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    El ‘reaganismo de izquierdas’

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    Mensaje por PequeñoBurgués Lun Feb 26, 2018 1:10 pm

    Dejo un texto para animar el debate, donde la caricatura del "soy comunista" es otro ejemplo de libro de cómo autoconferirse un estatus de víctima, junto al "soy feminista", "negro", etc:

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    El ensayista Mark Lilla critica en su libro The once and the future liberal las “políticas de identidad” del progresismo estadounidense, basadas en un elitismo universitario y en una mitificación de los movimientos sociales.

    Todo empezó con un artículo en The New York Times. El ensayista Mark Lilla abrió un debate que ha sacudido a la izquierda estadounidense: ¿fue acertado que la campaña de los demócratas se centrara en la identidad -sexual, racial- de los votantes, especialmente de las minorías, en vez de lanzar un mensaje transversal que buscara apelar a todos los estadounidenses? La respuesta de Lilla es clara: esa estrategia resultó un completo desastre, y allí está la victoria de Trump para demostrarlo. Los mensajes fragmentados y destinados únicamente a sectores como la comunidad negra, los transexuales, las mujeres (proaborto) o los latinos, impidieron que porciones importantes de la población (la clase obrera blanca, los religiosos evangélicos) se sintieran incluidos en este mensaje, cosa que hizo que, en buena parte, acabaran votando a Trump. Se utilizó el lenguaje de identidad que la intelligentsia elitista de izquierdas suele usar en su burbuja universitaria y en los movimientos sociales, pero que no llega a buena parte de esa América profunda que queda tan lejos de las costas ricas de Estados Unidos. Y, por tanto, aunque la campaña de los demócratas tenía las mejores y más morales intenciones, falló en lo prioritario que garantizaba poder hacer efectivos todos esos sueños progresistas: ganar las elecciones.

    Esta es la tesis del libro The once and the future liberal, de Mark Lilla, un desarrollo en forma de ensayo -directo, potente y bien escrito- del artículo con el que abrió la polémica en The Times. El autor deja claro el objetivo de su libro: realizar una crítica constructiva a la izquierda estadounidense, para que los demócratas puedan volver a ganar las elecciones, tanto en la esfera local como en la nacional. Una nueva estrategia basada en lo útil y no en lo autocomplaciente. Para eso, los progresistas americanos deben dejar de lado las “políticas de identidad” y crear un mensaje y proyecto común con el que todos los estadounidenses puedan sentirse identificados, un nuevo “nosotros” colectivo. Basta de, por ejemplo, poner candidatos negros que hablen sólo de su “negritud” y de los problemas que han padecido por ello. Porque eso sólo apela a un sector concreto de la población: en cambio, si ese mismo candidato negro habla de “igualdad de derechos civiles”, un blanco o un latino también puede sentirse apelado, ya que es un derecho que comparten, no una diferencia que los aleja. Hay que decir que esta crítica de Lilla no ha sido demasiado bien recibida: le han comparado con miembros del Ku Klux Klan, le han acusado de querer marginar a las minorías para favorecer a los blancos o de pasar por alto el uso del identitarismo que ha servido a Trump y a otros republicanos precedentes.

    Pero, ¿qué son exactamente las “políticas de identidad” a las que apunta Lilla? Una definición provocativa, pero a la vez clara es la siguiente: son un reaganismo de izquierdas. En The once and the future liberal el autor defiende que ha habido dos grandes corrientes políticas en Estados Unidos en el siglo pasado: la de Roosevelt y la de Reagan. La de Roosevelt apelaba a una concepción política y común de los americanos, donde el esfuerzo conjunto entre ciudadanos y Estado levantó al país después de la depresión económica del 29 y derrotaría el fascismo en la Segunda Guerra Mundial. Aunque Roosevelt murió en 1945, su visión continuó con los posteriores presidentes, tanto demócratas como republicanos, explica Lilla. El cambio se produjo con una nueva idea nacional que ha dominado la política americana hasta ahora: la doctrina de Reagan, es decir, una visión antipolítica de la sociedad estadounidense, donde los objetivos y el enriquecimiento individual tienen prioridad sobre lo común, y el Gobierno es la barrera principal a la libertad y los derechos.

