico del kirchnerismo (al que llegó luego de varios vaivenes), defendiendo como consigna “Fuera Macri y todo el régimen corrupto de kirchneristas, pejotistas y macristas”. Sin embargo, al momento de salir a la cancha, borró con el codo lo que venía escribiendo con la mano.
Si el PO fuera coherente con sus planteos anteriores debería haber hecho una convocatoria abierta al resto de la izquierda. Si el PTS e IS quieren dejar pasar la crisis, que lo hagan. El punto es que en realidad el PO tampoco quiere actuar. Corrido por el Acto de Argentinos Juniors del PTS, largó su propia convocatoria con consignas mucho más moderadas que las que pretendía agitar en su momento: “Derrotemos el ajuste de Macri, los gobernadores y el FMI”, “Fuera Macri” y “Asamblea Constituyente”.ii El kirchnerismo ha desaparecido. Ahora todo se reduce a Macri y a los gobernadores. Los legisladores K que votan todas las leyes de Cambiemos, los sindicalistas K que pactan la tregua, la propia Cristina que sentó las bases del ajuste que ahora empuja Mauricio, bien gracias.
Inicialmente proyectado para el sábado 29 frente al Congreso de la Nación, el acto se pospuso por razones climáticas y terminó realizándose la semana siguiente, el viernes 5. La asistencia fue más bien escasa, inferior al millar. Los más de siete mil asistentes que acusa el POiii son un verdadero delirio, y cualquiera que haya estado allí lo sabe. Solo se ocupó la cuadra de Entre Ríos frente al Congreso, y muy holgadamente. El grueso de ese número fue aportado por el Polo Obrero, lo que se notó en el discurso de cierre, cuando pasadas las 20hs los compañeros se empezaron a retirar para volver a los barrios. Los últimos minutos del discurso de Romina Del Pla tuvieron como auditorio la mitad de los asistentes iniciales.
Cuatro fueron los oradores: Néstor Pitrola, Julián Asiner, Alejandro Crespo y Romina del Pla. Como se ve, un acto con “los trabajadores, las mujeres y la juventud”. Mientras que Asiner realizó una crónica y celebró la lucha universitaria, tanto estudiantil como docente, Crespo reparó en la necesidad de reagrupar las fuerzas sindicales por medio de la coordinación de las luchas para derrotar a la burocracia y al ajuste. Los discursos más sustantivos, sin embargo, fueron los de Pitrola y Del Pla. Tanto uno como el otro desplegaron las consignas convocantes del acto. En primer lugar, plantearon el “Fuera Macri”. Como dijimos, esa consigna deja intactas a todas las demás variantes patronales, en particular el kirchnerismo que debería ser el principal foco de ataque. Apuntar todos los cañones a Mauricio es una forma de construcción mancomunada con Cristina. A tal punto es así, que Pitrola tuvo que aclarar:
“nuestro fuera Macri, no es cualquier fuera Macri. Quien no comprenda que Argentina es un emergente de la crisis capitalista internacional, podrá guitarrear sobre el modelo, como hacen pejotistas, kirchneristas y centroizquierdistas, pero jamás ofrecer una salida para la mayoría trabajadora.”iv
Pero si seguidamente no se desnuda el verdadero carácter del kirchnerismo ni se elabora una consigna que nuclee a “pejotistas, kirchneristas y centroizquierdistas”, que no es otra que el “que se vayan todos”, no hay delimitación. En efecto, no se traza una raya de clase entre la clase obrera y sus verdugos K. Toda la crítica a este es que en caso de volver, seguiría gobernando con el FMI y pagaría la deuda. Pero eso finalmente es una cuestión menor. Si bien es un escenario improbable, un virtual gobierno kirchnerista con precios de soja alto, podría subsistir sin deuda. ¿Qué haríamos entonces? Nada, habríamos simplemente reforzado la reconstrucción de Cristina. A todo el universo K hay que denunciarlo como lo que es, una variante burguesa idéntica al macrismo. Tan ajustadora y represora (y probablemente más corrupta) que el macrismo. No son un elemento accesorio en la crisis ni son, en consecuencia, un elemento accesorio en una estrategia revolucionaria. El kirchnerismo, como ilusión reformista para la clase obrera, es nuestro principal enemigo. Hay que animarse a decirlo frontalmente.
