Foro Comunista

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    En recuerdo del Fallecimiento de Ernesto Che Guevara un 9 de Octubre hace 43 años.

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    Mensaje por vma1994 Mar Oct 09, 2012 11:59 pm

    A mis hijos
    Queridos Hildita, Aleidita, Camilo, Celia y Ernesto:
    Si alguna vez tienen que leer esta carta, será porque yo no esté entre Uds.
    Casi no se acordarán de mi y los más chiquitos no recordarán nada.
    Su padre ha sido un hombre que actúa como piensa y, seguro, ha sido leal a sus convicciones.
    Crezcan como buenos revolucionarios. Estudien mucho para poder dominar la técnica que permite dominar la naturaleza. Acuérdense que la revolución es lo importante y que cada uno de nosotros, solo, no vale nada. Sobre todo, sean siempre capaces de sentir en lo más hondo cualquier injusticia cometida contra cualquiera en cualquier parte del mundo. Es la cualidad más linda de un revolucionario.
    Hasta siempre hijitos, espero verlos todavía. Un beso grandote y un gran abrazo de
    Papá




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    Hasta siempre comandante :che2:
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    Mensaje por Manuel Pérez Miér Oct 10, 2012 5:14 am

    Larga vida al comandante Ernesto Guevara :che: :cubaflag:
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    Mensaje por pedrocasca Miér Oct 10, 2012 12:06 pm

    Lectura para un 9 de octubre, Julio Cortázar y el Che

    tomado de Pravda, Estado español

    Hoy es 9 de octubre y se cumplen exactamente 45 años del asesinato del Che Guevara. Es complicado no caer en la rabia y la nostalgia huera en tan funesto aniversario. Todo lo dicho o escrito parece volverse retórica. Y quizá sea así, y la única forma de honrar la memoria no sólo del Che sino de todos los revolucionarios de la historia, sea ponerse manos a la obra y organizar en hechos las palabras de quienes cayeron bajo la pólvora y decretos de las minorías explotadoras.

    Esa es sin duda la tarea, saltar del sillón y salir a la calle, pero no como un tropel ciego, sino organizadamente y sabiendo qué calle buscar, qué itinerario es el más adecuado para llegar a nuestra meta. Una meta bien definida, la meta del Che, asesinado por el imperialismo, un día como hoy, hace casi medio siglo. Una meta inevitable, entonces y hoy, desde las alturas de La Higuera a cualquier parte del planeta. Una meta, la del Che, que es la liberación del hombre, el socialismo y el comunismo.

    Con esta tarea inolvidable, queremos recomendar desde Tinta Roja una breve lectura para este día. Unas palabras que en su sinceridad sobrepasan la mera retórica y animan a comprender la necesidad de continuar en la lucha del Che Guevara. Se trata de la carta personal y del poema que el escritor argentino Julio Cortázar escribiera a unos amigos, días después del asesinato del Che. En ellas se refleja el juzgar de quienes sentimos en lo más hondo cualquier injusticia cometida en cualquier parte del mundo, y la imperiosa necesidad de tomar partido. Son también ejemplo y síntesis de cuál es el papel del intelectual en la lucha de clases y en la revolución, pero ese es otro tema, queda apuntado para futuras ocasiones. Hoy, 9 de octubre, esta es nuestra recomendación literaria especial.

    Carta y poema tras la muerte del Che

    Julio Cortázar

    París, 9 de octubre de 1967

    publicado en Julio Cortázar, Cartas 1964-1968, Edición a cargo de Aurora Bernárdez, Tomo 2, Alfaguara / Biblioteca Cortázar, 2000


    Roberto, Adelaida, mis muy queridos:

    Anoche volví a París desde Argel. Solo ahora, en mi casa, soy capaz de escribirles coherentemente; allá, metido en un mundo donde sólo contaba el trabajo, dejé irse los días como en una pesadilla, comprando periódico tras periódico, sin querer convencerme, mirando esas fotos que todos hemos mirado, leyendo los mismos cables y entrando hora a hora en la más dura de las aceptaciones.

    Entonces me llegó telefónicamente tu mensaje, Roberto, y entregué ese texto que debiste recibir y que vuelvo a enviarte aquí por si hay tiempo de que lo veas otra vez antes de que se imprima, pues sé lo que son los mecanismos del télex y lo que pasa con las palabras y las frases. Quiero decirte esto: no sé escribir cuando algo me duele tanto, no soy, no seré nunca el escritor profesional listo a producir lo que se espera de él, lo que le piden o lo que él mismo se pide desesperadamente. La verdad es que la escritura, hoy y frente a esto, me parece la más banal de las artes, una especie de refugio, de disimulo casi, la sustitución de lo insustituible.

    El Che ha muerto y a mí no me queda más que silencio, hasta quién sabe cuándo; si te envié este texto fue porque eras tú quien me lo pedía, y porque sé cuánto querías al Che y lo que él significaba para ti. Aquí en París encontré un cable de Lisandro Otero pidiéndome ciento cincuenta palabras para Cuba. Así, ciento cincuenta palabras, como sin uno pudiera sacarse las palabras del bolsillo como monedas. No creo que pueda escribirlas, estoy vacío y seco, y caería en la retórica. Y eso no, sobre todo eso no. Lisandro me perdonará mi silencio, o lo entenderá mal, no me importa; en todo caso tu sabrás lo que siento.

    Mira, allá en Argel, rodeado de imbéciles burócratas, en una oficina donde se seguía con la rutina de siempre, me encerré una y otra vez en el baño para llorar; había que estar en un baño, comprendes, para estar solo, para poder desahogarse sin violar las sacrosantas reglas del buen vivir en una organización internacional. Y todo esto que te cuento también me avergüenza porque hablo de mí, la eterna primera persona del singular, y en cambio me siento incapaz de decir nada de él. Me callo entonces. Recibiste, espero, el cable que te envié antes de tu mensaje. Era mi única manera de abrazarte, a ti y a Adelaida, a todos los amigos de la Casa. Y para ti también es esto, lo único que fui capaz de hacer en esas primeras horas, esto que nació como un poema y que quiero que tengas y que guardes para que estemos más juntos.

    Che

    Yo tuve un hermano.
    No nos vimos nunca
    pero no importaba.

    Yo tuve un hermano
    que iba por los montes
    mientras yo dormía.
    Lo quise a mi modo,
    le tomé su voz
    libre como el agua,
    caminé de a ratos
    cerca de su sombra.

    No nos vimos nunca
    pero no importaba,
    mi hermano despierto
    mientras yo dormía,
    mi hermano mostrándome
    detrás de la noche
    su estrella elegida.

    Ya nos escribiremos. Abraza mucho a Adelaida. Hasta siempre,

    Julio


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    Mensaje por pedrocasca Miér Oct 10, 2012 7:58 pm

    Hay en el Foro un tema titulado Diario del che - Ernesto Guevara, de tovarich Admin, en el que se dan links de descarga de este libro y la posibilidad de ver on line (y descargar) una edición facsímil del Diario:

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    Mensaje por pedrocasca Miér Oct 10, 2012 9:10 pm

    TRIUNFO DE CHÁVEZ: UNA OFRENDA PARA EL CHE

    texto de José Steinsleger

    publicado en La Jornada, diario mexicano

    tomado del blog La barricada cierra la calle pero abre el camino, el 10 de octubre de 2012

    En la crónica Sin olvido. Crímenes en La Higuera, los investigadores cubanos Adys Cupull y Froilán González transcribieron los apuntes del periodista inglés Richard Gott en la tarde del 9 de octubre de 1967, cuando el helicóptero que transportaba el cadáver del Che aterrizó en Vallegrande.
    El corresponsal de The Guardian, escribió: “…la operación fue dejada en manos de un hombre en traje de campaña, quien –y todos los puntos convergen– era incuestionablemente uno de los representantes del servicio de inteligencia de Estados Unidos y, probablemente, un cubano”.

