Center for Economic and Policy Research, Julio 2007 3
Resumen ejecutivo
Venezuela ha experimentado un crecimiento bastante rápido después de haber tocado fondo en la recesión de 2003, llegando a crecer a un ritmo del 10,3 por ciento en 2006. La opinión más generalizada sobre la expansión económica actual del país es que se trata de una gran “bonanza petrolera” estimulada, como en el pasado, por los altos precios del crudo, y que va en camino a la “bancarrota”. Se cree que este futuro colapso económico será el resultado de la caída que en algún momento tendrán los precios del petróleo, o de una mala gestión del gobierno en materia de política económica.
Existe gran cantidad de evidencia contraria a esas conclusiones. El crecimiento económico de Venezuela sufrió un grave derrumbe en las décadas de 1980 y 1990, después del pico de su Producto Interno Bruto (PIB) real en 1977. En ese sentido, su situación es similar a la de la región en su conjunto, que desde 1980 ha registrado el peor desempeño de largo plazo en materia de crecimiento económico en más de un siglo. Hugo Chávez Frías fue electo en 1998 y asumió la presidencia del país en 1999, y los primeros cuatro años de su administración estuvieron signados por una gran inestabilidad política que afectó muy adversamente la economía (ver Gráfico 2). Esto culminó con un golpe de Estado militar que derrocó transitoriamente al gobierno constitucional en abril de 2002, y fue seguido por una devastadora huelga petrolera que se extendió desde diciembre de 2002 hasta febrero de 2003. La huelga petrolera precipitó al país a una severa recesión económica, en el curso de la cual Venezuela perdió el 24 por ciento de su PIB.
Pero esta situación política comenzó a estabilizarse en el segundo trimestre de 2003, y ha seguido estabilizándose en todo el período actual de expansión económica. La economía ha tenido un crecimiento continuo y acelerado desde el inicio de la estabilización política. El PIB real (es decir, corregido por los efectos de la inflación) ha crecido un 76 por ciento desde el punto más bajo de la recesión en 2003. Es probable que las políticas fiscales y monetarias expansionistas, así como los controles sobre el tipo de cambio aplicados por el gobierno, hayan contribuido a este auge económico presente. El gasto del gobierno central se incrementó del 21,4 por ciento del PIB en 1998 al 30 por ciento del PIB en 2006. Las tasas reales de interés a corto plazo han sido negativas durante todo o prácticamente todo el período de recuperación económica (dependiendo del indicador –ver Gráfico 4).
Los ingresos del gobierno aumentaron aún más rápido que el gasto en ese período, pasando de 17,4 por ciento del PIB a 30 por ciento del PIB en el mismo período, dejando al gobierno central con un presupuesto equilibrado para 2006. El gobierno ha planificado en base a previsiones conservadoras respecto de los precios del petróleo: por ejemplo, para 2007, los planes presupuestales previeron un precio de US$29 por barril de crudo, que es un 52 por ciento menos que el precio promedio de US$60,20 por barril al que se vendió el crudo venezolano el año anterior. En general, el gobierno ha excedido el gasto respecto de lo planificado ya que los precios del petróleo han sido más altos que lo presupuestado, pero si los precios del crudo caen es posible que el gasto público también se contraiga.
Sin embargo, Venezuela tiene un gran colchón de reservas al cual puede recurrir, en caso de una caída en el precio del petróleo que comenzara a menguar sus finanzas. Una caída de los precios del petróleo del 20 por ciento o más podría absorberse con las reservas internacionales oficiales, que hoy ascienden a unos US$25.200 millones y son suficientes para cancelar casi toda la deuda externa del país. Esta cifra no incluye otras cuentas del Estado venezolano en el exterior, que se estima sumarían de US$14 a US$19 mil millones más. Con una deuda externa relativamente chica (14,6 por ciento de su PIB), el gobierno podría incluso acceder a los mercados de crédito internacionales en caso de una
caída en el precio del petróleo. Por otra parte, no parece muy probable que en el futuro cercano se vayan a derrumbar los precios del crudo. El pronóstico de corto plazo publicado el 10 de julio por la Agencia de Información sobre Energía de Estados Unidos (US Energy Information Agency) prevé precios del petróleo de US$65,56 por barril para 2007 y US$66,92 para 2008. Aparentemente, el riesgo de cambios bruscos imprevistos en la oferta es, más que nada –especialmente en el volátil Medio Oriente- que ésta se contraiga acarreando un aumento de los precios, no su caída.