Seguido a esto, se planteó lo que sería una “salida de poder”: la famosa “asamblea constituyente”. Lo que sigue sin entenderse de esta propuesta es cómo los compañeros piensan que van a imponer allí su programa, habida cuenta que, como indican las encuestas, buena parte de la clase obrera sigue considerando a Macri como opción, otro tanto se reparte en candidatos burguesas y una ínfima minoría mira a la izquierda. Al igual que en todas las elecciones pasadas, el 95% de la población le dio la espalda. Cuesta creer que esto cambie de un día a otro, sin hacer nada diferente. Incluso, por más que se vaya Macri y se desplomen todos los demás partidos patronales, nada asegura que, en el instante de la Asamblea, las masas se vuelvan socialistas o “tiendan puentes” hacia ello. Hay una tarea enorme de agitación socialista por delante, y es una tarea que debe empezar hoy.
Cómo piensa imponerse esta Asamblea es algo que tampoco se desarrolló. No hay un plan de lucha consecuente para lograrlo, e incluso aquí también se patea la pelota para adelante porque lo único que se propone es un “congreso de bases” de las centrales sindicales y un paro que desemboque en la huelga general. Pero, los compañeros no son tontos, saben que la burocracia no va a tomar la iniciativa. ¿Entonces? ¿Qué hacemos? Esperar, parece sugerir el PO. En definitiva, no ofrecen ninguna “salida de poder”, sino que la posponen.
Finalmente, Pitrola llamó a un relanzamiento del FIT como elemento para intervenir en la crisis:
“somos constructores de una política, que es que la izquierda revolucionaria sea un polo político de independencia de clase en todos los planos y esa es la función que asignamos al Frente de Izquierda, por eso hemos batallado para que intervenga en la crisis como polo en cada frente y como alternativa política planteando un acto en junio, otro en julio y otro ahora en el marco de una campaña política nacional para transformarlo en actor político de la lucha para acabar con el gobierno Macri y sus socios. Quienes rompen el frente único de clase en los movimientos de los explotados le cortan las alas a la izquierda. Y nosotros estamos para volar hasta el final, hasta el gobierno de los trabajadores.”
Sin embargo, no esbozó ninguna propuesta concreta sobre qué hacer con quienes rompen el frente único, habida cuenta que ya fueron bloqueadas varias iniciativas de acción del FIT. Quizás sea tiempo de dejar de tropezar con la misma piedra y “sanear” el frente. De todos modos, con ello tampoco alcanza. La magnitud de la crisis amerita una acción unificada del conjunto de la izquierda revolucionaria.
Párrafo aparte, merece la composición del palco sindical que acompañó el discurso de Crespo. Junto con él, subieron al escenario 29 trabajadores del PO. De ellos, dos secretarios generales de sindicato (SUTNA, AGD-UBA), uno secretario general de seccional (SUTEBA Ensenada, aquí podríamos agregar a Del Pla, que no subió pero ocupa ese mismo cargo en SUTEBA La Matanza), siete miembros de comisiones directivas (FOETRA, Ademys, Sipreba, Sutna, Sitraic y Suteba), cuatro miembros de comisiones internas (ATE y Gráficos) y ocho delegados (ATE, APUBA, Alimentación, UOM, Subte, Papeleros). El resto, trabajadores sin representación gremial conquistada en sus lugares de trabajo o integrantes de frentes del partido (por ejemplo, tres dirigentes del Polo Obrero). Está claro que este palco no agota por entero la inserción sindical del partido, pero es un botón de muestra muy representativo. Como se ve, el grueso se concentra en docencia, estatales y un sindicato chico, pero que es la panacea del trotskismo que gusta del obrero con overol, el SUTNA. No es despreciable, pero esto es lo que se ha ganado en 50 años.
En definitiva, el acto del PO no ha sido más que una respuesta forzada en el marco de las disputas inter-FIT. Como el PTS picó en punta, su principal socio no podía quedarse detrás. La baja convocatoria para las fuerzas del PO y la elección de un espacio a cielo abierto en lugar de estadio, ponen en evidencia que más que una demostración de fuerzas de cara a las contiendas internas, se trató de un acto de compromiso. Eso se confirma al examinar las propuestas y consignas allí esbozadas: ninguna de ellas se sale de lo que el partido viene anunciando, ni tampoco el propio acto se plantea como puntapié de una campaña para conquistarlas. Basta con ver que se proclama la Asamblea Constituyente pero no se desarrolla ningún plan de lucha para imponerla. En definitiva, el PO puede achacarle el inmovilismo del FIT al PTS, pero lo cierto es que el propio partido de Altamira es parte del problema.
