Documento de Posición, Segundo Congreso Planetario de Derechos Biosféricos
Presentado por el Instituto de Investigación Galáctica – Fundación para la Ley del Tiempo
Enunciado del Problema
“... no es científico aceptar el concepto de la biosfera, y rechazar el de la noosfera. La noosfera es tan parte de la Tierra como lo es cualquier otra esfera, tal como la hidrosfera. De hecho, en virtud de ser la causa de la mayoría de las aflicciones ecológicas y el asiento de toda acción ecológica, la noosfera debería ser, desde el punto de vista del ecologista, la capa más crucial. Su salud y su protección de la perversidad del hombre debería ser una de sus preocupaciones. Porque obviamente la polución noosférica es la fuente de toda polución.”
P. R. Masani, “The Ecology of the Noosphere ...” (1995)
Cuando se dice que “la polución noosférica es la fuente de toda polución,” estamos hablando del rol de la capa de pensamiento humano en el esquema (a nivel de sistemas integrales) del diseño planetario. Este diseño constituye una dinámica evolutiva. Al traer la noosfera a la discusión de la crisis biosférica, estamos reconociendo que, a menos que pongamos nuestras mentes a pensar en el significado y la naturaleza de la noosfera, no vamos a resolver la crisis biosférica. Primero que todo, esto significa reconocer el impacto de la capa de pensamiento humano en todos los ciclos biogeoquímicos - evolutivos y dinámicos - del sistema de la Tierra.
“PREOCÚPATE. PREOCÚPATE MUCHO.” La nota de portada de la revista Time del 3 de abril de 2006, con un reportaje especial sobre el cambio climático, pide a gritos tu atención: “El cambio climático no es un problema futuro vago; ya está dañando al planeta a un ritmo alarmante. He aquí cómo te afecta a ti, a tus hijos, y a sus hijos también.”
Por el modo en que Time presenta el reportaje, podrías pensar que el cambio climático es el villano, desviando por consiguiente la atención de la idea de que el calentamiento global pudiera ser una función de la polución noosférica. El daño que emana del agotamiento humano de los recursos, y la emisión consecuente de gases de invernadero, no hubiesen ocurrido si la capa de pensamiento humano - la noosfera - no hubiera primero desarrollado los conceptos de la tecnología de máquinas y el consumo de combustibles fósiles o la energía atómica requeridos para operar este vasto complejo, la tecnosfera. Debemos entender que la característica distintiva del elemento humano en la biosfera, es la capacidad para simultáneamente evolucionar y luego participar en la capa de pensamiento del planeta, la noosfera.
Sin entender el significado y el propósito evolucionario de la noosfera en tanto la mente autorreflexiva o la capa mental del planeta, no comprenderemos verdaderamente los tipos de soluciones necesarias para reestablecer un futuro viable para el planeta. Como indica P. R. Masani, hasta ahora, “el movimiento ecológico se ha quedado corto, siendo el impedimento el desdén hacia la noosfera.” Esto es muy relevante. Igual que la mayoría de los humanos son apenas conscientes de ser miembros funcionales - o disfuncionales - de la biosfera, muy pocos son conscientes de estar participando en un campo mental colectivo llamado noosfera.
La noosfera es el campo mental que damos por sentado como el ambiente psicológico común a todos. Este ambiente mental, inconscientemente contenedor, está cargado de supuestos, y, dependiendo de la parte del mundo en que te encuentres, puede estar lleno de flagrantes contradicciones. Los supuestos mentales de un granjero de Iowa pueden ser muy diferentes de los de un campesino de las provincias interiores de China, y mucho más de uno de Irán. Sin embargo, no importa en dónde estemos, nosotros generalmente asumimos que lo que suponemos, cualquier otro lo hace también, y que si alguien supone en forma diferente, es él quien está equivocado, y no nosotros. Ésta es la inconsciencia de la noosfera.
Al considerar la Tierra como un sistema integral, debemos asumir ahora la responsabilidad por los pensamientos que creamos y que cargan al campo mental o capa pensante de la Tierra con las causas reales de todo lo que nos aflige a nosotros y al planeta. No sólo debemos asumir la responsabilidad por nuestros propios pensamientos, sino que debemos darnos cuenta de la relatividad de nuestro pensamiento y de los supuestos en relación al pensamiento y supuestos de cualquier otra persona, y quizás repensar todo nuestro programa. Si pudiéramos ver la capa pensante de toda nuestra especie como una esfera cubriendo todo el planeta, la veríamos como un defectuoso tejido de retazos dividido política, religiosa e ideológicamente, moralmente obtuso, saturado de los efectos de la voracidad generadora de ganancias, y todo menos unificado. El juego de fuerzas salvajemente inconsistente e incoherente dentro de esta capa pensante, la noosfera, es lo que perpetúa e impulsa la toma de decisiones políticas, religiosas, nacionalistas y corporativas que conforman el mundo de todos los días. Hasta que no nos hagamos verdaderamente conscientes de ello, permanecerá fuera de control y continuará haciendo estragos en la biosfera.
No es simplemente el desdén de los ecologistas por la noosfera el impedimento en la solución del problema del mundo, sino la renuencia de los científicos en general a admitir que el pensamiento humano y sus actividades subsecuentes en la biosfera podrían tener un efecto tal como el calentamiento global. Esto se debe a que la mayoría de los científicos son renuentes a investigar y ser dueños realmente de lo que está en sus propias mentes. Si la industria humana - las necesidades trastornadoras y destructoras de la tecnosfera - es la raíz del problema ambiental, entonces la raíz de la industria humana está en la mente humana. Los delfines no inventaron el reloj; lo hizo el hombre. Y el reloj provino de la mente humana. Cuando el hombre inventó el reloj, y lo volvió una parte inextricable de la noosfera, abrió la caja de Pandora de la mecanización y la política monetaria que rápidamente lo transformó, su mente y su mundo, volviéndolo el depredador dominante del planeta, saqueando despiadadamente la Tierra para lo que le demandan sus máquinas.
Nos gustaría ver la portada de una revista con este titular:
Polución Noosférica
Reportaje especial: “PREOCÚPATE. PREOCÚPATE MUCHO. La polución noosférica no es un problema futuro vago; ya está dañando al planeta a un ritmo alarmante. He aquí cómo la creas y la perpetúas, y cómo tus hijos y sus hijos harán lo mismo, a menos que cambiemos nuestra mente ahora.”
La irradiación del hombre es la hominización de la Tierra. Al irradiarse tecnológicamente por todo el planeta, el homo sapiens ha llevado inadvertidamente a la noosfera a su manifestación, o más bien, la ha extendido como una zona mental inconsciente y crepuscular que cubre el mundo entero. La noosfera humana ha tenido en el planeta un impacto que es geológico por naturaleza, provocando extinciones de especies enteras y un cambio climático sin precedentes, sin mencionar el agotamiento de los recursos vitales tales como la selva tropical húmeda, el petróleo, el plankton, y los arrecifes de coral.
El impacto a nivel mundial del pensamiento humano, y su transformación en tecnología de máquinas, ha hecho de la noosfera un fenómeno planetario, aunque inconsciente. Ahora esta noosfera se halla en el proceso de volverse consciente. A medida que lentamente, más humanos se convencen del hecho de que nuestro pensamiento es lo que está en la raíz de la destrucción del mundo, la noosfera se acerca más a hacerse consciente. Pero primero debe pasar por una fase intermedia: la ciberesfera. Como la exteriorización de la noosfera en una red electrónica, la ciberesfera es el virtual sistema nervioso central del planeta.
La exteriorización de la noosfera - la capa planetaria de pensamiento - empezó con los medios impresos. Luego, a través del telégrafo, el teléfono, la radio, la televisión, la computadora, el fax, la PC, el teléfono celular y la Internet, el homo sapiens exteriorizó la capa de pensamiento en la ciberesfera, convirtiéndola en la noosfera virtual. Pero la extensión artificial de la capa de pensamiento todavía le permite al hombre evitar darse cuenta que está tratando solamente con sus propias manipulaciones mentales, unas ingeniosas proyecciones que simulan a una hipervelocidad de gigabytes unos mecanismos y unos procesos aún no reconocidos de su propia mente. ¿Qué si el hombre volteara su atención en la mente misma en cuanto un medio colectivo autorreflexivo, la noosfera, y quitándose el glamour de sus ingeniosos inventos, volteara hacia el interior para ver la raíz de su inventiva en él mismo? ¿Qué si al lidiar con la crisis biosférica, el humano reconociera que en realidad está tratando con una emergencia noosférica - una emergencia en el sentido de algo que necesita una atención inmediata, pero también en el sentido de algo emergiendo inminentemente - la noosfera volviéndose consciente de sí misma?