    Lilla argumenta que, al igual que la visión de Roosevelt afectó a los republicanos -que, durante esa época, realizaron programas sociales y estatales progresistas-, los demócratas también se vieron imbuidos por el modelo de sociedad que Reagan consiguió instaurar como cosmovisión de la mayoría de americanos. Del “nosotros” común de Roosevelt se pasó al “yo” de la identidad del individuo: en el caso demócrata, una división basada en causas justas y progresistas -el feminismo, la lucha contra la discriminación racial, el matrimonio homosexual- pero que, al constituir la identidad y el compromiso único de las personas que las abanderan, fragmentaban la izquierda de la misma manera que Reagan había hecho con la sociedad. El “nosotros” se veía como algo opresor y el “yo” como la única fuente legítima para fundamentar la política.

    El caldo de cultivo de esta visión identitaria del progresismo americano, explica Lilla, ha sido el campus universitario. Mientras que hace décadas la mayoría de militantes y líderes demócratas salían de los sindicatos y del mundo del trabajo urbano y rural, buena parte de la intelligentsia progresista actual está formada por jóvenes de clase media y alta educados en universidades de ambas costas de Estados Unidos, que al acabar sus estudios se dedican a profesiones liberales donde -básicamente- mantienen el mismo ambiente e ideas que en su etapa en el campus. La descripción que hace Lilla de esta nueva hornada liberal es bastante dura, y pone un ejemplo de una chica que acaba de llegar a la universidad para ilustrarlo: “Va a clases donde lee la historia de los movimientos sociales relacionados con lo que ha decidido que es su identidad, y lee a autores que comparten esa misma identidad. (…) En estos cursos también descubre un hecho sorprendente y esperanzador: que aunque ella venga de un confortable ambiente de clase media, su identidad le confiere el estatus de víctima. Este descubrimiento quizá le inspira a unirse un grupo del campus que participa en un movimiento social. La línea entre el autoanálisis y la acción política es ahora completamente confusa. Su interés político es real pero circunscrito a los confines de su autodefinición. Los asuntos que entran en estos confines ahora tienen una importancia inminente y su posición sobre ellos no admite negociación; los asuntos que no tocan su identidad ni siquiera los percibe. Ni a la gente afectada por ellos”.

    Esta visión también excluye el debate argumentativo: la autoridad no está basada en la racionalidad o calidad de los argumentos, sino en la identidad de la voz que expone su visión. No hay un “espacio imparcial para el diálogo”, cosa que lo hace inútil. El problema profundo, argumenta Lilla, no se trata de anécdotas particulares que puedan suceder en el campus universitario (y que los medios de derecha suelen usar para ridiculizar al progresismo), sino que la mayoría de esta hornada de nuevos activistas cada vez están más incapacitados para convencer a alguien diferente a ellos -algo imprescindible en unas elecciones democráticas-, ya que su mensaje político se reduce, a grandes rasgos, a explicar la vivencia de su propia identidad. En palabras de Lilla: “Las elecciones no son grupos de oración y nadie está interesado en tu testimonio personal. No son sesiones de terapia ni ocasiones para obtener reconocimiento”. El autor ha puesto como un ejemplo a seguir el caso de Danica Roem, transexual elegida como legisladora en Virginia, en la que -no escondiendo nunca su orgullo LGTB- “su campaña no estuvo basada en el hecho de ser transexual. Habló sobre asuntos que afectaban a la mayoría de personas y no picó en la trampa de su oponente de hacer de su género el asunto principal”.

    Estos nuevos activistas tampoco son capaces, explica Lilla, de irse a comer con una familia evangélica blanca e intentar comprender el por qué de su rechazo al “elitismo universitario progresista” que ellos representan. O entender que la gente real puede ser diferente a lo que han leído en los seminarios de su facultad, o los tópicos que han ridiculizado en las charlas o fiestas de -únicamente- alumnos de su extracción social e identidad compartida. Lilla, proveniente de una familia obrera de Michigan, conoció este elitismo de izquierdas cuando consiguió una beca para estudiar en la universidad: “De repente estaba siendo sermoneado acerca de la clase obrera por los hijos de los ejecutivos de la Ford”. Con unos orígenes similares, uno de los pocos políticos que Lilla cita en su libro es Bernie Sanders, que ya alertó de cómo las “políticas de identidad” podían dejar al margen factores tan importantes como la clase social: “Vengo de la clase obrera blanca y estoy profundamente humillado de que el Partido Demócrata no pueda hablar a la gente de la que provengo”.

