La Revolución Rusa y la emancipación de la mujer
(Mujer y Revolución)
“La ‘liberación’ es un acto histórico y no mental, y conducirán a ella las relaciones históricas, el estado de la industria, del comercio, de la agricultura, de las relaciones.”
— Karl Marx y Friedrich Engels, La ideología alemana (1846)
Hoy en día, millones de mujeres incluso en las “democracias” capitalistas avanzadas tienen que soportar vidas espantosas y brutales de miseria y trabajo arduo. En Estados Unidos, para nombrar sólo dos ejemplos del prejuicio contra la mujer, el derecho al aborto se encuentra bajo un ataque cada vez mayor y las guarderías de calidad son escasas y demasiado costosas para la mayoría de las mujeres trabajadoras. Las condiciones de la mujer en el Tercer Mundo son muchísimo peores. Sin embargo, incluso hace 15 años, la mujer en la Unión Soviética disfrutaba de muchas ventajas, como guarderías sostenidas por el estado, pleno derecho al aborto, acceso a una amplia gama de oficios y profesiones y un alto grado de igualdad económica con sus compañeros de trabajo hombres; en pocas palabras, tenían un estatus que en muchos aspectos era mucho más avanzado que el de las sociedades capitalistas actuales.
La Revolución Bolchevique de 1917 hizo posibles estas conquistas. Lejos de ser un mero maquillaje cosmético y superficial, la Revolución Rusa fue, en palabras del historiador Richard Stites,
“[una] revolución social clásica; un proceso, no un suceso, un fenómeno que no puede ser activado, desatado o puesto en marcha por un mero recambio de poder que se confina al centro y confina sus esfuerzos a decretos y leyes que enuncian los principios de la igualdad. Una verdadera revolución social en una sociedad subdesarrollada no termina con el traspaso de la propiedad como tampoco con el traspaso de las carteras de gobierno; es el resultado de una movilización social. Puesto en términos llanos, significa organismos que surgen del pueblo con planes bien trazados, con capacidades y con euforia revolucionaria; significa enseñar, impulsar, aguijonear, halagar al obstinado, al ignorante, al atrasado, por medio del componente supremo de toda propaganda radical: el mensaje y la convicción de que la revolución es relevante para la vida cotidiana.”
—Stites, The Women’s Liberation Movement in Russia: Feminism, Nihilism and Bolshevism,
1860-1930 [El movimiento de liberación de la mujer en Rusia: El feminismo, el nihilismo y el bolchevismo, 1860-1930] (Princeton: Princeton University Press, 1978)
Este esfuerzo exhaustivo por reinventar la sociedad fue posible gracias al derrocamiento del dominio zarista-capitalista y la toma del poder por los soviets —consejos obreros y campesinos— bajo la dirección bolchevique en octubre de 1917. Los latifundios de la nobleza terrateniente fueron abolidos y la tierra se nacionalizó: la industria pronto sería colectivizada. El nuevo estado obrero dio los primeros pasos rumbo a una economía planificada a favor de los trabajadores. Esto trajo enormes beneficios a la mujer obrera. La Revolución Rusa procuró llevar a la mujer a la participación plena en la vida social, económica y política.
Tras la contrarrevolución que restauró el capitalismo en 1991-92, las mujeres de la ex Unión Soviética enfrentan condiciones enormemente deterioradas que en cierto modo se asemejan a las del Tercer Mundo. El desempleo masivo, el desplome en la esperanza de vida y un resurgimiento del atraso religioso —tanto ortodoxo ruso como musulmán— son sólo tres ejemplos. Entre 1991 y 1997, el producto interno bruto se redujo en un 80 por ciento; según estadísticas oficiales (que subestiman la caída), la inversión de capital cayó en más de un 90 por ciento. Para mediados de la década, el 40 por ciento de la población de la Federación Rusa estaba viviendo por debajo de la línea oficial de pobreza, mientras que otro 36 por ciento estaba apenas por encima. Millones sufrían hambruna.
La liberación de la mujer y la revolución socialista mundial
Los bolcheviques reconocían que sin un desarrollo económico cualitativo, la liberación de la mujer era una fantasía utópica. Mientras trabajaba para maximizar los recursos con los que contaba, el joven régimen bolchevique hizo cuanto pudo por cumplir la promesa de la emancipación de la mujer, incluyendo la creación de un departamento del partido dirigido a las necesidades de la mujer, el Zhenotdel. Sin embargo, a cada paso sus esfuerzos se toparon con el hecho de que, sin una inyección masiva de recursos, los resultados estaban limitados en todos los aspectos. León Trotsky, líder junto con Lenin de la Revolución Rusa, explicó que desde el principio los bolcheviques reconocían que:
“Los recursos reales del estado no correspondían a los planes y a las intenciones del partido comunista. La familia no puede ser abolida: hay que remplazarla. La emancipación verdadera de la mujer es imposible en el terreno de la ‘miseria socializada’. La experiencia reveló bien pronto esta dura verdad, formulada hacía cerca de 80 años por Marx.”
