La guerra comercial toma las armas
Web Nuevo Curso – Izquierda comunista española – febrero 2019
Hoy los periódicos del mundo destacan que EEUU está transfiriendo tecnologías nucleares militares a Arabia Saudí; que casi la mitad del balance anual de Putin frente al parlamento trató de armamento y que Turquía sigue intentando hacerse al mismo tiempo con los F35 estadounidenses y los S400 rusos. Desde el fin de la guerra fría los arsenales nucleares y las políticas armamentísticas no eran noticia cotidiana como ahora.
No ha habido hasta ahora guerra comercial que no acabara en guerra total. Las guerras comerciales no son producto de una política, sino de la necesidad desesperada de encontrar mercados por un capitalismo al que el mercado se le ha vuelto insuficiente. En sí implican una movilización de todos los recursos del capital nacional, incluidos los militares. Por eso más que hablar de una nueva carrera armamentística, habría que hablar en plural: desde América del Sur a Siria pasando por Europa y el Golfo pérsico, el militarismo está en auge y se enseñorea sobre los presupuestos estatales.
Desde los tiempos de la guerra fría el armamento y el arsenal nuclear no estaba presente en la actualidad como hoy. El militarismo campa por sus respetos en todo el mundo
El marco de acuerdos internacionales del final de la guerra fría salta por los aires. EEUU denuncia el tratado de no proliferación de misiles de medio alcance porque, restringido por él, acabaría perdiendo la superioridad nuclear en unos años ante una Rusia que lleva tiempo rearmándose sin confesarlo abiertamente y una China que se niega a entrar en ningún tratado de control armamentístico porque sin un rearme intensivo como el actual no puede negociar ni siquiera como potencia regional en un entorno inmediato cada vez más militarizado. Desde el punto de vista de EEUU lo que está en juego es mantener las condiciones de superioridad militar abrumadora que «evitaron» una tercera guerra mundial.
Ningún capital puede quedar fuera de la carrera militar. EEUU intenta mantener la ventaja que le permitió ganar la guerra fría sin una guerra mundial, los demás o equilibran arsenales o pierden la guerra comercial
El problema es que cada nueva tecnología, cada nueva inversión masiva de uno empuja necesariamente la de los demás. Del escudo antimisiles de EEUU hemos pasado en tiempo récord a la carrera militar espacial general y los misiles hipersónicos rusos y chinos. La aceleración es innegable. Cantidades masivas de capital y recursos se orientan a desarrollar las armas de 2021 y la investigación tecnológica se deforma aún más para satisfacer las necesidades de un mundo convertido en un autómata suicida. La Inteligencia Artificial pasa de política industrial a seguridad nacional y la competencia tecnológica queda absorbida y maleada por la militar.
La espiral militarista reorienta de forma acelerada cantidades ingentes de capital y recursos. La competencia tecnológica se ve absorbida y deformada por la carrera armamentística y la competencia militar
¿Y Europa? Los líderes europeos son los que más han presionado para mantener los acuerdos de no-proliferación. Si escuchamos a Solana, los principales estados europeos parecerían un verdadero contrapeso de sensatez en medio de una locura creciente y estarían decididos a moderar y poner paz. Pero la realidad es muy otra. Los europeos saben que no pueden quedarse quietos si Rusia les apunta con una nueva generación de misiles. Con Rusia controlando buena parte del suministro energético alemán, la amenaza permanente de un bombardeo nuclear «táctico» obligaría a reducir el nivel de beligerancia comercial y política de los imperialismos europeos en el Este -empezando por Ucrania- y el Mediterráneo. Sería irremediable «aceptar» la «ayuda» del «amigo americano» como en los ochenta. Una «ayuda» que no solo no es desinteresada sino que pararía en seco las ambiciones de Francia y Alemania comprimiéndolas de nuevo entre Rusia y EEUU y devolviendo a Europa el papel de «campo de batalla» potencial que tuvo durante la guerra fría. ¿La realidad? El discurso «pacifista» europeo es un intento por evitar caer bajo la protección americana antes de fortalecer el imperialismo franco-alemán con capacidades militares capaces de plantar cara a Rusia.
El militarismo es una consecuencia inevitable de la crisis sin arreglo del capitalismo. Frente a él de nada sirve el pacifismo. Lo único que puede parar la espiral militarista y las tensiones imperialistas es un desarrollo de las huelgas y las luchas de clase. Y lo que necesitamos, desde hoy, frente a la que viene, es tener cuatro ideas claras, la fundamental: todos los bandos y potencias son nuestros enemigos, para ellos solo somos carne de cañón.