    Otra dura crítica de Lilla es hacia los movimientos sociales. Su importancia y efectividad, asegura el autor, es mucho menor de lo que defiende buena parte de la izquierda de las identidades. Aunque su participación en ellos ofrece menos conflictos internos e incomodidades que la militancia en un partido político, su capacidad de cambio real es mucho menor. Lilla es claro: “No necesitamos más marchas. Necesitamos más alcaldes”. Además, considera que buena parte de este nuevo activismo se ha convertido más en un modo de buscar la “autenticidad del yo” (otra vez la influencia del individualismo reaganiano) que en un mecanismo efectivo de presión real, como lo fueron los colectivos contra la guerra, el medio ambiente o el desarme nuclear, que apelaban al país en conjunto y no sólo a un grupo concreto. Lilla diferencia entre gran parte del activismo feminista y el racismo que existe hoy en día del que se hacía, por ejemplo, en los 60. Mientras que el mensaje de Martin Luther King fue exitoso porque los principios a los que apelaba eran comunes a todos los americanos -igualdad digna y legal entre unos mismos ciudadanos-, el caso del movimiento Black Lives Matter es, para el autor, “un ejemplo de libro sobre como no construir solidaridad”.

    Pese a toda esta crítica demoledora, la posición esencial de Lilla es optimista. La victoria de Trump es una gran derrota para los demócratas, pero todavía más para los republicanos, que han visto caer a su establishment tradicional y ven el final de la cosmovisión reaganista que había durado desde los 80. Esta destrucción trumpiana ofrece la oportunidad a la izquierda de imaginar una nueva visión colectiva y política. Se ha dicho desde ámbitos liberales que no pasa nada si en el futuro no hay grandes líderes ni grandes relatos: la lección de Lilla es que frases reconfortantes como éstas sólo nos dejan satisfechos ante nuestras respectivas parroquias. Si queremos realizar cambios reales, no es suficiente con que nos creamos los más listos o los más especiales. Porque otros bajarán al barro y ganarán.
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    Mensaje por PequeñoBurgués Lun Feb 26, 2018 1:12 pm

    Un artículo similar tratando otras obras, donde debido a la maquetación del artículo es mejor que lo lean directamente en este link: [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]

    Saludos.
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    Mensaje por Argentum Lun Feb 26, 2018 2:23 pm

    Es interesante, porque es verdad. Nos podemos escandalizar diciendo que no, que es mentira, que estamos haciendo todo bien y ellos son muy malos, etc. Pero el error es nuestro. Creo que esta forma de proyectar la política de izquierda no es un caso aislado del Partido Demócrata en los Estados Unidos sino en el primer mundo en general, y es por una idealización de la población y una desconexión de los problemas reales del pueblo, dos cosas que no pueden pasar si nos reivindicamos la vanguardia del proletariado y que se solucionan dejando las enciclopedias a un lado un día y yendo a ver que es lo que realmente ocurre allá afuera.
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    Mensaje por pablo13 Mar Feb 27, 2018 6:46 pm

    No hay mucho que se pueda debatir al respecto. Desentenderse de los problemas reales que sufren la mayor parte de la sociedad y darle más trascendencia o priorizar a crepúsculos minoritarios, te lleva al abismo político. El artículo lo refleja de manera muy acertada ...

    Saludos.
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    Mensaje por carleus Dom Mar 04, 2018 1:49 am

    Hola a toda la gente en el Foro.

    Voy a exponer mi punto de vista sobre la cuestión que se trata según leí mi notificación automática del foro a mi correo,

    cuestión que me resulta de interés especial dadas mi propio auto-cuestionamiento al respecto acerca de la estrategia electoral en si misma en Norte de America y las derivas a las que llevan ese sistema político-social.

