El sabotaje de la revolución, línea general de los revisionistas
publicado en diciembre de 2018 por Bitácora Marxista-Leninista
el texto original lleva por título: Acerca de algunos problemas actuales de la lucha del PTA contra el revisionismo moderno
Agim Popa y Vangjel Mosiu
revista Albania today Nº 5, año 1984
«Otra dirección que siguen los revisionistas modernos para negar la necesidad de la revolución, del derrocamiento revolucionario de la burguesía, de la destrucción de la máquina del estado burgués y de la instauración de la dictadura del proletariado es la prédica de las tesis del XX Congreso del PCUS y de los eurocomunistas sobre el llamado tránsito «pacífico» y «democrático» al socialismo, mediante la vía parlamentaria y reformista, en el marco del legalismo burgués y de las constituciones burguesas. Pero en estas tesis ya conocidas de los revisionistas se halan también nuevos matices.
En sus actuales prédicas ha cobrado una amplia difusión especialmente la idea de que en ningún país, incluyendo los países capitalistas desarrollados, se plantea directamente la tarea de derrocar a la burguesía y pasar al socialismo. Mientras que los revisionistas chinos difunden el punto de vista de que la cuestión de la revolución no se plantea en absoluto en nuestra época, porque, pretendidamente, no existe en el mundo una situación revolucionaria, los revisionistas soviéticos y sus adeptos, y también los eurocomunistas, se han presentado con la tesis de que el camino hacia el socialismo en los países capitalistas desarrollados pasaría por una fase intermedia, la denominada «democracia antimonopolista».
«La perspectiva de una amplia ofensiva contra el poder del capital [escriben los «teóricos» soviéticos] ha encontrado expresión teórica en el concepto de la democracia antimonopolista, elaborado por el movimiento comunista». ( Problemi mira i socializma, N° 2, 1983, pág. 51)
Los revisionistas germano occidentales han incluido en su programa la «democracia antimonopolista», entendiendo con ella:
«Un período de transformaciones radicales, cuando la clase obrera y las demás fuerzas democráticas tienen una fuerza política e influencia parlamentaria tan grande como para formar un gobierno de coalición que represente sus intereses comunes». (Ibídem, N° 2, 1983, pág. 53)
Puntos de vista similares propagan los revisionistas también en Austria, Francia, España, Gran Bretaña, Canadá, Brasil, Grecia y otros países.
Ahora bien, ¿qué representa esta «democracia antimonopolista», cuáles son su contenido y su papel? De los escritos de los revisionistas se desprende que las características principales de esta «democracia antimonopolista» son:
Primero, la negación de la revolución violenta como ley general para derrocar el poder de los monopolios capitalistas y acabar con el dominio de la burguesía, y la prédica de su separación del poder en favor de la clase obrera y de las fuerzas democráticas en formas y con medios pacíficos.
«Teniendo presentes estas perspectivas de marchar hacia el socialismo a través de la etapa de la democracia antimonopolista [declaran los revisionistas austríacos], esperamos poder alcanzar nuestro objetivo sin lucha armada en la forma de guerra civil». (Komunist, N° 3, 1983, pág 93)
Los revisionistas franceses hablan de:
«Transición objetivamente posible al socialismo por medio de un proceso democrático y pacífico de acumulación diaria de fuerzas y de una serie de avances mayoritarios, concientes y voluntarios, (…) en otras formas diferentes de la violencia armada, contra el dominio del capital y la hegemonía de la gran burguesía monopolista». (La nouvelle revue i1liternC1ltionale, N° 12, 1983, pág. 136)
De transición pacífica hablan igualmente los revisionistas griegos, brasileños y otros.
Huelga argumentar aquí que la negación de la revolución violenta y la prédica de la así llamada transición pacífica al socialismo mediante la «democracia antimonopolista» o en otra forma, significa, de hecho renunciar a toda lucha verdadera por el socialismo, especialmente en nuestra época, caracterizada por el militarismo y el crecimiento sin precedentes del aparato represivo militar-policial de la burguesía.
Segundo, la idea de la «democracia antimonopolista», predicada por los revisionistas en nuestros días, es la idea del abandono de las enseñanzas de Marx y Lenin sobre la necesidad de destruir el aparato estatal burgués y de reemplazarlo con el estado de dictadura del proletariado. Mientras declaran que la llamada «democracia antimonopolista» significa un cambio radical de las relaciones del poder, predican la conservación y la utilización de las instituciones del estado burgués supuestamente en interés de la clase obrera, con el supuesto fin de desplazar a los monopolios capitalistas de la dirección del estado, etc. Del mismo modo, los revisionistas soviéticos hablan sobre la posibilidad de que:
«La clase obrera y el movimiento democrático ocupen importantes posiciones en el propio sistema político burgués, incluyendo las instituciones del poder estatal». (Probiemi mira i socialhzma, N° 2, 1983, pág. 48)
En el mismo sentido, los revisionistas británicos proclaman como su objetivo el:
«Modificar la estructura de las relaciones de poder transformando una serie de instituciones estatales, a fin de que sirvan al poder de la clase obrera». (Ibídem, N° 4, 1983, pág. 49)
Tercero, la idea de que la así llama democracia antimonopolista presupone y encarna la conocida tesis de los revisionistas modernos sobre la «vía democrática, parlamentaria» de tránsito al socialismo, según la «voluntad de la mayoría», en el marco de la ley burguesa y de las constituciones burguesas.