—La revolución traicionada (1936)
La horrible pobreza del primer estado obrero del mundo partió del atraso económico y social heredado del viejo imperio zarista. La inversión extranjera había construido fábricas modernas en las grandes ciudades, creando un proletariado compacto y poderoso que fue capaz de hacer la revolución en un país mayoritariamente campesino. En la mayoría de los casos, los obreros revolucionarios venían de familias que habían abandonado el campo apenas una o dos generaciones antes. Los obreros apoyaron a sus primos del campo cuando éstos tomaron los latifundios y dividieron la tierra entre quienes la trabajaban. La alianza entre los obreros y los campesinos (smychka) fue clave para el éxito de la revolución; pero la masa de pequeños propietarios campesinos era también una reserva de atraso económico y social. La devastación causada por la Primera Guerra Mundial se sumó a la de la sangrienta Guerra Civil (1918-20) en la que el gobierno bolchevique tuvo que combatir los ejércitos de la contrarrevolución y la intervención imperialista, arrojando décadas atrás la economía del país. Los imperialistas también impusieron un bloqueo económico, aislando a la Unión Soviética de la economía y la división del trabajo mundiales.
Los marxistas siempre hemos entendido que la abundancia material que hace falta para sacar de raíz a la sociedad de clases y toda la opresión que ésta trae consigo sólo puede venir del más alto nivel de ciencia y tecnología con base en una economía internacionalmente planificada. La devastación económica y el aislamiento del estado obrero soviético produjeron fuertes presiones materiales hacia la burocratización. En los últimos años de su vida, Lenin, frecuentemente en alianza con Trotsky, libró una serie de batallas en el partido contra las manifestaciones políticas de estas presiones burocráticas. Los bolcheviques sabían que el socialismo sólo podría construirse sobre una base mundial, y lucharon por extender la revolución internacionalmente, especialmente a las economías capitalistas avanzadas de Europa; la idea de que el socialismo podía construirse en un solo país fue una perversión posterior introducida como parte del intento de justificar la degeneración burocrática de la revolución.
La Revolución Rusa marcó el comienzo de la gran ola de luchas revolucionarias que inundó el mundo en oposición a la carnicería de la Primera Guerra Mundial. La Revolución de Octubre fue una poderosa inspiración para la clase obrera a nivel internacional. Alemania, el país capitalista más avanzado y poderoso de Europa, entró a una situación revolucionaria en 1918-19; gran parte del resto del continente estaba siendo sacudido. Los bolcheviques pusieron una buena parte de los recursos del estado soviético en la lucha por la revolución socialista mundial, creando para este propósito la Internacional Comunista (IC). Sin embargo, los jóvenes partidos de la IC en Europa habían roto muy recientemente con las dirigencias reformistas de las organizaciones obreras de masas que habían apoyado a sus propios gobiernos burgueses en la Primera Guerra Mundial, y no lograron actuar como partidos revolucionarios de vanguardia comparables a los bolcheviques. La dirección reformista, procapitalista y profundamente chovinista del Partido Socialdemócrata Alemán (SPD) logró suprimir la oportunidad de revolución proletaria en Alemania en 1918-19, con la colaboración activa de las fuerzas policiaco-militares.
Los partidos socialdemócratas como el SPD alemán y el Partido Laborista británico tienen la responsabilidad principal por la degeneración de la Revolución Rusa. Sin embargo, ahora aúllan junto a sus amos capitalistas que el régimen bolchevique inicial bajo Lenin llevó inevitablemente al despotismo estalinista, que el comunismo fracasó y que la “democracia” capitalista es infinitamente preferible al comunismo. Esto hace eco hoy entre muchos jóvenes de mentalidad izquierdista que equiparan al comunismo con la degeneración estalinista del estado obrero soviético. Los jóvenes influenciados por el anarquismo sostienen que toda jerarquía es inherentemente opresiva y que la producción a pequeña escala, la descentralización y el llevar una “vida liberada” individualmente ofrecen un camino hacia adelante. Esto es un callejón sin salida.
