A 42 años del linchamiento estudiantil en puebla...
Hize una resumida sintesis de lo que ocurrio esa noche tan triste e indignante para cualquiera que sea o fue estudiante en 1968, dias atras de la matanza de tlatelolco.
Canoa: a cuarenta y dos años de la tragedia (provocada por la ignorancia de la gente)
San Miguel Canoa es conocido por un hecho ocurrido el 14 de septiembre de 1968, cuando cinco jóvenes trabajadores de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP) que realizaban una excursión para escalar el Volcán Malintzin, se refugian en el pueblo para pasar la noche, debido al mal clima que les impedía el ascenso; en ese momento México vivía la agitación del Movimiento estudiantil de 1968, entonces el párroco del pueblo acusó, sin fundamento; a los trabajadores de ser comunistas, ante esto la población; sin tener entendimiento de la situación, resolvió lincharlos, en el acto también murieron otras personas, de los 5 trabajadores solo 2 sobrevivieron.
Canoa, una pequeña comunidad ubicada a unos doce kilómetros de la ciudad de Puebla,fue el escenario de una terrible tragedia que conmovió a todo el país y a nuestra entidad: una turba furiosa, que estaba convencida de que aquéllos eran emisarios del comunismo internacional, y que iban dispuestos a secuestrar al cura del lugar, a llevarse la estatua de su santo patrón, y a secuestrar a sus hijos para enviarlos a algún país comunista, Cuba o Rusia.
Ellos, aunque simpatizaban con los movimientos estudiantiles que se desarrollaban en esos años —tanto a nivel nacional como estatal— estaban muy lejos de ser individuos altamente politizados: participaban discretamente en los movimientos que se libraban en la Universidad en esos años. Eran personas con un nivel cultural medio, y en lo fundamental se dedicaban a cumplir con su trabajo en la UAP. Dos eran bibliotecarios, otros dos eran empleados de intendencia, y el otro era chofer.
Todos ellos eran aficionados del deporte, y, al igual que la mayoría de los jóvenes de esos años, estaban entusiasmados con el gran acontecimiento que tendría lugar en México en octubre de 1968: las Olimpiadas.
En los primeros días de septiembre, aprovechando unos días de asueto, decidieron excursionar a La Malinche, animados sobre todo por Julián y Ramón, quienes ya habían escalado a la montaña en varias ocasiones.
Una vez que consiguieron el equipo necesario, salieron de la ciudad de Puebla el 14 de septiembre, a eso de las seis de la tarde, tomando un camión que los llevara a San Miguel Canoa, dispuestos a iniciar el ascenso antes de que oscureciese. Sin embargo, una intensa lluvia los sorprendió justo cuando estaban en el pueblo, lo cual les truncó sus planes de dirigirse a La Malinche inmediatamente, decidiendo pasar la noche en esa comunidad.
Al principio se refugiaron en una de las tiendas del pueblo, en donde le indagaron al dueño si sabía de algún sitio donde pudiesen pasar la noche, pero, ante la respuesta negativa y cortante del mismo, salieron a pedir albergue al curato y a la presidencia municipal, en donde también fueron recibidos de manera hostil, negándoseles el asilo que buscaban.
Ni remotamente los jóvenes adivinaban la causa de tal hostilidad: desde que arribaron al pueblo su presencia despertó una profunda alarma entre los habitantes, quienes, tal como sucede en las comunidades pequeñas, comenzaron a correr el rumor de boca en boca de que los excursionistas, como dijimos más arriba, se proponían convertir a Canoa en un "baluarte del comunismo".
Por esos días nuestro país era presa de la histeria anticomunista desatada por las fuerzas más retrógradas de México a raíz del movimiento estudiantil que había estallado desde julio de ese 1968. Por todos los rincones de la nación se escuchaban condenas y diatribas contra dicho movimiento por parte de las "fuerzas vivas", quienes aseguraban que el mismo no era sino parte de un "complot" del bloque comunista enderezado a apoderarse de nuestra patria.
A Canoa llegaron los ecos de la multicitada campaña —como se pregunta Tomás Pérez Turrent, "¿de dónde sacaron los exaltados habitantes de San Miguel Canoa la idea de que "los estudiantes iban a poner una bandera rojinegra en su iglesia?"— generándose entre sus moradores todo un cúmulo de temores e inquietudes.
