Tipologías de confinados
publicado en el blog La Basque Bondissante en marzo de 2020
Las epidemias vienen y van. Esto es innegable. Tengo algún conocido que está difundiendo por las redes el fin del mundo, o casi. Vaticina, cual bruja Lola, un número de fallecidos y me compara esta epidemia con otras pasadas, en otras épocas, con otros medios y con otras maneras de vivir. Como le quito hierro a su asunto, porque las estadísticas son manipulables y totalmente falibles, me contesta que en junio le daré la razón. No le hace mucha gracia que le diga, que a lo mejor, para que se la de, necesita de una ouija, subiéndome a su nivel fatalista.
Hay que ver la cantidad de sobreinformación, no siempre objetiva, a la que estamos expuestos, como si de otro virus se tratara.Estoy convencida de que mucha de está información, sensacionalista y chocante se difunde para inocular otra epidemia: El miedo.
Datos que se contradicen, estadísticas que se manipulan, informaciones veraces sacadas de bulos flagrantes...Ahora les ha dado porque se niega la entrada en UCIs a menores de 65 años. Ya ves. Cuesta leerlo, pero, al final, siempre hay crédulos que entran en pánico, y así tenemos a:
El informante alarmante: Típico animal de redes sociales que se dedica a difundir informaciones tremebundas sobre la epidemia, no siempre contrastadas. Últimamente, además, está desarrollando un estilo necrófilo basado en cadáveres de geriátricos.
El comprador compulsivo: Que sale a comprar al supermercado una vez para todo el mes y se lleva carne de todas las especies habidas, papel higiénico para un año, latas de conserva para erigir una montaña de elevación "himaláyica" pastas y arroces para hacer una paella tamaño plaza de toros...Pasado mañana volverá a por más, porque se ha dejado la sección de higiene.
El comprador compulsivo por internet: Se aburre así que decide curiosear y comprarse en esos grandes almacenes on line cualquier cosa que se le pase por la cabeza. Ha contratado, además, cuatro canales de series de televisión.
El policía de balcón: Peligroso ser que, corroído por la envidia de ver pasar a gente por la calle, aunque no tenga ni puta idea de por qué va por ella, se dedica a insultar al viandante de manera soez amenazando con llamar a la policía, culpándole, además, de propagar el virus, como si el viandante fuera a subir a su casa y escupirle a la cara nada más abriera la puerta. El odio y la envidia por el arrojo del peatón, mezclado con el miedo irracional, destila por el alféizar de su puesto de vigía y cae, hediondo, por la fachada de su edificio.
Seguramente hay más tipología de confinado por el virus, pero, con este espléndido día, dejad de leer por internet y sacar la carita de ventana hacia fuera para ser acariciados por el sol.
Sic transit virus mundi, al igual que otras epidemias.
publicado en el blog La Basque Bondissante en marzo de 2020
Las epidemias vienen y van. Esto es innegable. Tengo algún conocido que está difundiendo por las redes el fin del mundo, o casi. Vaticina, cual bruja Lola, un número de fallecidos y me compara esta epidemia con otras pasadas, en otras épocas, con otros medios y con otras maneras de vivir. Como le quito hierro a su asunto, porque las estadísticas son manipulables y totalmente falibles, me contesta que en junio le daré la razón. No le hace mucha gracia que le diga, que a lo mejor, para que se la de, necesita de una ouija, subiéndome a su nivel fatalista.
Hay que ver la cantidad de sobreinformación, no siempre objetiva, a la que estamos expuestos, como si de otro virus se tratara.Estoy convencida de que mucha de está información, sensacionalista y chocante se difunde para inocular otra epidemia: El miedo.
Datos que se contradicen, estadísticas que se manipulan, informaciones veraces sacadas de bulos flagrantes...Ahora les ha dado porque se niega la entrada en UCIs a menores de 65 años. Ya ves. Cuesta leerlo, pero, al final, siempre hay crédulos que entran en pánico, y así tenemos a:
El informante alarmante: Típico animal de redes sociales que se dedica a difundir informaciones tremebundas sobre la epidemia, no siempre contrastadas. Últimamente, además, está desarrollando un estilo necrófilo basado en cadáveres de geriátricos.
El comprador compulsivo: Que sale a comprar al supermercado una vez para todo el mes y se lleva carne de todas las especies habidas, papel higiénico para un año, latas de conserva para erigir una montaña de elevación "himaláyica" pastas y arroces para hacer una paella tamaño plaza de toros...Pasado mañana volverá a por más, porque se ha dejado la sección de higiene.
El comprador compulsivo por internet: Se aburre así que decide curiosear y comprarse en esos grandes almacenes on line cualquier cosa que se le pase por la cabeza. Ha contratado, además, cuatro canales de series de televisión.
El policía de balcón: Peligroso ser que, corroído por la envidia de ver pasar a gente por la calle, aunque no tenga ni puta idea de por qué va por ella, se dedica a insultar al viandante de manera soez amenazando con llamar a la policía, culpándole, además, de propagar el virus, como si el viandante fuera a subir a su casa y escupirle a la cara nada más abriera la puerta. El odio y la envidia por el arrojo del peatón, mezclado con el miedo irracional, destila por el alféizar de su puesto de vigía y cae, hediondo, por la fachada de su edificio.
Seguramente hay más tipología de confinado por el virus, pero, con este espléndido día, dejad de leer por internet y sacar la carita de ventana hacia fuera para ser acariciados por el sol.
Sic transit virus mundi, al igual que otras epidemias.
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