El gobierno de Chávez ha incrementado muy significativamente el gasto social, tanto en salud como alimentación y educación. El contraste más agudo es en el área de la atención de la salud. Por ejemplo, en 1998 había 1.628 médicos ejerciendo la atención primaria de una población de 23,4 millones de personas. Hoy hay 19.571 para una población de 27 millones. El gobierno venezolano también ha ampliado enormemente el acceso a los alimentos subsidiados. En 2006, hubo 15.726 establecimientos en todo el país que comercializaron alimentos a precios subsidiados (posibilitando un ahorro promedio de 27% y 39% en comparación con los precios de mercado de 2005 y 2006 respectivamente).
El gasto social del gobierno central creció exponencialmente, pasando de 8,2 por ciento del PIB en 1998 a 13,6 por ciento en 2006. Ver Cuadro 2 . En términos reales (corregido por efectos inflacionarios), el gasto social por persona aumentó en 170 por ciento en el período 1998-2006. Pero eso no incluye el gasto social realizado por la empresa estatal venezolana, Petróleos de Venezuela, S.A. (PDVSA), que ascendió al 7,3 por ciento del PIB en 2006. Si lo incluimos, el gasto social representó el 20,9 por ciento del PIB en 2006, lo que constituye al menos un 314 por ciento más que en 1998 (en términos de gasto social real por persona).
El índice de pobreza disminuyó rápidamente, pasando del valor pico de 55,1 por ciento en 2003 al 30,4 por ciento en 2006 –como podía preverse, en vista del rápido crecimiento económico que se registró en los tres últimos años (ver Cuadro 3). Si comparamos el índice de pobreza antes de Chávez (43,9 por ciento) con el de fines de 2006 (30,4 por ciento), se advierte una caída del 31 por ciento en el índice de pobreza. Sin embargo, este índice no toma en cuenta el acceso ampliado a la salud y la educación que han experimentado los pobres. Las condiciones de vida de la población pobre, por lo tanto, han mejorado significativamente más que lo que indica la reducción sustancial de la pobreza reflejada en el índice oficial de pobreza, que solamente mide los ingresos monetarios efectivos. También ha caído sustancialmente el índice de desempleo, que descendió al 8,3 por ciento en junio de 2007, el nivel más bajo en más de una década, y comparado con el 15 por ciento en junio de 1999 y con el 18,4 por ciento en junio de 2003 (a la salida de la recesión). El empleo formal también ha repuntado significativamente desde 1998, pasando del 44,5 por ciento al 49,4 por ciento de la población económicamente activa.
Los desafíos principales que enfrenta la economía giran en torno al tipo de cambio y la inflación. La moneda venezolana está bastante sobrevaluada. El gobierno es reacio a devaluar, debido a que eso aumentaría la inflación –que actualmente se sitúa en 19,3 por ciento, lo cual de por sí ya supera su meta. Dado que existen controles sobre el tipo de cambio y el gobierno cuenta con un gran superávit en la cuenta corriente (8 por ciento del PIB), no hay nada que pudiera obligar a una devaluación en el futuro cercano (como sí ocurrió, por ejemplo, cuando colapsaron las monedas en Argentina, Rusia y Brasil a fines de la década de 1990). Pero esto sí representa un problema a mediano plazo, ya que aunque la inflación esté estabilizada e incluso comience a bajar, el ritmo actual de inflación continuará apreciando el tipo de cambio real de la moneda venezolana (Bolívar). Esto hace que las importaciones resulten artificialmente baratas, y que las exportaciones no petroleras sean demasiado caras en los mercados mundiales, afectando al sector de bienes comerciables, tornándose potencialmente en una situación insostenible. Esto además dificulta sumamente la diversificación de la economía y la posibilidad de romper con su dependencia del petróleo.
