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    Comunicación al movimiento antifascista en el Estado Español

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    internacionalista_90
    Gran camarada
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    Comunicación al movimiento antifascista en el Estado Español Empty Comunicación al movimiento antifascista en el Estado Español

    Mensaje por internacionalista_90 Miér Jun 23, 2010 4:51 pm

    Hace ya muchos años que los fusiles de nuestros abuelos callaron y las trincheras del 36 parece que se encuentran vacías; hace ya más de 70 años que nuestros abuelos se dejaron la vida y la salud en una cruenta guerra fratricida para detener al fascismo y avanzar hacia la completa emancipación del proletariado. No hace falta decir que desgraciadamente esta guerra terminó con la victoria de las hordas fascistas apoyadas por la oligarquía financiera-terrateniente, la Iglesia Católica y las potencias nazifascistas extranjeras. Todas ellas hicieron posible el aniquilamiento de generaciones enteras de luchadores y sumieron al Estado Español en una nube de oscurantismo, represión y atraso que hoy todavía venimos padeciendo.

    Muchos años después el antifascismo sigue siendo uno de los frentes principales de lucha para todos los revolucionarios consecuentes. Pero han cambiado muchas cosas desde 1939. Hoy en día ¿Qué es el fascismo en el siglo XXI?, ¿Qué es el antifascismo? ¿Cuáles son los problemas a los que se enfrenta actualmente el antifascismo y cuál debería ser su estrategia a seguir? Desde este modesto texto no pretendemos dar recetas sobre el camino a seguir, pero sí hacemos un análisis de la realidad actual desde nuestro punto de vista.

    Hoy en día el mensaje de carácter “antifascista” está siendo utilizado de manera oportunista por parte del bloque más “progresista” de la burguesía desde un doble plano, el histórico y el actual. En el primer plano, el histórico, vemos el circo que la burguesía “progresista” ha montado alrededor del proceso contra el juez Garzón (recordamos que este juez es el magistrado jefe de la Audiencia Nacional, un engranaje decisivo en el aparato represivo de Estado Burgués) debido a su intención de investigar judicialmente los crímenes del franquismo, reivindicándolo como un “héroe del antifascismo”. Este sector de la burguesía representado políticamente por el P.S.O.E., e I.U. a través de su aparato mediático (Grupo PRISA y Mediapro especialmente) ha iniciado una campaña de idealización del antifranquismo reivindicando como suyos a los muertos asesinados por el fascismo y que lucharon por el progreso de la clase obrera. También apoyan un proyecto de “memoria histórica” con el que dicen rescatar la memoria de nuestros muertos, aunque después la ley iguale a los que cayeron luchando por la República con los fascistas que la destruyeron.

    Este mensaje del ala izquierda de la burguesía ha producido un choque con los sectores más reaccionarios de esta, representados por el Partido Popular, la Iglesia Católica y los sectores más franquistas de la judicatura, que todavía se sienten sentimental ó económicamente vinculados con el régimen anterior. Todo esto ha confundido a ciertas masas que han salido a la calle en defensa de la Ley de la Memoria Histórica y en apoyo del Juez Garzón creyendo que así defendían a sus muertos.

    Por otro lado podemos ver como la burguesía dice combatir la violencia fascista actual, clara fue la actuación de Esteban Ibarra y su organización durante el proceso contra el asesino de Carlos Palomino. Este mensaje trata de reducir el fascismo a un fenómeno de bandas, denunciando las agresiones racistas desde una perspectiva legalista. De este modo pretende poner a la “democracia” burguesa como elemento contrapuesto al fascismo. Todo este mensaje oportunista puede llegar a confundir también a sectores del antifascismo consciente. Por ejemplo, cuando se emiten peticiones de ilegalización de los partidos neofascistas y xenófobos, cuando esta petición supone una incoherencia para nosotros que como revolucionarios consecuentes nos oponemos firmemente a la Ley de Partidos. Además esta reivindicación puede terminar volviéndose contra nosotros ya que lo único que hace es fortalecer al estado burgués, además de legitimarlo “de facto” como árbitro en la controversia que tenemos con los grupos de extrema derecha.