    Cuarenta y cuatro años después, el 13 de abril de 2011, en el transcurso de un acto en homenaje a veteranos de la derrotada invasión mercenaria de Playa Girón (Cuba, 1961), la presidenta del Comité de Relaciones Exteriores de la Cámara de Representantes, Ileana Ros-Lehtinen, se fotografió en el Capitolio de Washington con el misterioso personaje: Félix Rodríguez, el asesino del Che.

    ¿Cuán cierto será que las ideas del Che han sido degradadas a mera iconografía de llaveros, tacitas y playeras? Creo que la interrogante se responde sola, pues también sus enemigos se han encargado de evocar, por la negativa, su memoria.
    No satisfecha con el homenaje referido, doña Ileana (a quien los cubanos de Cuba llaman con el cariñoso apodo de Loba Feroz), sufrió una crisis de histeria en septiembre pasado, cuando la Agencia Federal de Protección Ambiental (EPA, por sus siglas en inglés), envió un correo electrónico interno con una imagen del Che para celebrar el mes de la cultura hispana.

    La fotografía mostraba un carruaje de La Habana tirado por un caballo, pasando al lado de un mural con la foto del Che. Doña Ileana comentó: “Sin duda, la EPA podría haber elegido la imagen de una persona hispana que realmente poseía los atributos que muestran nuestra orgullosa identidad hispana”. O sea que el Che no descendería, en línea directa, del virrey de Perú José de la Serna Martínez de Hinojosa y Trujillo (1770-1832).

    Dos verdades: la una, relativa a la imagen mercantilizada del Che. Y la otra, que por aparecer en los estandartes de cuanto movimiento insurgente o juvenil irrumpe en los cuatro puntos de la Tierra obligó a que en los recientes Juegos Olímpicos el gobierno inglés girase instrucciones a la policía de Londres para impedir el ingreso a los estadios a los que usaran playeras con la imagen del Che.

    En 2007, con motivo del 40 aniversario de la caída del Che, escribimos que de la justicia de la comparación entre las unas y otras imágenes del guerrillero heroico, depende “…la claridad y la transparencia de la imagen”. O dicho de otro modo: ¿qué imagen nos interesa proyectar del Che?.

    Sin respuestas de cajón, la inquietud ofrece cierto grado de complejidad. En particular, para los que lejos del guevarismo y sus teorías, llevan al Che en sus corazones. Pacifistas y tolerantes a la carta, abstenerse: ni por asomo, aludimos a los que se regodean con la besucona dicotomía violencia/no violencia.

    El legado del Che fue como el de Leonardo, aquel mago del Renacimiento que nunca finalizaba sus proyectos, dejándolos en bocetos o a medio hacer para que sus discípulos los continuaran. ¿No dijo el Che que había pulido su voluntad “…con delectación de artista”?

    Los expertos en Historia del Derrotismo podrán sostener que las luchas revolucionarias de Miranda, Bolívar, Hidalgo, Morelos, Guerrero, fueron como las del Che, perdedoras. Sin embargo, habrá de repararse en que la gallardía de la que todos ellos dieron ejemplo, permitió que nuestros pueblos empezaran el siglo desempolvando sus bocetos, y poniéndolos al día con los nuevos ideales de la emancipación.

    En Vallegrande, el inglés Gott apuntó que el Che “…fue quizá la única persona que tratara de encaminar las fuerzas radicales en todo el mundo, en una campaña concentrada contra Estados Unidos. Ahora está muerto, pero es difícil imaginar que sus ideas mueran con él”.

    Me parece que en todo lo relativo al Che (y lamento si los inspectores de revoluciones caen en profunda depresión), habrá que revalorar el término ideas haciéndole un corte de manga al vocablo ideología, inescrutable y resbaladizo concepto de origen germano.
    El legado del Che fue la continuación de nuestro propio Renacimiento político, puesto en acción por don Francisco de Miranda hace más de 200 años. Prueba de ello la encontramos en el satélite de comunicaciones que lleva su nombre (lanzado en septiembre último desde el desierto de Gobi en el marco de la cooperación China-Venezuela), que transmitió al mundo la arrolladora victoria de Hugo Chávez.

    No viene al caso especular acerca de cuál hubiera sido la posición del guerrillero heroico frente a la revolución bolivariana. Pero guardo la sensación de que no bien se conocieron los resultados de los comicios presidenciales, el espíritu de Miranda se habrá dicho: … ¡qué linda ofrenda para el Che!
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    Mensaje por pedrocasca Miér Oct 10, 2012 9:34 pm

    ¿Qué dirias, Ernesto?

    escrito por Gustavo Robles

    tomado de revista Libre Pensamiento el 10 de octubre de 2012

    ¿Qué dirías, Ernesto, si pudieras ver tu imagen flamear en las banderas de quienes entregan todo lo nuestro a los poderosos del mundo?.

    ¿Qué dirías Comandante, si fueses testigo de este presente dónde los que se dicen "populares" gobiernan para llenarle aún más los bolsillos a los patrones?.

    ¿Qué, ante la soberbia que atropella al pobrerío y lo echa de sus pedacitos de tierra, para entregárselos a las corporaciones multinacionales de la soja, de la minería, del gas y del petróleo?.

    ¿Qué, ante los que pagan una "deuda" al poder financiero que la provocó, y dicen que "eso" es "soberanía"?.

    ¿Qué, ante los que le ponen techo a los sueños proletarios, y procesan y encarcelan y reprimen a los que no se conforman y protestan?.

    ¿Qué, ante los que se regocijan con Harvard y denostan a La Matanza?.

    ¿Qué, ante los traidores que mancillando la enseña roja, las hoces y los martillos, apoyan y aplauden semejantes desatinos?.

    Cuarenta y cinco años después, esa coherencia que fue tu estandarte, no encuentra espacio en nuestra tierra.

    Habrá que construirlo, Comandante, enterneciéndonos sin perder la dureza necesaria, para lograr hacer realidad el sueño por el que luchaste y entregaste tu sangre y tu vida generosas.

    Ése será nuestro mejor homenaje, hermano, camarada.
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    Mensaje por Razion Sáb Oct 13, 2012 2:58 pm

    CHE GUEVARA, HOMBRE DE ACCIÓN

    Por eso en este 8 fundidos con el che, como hubiese sido su deseo, queremos recordar y rendir homenaje a la grandeza y arrojo de todos aquellos héroes anónimos, a los combatientes innombrados, a los guerrilleros farianos que han ofrendado su vida a lo largo de esta lucha por una causa justa. Qué difícil ser como él, pero lo seguimos intentando.

    "Quizá no haya país en el mundo en que la palabra «guerrillero» no sea simbólica de una aspiración libertaria para el pueblo” CHE.

    Todos los años por esta fecha conmemoramos el día del guerrillero heróico en homenaje al che como el combatiente de la libertad por excelencia.

    A su nombre se han escrito miles de páginas, editado cientos de fotos y afiches, esculpido en decenas de monumentos, su figura estampada en camisetas y en cantidad de objetos inimaginables, incluso en pasacalles de barras de futbol, hasta convertirlo en un ícono de moda y en un objeto de consumo.

