La URSS, gracias a la planificación, consiguió el gigantesco logro de ser el primer país en el mundo capaz de garantizar a todos sus pueblos, una vivienda, un trabajo, una educación, incluyendo estudios superiores, y una sanidad, totalmente gratuita, universal y de calidad, una jubilación adecuada al tipo de trabajo realizado, vacaciones pagadas, derecho a baja remunerada con el 100% del salario, igualdad salarial entre mujeres y hombres. Se vieron reducidas a 6 y 4 horas las jornadas de trabajo más pesadas y dependiendo de la edad del obrero, pagados como un salario de 8 horas. En la URSS ningún anciano moría de frio por falta de suministros básicos, como la electricidad. Se redujo la mortalidad infantil a un 90% gracias a los avances en medicina y desarrollo, se prohibió la prostitución, el consumo de cualquier tipo de opiáceo que embruteciera a la clase obrera. El desarrollo industrial en tiempo récord puso el primer satélite y al primer hombre y mujer en el espacio.
[1] A día de hoy, más del 66% de la población rusa -y aumentando esta cifra en los mayores de 55 años y, sobre todo, en regiones rurales donde se entrego la tierra a los jornaleros después de la revolución de octubre- añoran la URSS y no dudarían en volver a su modelo social, político y económico.
Es importante resaltar que el triunfo de la planificación en la URSS aún cobra más valor al partir de un fuerte atraso, sufrir guerras sin parangón tras la que no contaron con ayuda externa y no aprovecharse del expolio ni de la explotación en otros países (la URSS no tuvo su “tercer mundo” sino que ayudó a este a dejar de serlo).
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