No es tanto que la biosfera esté en crisis, pues es la noosfera la que tiene una crisis nerviosa, una buena señal de que está a punto de madurar.
La Transición Biosfera-Noosfera: biosfera tecnosfera ciberesfera
“Es la especie humana por sí sola la que dentro de la biosfera, induce el momento del clímax biogeoquímico. Sólo el humano entra a la zona de transición de la civilización consciente, la que, por el poder del pensamiento autorreflexivo, se convierte en un constructo cada vez más artificial de formas proyectadas dispersas por toda la biosfera.”
Postulado 5.2, Dinámica del Tiempo
Aunque el caos ambiental y político de la actualidad pueda parecer como un conjunto inmanejable de fuerzas y eventos desbocados, en realidad todo lo que está ocurriendo es función de un programa mayor desplegándose en una secuencia mutacional evolutiva predecible. Esta secuencia es referida como la transición biosfera-noosfera. Si entendemos que la evolución de la noosfera, de un estado inconsciente a uno consciente, es una fase cósmica o universal en la gran evolución cósmica de la mente y el espíritu, produciendo un dato referido como “planetas con noosfera,” (para utilizar la frase de Teilhard de Chardin), entonces podemos mirar la condición terrestre actual como una especie de dolor crítico de crecimiento. Estamos tratando con un estudio de caso en la evolución de un planeta con vida a uno con noosfera, es decir, la emergencia de un campo mental de una conciencia genuinamente planetaria.
Para ser precisos, esta secuencia mutacional es referida como la transición biosfera-noosfera. Vladimir Vernadsky, uno de los co-originadores del término noosfera (1926), y el más grande proponente de la biosfera, define de manera consistente la noosfera como el resultado inevitable de la crisis de la biosfera. Esta es una crisis biogeoquímica provocada por la mecanización humana de la productividad y del aparato económico desarrollado para facilitar la industrialización global subsecuente. Para Vernadsky, esta masiva alteración humana de la biosfera era solamente el mecanismo augurando un gran cambio geológico.
En el artículo de Vernadsky, “La biosfera y la noosfera,” publicado en la revista American Scientist (1945), el científico ruso declara que “… la noosfera es la última de muchas etapas en la evolución de la biosfera en la historia geológica…” Él luego define esta “… evolución noosférica como un pináculo cualitativo asociado con el desarrollo mental de la humanidad.” Pero aquí debemos preguntar, ¿qué quiere decir en realidad por desarrollo mental?
De la definición de la transformación biosférica en una noosfera, debe concluirse que toda la vida tiende hacia la conciencia y hacia estados mentales más evolucionados. La tecnología no puede ser la conclusión de la vida, sino meramente una etapa intermedia que facilita la emergencia de una conciencia planetaria, primero como ciberesfera, y luego como una condición cualitativamente alterada, la noosfera real. Esto significa que la evolución está dirigida hacia el refinamiento de la sensibilidad mental y la conciencia humanas. Al definir la siguiente era geológica como la era psicozoica (la espiritualización de la materia), Vernadsky es capaz de afirmar que la emergencia de la noosfera es igual que los grandes eventos geológicos del pasado. La causa de esto es el impacto, en particular, del pensamiento científico moderno y sus aplicaciones tecnológicas.
De acuerdo con Vernadsky, la biosfera del siglo 20 está siendo transformada en la noosfera, la cual ha sido creada, sobre todo, por el crecimiento de la ciencia, la comprensión científica, y las actividades sociales de la humanidad basadas en tal comprensión. Desde el comienzo de la era de la mecanización - el advenimiento de la frecuencia 12:60 del tiempo mecanicista - el pensamiento científico ha incrementado acumulativamente su potencial para influenciar de un modo fundamental la evolución geológica de la Tierra. Por lo tanto, la emergencia de la noosfera sólo podría ocurrir con la emergencia concomitante de la “razón científica.”
En 1938, Vernadsky sugirió que “la reestructuración de la biosfera por el pensamiento científico y mediante el trabajo humano organizado, no es un fenómeno accidental dependiente de la voluntad de la humanidad, sino un proceso natural elemental con profundas raíces, preparado por un proceso evolutivo con una duración de miles de millones de años…”. La noosfera es entonces una función de las leyes superiores de la evolución, en lugar de una selección al azar y la supervivencia del mejor. Si el alcanzar el desarrollo mental superior es el propósito de la evolución biológica, entonces los estándares y las prioridades de la vida deben cambiarse en forma acorde. Vernadsky declara así que “… la humanidad puede y debe reconstruir el dominio de su vida por su trabajo y su pensamiento, reconstruirlo radicalmente en comparación con el pasado…”. Una verdadera reconstrucción radical tendría que empezar con la concepción de un paradigma que esté más allá del hombre económico. En lugar del homo economicus, ¿qué tal homo noosphericus? Sólo entonces nos hallaríamos sobre una base verdaderamente radical.
Si el proceso de transformación de la biosfera en noosfera es de acuerdo a la ley natural, ¿cuál es la naturaleza de esta transición, y qué sabemos ya acerca de ella? ¿No hay, entonces, algunos principios subyacentes gobernando la secuencia mutacional, la transición biosfera-noosfera, que podamos determinar para así guiarnos mejor a través de los años turbulentos que están inmediatamente ante nosotros?
En la percepción social neo-marxista de Vernadsky, una nueva y transformada etapa de la sociedad humana emergería en conformidad con la noosfera. Por supuesto, el advenimiento de la noosfera produciría esa nueva sociedad, pero eso sería un efecto. ¿Cuál es la naturaleza de la causa, la noosfera? Aunque Vernadsky habla de una era psicozoica venidera (la era de la noosfera), él no define realmente la noosfera como una estructura mental, salvo para hablar del triunfo del pensamiento auténticamente racional, i.e., el pensamiento que es consistente con las leyes que gobiernan la naturaleza y la evolución de la biosfera.
Sin embargo, hasta el día de su muerte a principios de 1945, Vernadsky estuvo esforzándose por señalar, al menos a sus propios políticos y hombres de estado rusos, que el proceso de la transición biosfera-noosfera era un proceso inevitable, y que ellos debían prestar atención a ese proceso y planear consecuentemente. La implicación era que la noosfera no estaría en conformidad con los principios actuales del determinismo económico, y por lo tanto su emergencia requeriría la reconsideración del orden político y socioeconómico actual de la civilización humana. La cuestión es si la humanidad, inmersa más y más profundamente en un materialismo sin límites o precedentes que hubiera tambaleado al mismo Vernadsky, tiene aún la voluntad o la capacidad de unificarse y hacer tal cambio por decisión propia. Ésta es la verdadera cuestión, y es algo que el Segundo Congreso Planetario de Derechos Biosféricos está “poniendo sobre la mesa,” por así decirlo, para la deliberación y el pensamiento innovador de los participantes.
Mientras tanto, en 1968, mucho después de la muerte de Vernadsky, la UNESCO patrocinó un importante simposio sobre la biosfera, el único evento que ha sido organizado oficialmente. Luego, en 1972, las Naciones Unidas convocaron la primera Conferencia Sobre el Medio Ambiente en Estocolmo. Si bien esto provocó cierta preocupación respecto a la dirección de la conciencia medioambientalista, la decisión real de la humanidad se definió en la conferencia del Club de Roma, “Los Límites del Crecimiento,” el año siguiente. Fue entonces determinado por la élite corporativa el mantener el modelo estándar del mundo, esto es, continuar a la tasa actual de crecimiento industrial, aunque se percibió que para el 2020, esta tendencia conduciría a una gran crisis. Debido a la debilidad moral humana, el modelo estándar del mundo ha sido sobrepasado por el triunfo de la política monetaria, y su vástago, la globalización. Como consecuencia, estamos ahora experimentando esa crisis predicha unos pocos años “antes.”