«Pensando en asegurar un nuevo poder estatal [escriben los revisionistas británicos], nosotros, de acuerdo con el programa del Partido Comunista de Gran Bretaña, vemos este camino en la lucha democrática, que tiene por objetivo limitar el poder del capital monopolista»». (Ibídem, N° 4, 1983, pág. 49)
Los revisionistas germano occidentales dicen aún más abiertamente que, en las condiciones de la crisis actual, que ha desengañado a las masas con respecto a los partidos burgueses y socialistas:
«El papel y la responsabilidad del partido marxista de la clase obrera (...) es afirmarse ante los electores decepcionados por las elecciones». (Ibídem, N° 2, 1983, pág. 28)
A su vez, los revisionistas griegos difunden entre las masas la ilusión de:
«Estimular, mediante los esfuerzos de los diputados comunistas en el parlamento, la lucha por la liquidación de la omnipotencia de los monopolios y el establecimiento del control sobre ellos con la participación de la clase obrera». (Ibídem, N° 8, 1983, págs. 48 y 49)
Y otras cosas de la misma índole.
En medio de todo esto asoma la cabeza la tesis oportunista de que la marcha hacia el socialismo se llevaría a cabo mediante la ampliación cuantitativa de la democracia burguesa, esto es, pasando por la fase de la «democracia antimonopolista» como la denominan hoy, y que, por consiguiente, la revolución y el derrocamiento de la burguesía por medio de ésta son del todo superfluos. Lo que hoy se denomina fase de «democracia antimonopolista» equivale a la tesis proclamada por los eurocomunistas españoles de S. Carrillo, según la cual
«La democracia política y social no es una tercera vía, ni capitalista ni socialista; es una etapa transitoria entre el capitalismo y el socialismo». (Citado en: Enver Hoxha. Eurocomunismo es anticomunismo, ed. en alb., pág 150)
Cuarto, la vía de la «democracia antimonopolista», predicada por los revisionistas en nuestra época, es la vía de las reformas en el marco de las relaciones capitalistas, que circunscribe la lucha de la clase obrera a unas cuantas demandas del momento, rechazando y postergando para un futuro incierto y lejano el objetivo final -el derrocamiento de la burguesía, la instauración del socialismo-, y que, en definitiva, pretende el normal funcionamiento y el perfeccionamiento del régimen burgués, su salvación de las dificultades de la crisis y de toda acción revolucionaria.
Los revisionistas canadienses propagan la ilusión de que, sin derrocar a la burguesía ni instaurar la dictadura del proletariado, sin liquidar las relaciones capitalistas de producción, es posible la nacionalización de las ramas clave de la economía en las condiciones de un control democrático, que permitiría al:
«Gobierno democrático antimonopolista» controlar efectivamente toda la vida económica, garantizar un desarrollo nacional equilibrado, redistribuir la renta nacional en interés de la clase obrera y de los trabajadores por medio de reformas fiscales democráticas, el alza de salarios, la reducción de la jornada de trabajo, el desarrollo general de los seguros y los servicios sociales en interés de los trabajadores, etc. (Problemi mira i socializma, N° 6, 1983, págs. 25 y 26.)
El PC de Francia, que formaba parte de la coalición gubernamental con los socialistas, habla de la realización, a través de la actividad de la mayoría parlamentaria, de «reformas de la estructura», como la ampliación y la democratización dél sector social y nacional, la consolidación de las libertades y derechos de los trabajadores; habla de aplicar nuevos criterios de dirección con la directa participación de los trabajadores, de utilizar los valores «fuera de la lógica del beneficio», de que Francia siga una política consecuente, a favor de la liberación nacional de los pueblos y del progreso económico y social de los países en vías de desarrollo, etc. Precisamente esta línea ha empezado a ser aplicada en el país, según afirman los revisionistas franceses (Vease: Problemi mira i socializma, N° 5, 1983, pág. 72 y La nouvelle revue internationale, N° 12, 1983, págs. 139 y 140).
