Carlos II el Hechizado y su época
José Calvo Poyato
colección Memoria de la Historia - publicado en 1997
varios formatos
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En torno a la imagen del que fue el último rey español de la Casa de Austria, se tejieron las más variadas leyendas. Desde las que le pintaron como un inútil incapacitado para gobernar una monarquía en la que casi no se ponía el Sol, hasta las que achacaron su falta de descendencia al hecho de el que rey estaba hechizado. Sin embargo, como el lector podrá comprobar, fue algo más que un imposibilitado en manos de los que le rodearon. Bajo su macilento aspecto había una personalidad compleja y también limitada, pero que en ocasiones dio muestras de una dignidad y categoría humanas que no poseían la mayoría de sus cortesanos.
Y una época, el último tercio del siglo XVIII. Una sociedad dominada por el espíritu efectista del barroco. Una corte donde las intrigas, las camarillas cortesanas o los juegos de intereses tejían y destejían el vivir cotidiano. Antagonismos, odios ancestrales, alianzas de circunstancias y todo tipo de rumores propiciaron un ambiente que convirtió la vida política española de aquellos años en una gigantesca corte de los milagros donde, por añadidura, se estaba jugando la partida política más importante para el futuro de Europa.
José Calvo Poyato
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En torno a la imagen del que fue el último rey español de la Casa de Austria, se tejieron las más variadas leyendas. Desde las que le pintaron como un inútil incapacitado para gobernar una monarquía en la que casi no se ponía el Sol, hasta las que achacaron su falta de descendencia al hecho de el que rey estaba hechizado. Sin embargo, como el lector podrá comprobar, fue algo más que un imposibilitado en manos de los que le rodearon. Bajo su macilento aspecto había una personalidad compleja y también limitada, pero que en ocasiones dio muestras de una dignidad y categoría humanas que no poseían la mayoría de sus cortesanos.
Y una época, el último tercio del siglo XVIII. Una sociedad dominada por el espíritu efectista del barroco. Una corte donde las intrigas, las camarillas cortesanas o los juegos de intereses tejían y destejían el vivir cotidiano. Antagonismos, odios ancestrales, alianzas de circunstancias y todo tipo de rumores propiciaron un ambiente que convirtió la vida política española de aquellos años en una gigantesca corte de los milagros donde, por añadidura, se estaba jugando la partida política más importante para el futuro de Europa.