En política pocas cosas suceden por casualidad, y sin duda alguna, tampoco puede ser casualidad que la mejor actuación de la selección española de fútbol en un mundial, algo que (tampoco por casualidad) ha ido acompañada, en la mayor parte del estado español, de un despliegue sin precedentes de la parafernalia españolista más rancia, haya coincidido con las muestras y manifestaciones pacíficas más grandes que hayan tenido lugar en la historia de Cataluña, por la independencia y por su derecho a decidir como pueblo, frente a las imposiciones del Estado español.
El pasado 10 de julio de 2010, entre uno y dos millones de personas se manifestaron por las calles más céntricas de Barcelona, exigiendo pacíficamente su derecho a decidir como pueblo, frente a los abusos, las imposiciones y las humillaciones que constantemente deben de soportar del Gobierno central español y de los mercenarios y terroristas mediáticos a su servicio. En esta ocasión el ataque a Cataluña se materializaba en nuevos recortes al, ya de por sí recortado, Estatuto de Cataluña.
España es una pieza clave en el tablero geopolítico del imperialismo, tanto para Estados Unidos, como para la Unión Europea, y por lo tanto, a ninguno de los dos le interesa la más mínima desestabilización en este territorio. Así, mientras los separatismos han sido frecuentemente promovidos y utilizados, en otros lugares en los que existían gobiernos antiimperialistas o de tendencia socialista (Yugoslavia, Bolivia, China...), en Cataluña, Euskadi o Irlanda, los movimientos independentistas han sido duramente reprimidos o deslegitimados.
Sin duda alguna, la actuación de la selección española en el mundial y el multitudinario despliegue, sin precedentes, de la parafernalia monárquico-fascista española, en buena parte de todo el Estado español, no es casual, pues en la actual coyuntura de crisis económica (especialmente en España, donde el paro ha alcanzado ya al 20% de la población activa y su deuda es la mayor de la Unión Europea), el capitalismo internacional no se puede permitir que exista la más mínima sombra de desestabilización en uno de sus territorios clave (entrada y de salida del Mediterráneo, y puerta de Europa con África), para ello que mejor que emplear la vieja estrategia romana de pan y circo. Una estrategia que ya fue descaradamente utilizada, durante la dictadura de Videla en Argentina, cuando este país organizó y ganó el mundial de 1978.
El pasado 10 de julio de 2010, entre uno y dos millones de personas se manifestaron por las calles más céntricas de Barcelona, exigiendo pacíficamente su derecho a decidir como pueblo, frente a los abusos, las imposiciones y las humillaciones que constantemente deben de soportar del Gobierno central español y de los mercenarios y terroristas mediáticos a su servicio. En esta ocasión el ataque a Cataluña se materializaba en nuevos recortes al, ya de por sí recortado, Estatuto de Cataluña.
España es una pieza clave en el tablero geopolítico del imperialismo, tanto para Estados Unidos, como para la Unión Europea, y por lo tanto, a ninguno de los dos le interesa la más mínima desestabilización en este territorio. Así, mientras los separatismos han sido frecuentemente promovidos y utilizados, en otros lugares en los que existían gobiernos antiimperialistas o de tendencia socialista (Yugoslavia, Bolivia, China...), en Cataluña, Euskadi o Irlanda, los movimientos independentistas han sido duramente reprimidos o deslegitimados.
Sin duda alguna, la actuación de la selección española en el mundial y el multitudinario despliegue, sin precedentes, de la parafernalia monárquico-fascista española, en buena parte de todo el Estado español, no es casual, pues en la actual coyuntura de crisis económica (especialmente en España, donde el paro ha alcanzado ya al 20% de la población activa y su deuda es la mayor de la Unión Europea), el capitalismo internacional no se puede permitir que exista la más mínima sombra de desestabilización en uno de sus territorios clave (entrada y de salida del Mediterráneo, y puerta de Europa con África), para ello que mejor que emplear la vieja estrategia romana de pan y circo. Una estrategia que ya fue descaradamente utilizada, durante la dictadura de Videla en Argentina, cuando este país organizó y ganó el mundial de 1978.