Refutando las tesis oportunistas y contrarrevolucionarias de los revisionistas modernos en relación con la transición del capitalismo al socialismo, el camarada Enver Hoxha, en el VIIIº Congreso del PTA de 1981, subraya:
«Las prédicas de los eurocomunistas sobre el estado capitalista supraclasista, sobre la democracia para todos, sobre el camino pacifico, parlamentario, democrático hacia el socialismo, sobre las reformas estructurales en el marco de la Constitución burguesa. etc., tienen un solo objetivo: sabotear la revolución, defender y perpetuar el orden capitalista». (Enver Hoxha; Informe en el VIIIº Congreso del Partido del Trabajo de Albania, 1 de noviembre de 1981)
Y añade:
«Cuando los revisionistas luchan por formar parte de los gobiernos burgueses, lo hacen no por arrebatar el poder a la burguesía, no para liquidar el orden capitalista, sino para defenderlo de la revolución y para asumir ellos mismos la administración de los asuntos de la burguesía. Pretenden sustituir en ese papel a la socialdemocracia, comprometida y desacreditada ya ante las masas como servidora descarada de la burguesía». (Enver Hoxha; Informe en el VIIIº Congreso del Partido del Trabajo de Albania, 1 de noviembre de 1981)
Precisamente ésta es, de hecho, la esencia de la consigna demagógica de la «democracia antimonopolista» que los revisionistas modernos predican en la presente época como alternativa y como perspectiva.
Teniendo en cuenta que la asunción de la administración de los asuntos de la burguesía todavía es para los revisionistas solamente una perspectiva del futuro, la consigna de la «democracia antimonopolista» les sirve asimismo para justificar sus alianzas carentes de principios con la socialdemocracia y hasta con los partidos burgueses de derecha, presentándolos como fuerzas antimonopolistas, antiimperialistas, democráticas, progresistas e incluso como sostenedoras de la transformación socialista de la sociedad. El acercamiento y la alianza en primer lugar con la socialdemocracia es parte constitutiva e inseparable de toda la lógica y la estrategia de los revisionistas en relación con la vía «pacífica», «democrática», parlamentaria y reformista hacia el «socialismo», en particular atravesando la etapa de la «democracia antimonopolista», que será lograda, según dicen, con los esfuerzos mancomunados de todas las fuerzas democráticas y progresistas, con la «voluntad de la mayoría», etc.
Omitiendo toda experiencia histórica, los revisionistas modernos se han aproximado cada vez más a las posiciones de la socialdemocracia, y los partidos revisionistas se han transformado de hecho en partidos socialdemócratas con ropajes «comunistas». Han formado parte de gobiernos socialistas, como en Francia, o tratan de formar coaliciones gubernamentales con los socialistas, como fue el caso de la denominada «alternativa democrática» de Berlinguer en Italia. Independientemente de las contradicciones y rivalidades entre los revisionistas y la socialdemocracia, de las «criticas» que se hacen mutuamente, los revisionistas en países como Francia, Grecia, España, Italia, la RFA y otros propagan entre las masas ilusiones sobre los socialistas y los socialdemócratas, como si éstos velaran por los derechos de los trabajadores, tratando además de hacer creer que se puede colaborar con ellos para limitar y golpear el poder de los monopolios, que, encabezando gobiernos en tal o cual país, los socialistas siguen o pueden seguir una supuesta política interna y externa en interés de las masas populares del país y del desarrollo progresivo de la sociedad, así como de los pueblos de otros países, etc. (En relación con esto véase: Problemi mira i socializma, N° 5, 1983, págs. 72 y 73; N° 8, 1983, págs 51 a 65)
De este modo, los revisionistas se han convertido en sostenedores de la táctica de la burguesía y del imperialismo para una reanimación del papel de la socialdemocracia y para ponerla a la cabeza de los gobiernos burgueses de distintos países en las condiciones de la grave crisis actual que ha apresado al mundo capitalista, como un instrumento para evitar el peligro de la revolución.