En las afueras del pueblo iba en crescendo el rumor de que habían llegado al pueblo un grupo de comunistas que "iban a poner una bandera rojinegra en la iglesia del lugar", que "no tardaban en atacar al cura", que "se llevarían a los niños y al ganado", y otras versiones por el estilo, lo cual propició que comenzaran a reunirse diversos núcleos de moradores dispuestos a enfrentar la amenaza a como diera lugar. Mientras tanto, las campanas de la iglesia doblaban con vehemencia a efecto de congregar a los fieles y simultáneamente, varios aparatos de sonido colocados en diversos sitios exhortaban a los vecinos a salir en defensa de sus bienes y de su párroco, todo lo cual propició que poco tiempo después se congregara una multitud enardecida de alrededor de mil personas, armadas de palos, machetes y escopetas, que no tardó en dirigirse al sitio donde se hallaban los excursionistas, quienes todavía a esas alturas no presentían el pandemónium que tenía lugar en el pueblo.
La turba llegó al hogar de Lucas García (persona quién les dio hospedaje a los jovenes estudiantes) exigiendo que le fuesen entregados los "comunistas", y, ante la resistencia de éste, la multitud decidió destruir la puerta a hachazos, entrando precipitadamente a la casa. Aún en esas condiciones Lucas continuó luchando enconadamente para evitar que los jóvenes fuesen lastimados, pero cayó herido mortalmente por el golpe de una pala, siendo el primero en caer masacrado. Minutos después caían Jesús y Ramón, recibiendo una andanada de golpes de machete, de hacha, y varios disparos.
Acto seguido Julián, Miguel, Roberto y Odilón fueron atados y sacados de la casa con dirección al centro del pueblo, en donde sus victimarios se proponían lincharlos. Al tiempo que eran pateados, insultados y golpeados, la gente vitoreaba a su santo patrón, a su cura, y lanzaba gritos histéricos contra el comunismo y contra la Universidad.
Mientras tanto, ¿qué hacían las autoridades de Canoa?, ¿qué hacía el cura del pueblo?... ¿Cómo reaccionaron ante la tragedia que tenía lugar?
El presidente municipal se lavó las manos, arguyendo que se encontraba en la ciudad de Puebla, asistiendo a un evento partidista. El cura, Enrique Meza Pérez, por su parte, declaró que no presenció los hechos dado que se encontraba enfermo. Empero, se sospecha que él fue uno de los principales instigadores del linchamiento, dado que se caracterizaba por ser un hombre imbuído de anticomunismo y de fanatismo religioso. ¿Acaso -como señala Tomás Pérez Turrent— él no se enteró —aunque estuviera convaleciente— que se utilizaban las campanas de la Iglesia para congregar a la multitud?
Sólo les faltaba eliminar a uno, quien se salvó milagrosamente porque, en los instantes en que se arrojaban sobre él para matarlo, llegó el ejército, la policía, y la Cruz Roja, a quienes llamó el único vecino de Canoa que contaba con teléfono, el cual, por cierto, también fue herido por alguno de sus coterráneos, seguramente al ser sorprendido pidiendo auxilio a la fuerza pública.
El saldo de esa noche fatídica fueron cuatro muertos —dos de los empleados de la UAP, Jesús Carrillo Sánchez, Ramón Calvario Gutiérrez, la persona que los hospedó, Lucas García García, y el hermano de éste, Odilón— y tres heridos de gravedad: Julián González Báez, Miguel Flores Cruz y Roberto Rojano Aguirre, quienes pasaron por un largo periodo de convalescencia.
No obstante que la esposa de Lucas García García, el campesino que hospedó en su casa a los excursionistas, dio a conocer a la judicial los nombres de los presuntos responsables que congregaron al pueblo por medio de las campanas de la iglesia y un altoparlante que se encontraba en el centro del pueblo, las autoridades del fuero común no actuaron con energía para sancionar a los culpables.
Por su parte el párroco local, Enrique Meza, a quienes varios moradores de Canoa lo señalaron como uno de los instigadores de la tragedia, nunca fue molestado. Incluso, las autoridades eclesiásticas de Puebla lo sostuvieron como párroco de San Miguel durante más de un año, y posteriormente lo cambiaron hacia su pueblo natal, Santa Inés Ahuatempan.
Julián y Miguel se reincorporaron poco después a sus actividades en la universidad, mientras que Roberto decidió abrir un taller de fotografía.
http://www.segen.buap.mx/au/tiempo/p.../ano1num14.htm
uno de los ehchos ams lamentables en la historia de nuestro pais, y aunque los jovenes muertos no eran camaradas, es bueno saber el anticomunismo que en ese entonces se propagaba por todo el pais, esto se debia ala gran cantidad de camaradas que cada vez mas exigian mas y se veian fuertemente influenciados por la revolucion cubana, sin duda el gobierno sentia la llaga en el cuello y no podia permitir eso, de hecho hubo otras matanzas "menos populares" en otros pueblos y en muchos casos si eran camaradas
y auqnue no lo crean en muchos poblados de mexico siguen existiendo aun pueblos con esa mentalidad tan retrograda,ahora el anticomunismo extremista esta un poco de lado, pero en cuanto el gobierno vuelva a sentir pasos no dudo que volvera
Hize una resumida sintesis de lo que ocurrio esa noche tan triste e indignante para cualquiera que sea o fue estudiante en 1968, dias atras de la matanza de tlatelolco.