Debido a la aceptación del modelo estándar del mundo, no fue sino hasta 1992, 20 años después de la conferencia de la ONU sobre el medio ambiente, que la misma ONU (bajo la guía de Maurice Strong) convocó a un segundo evento relacionado con el medio ambiente: la Cumbre de la Tierra de Río. De este evento provino el concepto de “desarrollo sostenible.” Esencialmente una modificación del “modelo estándar del mundo,” el desarrollo sostenible promueve el “reverdecimiento de la sociedad industrial,” fomentando la explotación económica de los países menos desarrollados con conceptos novedosos tales como el “eco-turismo,” pero sin comprometer el estándar actual de vida de las naciones ricas. La Cumbre de Río ocurrió en el momento en que el G-7 (el Grupo de los Siete países más industrializados) estaba apenas consolidando su poder como la élite controladora del poder - el nuevo orden mundial - gobernando los asuntos de la sociedad globalizada. Esto anunció la era del triunfo de la política monetaria.
Después de la Cumbre de 1972, vinieron el GATT, la OMC, y las reuniones anuales del G-7. Nunca antes en la historia habían emergido los ricos tan victoriosos en una escala global. El determinismo evolucionario del capitalismo se convirtió en el dogma aceptado de un nuevo tipo de imperialismo: la política monetaria. Debe entenderse la profunda contradicción que existe entre la política monetaria y el desarrollo sostenible. La política monetaria sólo puede ser a expensas de la biosfera, mientras aumenta la división entre los ricos y los pobres, los que tienen y los que no tienen.
Como se estableció en el Primer Congreso Planetario de Derechos Biosféricos en 1996, lo que es bueno para los negocios es malo para la biosfera. Esto es porque lo que los negocios apoyan es el mega-complejo de la sociedad industrial, la artificial tecnosfera. Esta tecnosfera está definida y mantenida por un consumismo siempre devorador que depende de la transformación de los recursos naturales y mercancías en bienes industriales, una industria global de transporte, complejos urbanos, sistemas de energía masivamente contaminadores, y una vasta red electrónica de comunicación.
La tecnosfera, como una envoltura artificial, no es sino el sistema intermediario entre la biosfera y la emergencia de la noosfera. Sin embargo, sólo en Rusia en los años 1990 se hizo el vínculo entre las políticas económicas en curso y la noosfera emergente.
Un decreto presidencial ruso de 1996, concerniente a la transición al desarrollo sostenible, reflejaba cierta necesidad de incorporar la preocupación de Vernadsky en la política nacional. En este enunciado de política de desarrollo sostenible de 1996, la noosfera se definía como la “esfera de la razón,” la etapa que emerge de la biosfera. De acuerdo a esta declaración oficial, la emergencia noosférica describe una condición inminente del humano en la Tierra “… cuando los valores espirituales y la comprensión de la humanidad, existiendo en armonía con el medio ambiente, se convertirán en el criterio principal de la riqueza nacional e individual.” Este cambio en los valores sociales está definido como un cambio cualitativo en la naturaleza de la sociedad (rusa) de una basada en los “valores económicos y materiales” a una sociedad “fundada en valores ecológicos, espirituales y morales.” Algunos de los principios de la Asamblea Mundial Noosférica (NSEWA) que fue desarrollada en Moscú en 2002, están derivados de este enunciado de política, o se generaron a partir de él. (Ministerio de Desarrollo Económico y Comercio, 2002)
Otros dos eventos más recientes señalaron algún tipo de despertar a la conciencia global: el “Protocolo de Kyoto” de 1997, que fijó los estándares para la disminución de las emisiones de gas de invernadero para el 2012 a los niveles de 1990; y la Cumbre Mundial sobre el Desarrollo Sostenible de la ONU, en Johannesburgo, señalando el décimo aniversario de la Cumbre de Río de 1992. Es notable que estos dos últimos eventos se realizaran en sitios al sur del ecuador. Sin embargo, entre el gran “triunfo” de la política monetaria - cuyas políticas han sido formalizadas como la globalización de la economía del libre mercado - y la “Guerra al Terror,” que emergió en 2001, la situación actual del mundo, social y ambientalmente, no ha sino intensificado la transición biosfera-noosfera. El reloj está a punto de dar la medianoche evolutiva, el 21 de diciembre de 2012, la tan publicitada fecha final del “Gran Ciclo” del calendario maya. Tal parece que algo más debe hacerse antes de eso, aunque sólo sea para demostrar una cierta voluntad moral colectiva y una determinación para vislumbrar una solución superior y más comprehensiva para el ahora devastador problema de la polución noosférica.
Al describir y definir los eventos y la naturaleza de la transición biosfera-noosfera, incluyendo el desarrollo y la emergencia de la tecnosfera desde el final de la Segunda Guerra Mundial, hay otro factor, no considerado por Vernadsky, que debe tomarse en cuenta, y es la emergencia de la ciberesfera. Aunque incluye la industria electrónica de comunicaciones de teléfonos móviles y computadoras en general, la Internet es la forma final que define la ciberesfera. Aunque prevista desde la era del Sputnik en 1957, (algo llamado ARPANET fue creado por el Departamento de Defensa de EEUU en 1969) fue el desarrollo de la World Wide Web (la “telaraña o red mundial”) a finales de los 1990 el que llevó a la Internet a su manifestación tal como la conocemos ahora, y lanzada oficialmente a la ciberesfera.
Como la consolidación de la actividad mental y la comunicación humanas en un solo campo planetario operado tecnológicamente, la ciberesfera es la etapa artificial final antes de la emergencia de la noosfera como la estructura gobernante real de la siguiente etapa de la evolución. Pero como es ahora, la ciberesfera, y la Internet en particular, es la principal fuente de la polución noosférica. Como la explosión cacofónica final de la Torre de Babel, la Internet hace todo disponible, desde las enseñanzas más esotéricas hasta las formas más explícitas de la pornografía, la democratización definitiva de los valores y del mercado global. El resultado es la pérdida final de todo significado, aunque sólo sea porque todos están hablando al mismo tiempo y nadie puede decir cuál es el tema de la conversación.
La ciberesfera actual es en esencia lo que Marshall McLuhan concibió en los años 1960s como “la aldea global.” Como escribió McLuhan en la introducción a su texto más famoso, Entendiendo los Medios (1964), “Hoy en día, después de más de un siglo de tecnología eléctrica, hemos extendido nuestro sistema nervioso electrónico hasta ser un abrazo global, aboliendo tanto el espacio como el tiempo en lo que concierne a nuestro planeta. Rápidamente nos acercamos a la fase final de las extensiones del hombre: la simulación tecnológica de la conciencia…”. Adelantada unos treinta años a su tiempo, la aldea global de McLuhan es igualmente una definición de la ciberesfera, “la simulación tecnológica de la conciencia.”
Incluso antes de McLuhan, Pierre Teilhard de Chardin, quien junto con Vernadsky y Jules LeRoy, acuñó el término de noosfera, también percibió que la siguiente etapa evolutiva estaría mediada por una red electrónica global de comunicación. En el proceso de alcanzar el estado transmaterial y místico de la noosfera, Teilhard de Chardin previó claramente la fase de la ciberesfera y la aldea global como la gestación del cuerpo místico de Cristo, la culminación o Punto Omega de la evolución humana. En su visión, Teilhard vio el planeta entero “salpicado de puntos luminosos, cada una de esas estrellas correspondiendo a algún laboratorio o algún aparato alrededor de los cuales el humano, mediante su carga de energía y su unión, estaba siendo transformado aquí y ahora en algún ‘isótopo’ neo-humano, hasta que la hasta ahora oscura faz del planeta empezó a brillar con la ultrahumanidad … agitándose en movimiento: no con el movimiento monótono de un firmamento, sino con el movimiento creativo de una galaxia involutiva.” (Teilhard de Chardin, La Activación de la Energía, pp. 352-53)
La Internet desempeña esta función, la creación de una aldea global, en donde alrededor de algún aparato - la PC o el teléfono celular - el humano está transformándose en un neo-humano (la etnosfera), o más apropiadamente, el homo noosphericus. La ciberesfera producida por la Internet, el teléfono celular y el fax, es una noosfera esquelética, una porción terriblemente aleatoria y auto-organizada de la conciencia humana hablándose a sí misma en una diversidad anárquica de voces. Pero para que la evolución ocurra en la conciencia, en una escala igual a la extensión del planeta, se requiere de mucha más intencionalidad que la actitud liberal del giga-complejo de Internet. Ya se ha logrado una cierta unificación psicotécnica que elimina todas las fronteras nacionales, pero todavía debe alcanzarse un estado mental superior. Después de todo, la Internet es sólo una herramienta, y aunque despliega una noosfera aleatoriamente ideada en la acumulación de virtualmente cualquier pieza de conocimiento que haya habido, no define realmente, en sí misma, el futuro, la noosfera.
