aprovecho para recomendar el libro "el asesinato de julio cesar, una historia del pueblo de la antigua roma"
de Michael Parenti.
Si se me permite, una aproximacion dialectica a aquellos sucesos que nos han vendido como "de romanos".
--------------------------------------------------------------------------------
Este es el capitulo cuarto del libro de M Parenti al que hacia referencia.
"DEMAGOGOS" Y ESCUADRONES DE LA MUERTE
Presentadme en un ojo el honor y en el otro la muerte.
Julio César, acto I, escena 2
A través de las épocas, manteniendo sus inclinaciones ideológicas, los caballeros historiadores han tendido a tratar a los popularis de la República de Roma como demagogos dedicados a su propio engrandecimiento que se enfrentaban a los principios constitucionales, usurpando el dominio del Senado.
Entre los primeros en dar esta imagen de la historia está Cicerón, que acusó a los agitadores populares de estar psicológicamente desequilibrados y que "mostrando una especie de locura revolucionaria innata causaron el desorden civil y la sedición".
Son "imprudentes y desenfrenados", llenos de "propósitos viciosos" y con "una disposición natural que les incita contra el estado".'
En nuestra propia época, historiadores como PA. Brunt nos dicen: "La estructura establecida [de Roma] sólo estaba amenazada por agitadores que a menudo o siempre eran aventureros guiados por su propio interés...`
Uno de los más prominentes entre esos "agitadores" fue Tiberio Graco, un hombre de cuna aristocrática y fuertes inclinaciones democráticas.
------------------------------------------------------------------------------
--------------------------------------------------------------------------------
Más de tres décadas antes de que naciera Julio César, Tiberio hizo frente a algunas de las aflicciones que acosaban a Roma e Italia, la más sangrante de las cuales era la necesidad de una distribución más equitativa de la tierra.
Elegido como tribuno en el año 133 a. de C., Tiberio Graco movilizó a la gente de dentro y fuera de la ciudad para que se aprobase su lex agraria, destinada a revivir la letra muerta de la ley del año 367 a. de C., que limitaba la cantidad de tierra pública que podía asignarse a un solo individuo. La gran superficie expropiada por grandes propietarios debía ser redistribuida a los pobres por parte de tres comisionados elegidos.'
Para desarrollar su ley Tiberio consultó a un cierto número de ciudadanos eminentes incluidos magistrados y antiguos magistrados. Los ricos, que merecían ser penalizados por sus delitos asociados a la rapiña de la tierra, sólo estaban obligados a dejar lo que habían conseguido ilegalmente en las manos de quienes necesitaban más la tierra.
"Y por ello serían recompensados.
Seguramente muchos estarían de acuerdo en que no había ninguna ley dirigida contra la injusticia y la avaricia que tuviera unos términos más suaves y conciliatorios", argumenta Plutarco de una forma sorprendentemente benévola.
La tierra sería devuelta a precio de mercado por aquellos que la habían usurpado. "Aunque este acto de restitución manifestaba un trato muy suave con los que habían obrado mal, la gente corriente estaba contenta de olvidar el pasado mientras se les asegurara la protección contra futuras injusticias". Sin embargo los ricos propietarios detestaron la lex agraria y odiaron a Tiberio por proponerla, continúa Plutarco.
Hicieron todo lo posible por poner al pueblo contra la ley, alegando que el verdadero intento de Tiberio era fomentar la revolución, imponer su voluntad autocrática y socavar los fundamentos de la República.' Esos mismos cargos se esgrimieron contra César un siglo más tarde.
Han llegado hasta nosotros algunos fragmentos del discurso de Tiberio al presentar su lex agraria. Con amarga elocuencia describe la situación de las gentes sin tierra, muchos de los cuales eran veteranos del ejército:
"Desarraigados y sin hogar, tienen que coger a sus mujeres y familias y recorrer las calles como mendigos... Luchan y caen sin otro objetivo que multiplicar las posesiones y el confort de los ricos. Se les llama señores del mundo, pero no poseen ni un ápice de tierra que sea realmente suyo".'
Estos sentimientos de conciencia de clase, expresados ante una asamblea de la plebe, alimentaron el rencor de los oligarcas.
"La conspiración que se organizó contra Tiberio parece que tuvo sus orígenes en el odio y la malevolencia de los ricos más que en las excusas que éstos dieron para sus acciones",
escribe Plutarco, que describe a Tiberio Graco como alguien que escogía sus palabras con cuidado, mientras apelaba al sentido de compasión de los hombres.'
La mayoría de otros historiadores tienen un punto de vista diferente.
Dión Casio ve a Tiberio como "separándose de lo que era mejor" (su prominente familia y su buena educación) para derivar "en lo peor, perturbando las costumbres establecidas", y haciendo "cualquier afirmación o promesa sin importarle a quién".'
