Educación en la URSS
Disidente_del_Capitalismo- Revolucionario/a
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- Mensaje n°1
Educación en la URSS
¿Es mi impresión o no hay un tema sobre eso?.
lukaspunta- Comunista
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- Mensaje n°2
Re: Educación en la URSS
Fue excelente! Uno de los primeros países en erradicar el analfabetismo...
YGSputnik- Comunista
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- Mensaje n°3
Re: Educación en la URSS
Hace tiempo leí por ahí que cuando realmente se llegó a erradicar casi en su totalidad fue durante el período de Stalin. Estamos acostumbrados a nombrar lo de la industrialización, convertir a la URSS en una superpotencia, ganar la WWII... pero no se suele dar mucha relevancia a este dato, y sin duda es un logro bastante notable. De todas formas, si alguien tiene más información estaría bien que la posteara.
Disidente_del_Capitalismo- Revolucionario/a
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- Mensaje n°4
Re: Educación en la URSS
Yo he leído en escritos soviéticos que el sistema de educación intentaba llevar la educación integral, esto es, no sólo la labor intelectual, sino también el desarrollo de las habilidades para el trabajo.
Además de la gratuidad del la educación desde la sala cuna hasta el máximo grado universitario.
Un aspecto que siempre me ha gustado del sistema soviético de educación es el hecho en que las universidades impartían carreras para obreros de las fábricas por las tardes y noches, así el que quería convertirse en ingeniero lo podía hacer, algo realmente interesante.
Además de la gran cantidad de palacios de la cultura que existían y las bibliotecas obreras que eran costeadas por las propias fábricas para uso de los trabajadores con todo tipo de títulos.
También estaba el sistema de perfeccionamiento en el que cada cierto tiempo profesionales debían ir a cursar estudios de perfeccionamiento en las Univerisdades o Cetros Técnicos dedicándose al 100% en sus estudios y la empresa le seguía pagando el sueldo y conservando el puesto para cuando después volviera, así podían estudiar tranquilos y sin dificultades, esto incluía a los que tenían familia.
Además a los estudiantes que venían de otras regiones el Estado les aseguraba un piso, una pensión y la alimentación, no por nada la URSS se transformó en un país de científicos.
El que quería estudiar, estudiaba, algo realmente increíble y destacable de la URSS.
Además de la gratuidad del la educación desde la sala cuna hasta el máximo grado universitario.
Un aspecto que siempre me ha gustado del sistema soviético de educación es el hecho en que las universidades impartían carreras para obreros de las fábricas por las tardes y noches, así el que quería convertirse en ingeniero lo podía hacer, algo realmente interesante.
Además de la gran cantidad de palacios de la cultura que existían y las bibliotecas obreras que eran costeadas por las propias fábricas para uso de los trabajadores con todo tipo de títulos.
También estaba el sistema de perfeccionamiento en el que cada cierto tiempo profesionales debían ir a cursar estudios de perfeccionamiento en las Univerisdades o Cetros Técnicos dedicándose al 100% en sus estudios y la empresa le seguía pagando el sueldo y conservando el puesto para cuando después volviera, así podían estudiar tranquilos y sin dificultades, esto incluía a los que tenían familia.
Además a los estudiantes que venían de otras regiones el Estado les aseguraba un piso, una pensión y la alimentación, no por nada la URSS se transformó en un país de científicos.
El que quería estudiar, estudiaba, algo realmente increíble y destacable de la URSS.
rebelderojo- Revolucionario/a
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- Mensaje n°5
Re: Educación en la URSS
claro increible que sin pagarles mucho a los cientificos este pais tuviera una buena ciencia radica en eso
MARK AINT- Camarada
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- Mensaje n°6
Re: Educación en la URSS
A pesar que no le falta su ingrediente panfletario occidental me parece que hay que colocarlo:
La educación en la Unión Soviética
La enseñanza soviética, esclava de la productividad, otorgaba la credencial de ciudadano y sus derechos, entre ellos el de la
educación superior, en función de la propia utilidad para la colectividad.
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Por Marcos Álvarez Díaz
En 1957, el mundo asistía boquiabierto al lanzamiento del Sputnik, "una maravilla moderna de la tecnología socialista", como decía el aparato de propaganda. El satélite artificial, fue uno de los hitos que situaron a la URSS a la cabeza del desarrollo tecnológico y científico. Es indudable que tales objetivos no habrían sido alcanzados sin una cantera de matemáticos, técnicos e ingenieros, egresados todos del mejor sistema educativo que el Estado podía proporcionar. Este sistema garantizaba la equivalencia regional de titulaciones con una enseñanza igualatoria basada en un único plan de estudios para todas las repúblicas con independencia de su ubicación, con las mismas escuelas, asignaturas, contenidos, calendarios y horarios.
Si bien los logros en las disciplinas científicas fueron muy notables, no es menos cierto que el monolitismo ideológico del régimen cercenó la creatividad en el arte y la literatura, quedando esta reducida prácticamente a las corrientes oficiales sancionadas por el partido. Eisenstein, Shostakovich y Gorki florecieron, pero otros muchos artistas soviéticos acabaron en el exilio, el gulag o el patíbulo.
Este texto pretende hacer justicia a los aspectos positivos e intelectualmente respetables de la educación en la URSS, sin pasar por alto la férula ideológica y el premeditado diseño del alma al que el individuo se vio sometido por la escuela soviética durante siete décadas de materialismo dialéctico obligatorio. Ya fuera con fines bélicos, ideológicos o productivos, la universidad soviética era el ápice de un entramado escolar, cuyo análisis merece hoy nuestra de atención.
Desde los primeros años del régimen, las autoridades bolcheviques hicieron de la educación una prioridad por su papel decisivo en el adoctrinamiento de las masas. Son los años del Likbez, decreto que Lenin firmó en 1919 y que sentó las bases de la erradicación del analfabetismo. El Likbez obligaba a todas las personas entre 8 y 50 años, a alfabetizarse en su lengua materna. En la etapa inicial, el comisariado de instrucción pública centró sus esfuerzos en erradicar las elevadas tasas de analfabetismo ruso (60% en 1917), tarea que completaron en el tiempo record de una generación. Para el año 1942 la tasa se había reducido a un 10%. Este es, sin duda, uno de los grandes éxitos que la escuela soviética tiene en su haber, no teniendo paralelo anterior o posterior en la magnitud de la tarea emprendida ni en los exitosos resultados obtenidos.
El control ideológico de la escuela.
Dicho esto, hay que señalar que la enseñanza fue la herramienta que usaron Partido y Estado, valga la redundancia en este contexto, para educar al pueblo en la "verdad" del Marxismo y preparar el advenimiento del "hombre nuevo". El aspecto más opresivo para la labor del docente, provenía del férreo control de la libertad de pensamiento y de cátedra ejercido por los comisarios políticos de instrucción pública. Cada escuela por pequeña y remota que fuese, tenía asignado un politruk encargado de velar por la corrección ideológica de los docentes y estudiantes a su cargo. El control político, no sólo de los currículos sino de la autonomía de aula, alcanzó niveles asfixiantes ya a partir de los años 20. Las purgas estalinistas, a despecho de lo comúnmente admitido, hicieron que el sector sufriera el gulag, tanto o más que el ejército o la administración pública. Se calcula que más de 2 millones de docentes de todos los niveles educativos fueron deportados entre 1934 y 1953.
El mismo Fediukin, notable intelectual y estudioso de la inteligentsia soviética, no se sonrojaba al calificar a la libertad de cátedra del docente, como "progresista" en los tiempos del zarismo, y a la vez como negativamente "contrarrevolucionaria" una vez que el sistema soviético se hubo puesto en marcha.
La obsesión por la producción y la relación de la escuela y el trabajo.
La retórica de los textos educativos, ya fueran legales o científicos, marchaba en consonancia con la obsesión por la productividad, una herencia del periodo de planes quinquenales previo a la guerra. La escuela era la fragua en que se forjaban las piezas del engranaje productivo del Estado. La formación de la personalidad individual del niño y el joven se convertía en una tarea accesoria siempre supeditada a la producción en serie de buenos marxistas altamente tecnificados.
El leitmotiv de los planes de estudio, por tanto, se centraba en hermanar educación y vida profesional a través de vínculos estrechos entre la escuela y la fábrica o la explotación agraria. Tanto es así que la reforma de Kruschev, emprendida en los años 50, todavía consideraba peligrosamente amplia la brecha entre vida académica y laboral. Parte de sus reproches al sistema estribaban en la existencia de una inteligentsia académica, carente de callos en las manos y cuya fractura con el proletariado manual había que cerrar.
La meritocracia y la autoridad del profesor soviético
En tiempos de Lenin, aun cuando la joven Rusia soviética se veía cercada por el ejército blanco y las potencias extranjeras que lo apoyaban, el docente se convirtió por defecto en sospechoso del delito de contrarrevolución. Con el fin de controlar la adhesión ideológica de este sector, las escuelas secundarias fueron puestas bajo el control de los alumnos en materia administrativa y disciplinaria. La delación anónima e interesada, así como la falta de autoridad y disciplina en las aulas se pusieron a la orden del día, sumiendo a la educación en un caos organizativo y una preocupante ineficiencia. Ya en los años 30, convencidos de lo erróneo de esta filosofía y ya superado el peligro de la guerra civil, las autoridades bolcheviques volvieron al que había sido el trasfondo de la enseñanza rusa desde los tiempos de Pedro el Grande.