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La inflación, que hoy asciende al 19,4 por ciento, es en sí un problema, aunque es importante señalar que las tasas de inflación de dos dígitos en un país en desarrollo como Venezuela no son comparables con el mismo fenómeno trasladado a Europa o Estados Unidos. La inflación en Venezuela fue mucho mayor en los años previos al gobierno de Chávez, alcanzando tasas de 36 por ciento en 1998 y 100 por ciento en 1996. Ha caído a lo largo de la mayor parte de la actual fase de recuperación, pasando del 40 por ciento anual en febrero de 2003 (variación respecto al mismo mes del año anterior) –justo en el pico de la huelga petrolera—a 10,4 por ciento hace un año, antes de trepar nuevamente al índice actual (ver Gráfico 3). En los últimos tres meses parece haberse estabilizado en 19,4 por ciento.
Debido a su gran superávit en cuenta corriente, sus grandes reservas en moneda extranjera, y a que la deuda externa del país es pequeña, el gobierno dispone de diversas herramientas para estabilizar y reducir la inflación –así como para ajustar eventualmente la moneda- sin tener que sacrificar el crecimiento de la economía. Además de sus otras metas, todo parece indicar que el gobierno está decidido a mantener una tasa de crecimiento alta. Por lo tanto, hoy no hay señales que sugieran que la actual expansión económica esté por llegar a su fin en el futuro cercano.
Introducción
Como en casi todo lo relacionado a Venezuela, el análisis de la economía del país casi siempre está polarizado, con el énfasis generalmente en los aspectos negativos. Por ejemplo, durante casi dos años, los principales medios estadounidenses, así como otras publicaciones más especializadas,1 sostuvieron que la pobreza había aumentado durante la administración del Presidente Hugo Chávez. Esto no era cierto, pero los medios no corrigieron esas crónicas hasta que el Centro de Investigación Económica y de Políticas (Center for Economic and Policy Research—CEPR) publicó un informe sobre el tema.2
Este breve análisis presenta un panorama del desempeño económico de Venezuela en los últimos ocho años, examinando los principales indicadores económicos, la política fiscal y monetaria, el sector externo, el gasto y los programas sociales, la pobreza, y otras políticas gubernamentales. Los autores esperan que este informe contribuya a esclarecer algunas de las interrogantes importantes en torno a este polémico tema.
Crecimiento económico
Muchos análisis de la economía venezolana hoy, minimizan la rápida expansión económica actual del país al denominarla simplemente como una gran “bonanza petrolera” que terminará en una desastrosa bancarrota, semejante a lo ocurrido en la década de 1970 y comienzos de los años 1980.3 Conviene entonces analizar el crecimiento de Venezuela, tanto en términos actuales como desde el punto de vista histórico, para determinar si realmente existen fundamentos para sostener ese punto de vista tan generalizado.
Latinoamérica sufrió como región un agudo deterioro de su crecimiento económico en la década de 1980, del cual todavía está intentando recuperarse. En los 26 años que transcurrieron desde 1980 hasta 2006, el PIB per cápita creció solamente alrededor de un 15 por ciento, en contraste con el 82 por ciento registrado anteriormente en los 20 años transcurridos entre 1960 y 1980. Ése es el peor desempeño de largo plazo en materia de crecimiento económico que se haya registrado en más de un siglo, aunque la situación ha mejorado significativamente en los últimos tres años.
Venezuela no representó una excepción a esas tendencias generales, aunque su caída desde el pico de su Producto Interno Bruto (PIB) en 1977 fue más pronunciada y más prolongada que la de la mayor parte de la región. Como puede apreciarse en el Gráfico 1, el PIB real per cápita se contrajo un 26 por ciento entre 1977 y 1986. Toco fondo en 2003, cuando se hundió un 38 por ciento por debajo del PIB pico de 1977.