Canoa: a cuarenta y dos años de la tragedia (provocada por la ignorancia de la gente)
San Miguel Canoa es conocido por un hecho ocurrido el 14 de septiembre de 1968, cuando cinco jóvenes trabajadores de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP) que realizaban una excursión para escalar el Volcán Malintzin, se refugian en el pueblo para pasar la noche, debido al mal clima que les impedía el ascenso; en ese momento México vivía la agitación del Movimiento estudiantil de 1968, entonces el párroco del pueblo acusó, sin fundamento; a los trabajadores de ser comunistas, ante esto la población; sin tener entendimiento de la situación, resolvió lincharlos, en el acto también murieron otras personas, de los 5 trabajadores solo 2 sobrevivieron.
Canoa, una pequeña comunidad ubicada a unos doce kilómetros de la ciudad de Puebla,fue el escenario de una terrible tragedia que conmovió a todo el país y a nuestra entidad: una turba furiosa, que estaba convencida de que aquéllos eran emisarios del comunismo internacional, y que iban dispuestos a secuestrar al cura del lugar, a llevarse la estatua de su santo patrón, y a secuestrar a sus hijos para enviarlos a algún país comunista, Cuba o Rusia.
Ellos, aunque simpatizaban con los movimientos estudiantiles que se desarrollaban en esos años —tanto a nivel nacional como estatal— estaban muy lejos de ser individuos altamente politizados: participaban discretamente en los movimientos que se libraban en la Universidad en esos años. Eran personas con un nivel cultural medio, y en lo fundamental se dedicaban a cumplir con su trabajo en la UAP. Dos eran bibliotecarios, otros dos eran empleados de intendencia, y el otro era chofer.
Todos ellos eran aficionados del deporte, y, al igual que la mayoría de los jóvenes de esos años, estaban entusiasmados con el gran acontecimiento que tendría lugar en México en octubre de 1968: las Olimpiadas.
En los primeros días de septiembre, aprovechando unos días de asueto, decidieron excursionar a La Malinche, animados sobre todo por Julián y Ramón, quienes ya habían escalado a la montaña en varias ocasiones.
Una vez que consiguieron el equipo necesario, salieron de la ciudad de Puebla el 14 de septiembre, a eso de las seis de la tarde, tomando un camión que los llevara a San Miguel Canoa, dispuestos a iniciar el ascenso antes de que oscureciese. Sin embargo, una intensa lluvia los sorprendió justo cuando estaban en el pueblo, lo cual les truncó sus planes de dirigirse a La Malinche inmediatamente, decidiendo pasar la noche en esa comunidad.
Al principio se refugiaron en una de las tiendas del pueblo, en donde le indagaron al dueño si sabía de algún sitio donde pudiesen pasar la noche, pero, ante la respuesta negativa y cortante del mismo, salieron a pedir albergue al curato y a la presidencia municipal, en donde también fueron recibidos de manera hostil, negándoseles el asilo que buscaban.
Ni remotamente los jóvenes adivinaban la causa de tal hostilidad: desde que arribaron al pueblo su presencia despertó una profunda alarma entre los habitantes, quienes, tal como sucede en las comunidades pequeñas, comenzaron a correr el rumor de boca en boca de que los excursionistas, como dijimos más arriba, se proponían convertir a Canoa en un "baluarte del comunismo".
Por esos días nuestro país era presa de la histeria anticomunista desatada por las fuerzas más retrógradas de México a raíz del movimiento estudiantil que había estallado desde julio de ese 1968. Por todos los rincones de la nación se escuchaban condenas y diatribas contra dicho movimiento por parte de las "fuerzas vivas", quienes aseguraban que el mismo no era sino parte de un "complot" del bloque comunista enderezado a apoderarse de nuestra patria.
A Canoa llegaron los ecos de la multicitada campaña —como se pregunta Tomás Pérez Turrent, "¿de dónde sacaron los exaltados habitantes de San Miguel Canoa la idea de que "los estudiantes iban a poner una bandera rojinegra en su iglesia?"— generándose entre sus moradores todo un cúmulo de temores e inquietudes.