La autoridad de los maestros fue restituida y el rumbo enderezado. Cada niño recién escolarizado recibía con sus materiales de escritura y textos una ficha con 20 normas relativas a la buena conducta, la puntualidad y el respeto a sus mayores y maestros. En cuanto tenía edad y entendimiento suficiente, la firmaba y se comprometía mediante contrato con el Estado a respetarlas a rajatabla.
La enseñanza soviética era estrictamente meritocrática. A pesar de la paradoja que supone construir una sociedad igualitaria desde presupuestos selectivos, el modelo educativo alemán, del que es heredero el zarista y a su vez el soviético, llevaba en esa dirección. Se aprobaron becas y salarios proporcionales para los estudiantes en función de sus resultados académicos. La máxima presuponía que no todo el mundo merecía una educación superior, sino solamente aquellos que se la habían ganado con su talento y esfuerzo. Para ellos tenía reservado el Estado, en efecto, la excelencia educativa.
La enseñanza soviética, esclava del pragmatismo de la productividad, otorgaba la credencial de ciudadano y los derechos a los que podía aspirar, entre ellos el de la educación superior, a unos u otros en función de su utilidad para la colectividad.
Es difícil encontrar la suficiente amplitud de miras para ver cuanto hay de aprovechable en una ideología y un régimen dictatorial y despótico como el soviético; en un estado que levantó el gulag y se sustentó sobre la represión del disidente; en unas políticas lideradas por personajes inefables como Lenin y Stalin...
Sin embargo, consciente de caminar sobre un suelo resbaladizo, afirmo que no sería justo amortizar los éxitos del sistema educativo soviético a beneficio de inventario. Entre sus no pocos méritos figuran la erradicación del analfabetismo en Rusia con rapidez y eficacia, la sensatez de los planes educativos apegados a la vida real y al trabajo, la meritocracia como medio y la excelencia como fin en el proceso de aprendizaje, los sólidos cimientos de la autoridad moral y real del docente, los hitos científicos y tecnológicos de sus investigadores e ingenieros...
En definitiva... la calidad de su educación.
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La educación en la Unión Soviética
La enseñanza soviética, esclava de la productividad, otorgaba la credencial de ciudadano y sus derechos, entre ellos el de la
educación superior, en función de la propia utilidad para la colectividad.
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Por Marcos Álvarez Díaz
En 1957, el mundo asistía boquiabierto al lanzamiento del Sputnik, "una maravilla moderna de la tecnología socialista", como decía el aparato de propaganda. El satélite artificial, fue uno de los hitos que situaron a la URSS a la cabeza del desarrollo tecnológico y científico. Es indudable que tales objetivos no habrían sido alcanzados sin una cantera de matemáticos, técnicos e ingenieros, egresados todos del mejor sistema educativo que el Estado podía proporcionar. Este sistema garantizaba la equivalencia regional de titulaciones con una enseñanza igualatoria basada en un único plan de estudios para todas las repúblicas con independencia de su ubicación, con las mismas escuelas, asignaturas, contenidos, calendarios y horarios.
Si bien los logros en las disciplinas científicas fueron muy notables, no es menos cierto que el monolitismo ideológico del régimen cercenó la creatividad en el arte y la literatura, quedando esta reducida prácticamente a las corrientes oficiales sancionadas por el partido. Eisenstein, Shostakovich y Gorki florecieron, pero otros muchos artistas soviéticos acabaron en el exilio, el gulag o el patíbulo.
Este texto pretende hacer justicia a los aspectos positivos e intelectualmente respetables de la educación en la URSS, sin pasar por alto la férula ideológica y el premeditado diseño del alma al que el individuo se vio sometido por la escuela soviética durante siete décadas de materialismo dialéctico obligatorio. Ya fuera con fines bélicos, ideológicos o productivos, la universidad soviética era el ápice de un entramado escolar, cuyo análisis merece hoy nuestra de atención.
Desde los primeros años del régimen, las autoridades bolcheviques hicieron de la educación una prioridad por su papel decisivo en el adoctrinamiento de las masas. Son los años del Likbez, decreto que Lenin firmó en 1919 y que sentó las bases de la erradicación del analfabetismo. El Likbez obligaba a todas las personas entre 8 y 50 años, a alfabetizarse en su lengua materna. En la etapa inicial, el comisariado de instrucción pública centró sus esfuerzos en erradicar las elevadas tasas de analfabetismo ruso (60% en 1917), tarea que completaron en el tiempo record de una generación. Para el año 1942 la tasa se había reducido a un 10%. Este es, sin duda, uno de los grandes éxitos que la escuela soviética tiene en su haber, no teniendo paralelo anterior o posterior en la magnitud de la tarea emprendida ni en los exitosos resultados obtenidos.
El control ideológico de la escuela.
Dicho esto, hay que señalar que la enseñanza fue la herramienta que usaron Partido y Estado, valga la redundancia en este contexto, para educar al pueblo en la "verdad" del Marxismo y preparar el advenimiento del "hombre nuevo". El aspecto más opresivo para la labor del docente, provenía del férreo control de la libertad de pensamiento y de cátedra ejercido por los comisarios políticos de instrucción pública. Cada escuela por pequeña y remota que fuese, tenía asignado un politruk encargado de velar por la corrección ideológica de los docentes y estudiantes a su cargo. El control político, no sólo de los currículos sino de la autonomía de aula, alcanzó niveles asfixiantes ya a partir de los años 20. Las purgas estalinistas, a despecho de lo comúnmente admitido, hicieron que el sector sufriera el gulag, tanto o más que el ejército o la administración pública. Se calcula que más de 2 millones de docentes de todos los niveles educativos fueron deportados entre 1934 y 1953.
El mismo Fediukin, notable intelectual y estudioso de la inteligentsia soviética, no se sonrojaba al calificar a la libertad de cátedra del docente, como "progresista" en los tiempos del zarismo, y a la vez como negativamente "contrarrevolucionaria" una vez que el sistema soviético se hubo puesto en marcha.
La obsesión por la producción y la relación de la escuela y el trabajo.
La retórica de los textos educativos, ya fueran legales o científicos, marchaba en consonancia con la obsesión por la productividad, una herencia del periodo de planes quinquenales previo a la guerra. La escuela era la fragua en que se forjaban las piezas del engranaje productivo del Estado. La formación de la personalidad individual del niño y el joven se convertía en una tarea accesoria siempre supeditada a la producción en serie de buenos marxistas altamente tecnificados.
El leitmotiv de los planes de estudio, por tanto, se centraba en hermanar educación y vida profesional a través de vínculos estrechos entre la escuela y la fábrica o la explotación agraria. Tanto es así que la reforma de Kruschev, emprendida en los años 50, todavía consideraba peligrosamente amplia la brecha entre vida académica y laboral. Parte de sus reproches al sistema estribaban en la existencia de una inteligentsia académica, carente de callos en las manos y cuya fractura con el proletariado manual había que cerrar.
La meritocracia y la autoridad del profesor soviético
En tiempos de Lenin, aun cuando la joven Rusia soviética se veía cercada por el ejército blanco y las potencias extranjeras que lo apoyaban, el docente se convirtió por defecto en sospechoso del delito de contrarrevolución. Con el fin de controlar la adhesión ideológica de este sector, las escuelas secundarias fueron puestas bajo el control de los alumnos en materia administrativa y disciplinaria. La delación anónima e interesada, así como la falta de autoridad y disciplina en las aulas se pusieron a la orden del día, sumiendo a la educación en un caos organizativo y una preocupante ineficiencia. Ya en los años 30, convencidos de lo erróneo de esta filosofía y ya superado el peligro de la guerra civil, las autoridades bolcheviques volvieron al que había sido el trasfondo de la enseñanza rusa desde los tiempos de Pedro el Grande.
La autoridad de los maestros fue restituida y el rumbo enderezado. Cada niño recién escolarizado recibía con sus materiales de escritura y textos una ficha con 20 normas relativas a la buena conducta, la puntualidad y el respeto a sus mayores y maestros. En cuanto tenía edad y entendimiento suficiente, la firmaba y se comprometía mediante contrato con el Estado a respetarlas a rajatabla.
La enseñanza soviética era estrictamente meritocrática. A pesar de la paradoja que supone construir una sociedad igualitaria desde presupuestos selectivos, el modelo educativo alemán, del que es heredero el zarista y a su vez el soviético, llevaba en esa dirección. Se aprobaron becas y salarios proporcionales para los estudiantes en función de sus resultados académicos. La máxima presuponía que no todo el mundo merecía una educación superior, sino solamente aquellos que se la habían ganado con su talento y esfuerzo. Para ellos tenía reservado el Estado, en efecto, la excelencia educativa.
La enseñanza soviética, esclava del pragmatismo de la productividad, otorgaba la credencial de ciudadano y los derechos a los que podía aspirar, entre ellos el de la educación superior, a unos u otros en función de su utilidad para la colectividad.
Es difícil encontrar la suficiente amplitud de miras para ver cuanto hay de aprovechable en una ideología y un régimen dictatorial y despótico como el soviético; en un estado que levantó el gulag y se sustentó sobre la represión del disidente; en unas políticas lideradas por personajes inefables como Lenin y Stalin...