    -Los escribo en 2 partes para que no sea tan tedioso mi punto de vista-

    En las circunstancias concretas que se han dado para llevar a Trump al poder, nos preguntamos si fue acertado un mensaje de tipo racial o sectorial o si no se supo movilizar a una misma clase con mismas motivaciones y luchas con un mensaje no excluyente.

    por motivos de raza u otros expuestos dados como motivación y empeño para movilizar sin exclusión de tipo y si lo han sufrido en los resultados.

    Pienso ahora,
    que  ya sea por la Segregación Histórica o la propia Xenophobia Silenciosa o Embrionaria en la sociedad de N.America,
    donde tantos sufren esa Fobia sin ponerle nombre o siquiera reconocerla, las connotaciones intrínsecas de esos estados y difiriendo en que exista tal status de víctima,al menos desde el prisma visto como una moneda de cambio con el que das la mano al presentarte:hola soy negro,ojo / hola soy feminista,ojo y en que existan unos confines de una autodefinición a un grupo,masa,razón o un todo, al menos visto de forma poco frontal, decir, tal cual lo leo (de la forma que alguien que estuviera a la defensiva poco razonada),

    ya sea por impulsividad o poca formación (ni obligación a tenerla) lo percibiría,

    Y aunque no es mi caso estar a la defensa,ni la impulsividad, reconozco que hay gente que aran el campo, o muy buenos construyendo,obreros y obreras, amas de casa, padres,madres,hombres y mujeres de clases mas desfavorecidas del capitalismo evidente que lo mismo no siempre percibirían que una raza o etnia tenga una prima o comisión (en sentido figurado) por su color o ser LGTBI o feminista y consecuentemente despierte una reacción defensiva cuando se plantee si alguien hace mal o bien cuando en su programa reivindique su condición de LGTBI o no lo haga, aun sufriendo electoralmente.

    -disculpar el circunloquio-

    Mas,aquello de 'los confines de su auto-definición' no creo que sean tales,
    Seria como decir que parte de la comunidad afro americana y mas si es de clase baja o media baja o directamente negros de clase alta, tuvieran unas bandas de van halen que les impidiera ver,obsevar y sentir (por ejemplo) a un mendigo blanco sufriendo o una anciana jubilada que no llega a repartir el caldo entre sus tres nietos/as.

    Y me explico,

    Cuando desde prismas de izquierdas sufres con las injusticias, sea la etnia,raza o tendencia sentimental,sexual o de genero (feminista) u (hombrista) ya por añadidura, sea la que sea, es como si te lo hacen a ti mismo, misma (lo veo así) y debes pensar algo así com si no encajasen estar mal hecho o mal adaptado o no ser de provecho (al cual aprovechar),si no es el sistema miserable el que se ha de cambiar y no es narcisismo o chovinismo, si no justicia.
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    Mensaje por carleus Dom Mar 04, 2018 1:49 am

    Es evidente que ser de izquierdas no es siempre sinónimo de ser eso que llaman clase media o media-baja,sabemos que existen (no pocos) izquierdistas de clase alta, de alto poder adquisitivo, donde la conciencia de clase trabajadora-obrera queda mas disipada y por supuesto en sospecha y puesta en duda por mas que pertenezcan a movimientos sociales en pos de estos, pero hay ricos de este lado por supuesto, luego cuestión de preguntarles como alcanzan y con que medios alcanzan su status y posición.Pero no necesariamente un rico de izquierdas quedara absorbido por su radio de influencia laboral liberal aunque si marcado seriamente (eso creo que es común).

    Un miembro importante del PC hablo de la capacidad de los comunistas de ponerse unas gafas con las que perciben las injusticias y darlas batalla y es un Principio.

    Al margen de la raza,sexo,credo o tendencias,sentimmientos,creo que de hablar de el presunto victimismo de tipos, se tendría que hablar del ‘victimismo de los animalistas y los antitradicionalistas y extendernos al ‘victimismo de los cojos,los mancos y los tuertos,etc,etc,etc’.

    El sentirse representado por una corriente ideológica determinada, produce la sensación (ya primitiva) de pertenecer a un grupo (tribu) y a partir de ahi formas tus políticas concretas como persona individual que trabaja para una pluralidad mayor y progresista.