    Estamos seguros que en medio de su modestia y su irreverencia nunca hubiera aceptado que se le rindieran tales reconocimientos y honores, por que el che también era un convencido que son los pueblos y no los hombres los que hacen la historia. Pero hay individuos que llegan al ruedo de la historia y se aseguran un lugar perenne en la memoria de los hombres por la consecuencia de su pensamiento y sus acciones, siguiendo el camino del sacrificio, la razón, la integridad moral y el amor por la libertad. ¡Un legado imposible de eludir!

    Hoy cuando nos aprestamos a iniciar a una nueva batalla de ideas, un nuevo combate político, enfrentando a nuestro enemigo de clase en una mesa de conversaciones, no podemos dejar olvidar la definición que hiciera de lo que es un guerrillero, único título del que se sentía orgulloso el Che:
    «El guerrillero es un reformador social. El guerrillero empuña las armas como protesta airada del pueblo contra sus opresores, y lucha por cambiar el régimen social que mantiene a todos sus hermanos desarmados en el oprobio y la miseria. Se ejercita contra las condiciones especiales de la institucionalidad de un momento dado y se dedica a romper con todo el vigor que las circunstancias permitan, los moldes de esa institucionalidad.»

    La rebeldía Americana no calla, sus ideas libertarias siguen vivas en todos los pueblos de la América nuestra, en cada uno de los guerrilleros farianos, en cada momento de nuestro accionar, nutriendo nuestra conciencia en la búsqueda de una patria libre, soberana, sin explotadores, sin explotados, sin intervencionismo extranjero, con paz y justicia social.

    Por eso en este 8 fundidos con el che, como hubiese sido su deseo, queremos recordar y rendir homenaje a la grandeza y arrojo de todos aquellos héroes anónimos, a los combatientes innombrados, a los guerrilleros farianos que han ofrendado su vida a lo largo de esta lucha por una causa justa. Qué difícil ser como él, pero lo seguimos intentando.

    Octubre 8 de 2012.

    PONENCIA DE LA TERCERA ESCUADRA, COMPAÑÍA EFRAIN GUZMAN. BLOQUE MARTIN CABALLERO, FARC-EP.
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    Mensaje por Razion Miér Oct 09, 2013 9:55 pm

    Se cumple otro año más de la caída en combate y posterior asesinato del Comandante Ernesto "Che" Guevara.
    Hasta la Victoria Siempre.
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    Mensaje por sandiarebelde Jue Oct 10, 2013 2:39 am

    Hace ya 46 años, y sigue y seguirá vivo en la memoria colectiva como el luchador y héroe que fue.

    ¡Viva el Che y hasta la victoria, siempre!
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    Mensaje por Razion Dom Oct 08, 2017 2:03 pm

    Ya mañana se cumplen cincuenta años.

    Hasta la Victoria Siempre.
    Patria o Muerte.

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    Sábado 07 octubre 2017
    José Alejandro Rodríguez

    Che, el antidogma

    A veces me pregunto si podremos ser como el Che, pioneros nuestros; si lo mantendrá vivo y palpitante la liturgia de desempolvarlo en frases y palabras altisonantes los días de sus conmemoraciones, aunque después los adultos hagamos lo que nos parezca y lo neguemos a cuentagotas con la desidia, la indolencia, el acomodamiento o la imposición.

    Hoy, cuando se cumplen 50 años de su caída en La Higuera, las ofrendas y homenajes más recurrentes son al Guerrillero Heroico, al redentor de los preteridos y olvidados de siempre; como si ese irreductible no fuera el mismo en la guerra y la paz. Como si aquella pólvora justiciera no se perpetuara en su osadía de la redención humana desde el poder, en su voluntad espartana de construir un mundo y un hombre nuevos —todavía una aspiración— para honrar tanta sangre derramada.

    Después del 1ro. de enero de 1959, y hasta la partida a otras tierras que reclamaban el concurso de sus modestos esfuerzos, el Comandante Ernesto Guevara de la Serna se ganó también los grados de líder más que de funcionario. De  mesías y adelantado de una Revolución que, en el concepto espartano del rosarino, debía estar en perpetua revolución para no necrosarse.

    Che fue el antidogma a lo largo de una vida que siempre despreció las predestinaciones de la comodidad y la oportunidad en pos del hereje sacrificio. Por eso, con inteligencia y talento excelsos para convertirse en un gran médico, siguió a Fidel y se alistó en el Granma, proa definitivamente a la Revolución, Sierra Maestra, Columna 8… hasta las más difíciles e inéditas batallas después del triunfo de 1959.

    Su lealtad a Fidel y a la Revolución como combatiente y estadista, cimentada en altas dosis de sacrificio y voluntad, en un ejemplo personal que ha hecho leyenda para siempre, nunca dejó de ser insurgente. Junto a un elevado compromiso en cada tarea encomendada, nos legó un modelo de exégeta de la calidad y la belleza en el socialismo, de propulsor y dialéctico centinela de la propia obra revolucionaria. Como cuadro «columna vertebral de la Revolución», era a la vez conciencia crítica, análisis profundo y amoroso de lo que se iba gestando.

    Su coherencia entre palabra y vida, de la cual perviven tantas historias aleccionadoras, tenía que ver mucho con su concepción de la Revolución como un proceso formador, en el cual se trabaja duro por el bienestar y el mejoramiento, y a la vez se analiza desde la duda, el pensamiento creador e indagatorio, por incisivo y renovador que sea.

    Che todavía nos alerta de que la incondicionalidad pasa por cabeza propia, el criterio personal, el debate y la polémica, el estudio e investigación previos, el diagnóstico científico como antídoto del súbito voluntarismo. Nos legó el alerta sabio y precoz como clave de la honestidad, no la complaciente anuencia ante los males, propia de simuladores y adulones que él aborrecía.

    Entre sus herencias siguen gravitando sobre nuestros esfuerzos por perfeccionar el socialismo cubano —no siempre fructíferos—, el imperativo del control, el rigor y la disciplina, pero no sobre ucases e imposiciones, sino con el encantamiento de involucrar a todos desde las bases para que participen de veras y no solo cumplan órdenes. Él supo escuchar y palpar siempre bien abajo, como alimento insustituible para las tareas de dirección.

    A diferencia de concepciones burocratizantes, tecnocráticas y elitistas alejadas del sentir de las masas, que al final dieron al traste con el socialismo real en las nevadas latitudes esteuropeas, Che nos sigue alertando, desde su praxis y su pensamiento teórico acerca de la transición socialista, de que esta nueva sociedad solo se puede construir con el hombre como centro. Desde él, con él y para él.

    Y en ese enfoque humanista del proceso reflexionó con alto nivel conceptual acerca de las contradicciones y los dilemas de la nueva sociedad, en cuanto a lograr la confluencia y el equilibrio necesarios entre la vanguardia política, la masa participante y el individuo con sus particularidades, un tema aún álgido y controversial en el socialismo. (Léase El Socialismo y el hombre en Cuba).

    Che predicó, en pensamiento y obra, que sin la acción consciente del ser humano no puede construirse la nueva sociedad. No hay mecanismo que valga por sí solo. La importancia que le dio al llamado factor subjetivo como fermento y garantía de los procesos transformadores, lo hizo rebelarse contra el determinismo imperante entonces en la URSS, el manualismo mecanicista y los dogmas que todo lo presuponían y absolutizaban de acuerdo con leyes históricas y las famosas contradicciones entre fuerzas productivas y relaciones de producción, obviando la capacidad humana de crecerse en su conciencia y rebeldía.