Sin embargo, consciente de caminar sobre un suelo resbaladizo, afirmo que no sería justo amortizar los éxitos del sistema educativo soviético a beneficio de inventario. Entre sus no pocos méritos figuran la erradicación del analfabetismo en Rusia con rapidez y eficacia, la sensatez de los planes educativos apegados a la vida real y al trabajo, la meritocracia como medio y la excelencia como fin en el proceso de aprendizaje, los sólidos cimientos de la autoridad moral y real del docente, los hitos científicos y tecnológicos de sus investigadores e ingenieros...
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Demofilo- Camarada Comisario
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- Mensaje n°7
Re: Educación en la URSS
Para fortalecer al naciente Estado soviético fue muy importante ganarse la colaboración de los docentes. El maestro, sobre todo en el campo, constituía una gran fuerza cultural, a veces la única, capaz de ejercer gran influencia política sobre la población. El pueblo amaba a los maestros: a ellos acudían para pedir consejo y ayuda y en busca de explicaciones sobre el sentido de los acontecimientos que vivía el país. Para poner a esta fuerza al servicio del poder soviético fue preciso llevar a cabo una paciente y minuciosa labor de esclarecimiento por las organizaciones del partido, los órganos del Estado y los sindicatos.
Anatoli Lunacharski, dirigiéndose a los maestros, dijo que nadie exigía de los intelectuales que se infundieran de espíritu comunista y, en unión del partido, se dedicaran resueltamente a la creación del régimen comunista. Sin embargo, la colaboración era posible si el intelectual mostraba objetividad y acertaba a valorar el ingente trabajo realizado por los comunistas para transformar culturalmente a los trabajadores de la ciudad y el campo. No obstante, en los primeros tiempos de su existencia, el poder soviético no encontró en la parte más cualificada del magisterio esta disposición al entendimiento y la colaboración práctica.
Un serio obstáculo en la vía de la colaboración del magisterio con el poder soviético fue la Unión de Maestros de toda Rusia, sobre todo su dirección, personificada en el Gran Consejo y el Pequeño Consejo de esta asociación. Después de su fracaso en la organización de la huelga general de maestros en los primeros meses de existencia del nuevo poder soviético, la Unión de Maestros no renunció a la lucha. Lo único que hizo fue cambiar sus formas, pasando de los ataques a la descubierta contra la política del Partido Bolchevique a métodos más flexibles y velados de actividad antisoviética. Los dirigentes de la Unión de Maestros no pudieron dejar de tener en cuenta un factor tan importante como el apoyo de las masas populares al poder soviético. En un editorial de su órgano de prensa oficial hubieron de reconocer que “desde que se ha precisado claramente que el gobierno soviético y de los comisarios es apoyado y reconocido en cierta medida por las masas populares, no se le puede ignorar y no es posible dejar de mantener relaciones con él”. Esto no significaba que la dirección de la Unión de Maestros, después de reconocer de facto el nuevo poder, hubiese decidido colaborar con él.
Encubriéndose con los lemas de la salvación de la “auténtica democracia” y de las “conquistas de la revolución”, los jerarcas supremos del magisterio se orientaban especialmente hacia la autonomía de la escuela y su apoliticismo. En las condiciones de la lucha contra la autocracia zarista, la idea de la autonomía de la escuela era apoyada por la parte democrática del magisterio y tenía un significado progresista. Pero después de la Revolución de Octubre, cuando el Estado soviético se había fijado como objetivo la instrucción de las amplias masas populares y cuando los intereses del Estado y de la escuela se unieron formando un todo, la idea de la autonomía escolar cobró un sentido contrarrevolucionario, vinculada a la idea del “apoliticismo” de la escuela. Los dirigentes de la Unión de Maestros de Rusia intentaron desterrar de la escuela la “política” y exigían que los dirigentes y partidos políticos no atentaran contra la escuela. Pero, como demostró la actividad de esta asociación, que hizo de la escuela una palestra de lucha política contra el poder soviético, la escuela no podía permanecer al margen de la política. Los dirigentes “sin partido” y “apolíticos” de la Unión de Maestros demostraron ser expertos “políticos” que expresaban claramente sus simpatías y antipatías sociales.
La Unión de Maestros de toda Rusia constituía una fuerza considerable. En sus organizaciones se agrupaban unos 50.000 maestros, siendo de notar que eran los pedagogos más cualificados. La asociación gozaba de influencia entre los maestros, y sus órganos impresos, “Noticias de la Unión de Maestros de toda Rusia”, “El maestro”, “El maestro petrogradense” y “El maestro nacional”, eran populares entre los maestros.
La línea táctica del partido en orden a cualquier organización social de tendencia antisoviética estaba determinada no sólo por el carácter de la actividad de tal organización, sino también por la actitud de las masas hacia ella. Y como en el primer tiempo el magisterio tuvo puesta su confianza en la dirección de la asociación y la seguía en lo fundamental, se trató de incorporar a la Unión de Maestros al movimiento sindical de toda Rusia, encabezado por el Consejo Central de los Sindicatos de toda Rusia, a fin de lograr de este modo arrancar de la influencia ideológica de la burguesía a los miembros de la Unión de Maestros. Sin embargo, la dirección de esta asociación, integrada por demócratas constitucionalistas y eseristas, rechazó categóricamente su participación en las labores del I Congreso de los Sindicatos de toda Rusia, celebrado en enero de 1918. Entonces el partido cambió de táctica: desplegó un gran trabajo de esclarecimiento entre los afiliados de base de la asociación. Esta línea táctica fue la principal durante todo el año 1918, que transcurrió bajo el signo de la lucha por la agrupación de las fuerzas progresistas del magisterio.
La Unión de Maestros de toda Rusia fue la organización de intelectuales burgueses que mantuvo más tiempo sus posiciones. Sin embargo, como fruto de la gran labor propagandística de denuncia de la política de sus dirigentes realizada por las organizaciones del partido y de los sindicatos y también como resultado del fortalecimiento del poder soviético y de otros factores, en el otoño de 1918 empezaron a debilitarse rápidamente las filas de esta asociación. El otoño y el final de 1918 fue el período de completa descomposición de esta organización social del magisterio, que hasta poco antes había sido fuerte y prestigiosa. Su dirección trató de continuar la lucha, intentando reunir congresos y conferencias de maestros, celebrados bajo sus consignas, y aprovechó cualquier ocasión para contribuir a la restauración del viejo régimen, pero cada vez era mayor el número de colectividades de maestros que declaraban su adhesión al poder soviético.
Así, en el congreso de maestros de la provincia de Kursk, celebrado a comienzos de mayo de 1918, la mayoría de los delegados (166 contra 3) aprobó una resolución en la que se decía: “El poder soviético lo entendemos como el poder del pueblo, que aspira a restructurar la vida del Estado en base a los justos principios del socialismo... Consideramos que reconocer este poder y apoyarlo por todos los medios constituye una misión sagrada del maestro nacional en su trabajo social y pedagógico” [1]. Incluso los dirigentes de la Unión de Maestros de toda Rusia más furibundos en su intransigencia frente al poder de los soviets se vieron obligados a reconocer que “no hay un frente único del magisterio, no hay unidad de pensamiento y de acción”.
Como consecuencia de su línea antisoviética, a finales de 1918 la Unión de Maestros perdió definitivamente la influencia entre amplias masas de maestros. En los medios del magisterio ya era evidente el viraje hacia la colaboración con el poder soviético. Después de analizar la situación existente, el Comité Ejecutivo Central de toda Rusia dispuso en diciembre de 1918 “disolver la UMR, personificada en sus organizaciones centrales y locales, y suspender sus órganos de prensa centrales y locales: “Noticias de la Unión de Maestros de toda Rusia”, “El maestro petrogradense”, “El maestro” y otros órganos. El Gobierno soviético no adoptó ninguna medida represiva contra los antiguos miembros de la Unión de Maestros. En aquellos momentos la autoridad de esta organización era tan baja que su disolución no suscitó protestas.
La suerte de la Unión de Maestros de toda Rusia fue muy aleccionadora para la intelectualidad burguesa. Vino a demostrar que las organizaciones de intelectuales que se habían apartado del pueblo y actuaban en pugna con sus intereses perdían en definitiva su influjo y prestigio y acababan desapareciendo de la arena política. Acreditó también que ningún llamamiento ni consigna demagógica de la dirección de la Unión de Maestros podían llevar a éstos al camino de la lucha activa contra el poder soviético. En su inmensa mayoría, el magisterio siguió fiel a sus tradiciones democráticas y a la idea de la dedicación al pueblo.
Ahora bien, no debe suponerse que la disolución de la Unión de Maestros de toda Rusia convirtió a la numerosa legión del magisterio en exponente y enérgico paladín entre el pueblo de la política del poder soviético. Parte de los maestros, sobre todo en las ciudades, ofrecían una resistencia pasiva a las iniciativas del poder soviético en la esfera de la instrucción pública, cumplían formalmente sus obligaciones y aprovechaban toda ocasión para señalar los errores y reveses de los organismos locales de instrucción pública y para hacer patente su propio “apoliticismo”.
Dada la gran insuficiencia de fuerzas culturales, particularmente en el campo, el maestro hubiera podido jugar un gran papel no sólo con respecto a la instrucción de las masas en general, sino también a su educación política.
