Sobre el pacto germano-soviético de 1.939. Los entreactos olvidados
Miguel A. Montes - agosto 2007
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Tras la IIª Guerra Mundial y dentro de la estrategia de guerra fría desatada por los imperialismos yanqui y británico contra la URSS, se comenzó entre otras cosas, por lanzar una campaña anti-comunista utilizando el pacto de no agresión germano-soviético para señalar con el dedo acusador a la URSS y denigrar el papel que jugó el ejército y gobierno soviético en la derrota militar, política e ideológica del nazi-fascismo y de paso esconder la propia política diplomática que los países democrático-burgueses realizaron durante los años 30, aupando al nazismo a la conquista del mundo y la ofensiva anti-bolchevique.
No estando de acuerdo con tales falsificadores de la historia, más cercanos a planteamientos ultra-reaccionarios en el método de investigación y exposición para el análisis anti-científico de los acontecimientos históricos, hora es ya de empezar a recuperar la memoria histórica de los acontecimientos y las luchas de clase que acontecieron en el campo diplomático y militar de aquella época, por lo que creo que es conveniente realizar una incursión por aquellas obviedades olvidadas por algunos historiadores, contaminados seguramente de cierto revisionismo histórico, del tinte, esto o aquello no sucedió, al mas puro estilo prehistórico de Nerón: “¡La historia la escribo yo o no se escribe!”. Pero, y sin embargo, sucedió.
La trama: de la Sociedad de Naciones en 1.934 a la invasión de Mongolia
La política exterior soviética defendida por Litvinov en la Sociedad de Naciones, desde el ingreso de la URSS en noviembre de 1.934, se basaba en utilización del concepto de seguridad colectiva, política de resistencia activa a los agresores, la cual contemplaba desde su apoyo a los pueblos que son víctimas de la agresión y luchan por su independencia, la actuación colectiva de la URSS junto a las democracias burguesas para frenar al fascismo ante cualquier agresión militar (acuerdo soviético-francés en política exterior, mayo 1.935).
Consecuentemente con su política de paz, la URSS va a proponer la obligatoriedad de las sanciones políticas, económicas y militares que acordara la Sociedad de Naciones contra las potencias agresoras, va a luchar infatigablemente porque la Sociedad de Naciones ayudara sin reservas ni limitaciones a las repúblicas china y española, etc. Entre 1935 y 1939, la URSS, a pesar del cerco imperialista hacia sus fronteras, se manifestó en defensa de las primeras víctimas de los agresores imperialistas: China, Etiopía, España, Austria, Albania y Checoslovaquia.
Los gobiernos de Inglaterra y Francia por el contrario adoptaron el concepto de neutralidad y no intervención. Paralelamente los EE.UU. ayudaban a la creación de la base económica y militar de la Alemania nazi que se rearmaba.
Producto de la política de no intervención de las democracias burguesas se produjo una tras otra agresión durante el periodo de octubre de 1.935 hasta mayo de 1.939, antes del pacto germano-soviético:
La primera agresión sin respuesta, la ocupación de Etiopía por la Italia fascista (octubre 1.935).
La segunda agresión en marzo de 1936 con la ocupación de la zona desmilitarizada del Rin por las tropas alemanas, violando los tratados de Versalles y Locarno.
La tercera la agresión nazi-fascista en ayuda a la sublevación las clases reaccionarias contra la IIª República española (julio 1.936).
La cuarta, invasión de China (julio de 1.937) y anexión de Manchuria y la China del norte por el imperialismo japonés. Japón ya en 1914, como señalaba Lenin, había alcanzado un alto grado el desarrollo del capitalismo, comenzó en 1931 a incorporarse en la lucha por el reparto del mundo, introduciendo sus tropas en Manchuria, convirtiéndola en una colonia, cabeza de puente para la agresión a China y la URSS. Las potencias occidentales aprovecharon con su política de pacificación para que Japón aplastara el movimiento revolucionario en China y se lanzara contra la URSS. El incremento de la ayuda militar de EE.UU. y el suministro de materias primas y maquinaria a Japón se hizo proporcionalmente a la escalada de agresiones contra China y la URSS.
La quinta, la anexión de Austria (marzo 1.938) por la Alemania nazi.
La sexta, el pacto de Munich entre Francia, Gran Bretaña, Alemania e Italia que propició la desmembración y reparto de Checoslovaquia (septiembre de 1.938 y marzo de 1.939) entre la Alemania nazi (anexión de Bohemia-Moravia y Eslovaquia Occidental y Central), la Hungría fascista de Horthy-Szálasi (ocupación de Eslovaquia Oriental y la Transcarpatia ucraniana –Rutenia-) y la Polonia reaccionaria bajo la dictadura de los coroneles 1.935-39 (ocupación del Teshen checo, actual Cesky Tesin), rompiendo el gobierno francés el pacto con la URSS al dejarla sola en defensa de la independencia de Checoslovaquia, mientras Polonia que ambicionaba territorios de la república checa se negó a dejar pasar las tropas soviéticas por su territorio para acudir en apoyo a Checoslovaquia, con quien la URSS tenía un acuerdo de ayuda mutua.
