No hay nada más parecido a un machista de derechas que un machista de izquierdas
Ana Bernal-Triviño - Periodista
publicado en diciembre de 2019 en elpural.com
Se ha disculpado. José Mújica se ha disculpado tras unas declaraciones donde reflexionaba que el feminismo era “bastante inútil» porque la «estridencia termina jodiendo la causa de la mujer». También añadió reflexiones como que “me resisto a que el feminismo pueda sustituir a la lucha de clases. Porque las clases sociales las veo también dentro del movimiento feminista», o “hay carreras como en el Poder Judicial donde vamos a tener que pedir la cuota masculina” o “hay mujeres explotadas. Y el último orejón del tarro lo componen las mujeres abandonadas con hijos, y el movimiento feminista no les da bola. Es una de las cosas más dolorosas”.
Ahora comenta Mújica que se le fue “la lengua”. Pero, lamentablemente lo dijo. A pesar de que ahora recordara hechos que él realizó en defensa de la mujer, en un momento de tensión le salió “ese pensamiento”. Y es que los hombres de izquierda son hombres educados también en el machismo, y eso es lo que hace que, cuando hablamos entre las feministas, siempre sostengamos: “no hay nada más parecido a un machista de derechas que un machista de izquierdas”. Porque somos nosotras las que hemos tenido parejas, amigos o compañeros de “súper izquierda” y en las relaciones personales con nosotras, en su ocupación del espacio, en su discurso, en su voz… solo con una mirada cómplice entre nosotras hemos reconocido su machismo.
En infinitas ocasiones se acusa al movimiento feminismo de ser de izquierdas. Y ya estoy cansada de repetir que es una cuestión de derechos humanos, y que las leyes que se impulsan desde dentro del feminismo vienen a protegernos a todas, a las mujeres de derechas y de izquierdas. Que cuando una mujer llega a un centro de acogida o a un centro de víctimas de violencia sexual, no se le pregunta su ideología porque nos importa bastante poco. Que el feminismo está para salvar a las mujeres, incluso para las que reniegan de él y alguna vez lo necesiten. Las feministas tenemos bien claro desde qué partidos se han apoyado los derechos de la mujer desde el principio, sabemos que la derecha no ha atendido las demandas, y también sabemos y somos críticas con la izquierda que bajo la apariencia de modernidad hoy día se sitúa en esa línea divisoria cómplice de la explotación del cuerpo de la mujer.
Ahora que tenemos el mensaje machista legitimado políticamente a través de la ultraderecha estaría muy bien que los hombres de izquierdas estuvieran a la altura de las circunstancias. Para debatir y cuestionarnos ya estamos nosotras, que para eso somos el sujeto político. Pero, de verdad, se agradecería un poquito de memoria histórica feminista y aprender de otros hombres y mujeres referentes que, desde mucho antes que vosotros, aprendieron a analizar la situación.
Los de «súper izquierdas» son los que te encuentras en debates y asambleas y, como sostenía Mújica, te ponen por delante siempre el debate sobre la lucha de clases para luego decir que el movimiento feminista no es tan importante. Quizás pueden re-leer y aprender de Engels quien ya sostenía que “en la familia, las mujeres son el proletariado, y el hombre el burgués”, o cuando Stuart Mill escribía que “ya no quedan más esclavos legales que las amas de casa”. Porque de no haber tenido la comida puesta en la mesa, la casa limpia, los calzoncillos y la ropa lavada y cientos de cosas más a su disposición cuando el “hombre de la casa” venía de trabajar, ya me dirán dónde hubiese llegado la carrera profesional de cada hombre sin ese trabajo silencioso y sin reconocimiento. Gracias a eso han tenido su espacio, sus posiciones de poder, su voz y han sido protagonistas de la historia.
Los machistas de «súper izquierdas» también pueden releer a las feministas marxistas del siglo XX que reflexionaban sobre la liberación de la mujer bajo el socialismo, pero que no era suficiente. Clara Zetkin explicaba cómo “la cuestión femenina” se planteaba “para las mujeres del proletariado, de la pequeña y media burguesía, de los estratos intelectuales y de la gran burguesía”, con un análisis sobre los modos de producción capitalista y cómo afectaba de una u otra forma a las mujeres. Kollontai en «Mujer y lucha de clases» analizaba la independencia económica, el matrimonio, la familia, y hasta las relaciones sexuales. Teresa Claramunt también exhortaba “ni obreras explotadas en las fábricas ni esclavas en el hogar o en la familia”. O Simone de Beauvoir ya denunciaba que “la suerte de la mujer no es la misma que la del hombre ni en los países socialistas, ni en los comunistas ni en los sindicatos”.