Solo palabras
El PTS convocó el sábado 6/10 en el Microestado Malvinas Argentinas a su militancia de Gran Buenos Aires, Capital Federal, Rosario y La Plata. Esto fue acompañado de actos simultáneos en seis puntos (Córdoba, Tucumán, Jujuy, Neuquén, Bahía Blanca y Mendoza). La semana previa hubo una importante campaña de prensa (curiosamente, en las que colaboró notablemente Página/12 y C5N) al estilo del muñeco de ventriloquía Gabbo de Los Simpsons, en donde se informaba que en el Microestado se haría “un importante anuncio que puede cambiar el escenario del conjunto de la izquierda argentina”.
La asistencia fue en promedio de 2500 personas. Si a eso le sumamos la concurrencia de los demás actos (desconocemos el nivel de asistencia en Bahía Blanca, porque de allí no se publicó ni una sola foto, lo que ya es todo un dato…), estaríamos promediando los 3000 asistentes. Visto en perspectiva, y comparando con el acto de 2014 en el mismo lugar, no se percibe un crecimiento sustantivo.
El acto contó con una docena de intervenciones, casi todas precedidas de un videoclip del orador en cuestión participando de asambleas, cortes y medidas de luchas, todos ellos con una impronta excesivamente personalista, solidaria con la política del PTS de diluir el partido en figuritas (“Nico y Myriam”). Abrió Myriam Bregman, para luego seguir Raul Godoy; Martín “Ruta 8” Arista; Noel Argañaraz; Brenda Hamilton e Irene Gamboa; Laura Marrone (saludo por IS); Marcelo Ramal (saludo por PO); Trabajadores de Hospital Posadas, Mineros de Rio Turbio y Telam; Alejandro Vilca; Noelia Barbeito; José Montes; y, finalmente, el cierre a cargo de Nicolás Del Caño. Veamos que se dijo en los discursos más importantes, los de apertura y cierre.
Myriam saludó a los “compañeros, compañeras y compañeres” y arrancó su discurso recordando el asesinato de Santiago Maldonado y Rafel Nahuel. Nada de Julio López ni Mariano Ferreyra, ningún muerto de Néstor y Cristina. Así arrancamos. Siguió con el asunto Brasil, defendiendo a Lula (pues se debe “defender el derecho del pueblo a votar a quien quiera”) y colocando al PT en el campo de la izquierda:
“aún si ganara el PT, ni siquiera podrá llevar adelante, ante esta situación, las tibias reformas de los gobiernos anteriores. Será un gobierno rehén del capital financiero, del Poder Judicial golpista y de los militares. Esto sucede cuando se quiere reemplazar la lucha de clases en las fábricas, en los colegios y en las calles por una lucha meramente electoral.”v
Una crítica muy tibia, que pone el eje más en los métodos (la lucha electoral por sobre la “lucha de clases”) y termina fijando un enemigo común (capital financiero, poder judicial, militares). Para los compañeros, pareciera que no se trata de un partido burgués, que ajustó y masacró trabajadores cuanto pudo. La misma crítica, exclusivamente “táctica”, le hizo al kirchnerismo: “No podemos esperar sentaditos a octubre de 2019 para que venga algún salvador o alguna salvadora, como quiere el kirchnerismo”.
Luego siguió explicando la misma propuesta que hiciera el PO (pero que, a su vez, fue el desacuerdo para impedir un acto de conjunto), la Asamblea Constituyente. Hay que reconocer que los compañeros son más sinceros que el PO y reconocen que se trata de una salida “democrática” a la crisis:
“Ustedes saben que nosotros peleamos por un gobierno de trabajadores y trabajadoras, en ruptura con el capitalismo. Pero hoy, cuando las mayorías populares confían en los mecanismos de la democracia representativa, proponemos y peleamos por esta salida, mucho más democrática, para impedir que un nuevo saqueo arrase el país.”