El Comité Central del partido se ocupó mucho del trabajo de propaganda y agitación entre los maestros. Se practicaban formas de influencia ideológica sobre ellos tales como la participación de los comunistas en la labor de sus congresos y conferencias, la formación de bibliotecas políticas para el personal de las escuelas, la instrucción de los maestros que impartían disciplinas sociales y la lectura de informes y conferencias sobre temas políticos para los maestros por funcionarios del partido. En las capitales de provincia y cabezas de distrito se organizaban cursillos de rudimentos políticos, escuelas del partido y de los soviets y cursos de agitadores, que preparaban profesores de rudimentos políticos entre los trabajadores de la enseñanza. Se realizó una labor de propaganda por el ingreso de los maestros en el Partido Comunista.
El gobierno soviético mostró una especial preocupación por el trabajo entre los maestros rurales. En aquel tiempo había muchos maestros en los pueblos que simpatizaban sinceramente con el poder soviético. Era preciso organizarlos y prestarles ayuda. A este propósito es interesante exponer la función del maestro rural y los métodos para atraerle al trabajo social que proponían unas instrucciones enviadas a las localidades rurales por la sección del Comité Central para el trabajo en el campo: “Hay que fijar la mayor atención en los maestros. Los propios maestros... proceden del medio campesino y sólo por atraso se oponen al comunismo. Normalmente, el maestro conoce bien todo lo que ocurre en la aldea y sabe quiénes viven en ella y qué les interesa; hay que acercarse más a ellos. Si el maestro es bueno, pero no consciente, hay que... procurar con cuidado ponerle de nuestra parte y ayudarle en lo que necesita, convencerle y ayudarle con víveres, mover un poco a las autoridades de la ciudad para que le den lápices y cuadernos, darle a leer un buen libro y atraerle a la labor cultural y educativa. Al maestro adecuado hay que zarandearle y hacerle que atraiga al trabajo a otros maestros y les ayude en su difícil y penosa obra” [2].
En la I Conferencia de toda Rusia sobre el trabajo en el campo, celebrada en noviembre de 1919, Lenin subrayó que, a pesar de la compleja situación política y militar, el trabajo en el campo constituía uno de los problemas más importantes de la construcción socialista. Lenin exhortó a las organizaciones rurales del partido a utilizar ampliamente a los especialistas burgueses. En las instrucciones aprobadas por la conferencia se recomendaba incorporar obligatoriamente a los maestros rurales a la participación en el trabajo del partido.
En la obra de educación política del magisterio jugó un destacado papel Nadia Krupskaia, veterana militante del partido y compañera de Lenin. Maestra ella misma, conocía perfectamente el estado de ánimo, la sicología, la vida y las condiciones de existencia de este sector de la intelectualidad y sabía encontrar la mejor manera de abordar sus problemas. En los primeros años del poder soviético no hubo congreso de maestros o foro sobre asuntos de la instrucción pública en los que Krupskaia no participase activamente. Muy a menudo hablaba en mítines y asambleas de maestros, explicando la política del partido en la esfera de la instrucción pública y la misión del magisterio en la construcción de la nueva sociedad; criticó el lema “El maestro y la escuela al margen de la política”, que era bien acogido por una parte considerable de los pedagogos. Por ejemplo, en uno de sus discursos dijo que “no hay nada más ingenuo que la afirmación de que la pedagogía puede y debe ser ajena a la política. ¿Qué es política en la acepción amplia del término? Es nuestra comprensión de las tareas del momento actual, de los medios para cumplirlas, etc. La pedagogía es, en tres cuartas partes, una ciencia social, y por eso no hay modo posible de separar de ella los problemas candentes de la política, los problemas candentes de nuestro tiempo” [3].
El libro de N. Krupskaia “La instrucción pública y la democracia”, publicado en 1919, y numerosos artículos suyos sobre problemas de la enseñanza ayudaron a atraer hacia el poder soviético a muchas personas que antes vacilaron o tuvieron posiciones antisoviéticas.
El veterano bolchevique S. Mitskevich realizó una gran aportación a la educación ideológica de los maestros. Por encargo del partido, Mitskevich participó en la organización de la Unión de Trabajadores de la Enseñanza, de la que fue elegido presidente. Mitskevich sabía llevarse bien tanto con los jóvenes de ánimo exaltado como con los viejos científicos. Muchos corifeos de la pedagogía no aceptaban ingresar en la Unión recién constituida, se declaraban en huelga, formaban comisiones y presentaban peticiones en las que formulaban exigencias increíbles. Pero Mitskevich, lejos de rechazar a los incrédulos, les persuadía con palabras y hechos de la naturaleza progresista de la instrucción pública soviética.
El proceso de agrupación profesional de los maestros fue complejo y difícil. Como contrapeso a la Unión de Maestros de toda Rusia, a finales de 1917 se organizó la Unión de Maestros Internacionalistas, que agrupaba a los trabajadores de la enseñanza y de la educación que “se mantenían en el terreno de la revolución social y de la destrucción del actual sistema escolar”. Pero esta asociación era muy poco numerosa. A fines de 1918 sólo había llegado a tener algo más de 12.000 maestros. Este número tan insignificante de sus afiliados lo explica la circunstancia de que la Unión de Maestros Intemacionalistas adoptó una actitud errónea respecto a la mayoría de los maestros. Aislándose de los maestros de la base, únicamente admitía en su seno a los pedagogos “políticamente maduros”. Sus dirigentes mantenían posiciones sectarias, declarando que el poder soviético incurría en una grave equivocación al no tomar medidas tajantes con relación a todo el magisterio de la época zarista, con el que, a su juicio, no se debía tener contemplaciones, ya que “si acaso una centésima parte de los maestros puede ser realmente apta para cumplir las nuevas tareas de la educación revolucionaria”.
Por otro lado, la Unión de Maestros Internacionalistas llevó a cabo una gran labor para diferenciar políticamente a los maestros y elevar el número de partidarios activos del poder soviético. No obstante, su acción en este sentido habría sido más eficiente de no haber pecado de estrechez orgánica y de sectarismo, que le impidieron convertirse en la organización masiva del magisterio soviético.
En el verano de 1919, en base a la Unión de Maestros Internacionalistas, se constituyó el Sindicato de Trabajadores de la Enseñanza y de la Cultura Socialista de toda Rusia (en 1921 cambió su nombre por el de Unión de los Trabajadores de la Enseñanza), que llegó a ser la verdadera organización masiva de los maestros de la ciudad y el campo. Esta asociación desplegó un gran trabajo de educación política de los maestros, de protección de los derechos profesionales de los trabajadores de la enseñanza y de incorporación de ellos a la creación de la nueva escuela.
La propaganda y agitación generales del partido, la labor educativa de sus organizaciones de base y la fundación y actividad del Sindicato de Trabajadores de la Enseñanza de toda Rusia lograron sus frutos. Las informaciones que llegaban de las provincias de Tver, Tula, Arjánguelsk, Penza, Kursk y otras se referían a la intensificación de la actividad social de los maestros, al ingreso de los mejores de ellos en el partido y a la reanimación del trabajo cultural y educativo en el campo. En la escuela empezó a centrarse paulatinamente la vida social de los pueblos. Muchos maestros rurales intervenían en las asambleas de campesinos, organizaban bibliotecas y Casas del Pueblo y prestaban su concurso a las organizaciones del partido en las campañas político-sociales. Por todas paartes surgieron bibliotecas rurales, organizadas sobre todo por los maestros. Según datos incompletos del Ministerio de Instrucción, a comienzos de 1919 había 12.007 bibliotecas rurales.
Pese a todas las dificultades acarreadas por la guerra civil y la intervención, el poder soviético se esforzó por llevar adelante la instrucción pública en medio de enormes dificultades. En las condiciones de la guerra y del desbarajuste económico, la escuela atravesó una situación sumamente grave. Los edificios escolares apenas se reparaban y el material pedagógico quedaba inservible. Había falta de maestros y escaseaban los manuales, el material didáctico y los objetos de escritorio. El estado de las escuelas ubicadas en las zonas que habían sido teatro de las operaciones bélicas era penoso. Muchas escuelas fueron destruidas u ocupadas como cuarteles y hospitales; la situación económica de los maestros era difícil. Todo esto dejó marcada una lacerante huella en la escuela soviética de los primeros años de la revolución.
Trabajar en las escuelas constituía una obra realmente complicada. Sin embargo, muchos maestros no cesaron en su labor; con perseverancia procuraban reorganizar la escuela a base de los nuevos principios, venciendo inmensos obstáculos. El poder soviético hizo todo lo que permitía aquella rigurosa época para aliviar la situación de las escuelas y de los maestros. Ya a comienzos de 1918, por decreto del gobierno se elevó de 50 a 100 rublos el sueldo de los maestros. A partir de marzo del mismo año su sueldo se fijó entre 300 y 500 rublos. En noviembre de 1918, a causa del aumento de la carestía, el sueldo mensual de los maestros fue subido a 600–800 rublos. Además, a los pedagogos se les concedió la misma superficie de vivienda que a los médicos e ingenieros y se tomaron medidas encaminadas a mejorar la situación de los maestros que habían quedado inválidos para el trabajo.