Las actuales prédicas de los revisionistas modernos prueban que el imperialismo, la burguesía, la socialdemocracia y los revisionistas modernos, tal como señala el camarada Enver Hoxha:
«Se han puesto a buscar un modus vivendi, una «sociedad nueva», híbrida, para apuntalar el sistema burgués capitalista, evitar las revoluciones y continuar oprimiendo y explotando a los pueblos, con nuevas formas y métodos». (Enver Hoxha. El imperialismo y la revolución, 1978)
Sus puntos de vista acerca de la sociedad socialista son conocidos y no representan nada nuevo. Ante todo, niegan las leyes generales y los rasgos fundamentales de una verdadera sociedad socialista y predican los «socialismos específicos», de: «diferentes colores», que significa la omisión del único color justo, el que impone la dictadura del proletariado, socializa los medios de producción y desarrolla las fuerzas productivas hasta superar la ley del valor, la producción mercantil y por tanto, las bases materiales de la división de la sociedad en clases y del Estado. Es decir el socialismo científico, marxista-leninista. Esto ha sido ya «legalizado» también por los revisionistas soviéticos, quienes, tal y como escribe Chernenko, se expresan por el:
«Respeto a la libertad de elección de los diversos caminos en la lucha por transformaciones sociales progresivas y por el socialismo». (Problemi mira i socializma, N° 10, 1983, pág. 10)
E. Honecker se expresa por:
«El socialismo del color que sea». (Ibídem, N° 6 1983, pág. 13)
El Partido Comunista (revisionista) de Austria se atiene al punto de vista de que hay tantos modelos de socialismo como países socialistas y que el socialismo en Austria:
«Conservará asimismo los colores específicos de nuestro país». (Komunist, N° 3, 1983, pág 87)
De manera más descarada plantean sus puntos de vista los revisionistas franceses:
«Vistas de manera retrospectiva como particulares, las vías anteriores de tránsito al socialismo no pueden ser ni generales, ni transplantables (...) En la Franca de 1983, por ejemplo, el socialismo específico no puede tomar como modelo ninguna otra forma de transición, porque ninguna puede pretender tener el valor de prototipo, independientemente de una eficacia que respondía a otras circunstancias». (La nouvelle revue internationale, N° 12, 1983, págs. 135 y 136)
En completa oposición con los conceptos de los revisionistas, los marxista-leninistas se atienen firmemente a la tesis de Lenin de que, naturalmente, el socialismo tendrá sus propias particularidades en diferentes países, pero los principios básicos y las leyes generales del socialismo permanecen inamovibles y son imprescindibles para todos los países y que todo alejamiento de los mismos conduce inevitablemente al revisionismo, al reformismo y a traicionar la causa del socialismo.
Para ver de qué tipo de «socialismo» hablan los revisionistas modernos, basta referirnos a los franceses, quienes predican la:
«Perspectiva del socialismo democrático y autogestionario (…) la separación necesaria entre los partidos y el Estado, la necesidad del pluralismo ideológico y político, la importancia de una planificación descentralizada y contractual, el papel de una autogestión implantada a todos los niveles de la vida nacional», etc. (Ibídem, págs. 136 y 137)
En esta especie de «socialismo», como escriben los revisionistas portugueses, en una etapa concreta, incluso bastante prolongada,.
«Deben garantizarse las condiciones necesarias para el sector capitalista, de modo que, según sus posibilidades contribuya positivamente al desarrollo económico del país». (Problemi mira i socializma, N° 6, 1983, pág. 46)
En realidad, lo que predican los revisionistas es una sociedad híbrida capitalista-revisionista, que ni ha existido ni puede existir, en la cual, como señala el camarada Enver Hoxha:
«Se entrelazan y coexisten elementos socialistas y capitalistas en la economía y la política, en la base y la superestructura. En su «socialismo» habrá cabida para la «propiedad socialista» y para la propiedad capitalista, existirán pues clases explotadoras y explotadas; a la par del partido de la clase obrera existirán también partidos burgueses; la ideología proletaria convivirá con las otras ideologías: el Estado en dicho «socialismo» será un estado donde todas las clases y todos los partidos tendrán poder» (Enver Hoxha. Eurocomunismo es anticomunismo, 1980)
Todo esto testimonia que los revisionistas modernos han sido y continúan siendo enemigos jurados de la revolución y del socialismo científico, enemigos del marxismo-leninismo. Son significativas las afirmaciones de los revisionistas franceses, según los cuales, en nuestra época la teoría, es decir la marxista-leninista, no puede servir como guía para la acción política.
«Adoptando una nueva estrategia de avance democrático hacia el socialismo, el PC Francés desde este momento se inclina a concebir de otro modo su actitud respecto a la teoría (...) Rechaza la tentación de deducir de la teoría una política o de defender y justificar la política recurriendo a la teoría». (La nouvelle revue internationale, N° 12, 1983, pág. 134)
Pero, pese a sus esfuerzos y a su demagogia, los revisionistas no pueden detener, sino sólo dificultar, el progreso inevitable de la revolución. La revolucionaria bandera del marxismo-leninismo, traicionada y arrojada por los revisionistas, la han empuñado o la están empuñando los nuevos partidos marxista-leninistas, los cuales, junto al Partido del Trabajo de Albania, desarrollan una lucha decidida y de principios para desenmascarar el revisionismo moderno e indicar a la clase obrera y a las masas el justo camino de la lucha. La actividad de los partidos marxista-leninistas adquiere particular importancia hoy cuando la crisis ha exacerbado todas las contradicciones del capitalismo y el mundo se encuentra ante nuevas convulsiones revolucionarias».