    Solo un precoz visionario de las dinámicas sociales como él, podía haberse adelantado, en años fundacionales de la Revolución, a diagnosticar los males, y las deformaciones paralizantes que se acumulaban en el socialismo europeo, y que dieron al traste con esas sociedades, ya en un abismo entre el pueblo y la vanguardia y en un anquilosamiento económico, frente al viejo y taimado capitalismo, que siempre emerge por encima de sus crisis con fórmulas camaleónicas. Y esas son también alertas para la Revolución Cubana hoy.

    Che trabajó en cuerpo y alma, en hechos y reflexiones hondas, para que Cuba alcanzara el camino de la redención social y humana, de la liberación total del individuo. Ese fue su combate inacabado, que aún espera aquí por la victoria definitiva. Por eso anda entre nosotros, ojo avizor ante cualquier acechanza o emboscada, premiando lo justo e inteligente, y censurando nuestros dislates. Che persiste.


    Videos y documentales:
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    Videos: documental de Tristán Bauer, entrevista de la cadena ABC y sus intervenciones en la ONU y la OEA

    “Che, un hombre nuevo”, de Tristán Bauer

    Ernesto Guevara, el Che, asesinado a los 39 años, se ha convertido en un verdadero icono de nuestros tiempos.
    Su imagen, su obra y su pensamiento tienen hoy una fuerza arrolladora.

    La clave a desentrañar a través del documental es su intimidad, su continua formación, su coherencia, el estudio y el pensamiento al servicio de la acción y de la construcción de un mundo nuevo, su particular mirada poética sobre la realidad.



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    Mensaje por sorge Dom Oct 08, 2017 7:20 pm

    5 octubre 2017|
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    El Che, medio siglo después
    Atilio Borón

    12Comentarios
    “Por la noche di una pequeña charla sobre el significado del 26 de Julio; rebelión contra las oligarquías y contra los dogmas revolucionarios.”

    El Che, medio siglo después
    “El socialismo económico sin moral comunista no me interesa. Luchamos contra la miseria, pero al mismo tiempo luchamos contra la alienación.”

    Las dos citas del epígrafe que preceden este trabajo resumen admirablemente el pensamiento del Che. La primera está contenida en su célebre Diario redactado durante la campaña guerrillera en Bolivia. La segunda en una entrevista que le hiciera Jean Daniel en Argelia. Ambas delimitan los contornos de su proyecto político integral, irreductible a las estériles fórmulas del marxismo soviético imperante en aquellos tiempos y a la redefinición en clave economicista de la gigantesca empresa de construir un hombre y una mujer nuevos.  Es necesario recordar estos planteamientos en vísperas del quincuagésimo aniversario del asesinato del Che en Bolivia.

    Las circunstancias del crimen son archiconocidas y no tiene sentido reiterar aquí lo que es por todos sabido. Nomás basta con recordar que caído en combate, el día anterior, las heridas del Che no ponían en riesgo su vida. Pero la orden emanada de la CIA fue terminante: “mátenlo y desaparézcanlo.” Que no haya un santuario donde descansen sus restos y se convierta en un lugar de peregrinación para sus seguidores de todo el mundo. “Que siga la suerte de Patrice Lumumba”, habrán pensado sus asesinos. El asesinato del comunista congoleño fue aún más vil y canallesco que el del Che. A éste lo mataron de un balazo, uno sólo, disparado a quemarropa. Al africano lo acribillaron a balazos, lo enterraron en un lugar secreto y, poco después, dos oficiales de la policía belga, expertos en esta clase de crímenes, exhumaron el cadáver, lo cortaron en trozos y lo sumergieron en ácido sulfúrico para disolver sus restos y eliminar cualquier posibilidad de encontrarlos.

    La obsesión del imperio y sus aliados, en el caso de Lumumba los británicos y los belgas, era no sólo matar sino hacer olvidar. La misma obcecación perturbaba el sueño de los estadounidenses cuando capturaron al guerrillero heroico.  El plan funcionó con el congoleño, pero fracasó por completo con el Che. Aún desaparecido su presencia se tornó cada día más gravitante y el guerrillero heroico se convirtió en un ícono revolucionario mundial, una bandera de todas las luchas en cualquier lugar del planeta. Allí donde un explotado o un oprimido se levanta contra una injusticia la imagen del Che -inmortalizada en aquella fenomenal fotografía captada por Alberto Díaz (Korda)- se convierte de inmediato en el símbolo universal de la lucha, en bandera de combate contra toda forma de opresión. Treinta años después de su asesinato los restos del Che aparecieron en una fosa común en Valle Grande de donde fueron enviados de regreso a Cuba y hoy descansan para siempre en Santa Clara, la ciudad en donde libró y ganó la decisiva  batalla que abriría de par en par las puertas para el triunfo de la Revolución Cubana.

    Decíamos que los trazos principales de su biografía son de sobra conocidos. Baste con decir que si bien el Che provenía de una familia y un ambiente social progresista, claramente identificado con los republicanos durante la Guerra Civil española y por ello netamente antifascista, su proceso de formación ideológica tuvo un vuelco decisivo con la constatación in situ de la lacerante situación de las clases populares durante sus dos viajes por América Latina en los cuales Bolivia fue una necesaria estación de su odisea continental. Dueño de una curiosidad inagotable y de una inmensa capacidad de trabajo, sus numerosas lecturas fueron dando forma a una cosmovisión revolucionaria que la asumiría íntegramente (y la profundizaría) el resto de su vida.

    El Che: teórico de la práctica, práctico de la teoría

    Cabe preguntarse, en tiempos dominados por el eclecticismo posmoderno y la desilusión con la política y la democracia burguesas, ¿qué es lo que queda del mensaje del Che para las actuales generaciones?  Muchas cosas, por supuesto. Por algo sigue siendo fuente de inspiración para los luchadores sociales de todo el mundo. Queda su inquebrantable coherencia, la inescindible unidad entre teoría, pensamiento y práctica que rigió toda su vida; su absoluta convicción de que este mundo es inviable y que sólo una revolución a escala planetaria podrá salvarlo de la némesis  que lo lleva a su autodestrucción. Suficiente para comprobar la excepcional actualidad del Che y la vigencia de sus enseñanzas, de sus escritos, sus discursos, su ejemplo.

    En esta ocasión quisiera adentrarme un poco más en su legado teórico forjado, como decíamos más arriba, por su práctica política que arranca con sus dos viajes por Latinoamérica donde establece su primer contacto orgánico con el marxismo a través de un médico sanitarista peruano, el doctor Hugo Pesce Pescetto, especialista en el tratamiento de la lepra. Pesce había sido, junto a José Carlos Mariátegui, co-fundador del Partido Socialista Peruano y a la sazón era uno de los máximos dirigentes del Partido Comunista del Perú. El Che lo conoce en su primer viaje cuando arriba a Lima, en Mayo de 1952, y es a partir de ese diálogo que se profundiza su conocimiento del marxismo. Esto lo reconoce el Che quien, años después,  al enviarle de obsequio un ejemplar de “La Guerra de Guerrillas.” escribe en su dedicatoria lo siguiente:    

    «Al Doctor Hugo Pesce, que provocara, sin saberlo quizás, un gran cambio en mi actitud frente a la vida y la sociedad, con el entusiasmo aventurero de siempre pero encaminado a fines más armoniosos con la necesidades de América.»

    Y firma, “Faternalmente, Che Guevara.”          