El robustecimiento del Estado soviético y las victorias del Ejército Rojo, la labor de propaganda y agitación del partido entre los maestros así como la actitud positiva del Gobierno soviético y de las organizaciones sociales hacia ellos, determinaron que la masa de maestros fuera decidiéndose paulatinamente a colaborar con el poder soviético. El diario Pravda señaló el 4 de septiembre de 1920 que “entre la inmensa masa de los que trabajan en el campo de la instrucción pública se observa un sensible viraje hacia la ideología comunista”. Entre los maestros seguía habiendo no pocos elementos antisoviéticos, pero en el período final de la guerra civil ya no tenían una influencia decisiva.
El Partido bolchevique dio los primeros pasos en orden a la preparación de nuevos pedagogos entre los obreros y campesinos. En 1919 se organizaron en el país más de 150 cursos pedagógicos. La figura principal de los oyentes es la población trabajadora. A esos cursos asistieron en total unas 6.500 personas. Las secciones locales de instrucción pública de los soviets adoptaron medidas para readaptar a los maestros por medio de cursos breves, en los que pedagogos daban conferencias sobre los fundamentos del socialismo científico, sociología, teoría y práctica de la escuela laboral y metódica didáctica. Los congresos, conferencias y cursos ayudaban a los maestros a formarse una opinión clara de los acontecimientos, revelaban el significado político de las reformas en la esfera de la instrucción, ayudaban a comprender los principios fundamentales de la organización de la escuela laboral única, etc.
A pesar de las ingentes dificultades, la red escolar en el país, lejos de reducirse, fue ampliada considerablemente. Mientras en el curso escolar de 1914/15 el número de escuelas primarias y de enseñanza media se cifró en 106.400, estudiando en ellas 7.800.000 niños, en el curso escolar de 1920/21 llegaron a 118.408, con un total de 9.781.000 alumnos.
Notas:
[1] Pravda, 10 de mayo de 1918.
[2] Datos del Archivo Central del Partido del Instituto de Marxismo–Leninismo.
[3] N. Krupskaia: Del maestro. Artículos, discursos y cartas escogidos, Moscu, 1960, pg.78.
Anatoli Lunacharski, dirigiéndose a los maestros, dijo que nadie exigía de los intelectuales que se infundieran de espíritu comunista y, en unión del partido, se dedicaran resueltamente a la creación del régimen comunista. Sin embargo, la colaboración era posible si el intelectual mostraba objetividad y acertaba a valorar el ingente trabajo realizado por los comunistas para transformar culturalmente a los trabajadores de la ciudad y el campo. No obstante, en los primeros tiempos de su existencia, el poder soviético no encontró en la parte más cualificada del magisterio esta disposición al entendimiento y la colaboración práctica.
Un serio obstáculo en la vía de la colaboración del magisterio con el poder soviético fue la Unión de Maestros de toda Rusia, sobre todo su dirección, personificada en el Gran Consejo y el Pequeño Consejo de esta asociación. Después de su fracaso en la organización de la huelga general de maestros en los primeros meses de existencia del nuevo poder soviético, la Unión de Maestros no renunció a la lucha. Lo único que hizo fue cambiar sus formas, pasando de los ataques a la descubierta contra la política del Partido Bolchevique a métodos más flexibles y velados de actividad antisoviética. Los dirigentes de la Unión de Maestros no pudieron dejar de tener en cuenta un factor tan importante como el apoyo de las masas populares al poder soviético. En un editorial de su órgano de prensa oficial hubieron de reconocer que “desde que se ha precisado claramente que el gobierno soviético y de los comisarios es apoyado y reconocido en cierta medida por las masas populares, no se le puede ignorar y no es posible dejar de mantener relaciones con él”. Esto no significaba que la dirección de la Unión de Maestros, después de reconocer de facto el nuevo poder, hubiese decidido colaborar con él.
Encubriéndose con los lemas de la salvación de la “auténtica democracia” y de las “conquistas de la revolución”, los jerarcas supremos del magisterio se orientaban especialmente hacia la autonomía de la escuela y su apoliticismo. En las condiciones de la lucha contra la autocracia zarista, la idea de la autonomía de la escuela era apoyada por la parte democrática del magisterio y tenía un significado progresista. Pero después de la Revolución de Octubre, cuando el Estado soviético se había fijado como objetivo la instrucción de las amplias masas populares y cuando los intereses del Estado y de la escuela se unieron formando un todo, la idea de la autonomía escolar cobró un sentido contrarrevolucionario, vinculada a la idea del “apoliticismo” de la escuela. Los dirigentes de la Unión de Maestros de Rusia intentaron desterrar de la escuela la “política” y exigían que los dirigentes y partidos políticos no atentaran contra la escuela. Pero, como demostró la actividad de esta asociación, que hizo de la escuela una palestra de lucha política contra el poder soviético, la escuela no podía permanecer al margen de la política. Los dirigentes “sin partido” y “apolíticos” de la Unión de Maestros demostraron ser expertos “políticos” que expresaban claramente sus simpatías y antipatías sociales.
La Unión de Maestros de toda Rusia constituía una fuerza considerable. En sus organizaciones se agrupaban unos 50.000 maestros, siendo de notar que eran los pedagogos más cualificados. La asociación gozaba de influencia entre los maestros, y sus órganos impresos, “Noticias de la Unión de Maestros de toda Rusia”, “El maestro”, “El maestro petrogradense” y “El maestro nacional”, eran populares entre los maestros.
La línea táctica del partido en orden a cualquier organización social de tendencia antisoviética estaba determinada no sólo por el carácter de la actividad de tal organización, sino también por la actitud de las masas hacia ella. Y como en el primer tiempo el magisterio tuvo puesta su confianza en la dirección de la asociación y la seguía en lo fundamental, se trató de incorporar a la Unión de Maestros al movimiento sindical de toda Rusia, encabezado por el Consejo Central de los Sindicatos de toda Rusia, a fin de lograr de este modo arrancar de la influencia ideológica de la burguesía a los miembros de la Unión de Maestros. Sin embargo, la dirección de esta asociación, integrada por demócratas constitucionalistas y eseristas, rechazó categóricamente su participación en las labores del I Congreso de los Sindicatos de toda Rusia, celebrado en enero de 1918. Entonces el partido cambió de táctica: desplegó un gran trabajo de esclarecimiento entre los afiliados de base de la asociación. Esta línea táctica fue la principal durante todo el año 1918, que transcurrió bajo el signo de la lucha por la agrupación de las fuerzas progresistas del magisterio.
La Unión de Maestros de toda Rusia fue la organización de intelectuales burgueses que mantuvo más tiempo sus posiciones. Sin embargo, como fruto de la gran labor propagandística de denuncia de la política de sus dirigentes realizada por las organizaciones del partido y de los sindicatos y también como resultado del fortalecimiento del poder soviético y de otros factores, en el otoño de 1918 empezaron a debilitarse rápidamente las filas de esta asociación. El otoño y el final de 1918 fue el período de completa descomposición de esta organización social del magisterio, que hasta poco antes había sido fuerte y prestigiosa. Su dirección trató de continuar la lucha, intentando reunir congresos y conferencias de maestros, celebrados bajo sus consignas, y aprovechó cualquier ocasión para contribuir a la restauración del viejo régimen, pero cada vez era mayor el número de colectividades de maestros que declaraban su adhesión al poder soviético.
Así, en el congreso de maestros de la provincia de Kursk, celebrado a comienzos de mayo de 1918, la mayoría de los delegados (166 contra 3) aprobó una resolución en la que se decía: “El poder soviético lo entendemos como el poder del pueblo, que aspira a restructurar la vida del Estado en base a los justos principios del socialismo... Consideramos que reconocer este poder y apoyarlo por todos los medios constituye una misión sagrada del maestro nacional en su trabajo social y pedagógico” [1]. Incluso los dirigentes de la Unión de Maestros de toda Rusia más furibundos en su intransigencia frente al poder de los soviets se vieron obligados a reconocer que “no hay un frente único del magisterio, no hay unidad de pensamiento y de acción”.
Como consecuencia de su línea antisoviética, a finales de 1918 la Unión de Maestros perdió definitivamente la influencia entre amplias masas de maestros. En los medios del magisterio ya era evidente el viraje hacia la colaboración con el poder soviético. Después de analizar la situación existente, el Comité Ejecutivo Central de toda Rusia dispuso en diciembre de 1918 “disolver la UMR, personificada en sus organizaciones centrales y locales, y suspender sus órganos de prensa centrales y locales: “Noticias de la Unión de Maestros de toda Rusia”, “El maestro petrogradense”, “El maestro” y otros órganos. El Gobierno soviético no adoptó ninguna medida represiva contra los antiguos miembros de la Unión de Maestros. En aquellos momentos la autoridad de esta organización era tan baja que su disolución no suscitó protestas.
La suerte de la Unión de Maestros de toda Rusia fue muy aleccionadora para la intelectualidad burguesa. Vino a demostrar que las organizaciones de intelectuales que se habían apartado del pueblo y actuaban en pugna con sus intereses perdían en definitiva su influjo y prestigio y acababan desapareciendo de la arena política. Acreditó también que ningún llamamiento ni consigna demagógica de la dirección de la Unión de Maestros podían llevar a éstos al camino de la lucha activa contra el poder soviético. En su inmensa mayoría, el magisterio siguió fiel a sus tradiciones democráticas y a la idea de la dedicación al pueblo.