La séptima, el golpe de estado de Casado-Besteiro-Mera contra la IIª República española apoyado por el gobierno británico (marzo de 1.939).
La octava, la cesión de Memel a la Alemania nazi por el régimen fascista de Lituania (marzo 1.939).
La novena, la ocupación de Albania por la Italia fascista (abril 1.939).
Y la décima, la invasión de Mongolia (aliada de la URSS mediante un pacto de ayuda mutua de marzo de 1.936) por tropas japonesas en mayo de 1.939, expulsadas por el ejército soviético dirigido por Zhukov. Las últimas tropas japonesas se retirarían el 30 de agosto, los combates duraron 3 meses. El resto de potencias europeas no hicieron nada contra el imperialismo japonés.
Ya antes de la invasión japonesa de Mongolia, el 17 de abril de 1.939 la URSS propondría a Francia e Inglaterra un pacto de no agresión y de recíproco apoyo. Pacto en el cual Inglaterra sólo aceptaba la intervención inmediata de la URSS en caso de agresión contra Francia e Inglaterra, pero no aceptaban una actitud similar en caso de agresión contra la URSS o los países bálticos.
El telón de fondo de la no intervención: la rivalidad imperialista y empujar el conflicto hacia la URSS
En este cuadro la guerra contra la república española se convirtió en la primera batalla de la IIª guerra mundial, como diría Álvarez del Vayo (ministro de exteriores y guerra del gobierno republicano), ya que Hitler y Mussolini esperaron hasta su final para entrar en Praga y en Tirana. A partir de ahí, Stalin anunciaría que “él no sacaría las castañas del fuego a las potencias occidentales” (Citado por Pierre Vilar en La guerra civil española, ed. Crítica, pág. 174).
Dolores Ibárruri denunciaba el intento de las democracias occidentales capituladoras y el fascismo de caracterizar la guerra de España como una guerra contra el comunismo, de ideologías, escondiendo que era una guerra de invasión por medio de la cual los fascismos alemán e italiano “tratan de ganar posiciones favorables al desarrollo de sus planes de guerra de conquista en Europa” (Un mito llamado Pasionaria (Andrés Carabantes y Eusebio Cimorra), pág. 198. Ed. Planeta).
Estaba claro que el fondo de esta política de no-intervención fue no en combatir la agresión, sino en aislar a la URSS y dirigir la agresión nazi-fascista hacia ella.
Esta política era la misma que ejecutarían con la ayuda de los guardias blancos, los ejércitos francés, alemán e inglés que en 1.918 invadieron la URSS, la política de cordón sanitario hacia la Rusia Soviética promulgado por Clemenceau (presidente francés 1.917-20), mediante Estados dependientes, fascistas: en Lituania tempranamente en 1926 un golpe militar fascista derrocó al primer gobierno de izquierdas; en Estonia se cambia el régimen parlamentario por la dictadura de Konstantin Pats en 1933, en Letonia el Estado liberal es derrocado por el golpe de Estado de Karlis Ulmanis en 1.934 lider de la derecha agraria,
en Austria crece el fascismo clerical influenciado por el fascismo italiano que culmina en el golpe de Estado del canciller Dollfuss en 1.933; Estados semi-feudales: la Hungría de Horthy que tras la derrota de los soviets húngaros reinó en el país casi 3 décadas (1.920-44), en Rumanía el rey Carol II dio un golpe de Estado en 1.938 imponiendo una constitución en la que se otorgaba poderes plenipotenciarios, en Bulgaria los militares dieron un golpe de Estado en 1934 aupando la dictadura personal del rey Boris III que rápidamente se alineó con el gobierno de Hitler, en Yugoslavia el rey Alejandro I cierra el parlamento en 1929 y establece un régimen dictatorial, continuado tras su asesinato por los fascistas croatas, por el regente Pablo en 1.934 quien se adhiere al pacto anti-Komitern; y Estados burgueses contrarrevolucionarios: la Polonia de Pilsudski y los coroneles, Finlandia, Rada ucraniana, etc.).
Por tanto, el fascismo y la reacción anticomunista reinante de los años 30 no comprendía solo el caso prematuro del fascismo italiano o la ascensión al poder del fascismo nazi en 1.933, ya que bajo diferentes pelajes fascistas la burguesía reaccionaria avanza en Europa desarticulando la democracia burguesa y reforzando el collar de acero alrededor de la URSS, buscando la estrangulación del poder socialista.