Necesariamente, siendo la condición evolucionada de la conciencia de la totalidad misma de la vida (y no sólo la regurgitación enciclopédica histórica del conocimiento por parte del humano), la noosfera está por encima y más allá de cualquier herramienta. La noosfera es verdaderamente de la mente, la invisible envoltura mental o de inteligencia del planeta en tanto cuerpo celeste entero. Como tal, la noosfera es completamente de la mente, y de una dimensión de la mente que apenas hemos sido capaces de pensar o captar.
En otra parte, Teilhard de Chardin presentó otra imagen provocadora, al definir la noosfera como “un solo y vasto ciclotrón cuyo efecto específico fuera producir, en vez de energía nuclear, energía psíquica en un estado continuamente más reflexivo… para producir el ultrahumano {homo noosphericus}”. (de Chardin, La Activación de la Energía, p. 349)
Esta concepción supone la noosfera como una estructura real, o como una expresión energética requiriendo de una estructura - un ciclotrón psíquico, por así decirlo - para producir “energía psíquica en un estado continuamente más reflexivo.” En tanto que la noosfera de Vernadsky es neo-marxista, la de Teilhard de Chardin es neo-cristiana, y decisivamente psico-espiritual en esencia. La liberación de la energía psíquica, el plasma de la noosfera, podríamos decir, es para acercarse a la “cristianización” de la humanidad. En otra parte (La Energía Humana, p. 51, 1969), el paleontólogo jesuita escribe: “El mundo daría un gran salto hacia Dios si todos los enfermos a la vez convirtieran sus penas en un deseo común de que el Reino de Dios madure rápidamente a través de la conquista y de la organización de la Tierra.” Esto es, la conquista de las estructuras humanas aberrantes que son la causa de la enfermedad, y la subsecuente reorganización de la Tierra de acuerdo a principios supermentales.
Aquí debemos hacer una pausa para considerar que la noosfera es un tipo de organismo o estructura, pero de una naturaleza puramente cuatridimensional (mental) que ha escapado a nuestra propia comprensión debido a que nuestra baja nube noosférica ha estado completamente inmersa en la intolerante unidimensionalidad de los paradigmas fisicalistas tridimensionales. La polución noosférica no es sino las múltiples y parlanchinas formas de pensamiento - la algarabía - atestadas en esta ilusión infradimensional de que lo físico es la única realidad. Esta ilusión es la que tiene atrapada a la mente de la humanidad hasta este mismo día, la causa de todos sus males y aflicciones. Asumiendo que éste sea el caso, entonces la emergencia noosférica augurada por el clímax de la crisis biosférica en el 2012 es más que un cambio cualitativo en la sociedad humana; es más bien un cambio dimensional de conciencia para el que la mayoría de nosotros no estamos bien preparados para comprender o siquiera considerar: un verdadero Punto Omega.
Más aun, si la biosfera está regulada por ciertas leyes que son consistentes con los procesos biogeoquímicos intrínsecos a las estructuras de la materia viva y su sostén, ¿no debería haber también leyes que gobernasen el funcionamiento de la noosfera? Si la materia viva está definida como la totalidad de los organismos vivos presentes en la Tierra en cualquier momento, ¿qué acerca de una conciencia viva? ¿Qué si la conciencia fuese en realidad una estructura cósmica inherente a las condiciones evolutivas de la vida que logran una escala planetaria de interactividad? Esta estructura noosférica ya está realmente en su lugar, de forma invisible, y ha estado moderando los ciclos evolutivos y geológicos desde la emergencia o aparición de la vida en este planeta. Ha estado esperando la maduración de la conciencia humana para que esté apropiadamente en forma para la siguiente línea evolutiva, el superhumano, el homo noosphericus, en espera ahora en los camerinos del teatro del mundo, listo para hacer su debut.
La capa humana de pensamiento que funciona a lo largo de toda esta cubierta noosférica como una masa caótica de contradicciones sin examinar, traducidas ahora en el “ruido” electrónico del ciberespacio, obedece sólo a las leyes del determinismo histórico. Pero la noosfera no es en realidad una función del determinismo histórico. Es la potencialidad de un tipo de actividad mental - procesos de pensamiento de una vibración elevada - que se hace evidente una vez que los procesos inferiores de pensamiento histórico-deterministas han sido agotados; entonces habrá la terminación de la polución noosférica. Más allá de ese momento cumbre, la noosfera, latente con sus propias leyes, se manifestará de una forma que es hoy inconcebible. La humanidad, por una vez, funcionará como un solo organismo unitario coordinado por la telepatía, hasta ahora sólo virtual e inherente, cubierta por estructuras mentales mecanicistas y artificialmente tecnológicas y procesos emocionales profundamente incrustados e históricamente condicionados.
Pensando acerca de la Noosfera - La Solución Noosférica.
La edad de las Naciones ha pasado.
Ahora, a menos que deseemos perecer,
debemos sacudirnos nuestros viejos prejuicios
y construir la Tierra.
Teilhard de Chardin, La Energía Humana, 1969, p. 37
El Segundo Congreso Planetario de Derechos Biosféricos representa en realidad el punto crítico en la transición biosfera-noosfera, cuando está claramente entendido que la solución real a la crisis biosférica es la emergencia de la noosfera; de ahí la emergencia noosférica.
La noosfera es realmente el advenimiento de un cambio cualitativo/dimensional en nuestra contextura evolutiva, el paso de una civilización técnica a la conciencia psicotécnica, la transición del hardware y software electrónicos a la telepatía y la cultivación de tecnologías telepáticas. Este es el significado real de la noosfera. En este sentido, la noosfera es la estructura de la futura conciencia en evolución del planeta, esto es, la conciencia de toda la vida, pero esto sólo hasta cuando la humanidad asuma su responsabilidad por el rol que juega en relación a toda la vida de la cual es el agente que refleja la inteligencia cósmica.
En tanto que la crisis biosférica demanda que actuemos en el nivel de la tercera dimensión, para que esa acción sea en última instancia efectiva, debe estar informada desde el nivel más alto y sintetizador de la conciencia. Por eso es imperativo que estudiemos y entendamos el significado de la noosfera, el término clave en el paso evolutivo conocido como transición biosfera-noosfera.
Actualmente no hay una definición convenida de la noosfera que esté por encima y más allá del nivel más genérico, de esfera mental planetaria, lo que emerge de la biosfera. Esto es porque no hay aún un campo de estudio coherente, la ciencia noosférica, la investigación científica de la naturaleza y estructura de la noosfera. Ciertamente, igual que hay una ciencia de la biosfera, hay una ciencia de la noosfera, y todo el tiempo que gastamos hoy en crear bombas inteligentes y cohetería, más bien lo transformaremos, en el futuro más inmediato, en una investigación científica de las leyes y los principios que gobiernan la noosfera.
Ahora mismo, podemos extrapolar que la noosfera representa la suma de todo el pensamiento humano conjuntado como una estructura o esfera planetaria, junto con la capacidad cognitiva contenida dentro de sus propios procesos intrínsecos. Igual que la mente tiene sus leyes de la lógica y la razón, y un lenguaje y una gramática, así también la noosfera tiene su lógica y gramática determinantes y guías, que quizás tengan mucho que ver con funciones y leyes matemáticas intrínsecas que regulan la multiplicación y propagación de la vida, así como con principios de resonancia morfogenéticos hasta hoy desconocidos. De hecho, podemos llegar a entender la necesidad de la noosfera como el subyacente e inconsciente mecanismo regulador o guía del proceso evolutivo biosférico. Esta es la función real de lo que es descrito como el banco psi {La Tierra en Ascenso (1984), El Factor Maya (1987), El Tiempo y la Tecnosfera (2002)}. Lo que estamos presenciando en el escenario del mundo actual es la noosfera volviéndose manifiesta o haciéndose consciente.
