¿Qué pasa con la huelga?
Una vez más, un gobierno del PSOE ha demostrado que sus prioridades, más allá de parches disfrazados de política social, no somos las clases populares, las y los trabajadores. Las medidas presentadas por el Gobierno Zapatero, como ya sucediera con Felipe González, muestran a las claras de qué lado están: el de la banca y la patronal. En lugar de exigir que paguen los que se han estado enriqueciendo a costa de las personas asalariadas y han causado esta crisis, machacan con recortes y reformas laborales a la clase trabajadora.
La reforma laboral aprobada por el Gobierno implica una traición a la promesa de Zapatero acerca de que la crisis no la pagarían los trabajadores. Este decreto supone una clara pérdida de derechos porque:
1. Facilita a los empresarios la realización de despidos por causas económicas (cuya indemnización es de 20 días de salario por cada año trabajado, 8 de los cuales serán abonados por el Fondo de Garantía Salarial, financiado en parte con dinero público)
2. Supone la ampliación de los supuestos en los que la patronal puede despedir improcedentemente, con una indemnización de 33 días por año trabajado
3. Implica ampliar los supuestos en los que se pueden aplicar contratos de carácter formativo, sustancialmente más bajos que el resto, para jóvenes. Es decir, más precariedad para la juventud trabajadora
4. Limita las materias que pueden ser reguladas a través de convenios colectivos de sector
5. Abre las puertas, más aún, a la privatización de los servicios públicos de empleo
En resumen, al ejecutivo del PSOE sólo le interesa sacar adelante un plan de ajuste del gasto público, aprobar rebajas fiscales de claro calado electoralista, poner los recursos del estado al servicio de la banca, alargar la edad obligatoria de jubilación y, en definitiva, recortar derechos a las personas que, con nuestra fuerza productiva, somos el verdadero motor de la economía
Ante esta situación, la clase trabajadora no puede ni debe bajar la cabeza. Todo lo contrario: tenemos que luchar para frenar esta situación. Por todo lo expuesto, además de casi cinco millones de personas en el paro, llevamos un año y medio proponiendo la convocatoria de una Huelga General y, si fuera necesario, una detrás de otra hasta parar los pies a los que quieren que paguemos una crisis que no hemos generado.
Por fin, los sindicatos han movido ficha y han fijado la huelga para el 29 de septiembre. ¿Tarde? Sin duda. Pero hay que tener una cosa clara, si la Huelga fracasa, nuestras condiciones de trabajo caerán hasta unos límites insospechados. Volveremos a un marco laboral en el que la empresa impone las reglas de juego sin oposición a sus deseos. La pregunta que tenemos que hacernos es ¿Estamos dispuestos a permitir que esto ocurra?
Extraído de la revista El Insolente
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Una vez más, un gobierno del PSOE ha demostrado que sus prioridades, más allá de parches disfrazados de política social, no somos las clases populares, las y los trabajadores. Las medidas presentadas por el Gobierno Zapatero, como ya sucediera con Felipe González, muestran a las claras de qué lado están: el de la banca y la patronal. En lugar de exigir que paguen los que se han estado enriqueciendo a costa de las personas asalariadas y han causado esta crisis, machacan con recortes y reformas laborales a la clase trabajadora.
La reforma laboral aprobada por el Gobierno implica una traición a la promesa de Zapatero acerca de que la crisis no la pagarían los trabajadores. Este decreto supone una clara pérdida de derechos porque:
1. Facilita a los empresarios la realización de despidos por causas económicas (cuya indemnización es de 20 días de salario por cada año trabajado, 8 de los cuales serán abonados por el Fondo de Garantía Salarial, financiado en parte con dinero público)
2. Supone la ampliación de los supuestos en los que la patronal puede despedir improcedentemente, con una indemnización de 33 días por año trabajado
3. Implica ampliar los supuestos en los que se pueden aplicar contratos de carácter formativo, sustancialmente más bajos que el resto, para jóvenes. Es decir, más precariedad para la juventud trabajadora
4. Limita las materias que pueden ser reguladas a través de convenios colectivos de sector
5. Abre las puertas, más aún, a la privatización de los servicios públicos de empleo
En resumen, al ejecutivo del PSOE sólo le interesa sacar adelante un plan de ajuste del gasto público, aprobar rebajas fiscales de claro calado electoralista, poner los recursos del estado al servicio de la banca, alargar la edad obligatoria de jubilación y, en definitiva, recortar derechos a las personas que, con nuestra fuerza productiva, somos el verdadero motor de la economía
Ante esta situación, la clase trabajadora no puede ni debe bajar la cabeza. Todo lo contrario: tenemos que luchar para frenar esta situación. Por todo lo expuesto, además de casi cinco millones de personas en el paro, llevamos un año y medio proponiendo la convocatoria de una Huelga General y, si fuera necesario, una detrás de otra hasta parar los pies a los que quieren que paguemos una crisis que no hemos generado.
Por fin, los sindicatos han movido ficha y han fijado la huelga para el 29 de septiembre. ¿Tarde? Sin duda. Pero hay que tener una cosa clara, si la Huelga fracasa, nuestras condiciones de trabajo caerán hasta unos límites insospechados. Volveremos a un marco laboral en el que la empresa impone las reglas de juego sin oposición a sus deseos. La pregunta que tenemos que hacernos es ¿Estamos dispuestos a permitir que esto ocurra?
Extraído de la revista El Insolente
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