    Si son mas certeras irán encaminadas a la justicia social y todos los niveles y causas que divergen con estados represivos y a favor de políticas igualitarias a niveles que en nuestra sociedad se carece.

    Así,en las circunstancias de United States,
    dirigirse a un electorado tan amplio, no estoy convencido de haber podido abarcar y quien sabe si el objetivo fue el que ha sido (sin mas) el que hemos constatado y comprobado con sus consiguientes resultados, que Trump ha arrastrado una mayoría de electorado que tienen bien seguro lo que esperan que se mantenga, la exclusión,la discriminación,las diferencias y su colegueo con las armas,representados por un candidato que se comporta como un fanático efectista con sus políticas bélicas y ausencia de frenos léxico-vocales en su puesta en escena, me resulta eso:Una puesta en escena.


    De cualquier modo, me animo a opinar mis dudas (mis serias dudas) acerca de si los asuntos que no tocan identidades concretas, tan siquiera sean percibidos por A,B o C como si tratara de una planta que reacciona al Agua y al Sol o alguien que responde por impulsos, versos o rimas:1,2,3,4,5…6.

    Ganar a un propagandista y showman de los tantos -ismos negativos parece mas complicado que aunar a las clases explotadas y oprimidas en una misma lucha (hablando concretamente de EEUU).

    PARA FINALIZAR Y PERDONAR LA EXTENSION (PERO ESCRIBI SEGUN PENSABA)

    En cuanto en querer transmitir y mas convencer desde dentro de las comunidades religiosas de America del Norte,cerradas al dogma al menos de puertas afuera medidas de progreso y evolutivas base,desde mi forma de verlo, considero Harta Empresa que decir un tal Wilde,porque esas Comunidades dentro de mi respeto a que cada cual reza lo que crea, tales comunidades tienden a fagotizar los argumentos de cambia por mas solido que sea el planteamiento (sin generalizar) en cuanto entra en juego la discrepancia con la doctrina.

    Creo que en USA,
    Republicanos y Democratas estar muy influidos los unos de los otros y demasiado estereotipados.



    Disculpar la extensión.

    Lo comparto en 2 partes .

    Continuare leyendo todas las opiniones, llegue a leer a PequeñoBurgues y me resulto interesante,no serán dos ni tres en el estado que se planteen lo mismo de formas muy diferentes unos y unas de otros y otras ¿cierto?.


    Salud y República.
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    Mensaje por Dragon Rojo Dom Mar 04, 2018 4:59 am

    Hola a todos.

    Si me permiten mi humilde opinión: por un lado lo que hagan democratas y republicanos para captar votos me tiene sin cuidado porque total sabemos que son la falsa disidencia bipartidista para mantener a los votantes oscilando entre dos variantes de un mismo sistema, porque conservadurismo y liberalismo solo son dos caras de una misma moneda: el capitalismo.