Presentado por el Instituto de Investigación Galáctica – Fundación para la Ley del Tiempo
Enunciado del Problema
“... no es científico aceptar el concepto de la biosfera, y rechazar el de la noosfera. La noosfera es tan parte de la Tierra como lo es cualquier otra esfera, tal como la hidrosfera. De hecho, en virtud de ser la causa de la mayoría de las aflicciones ecológicas y el asiento de toda acción ecológica, la noosfera debería ser, desde el punto de vista del ecologista, la capa más crucial. Su salud y su protección de la perversidad del hombre debería ser una de sus preocupaciones. Porque obviamente la polución noosférica es la fuente de toda polución.”
P. R. Masani, “The Ecology of the Noosphere ...” (1995)
Cuando se dice que “la polución noosférica es la fuente de toda polución,” estamos hablando del rol de la capa de pensamiento humano en el esquema (a nivel de sistemas integrales) del diseño planetario. Este diseño constituye una dinámica evolutiva. Al traer la noosfera a la discusión de la crisis biosférica, estamos reconociendo que, a menos que pongamos nuestras mentes a pensar en el significado y la naturaleza de la noosfera, no vamos a resolver la crisis biosférica. Primero que todo, esto significa reconocer el impacto de la capa de pensamiento humano en todos los ciclos biogeoquímicos - evolutivos y dinámicos - del sistema de la Tierra.
“PREOCÚPATE. PREOCÚPATE MUCHO.” La nota de portada de la revista Time del 3 de abril de 2006, con un reportaje especial sobre el cambio climático, pide a gritos tu atención: “El cambio climático no es un problema futuro vago; ya está dañando al planeta a un ritmo alarmante. He aquí cómo te afecta a ti, a tus hijos, y a sus hijos también.”
Por el modo en que Time presenta el reportaje, podrías pensar que el cambio climático es el villano, desviando por consiguiente la atención de la idea de que el calentamiento global pudiera ser una función de la polución noosférica. El daño que emana del agotamiento humano de los recursos, y la emisión consecuente de gases de invernadero, no hubiesen ocurrido si la capa de pensamiento humano - la noosfera - no hubiera primero desarrollado los conceptos de la tecnología de máquinas y el consumo de combustibles fósiles o la energía atómica requeridos para operar este vasto complejo, la tecnosfera. Debemos entender que la característica distintiva del elemento humano en la biosfera, es la capacidad para simultáneamente evolucionar y luego participar en la capa de pensamiento del planeta, la noosfera.
Sin entender el significado y el propósito evolucionario de la noosfera en tanto la mente autorreflexiva o la capa mental del planeta, no comprenderemos verdaderamente los tipos de soluciones necesarias para reestablecer un futuro viable para el planeta. Como indica P. R. Masani, hasta ahora, “el movimiento ecológico se ha quedado corto, siendo el impedimento el desdén hacia la noosfera.” Esto es muy relevante. Igual que la mayoría de los humanos son apenas conscientes de ser miembros funcionales - o disfuncionales - de la biosfera, muy pocos son conscientes de estar participando en un campo mental colectivo llamado noosfera.
La noosfera es el campo mental que damos por sentado como el ambiente psicológico común a todos. Este ambiente mental, inconscientemente contenedor, está cargado de supuestos, y, dependiendo de la parte del mundo en que te encuentres, puede estar lleno de flagrantes contradicciones. Los supuestos mentales de un granjero de Iowa pueden ser muy diferentes de los de un campesino de las provincias interiores de China, y mucho más de uno de Irán. Sin embargo, no importa en dónde estemos, nosotros generalmente asumimos que lo que suponemos, cualquier otro lo hace también, y que si alguien supone en forma diferente, es él quien está equivocado, y no nosotros. Ésta es la inconsciencia de la noosfera.
Al considerar la Tierra como un sistema integral, debemos asumir ahora la responsabilidad por los pensamientos que creamos y que cargan al campo mental o capa pensante de la Tierra con las causas reales de todo lo que nos aflige a nosotros y al planeta. No sólo debemos asumir la responsabilidad por nuestros propios pensamientos, sino que debemos darnos cuenta de la relatividad de nuestro pensamiento y de los supuestos en relación al pensamiento y supuestos de cualquier otra persona, y quizás repensar todo nuestro programa. Si pudiéramos ver la capa pensante de toda nuestra especie como una esfera cubriendo todo el planeta, la veríamos como un defectuoso tejido de retazos dividido política, religiosa e ideológicamente, moralmente obtuso, saturado de los efectos de la voracidad generadora de ganancias, y todo menos unificado. El juego de fuerzas salvajemente inconsistente e incoherente dentro de esta capa pensante, la noosfera, es lo que perpetúa e impulsa la toma de decisiones políticas, religiosas, nacionalistas y corporativas que conforman el mundo de todos los días. Hasta que no nos hagamos verdaderamente conscientes de ello, permanecerá fuera de control y continuará haciendo estragos en la biosfera.
No es simplemente el desdén de los ecologistas por la noosfera el impedimento en la solución del problema del mundo, sino la renuencia de los científicos en general a admitir que el pensamiento humano y sus actividades subsecuentes en la biosfera podrían tener un efecto tal como el calentamiento global. Esto se debe a que la mayoría de los científicos son renuentes a investigar y ser dueños realmente de lo que está en sus propias mentes. Si la industria humana - las necesidades trastornadoras y destructoras de la tecnosfera - es la raíz del problema ambiental, entonces la raíz de la industria humana está en la mente humana. Los delfines no inventaron el reloj; lo hizo el hombre. Y el reloj provino de la mente humana. Cuando el hombre inventó el reloj, y lo volvió una parte inextricable de la noosfera, abrió la caja de Pandora de la mecanización y la política monetaria que rápidamente lo transformó, su mente y su mundo, volviéndolo el depredador dominante del planeta, saqueando despiadadamente la Tierra para lo que le demandan sus máquinas.
Nos gustaría ver la portada de una revista con este titular:
Polución Noosférica
Reportaje especial: “PREOCÚPATE. PREOCÚPATE MUCHO. La polución noosférica no es un problema futuro vago; ya está dañando al planeta a un ritmo alarmante. He aquí cómo la creas y la perpetúas, y cómo tus hijos y sus hijos harán lo mismo, a menos que cambiemos nuestra mente ahora.”
La irradiación del hombre es la hominización de la Tierra. Al irradiarse tecnológicamente por todo el planeta, el homo sapiens ha llevado inadvertidamente a la noosfera a su manifestación, o más bien, la ha extendido como una zona mental inconsciente y crepuscular que cubre el mundo entero. La noosfera humana ha tenido en el planeta un impacto que es geológico por naturaleza, provocando extinciones de especies enteras y un cambio climático sin precedentes, sin mencionar el agotamiento de los recursos vitales tales como la selva tropical húmeda, el petróleo, el plankton, y los arrecifes de coral.
El impacto a nivel mundial del pensamiento humano, y su transformación en tecnología de máquinas, ha hecho de la noosfera un fenómeno planetario, aunque inconsciente. Ahora esta noosfera se halla en el proceso de volverse consciente. A medida que lentamente, más humanos se convencen del hecho de que nuestro pensamiento es lo que está en la raíz de la destrucción del mundo, la noosfera se acerca más a hacerse consciente. Pero primero debe pasar por una fase intermedia: la ciberesfera. Como la exteriorización de la noosfera en una red electrónica, la ciberesfera es el virtual sistema nervioso central del planeta.
La exteriorización de la noosfera - la capa planetaria de pensamiento - empezó con los medios impresos. Luego, a través del telégrafo, el teléfono, la radio, la televisión, la computadora, el fax, la PC, el teléfono celular y la Internet, el homo sapiens exteriorizó la capa de pensamiento en la ciberesfera, convirtiéndola en la noosfera virtual. Pero la extensión artificial de la capa de pensamiento todavía le permite al hombre evitar darse cuenta que está tratando solamente con sus propias manipulaciones mentales, unas ingeniosas proyecciones que simulan a una hipervelocidad de gigabytes unos mecanismos y unos procesos aún no reconocidos de su propia mente. ¿Qué si el hombre volteara su atención en la mente misma en cuanto un medio colectivo autorreflexivo, la noosfera, y quitándose el glamour de sus ingeniosos inventos, volteara hacia el interior para ver la raíz de su inventiva en él mismo? ¿Qué si al lidiar con la crisis biosférica, el humano reconociera que en realidad está tratando con una emergencia noosférica - una emergencia en el sentido de algo que necesita una atención inmediata, pero también en el sentido de algo emergiendo inminentemente - la noosfera volviéndose consciente de sí misma?