publicado en diciembre de 2018 por Bitácora Marxista-Leninista
el texto original lleva por título: Acerca de algunos problemas actuales de la lucha del PTA contra el revisionismo moderno
Agim Popa y Vangjel Mosiu
revista Albania today Nº 5, año 1984
«Otra dirección que siguen los revisionistas modernos para negar la necesidad de la revolución, del derrocamiento revolucionario de la burguesía, de la destrucción de la máquina del estado burgués y de la instauración de la dictadura del proletariado es la prédica de las tesis del XX Congreso del PCUS y de los eurocomunistas sobre el llamado tránsito «pacífico» y «democrático» al socialismo, mediante la vía parlamentaria y reformista, en el marco del legalismo burgués y de las constituciones burguesas. Pero en estas tesis ya conocidas de los revisionistas se halan también nuevos matices.
En sus actuales prédicas ha cobrado una amplia difusión especialmente la idea de que en ningún país, incluyendo los países capitalistas desarrollados, se plantea directamente la tarea de derrocar a la burguesía y pasar al socialismo. Mientras que los revisionistas chinos difunden el punto de vista de que la cuestión de la revolución no se plantea en absoluto en nuestra época, porque, pretendidamente, no existe en el mundo una situación revolucionaria, los revisionistas soviéticos y sus adeptos, y también los eurocomunistas, se han presentado con la tesis de que el camino hacia el socialismo en los países capitalistas desarrollados pasaría por una fase intermedia, la denominada «democracia antimonopolista».
«La perspectiva de una amplia ofensiva contra el poder del capital [escriben los «teóricos» soviéticos] ha encontrado expresión teórica en el concepto de la democracia antimonopolista, elaborado por el movimiento comunista». ( Problemi mira i socializma, N° 2, 1983, pág. 51)
Los revisionistas germano occidentales han incluido en su programa la «democracia antimonopolista», entendiendo con ella:
«Un período de transformaciones radicales, cuando la clase obrera y las demás fuerzas democráticas tienen una fuerza política e influencia parlamentaria tan grande como para formar un gobierno de coalición que represente sus intereses comunes». (Ibídem, N° 2, 1983, pág. 53)
Puntos de vista similares propagan los revisionistas también en Austria, Francia, España, Gran Bretaña, Canadá, Brasil, Grecia y otros países.
Ahora bien, ¿qué representa esta «democracia antimonopolista», cuáles son su contenido y su papel? De los escritos de los revisionistas se desprende que las características principales de esta «democracia antimonopolista» son:
Primero, la negación de la revolución violenta como ley general para derrocar el poder de los monopolios capitalistas y acabar con el dominio de la burguesía, y la prédica de su separación del poder en favor de la clase obrera y de las fuerzas democráticas en formas y con medios pacíficos.
«Teniendo presentes estas perspectivas de marchar hacia el socialismo a través de la etapa de la democracia antimonopolista [declaran los revisionistas austríacos], esperamos poder alcanzar nuestro objetivo sin lucha armada en la forma de guerra civil». (Komunist, N° 3, 1983, pág 93)
Los revisionistas franceses hablan de:
«Transición objetivamente posible al socialismo por medio de un proceso democrático y pacífico de acumulación diaria de fuerzas y de una serie de avances mayoritarios, concientes y voluntarios, (…) en otras formas diferentes de la violencia armada, contra el dominio del capital y la hegemonía de la gran burguesía monopolista». (La nouvelle revue i1liternC1ltionale, N° 12, 1983, pág. 136)
De transición pacífica hablan igualmente los revisionistas griegos, brasileños y otros.
Huelga argumentar aquí que la negación de la revolución violenta y la prédica de la así llamada transición pacífica al socialismo mediante la «democracia antimonopolista» o en otra forma, significa, de hecho renunciar a toda lucha verdadera por el socialismo, especialmente en nuestra época, caracterizada por el militarismo y el crecimiento sin precedentes del aparato represivo militar-policial de la burguesía.
Segundo, la idea de la «democracia antimonopolista», predicada por los revisionistas en nuestros días, es la idea del abandono de las enseñanzas de Marx y Lenin sobre la necesidad de destruir el aparato estatal burgués y de reemplazarlo con el estado de dictadura del proletariado. Mientras declaran que la llamada «democracia antimonopolista» significa un cambio radical de las relaciones del poder, predican la conservación y la utilización de las instituciones del estado burgués supuestamente en interés de la clase obrera, con el supuesto fin de desplazar a los monopolios capitalistas de la dirección del estado, etc. Del mismo modo, los revisionistas soviéticos hablan sobre la posibilidad de que:
«La clase obrera y el movimiento democrático ocupen importantes posiciones en el propio sistema político burgués, incluyendo las instituciones del poder estatal». (Probiemi mira i socialhzma, N° 2, 1983, pág. 48)
En el mismo sentido, los revisionistas británicos proclaman como su objetivo el:
«Modificar la estructura de las relaciones de poder transformando una serie de instituciones estatales, a fin de que sirvan al poder de la clase obrera». (Ibídem, N° 4, 1983, pág. 49)
Tercero, la idea de que la así llama democracia antimonopolista presupone y encarna la conocida tesis de los revisionistas modernos sobre la «vía democrática, parlamentaria» de tránsito al socialismo, según la «voluntad de la mayoría», en el marco de la ley burguesa y de las constituciones burguesas.