Sobre lo que sostenía Mújica de las mujeres más pobres, el feminismo de verdad no ha dejado a esas mujeres de lado. Otra cosa es que ahora tengamos la expansión de un ‘feminismo’ neoliberal que está más preocupado, cómo no, por los techos de cristal que por los suelos pegajosos, pero las feministas siempre han denunciado la situación de pobreza de la mujer en el contexto capitalista, y por eso las feministas no toleran ni apoyan ideas de comercialización del cuerpo de la mujer bajo ningún concepto. No es algo nuevo. En 1835 ya teníamos a Flora Tristán escribiendo De la necesidad de dar buena acogida a las mujeres extranjeras. Para eso ya estamos las feministas, para recordar y poner siempre en el debate a las mujeres más pobres y no permitir que otras “feministas” justifiquen que porque son “pobres” puedan ser explotadas y se les olvide que el feminismo es también de clase. Ese debate ya lo tenemos nosotras. Y ojo a donde lo pronuncia Mújica, donde hay una cantidad de compañeras feministas uruguayas y en el contexto de América Latina luchando por sus derechos como las que más.
Sobre la “estridencia” que sostenía Mújica mejor no hablar… Es lo de siempre. Poner el foco sobre nuestras formas de reivindicar, que si eso mejor con un par de besos y un abrazo y un gracias, que en la calle gritando por nuestros derechos es demasiado jaleoso… Para estridencias y horror los del machismo que asesina y viola y acosa y maltrata cada día.
Así tenemos el panorama cuando más feminismo hace falta y cuando necesitamos a los hombres feministas. Cuando una compañera señale vuestro machismo de izquierdas, no haceros las víctimas porque nosotras somos las primeras decepcionadas y afectadas. Dejad de tratarnos con paternalismo y como idiotas. El feminismo no es, como uno me dijo un día, un movimiento asociativo de mujeres donde “debatís vuestros temas”. El feminismo es una teoría social crítica que cuestiona las relaciones sociales y de producción porque analiza cómo la ideología política y económica condiciona la libertad y el desarrollo de los derechos de las mujeres. Sí, hay machistas de derechas violadores, maltratadores y acosadores. Y hay machistas de izquierda violadores, maltratadores y acosadores. Las feministas os vemos a distancia, aunque algunos os pongáis piel de cordero.
Ana Bernal-Triviño - Periodista
publicado en diciembre de 2019 en elpural.com
Se ha disculpado. José Mújica se ha disculpado tras unas declaraciones donde reflexionaba que el feminismo era “bastante inútil» porque la «estridencia termina jodiendo la causa de la mujer». También añadió reflexiones como que “me resisto a que el feminismo pueda sustituir a la lucha de clases. Porque las clases sociales las veo también dentro del movimiento feminista», o “hay carreras como en el Poder Judicial donde vamos a tener que pedir la cuota masculina” o “hay mujeres explotadas. Y el último orejón del tarro lo componen las mujeres abandonadas con hijos, y el movimiento feminista no les da bola. Es una de las cosas más dolorosas”.
Ahora comenta Mújica que se le fue “la lengua”. Pero, lamentablemente lo dijo. A pesar de que ahora recordara hechos que él realizó en defensa de la mujer, en un momento de tensión le salió “ese pensamiento”. Y es que los hombres de izquierda son hombres educados también en el machismo, y eso es lo que hace que, cuando hablamos entre las feministas, siempre sostengamos: “no hay nada más parecido a un machista de derechas que un machista de izquierdas”. Porque somos nosotras las que hemos tenido parejas, amigos o compañeros de “súper izquierda” y en las relaciones personales con nosotras, en su ocupación del espacio, en su discurso, en su voz… solo con una mirada cómplice entre nosotras hemos reconocido su machismo.
En infinitas ocasiones se acusa al movimiento feminismo de ser de izquierdas. Y ya estoy cansada de repetir que es una cuestión de derechos humanos, y que las leyes que se impulsan desde dentro del feminismo vienen a protegernos a todas, a las mujeres de derechas y de izquierdas. Que cuando una mujer llega a un centro de acogida o a un centro de víctimas de violencia sexual, no se le pregunta su ideología porque nos importa bastante poco. Que el feminismo está para salvar a las mujeres, incluso para las que reniegan de él y alguna vez lo necesiten. Las feministas tenemos bien claro desde qué partidos se han apoyado los derechos de la mujer desde el principio, sabemos que la derecha no ha atendido las demandas, y también sabemos y somos críticas con la izquierda que bajo la apariencia de modernidad hoy día se sitúa en esa línea divisoria cómplice de la explotación del cuerpo de la mujer.