Ahora bien, no debe suponerse que la disolución de la Unión de Maestros de toda Rusia convirtió a la numerosa legión del magisterio en exponente y enérgico paladín entre el pueblo de la política del poder soviético. Parte de los maestros, sobre todo en las ciudades, ofrecían una resistencia pasiva a las iniciativas del poder soviético en la esfera de la instrucción pública, cumplían formalmente sus obligaciones y aprovechaban toda ocasión para señalar los errores y reveses de los organismos locales de instrucción pública y para hacer patente su propio “apoliticismo”.
Dada la gran insuficiencia de fuerzas culturales, particularmente en el campo, el maestro hubiera podido jugar un gran papel no sólo con respecto a la instrucción de las masas en general, sino también a su educación política.
El Comité Central del partido se ocupó mucho del trabajo de propaganda y agitación entre los maestros. Se practicaban formas de influencia ideológica sobre ellos tales como la participación de los comunistas en la labor de sus congresos y conferencias, la formación de bibliotecas políticas para el personal de las escuelas, la instrucción de los maestros que impartían disciplinas sociales y la lectura de informes y conferencias sobre temas políticos para los maestros por funcionarios del partido. En las capitales de provincia y cabezas de distrito se organizaban cursillos de rudimentos políticos, escuelas del partido y de los soviets y cursos de agitadores, que preparaban profesores de rudimentos políticos entre los trabajadores de la enseñanza. Se realizó una labor de propaganda por el ingreso de los maestros en el Partido Comunista.
El gobierno soviético mostró una especial preocupación por el trabajo entre los maestros rurales. En aquel tiempo había muchos maestros en los pueblos que simpatizaban sinceramente con el poder soviético. Era preciso organizarlos y prestarles ayuda. A este propósito es interesante exponer la función del maestro rural y los métodos para atraerle al trabajo social que proponían unas instrucciones enviadas a las localidades rurales por la sección del Comité Central para el trabajo en el campo: “Hay que fijar la mayor atención en los maestros. Los propios maestros... proceden del medio campesino y sólo por atraso se oponen al comunismo. Normalmente, el maestro conoce bien todo lo que ocurre en la aldea y sabe quiénes viven en ella y qué les interesa; hay que acercarse más a ellos. Si el maestro es bueno, pero no consciente, hay que... procurar con cuidado ponerle de nuestra parte y ayudarle en lo que necesita, convencerle y ayudarle con víveres, mover un poco a las autoridades de la ciudad para que le den lápices y cuadernos, darle a leer un buen libro y atraerle a la labor cultural y educativa. Al maestro adecuado hay que zarandearle y hacerle que atraiga al trabajo a otros maestros y les ayude en su difícil y penosa obra” [2].
En la I Conferencia de toda Rusia sobre el trabajo en el campo, celebrada en noviembre de 1919, Lenin subrayó que, a pesar de la compleja situación política y militar, el trabajo en el campo constituía uno de los problemas más importantes de la construcción socialista. Lenin exhortó a las organizaciones rurales del partido a utilizar ampliamente a los especialistas burgueses. En las instrucciones aprobadas por la conferencia se recomendaba incorporar obligatoriamente a los maestros rurales a la participación en el trabajo del partido.
En la obra de educación política del magisterio jugó un destacado papel Nadia Krupskaia, veterana militante del partido y compañera de Lenin. Maestra ella misma, conocía perfectamente el estado de ánimo, la sicología, la vida y las condiciones de existencia de este sector de la intelectualidad y sabía encontrar la mejor manera de abordar sus problemas. En los primeros años del poder soviético no hubo congreso de maestros o foro sobre asuntos de la instrucción pública en los que Krupskaia no participase activamente. Muy a menudo hablaba en mítines y asambleas de maestros, explicando la política del partido en la esfera de la instrucción pública y la misión del magisterio en la construcción de la nueva sociedad; criticó el lema “El maestro y la escuela al margen de la política”, que era bien acogido por una parte considerable de los pedagogos. Por ejemplo, en uno de sus discursos dijo que “no hay nada más ingenuo que la afirmación de que la pedagogía puede y debe ser ajena a la política. ¿Qué es política en la acepción amplia del término? Es nuestra comprensión de las tareas del momento actual, de los medios para cumplirlas, etc. La pedagogía es, en tres cuartas partes, una ciencia social, y por eso no hay modo posible de separar de ella los problemas candentes de la política, los problemas candentes de nuestro tiempo” [3].
El libro de N. Krupskaia “La instrucción pública y la democracia”, publicado en 1919, y numerosos artículos suyos sobre problemas de la enseñanza ayudaron a atraer hacia el poder soviético a muchas personas que antes vacilaron o tuvieron posiciones antisoviéticas.
El veterano bolchevique S. Mitskevich realizó una gran aportación a la educación ideológica de los maestros. Por encargo del partido, Mitskevich participó en la organización de la Unión de Trabajadores de la Enseñanza, de la que fue elegido presidente. Mitskevich sabía llevarse bien tanto con los jóvenes de ánimo exaltado como con los viejos científicos. Muchos corifeos de la pedagogía no aceptaban ingresar en la Unión recién constituida, se declaraban en huelga, formaban comisiones y presentaban peticiones en las que formulaban exigencias increíbles. Pero Mitskevich, lejos de rechazar a los incrédulos, les persuadía con palabras y hechos de la naturaleza progresista de la instrucción pública soviética.
El proceso de agrupación profesional de los maestros fue complejo y difícil. Como contrapeso a la Unión de Maestros de toda Rusia, a finales de 1917 se organizó la Unión de Maestros Internacionalistas, que agrupaba a los trabajadores de la enseñanza y de la educación que “se mantenían en el terreno de la revolución social y de la destrucción del actual sistema escolar”. Pero esta asociación era muy poco numerosa. A fines de 1918 sólo había llegado a tener algo más de 12.000 maestros. Este número tan insignificante de sus afiliados lo explica la circunstancia de que la Unión de Maestros Intemacionalistas adoptó una actitud errónea respecto a la mayoría de los maestros. Aislándose de los maestros de la base, únicamente admitía en su seno a los pedagogos “políticamente maduros”. Sus dirigentes mantenían posiciones sectarias, declarando que el poder soviético incurría en una grave equivocación al no tomar medidas tajantes con relación a todo el magisterio de la época zarista, con el que, a su juicio, no se debía tener contemplaciones, ya que “si acaso una centésima parte de los maestros puede ser realmente apta para cumplir las nuevas tareas de la educación revolucionaria”.
Por otro lado, la Unión de Maestros Internacionalistas llevó a cabo una gran labor para diferenciar políticamente a los maestros y elevar el número de partidarios activos del poder soviético. No obstante, su acción en este sentido habría sido más eficiente de no haber pecado de estrechez orgánica y de sectarismo, que le impidieron convertirse en la organización masiva del magisterio soviético.
En el verano de 1919, en base a la Unión de Maestros Internacionalistas, se constituyó el Sindicato de Trabajadores de la Enseñanza y de la Cultura Socialista de toda Rusia (en 1921 cambió su nombre por el de Unión de los Trabajadores de la Enseñanza), que llegó a ser la verdadera organización masiva de los maestros de la ciudad y el campo. Esta asociación desplegó un gran trabajo de educación política de los maestros, de protección de los derechos profesionales de los trabajadores de la enseñanza y de incorporación de ellos a la creación de la nueva escuela.
La propaganda y agitación generales del partido, la labor educativa de sus organizaciones de base y la fundación y actividad del Sindicato de Trabajadores de la Enseñanza de toda Rusia lograron sus frutos. Las informaciones que llegaban de las provincias de Tver, Tula, Arjánguelsk, Penza, Kursk y otras se referían a la intensificación de la actividad social de los maestros, al ingreso de los mejores de ellos en el partido y a la reanimación del trabajo cultural y educativo en el campo. En la escuela empezó a centrarse paulatinamente la vida social de los pueblos. Muchos maestros rurales intervenían en las asambleas de campesinos, organizaban bibliotecas y Casas del Pueblo y prestaban su concurso a las organizaciones del partido en las campañas político-sociales. Por todas paartes surgieron bibliotecas rurales, organizadas sobre todo por los maestros. Según datos incompletos del Ministerio de Instrucción, a comienzos de 1919 había 12.007 bibliotecas rurales.
Pese a todas las dificultades acarreadas por la guerra civil y la intervención, el poder soviético se esforzó por llevar adelante la instrucción pública en medio de enormes dificultades. En las condiciones de la guerra y del desbarajuste económico, la escuela atravesó una situación sumamente grave. Los edificios escolares apenas se reparaban y el material pedagógico quedaba inservible. Había falta de maestros y escaseaban los manuales, el material didáctico y los objetos de escritorio. El estado de las escuelas ubicadas en las zonas que habían sido teatro de las operaciones bélicas era penoso. Muchas escuelas fueron destruidas u ocupadas como cuarteles y hospitales; la situación económica de los maestros era difícil. Todo esto dejó marcada una lacerante huella en la escuela soviética de los primeros años de la revolución.