«Pensando en asegurar un nuevo poder estatal [escriben los revisionistas británicos], nosotros, de acuerdo con el programa del Partido Comunista de Gran Bretaña, vemos este camino en la lucha democrática, que tiene por objetivo limitar el poder del capital monopolista»». (Ibídem, N° 4, 1983, pág. 49)
Los revisionistas germano occidentales dicen aún más abiertamente que, en las condiciones de la crisis actual, que ha desengañado a las masas con respecto a los partidos burgueses y socialistas:
«El papel y la responsabilidad del partido marxista de la clase obrera (...) es afirmarse ante los electores decepcionados por las elecciones». (Ibídem, N° 2, 1983, pág. 28)
A su vez, los revisionistas griegos difunden entre las masas la ilusión de:
«Estimular, mediante los esfuerzos de los diputados comunistas en el parlamento, la lucha por la liquidación de la omnipotencia de los monopolios y el establecimiento del control sobre ellos con la participación de la clase obrera». (Ibídem, N° 8, 1983, págs. 48 y 49)
Y otras cosas de la misma índole.
En medio de todo esto asoma la cabeza la tesis oportunista de que la marcha hacia el socialismo se llevaría a cabo mediante la ampliación cuantitativa de la democracia burguesa, esto es, pasando por la fase de la «democracia antimonopolista» como la denominan hoy, y que, por consiguiente, la revolución y el derrocamiento de la burguesía por medio de ésta son del todo superfluos. Lo que hoy se denomina fase de «democracia antimonopolista» equivale a la tesis proclamada por los eurocomunistas españoles de S. Carrillo, según la cual
«La democracia política y social no es una tercera vía, ni capitalista ni socialista; es una etapa transitoria entre el capitalismo y el socialismo». (Citado en: Enver Hoxha. Eurocomunismo es anticomunismo, ed. en alb., pág 150)
Cuarto, la vía de la «democracia antimonopolista», predicada por los revisionistas en nuestra época, es la vía de las reformas en el marco de las relaciones capitalistas, que circunscribe la lucha de la clase obrera a unas cuantas demandas del momento, rechazando y postergando para un futuro incierto y lejano el objetivo final -el derrocamiento de la burguesía, la instauración del socialismo-, y que, en definitiva, pretende el normal funcionamiento y el perfeccionamiento del régimen burgués, su salvación de las dificultades de la crisis y de toda acción revolucionaria.
Los revisionistas canadienses propagan la ilusión de que, sin derrocar a la burguesía ni instaurar la dictadura del proletariado, sin liquidar las relaciones capitalistas de producción, es posible la nacionalización de las ramas clave de la economía en las condiciones de un control democrático, que permitiría al:
«Gobierno democrático antimonopolista» controlar efectivamente toda la vida económica, garantizar un desarrollo nacional equilibrado, redistribuir la renta nacional en interés de la clase obrera y de los trabajadores por medio de reformas fiscales democráticas, el alza de salarios, la reducción de la jornada de trabajo, el desarrollo general de los seguros y los servicios sociales en interés de los trabajadores, etc. (Problemi mira i socializma, N° 6, 1983, págs. 25 y 26.)
El PC de Francia, que formaba parte de la coalición gubernamental con los socialistas, habla de la realización, a través de la actividad de la mayoría parlamentaria, de «reformas de la estructura», como la ampliación y la democratización dél sector social y nacional, la consolidación de las libertades y derechos de los trabajadores; habla de aplicar nuevos criterios de dirección con la directa participación de los trabajadores, de utilizar los valores «fuera de la lógica del beneficio», de que Francia siga una política consecuente, a favor de la liberación nacional de los pueblos y del progreso económico y social de los países en vías de desarrollo, etc. Precisamente esta línea ha empezado a ser aplicada en el país, según afirman los revisionistas franceses (Vease: Problemi mira i socializma, N° 5, 1983, pág. 72 y La nouvelle revue internationale, N° 12, 1983, págs. 139 y 140).