Pese al triunfo de la casta burocrática en 1924 y la consiguiente degeneración de la Revolución Rusa, sus principales conquistas —encarnadas en el derrocamiento de las relaciones de propiedad capitalistas y el establecimiento de una economía planificada— sobrevivieron. Estas conquistas eran evidentes, por ejemplo, en la situación material de la mujer. Es por eso que nosotros, en la Liga Comunista Internacional, con base en la herencia de la Oposición de Izquierda de Trotsky que luchó contra Stalin y la degeneración de la revolución, estábamos por la defensa militar incondicional de la Unión Soviética contra el ataque imperialista, y por una lucha intransigente contra toda amenaza de contrarrevolución capitalista, ya fuera externa o interna.
La herencia del trabajo bolchevique entre las mujeres
Durante los últimos 15 años se han publicado varios libros acerca de las enormes conquistas obtenidas por las mujeres tras la Revolución Rusa. Los bolcheviques implantaron inmediatamente leyes civiles que barrieron con siglos de leyes de propiedad y privilegios masculinos. La valiosa obra de Wendy Goldman, Women, the State and Revolution: Soviet Family Policy and Social Life, 1917-1936 [Las mujeres, el estado y la revolución: Las políticas sobre la familia y la vida social soviéticas, 1917-1936] (Cambridge: Cambridge University Press, 1993), se enfoca en los Códigos Familiares de 1918, 1926 y 1936 como puntos decisivos de la política soviética que sirven como indicadores del programa del estado y del partido sobre la cuestión de la mujer.
El libro de Goldman no es sino una de las muchas publicaciones que desde 1991 se han beneficiado del mayor acceso a los archivos de la antigua Unión Soviética. Bolshevik Women [Mujeres bolcheviques] (Cambridge: Cambridge University Press, 1997) de Barbara Evans Clements, es una biografía colectiva que se enfoca en una selección de militantes de mucho tiempo del partido. Clements reunió una base de datos de varios cientos de cuadros femeninos de la Vieja Guardia (bolcheviques que militaban desde antes de 1917), la cual analizó en busca de tendencias en cuanto a orígenes, educación y actividad partidista.
Bolshevik Women se enfoca en militantes prominentes como Elena Stasova, miembro del Comité Central y secretaria del CC en Petrogrado en 1917. Otra es Evgeniia Bosh, a quien Víctor Serge (quien fuera parte de la Oposición de Izquierda, pero luego rompió con Trotsky) describió como “uno de los líderes militares más capaces que emergieron en esta primera etapa” de la Guerra Civil (citado en Clements, Bolshevik Women). Bosh se suicidó en enero de 1925 cuando la fracción de Stalin purgó a Trotsky como Comisario del Pueblo para la Guerra. Otra más es la íntima amiga y colaboradora de Lenin, Inessa Armand, la primera directora del Zhenotdel hasta su muerte en 1920.
El trabajo de la Liga Comunista Internacional entre las mujeres se ubica en las tradiciones establecidas por los bolcheviques de Lenin. Algunos de los primeros números de Women and Revolution [Mujer y Revolución] incluyeron la investigación original de Dale Ross, la primera editora de Women and Revolution, sobre la Revolución Rusa y el trabajo bolchevique entre las mujeres. Los artículos se basaron en su tesis doctoral: The Role of the Women of Petrograd in War, Revolution and Counterrevolution, 1914-1921 [El papel de las mujeres de Petrogrado en la guerra, la revolución y la contrarrevolución] (1973). El segundo y tercer números de Women and Revolution (septiembre-octubre de 1971 y mayo de 1972) incluyeron en dos partes las “Tesis sobre el trabajo entre las mujeres” del III Congreso de la Internacional Comunista (1921) [publicadas en español en Spartacist No. 16, marzo de 1985]. La nueva información disponible ha confirmado y enriquecido más aún nuestra solidaridad con el camino bolchevique a la emancipación de la mujer.
Los números subsiguientes de Women and Revolution exploraron otros aspectos de la lucha por la liberación de la mujer en la URSS. Especialmente significativo fue “Early Bolshevik Work Among Women of the Soviet East” [El trabajo bolchevique de los primeros años entre las mujeres del oriente soviético] (Women and Revolution No. 12, verano de 1976). Este artículo detalla los heroicos esfuerzos del gobierno bolchevique por transformar las condiciones de las horriblemente oprimidas mujeres del Asia Central musulmana, donde las propias activistas del Zhenotdel se ponían el velo para llegar a esas mujeres confinadas. Tratar este importante tema va más allá del alcance del presente artículo.