No es tanto que la biosfera esté en crisis, pues es la noosfera la que tiene una crisis nerviosa, una buena señal de que está a punto de madurar.
La Transición Biosfera-Noosfera: biosfera tecnosfera ciberesfera
“Es la especie humana por sí sola la que dentro de la biosfera, induce el momento del clímax biogeoquímico. Sólo el humano entra a la zona de transición de la civilización consciente, la que, por el poder del pensamiento autorreflexivo, se convierte en un constructo cada vez más artificial de formas proyectadas dispersas por toda la biosfera.”
Postulado 5.2, Dinámica del Tiempo
Aunque el caos ambiental y político de la actualidad pueda parecer como un conjunto inmanejable de fuerzas y eventos desbocados, en realidad todo lo que está ocurriendo es función de un programa mayor desplegándose en una secuencia mutacional evolutiva predecible. Esta secuencia es referida como la transición biosfera-noosfera. Si entendemos que la evolución de la noosfera, de un estado inconsciente a uno consciente, es una fase cósmica o universal en la gran evolución cósmica de la mente y el espíritu, produciendo un dato referido como “planetas con noosfera,” (para utilizar la frase de Teilhard de Chardin), entonces podemos mirar la condición terrestre actual como una especie de dolor crítico de crecimiento. Estamos tratando con un estudio de caso en la evolución de un planeta con vida a uno con noosfera, es decir, la emergencia de un campo mental de una conciencia genuinamente planetaria.
Para ser precisos, esta secuencia mutacional es referida como la transición biosfera-noosfera. Vladimir Vernadsky, uno de los co-originadores del término noosfera (1926), y el más grande proponente de la biosfera, define de manera consistente la noosfera como el resultado inevitable de la crisis de la biosfera. Esta es una crisis biogeoquímica provocada por la mecanización humana de la productividad y del aparato económico desarrollado para facilitar la industrialización global subsecuente. Para Vernadsky, esta masiva alteración humana de la biosfera era solamente el mecanismo augurando un gran cambio geológico.
En el artículo de Vernadsky, “La biosfera y la noosfera,” publicado en la revista American Scientist (1945), el científico ruso declara que “… la noosfera es la última de muchas etapas en la evolución de la biosfera en la historia geológica…” Él luego define esta “… evolución noosférica como un pináculo cualitativo asociado con el desarrollo mental de la humanidad.” Pero aquí debemos preguntar, ¿qué quiere decir en realidad por desarrollo mental?
De la definición de la transformación biosférica en una noosfera, debe concluirse que toda la vida tiende hacia la conciencia y hacia estados mentales más evolucionados. La tecnología no puede ser la conclusión de la vida, sino meramente una etapa intermedia que facilita la emergencia de una conciencia planetaria, primero como ciberesfera, y luego como una condición cualitativamente alterada, la noosfera real. Esto significa que la evolución está dirigida hacia el refinamiento de la sensibilidad mental y la conciencia humanas. Al definir la siguiente era geológica como la era psicozoica (la espiritualización de la materia), Vernadsky es capaz de afirmar que la emergencia de la noosfera es igual que los grandes eventos geológicos del pasado. La causa de esto es el impacto, en particular, del pensamiento científico moderno y sus aplicaciones tecnológicas.
De acuerdo con Vernadsky, la biosfera del siglo 20 está siendo transformada en la noosfera, la cual ha sido creada, sobre todo, por el crecimiento de la ciencia, la comprensión científica, y las actividades sociales de la humanidad basadas en tal comprensión. Desde el comienzo de la era de la mecanización - el advenimiento de la frecuencia 12:60 del tiempo mecanicista - el pensamiento científico ha incrementado acumulativamente su potencial para influenciar de un modo fundamental la evolución geológica de la Tierra. Por lo tanto, la emergencia de la noosfera sólo podría ocurrir con la emergencia concomitante de la “razón científica.”
En 1938, Vernadsky sugirió que “la reestructuración de la biosfera por el pensamiento científico y mediante el trabajo humano organizado, no es un fenómeno accidental dependiente de la voluntad de la humanidad, sino un proceso natural elemental con profundas raíces, preparado por un proceso evolutivo con una duración de miles de millones de años…”. La noosfera es entonces una función de las leyes superiores de la evolución, en lugar de una selección al azar y la supervivencia del mejor. Si el alcanzar el desarrollo mental superior es el propósito de la evolución biológica, entonces los estándares y las prioridades de la vida deben cambiarse en forma acorde. Vernadsky declara así que “… la humanidad puede y debe reconstruir el dominio de su vida por su trabajo y su pensamiento, reconstruirlo radicalmente en comparación con el pasado…”. Una verdadera reconstrucción radical tendría que empezar con la concepción de un paradigma que esté más allá del hombre económico. En lugar del homo economicus, ¿qué tal homo noosphericus? Sólo entonces nos hallaríamos sobre una base verdaderamente radical.
Si el proceso de transformación de la biosfera en noosfera es de acuerdo a la ley natural, ¿cuál es la naturaleza de esta transición, y qué sabemos ya acerca de ella? ¿No hay, entonces, algunos principios subyacentes gobernando la secuencia mutacional, la transición biosfera-noosfera, que podamos determinar para así guiarnos mejor a través de los años turbulentos que están inmediatamente ante nosotros?
En la percepción social neo-marxista de Vernadsky, una nueva y transformada etapa de la sociedad humana emergería en conformidad con la noosfera. Por supuesto, el advenimiento de la noosfera produciría esa nueva sociedad, pero eso sería un efecto. ¿Cuál es la naturaleza de la causa, la noosfera? Aunque Vernadsky habla de una era psicozoica venidera (la era de la noosfera), él no define realmente la noosfera como una estructura mental, salvo para hablar del triunfo del pensamiento auténticamente racional, i.e., el pensamiento que es consistente con las leyes que gobiernan la naturaleza y la evolución de la biosfera.
Sin embargo, hasta el día de su muerte a principios de 1945, Vernadsky estuvo esforzándose por señalar, al menos a sus propios políticos y hombres de estado rusos, que el proceso de la transición biosfera-noosfera era un proceso inevitable, y que ellos debían prestar atención a ese proceso y planear consecuentemente. La implicación era que la noosfera no estaría en conformidad con los principios actuales del determinismo económico, y por lo tanto su emergencia requeriría la reconsideración del orden político y socioeconómico actual de la civilización humana. La cuestión es si la humanidad, inmersa más y más profundamente en un materialismo sin límites o precedentes que hubiera tambaleado al mismo Vernadsky, tiene aún la voluntad o la capacidad de unificarse y hacer tal cambio por decisión propia. Ésta es la verdadera cuestión, y es algo que el Segundo Congreso Planetario de Derechos Biosféricos está “poniendo sobre la mesa,” por así decirlo, para la deliberación y el pensamiento innovador de los participantes.
Mientras tanto, en 1968, mucho después de la muerte de Vernadsky, la UNESCO patrocinó un importante simposio sobre la biosfera, el único evento que ha sido organizado oficialmente. Luego, en 1972, las Naciones Unidas convocaron la primera Conferencia Sobre el Medio Ambiente en Estocolmo. Si bien esto provocó cierta preocupación respecto a la dirección de la conciencia medioambientalista, la decisión real de la humanidad se definió en la conferencia del Club de Roma, “Los Límites del Crecimiento,” el año siguiente. Fue entonces determinado por la élite corporativa el mantener el modelo estándar del mundo, esto es, continuar a la tasa actual de crecimiento industrial, aunque se percibió que para el 2020, esta tendencia conduciría a una gran crisis. Debido a la debilidad moral humana, el modelo estándar del mundo ha sido sobrepasado por el triunfo de la política monetaria, y su vástago, la globalización. Como consecuencia, estamos ahora experimentando esa crisis predicha unos pocos años “antes.”