Refutando las tesis oportunistas y contrarrevolucionarias de los revisionistas modernos en relación con la transición del capitalismo al socialismo, el camarada Enver Hoxha, en el VIIIº Congreso del PTA de 1981, subraya:
«Las prédicas de los eurocomunistas sobre el estado capitalista supraclasista, sobre la democracia para todos, sobre el camino pacifico, parlamentario, democrático hacia el socialismo, sobre las reformas estructurales en el marco de la Constitución burguesa. etc., tienen un solo objetivo: sabotear la revolución, defender y perpetuar el orden capitalista». (Enver Hoxha; Informe en el VIIIº Congreso del Partido del Trabajo de Albania, 1 de noviembre de 1981)
Y añade:
«Cuando los revisionistas luchan por formar parte de los gobiernos burgueses, lo hacen no por arrebatar el poder a la burguesía, no para liquidar el orden capitalista, sino para defenderlo de la revolución y para asumir ellos mismos la administración de los asuntos de la burguesía. Pretenden sustituir en ese papel a la socialdemocracia, comprometida y desacreditada ya ante las masas como servidora descarada de la burguesía». (Enver Hoxha; Informe en el VIIIº Congreso del Partido del Trabajo de Albania, 1 de noviembre de 1981)
Precisamente ésta es, de hecho, la esencia de la consigna demagógica de la «democracia antimonopolista» que los revisionistas modernos predican en la presente época como alternativa y como perspectiva.
Teniendo en cuenta que la asunción de la administración de los asuntos de la burguesía todavía es para los revisionistas solamente una perspectiva del futuro, la consigna de la «democracia antimonopolista» les sirve asimismo para justificar sus alianzas carentes de principios con la socialdemocracia y hasta con los partidos burgueses de derecha, presentándolos como fuerzas antimonopolistas, antiimperialistas, democráticas, progresistas e incluso como sostenedoras de la transformación socialista de la sociedad. El acercamiento y la alianza en primer lugar con la socialdemocracia es parte constitutiva e inseparable de toda la lógica y la estrategia de los revisionistas en relación con la vía «pacífica», «democrática», parlamentaria y reformista hacia el «socialismo», en particular atravesando la etapa de la «democracia antimonopolista», que será lograda, según dicen, con los esfuerzos mancomunados de todas las fuerzas democráticas y progresistas, con la «voluntad de la mayoría», etc.
Omitiendo toda experiencia histórica, los revisionistas modernos se han aproximado cada vez más a las posiciones de la socialdemocracia, y los partidos revisionistas se han transformado de hecho en partidos socialdemócratas con ropajes «comunistas». Han formado parte de gobiernos socialistas, como en Francia, o tratan de formar coaliciones gubernamentales con los socialistas, como fue el caso de la denominada «alternativa democrática» de Berlinguer en Italia. Independientemente de las contradicciones y rivalidades entre los revisionistas y la socialdemocracia, de las «criticas» que se hacen mutuamente, los revisionistas en países como Francia, Grecia, España, Italia, la RFA y otros propagan entre las masas ilusiones sobre los socialistas y los socialdemócratas, como si éstos velaran por los derechos de los trabajadores, tratando además de hacer creer que se puede colaborar con ellos para limitar y golpear el poder de los monopolios, que, encabezando gobiernos en tal o cual país, los socialistas siguen o pueden seguir una supuesta política interna y externa en interés de las masas populares del país y del desarrollo progresivo de la sociedad, así como de los pueblos de otros países, etc. (En relación con esto véase: Problemi mira i socializma, N° 5, 1983, págs. 72 y 73; N° 8, 1983, págs 51 a 65)
De este modo, los revisionistas se han convertido en sostenedores de la táctica de la burguesía y del imperialismo para una reanimación del papel de la socialdemocracia y para ponerla a la cabeza de los gobiernos burgueses de distintos países en las condiciones de la grave crisis actual que ha apresado al mundo capitalista, como un instrumento para evitar el peligro de la revolución.