Ahora que tenemos el mensaje machista legitimado políticamente a través de la ultraderecha estaría muy bien que los hombres de izquierdas estuvieran a la altura de las circunstancias. Para debatir y cuestionarnos ya estamos nosotras, que para eso somos el sujeto político. Pero, de verdad, se agradecería un poquito de memoria histórica feminista y aprender de otros hombres y mujeres referentes que, desde mucho antes que vosotros, aprendieron a analizar la situación.
Los de «súper izquierdas» son los que te encuentras en debates y asambleas y, como sostenía Mújica, te ponen por delante siempre el debate sobre la lucha de clases para luego decir que el movimiento feminista no es tan importante. Quizás pueden re-leer y aprender de Engels quien ya sostenía que “en la familia, las mujeres son el proletariado, y el hombre el burgués”, o cuando Stuart Mill escribía que “ya no quedan más esclavos legales que las amas de casa”. Porque de no haber tenido la comida puesta en la mesa, la casa limpia, los calzoncillos y la ropa lavada y cientos de cosas más a su disposición cuando el “hombre de la casa” venía de trabajar, ya me dirán dónde hubiese llegado la carrera profesional de cada hombre sin ese trabajo silencioso y sin reconocimiento. Gracias a eso han tenido su espacio, sus posiciones de poder, su voz y han sido protagonistas de la historia.
Los machistas de «súper izquierdas» también pueden releer a las feministas marxistas del siglo XX que reflexionaban sobre la liberación de la mujer bajo el socialismo, pero que no era suficiente. Clara Zetkin explicaba cómo “la cuestión femenina” se planteaba “para las mujeres del proletariado, de la pequeña y media burguesía, de los estratos intelectuales y de la gran burguesía”, con un análisis sobre los modos de producción capitalista y cómo afectaba de una u otra forma a las mujeres. Kollontai en «Mujer y lucha de clases» analizaba la independencia económica, el matrimonio, la familia, y hasta las relaciones sexuales. Teresa Claramunt también exhortaba “ni obreras explotadas en las fábricas ni esclavas en el hogar o en la familia”. O Simone de Beauvoir ya denunciaba que “la suerte de la mujer no es la misma que la del hombre ni en los países socialistas, ni en los comunistas ni en los sindicatos”.
Sobre lo que sostenía Mújica de las mujeres más pobres, el feminismo de verdad no ha dejado a esas mujeres de lado. Otra cosa es que ahora tengamos la expansión de un ‘feminismo’ neoliberal que está más preocupado, cómo no, por los techos de cristal que por los suelos pegajosos, pero las feministas siempre han denunciado la situación de pobreza de la mujer en el contexto capitalista, y por eso las feministas no toleran ni apoyan ideas de comercialización del cuerpo de la mujer bajo ningún concepto. No es algo nuevo. En 1835 ya teníamos a Flora Tristán escribiendo De la necesidad de dar buena acogida a las mujeres extranjeras. Para eso ya estamos las feministas, para recordar y poner siempre en el debate a las mujeres más pobres y no permitir que otras “feministas” justifiquen que porque son “pobres” puedan ser explotadas y se les olvide que el feminismo es también de clase. Ese debate ya lo tenemos nosotras. Y ojo a donde lo pronuncia Mújica, donde hay una cantidad de compañeras feministas uruguayas y en el contexto de América Latina luchando por sus derechos como las que más.
Sobre la “estridencia” que sostenía Mújica mejor no hablar… Es lo de siempre. Poner el foco sobre nuestras formas de reivindicar, que si eso mejor con un par de besos y un abrazo y un gracias, que en la calle gritando por nuestros derechos es demasiado jaleoso… Para estridencias y horror los del machismo que asesina y viola y acosa y maltrata cada día.
Así tenemos el panorama cuando más feminismo hace falta y cuando necesitamos a los hombres feministas. Cuando una compañera señale vuestro machismo de izquierdas, no haceros las víctimas porque nosotras somos las primeras decepcionadas y afectadas. Dejad de tratarnos con paternalismo y como idiotas. El feminismo no es, como uno me dijo un día, un movimiento asociativo de mujeres donde “debatís vuestros temas”. El feminismo es una teoría social crítica que cuestiona las relaciones sociales y de producción porque analiza cómo la ideología política y económica condiciona la libertad y el desarrollo de los derechos de las mujeres. Sí, hay machistas de derechas violadores, maltratadores y acosadores. Y hay machistas de izquierda violadores, maltratadores y acosadores. Las feministas os vemos a distancia, aunque algunos os pongáis piel de cordero.