Debido a la aceptación del modelo estándar del mundo, no fue sino hasta 1992, 20 años después de la conferencia de la ONU sobre el medio ambiente, que la misma ONU (bajo la guía de Maurice Strong) convocó a un segundo evento relacionado con el medio ambiente: la Cumbre de la Tierra de Río. De este evento provino el concepto de “desarrollo sostenible.” Esencialmente una modificación del “modelo estándar del mundo,” el desarrollo sostenible promueve el “reverdecimiento de la sociedad industrial,” fomentando la explotación económica de los países menos desarrollados con conceptos novedosos tales como el “eco-turismo,” pero sin comprometer el estándar actual de vida de las naciones ricas. La Cumbre de Río ocurrió en el momento en que el G-7 (el Grupo de los Siete países más industrializados) estaba apenas consolidando su poder como la élite controladora del poder - el nuevo orden mundial - gobernando los asuntos de la sociedad globalizada. Esto anunció la era del triunfo de la política monetaria.
Después de la Cumbre de 1972, vinieron el GATT, la OMC, y las reuniones anuales del G-7. Nunca antes en la historia habían emergido los ricos tan victoriosos en una escala global. El determinismo evolucionario del capitalismo se convirtió en el dogma aceptado de un nuevo tipo de imperialismo: la política monetaria. Debe entenderse la profunda contradicción que existe entre la política monetaria y el desarrollo sostenible. La política monetaria sólo puede ser a expensas de la biosfera, mientras aumenta la división entre los ricos y los pobres, los que tienen y los que no tienen.
Como se estableció en el Primer Congreso Planetario de Derechos Biosféricos en 1996, lo que es bueno para los negocios es malo para la biosfera. Esto es porque lo que los negocios apoyan es el mega-complejo de la sociedad industrial, la artificial tecnosfera. Esta tecnosfera está definida y mantenida por un consumismo siempre devorador que depende de la transformación de los recursos naturales y mercancías en bienes industriales, una industria global de transporte, complejos urbanos, sistemas de energía masivamente contaminadores, y una vasta red electrónica de comunicación.
La tecnosfera, como una envoltura artificial, no es sino el sistema intermediario entre la biosfera y la emergencia de la noosfera. Sin embargo, sólo en Rusia en los años 1990 se hizo el vínculo entre las políticas económicas en curso y la noosfera emergente.
Un decreto presidencial ruso de 1996, concerniente a la transición al desarrollo sostenible, reflejaba cierta necesidad de incorporar la preocupación de Vernadsky en la política nacional. En este enunciado de política de desarrollo sostenible de 1996, la noosfera se definía como la “esfera de la razón,” la etapa que emerge de la biosfera. De acuerdo a esta declaración oficial, la emergencia noosférica describe una condición inminente del humano en la Tierra “… cuando los valores espirituales y la comprensión de la humanidad, existiendo en armonía con el medio ambiente, se convertirán en el criterio principal de la riqueza nacional e individual.” Este cambio en los valores sociales está definido como un cambio cualitativo en la naturaleza de la sociedad (rusa) de una basada en los “valores económicos y materiales” a una sociedad “fundada en valores ecológicos, espirituales y morales.” Algunos de los principios de la Asamblea Mundial Noosférica (NSEWA) que fue desarrollada en Moscú en 2002, están derivados de este enunciado de política, o se generaron a partir de él. (Ministerio de Desarrollo Económico y Comercio, 2002)
Otros dos eventos más recientes señalaron algún tipo de despertar a la conciencia global: el “Protocolo de Kyoto” de 1997, que fijó los estándares para la disminución de las emisiones de gas de invernadero para el 2012 a los niveles de 1990; y la Cumbre Mundial sobre el Desarrollo Sostenible de la ONU, en Johannesburgo, señalando el décimo aniversario de la Cumbre de Río de 1992. Es notable que estos dos últimos eventos se realizaran en sitios al sur del ecuador. Sin embargo, entre el gran “triunfo” de la política monetaria - cuyas políticas han sido formalizadas como la globalización de la economía del libre mercado - y la “Guerra al Terror,” que emergió en 2001, la situación actual del mundo, social y ambientalmente, no ha sino intensificado la transición biosfera-noosfera. El reloj está a punto de dar la medianoche evolutiva, el 21 de diciembre de 2012, la tan publicitada fecha final del “Gran Ciclo” del calendario maya. Tal parece que algo más debe hacerse antes de eso, aunque sólo sea para demostrar una cierta voluntad moral colectiva y una determinación para vislumbrar una solución superior y más comprehensiva para el ahora devastador problema de la polución noosférica.
Al describir y definir los eventos y la naturaleza de la transición biosfera-noosfera, incluyendo el desarrollo y la emergencia de la tecnosfera desde el final de la Segunda Guerra Mundial, hay otro factor, no considerado por Vernadsky, que debe tomarse en cuenta, y es la emergencia de la ciberesfera. Aunque incluye la industria electrónica de comunicaciones de teléfonos móviles y computadoras en general, la Internet es la forma final que define la ciberesfera. Aunque prevista desde la era del Sputnik en 1957, (algo llamado ARPANET fue creado por el Departamento de Defensa de EEUU en 1969) fue el desarrollo de la World Wide Web (la “telaraña o red mundial”) a finales de los 1990 el que llevó a la Internet a su manifestación tal como la conocemos ahora, y lanzada oficialmente a la ciberesfera.
Como la consolidación de la actividad mental y la comunicación humanas en un solo campo planetario operado tecnológicamente, la ciberesfera es la etapa artificial final antes de la emergencia de la noosfera como la estructura gobernante real de la siguiente etapa de la evolución. Pero como es ahora, la ciberesfera, y la Internet en particular, es la principal fuente de la polución noosférica. Como la explosión cacofónica final de la Torre de Babel, la Internet hace todo disponible, desde las enseñanzas más esotéricas hasta las formas más explícitas de la pornografía, la democratización definitiva de los valores y del mercado global. El resultado es la pérdida final de todo significado, aunque sólo sea porque todos están hablando al mismo tiempo y nadie puede decir cuál es el tema de la conversación.
La ciberesfera actual es en esencia lo que Marshall McLuhan concibió en los años 1960s como “la aldea global.” Como escribió McLuhan en la introducción a su texto más famoso, Entendiendo los Medios (1964), “Hoy en día, después de más de un siglo de tecnología eléctrica, hemos extendido nuestro sistema nervioso electrónico hasta ser un abrazo global, aboliendo tanto el espacio como el tiempo en lo que concierne a nuestro planeta. Rápidamente nos acercamos a la fase final de las extensiones del hombre: la simulación tecnológica de la conciencia…”. Adelantada unos treinta años a su tiempo, la aldea global de McLuhan es igualmente una definición de la ciberesfera, “la simulación tecnológica de la conciencia.”
Incluso antes de McLuhan, Pierre Teilhard de Chardin, quien junto con Vernadsky y Jules LeRoy, acuñó el término de noosfera, también percibió que la siguiente etapa evolutiva estaría mediada por una red electrónica global de comunicación. En el proceso de alcanzar el estado transmaterial y místico de la noosfera, Teilhard de Chardin previó claramente la fase de la ciberesfera y la aldea global como la gestación del cuerpo místico de Cristo, la culminación o Punto Omega de la evolución humana. En su visión, Teilhard vio el planeta entero “salpicado de puntos luminosos, cada una de esas estrellas correspondiendo a algún laboratorio o algún aparato alrededor de los cuales el humano, mediante su carga de energía y su unión, estaba siendo transformado aquí y ahora en algún ‘isótopo’ neo-humano, hasta que la hasta ahora oscura faz del planeta empezó a brillar con la ultrahumanidad … agitándose en movimiento: no con el movimiento monótono de un firmamento, sino con el movimiento creativo de una galaxia involutiva.” (Teilhard de Chardin, La Activación de la Energía, pp. 352-53)
La Internet desempeña esta función, la creación de una aldea global, en donde alrededor de algún aparato - la PC o el teléfono celular - el humano está transformándose en un neo-humano (la etnosfera), o más apropiadamente, el homo noosphericus. La ciberesfera producida por la Internet, el teléfono celular y el fax, es una noosfera esquelética, una porción terriblemente aleatoria y auto-organizada de la conciencia humana hablándose a sí misma en una diversidad anárquica de voces. Pero para que la evolución ocurra en la conciencia, en una escala igual a la extensión del planeta, se requiere de mucha más intencionalidad que la actitud liberal del giga-complejo de Internet. Ya se ha logrado una cierta unificación psicotécnica que elimina todas las fronteras nacionales, pero todavía debe alcanzarse un estado mental superior. Después de todo, la Internet es sólo una herramienta, y aunque despliega una noosfera aleatoriamente ideada en la acumulación de virtualmente cualquier pieza de conocimiento que haya habido, no define realmente, en sí misma, el futuro, la noosfera.