Trabajar en las escuelas constituía una obra realmente complicada. Sin embargo, muchos maestros no cesaron en su labor; con perseverancia procuraban reorganizar la escuela a base de los nuevos principios, venciendo inmensos obstáculos. El poder soviético hizo todo lo que permitía aquella rigurosa época para aliviar la situación de las escuelas y de los maestros. Ya a comienzos de 1918, por decreto del gobierno se elevó de 50 a 100 rublos el sueldo de los maestros. A partir de marzo del mismo año su sueldo se fijó entre 300 y 500 rublos. En noviembre de 1918, a causa del aumento de la carestía, el sueldo mensual de los maestros fue subido a 600–800 rublos. Además, a los pedagogos se les concedió la misma superficie de vivienda que a los médicos e ingenieros y se tomaron medidas encaminadas a mejorar la situación de los maestros que habían quedado inválidos para el trabajo.
El robustecimiento del Estado soviético y las victorias del Ejército Rojo, la labor de propaganda y agitación del partido entre los maestros así como la actitud positiva del Gobierno soviético y de las organizaciones sociales hacia ellos, determinaron que la masa de maestros fuera decidiéndose paulatinamente a colaborar con el poder soviético. El diario Pravda señaló el 4 de septiembre de 1920 que “entre la inmensa masa de los que trabajan en el campo de la instrucción pública se observa un sensible viraje hacia la ideología comunista”. Entre los maestros seguía habiendo no pocos elementos antisoviéticos, pero en el período final de la guerra civil ya no tenían una influencia decisiva.
El Partido bolchevique dio los primeros pasos en orden a la preparación de nuevos pedagogos entre los obreros y campesinos. En 1919 se organizaron en el país más de 150 cursos pedagógicos. La figura principal de los oyentes es la población trabajadora. A esos cursos asistieron en total unas 6.500 personas. Las secciones locales de instrucción pública de los soviets adoptaron medidas para readaptar a los maestros por medio de cursos breves, en los que pedagogos daban conferencias sobre los fundamentos del socialismo científico, sociología, teoría y práctica de la escuela laboral y metódica didáctica. Los congresos, conferencias y cursos ayudaban a los maestros a formarse una opinión clara de los acontecimientos, revelaban el significado político de las reformas en la esfera de la instrucción, ayudaban a comprender los principios fundamentales de la organización de la escuela laboral única, etc.
A pesar de las ingentes dificultades, la red escolar en el país, lejos de reducirse, fue ampliada considerablemente. Mientras en el curso escolar de 1914/15 el número de escuelas primarias y de enseñanza media se cifró en 106.400, estudiando en ellas 7.800.000 niños, en el curso escolar de 1920/21 llegaron a 118.408, con un total de 9.781.000 alumnos.
Notas:
[1] Pravda, 10 de mayo de 1918.
[2] Datos del Archivo Central del Partido del Instituto de Marxismo–Leninismo.
[3] N. Krupskaia: Del maestro. Artículos, discursos y cartas escogidos, Moscu, 1960, pg.78.
Strelnikov- Novato/a rojo/a
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- Mensaje n°8
Re: Educación en la URSS
La enseñanza soviética era estrictamente meritocrática. A pesar de la paradoja que supone construir una sociedad igualitaria desde presupuestos selectivos, el modelo educativo alemán, del que es heredero el zarista y a su vez el soviético, llevaba en esa dirección. Se aprobaron becas y salarios proporcionales para los estudiantes en función de sus resultados académicos. La máxima presuponía que no todo el mundo merecía una educación superior, sino solamente aquellos que se la habían ganado con su talento y esfuerzo. Para ellos tenía reservado el Estado, en efecto, la excelencia educativa.
La enseñanza soviética, esclava del pragmatismo de la productividad, otorgaba la credencial de ciudadano y los derechos a los que podía aspirar, entre ellos el de la educación superior, a unos u otros en función de su utilidad para la colectividad.
Nunca nos pondremos de acuerdo sobre si la escuela debe ser integradora e igualitaria o segregadora y selectiva Ni siquiera en un régimen soviético.
gared581- Novato/a rojo/a
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- Mensaje n°9
Re: Educación en la URSS
Alguna vez lei en alguna parte sobre Nestor Makarenko o un nombre similar alguien me podria enviar infomacion acerca de esto
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- Mensaje n°10
Re: Educación en la URSS
gared581 escribió:Alguna vez lei en alguna parte sobre Nestor Makarenko o un nombre similar alguien me podria enviar infomacion acerca de esto
Me imagino que será Antón Makárenko. Aquí en el foro tenemos varios temas sobre él:
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Re: Educación en la URSS
Por cierto, justo ayer estuve hablando con una amiga húngara que vivió la época comunista y me comentó algo de la educación. Me parecerió muy interesante.
Decía que había periodos del año donde llevaban a los estudiantes a trabajar a diferentes empresas. La razón era enseñarles a los niños el trabajo productivo y mostrarles el funcionamiento de las empresas y que realizaran un trabajo manual, básico para su formación como ser humano. Esta amiga me contaba que les gustaba mucho este tipo de actividades. Por ejemplo ella tuvo que trabajar varias veces en una fábrica de chocolate, su trabajo era empaquetar el chocolate, pero era en plan tranquilo, según esta misma amiga, en su opinión seguro que perdían dinero con ese trabajo, no era la cuestión el aprovechar mano de obra o algo así. Me comentaba también que por ejemplo en la fábrica de chocolate tenían prohibido llevarse nada fuera de la fábrica, pero dentro podían consumir todo lo que querían. Me hablaba con bastante cariño del tema (y eso que no se puede decir que sea comunista precisamente).
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Decía que había periodos del año donde llevaban a los estudiantes a trabajar a diferentes empresas. La razón era enseñarles a los niños el trabajo productivo y mostrarles el funcionamiento de las empresas y que realizaran un trabajo manual, básico para su formación como ser humano. Esta amiga me contaba que les gustaba mucho este tipo de actividades. Por ejemplo ella tuvo que trabajar varias veces en una fábrica de chocolate, su trabajo era empaquetar el chocolate, pero era en plan tranquilo, según esta misma amiga, en su opinión seguro que perdían dinero con ese trabajo, no era la cuestión el aprovechar mano de obra o algo así. Me comentaba también que por ejemplo en la fábrica de chocolate tenían prohibido llevarse nada fuera de la fábrica, pero dentro podían consumir todo lo que querían. Me hablaba con bastante cariño del tema (y eso que no se puede decir que sea comunista precisamente).
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Strelnikov- Novato/a rojo/a
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Re: Educación en la URSS
gared581 escribió:Alguna vez lei en alguna parte sobre Nestor Makarenko o un nombre similar alguien me podria enviar infomacion acerca de esto
Anton Makarenko, autor del inigualable "Poema Pedagógico"...
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Re: Educación en la URSS
Os puedo asegurar al 100 % que Marcos Alvarez Diaz, el que escribio ese texto que cita Mark Aint, fue mi profesor de historia el año pasado.
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Re: Educación en la URSS
Vladimir Ilitch Lenin e a Educação Soviética
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Re: Educación en la URSS
Hombre, comparad la educación de la URSS donde se enseñaban los valores y a ser hombres y mujeres de probecho, a las educaciones basura que tenemos en los países demócratas y capitalistas cargados de lujos,lujuria,irrespetuosos....
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Re: Educación en la URSS
JarostMarksa escribió:Hombre, comparad la educación de la URSS donde se enseñaban los valores y a ser hombres y mujeres de probecho, a las educaciones basura que tenemos en los países demócratas y capitalistas cargados de lujos,lujuria,irrespetuosos....
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Romper un portátil es que hay que ser tonto en la clase de mi padre el profesor derramo nitrógeno liquido que no destruyo pero lo dejo inactivo.
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- Mensaje n°17
Re: Educación en la URSS
Estos son algunos vídeos sobre la educación en la URSS, está en ruso, pero las imágenes hablan por sí solas. La película habla de la participación en la educación de los niños en el Estado soviético: la historia de los jardines de infancia y escuelas, campamentos de pioneros, el deporte, escuelas de música...
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relojandante- Revolucionario/a
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- Mensaje n°18
Re: Educación en la URSS
La educación en valores, lo de las prácticas en fábricas bla bla bla todo eso suena muy bonito, pero los capitalistas también podrían pintar lo que hay ahora de la misma manera.