1 Ver, por ejemplo, Javier Corrales, “Hugo Boss,” Foreign Policy, enero/febrero 2006; Jorge G. Castañeda, “Latin
America’s Left Turn,” Foreign Affairs, mayo/junio 2006; y Michael Shifter, “In Search of Hugo Chávez,” Foreign Affairs,
mayo/junio 2006.
2 Mark Weisbrot, Luis Sandoval y David Rosnick, “Índices de pobreza en Venezuela: En busca de las cifras correctas,”
Centro de Investigación Económica y de Políticas (CEPR), mayo 2006:
[http://www.cepr.net/index.php?option=com_content&task=view&id=261&Itemid=163].
3 Ver por ejemplo, Economist Intelligence Unit, "Venezuela risk:: Risk overview," Risk Briefing Select, abril 27, 2007;
Chris Kraul, "Chávez's grand, risky dream," Los Angeles Times, junio 23, 2007; y José de Córdoba, "Land Grab:
Farmers Are Latest Target in Venezuelan Upheaval," The Wall Street Journal, mayo 17, 2007.
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Desde el primer trimestre de 2003, la economía venezolana ha crecido notablemente en un 76 por
ciento.4 Del análisis actual y retrospectivo de dicho crecimiento surgen varios temas a considerar.
En primer lugar, debe destacarse que existen problemas de medición importantes respecto de los datos anteriores a 1984.5 Sin entrar en el detalle de todos los problemas de medición, hay un problema de carácter general: en una economía petrolera, el consumo y por ende los niveles de vida, pueden crecer a la par del precio del crudo incluso aunque el PIB petrolero caiga en términos reales. Esto sucede debido a que el incremento en el precio del crudo puede permitirle a un país productor de petróleo aumentar sus compras en el mercado internacional, incluso aunque el volumen de petróleo que produce (que es lo que efectivamente mide el PIB real) se mantenga constante o se retraiga. De hecho, en la década de 1970 fue precisamente la caída en la producción de Venezuela y otros países de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) lo que llevó al alza de los precios del petróleo. Estas interrelaciones pueden apreciarse en el Gráfico 1. Desde 1970 a 1985 el producto real petrolero cayó un 70 por ciento en Venezuela, mientras que el consumo y el PIB no petrolero aumentaron. En ese período los precios del petróleo se dispararon, registrando un incremento exponencial de 948 por ciento entre 1970 y 1980.
GRÁFICO 1
Venezuela: PIB real por persona, consumo y precio real del petróleo (eje derecho)
0
50
100
150
200
250
1950
1953
1956
1959
1962
1965
1968
1971
1974
1977
1980
1983
1986
1989
1992
1995
1998
2001
2004
Índice(1957
=100)
010
20
30
40
50
60
70
80
US$porbarri
l(US$de2006
)
PIB petrolero
PIB no petrolero
PIB total
Consumo privado
Precio real del petróleo
Fuentes: Banco Central de Venezuela (BCV); BP Statistical Review (2007); Federal Reserve Bank of St. Louis,
Federal Reserve Economic Data (FRED); y cálculos propios del autor.
4 Ver las series (del Banco Central de Venezuela, BCV) del PIB trimestral en precios constantes de 1997 (sin ajuste
estacional) disponibles en:[http://www.bcv.org.ve/c2/indicadores.asp] (bajo ‘Agregados Macroeconómicos’). Como
abarcan desde el primer trimestre de 2003 al primer trimestre de 2007, no es necesario el ajuste estacional a las series.
5 Ver Rodríguez (2006) para la discusión de estos problemas de medición. Los datos de Penn World Tables fueron
revisados (versión 6.2) después que Rodríguez redactara su informe, y por eso los conjuntos de datos más importantes
describen al menos la misma historia básica: Rodríguez, Francisco, “The Anarchy of Numbers: Understanding the
Evidence on Venezuelan Economic Growth,” Canadian Journal of Development Studies, Vol. 27, No. 4 (2006) [Disponible
en el sitio web del autor: http://frrodriguez.web.wesleyan.edu/docs/working_papers/Anarchy.pdf].