    Nosotros como antifascistas consecuentes debemos denunciar este mensaje que pretende que veamos como antifascistas a los mismos que durante la “Transición” claudicaron y vendieron a la clase obrera y a tantos luchadores que dieron su sangre contra el régimen fascista y que los traicionaron aceptando la monarquía franquista y un pacto de silencio sobre los crímenes cometidos por el Franquismo, así pasaron a repartirse el pastel con los que durante 40 años habían exprimido al pueblo . Fueron los que crearon los GAL, los que nos metieron en la OTAN y en el nuevo polo imperialista que es la UE, los que destruyeron los sindicatos desde dentro convirtiéndolos en meras correas de transmisión de los intereses del Capital, los que destruyeron nuestro sector público con privatizaciones y los que hoy en día, en este periodo de decadencia del sistema capitalista, han aprobado una serie de medidas antiobreras para hacer pagar su crisis a los de siempre. Son los responsables del proceso de fascistización de las instituciones, apoyando la Ley de partidos, cerrando periódicos, ilegalizando organizaciones políticas, permitiendo la tortura. Se puede observar claramente los efectos de este proceso en las medidas de excepción que día a día son impuestas al Pueblo Vasco y en los centenares de presos políticos anarquistas, comunistas, independentistas y antifascistas que están encerrados en las cárceles del Estado.

    Por otra parte los partidos u organizaciones neofascistas se encuentran en una profunda crisis. Aunque su mensaje xenófobo, populista y ultranacionalista existe en determinados segmentos de la sociedad, es el PP quien asume sus consignas atrayéndose consigo a la mayor parte de la base social de los partidos fascistas. Además hay grandes divisiones y rivalidades en su seno que impiden su implantación y crecimiento a gran escala dentro del Estado Español.

    Además de esto el sistema nos inculca veladamente, a través de los medios de “comunicación” fundamentalmente un mensaje xenófobo. En los medios se reproducen constantemente tópicos sobre los inmigrantes, se acusa de manera habitual a sus comunidades de ser focos de delincuencia y de “bandas” sin tener en cuenta su situación social, se ridiculiza o incluso se intenta criminalizar sus costumbres y religiones y nos presentan a sus países de procedencia como “atrasados” e “incivilizados” sin mencionar en ningún momento la historia y el contexto de estos países. Así pues hay también una política que trata, tanto desde los medios de comunicación como desde el mismo Estado (educación), de criminalizar a movimientos políticos opositores al sistema socioeconómico actual, tanto estatales como internacionales. Un ejemplo de ello es la constante criminalización que viene sufriendo el movimiento antifascista y okupa tildados por los medios de agitación y propaganda del sistema como “violentos” o “tribus urbanas”, o la persecución obsesiva de la izquierda abertzale calificándola de “Terroristas” y de “mafiosos”, por no hablar de la manipulación de los medios sobre procesos de liberación extranjeros, el caso de la Revolución Bolivariana de Venezuela o los disturbios en Grecia sin ir más lejos. Todo esto forma parte de una compleja política mediática y educativa de fascistización social, es decir, el fascismo deja de ser sólo un mecanismo represivo para ser una cuestión educativa y sociológica, es decir lo que se trata es de inculcar valores reaccionarios al conjunto de la sociedad para así en tiempos de crisis alejar al proletariado de posiciones que pudiesen poner en peligro el sistema diluyendo el enfrentamiento de clases.

    En definitiva debemos denunciar este mensaje y defender un antifascismo con un fondo revolucionario y anticapitalista que se encargue de hacer ver a las masas que los grupúsculos fascistas no son otra cosa que la fuerza de choque del sistema para dividir a la clase obrera según su nacionalidad, tanto es así que desde el Estado y desde el nuevo polo imperialista de la Unión Europea, se han aprobado medidas legales tales como la Ley de Extranjería y la llamada “Directiva de la vergüenza” aprobada por la Comisión Europea que supone una violación flagrante de los derechos humanos de la población inmigrante.