De nada sirve el pacifismo. Lo único que puede parar la espiral militarista y las tensiones imperialistas es un desarrollo de las huelgas y las luchas de clase... si tenemos claro que todos los bandos son nuestro enemigo
Web Nuevo Curso – Izquierda comunista española – febrero 2019
Hoy los periódicos del mundo destacan que EEUU está transfiriendo tecnologías nucleares militares a Arabia Saudí; que casi la mitad del balance anual de Putin frente al parlamento trató de armamento y que Turquía sigue intentando hacerse al mismo tiempo con los F35 estadounidenses y los S400 rusos. Desde el fin de la guerra fría los arsenales nucleares y las políticas armamentísticas no eran noticia cotidiana como ahora.
No ha habido hasta ahora guerra comercial que no acabara en guerra total. Las guerras comerciales no son producto de una política, sino de la necesidad desesperada de encontrar mercados por un capitalismo al que el mercado se le ha vuelto insuficiente. En sí implican una movilización de todos los recursos del capital nacional, incluidos los militares. Por eso más que hablar de una nueva carrera armamentística, habría que hablar en plural: desde América del Sur a Siria pasando por Europa y el Golfo pérsico, el militarismo está en auge y se enseñorea sobre los presupuestos estatales.
Desde los tiempos de la guerra fría el armamento y el arsenal nuclear no estaba presente en la actualidad como hoy. El militarismo campa por sus respetos en todo el mundo
El marco de acuerdos internacionales del final de la guerra fría salta por los aires. EEUU denuncia el tratado de no proliferación de misiles de medio alcance porque, restringido por él, acabaría perdiendo la superioridad nuclear en unos años ante una Rusia que lleva tiempo rearmándose sin confesarlo abiertamente y una China que se niega a entrar en ningún tratado de control armamentístico porque sin un rearme intensivo como el actual no puede negociar ni siquiera como potencia regional en un entorno inmediato cada vez más militarizado. Desde el punto de vista de EEUU lo que está en juego es mantener las condiciones de superioridad militar abrumadora que «evitaron» una tercera guerra mundial.
Ningún capital puede quedar fuera de la carrera militar. EEUU intenta mantener la ventaja que le permitió ganar la guerra fría sin una guerra mundial, los demás o equilibran arsenales o pierden la guerra comercial
El problema es que cada nueva tecnología, cada nueva inversión masiva de uno empuja necesariamente la de los demás. Del escudo antimisiles de EEUU hemos pasado en tiempo récord a la carrera militar espacial general y los misiles hipersónicos rusos y chinos. La aceleración es innegable. Cantidades masivas de capital y recursos se orientan a desarrollar las armas de 2021 y la investigación tecnológica se deforma aún más para satisfacer las necesidades de un mundo convertido en un autómata suicida. La Inteligencia Artificial pasa de política industrial a seguridad nacional y la competencia tecnológica queda absorbida y maleada por la militar.
La espiral militarista reorienta de forma acelerada cantidades ingentes de capital y recursos. La competencia tecnológica se ve absorbida y deformada por la carrera armamentística y la competencia militar
¿Y Europa? Los líderes europeos son los que más han presionado para mantener los acuerdos de no-proliferación. Si escuchamos a Solana, los principales estados europeos parecerían un verdadero contrapeso de sensatez en medio de una locura creciente y estarían decididos a moderar y poner paz. Pero la realidad es muy otra. Los europeos saben que no pueden quedarse quietos si Rusia les apunta con una nueva generación de misiles. Con Rusia controlando buena parte del suministro energético alemán, la amenaza permanente de un bombardeo nuclear «táctico» obligaría a reducir el nivel de beligerancia comercial y política de los imperialismos europeos en el Este -empezando por Ucrania- y el Mediterráneo. Sería irremediable «aceptar» la «ayuda» del «amigo americano» como en los ochenta. Una «ayuda» que no solo no es desinteresada sino que pararía en seco las ambiciones de Francia y Alemania comprimiéndolas de nuevo entre Rusia y EEUU y devolviendo a Europa el papel de «campo de batalla» potencial que tuvo durante la guerra fría. ¿La realidad? El discurso «pacifista» europeo es un intento por evitar caer bajo la protección americana antes de fortalecer el imperialismo franco-alemán con capacidades militares capaces de plantar cara a Rusia.
El militarismo es una consecuencia inevitable de la crisis sin arreglo del capitalismo. Frente a él de nada sirve el pacifismo. Lo único que puede parar la espiral militarista y las tensiones imperialistas es un desarrollo de las huelgas y las luchas de clase. Y lo que necesitamos, desde hoy, frente a la que viene, es tener cuatro ideas claras, la fundamental: todos los bandos y potencias son nuestros enemigos, para ellos solo somos carne de cañón.
De nada sirve el pacifismo. Lo único que puede parar la espiral militarista y las tensiones imperialistas es un desarrollo de las huelgas y las luchas de clase... si tenemos claro que todos los bandos son nuestro enemigo