Los precios del petróleo se desplomaron a partir de 1981, y la economía venezolana se hundió junto con ellos.6 ¿Está Venezuela en camino de repetir esa historia, como auguran muchos analistas? Obviamente, el futuro de los precios del petróleo es difícil de predecir. El pronóstico de corto plazo publicado el 10 de julio por la Agencia de Información sobre Energía de Estados Unidos (US Energy
Information Agency) prevé precios del petróleo de US$65,56 por barril para 2007 y US$66,92 para
2008.7 Aparentemente, el riesgo de cambios bruscos imprevistos en la oferta es, más que nada, que ésta se contraiga acarreando un aumento de los precios. Particularmente, existe la posibilidad de que haya recortes abruptos en la oferta proveniente del Medio Oriente, donde la Administración Bush ha amenazado con bombardear Irán si no se resuelve el conflicto en torno al programa nuclear de ese país; y además, las amenazas de guerra generalizada, el terrorismo y las rebeliones en esa zona entrañan riesgos desconocidos para los demás grandes proveedores de petróleo del mundo en esa región. No obstante, siempre existe el riesgo de un descenso inesperado en los precios del petróleo. Si esa eventual caída inesperada en los precios del petróleo es transitoria, Venezuela parece estar bien preparada para resistirla. El gobierno cuenta con reservas internacionales del orden de los US$25.000 millones, que equivalen a cerca del 14 por ciento del PIB. Eso es mucho más que lo necesario para mantener un nivel de reservas seguro para cubrir las importaciones y otras necesidades. Además, como analizaremos más adelante, la deuda pública total (incluyendo un bajo nivel de deuda pública externa) del país es relativamente pequeña, y si fuera necesario podría tomar créditos, en lugar de recortar el gasto o la inversión pública en un grado tal que le causara una seria desaceleración a la economía nacional. Por otra parte, las previsiones presupuestales del gobierno respecto del precio del petróleo son conservadoras. Los precios del petróleo que utiliza como referencia en sus cálculos presupuestales son mucho menores que los precios realmente registrados: en 2006, el gobierno basó su presupuesto en un precio de US$26 por barril, mientras que el valor promedio de venta del crudo venezolano ese año fue de US$62,20 (ver más adelante). Parece ser mínima entonces la probabilidad de un colapso económico como consecuencia de una eventual caída en los precios del petróleo.
También es oportuno señalar que la expansión económica actual es mucho mayor que la del período 1973-1977, cuando también se produjo un alza muy rápida de los precios del crudo. Como indicábamos previamente, desde el primer trimestre de 2003 hasta la fecha, el PIB real de Venezuela (corregido por efectos inflacionarios) ha crecido un 76 por ciento, mientras que en el período de expansión 1973-1977 sólo creció en 31 por ciento. Esto sucedió a pesar del hecho que los precios del petróleo aumentaron más –y hasta un tope más alto en términos reales—entre 1973 y 1980, que en el período actual de alza a partir de 1998. Aun cuando la expansión reciente sea claramente en parte una repercusión de la recesión y la huelga petrolera de 2002-2003, antes de la expansión de 1973-1977 también hubo un descenso importante en el crecimiento de la economía nacional (ver Gráfico 1). En tal sentido, la expansión económica actual ha registrado un ritmo de crecimiento que debe calificarse como rápido, incluso para un período de gran “bonanza petrolera”, e incluso después de haberse dado una recuperación de la huelga petrolera y recesión. Parece probable que las políticas fiscales y monetarias expansionistas, y quizás también otras políticas gubernamentales (por ejemplo, los controles cambiarios aplicados desde febrero de 2003, que han contribuido a mantener más capital dentro del país) hayan contribuido al crecimiento rápido registrado en la expansión económica presente.