    Su vínculo con Hilda Gadea, peruana radicada por entonces (año 1953) en Guatemala profundiza su familiarización con los clásicos del marxismo. Los dramáticos acontecimientos que tienen lugar en 1954 en ese país: la invasión organizada por la CIA al mando del coronel Castillo Armas y el derrocamiento de Jacobo Arbenz habrían de completar con las duras lecciones de la praxis el proceso formativo del joven médico argentino. La continuación de su viaje hacia Ciudad de México, luego del afortunado encuentro en Guatemala con el “moncadista” cubano Antonio “Ñico” López (que sería quien rebautizaría a Guevara con el “Che” que lo haría célebre) lo pone en contacto primero con Raúl Castro Ruz y luego con su hermano, Fidel. Tal como lo cuenta el mismo Guevara, bastó una noche de conversación con el Comandante para que se convirtiera el médico de los expedicionarios del Granma y sin atisbarlo, iniciara el camino que lo transformaría en el más famoso guerrillero del mundo. En sus propias palabras, según una confesión que le hiciera a Jorge Masetti y que la reprodujera en una carta que enviara a sus padres desde México: “Charlé con Fidel toda una noche. Y al amanecer ya era el médico de la futura expedición”. La admiración que se prodigaban recíprocamente era extraordinaria, y se hizo patente en esa larga conversación de diez horas a mediados de Julio de 1955 en Ciudad de México. El Che percibió rápidamente que Castro era “un hombre extraordinario. … Tenía una fe excepcional en que una vez que saliera hacia Cuba, iba a llegar. Que una vez llegado iba a pelear. Y que peleando, iba a ganar. Compartí su optimismo. Había que hacer, que luchar, que concretar. Que dejar de llorar, y pelear”.

    En las páginas que siguen echaremos un vistazo a una de las facetas menos conocidas -o, tal vez, la más olvidada- de este personaje extraordinario. Su condición de recreador del pensamiento marxista en clave latinoamericana. Desconocimiento u olvido explicable por la celebridad adquirida como “el guerrillero heroico”, por la productividad de su praxis histórica que, lógicamente, eclipsa todas las demás.  Valiente hasta el punto de llegar a la temeridad, como lo reconocería Fidel,  y a la vez noble y generoso como pocos con sus vencidos, el Che guerrillero ejerce tal fascinación que desplaza hacia las sombras al fecundo teórico marxista. Este extraño combatiente, este hombre de acción, luchaba con las armas en la mano mientras cargaba en su mochila las poesías de León Felipe y Pablo Neruda. En sus campamentos en la selva boliviana había más de un centenar de libros, muchos de los cuales eran verdaderas joyas del pensamiento social universal. No fue entonces casualidad su capacidad para recibir críticamente algunas de las categorías del marxismo soviético y para someter a implacable crítica la grotesca deformación que éste había sufrido a manos de la Academia de Ciencias de la URSS y sus insoportables manuales de “marxismo-leninismo”. Hay un sugestivo paralelo entre Gramsci y el Che: ambos repudiaron las codificaciones “escolásticas” del marxismo, sean éstas de la Segunda o la Tercera Internacional. Gramsci, burlándose de la interpretación canónica de El Capital instaurada por la Segunda Internacional. Lo hace en su breve escrito a propósito del estallido de la Revolución Rusa, “La revolución contra El Capital”.  El Che, haciendo lo propio con los manuales soviéticos que también decretaban la imposibilidad de la revolución en los países atrasados.

    Tanto uno como el otro libraron una batalla sin cuartel  contra el “economicismo” décadas antes de que algunos intelectuales, arrepentidos de sus pecados juveniles, renacieran como infecundos posmarxistas y “descubrieran” el determinismo economicista que, según ellos, condenaba irremisiblemente la teoría marxista al cementerio de las ideas. Carentes del talento y la audacia intelectual que les sobraban a Gramsci y el Che, se rindieron ante las caricaturas del marxismo y en lugar de repensarlo creativamente arriaron sus banderas, borraron su propia historia y su identidad y optaron por adherir a la ideología del nuevo bloque dominante o, en el mejor de los casos, por un estéril eclecticismo.

    Heredero de una noble tradición, de la cual José Carlos Mariátegui fue el gran precursor, el Che concebía al marxismo en sintonía con la Tesis Onceava de Marx: en vez de interpretar el mundo, de lo que se trata es de cambiarlo. Como Lenin, creía que “el marxismo no era un dogma sino una guía para la acción”. Por eso, si la teoría se daba de bruces con la realidad aquélla debía ser meticulosamente revisada. Si el eurocentrismo del marxismo originario no le hacía lugar a la revolución socialista en la periferia había que liberarlo de esos condicionamientos y, sin tirar al niño junto con el agua sucia de la bañera, recrear la teoría para dar cuenta del inédito desafío práctico que no había sido previsto por los padres fundadores. Y si los “manuales” soviéticos postulaban una visión etapista y mecanicista según la cual no podía haber revolución socialista sin que antes hubiera una revolución democrático-burguesa liderada por la burguesía nacional, lo que había que hacer era arrojar esos textos por la borda y repensar todo de nuevo.

    En esta operación el Che demostró, al igual que los grandes clásicos del pensamiento marxista, que la teoría no es un edificio acabado sino una obra en construcción y, por lo tanto, en permanente revisión y reconstrucción. Demostró también que el abandono de ciertas proposiciones (y sus correlatos político-prácticos) y su reemplazo por otras puede hacerse sin necesariamente menoscabar el argumento central del marxismo; la teoría de la plusvalía como la viga maestra que revela el carácter insanablemente injusto, explotador y predatorio del capitalismo. Y que el proyecto socialista trasciende el marco económico o el productivismo: que de lo que se trata es de crear un hombre y una mujer nuevos, una nueva cultura, una democracia participativa integral, una nueva economía, un internacionalismo concreto y eficaz, basado en la solidaridad efectiva y el altruismo. Todo esto requiere de un sustento material; pero si en este todavía sobreviven los elementos constitutivos del capitalismo el proyecto socialista habrá muerto antes de nacer.

    El legado teórico del Che es inmenso y la tarea de recuperarlo está lejos de haber sido realizada. Sus pesimistas apreciaciones sobre la escena internacional de su tiempo, dominada por la doctrina de la “coexistencia pacífica” proclamada por la URSS, fueron proféticas. La “guerra de las galaxias” de Reagan y la ofensiva final de George Bush (padre) terminaron destruyendo a la Unión Soviética y evidenciando el yerro de aquella doctrina; su visión de que no se puede construir el socialismo “con la ayuda de las armas melladas que nos legara el capitalismo” es irrebatible a la luz de la experiencia. Su premonición de que la URSS ya había iniciado el retorno hacia el capitalismo, formulada a mediados de los sesentas, revela el incisivo carácter de su mirada. Además, sus análisis sobre la naturaleza incorregible y brutal del imperialismo fueron corroborados sin solución de continuidad.

    Así lo prueban las atrocidades perpetradas en Hiroshima y Nagasaki pasando por los horrores perpetrados durante once años en la Guerra de Vietnam, los “bombardeos humanitarios” de Bill Clinton en los Balcanes,  el criminal bloqueo primero y la destrucción después de Irak, el posterio saqueo y destrucción de Libia -con linchamiento de Muammar el Gadafi incluido- el brutal ataque a Siria, la “invención”  del ISIS y, entre nosotros, su no menos criminal ofensiva lanzada contra la Revolución Cubana desde sus inicios y, posteriormente, contra cuanto gobierno haya tenido la pretensión de luchar por la autodeterminación nacional y la justicia social. La brutal escalada violenta lanzada contra la Revolución Bolivariana en Venezuela es apenas el último eslabón de una siniestra cadena de crímenes. Por esto, y por muchas otras razones, a cincuenta años de su asesinato el Che es nuestro contemporáneo y sigue siendo permanente fuente de inspiración.