Curioso. Gente que nos ha acusado de estalinistas, haciendo pasar una salida democrática y etapista a la crisis (“gobierno en ruptura con el capitalismo”, defensa de la democracia burguesa) como una consigna “transicional”…
Por su parte, Del Caño se abocó de lleno a denunciar el ajuste que “Macri y el FMI están llevando” en favor de “especuladores, terratenientes y exportadores” (la burguesía seria, la “productiva”, parece que no…), con la complicidad de los “gobernadores de Cambiemos, del peronismo y, por supuesto, a los Pichetto y a los Massa” (el kirchnerismo parece que no… solo se le achaca el no haber superado el “atraso” y la “dependencia” cuando fueron gobierno).vi Como si todo esto fuera poco, explicando el carácter de la crisis señaló “¡La crisis es por el pago de la deuda! ¡Por la fuga de capitales!”. Es decir, es todo un problema de administración, del personal político. En sentido estricto, para el PTS no hay una crisis del capitalismo argentino.
Dicho esto, pasó a esbozar tres propuestas. Primera, la Asamblea Constituyente para “levantar un plan de emergencia”. Segunda, coordinar las luchas de todo el activismo en un plan de lucha nacional que derrote a “Macri, el FMI y los gobernadores”. Tercero, la que develaba el misterio de la convocatoria: “poner en pie un gran partido unificado de la izquierda, de los trabajadores y las trabajadoras que levante un programa anticapitalista y socialista.” ¿Cómo lo construimos? ¿Cuándo empezamos? ¿Con quienes discutimos? ¿Con qué programa? No sabemos.
Finalmente, veamos la composición de representantes obreros del palco del PTS. De los 36 integrantes que subieron al escenario, 26 lo hicieron en calidad de dirigentes obreros. Sin embargo, la mitad de ellos eran trabajadores sin representación en sindicatos y/o referentes de conflictos que se perdieron y culminaron con despidos. De los restantes, seis pertenecen a Comisiones Directivas de sindicato (Subte, Suteba, Sutna, Foetra, Cicop), dos de comisiones internas (ATE), cinco delegados (ATE, UOM, Aeronáuticos, Cresta Roja) y ninguna conducción de ningún gremio. Se entienden así los berrinches y la negativa del PTS a participar del Plenario Sindical Combativo, pues con esta composición hubiese quedado en un lugar subalterno. Si se lo compara con el PO, se observa una inserción menos extensa, pero a su vez otro dato salta a la vista: la izquierda está metida en los mismos gremios, compitiendo entre sí: docencia, neumáticos, estatales, subterráneo, fundamentalmente.
En síntesis, si se lo mira bien, se trató de un acto propagandístico para posicionar a los referentes del partido en la contienda electoral y en la pelea interna del FIT. De cara al exterior, el PTS juega a ganar simpatías presentándose como el impulsor de lo que es una idea con cierto arraigo: la izquierda se tiene que unir. Sin embargo, ciertos elementos hacen dudar de la honestidad de tal propuesta. Ninguna organización de izquierda estaba al tanto de la propuesta, el partido de Del Caño prefirió lanzarlo públicamente antes de construir acuerdos previos. A una semana de la propuesta, no ha convocado absolutamente a ninguna reunión ni ha dado mayores precisiones. Incluso, cuando ya varias organizaciones se pronunciaron a favor (NMAS, MST, CS). Ahora, acaba de despacharse con una nota en la que invitan a los interesados llamar al Chipi. Muy serio todo…
Pongamos fecha
Ojalá nos equivoquemos, y el PTS albergue intenciones reales de poner en pie un partido unificado de toda la izquierda revolucionaria. Nosotros saludamos esa propuesta, que hemos sostenido desde la hora cero en que se conformó el Frente de Izquierda y de los Trabajadores, y que significó nuestra expulsión de la Asamblea de Intelectuales. Si realmente los compañeros tienen la vocación de llevar adelante su anunció, es necesario poner urgentemente fecha, hora y lugar para una reunión con las direcciones de todos los partidos revolucionarios que quieran formar parte de la discusión. Para comenzar a preparar allí un gran congreso de unificación, que procese los debates necesarios para la construcción de la nueva organización. Como ya explicamos en un comunicado,vii debe ser un partido con libertad de tendencias y fracciones, y que nuclee a las fuerzas decididamente socialistas. No podemos poner en pie un frente popular, ni coquetear con partidos patronales o ligados al papa. Lo que tenemos que construir es un partido socialista revolucionario.
No hay tiempo que perder, la crisis reclama una intervención unificada que coloque a la izquierda como una alternativa real para las masas. Pongamos fecha, hora y lugar. En la promesa del partido unificado está el camino para superar la impotencia. En caso contrario, veremos la crisis resolverse delante de nuestros ojos, con más capitalismo y barbarie, y habremos perdido una oportunidad histórica.
Notas
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