    Debemos por tanto avanzar hacia un antifascismo de raíces revolucionarias alejado del reformismo y el sectarismo de algunas organizaciones. También debemos dejar claro que el antifascismo no es cuestión de estética ni de moda, sino que es un planteamiento que todo buen revolucionario debe tener claro. Apostamos por un antifascismo que no se limite a luchar contra los grupúsculos neonazis sino que denuncie también al fascismo institucional y se organice para plantar cara de manera legal a la represión. Así, no debemos defender en nuestro movimiento la violencia injustificada, pero es también nuestra misión como antifascistas organizar la autodefensa contra los ataques que el movimiento pueda recibir de cualquier sitio. Por otro lado el control de las calles por parte de los antifascistas no sirve de nada si no va acompañado de una elevación teórica que sirva al movimiento para saber por qué lucha, cuál es la situación según el contexto socioeconómico actual y conocer y aprender de experiencias revolucionarias anteriores.

    El movimiento antifascista debe ser un movimiento dirigido principalmente a la juventud , que está sufriendo las consecuencias del sistema tales como la precariedad, el paro, la mercantilización de la educación por medio del Plan Bolonia y sobre todo a la clase trabajadora en general que viene sufriendo un ataque frontal contra ella por parte de la patronal (reducción de salarios, despidos continuos...), como del estado (intento de atrasar la edad de jubilación a los 67 años, subida de los impuestos indirectos como el I.V.A., reducción de salarios a los empleados públicos, reducción de las ayudas sociales..) toda una declaración de guerra contra la clase obrera que busca que esta pague los platos rotos de la crisis, mientras los “sindicatos” del régimen no saben, o no quieren, dar respuesta y lo único que buscan es el pacto con los verdugos representado en una reforma laboral que socava más los derechos de los trabajadores.

    Debemos ser internacionalistas tanto para defender a la clase obrera que ha venido de otros países para intentar recoger las migajas que nuestra oligarquía expolió de sus tierras natales, como para defender el derecho a la autodeterminación de todos los pueblos del Estado Español. No obstante es nuestra opinión que debemos facilitar la coordinación entre las diversas plataformas y organizaciones dentro del estado para hacer de este modo más eficaz nuestra lucha. Por tanto nos declaramos partidarios de la coordinación estatal.

    También debemos buscar formas legales de actuación y defensa, ya que eso evitaría entre otras cuestiones, problemas judiciales y legales como multas y facilitaría la realización de actos públicos así como la convocatoria de manifestaciones. Todo esto, claro está, sin caer en el legalismo institucionalista que sabemos todos a donde lleva, al reformismo.

    El antifascismo que defendemos debe ser ante todo un frente anticapitalista que apueste por la superación del sistema económico actualmente vigente, un sistema en el que los beneficios son patrimonio de unos pocos y reparten al resto sus migajas, un sistema injusto que se basa en la explotación de los recursos de los países semicolonizados. Debe ser un frente de denuncia de lo que es la mayor expresión del fascismo en el ámbito internacional, el imperialismo, que no duda en someter, mediante la guerra y la invasión, a todos los países que osen contravenir los intereses de los amos del mundo. La expresión más consecuente del antifascismo debe ser el antiimperialismo pues es nuestra misión oponernos a la política de dominación de pueblos que practica la élite mundial actual.

    El movimiento antifascista debe desde nuestra perspectiva lanzarse a un profundo debate teórico sobre la manera de abordar la lucha dentro del contexto de crisis del capital y represión en el que nos encontramos. Como es bien sabido no hay práctica revolucionaria sin teoría revolucionaria.

    En definitiva debemos defender un antifascismo que honre la memoria de nuestros muertos luchando contra lo que ellos lucharon, contra el fascismo y el capitalismo indistintamente y por la emancipación de la clase obrera.

    PLATAFORMA ANTIFASCISTA DE CIUDAD REAL


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