Una cohorte de intelectuales posteriores está de acuerdo, proclamando que Graco "le hizo un daño indecible a la República", fue "arbitrario", "imprudente", "santurrón", "inmerso en procedimientos ilegales" e "innecesariamente provocativo y de mal juicio".'
¿Cuáles eran exactamente las imprudencias y métodos ilegales de Tiberio Graco?
En vez de presentar su ley de reforma de la tierra ante el Senado, que estaba poco dispuesto a considerarla, escogió un sistema más democrático establecido cientos de años antes, aunque invocado raras veces desde entonces.
Llevó la ley directamente ante la Asamblea Tribal del Pueblo, que estaba formada a lo largo y a lo ancho por plebeyos, con lo que se anticipaba al rechazo. La ley se aprobó, pero fue vetada inesperadamente por otro tribuno, Marco Octavio, aliado del grupo de los optimates.
Este comportamiento presumiblemente era anticonstitucional, ya que el veto de un tribuno se suponía que era para intentar proteger a la ciudadanía contra la tiranía oficial y no para ahogar la voz del pueblo en temas importantes.'
Para Handford fue "una usurpación seria del control indiscutible que el Senado tenía sobre los asuntos financieros y extranjeros".'`
Por consejo de algunos ciudadanos importantes, Tiberio llevó la disputa sobre el veto de Octavio al Senado, "donde fue tratado con desprecio por los ricos", de acuerdo con Apiano, lo que le hizo volver rápidamente al Foro.
Allí propuso que Octavio fuera desposeído.
A decir verdad un tribuno era inviolable, porque estaba considerado un protector del pueblo. "Pero si un tribuno se aparta de su deber, oprime al pueblo, cercena sus poderes y anula su derecho a votar", argumentó Graco, "sus propias acciones deben privarle de su honorable oficio porque no cumple las condiciones para las que fue elegido".
Tiberio ganó de forma abrumadora los votos de las tribus y Octavio fue destituido de su cargo, con lo que se pudo aprobar la lex agraria.`
Tiberio propuso otras reformas. Quiso reducir el período de servicio militar (en aquellos tiempos desde los diecisiete a los cuarenta y seis años), darle al pueblo el derecho a apelar sentencias y permitir a los ecuestres que formaran parte de jurados hasta ese momento compuestos exclusivamente por senadores.
Después de señalar estos esfuerzos, Plutarco nos sigue hablando de su punto de vista, por otra parte amable, sobre Graco y concluye: "En resumen, el programa de Tiberio estaba diseñado para reducir el poder del Senado en cualquier forma posible, y estaba inspirado en la rabia y en temas políticos de partido más que en consideraciones de justicia y bien común"."
Poco después de aprobarse la lex agraria un rey asiático legó su reino y todos sus bienes al estado romano.
Tiberio propuso que algunas de estas ganancias inesperadas se utilizaran como capital inicial para los granjeros necesitados a los que se habían adjudicado parcelas bajo la nueva ley. Esto incurre en la desaprobación de historiadores de los últimos tiempos.
Para Mommsen su idea fue equivalente a "descomponer las finanzas públicas".
- Tiberio después se presentó a la reelección para un segundo mandato. Como funcionarios del estado los magistrados superiores tenían prohibida la reelección inmediata para el mismo cargo, pero el tribunado era un cargo de la plebe.
La intención de Tiberio ni era ilegal ni carecía de precedentes. Sin embargo esta actitud ha sido condenada rotundamente por historiadores modernos por "carecer de tacto y ser provocativa", sintomática del "populacho", "transgredir las costumbres tradicionales" y mostrar una "indudable precipitación y estupidez"."
La lex agraria de Tiberio Graco les habría dado a miles de familias desarraigadas la posibilidad de trabajar la tierra, facilitando por tanto la descongestión de Roma. Habría revertido la despoblación del campo italiano y creado un buen número de agricultores.
Haciendo frente al movimiento popular contra la usurpación ilegal de la tierra, los oligarcas no tenían fácil atacar la ley de Tiberio. Así que atacaron al propio Tiberio.
Aprovecharon cualquier oportunidad para denunciarle como demagogo y tirano que intentaba coronarse rey. Le privaron de los fondos suficientes para administrar el programa de reforma de la tierra. El principal promotor de estas afrentas fue Publio Nasica, uno de los mayores propietarios de tierra pública, que estaba resentido amargamente por haberse visto obligado a entregar algo del ager publicus y que, como escribe Plutarco, "se abandonó completamente a su odio por Tiberio".`
Habiéndose apropiado del ager publicus para sí mismos, los grandes propietarios estaban convencidos de que les pertenecía con todo derecho.
Tiberio temía ser asesinado a causa de sus esfuerzos reformistas.