    Crítica de la Economía Política del capitalismo y del socialismo

    El Che fue un implacable crítico del capitalismo como sistema, y de los diversos proyectos que en Nuestra América trataron de presentarlo con un rostro amable y progresista. En ese sentido sobresalen las reflexiones volcadas en el brillante discurso que pronunciara el 8 de Agosto de 1961 en la Conferencia del Consejo Interamericano Económico y Social de la OEA celebrada en Punta del Este. La reunión había sido impulsada por la Administración Kennedy con dos objetivos: organizar el “cordón sanitario” para aislar a Cuba y lanzar con bombos y platillos la Alianza para el Progreso (ALPRO), como alternativa a los ya inocultables éxitos de la Revolución Cubana.

    En el tramposo marco de esa conferencia el Che no sólo refutó las calumnias lanzadas por el representante de Washington, Douglas Dillon y sus lenguaraces latinoamericanos, sino que también hizo gala de su notable ironía para dejar en ridículo a quienes proponían como panacea universal para América Latina a la ALPRO, la “mal nacida”, como la fulminara en su obra el inolvidable Gregorio Selser. Anticipándose a una crítica que posteriormente adquiriría generalizada aceptación el Che dirigió sus dardos en contra de los proyectos de desarrollo pergeñados por la tecnocracia internacional del Banco Interamericano de Desarrollo, el Banco Mundial o el FMI, obra de “técnicos muy sesudos” -decía, mientras su rostro se iluminaba con una sarcástica sonrisa- para los cuales mejorar las condiciones sanitarias de la región no solo era un fin en sí mismo sino un requisito previo de cualquier programa de desarrollo. Guevara observó que, en línea con esa premisa, de 120 millones de dólares en préstamos desembolsados por el BID la tercera parte correspondía a acueductos y alcantarillados.

    Y añadía que “Me da la impresión de que se está pensando en hacer de la letrina una cosa fundamental. Eso mejora las condiciones sociales del pobre indio, del pobre negro, del pobre individuo que yace en una condición subhumana; ‘vamos a hacerle letrinas y entonces, después que le hagamos letrinas, y después que su educación le haya permitido mantenerla limpia, entonces podrá gozar de los beneficios de la producción.’ Porque es de hacer notar, señores delegados, que el tema de la industrialización no figura en el análisis de los señores técnicos (entre los cuales figuraba con prominencia Felipe Pazos, economista cubano que había buscado “refugio” en Estados Unidos ni bien triunfara la revolución). Para los señores técnicos, planificar es planificar la letrina. Lo demás, ¡quién sabe cuándo se hará!” Y remataba su ironía diciendo que “lamentaré profundamente, en nombre de la delegación cubana, haber perdido los servicios de un técnico tan eficiente como el que dirigió este primer grupo, el doctor Felipe Pazos. Con su inteligencia y su capacidad de trabajo, y nuestra actividad revolucionaria, en dos años Cuba sería el paraíso de la letrina, aun cuando no tuviéramos ni una de las 250 fábricas que estamos empezando a construir, aun cuando no hubiéramos hecho Reforma Agraria.”

    Al exponer las falacias de la ALPRO, mismas que con diferentes imágenes hoy sostienen los ideólogos del neoliberalismo y del libre cambio, el Che atacó también la pretensión de los economistas que presentan sus planteamientos políticos como si fueran meras opciones técnicas. La economía y la política, decía, “siempre van juntas. Por eso no puede haber técnicos que hablen de técnicas, cuando está de por medio el destino de los pueblos.” Al insistir en la inherente politicidad de la vida económica el Che subrayaba una verdad que la ideología dominante ha ocultado desde siempre, haciendo que las opciones de política económica que deciden quién gana y quién pierde, quién se empobrece y quién se enriquece, aparezcan como meros resultados de inexorables ecuaciones matemáticas, “objetivas”, incontaminadas por el barro de la política.

    Si hoy en la Argentina o Brasil, como en Estados Unidos o Europa, crecientes sectores de la población son arrojados al desempleo o por debajo de la línea de la pobreza mientras que la rentabilidad de las grandes empresas y los salarios de sus máximos ejecutivos se miden en millones de dólares esto no puede ser adjudicado a ningún factor político sino que es el gélido corolario de un juicio estrictamente técnico. Si el ajuste neoliberal empobrece a los pobres y enriquece a los ricos no es porque se haya tomado una decisión política en contra de los primeros sino porque así lo dicta un argumento técnico, optimizador de los equilibrios macroeconómicos requeridos para el crecimiento de la economía. Sólo un espíritu estrecho podría pensar que una tal decisión refleja las prioridades de una clase dominante interesada en promover ese resultado y para la cual es preferible salvar a los bancos antes que salvar a los pobres. Guevara destruyó implacablemente estos argumentos, predecesores de los actuales que hoy resurgen con fuerza en la Argentina de Mauricio Macri y en el Brasil de Michel Temer en donde las ideas que el Che combatió con enjundia en Punta del Este reviven bajo nuevos ropajes pero con las mismas intenciones.

    Pero más allá de su crítica a estos proyectos ensayados en Nuestra América el Che sometió al escalpelo de su incisiva inteligencia la burda codificación de la teoría económica de Marx realizada por la Academia de Ciencias de la Unión Soviética y que se plasmó en un “Manual” que, como observara el economista cubano Osvaldo Martínez, se convirtió en los años sesenta en una especie de “Biblia económica” que en la práctica, sustituía a  El Capital . Ese “ladrillo soviético” planteaba lo que según sus autores era nada menos que la economía política de la transición al socialismo y perfilaba, en grandes rasgos, los contornos del socialismo desarrollado. Huelga decir que dicho texto no era otra cosa que la exaltación del proceso único e irrepetible seguido por la experiencia de la Unión Soviética durante el estalinismo, elevado a la categoría de “modelo” de ineludible implementación por todos los países que iniciaran el escabroso sendero de la revolución socialista. El Che se impuso la tarea de examinar los problemas, falencias y desviaciones de la experiencia soviética –que pasaban inadvertidos para la mayoría de los observadores y militantes-  con el “mayor rigor científico posible” y con “la máxima honestidad”. Agregaríamos que, también, con la máxima discreción. Sus críticas a la Unión Soviética, sobre todo a su modelo económico y a la teoría de la “coexistencia pacífica”, eran bien conocidas y compartidas in pectore por Fidel y buena parte de la dirigencia del Partido. Pero Fidel, en cuanto Jefe de Estado, no podía decir lo que, una vez desvinculado de sus cargos formales en Cuba –en el Partido, en las fuerzas armadas revolucionarias, en el aparato estatal- el Che podía ya decir sin impedimentos. La Cuba bloqueada y agredida, sometida a atentados permanentes y a una ofensiva diplomática, política y mediática brutal tenía demasiados enemigos y no podía darse el lujo de criticar abiertamente a los pocos amigos con los que contaba en este mundo. La URSS lo era, más por razones de conveniencia geopolítica para Moscú que por una genuina identificación con la Revolución Cubana, y hubiera sido un gesto de enorme irresponsabilidad que Fidel, como Jefe de Estado, diera a conocer públicamente su concordancia con las críticas del Che.

