La Asociación Universitaria Contrapoder de la Facultad de Ciencias Políticas de la Universidad Complutense de Madrid fue fundada en 2006 como colectivo anticapitalista. - GUILLERMO SANZ
Noticias relacionadasLa generación del 'No a la guerra' llega a las institucionesEl Gobierno tiembla porque millones de jóvenes han tomado las calles. Reclaman un futuro mejor, más social, quieren progresar más que sus padres y están dispuestos a todo por conseguirlo. El ministro de Trabajo comprueba que su sillón se tambalea, las televisiones llenan gran parte de sus informativos con imágenes de los gritos estudiantiles y el presidente del Gobierno les reta a debatir. Es un escenario impensable para muchos en España pero de actualidad en Francia. En seguida surge el tópico: los jóvenes españoles sólo salen de casa para hacer botellón. Las estadísticas sociales y su activismo lo desmienten. Participan más que sus padres y están más enrabietados que nunca.
En un cuchitril de la Facultad de Ciencias Políticas de la Universidad Complutense de Madrid, plagado de pegatinas rojas y negras, un grupo de jóvenes debate el porqué de su invisibilidad frente al protagonismo de sus homólogos galos. "Es frustrante, pero es que las condiciones son diferentes en Francia. Allí la democracia es más completa", dispara uno de los fundadores de la Asociación Universitaria Contrapoder, Iñigo Errejón, de 26 años.
"En el curro, la democracia es la ley del jefe", protesta un joven
Contrapoder es un buen ejemplo de la movida estudiantil española. Sus miembros son de izquierdas, anticapitalistas, internacionalistas y totalmente desconectados de los partidos políticos. Vienen de la pelea interna, en la política universitaria, y van hacia la reivindicación social. Tienen elecciones, delegación de alumnos y voz en el consejo universitario, pero las decisiones se toman sin ellos. Ocurrió con la implantación de la LOU y ha vuelto a pasar con el proceso de Bolonia. "El fracaso surge cuando no conseguimos hablar con los que mandan. En este caso con el ministerio. Es algo propio de la democracia que tenemos. Las políticas vienen impuestas por el mercado o por instituciones europeas que ni votamos ni controlamos", analiza Marina Montoto, de 22 años.
Las encuestas y estudios desmienten que sean más conservadores o que voten menos. El Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) y del Instituto de la Juventud (INJUVE) señalan que en los últimos 20 años el porcentaje de jóvenes que se considera de izquierdas ha pasado del 23% al 32%. Además, la abstención juvenil en las últimas elecciones fue mucho menor que la media.
Diferencias con Francia
"Con Bolonia no conseguimos ser interlocutores", dice un estudiante
La primera diferencia con los jóvenes franceses aparece a simple vista. Los gendarmes dan porrazos a adolescentes de 16, 17 y 18 años. Son los liceos de la periferia los que marcan el paso de las manifestaciones. En los institutos españoles apenas existen asociaciones de estudiantes. Hay calma chicha permanente.
Segunda diferencia evidente: no hay inmigrantes contra Bolonia. La integración en la sociedad española no ha pasado la barrera de la Selectividad. "Los latinoamericanos de la universidad pública no son de familias desfavorecidas sino todo lo contrario", opina Rita Maestre, de 22 años. El porcentaje de alumnos universitarios extranjeros procedente del norte de África se mantiene en el 14% desde 1998. En cuanto a los latinoamericanos han pasado del 16,5% al 24,1%.
Pero el gran hecho diferencial con Francia es la capacidad de influencia de los sindicatos en las políticas de Estado. Todos los jóvenes de Contrapoder estuvieron en los piquetes de la huelga general pero tampoco tienen gran conexión sindical. "Cuando acudo a un trabajo y me ofrecen un contrato temporal de 400 euros, ¿Dónde están los sindicatos?", ejemplifica Errejón que, con la carrera acabada, trabaja como investigador en la universidad.
"¿Dónde están los sindicatos en el trabajo temporal?", señala un alumno
Educados en democracia
Son una generación educada en democracia que conoce mejor la historia de España que sus padres y que tiene un espíritu crítico más fuerte aunque no lo hayan aprendido en clase. De ahí que aludan al franquismo para explicar que la participación ciudadana en España está todavía por crecer. "Las dinámicas del mayo del 68 llegaron aquí 10 o 15 años más tarde porque en la transición se deslegitimó lo utópico en busca de un discurso más pragmático", añade el vicedecano de Políticas de la Complutense, Ariel Jerez.
Los alumnos de Contrapoder notan la deslegitimación de la protesta aludida por su profesor. "Cuando decimos a nuestros padres que nos vamos de madrugada a las cocheras de los autobuses de piquete informativo hay dos reacciones. Los que te dicen: Qué joven, mono y soñador, ya se le pasará' y los que se quejan: Pero si puedes votar cada cuatro años y tienes libertad de expresión y de reunión, ¿qué más quieres?'", explica Carmen Aldama, de 22 años.
Un militante: "Nos dicen: no te metas en política', como si fuera algo malo"
"Es como cuando te dicen que no te metas en política, como si fuera algo malo. Todos somos sujetos políticos. Y eso en Francia sí que lo saben", reivindica, Guillermo Errejón, de 21 años. "De hecho, claro que podemos votar, pero en el curro, la ley que vale es la ley del jefe", añade su hermano mayor, Iñigo. Las estadísticas de afiliación juvenil en las organizaciones tradicionales están por los suelos pero la participación en ONG y en colectivos sociales está en crecimiento.
La desmotivación proviene de los mayores, tanto padres como profesores. "España ha avanzado mucho socialmente en las últimas décadas. Uno se sorprende cuando analiza por ejemplo a la Guardia Civil, que es una institución absolutamente democrática y fue un auténtico instrumento de represión. Y en otros ámbitos, como en la universidad, no se ha producido el relevo y se sigue viviendo en una sociedad clientelar, personalista, de profesores autoritarios, sin invitación a la participación cívica", razona Jerez.
Los alumnos de Contrapoder son auténtico agitadores de conciencias. Sus acciones van más allá de las protestas antiBolonia. En los últimos años han boicoteado una conferencia de la líder de UPyD, Rosa Díez, han organizado jornadas de cine político, de memoria histórica o incluso han invitado al presidente de Bolivia, Evo Morales, a dar una charla en la Complutense. Pese al amplio abanico de actividades, cuando se han visto reflejados en la prensa han sido citados con la coletilla "antisistema".
"¿Qué es un antisistema? Yo no lo sé. No estamos a favor del sistema capitalista y queremos más justicia social ¿Eso eso un antisistema? Parece que es un término que se ha inventado la policía para crear un enemigo que no existe", denuncia Errejón.