Necesariamente, siendo la condición evolucionada de la conciencia de la totalidad misma de la vida (y no sólo la regurgitación enciclopédica histórica del conocimiento por parte del humano), la noosfera está por encima y más allá de cualquier herramienta. La noosfera es verdaderamente de la mente, la invisible envoltura mental o de inteligencia del planeta en tanto cuerpo celeste entero. Como tal, la noosfera es completamente de la mente, y de una dimensión de la mente que apenas hemos sido capaces de pensar o captar.
En otra parte, Teilhard de Chardin presentó otra imagen provocadora, al definir la noosfera como “un solo y vasto ciclotrón cuyo efecto específico fuera producir, en vez de energía nuclear, energía psíquica en un estado continuamente más reflexivo… para producir el ultrahumano {homo noosphericus}”. (de Chardin, La Activación de la Energía, p. 349)
Esta concepción supone la noosfera como una estructura real, o como una expresión energética requiriendo de una estructura - un ciclotrón psíquico, por así decirlo - para producir “energía psíquica en un estado continuamente más reflexivo.” En tanto que la noosfera de Vernadsky es neo-marxista, la de Teilhard de Chardin es neo-cristiana, y decisivamente psico-espiritual en esencia. La liberación de la energía psíquica, el plasma de la noosfera, podríamos decir, es para acercarse a la “cristianización” de la humanidad. En otra parte (La Energía Humana, p. 51, 1969), el paleontólogo jesuita escribe: “El mundo daría un gran salto hacia Dios si todos los enfermos a la vez convirtieran sus penas en un deseo común de que el Reino de Dios madure rápidamente a través de la conquista y de la organización de la Tierra.” Esto es, la conquista de las estructuras humanas aberrantes que son la causa de la enfermedad, y la subsecuente reorganización de la Tierra de acuerdo a principios supermentales.
Aquí debemos hacer una pausa para considerar que la noosfera es un tipo de organismo o estructura, pero de una naturaleza puramente cuatridimensional (mental) que ha escapado a nuestra propia comprensión debido a que nuestra baja nube noosférica ha estado completamente inmersa en la intolerante unidimensionalidad de los paradigmas fisicalistas tridimensionales. La polución noosférica no es sino las múltiples y parlanchinas formas de pensamiento - la algarabía - atestadas en esta ilusión infradimensional de que lo físico es la única realidad. Esta ilusión es la que tiene atrapada a la mente de la humanidad hasta este mismo día, la causa de todos sus males y aflicciones. Asumiendo que éste sea el caso, entonces la emergencia noosférica augurada por el clímax de la crisis biosférica en el 2012 es más que un cambio cualitativo en la sociedad humana; es más bien un cambio dimensional de conciencia para el que la mayoría de nosotros no estamos bien preparados para comprender o siquiera considerar: un verdadero Punto Omega.
Más aun, si la biosfera está regulada por ciertas leyes que son consistentes con los procesos biogeoquímicos intrínsecos a las estructuras de la materia viva y su sostén, ¿no debería haber también leyes que gobernasen el funcionamiento de la noosfera? Si la materia viva está definida como la totalidad de los organismos vivos presentes en la Tierra en cualquier momento, ¿qué acerca de una conciencia viva? ¿Qué si la conciencia fuese en realidad una estructura cósmica inherente a las condiciones evolutivas de la vida que logran una escala planetaria de interactividad? Esta estructura noosférica ya está realmente en su lugar, de forma invisible, y ha estado moderando los ciclos evolutivos y geológicos desde la emergencia o aparición de la vida en este planeta. Ha estado esperando la maduración de la conciencia humana para que esté apropiadamente en forma para la siguiente línea evolutiva, el superhumano, el homo noosphericus, en espera ahora en los camerinos del teatro del mundo, listo para hacer su debut.
La capa humana de pensamiento que funciona a lo largo de toda esta cubierta noosférica como una masa caótica de contradicciones sin examinar, traducidas ahora en el “ruido” electrónico del ciberespacio, obedece sólo a las leyes del determinismo histórico. Pero la noosfera no es en realidad una función del determinismo histórico. Es la potencialidad de un tipo de actividad mental - procesos de pensamiento de una vibración elevada - que se hace evidente una vez que los procesos inferiores de pensamiento histórico-deterministas han sido agotados; entonces habrá la terminación de la polución noosférica. Más allá de ese momento cumbre, la noosfera, latente con sus propias leyes, se manifestará de una forma que es hoy inconcebible. La humanidad, por una vez, funcionará como un solo organismo unitario coordinado por la telepatía, hasta ahora sólo virtual e inherente, cubierta por estructuras mentales mecanicistas y artificialmente tecnológicas y procesos emocionales profundamente incrustados e históricamente condicionados.
Pensando acerca de la Noosfera - La Solución Noosférica.
La edad de las Naciones ha pasado.
Ahora, a menos que deseemos perecer,
debemos sacudirnos nuestros viejos prejuicios
y construir la Tierra.
Teilhard de Chardin, La Energía Humana, 1969, p. 37
El Segundo Congreso Planetario de Derechos Biosféricos representa en realidad el punto crítico en la transición biosfera-noosfera, cuando está claramente entendido que la solución real a la crisis biosférica es la emergencia de la noosfera; de ahí la emergencia noosférica.
La noosfera es realmente el advenimiento de un cambio cualitativo/dimensional en nuestra contextura evolutiva, el paso de una civilización técnica a la conciencia psicotécnica, la transición del hardware y software electrónicos a la telepatía y la cultivación de tecnologías telepáticas. Este es el significado real de la noosfera. En este sentido, la noosfera es la estructura de la futura conciencia en evolución del planeta, esto es, la conciencia de toda la vida, pero esto sólo hasta cuando la humanidad asuma su responsabilidad por el rol que juega en relación a toda la vida de la cual es el agente que refleja la inteligencia cósmica.
En tanto que la crisis biosférica demanda que actuemos en el nivel de la tercera dimensión, para que esa acción sea en última instancia efectiva, debe estar informada desde el nivel más alto y sintetizador de la conciencia. Por eso es imperativo que estudiemos y entendamos el significado de la noosfera, el término clave en el paso evolutivo conocido como transición biosfera-noosfera.
Actualmente no hay una definición convenida de la noosfera que esté por encima y más allá del nivel más genérico, de esfera mental planetaria, lo que emerge de la biosfera. Esto es porque no hay aún un campo de estudio coherente, la ciencia noosférica, la investigación científica de la naturaleza y estructura de la noosfera. Ciertamente, igual que hay una ciencia de la biosfera, hay una ciencia de la noosfera, y todo el tiempo que gastamos hoy en crear bombas inteligentes y cohetería, más bien lo transformaremos, en el futuro más inmediato, en una investigación científica de las leyes y los principios que gobiernan la noosfera.
Ahora mismo, podemos extrapolar que la noosfera representa la suma de todo el pensamiento humano conjuntado como una estructura o esfera planetaria, junto con la capacidad cognitiva contenida dentro de sus propios procesos intrínsecos. Igual que la mente tiene sus leyes de la lógica y la razón, y un lenguaje y una gramática, así también la noosfera tiene su lógica y gramática determinantes y guías, que quizás tengan mucho que ver con funciones y leyes matemáticas intrínsecas que regulan la multiplicación y propagación de la vida, así como con principios de resonancia morfogenéticos hasta hoy desconocidos. De hecho, podemos llegar a entender la necesidad de la noosfera como el subyacente e inconsciente mecanismo regulador o guía del proceso evolutivo biosférico. Esta es la función real de lo que es descrito como el banco psi {La Tierra en Ascenso (1984), El Factor Maya (1987), El Tiempo y la Tecnosfera (2002)}. Lo que estamos presenciando en el escenario del mundo actual es la noosfera volviéndose manifiesta o haciéndose consciente.