    Es preciso reconocer la coherencia de la actitud del Che y la responsabilidad con que manejó sus críticas porque para ese entonces la URSS era la aliada estratégica –casi diríamos que única- de Cuba y lo último que quería era deteriorar con sus críticas las relaciones de cooperación económica que existía entre ambos países. Además, tampoco quería llevar agua al molino del imperialismo con sus críticas al modelo soviético, a diferencia de tantos “izquierdistas de cafetín”, como dice Álvaro García Linera, que en su afán de criticar los procesos emancipatorios en curso en América Latina no dudan un instante en asumir como propias las críticas del imperialismo a aquellas experiencias. Un ejemplo: la absoluta irresponsabilidad con que “infantoizquierdistas” como los trotskistas, autonomistas y anarquistas cantan a coro que “Maduro es una dictadura”, para beneplácito de “la embajada” y la prensa canalla de Argentina y toda América Latina.

    Con certera mirada el Che dice algo que es válido, según mi parecer, al día de hoy, a saber: que “la investigación marxista en el campo de la economía está marchando por peligrosos derroteros. Al dogmatismo intransigente de la época de Stalin ha sucedido un pragmatismo inconsistente.” En línea con esta capacidad de análisis el Che pronostica, precozmente, “que los cambios producidos a raíz de la Nueva Política Económica (NEP) han calado tan hondo en la vida de la URSS que han marcado con su signo toda esta etapa … (por lo cual) se está regresando al capitalismo”.  Tal como ocurriera en otros ámbitos de la vida social y política de la URSS lo que al principió surgió como una imperiosa necesidad, la NEP, poco después se convirtió en virtud y en modelo a emular. Como observa con razón Osvaldo Martínez, de la reflexión guevariana  “se desprende la falsedad del mito manualesco sobre la irreversibilidad del socialismo una vez establecido, y la suprema lección de que es en la conciencia y no en el estímulo material de los humanos donde el socialismo puede hacerse irreversible, si esa conciencia se educa y se alimenta con valores de solidaridad.” Tal como él lo estableciera en numerosas ocasiones, la divulgación de esta cosmovisión socialista choca contra cinco siglos en los cuales el capitalismo socializó a la población en sus propios valores individualistas, egoístas, consumistas, y cambiar esa conciencia no es tarea sencilla. “El capitalismo recurre a la fuerza”  -dice el Che- pero además educa a la gente en el sistema” ¡y lo viene haciendo desde hace quinientos años!

    Producto del economicismo que inficionaba al modelo soviético esa tarea refundacional en materia educativa y cultural, esa “batalla de ideas”, no se pudo hacer en la URSS y, más cercana a nuestra experiencia, tampoco se llevó a cabo en las experiencias emancipatorias o “progresistas” de América Latina a partir de finales del siglo pasado. Frei Betto lo sintetizó magistralmente cuando dijo que por más que aquellas hubieran obtenido significativos logros en la reducción de la pobreza y en otras materias –derechos humanos, democratización de los medios de comunicación, igualdad de género, etcétera- se fracasó en la tarea de crear una nueva cultura y construir ciudadanos. Lo que se construyó fueron consumistas, y ese es uno de los talones de Aquiles de todos estos procesos, sin excepción. Consumistas que, en el plano político, se fueron inclinando progresivamente hacia la derecha en las recientes elecciones. Porque, la historia lo enseña una y otra vez, la otra cara de la ideología del consumismo es el conservadurismo político.

    El imperialismo y las contradicciones del sistema internacional

    Medio siglo después, los análisis del Che lo pintan como un personaje dotado de una clarividencia fuera de lo común. Imposible enumerar en estas pocas líneas tanta sabiduría condensada. En su “Mensaje a los pueblos del mundo a través de la Tricontinental” el Che realiza un par de significativos aportes para la comprensión del mundo actual. Entre otras brillantes iluminaciones esa que sostiene que en Nuestra América la sumisión de las clases dominantes a los dictados del imperialismo nos impide hablar de “burguesías nacionales”. En Latinoamérica, esas clases carecen por completo de capacidad (o voluntad) de oponerse a los designios de Estados Unidos y están resignadas a funcionar como “su furgón de cola” de los imperialistas. Por eso propone hablar más bien de “burguesías autóctonas” porque eso de “nacionales” les queda grande y no se ajusta a su insignificante capacidad de librar una lucha por la autodeterminación nacional.

    Según su análisis “América constituye un conjunto más o menos homogéneo y en la casi totalidad de su territorio los capitales monopolistas norteamericanos mantienen una primacía absoluta. Los gobiernos títeres o, en el mejor de los casos, débiles y medrosos, no pueden imponerse a las órdenes del amo yanqui.” Es obvio que medio siglo más tarde esta caracterización debería matizarse porque otros capitales –europeos, chinos, japoneses, coreanos, canadienses, etcétera- han penetrado en algunos casos muy profundamente en las economías de la región. Pero pocas dudas caben de que la voz cantante la llevan los norteamericanos, y esto por una simple razón: porque cuentan detrás suyo con el respaldo del único “gendarme mundial” del capitalismo. Tal como lo demuestran Leo Panitch y Sam Gindin en numerosos trabajos, en el complejo entramado del condominio imperialista global hay un “primus inter pares” y este es precisamente Estados Unidos. Su formidable capacidad militar (aproximadamente la mitad del total del gasto bélico mundial), sus mil y tantas bases militares establecidas en todos los rincones del planeta, sus múltiples instituciones “interamericanas” de carácter militar, político, económico o cultural que amarran con fuerza a los países de la región le otorgan un peso decisivo, sobre todo en Latinoamérica que, a ojos de Fidel y el Che, constituye la reserva estratégica del imperio.

    Y es por eso que en esta parte del mundo el Che no ve demasiadas alternativas. En sus propias palabras: “No hay más cambios que hacer; o revolución socialista o caricatura de revolución.” El paso del tiempo permite apreciar con más elementos esta disyuntiva radical del guerrillero heroico. Por cierto que no hubo ninguna revolución socialista después de la cubana. Pero sería injusto caracterizar a los acontecimientos en curso en Venezuela, Bolivia y Ecuador como meras “caricaturas de revolución”. Son procesos que bregan contra un conjunto de fuerzas retardatarias de enorme poder, desde las oligarquías locales, las burguesías “autóctonas”, la canalla mediática que envenena el alma de nuestros pueblos y, por supuesto, detrás de todo ello, “la embajada” que trabaja incansablemente para desbarrancar esos procesos.

    El voluntarismo se estrella contra la dura realidad de una formidable constelación de fuerzas conservadoras que libran batalla en todos los frentes. A diferencia del caso cubano, donde el triunfo militar y político de la Revolución produjo el desplome del estado burgués, en los procesos en curso en Venezuela, Bolivia y Ecuador las fuerzas dirigentes tropiezan contra aquella muralla defensora del orden, inexistente cuando Fidel, el Che, Raúl y Camilo entraron a La Habana. Cuando lo hicieron el Ejército estaba derrotado y sus jefes habían huido al exterior, lo mismo que buena parte de los miembros del Poder Judicial, los grandes empresarios, la prensa reaccionaria, la clase política tradicional y, en general, la clase dominante en su conjunto. A medida que el Movimiento 26 de Julio avanzaba sobre La Habana los bastiones del viejo orden se derrumbaban, dispersaban y buscaban refugio en Miami; en el caso de los procesos que arrancan con el triunfo de Chávez en 1998 los enemigos de la revolución se atrincheraron y dispusieron a dar batalla, cosa que siguen haciendo hasta el día de hoy. Por eso sería injusto caracterizar a estos procesos como “caricaturas de revolución”, pues tuvieron que vérselas con una resistencia interna que en Cuba no existió, aunque luego vendría “desde afuera” una vez que el imperialismo reagrupara los fragmentos dispersos del viejo bloque neocolonial e intentara recapturar Cuba apelando al terrorismo, la guerra, las sanciones económicas y el bloqueo.  

