La capacidad para hacer que las cosas no existan
Manuel Blanco Chivite - septiembre de 2014
fuente: web La comuna presxs del franquismo
20 páginas en formato doc
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De la Introducción: ¿Realmente fueron acciones armadas? ¿Realmente aquéllos jóvenes que acabaron sus días frente a los últimos pelotones de fusilamiento del general Franco, con el voto unánime de todos los componentes de su gobierno, realmente empuñaron y dispararon alguna suerte de arma de fuego?
De hecho, sometidos a sumarísimos consejos de guerra, sus abogados, ante la afirmación de los fiscales militares de que habían empuñado tal pistola, tal revólver o tal escopeta, solicitaron, con el mayor de los respetos, que dicho armamento, importantísima prueba de cargo como cualquiera puede colegir, se presentase ante el correspondiente consejo de guerra y, además, no menos importantes, se presentasen, igualmente, las pruebas periciales referentes a temas como huellas dactilares, balística, y otras prácticas probatorias elementales. Además, la policía afirmaba que, en efecto, se habían capturado las armas de las se hablaba en el apuntamiento preparado por la instrucción.
Y, ¡oh, sorpresa!, no había pistola, ni revólver, ni escopeta, ni proyectiles, ni pruebas balísticas, ni huellas dactilares y, por no haber, tampoco había testigos, pese a que la propia policía, una vez más, había dicho que sí, que los había, pero no, no los hubo. En realidad, no hubo nada. Ninguna prueba. Nada. Las armas no existían más que en los papeles y en las palabras de los fiscales. No estaban en ningún sitio. Nadie vio ni oyó a los supuestos testigos que jamás se supo nada de ellos. Toro eran palabras y supuestas declaraciones, más palabras, conseguidas a palos y bajo tortura. Nada mas.
Sin embargo, sí hubo condenas a muerte. Hubo “enterado” por parte del gobierno en pleno. Y hubo, una vez mas, una mañana de sangre. Fue el 27 de septiembre de 1.975. Los últimos asesinados de aquel gran asesino de su propio pueblo, el general Franco. No tuvo tiempo de más; murió cincuenta y cuatro días después.
¿Inverosímil? ¿Me lo estoy inventando? ¿De verdad sucedió algo así? [...]
Manuel Blanco Chivite - septiembre de 2014
fuente: web La comuna presxs del franquismo
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De la Introducción: ¿Realmente fueron acciones armadas? ¿Realmente aquéllos jóvenes que acabaron sus días frente a los últimos pelotones de fusilamiento del general Franco, con el voto unánime de todos los componentes de su gobierno, realmente empuñaron y dispararon alguna suerte de arma de fuego?
De hecho, sometidos a sumarísimos consejos de guerra, sus abogados, ante la afirmación de los fiscales militares de que habían empuñado tal pistola, tal revólver o tal escopeta, solicitaron, con el mayor de los respetos, que dicho armamento, importantísima prueba de cargo como cualquiera puede colegir, se presentase ante el correspondiente consejo de guerra y, además, no menos importantes, se presentasen, igualmente, las pruebas periciales referentes a temas como huellas dactilares, balística, y otras prácticas probatorias elementales. Además, la policía afirmaba que, en efecto, se habían capturado las armas de las se hablaba en el apuntamiento preparado por la instrucción.
Y, ¡oh, sorpresa!, no había pistola, ni revólver, ni escopeta, ni proyectiles, ni pruebas balísticas, ni huellas dactilares y, por no haber, tampoco había testigos, pese a que la propia policía, una vez más, había dicho que sí, que los había, pero no, no los hubo. En realidad, no hubo nada. Ninguna prueba. Nada. Las armas no existían más que en los papeles y en las palabras de los fiscales. No estaban en ningún sitio. Nadie vio ni oyó a los supuestos testigos que jamás se supo nada de ellos. Toro eran palabras y supuestas declaraciones, más palabras, conseguidas a palos y bajo tortura. Nada mas.
Sin embargo, sí hubo condenas a muerte. Hubo “enterado” por parte del gobierno en pleno. Y hubo, una vez mas, una mañana de sangre. Fue el 27 de septiembre de 1.975. Los últimos asesinados de aquel gran asesino de su propio pueblo, el general Franco. No tuvo tiempo de más; murió cincuenta y cuatro días después.
¿Inverosímil? ¿Me lo estoy inventando? ¿De verdad sucedió algo así? [...]