    Por otro lado, no me sorprende que los democratas apunten al electorado LGTB, mujeres abortistas, minorias etnicas, etc, porque precisamente la falsa disidencia intracapitalista consiste en eso: el bipartidismo entre "democratas y republicanos", "fachas y rojos", "fachos y progres", o como les quieran llamar en los distintos paises que tienen un mismo sistema capitalista, y lo que hace el capitalismo es precisamente eso, fragmentar a la sociedad y dividir a la humanidad en subcategorías escicionistas para poner a unos cotra otros y así evitar que la clase obrera en su totalidad se una para luchar contra el verdadero enemigo común que es la burguesía, por eso no es de sorprender que los democratas sean los representantes politicos elegidos por el lobby LGTB y el lobby feminista en USA, ya que ellos los inventaron; es errónea la concepcion de muchos comunistas actuales que creen que estos lobbistas sexistas fanáticos de la "ideología de genero" tengan algo de socialista, mas bien lo contrario, ni Marx ni Lenin jamas hablaron de "ideología de genero" y todos estos lobbistas fraccionalistas que buscan hacer ideologias en base al genero son como los que otrora buscaban hacer una ideologia en base a la raza, esas son formas de segregación en base a caracteristicas superficiales que no hacen a la totalidad de la naturaleza humana, ergo son teorias idealistas, segregacionistas, y fascistas, contrarias al socialismo y el comunismo ya que la filosofía marxista es materialista y el socialismo sostiene igualdad de derechos para todos, en vez de leyes diferenciadas segun el sexo como plantea la "ideología de genero" propagandeada por feministas y homosexualistas del lobby LGTB a sueldo de George Soros y la Fundacion Rockefeller, y geopolíticamente alineados siempre a los intereses del sionismo y del capitalismo imperialista, por eso no es de extrañar que el neoliberalismo se apoye en estos grupos fraccionalistas posmodernistas ya que precisamente el posmodernismo es el instrumento del neoliberalismo para instaurar el deconstructivismo en la sociedad y así opiar al pueblo fragmentando a las masas para alienarlas todavía mas de lo que ya estan, porque en épocas de Marx bastaba con la religion para opiar al pueblo, pero hoy para la elite burguesa la religion ya no es suficiente y necesitan opiar al pueblo con sexo, droga, alcohol, musica pop, prensa amarilla, prensa rosa, sexismo, racismo, ideologia de genero, kabbalah, new age, y cuanta porquería deconstructivista se le ocurra al capital para envenenar la mente de la sociedad y mantenerlos felizmente ignorantes creyendo que son cada día mas libres cuando en realidad son cada día mas esclavos del sistema hegemónico dominante que es el que inventa todas estas pestes para mantener el status quo de la elite financiera acomodada que se ha comido al mundo dominandolo con puño de hierro con el yugo opresivo de la bancocracia capitalista usurera internazional.
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    Mensaje por surfas Jue Mar 08, 2018 3:18 am

    Olvidandose que le habla al invasor Partido Democrata que de izquierda no tiene nada (pero esto no es un postureo es real) y en clave 100% electoralista, basta de posmodernidad en la "izquierda", es el resumen. La adopcion de la posmodernidad es la gran derrota filosofica de la izquierda en los 70. Porque no nos olvidemos que los partidos comunistas y luego la izquierda en general, fue derrotada en todos absoloutamente todos los campos de batalla de la politica. Y la caida en banderas posmodernas es un tumor.

    El modo de produccion, el sujeto revolucionario y la tactica y la estrategia siguen siendo la misma hace muchisimos años. El resto no hace mas que acompañar.
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    Mensaje por Dragon Rojo Jue Mar 08, 2018 5:56 am

    surfas escribió:Olvidandose que le habla al invasor Partido Democrata que de izquierda no tiene nada (pero esto no es un postureo es real) y en clave 100% electoralista, basta de posmodernidad en la "izquierda", es el resumen. La adopcion de la posmodernidad es la gran derrota filosofica de la izquierda en los 70. Porque no nos olvidemos que los partidos comunistas y luego la izquierda en general, fue derrotada en todos absoloutamente todos los campos de batalla de la politica. Y la caida en banderas posmodernas es un tumor.

    El modo de produccion, el sujeto revolucionario y la tactica y la estrategia siguen siendo la misma hace muchisimos años. El resto no hace mas que acompañar.

    TOTALMENTE DE ACUERDO, el posmodernismo es el arma del neoliberalismo para implantar el deconstructivismo que permite la continuidad del capitalismo al reciclarlo y darle una imagen nueva, "progre", que eso es lo que la socialdemocracia y el trotskysmo tanto defienden, por eso esos partiduchos de izquierda no son comunistas, no son socialistas, porque no son marxistas, son todos revisionistas malthusianistas denfesores del posmodernismo capitalista.
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    Mensaje por DP9M Mar Ene 15, 2019 3:01 pm

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    ------------------------------
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    Marx: “Nuestra tarea es la crítica despiadada, y mucho más contra aparentes amigos que contra enemigos abiertos“.
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    Mensaje por florilisado Sáb Feb 09, 2019 1:03 am

    Buscaba un hilo sobre posmodernismo, pero también va a encajar aquí. Exploración filosófica de los fundamentos de buena parte de lo que estamos viviendo en la extrema izquierda:



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