Su miedo probó tener una buena base. Cuando la Asamblea Tribal se reunió para votar la reelección de Tiberio, Nasica, con otros senadores y un gran grupo de desalmados pagados se presentó en la reunión y le mató juntamente con otros 300 de sus seguidores, ninguno de los cuales llevaba armas.
Cuando Mommsen escribe que Graco tenía "un cuerpo de guardia de hampones de los barrios bajos", se refiere a este grupo de romanos completamente desarmados que estaban con Tiberio y dieron sus vidas por defender las reformas igualitarias.''
La gente corriente sufrió amargamente con estos asesinatos y habló abiertamente de venganza. Cuando encontraron a Nasica, escribe Plutarco, "no intentaron esconder su odio, sino que le gritaron salvajemente, llamándole maldito y tirano", que había asesinado a "una persona sagrada e inviolable".
Temiendo por la seguridad de Nasica el Senado votó enviarle a Asia, aunque no había ninguna necesidad de él allí. Nasica partió de Italia clandestinamente aunque era sumo sacerdote de Roma (pontifex maximus).
Vagó de forma ignominiosa por tierras extranjeras durante un breve período y después se marchó a vivir a Pérgamo (en la costa del Egeo, donde hoy día está Turquía).`
Recurriendo a una anécdota improbable, Lucio Anneo Floro condona el asesinato de Tiberio. Nos cuenta que el tribuno huyó al Capitolio perseguido por sus atacantes. Allí exhortó al pueblo para que le salvara la vida, pero se tocó la cabeza con una mano sugiriendo que "estaba pidiendo una diadema real".
Este gesto indignó a la multitud que entonces tomó las armas para unirse a los que querían matar a Tiberio "con aparente justicia"."
Que Tiberio estuviera pidiendo una corona mientras era perseguido por una banda de asesinos, y que su auditorio de simpatizantes se volviera en armas contra él de repente porque se tocó la cabeza, le parece a Floro algo perfectamente aceptable.
Ha sido una práctica frecuente culpar de "imprudentes" y "provocativos" a los reformadores por la violencia que han padecido por parte de las fuerzas reaccionarias.
Hablando por un cierto número de historiadores modernos, Andrew Lintott dice que la hostilidad de los que atacaron a Tiberio Graco "no estaba inspirada propiamente por la ley sobre la tierra, sino por las tácticas que Graco empleó".`
Cyril Robinson echa la culpa de la hecatombe del año 133 a. de C. a sus víctimas, refiriéndose a "las tácticas temerarias e irregulares de los demócratas seguidores de Graco". La violencia civil que trajo consigo la muerte de Tiberio es algo "de lo cual al menos parcialmente él comparte la culpa".` Scullard va más allá: los oligarcas, los propios asesinos, no son los culpables en absoluto. Los "prudentes" senadores se vieron forzados a enfrentarse a un reformador demasiado celoso". "La chusma urbana que irrumpió en la asamblea de Roma... se estaba convirtiendo en algo cada vez más irresponsable y menos representativo de la necesidades del pueblo como un todo", persiguiendo "el mandato de la chusma o la dictadura".
Estos críticos no nos cuentan qué programa reformador podría haber intentado Tiberio que no hubiera incurrido en la ira de los ricos terratenientes. Incluso si hubiera seguido el trámite tradicional, dejando la lex agraria en las delicadas manos del Senado y hubiera empleado la mayor delicadeza y moderación, los grandes propietarios siempre hubieran rechazado la medida.
Precisamente la ley de Tiberio era de lo más generosa, ofreciendo una compensación inmerecida a los ricos, inmerecida porque ellos nunca habían pagado por las tierras que habían usurpado años antes, ni por los daños que habían infringido a los pequeños propietarios de aquel tiempo.
La verdad es que el pecado de Tiberio fue más sustantivo que de estilo. No fue que no se ajustara estrechamente a la práctica establecida. El propio Senado a menudo se apartaba de sus propios procedimientos constitucionales cuando se lo dictaba la conveniencia, como cuando lanzó el asalto armado para masacrar a Tiberio y a cientos de sus seguidores.
Fue que intentó revertir la ascendente redistribución de la riqueza. Tuvo la audacia de defender reformas que dieran algo a los pobres afectando a la rapacidad de los ricos.
Después del asesinato de Tiberio Graco el Senado dudó si abolir o no la comisión de tres personas a cargo de la reforma de la tierra. "Por temor a la multitud", como dice Plutarco, los nobles permitieron que continuara la redistribución de las tierras públicas.
` Pero se las apañaron para socavar los trabajos de la comisión.
En el año 129 había habido numerosos casos de disputas que se les escapaban de las manos y tenían que remitir a los cónsules, cuyas frecuentes y deliberadas ausencias impedían el desarrollo del programa. En su momento la reforma de la tierra fue totalmente olvidada.
--------------------------------------------------------------------------------