En las afueras del pueblo iba en crescendo el rumor de que habían llegado al pueblo un grupo de comunistas que "iban a poner una bandera rojinegra en la iglesia del lugar", que "no tardaban en atacar al cura", que "se llevarían a los niños y al ganado", y otras versiones por el estilo, lo cual propició que comenzaran a reunirse diversos núcleos de moradores dispuestos a enfrentar la amenaza a como diera lugar. Mientras tanto, las campanas de la iglesia doblaban con vehemencia a efecto de congregar a los fieles y simultáneamente, varios aparatos de sonido colocados en diversos sitios exhortaban a los vecinos a salir en defensa de sus bienes y de su párroco, todo lo cual propició que poco tiempo después se congregara una multitud enardecida de alrededor de mil personas, armadas de palos, machetes y escopetas, que no tardó en dirigirse al sitio donde se hallaban los excursionistas, quienes todavía a esas alturas no presentían el pandemónium que tenía lugar en el pueblo.
La turba llegó al hogar de Lucas García (persona quién les dio hospedaje a los jovenes estudiantes) exigiendo que le fuesen entregados los "comunistas", y, ante la resistencia de éste, la multitud decidió destruir la puerta a hachazos, entrando precipitadamente a la casa. Aún en esas condiciones Lucas continuó luchando enconadamente para evitar que los jóvenes fuesen lastimados, pero cayó herido mortalmente por el golpe de una pala, siendo el primero en caer masacrado. Minutos después caían Jesús y Ramón, recibiendo una andanada de golpes de machete, de hacha, y varios disparos.
Acto seguido Julián, Miguel, Roberto y Odilón fueron atados y sacados de la casa con dirección al centro del pueblo, en donde sus victimarios se proponían lincharlos. Al tiempo que eran pateados, insultados y golpeados, la gente vitoreaba a su santo patrón, a su cura, y lanzaba gritos histéricos contra el comunismo y contra la Universidad.
Mientras tanto, ¿qué hacían las autoridades de Canoa?, ¿qué hacía el cura del pueblo?... ¿Cómo reaccionaron ante la tragedia que tenía lugar?
El presidente municipal se lavó las manos, arguyendo que se encontraba en la ciudad de Puebla, asistiendo a un evento partidista. El cura, Enrique Meza Pérez, por su parte, declaró que no presenció los hechos dado que se encontraba enfermo. Empero, se sospecha que él fue uno de los principales instigadores del linchamiento, dado que se caracterizaba por ser un hombre imbuído de anticomunismo y de fanatismo religioso. ¿Acaso -como señala Tomás Pérez Turrent— él no se enteró —aunque estuviera convaleciente— que se utilizaban las campanas de la Iglesia para congregar a la multitud?
Sólo les faltaba eliminar a uno, quien se salvó milagrosamente porque, en los instantes en que se arrojaban sobre él para matarlo, llegó el ejército, la policía, y la Cruz Roja, a quienes llamó el único vecino de Canoa que contaba con teléfono, el cual, por cierto, también fue herido por alguno de sus coterráneos, seguramente al ser sorprendido pidiendo auxilio a la fuerza pública.
El saldo de esa noche fatídica fueron cuatro muertos —dos de los empleados de la UAP, Jesús Carrillo Sánchez, Ramón Calvario Gutiérrez, la persona que los hospedó, Lucas García García, y el hermano de éste, Odilón— y tres heridos de gravedad: Julián González Báez, Miguel Flores Cruz y Roberto Rojano Aguirre, quienes pasaron por un largo periodo de convalescencia.
No obstante que la esposa de Lucas García García, el campesino que hospedó en su casa a los excursionistas, dio a conocer a la judicial los nombres de los presuntos responsables que congregaron al pueblo por medio de las campanas de la iglesia y un altoparlante que se encontraba en el centro del pueblo, las autoridades del fuero común no actuaron con energía para sancionar a los culpables.
Por su parte el párroco local, Enrique Meza, a quienes varios moradores de Canoa lo señalaron como uno de los instigadores de la tragedia, nunca fue molestado. Incluso, las autoridades eclesiásticas de Puebla lo sostuvieron como párroco de San Miguel durante más de un año, y posteriormente lo cambiaron hacia su pueblo natal, Santa Inés Ahuatempan.
Julián y Miguel se reincorporaron poco después a sus actividades en la universidad, mientras que Roberto decidió abrir un taller de fotografía.
http://www.segen.buap.mx/au/tiempo/p.../ano1num14.htm
uno de los ehchos ams lamentables en la historia de nuestro pais, y aunque los jovenes muertos no eran camaradas, es bueno saber el anticomunismo que en ese entonces se propagaba por todo el pais, esto se debia ala gran cantidad de camaradas que cada vez mas exigian mas y se veian fuertemente influenciados por la revolucion cubana, sin duda el gobierno sentia la llaga en el cuello y no podia permitir eso, de hecho hubo otras matanzas "menos populares" en otros pueblos y en muchos casos si eran camaradas
y auqnue no lo crean en muchos poblados de mexico siguen existiendo aun pueblos con esa mentalidad tan retrograda,ahora el anticomunismo extremista esta un poco de lado, pero en cuanto el gobierno vuelva a sentir pasos no dudo que volvera