    Por otra parte, la revolución jamás estuvo en la agenda de las fuerzas dirigentes de procesos como los que se vivieron en Argentina, Brasil, Chile y Uruguay. En estos casos el objetivo era la inverosímil construcción de “un capitalismo serio”, supuestamente amigable con la equidad social que, como era de esperar, jamás llegó a consumarse.  

    Como decíamos más arriba, en este y otros escritos el Che fue muy crítico de la política de “coexistencia pacífica” propuesta por la Unión Soviética, a la que condenó duramente. En el trasfondo de esta actitud se encontraba la heroica lucha del pueblo de Vietnam que, según Guevara, se debatía en una “trágica soledad” en su lucha contra la mayor superpotencia de la historia. Hay una frase que sintetiza magistralmente su pensamiento: “La solidaridad del mundo progresista para con el pueblo de Vietnam semeja a la amarga ironía que significaba para los gladiadores del circo romano el estímulo de la plebe. No se trata de desear éxitos al agredido, sino de correr su misma suerte; acompañarlo a la muerte o la victoria.” Y los efectos perniciosos de la “coexistencia pacífica” se hacen sentir cuando la agresión del imperialismo no encuentra una solidaridad efectiva en otros países presuntamente socialistas que, “en el momento de definición vacilaron en hacer de Vietnam parte inviolable del territorio socialista.”

    Culpabilidad que principalmente les cabe a la Unión Soviética y China que mientras “mantienen una guerra de denuestos” permiten que el imperialismo yankee haga sus estragos en Vietnam. Concluye premonitoriamente Guevara que “el imperialismo se empantana” en Vietnam, pero que una derrota definitiva requiere de la solidaridad activa de los pueblos, comenzando por las naciones que se autoproclaman socialistas y sobre todo la URSS que gracias a la política de la “coexistencia pacífica” pergeñada para evitar una conflagración mundial y una guerra termonuclear con Estados Unidos deja al Vietnam indefenso. Y los pueblos explotados del mundo, continúa el Che, deben aprender la lección que se escenifica en Vietnam y “atacar dura e ininterrumpidamente en cada punto de confrontación” al enemigo imperialista. Esa, dice Guevara, “debe ser la táctica general de los pueblos” resumida en la frase “crear dos, tres... muchos Vietnam, es la consigna.”

    La Carta finaliza con una reflexión final sobre nuestra región, en donde según su autor Washington tiene tropas “dispuestas a intervenir en cualquier lugar de América Latina” en donde sus intereses se vean amenazados. Y agrega, con palabras que conservan una vibrante actualidad, que esa política “cuenta con una impunidad casi absoluta; la OEA es una máscara cómoda, por desprestigiada que esté; la ONU es de una indiferencia rayana en lo ridículo o en lo trágico.”[14] Y traza una sugestiva comparación entre América Latina y Asia cuando dice que si en ésta Estados Unidos tiene poco que perder y mucho que ganar en Nuestra América la situación es exactamente la inversa. Aquí Washington tiene mucho que perder y poco que ganar, habida cuenta de su exitoso proceso de recolonización lanzado con fuerza desde fines de la Segunda Guerra Mundial.

    Conclusión

    Estas observaciones sobre los legados teóricos del Comandante Guevara pretenden estimular el estudio sobre su obra, honrar la integralidad de sus contribuciones a la construcción de una sociedad socialista teniendo en cuenta no sólo su heroico ejemplo como guerrillero sino también sus aportes al desarrollo del pensamiento marxista. En su carta dirigida a don Carlos Quijano, director de la revista uruguaya Marcha,  el Che anotaba con razón que “la mercancía es la célula económica de la sociedad capitalista; mientras exista, sus efectos se harán sentir en la organización de la producción y, por ende, en la conciencia.” La superación del capitalismo, una impostergable necesidad histórica, no podrá consumarse tan sólo como producto de sus contradicciones objetivas.

    Estas son un prerrequisito indispensable, pero para que fructifiquen en la construcción de una nueva sociedad se requiere “la acción consciente” de las masas. De ahí que la pretensión de “realizar el socialismo con la ayuda de las armas melladas” del capitalismo termina en un callejón sin salida. “Para construir el comunismo” –concluye con razón el Che- “simultáneamente con la base material hay que hacer al hombre nuevo”. Sin ello, sin esta gigantesca batalla cultural, la inalterada perpetuación de la mercancía y la consecuente mercantilización de la vida social harán que la empresa de construir una sociedad poscapitalista se vea acosada por innumerables obstáculos y termine en un callejón sin salida. La China y el Vietnam de hoy pueden ser los bancos de prueba en donde se verifique la certeza, o el error, de los diagnósticos y los pronósticos del Che.

    Elegimos, para terminar, una sentencia más válida hoy que cuando fuera originalmente expresada: “una nueva etapa comienza en las relaciones de los pueblos de América. Nada más que esa nueva etapa comienza bajo el signo de Cuba, Territorio Libre de América.” Y ante los cantos de sirena que hoy como ayer pregonan la armonía de intereses entre Washington y las naciones sometidas a su imperio nos advertía que “(E)l imperialismo necesita asegurar su retaguardia.”

    Una retaguardia, recordemos, pletórica en recursos naturales (petróleo, gas, agua, energía, biodiversidad, minerales estratégicos, alimentos, selvas y bosques) que según informes de los estrategas norteamericanos constituyen insumos esenciales para el mantenimiento no sólo del “modo de vida americano” sino también de la seguridad nacional estadounidense. Y, el Che ya lo advertía en Punta del Este, la preservación de esa retaguardia era (y es) un objetivo no negociable del imperio. Los hechos confirmaron plenamente sus pronósticos, y hoy estamos asistiendo a esta avasalladora contraofensiva (la “restauración conservadora” denunciada por el ex presidente Rafael Correa) tendiente a regresar a nuestros países a la condición existente en vísperas de la Revolución Cubana.

    “Golpes blandos” en Honduras, Paraguay y Brasil; acoso interminable contra los gobiernos de izquierda (Venezuela y El Salvador, principalmente, aunque este caso sea el menos conocido); articulación continental de la prensa (gráfica, TV, radio) para satanizar a dirigentes y procesos contestatarios; organización y financiamiento de la oposición en países “hostiles” a Washington, incluyendo tentativas de “invención” de líderes opositores; programas interamericanos de “buenas prácticas” para formatear el cerebro de jueces, fiscales, periodistas, legisladores, académicos y líderes políticos y sociales, actores fundamentales del “golpe blando” que reemplaza al anacrónico golpe militar de antaño; el ominoso rosario de bases militares con las cuales Estados Unidos ha cercado nuestra región (ochenta oficialmente reconocidas hasta ahora, más otras tres en ciernes negociadas en absoluto secreto por el gobierno de Mauricio Macri con la Casa Blanca), y la reactivación de la IVª Flota para patrullar nuestros mares y ríos interiores, confirman que, una vez más, el Che tenía razón. No olvidemos su consejo y actuemos en consecuencia. Y no olvidemos ni por un instante cuando decía que “al imperialismo no se le puede creer ni un tantito así, ¡nada!” Eso fue cierto en su tiempo y es aún más cierto en el nuestro.

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    En recuerdo del Fallecimiento de Ernesto Che Guevara un 9 de Octubre hace 43 años. - Página 2 Empty Re: En recuerdo del Fallecimiento de Ernesto Che Guevara un 9 de Octubre hace 43 años.

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