Las actuales prédicas de los revisionistas modernos prueban que el imperialismo, la burguesía, la socialdemocracia y los revisionistas modernos, tal como señala el camarada Enver Hoxha:
«Se han puesto a buscar un modus vivendi, una «sociedad nueva», híbrida, para apuntalar el sistema burgués capitalista, evitar las revoluciones y continuar oprimiendo y explotando a los pueblos, con nuevas formas y métodos». (Enver Hoxha. El imperialismo y la revolución, 1978)
Sus puntos de vista acerca de la sociedad socialista son conocidos y no representan nada nuevo. Ante todo, niegan las leyes generales y los rasgos fundamentales de una verdadera sociedad socialista y predican los «socialismos específicos», de: «diferentes colores», que significa la omisión del único color justo, el que impone la dictadura del proletariado, socializa los medios de producción y desarrolla las fuerzas productivas hasta superar la ley del valor, la producción mercantil y por tanto, las bases materiales de la división de la sociedad en clases y del Estado. Es decir el socialismo científico, marxista-leninista. Esto ha sido ya «legalizado» también por los revisionistas soviéticos, quienes, tal y como escribe Chernenko, se expresan por el:
«Respeto a la libertad de elección de los diversos caminos en la lucha por transformaciones sociales progresivas y por el socialismo». (Problemi mira i socializma, N° 10, 1983, pág. 10)
E. Honecker se expresa por:
«El socialismo del color que sea». (Ibídem, N° 6 1983, pág. 13)
El Partido Comunista (revisionista) de Austria se atiene al punto de vista de que hay tantos modelos de socialismo como países socialistas y que el socialismo en Austria:
«Conservará asimismo los colores específicos de nuestro país». (Komunist, N° 3, 1983, pág 87)
De manera más descarada plantean sus puntos de vista los revisionistas franceses:
«Vistas de manera retrospectiva como particulares, las vías anteriores de tránsito al socialismo no pueden ser ni generales, ni transplantables (...) En la Franca de 1983, por ejemplo, el socialismo específico no puede tomar como modelo ninguna otra forma de transición, porque ninguna puede pretender tener el valor de prototipo, independientemente de una eficacia que respondía a otras circunstancias». (La nouvelle revue internationale, N° 12, 1983, págs. 135 y 136)
En completa oposición con los conceptos de los revisionistas, los marxista-leninistas se atienen firmemente a la tesis de Lenin de que, naturalmente, el socialismo tendrá sus propias particularidades en diferentes países, pero los principios básicos y las leyes generales del socialismo permanecen inamovibles y son imprescindibles para todos los países y que todo alejamiento de los mismos conduce inevitablemente al revisionismo, al reformismo y a traicionar la causa del socialismo.
Para ver de qué tipo de «socialismo» hablan los revisionistas modernos, basta referirnos a los franceses, quienes predican la:
«Perspectiva del socialismo democrático y autogestionario (…) la separación necesaria entre los partidos y el Estado, la necesidad del pluralismo ideológico y político, la importancia de una planificación descentralizada y contractual, el papel de una autogestión implantada a todos los niveles de la vida nacional», etc. (Ibídem, págs. 136 y 137)
En esta especie de «socialismo», como escriben los revisionistas portugueses, en una etapa concreta, incluso bastante prolongada,.
«Deben garantizarse las condiciones necesarias para el sector capitalista, de modo que, según sus posibilidades contribuya positivamente al desarrollo económico del país». (Problemi mira i socializma, N° 6, 1983, pág. 46)
En realidad, lo que predican los revisionistas es una sociedad híbrida capitalista-revisionista, que ni ha existido ni puede existir, en la cual, como señala el camarada Enver Hoxha:
«Se entrelazan y coexisten elementos socialistas y capitalistas en la economía y la política, en la base y la superestructura. En su «socialismo» habrá cabida para la «propiedad socialista» y para la propiedad capitalista, existirán pues clases explotadoras y explotadas; a la par del partido de la clase obrera existirán también partidos burgueses; la ideología proletaria convivirá con las otras ideologías: el Estado en dicho «socialismo» será un estado donde todas las clases y todos los partidos tendrán poder» (Enver Hoxha. Eurocomunismo es anticomunismo, 1980)
Todo esto testimonia que los revisionistas modernos han sido y continúan siendo enemigos jurados de la revolución y del socialismo científico, enemigos del marxismo-leninismo. Son significativas las afirmaciones de los revisionistas franceses, según los cuales, en nuestra época la teoría, es decir la marxista-leninista, no puede servir como guía para la acción política.
«Adoptando una nueva estrategia de avance democrático hacia el socialismo, el PC Francés desde este momento se inclina a concebir de otro modo su actitud respecto a la teoría (...) Rechaza la tentación de deducir de la teoría una política o de defender y justificar la política recurriendo a la teoría». (La nouvelle revue internationale, N° 12, 1983, pág. 134)
Pero, pese a sus esfuerzos y a su demagogia, los revisionistas no pueden detener, sino sólo dificultar, el progreso inevitable de la revolución. La revolucionaria bandera del marxismo-leninismo, traicionada y arrojada por los revisionistas, la han empuñado o la están empuñando los nuevos partidos marxista-leninistas, los cuales, junto al Partido del Trabajo de Albania, desarrollan una lucha decidida y de principios para desenmascarar el revisionismo moderno e indicar a la clase obrera y a las masas el justo camino de la lucha. La actividad de los partidos marxista-leninistas adquiere particular importancia hoy cuando la crisis ha exacerbado todas las contradicciones del capitalismo y el mundo se encuentra ante nuevas convulsiones revolucionarias».
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