Un artículo de la wikipedia que me ha decepcionado:
"Antes de 1917, en el Imperio ruso, la educación era inaccesible o de difícil acceso para la mayor parte de la población, en especial para el proletariado urbano y las familias campesinas. No existía educación pública gratuita. Las estimaciones de 1917 registraron que desde un 75 al 85 por ciento de la población rusa era analfabeta.[cita requerida]
Luego de la revolución Anatoli Lunacharski se convirtió en el Comisariado Popular de Educación de la Rusia Soviética. Desde un comienzo, las autoridades soviéticas hicieron un gran hincapié en la alfabetización de la población. Las personas que eran alfabetizadas eran contratadas automáticamente como profesores. Durante un breve período, la calidad fue sacrificada por la cantidad. Hacia 1940, Iósif Stalin pudo anunciar que el analfabetismo había sido eliminado del país. Después de la Gran Guerra Patriótica, el sistema educativo del país se amplió considerablemente. En la década de 1960, casi todos los niños soviéticos tenían acceso a la educación primaria y secundaria, excepto aquellos que vivían en zonas remotas. Nikita Jrushchov trató de hacer la educación aún más accesible, dejándole claro a los niños que la educación estaba estrechamente vinculada a las necesidades de la sociedad. Ideológicamente, la educación era considerada fundamental para la creación del Nuevo hombre soviético.108
El acceso a la educación superior era limitado: sólo el 20 por ciento de todos los aspirantes eran aceptados. El resto ingresaba al mercado de trabajo o aprendía un oficio en una Escuela Técnica Vocacional o en un Technicum, otra escuela técnica superior. Además, los estudiantes de familias de dudosa confiabilidad política solían ser excluidos de la educación superior.109 En este sentido, la administración de Brézhnev introdujo una norma que exigía a todos los aspirantes universitarios presentar una referencia del secretario local del partido Komsomol.110 Según las estadísticas de 1986, el número de estudiantes por cada 10.000 habitantes fue de 181 para la Unión Soviética, en comparación con los 517 para los Estados Unidos.111"
Un artículo de la wikipedia que me ha decepcionado:
"Antes de 1917, en el Imperio ruso, la educación era inaccesible o de difícil acceso para la mayor parte de la población, en especial para el proletariado urbano y las familias campesinas. No existía educación pública gratuita. Las estimaciones de 1917 registraron que desde un 75 al 85 por ciento de la población rusa era analfabeta.[cita requerida]
Luego de la revolución Anatoli Lunacharski se convirtió en el Comisariado Popular de Educación de la Rusia Soviética. Desde un comienzo, las autoridades soviéticas hicieron un gran hincapié en la alfabetización de la población. Las personas que eran alfabetizadas eran contratadas automáticamente como profesores. Durante un breve período, la calidad fue sacrificada por la cantidad. Hacia 1940, Iósif Stalin pudo anunciar que el analfabetismo había sido eliminado del país. Después de la Gran Guerra Patriótica, el sistema educativo del país se amplió considerablemente. En la década de 1960, casi todos los niños soviéticos tenían acceso a la educación primaria y secundaria, excepto aquellos que vivían en zonas remotas. Nikita Jrushchov trató de hacer la educación aún más accesible, dejándole claro a los niños que la educación estaba estrechamente vinculada a las necesidades de la sociedad. Ideológicamente, la educación era considerada fundamental para la creación del Nuevo hombre soviético.108
El acceso a la educación superior era limitado: sólo el 20 por ciento de todos los aspirantes eran aceptados. El resto ingresaba al mercado de trabajo o aprendía un oficio en una Escuela Técnica Vocacional o en un Technicum, otra escuela técnica superior. Además, los estudiantes de familias de dudosa confiabilidad política solían ser excluidos de la educación superior.109 En este sentido, la administración de Brézhnev introdujo una norma que exigía a todos los aspirantes universitarios presentar una referencia del secretario local del partido Komsomol.110 Según las estadísticas de 1986, el número de estudiantes por cada 10.000 habitantes fue de 181 para la Unión Soviética, en comparación con los 517 para los Estados Unidos.111"
Farfan- Camarada
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- Mensaje n°19
Re: Educación en la URSS
La educación en valores, lo de las prácticas en fábricas bla bla bla todo eso suena muy bonito, pero los capitalistas también podrían pintar lo que hay ahora de la misma manera.
Correcta disertación, muy aguda y descriptiva.
Algunos comunistas valoramos positivamente el acercamiento entre el trabajo manual y el trabajo intelectual. De ésta manera nos ahorramos listillos de salón que hablan del obrero sin haber trabajado ni visto una fábrica en su **** vida.
Respecto a tan sesudo análisis wikipedístico:
El acceso a la educación universitaria estaba limitado. ¿Y qué? ¿No hablamos de una economía planificada? El acceso a determinados trabajos estaría limitado y el acceso a otros estaría potenciado. ¿Y qué?
Te adelanto que mientras se iba a la universidad se obligaba a trabajar un numero determinado de horas y la asistencia a clase era obligatoria so pena de perder los beneficios económicos que todo estudiante recibía.
Ah, y había exámen de marxismo-leninismo.
En Cuba también existían éstas limitaciones aunque Cuba llegó a superar a la URSS en estudiantes universitario (223 de cada 10000)
¡Quizás es hora de que te replantees si lo del comunismo es por convicción o chollo!
Por cierto, información mucho mas interesante:
Tras 10/11 clase (o tras el PTU) podías entrar en la universidad tras pasar unos examenes (se llamaban antes todos "instutut" o "universidad" pero era casi lo mismo) - eso ya era "higher education", para ser profesor, ingeniero, médico... Se estudia 5 años (6 y pico años para el médico). Todos los estudios eran siempre gratuitos, y los libros y todo el materia tambien. Para los chicos de las zonas rurals siempre habñia una reserva de plazas y aunque obtenían notas inferiores que los chicos de las ciudades en la examenes - podían pasar. Eso se hacía para que luego volviesen a sus pueblos a trabajar (firmaban un acuerdo. Ya que si no - pocos luego querían volver al pueblo).
A partir de los años 90 ya se empezaron a introducir los primeros grupos de pago en cada universidad (apenas tenías que pasar examenes pero sí pagabas cada curso.)
En los tiempos soviéticos cada un que se graduaba de la universidad tenía que ir a trabajar unos años (pocos) al lugar a donde le mandaban. Luego ya afortunadamente no tenías esa obligación (aunque en algunos casos a la gente le favorecería tener un lugar de trabajo ya reservado).
Por cierto, los yankees incluyen en la educacion superior los postgrados de 2 años, el college y las universidades, de ahí quizás la diferencia.
komsomol97- Gran camarada
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- Mensaje n°20
Re: Educación en la URSS
La educación soviética fue el mejor modelo educativo de toda la historia moderna,los alumnos obedecían al profesor,se les enseñaban a ser personas productivas en el futuro,mejores ciudadanos y dar valores. Ahora la educación capitalista come los frutos que han sembrado,han educado a una población en la cultura del pisoteo,en la codicia y avaricia y sobre todo en la maldad. Id ahora a cualquier instituto,os vais a quedar boquiabiertos,el alumno es un irresponsable,el profesor no da ninguna autoridad y el temario es pobre,mientras la educación sea así,la especie humana no avanzará nada
relojandante- Revolucionario/a
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- Mensaje n°21
Re: Educación en la URSS
Yo creo que nos pasamos con eso de la autoridad. Lo que yo veo en el colegio es que el único valor que se enseña es el de la obediencia, "hazme caso porque eres alumno". Tú no puedes irrespetar a un compañero, sin embargo el profesor si puede... Tú no puedes llegar tarde a clase, sin embargo el profesor lo hace a menudo y no pide perdón. Me parece fatal.
No sé a ustedes, pero a mi no me hace ni puta gracia que un profesor fascista pretenda ser figura de autoridad para mi. Mientras no moleste al resto de la clase puedo hacer lo que quiera, luego que el profesor también evalúe mi actitud mediante las notas pero menos lecciones morales desde una figura supuestamente superior.
No sé a ustedes, pero a mi no me hace ni puta gracia que un profesor fascista pretenda ser figura de autoridad para mi. Mientras no moleste al resto de la clase puedo hacer lo que quiera, luego que el profesor también evalúe mi actitud mediante las notas pero menos lecciones morales desde una figura supuestamente superior.
komsomol97- Gran camarada
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- Mensaje n°22
Re: Educación en la URSS
En una clase debe haber algo de autoridad del profesor,los alumnos no deben mandar sobre la clase,el profesor es una figura que educa y a la vez enseña,por lo tanto debe tener algo de autoridad,si no tiene,esos objetivos serán difícil de cumplir. Lo que no debe pasar es que un alumno esté molestando al profesor y este diga:Por favor,no hagas eso. Así no llegará a ninguna parte.
relojandante- Revolucionario/a
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- Mensaje n°23
Re: Educación en la URSS
komsomol97 escribió:En una clase debe haber algo de autoridad del profesor,los alumnos no deben mandar sobre la clase,el profesor es una figura que educa y a la vez enseña,por lo tanto debe tener algo de autoridad,si no tiene,esos objetivos serán difícil de cumplir. Lo que no debe pasar es que un alumno esté molestando al profesor y este diga:Por favor,no hagas eso. Así no llegará a ninguna parte.
El alumno debe comprender que tiene que callarse porque está molestando. Cuando un profesor tiene tanta autoridad el alumno piensa que debe callarse porque el profesor lo dice, que puede estar muy bien para dar la clase pero luego ese niño sale del colegio sin educar.
También depende mucho de la edad.. yo soy ya mayor y la gente en la clase apenas molesta. El problema que hay es ese, profesores hipócritas con demasiada autoridad.
llamllo- Comunista
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- Mensaje n°24
Re: Educación en la URSS
¿Alguien me podría decir aquí que asignaturas se daban en la escuela soviética? Principalmente querría saber si hay alguna asignatura revolucionaria tipo "el mundo en que vivimos" en Cuba
chiapaneca- Camarada
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- Mensaje n°25
Re: Educación en la URSS
La cuestión es si el maestro debe imponer su autoridad mediante el grito y la palmada o hay otras formas de conseguirlo. La cuestión es que si las aulas están hechas una jaula de fieras, tal vez deberíamos ver qué falla en vez de apresurarnos a convertir al maestro en domador.
Y el único modelo de educación no es ese de una clase con 30 niños callados, una mano sobre la otra, tal vez mirando por la ventana y pensando en algo más interesante...
Y el único modelo de educación no es ese de una clase con 30 niños callados, una mano sobre la otra, tal vez mirando por la ventana y pensando en algo más interesante...
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